El 60% se conecta a diario, según una encuesta de Interior a menores de entre 10 y 17 años. El 22,2% admite haber añadido a su lista de amigos o contactos a personas que no ha visto.

Dos de cada tres menores tienen un perfil en las redes sociales y casi un tercio de sus contactos son personas a las que no conocen. La primera elaborada por el Ministerio de Interior sobre hábitos de uso y seguridad de niños y jóvenes de entre 10 y 17 años revela, además, que casi el 60% se conecta a Internet a diario, la mayoría durante más de dos horas. En la otra orilla, la de los padres, uno de cada tres revisa el perfil de sus hijos y qué seguidores tienen. Un que, sin embargo, contrasta con aquello —aseguran— más les preocupa: que los menores contacten con extraños.

La realidad es que tanto como jóvenes interactúan con desconocidos, sobre todo cuando juegan en Internet (25,4%), pero también en las redes sociales (13%) o en chats (10%). El 22,2% de los consultados admite haber añadido a su lista de amigos o personas que nunca ha visto y el 4,1% reconoce haber enviado una foto o vídeo de sí mismo a alguien a quien no ha conocido cara a cara.

r

La palabra «extraño», sin embargo, otro matiz en la era 2.0. El investigador Eusebio Megías, director del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, cree que el «primer error» que pueden cometer los padres es no comprender que las reglas son otras. «En Internet cambian los conceptos de intimidad y amistad. Para los adultos, son valores que hay que preservar. Para un adolescente, son algo que acomodan según el momento y objetivo. No hay que olvidar que estar en la red es estar en el escaparate».

La mitad de los padres —un 54%— habla con sus hijos sobre las posibles consecuencias negativas de visitar páginas «inadecuadas» y el 62% revisa los sitios por los que han navegado los menores. Sin embargo, la única medida de seguridad extendida es la instalación  de un software para prevenir virus, sin contar con ningún tipo de programa que bloquee o efectúe un seguimiento de las páginas. Es que, pese a las revisiones, los padres parecen confiar en el uso que sus hijos hacen de Internet. Más de la mitad les autoriza a navegar en cualquier momento, sin supervisión alguna, aunque pocos —menos del 15%— permiten que sus hijos hagan compras en la red.

¿Qué has hecho durante los últimos 12 meses? Las respuestas de los consultados.

Para Raúl de la Cruz-Linacero, experto en hábitos de jóvenes en Internet y fundador de páginas dirigidas a ellos como Keepunto.com, los padres no deben tener miedo de las nuevas tecnologías, mucho menos prohibirlas. «Usan Internet para todo. No solo para buscar información, sino para hacer deberes, jugar, ver películas, divertirse, charlar… Lo hacen absolutamente todo en la red. No puedes poner puertas al campo; tienes que enseñarles a estar dentro del campo».

Lo básico, destaca De la Cruz-Linacero, ya se ha dicho «por todos los medios»: no compartir fotos íntimas ni información sensible, como datos personales, dirección, teléfono, rutinas) o financieros. «Nos guste o no, tenemos que asumir que los jóvenes son animales eminentemente sociales, más que nosotros a su edad: en el mundo online, con 200 amigos virtuales, y en el offline, con 50″.

La frecuencia de uso aumenta con la edad: el 83% de los mayores de 15 años utiliza Internet todos los días y más del 90% tiene redes sociales y correo electrónico. La encuesta se ha dividido en dos cuestionarios: para adultos con hijos de 10 a 17 años (1.006 entrevistas) y para los propios menores (1.506 entrevistas).

http://politica.elpais.com/politica/2014/11/03/actualidad/1415035924_570463.html

 

La oxitocina es una hormona que ayuda a regular el estrés, conocida popularmente por liberarse de forma masiva durante el parto y posteriormente. Su objetivo es aumentar la disposición de la madre a cuidar de sus hijos tras el nacimiento y estimular la producción de leche materna. También puede identificarse junto a la serotonina en los cerebros de los enamorados.

Se ha observado que su presencia y procesos asociados nos hace más solidarios y generosos con los demás, actuando como lo que Paul Zak denomina “pegamento social”. Zak es el Director del Centro de Estudios Neuroeconómicos de la Universidad de Claremont (California), biólogo y principal responsable de numerosos estudios que ponen de manifiesto el papel que juega la oxitocina en las relaciones humanas, y no-humanas

Experimentos desarrollados con humanos, ponen de manifiesto que las personas a las que se administra oxitocina en una concentración determinada, donan casi un 50% más de dinero a obras de caridad que las personas a las que no se les administra. Zak y sus colaboradores han realizado incluso estudios a partir de la extracción de muestras de sangre a los novios y sus familiares, antes y después de una ceremonia de boda. Los mayores aumentos de oxitocina en sangre se han encontrado en las novias y las madres de las novias.

Pues bien, las conclusiones obtenidas por los investigadores han puesto de manifiesto una realidad que a algunos aun sorprenderá: las relaciones que se establecen en internet son procesadas por el cerebro de la misma manera que las relaciones fuera de internet, y se produce del mismo modo la liberación de oxitocina que desencadena las emociones que nos hacen sentirnos más cercanos, solidarios y “conectados” con los demás. Los mensajes que leemos online desencadenan los mismos procesos químicos que los mensajes que recibimos por cualquier otro medio y canal.

Paul Zak realizó para el Servicio de Radiodifusión de Corea (KBS), un estudio obteniendo muestras de sangre de individuos antes de participar en sus redes sociales online, y quince minutos después de estar tecleando frente a su ordenador. Pudo confirmar que en todos los casos se había producido un aumento de los niveles de oxitocina en sangre, y que la magnitud de ésta  correlacionaba con el grado de conexión. En uno de los casos, en los que un joven estaba dejando un mensaje en el perfil de su novia en Facebook, se llegó a medir un espectacular aumento del 150% de su nivel de oxitocina en sangre.

Una vez más llegamos a la misma conclusión que en artículos anteriores: las relaciones en internet, las emociones y los sentimientos que se desatan, no son “recreaciones digitales” de las relaciones humanas. Son reales y “medibles”. Todo se produce en nuestro cerebro y en nuestro organismo, independientemente de que se desate a partir de una carta en papel, un mensaje en una red social, o como consecuencia de una conversación telefónica o presencial. Las relaciones que establecen o mantienen los niños y adolescentes en internet se producen en un entorno digital, pero ni ellos, ni sus pensamientos, emociones o sentimientos son digitales.

Por kidsandteensonline

(1) Paul J. Zak. “The Moral Molecule: The Source of Love and Prosperity”. Hardcover.

El amor romántico con altas dosis de sufrimiento está cada vez más de moda entre los adolescentes. En esta época de desarrollo y extrema vulnerabilidad, el papel de las redes sociales y las nuevas tecnologías está modelando una forma de entender y de ser en el mundo entre los más jóvenes que en gran medida se escapa de la esfera escolar y familiar.

   Según explica a Infosalus Nora Rodríguez, pedagoga y autora de ‘El nuevo ideal del amor en adolescentes digitales’ (Desclée De Brouwer, 2015), los más jóvenes deben aprender a socializarse en dos mundos muy distintos, el real y el virtual, pero en el segundo, al haber menos contacto físico y más emocionalidad, acaban siendo muy permeables a los estereotipos, lo que les lleva a los extremos.

   La autora cuenta que en la actual sociedad digital existen nuevas formas de entender el amor, que se han integrado a la mercadotecnia, como un producto.Son creencias que comparten muy rápido a través de las redes sociales, se asocian a conseguir experiencias intensas y que les proporcionan un gran placer.

   “Es la búsqueda del impacto rápido, un gran baño de dopamina para el cerebro, se valen de actitudes muy estereotipadas en relaciones breves, explosivas y pasionales”, explica Nora Rodríguez, directora del programa ‘Happy Schools, Neurociencias y educación para la Paz’.

   La pedagoga defiende que hacia los 9 años es posible ya educar en la afectividad a través de estrategias y el desarrollo de fortalezas para que los más pequeños puedan conseguir estar motivados y sentirse bien de forma mantenida y no brusca e intermitente, lo que a largo plazo ocasiona frustración. De lo contrario, en la pubertad y en la adolescencia, la idealización romántica, la exposición a la intimidad ante los extraños a través de las redes sociales y el contagio emocional seguirán siendo lo más buscado en las redes sociales.

   “Con la dopamina que se libera en estas situaciones sociales se consigue un placer rápido para el cerebro, una estimulación intensa que lleva a la dependencia POR estas relaciones breves y placenteras”, apunta la autora. Cuando ya los niños alcanzan los 12 años pueden entender que el amor es unir pasión con intimidad más reflexión.

   “El amor es un estado de fascinación, tenemos que hacer que recuerden cuándo se sintieron fascinados, explicarles que eso es el enamoramiento, una fascinación que empieza y termina”, añade.

EDUCAR EN FORTALEZAS Y ESTRATEGIAS

   Para Rodríguez educar en la afectividad es absolutamente necesario ya que nos hemos olvidado de hacerlo y en la actualidad cuenta más el currículo académico que los afectos.

   “Educar en las emociones y cómo progresan se ha dejado de lado, hay que explicarles qué pasa desde que la emoción les inquieta, cómo se transforma en sensaciones corporales como el calor y cómo la conducta es una reacción ante la emoción por lo que hay que enseñarles a reflexionar”, adelanta.

   Además, la autora afirma que educar en la afectividad supone un medio de prevención de la violencia de género. Cuanto más estereotipos y más relaciones rápidas se establecen más conexiones entre la posesión, los celos y la violencia se desarrollan y el amor idealizado se convierte en una droga que hace sentir a los adolescentes que no se pueden privar de ello.

   “Desde que los niños tienen 5 años se puede enseñar a gestionar las emociones y no esperar al traspiés de la afectividad que llega mal y tarde y se confunde con la educación a la sexualidad”, comenta Rodríguez, para quien es básico ayudar a los más pequeños a tener conexiones positivas con los demás.

   Hay que educar desde muy temprana edad en la sexualidad y la afectividad. Entre los 12 y los 17 años se produce un gran cambio físico y antes se deben empezar a trabajar las fortalezas emocionales entre los más pequeños.

   Las estrategias que se pueden utilizar para educar en la afectividad son, según la autora, la construcción de una idea personal del amor basada más en la fascinación que en los estereotipos hombre/mujer; que aprendan a conocer los sentimientos y emociones que emanan de sus actividades cotidianas para saber leer en su interioridad y estar más atentos a sus percepciones; enseñarles a proyectarse en el futuro para que imaginen cómo se ven en él, lo que incluye la relación de pareja.

http://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-san-valentin-adolescentes-digitales-evitar-amor-virtual-20160212070235.html?platform=hootsuite

Era 2017. La familia Donaire Arcas-Sariot se encontraba en un periodo de dificultad porque el padre, Miguel Ángel, tenía problemas de salud. Tanto él como la madre, María José, le pidieron a sus hijos que se portaran especialmente bien por la situación familiar. “Pero un día mi hijo Miguel volvió del colegio y se había arrancado el pellejo. Le preguntamos qué había pasado y nos contó que se aburría en clase y que no había dicho nada para no molestar”, explica a EL ESPAÑOL la madre del menor.

Este niño, que entonces tenía nueve años, se trataba de Miguel Ángel Donaire (Granada2008) y no estaba motivado dentro del aula. Le identificaron superdotación a raíz de estudiar su caso. Sus daños en la piel habían provocado la preocupación de sus padres y profesores, que decidieron evaluarlo. Hoy, casi ocho años después, Miguel tiene 15 años y ha sido admitido el pasado 9 de enero en la Universidad de Oxford para estudiar el Doble Grado de Matemáticas e Ingeniería Informática. Una hazaña al alcance de muy pocas personas. Y, menos aún, siendo menores de edad.

Pero el joven superdotado granadino lo ha conseguido tras obtener un resultado extraordinario. Ha tenido 96 respuestas correctas –de 100 preguntas– en las pruebas de acceso a las que le ha sometido la prestigiosa universidad británica. “Primero tuve que ir a Madrid en octubre a hacer la prueba de Oxford. Al superarla, varios profesores me hicieron hasta cuatro entrevistas en las que me ponían todo tipo de ejercicios, problemas y retos mentales que debía superar”, explica Miguel en conversación con este diario.

La historia de Miguel Donaire, el superdotado de 15 años admitido en Oxford

Miguel lo consiguió. Los profesores universitarios de Oxford le pusieron entre la espada y la pared durante esas cuatro sesiones, pero la prodigiosa mente de Miguel logró contestar 96 preguntas de manera correcta, de 100. Poco más de un mes después, llegó el resultado: Miguel Donaire, de 15 años, había sido admitido en la universidad.

Jacob Elordi admite que sus personajes ‘se mezclaron’ en su cabeza

“Aun así, hay una salvedad. Me han dicho que tengo que acabar Bachillerato con una media de 9, mínimo, aunque yo creo que es fácil sacar un 9 en Bachillerato”, opina, esperanzado, el brillante alumno del Colegio La Presentación de Granada. “Creemos que lo conseguirá, porque la universidad pide media de sobresaliente desde segundo de la E.S.O. y de momento Miguel lo ha conseguido”, añade con orgullo su madre.

Patio de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford en una imagen de archivo.

Patio de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford en una imagen de archivo. Andy Rain Efe

[La hazaña de Bruno, el genio de Murcia que logra 42.000 € para ir a Oxford gracias a una fundación]

De 2º de E.S.O. a 1º de Bachillerato

Lo cierto es que Miguel Donaire no sólo ha brillado ahora ganándose el mérito de acceder a la Universidad de Oxford, sino que lleva años sorprendiendo a los que le rodean. Pese haber sido identificado como superdotado “con un alto coeficiente intelectual”, María José Arcas-Sariot (Granada1974), su madre, explica que ella y su marido prefirieron que continuase en su curso “para que tuviera una infancia tranquila y feliz”.

“Pero hace dos años falleció mi padre, cosa que le marcó mucho a Miguel. Me dijo que quería saltar de curso porque le daba miedo morir sin hacer nada y perdiendo su tiempo”, recuerda la madre. Fue cuando ella y su marido, Miguel Ángel Donaire (Madrid1976), escucharon la petición de su hijo y hablaron con el colegio y la Junta de Andalucía. Tras el debido proceso se acordó que Miguel pasara de segundo de la E.S.O. a primero de Bachillerato. El tiempo máximo de flexibilización de cursos está fijado en dos años.

Un grupo de alumnos de instituto realizando un examen.

Un grupo de alumnos de instituto realizando un examen. EP

Durante esta etapa de secundaria, José ManuelEloy y Elías, tres profesores de Matemáticas y Física del centro, han sido los responsables de que a Miguel le apasionaran las ciencias para querer dedicarse en cuerpo y alma a ellas. Su interés en las ciencias y en la informática provocaron que Miguel comenzara a participar con 13 años en el programa Estalmat de la Universidad de Granada.

Se trata de un programa de estímulo al talento matemático, que se imparte cada dos fines de semana en la Facultad de Ciencias. “Damos un montón de temas y me encanta porque nos enseñan a razonar, como si se tratara de ejercicios de las olimpiadas matemáticas”, dice el chico. Un certamen que, por cierto, ha logrado ganar a nivel andaluz y a nivel nacional.

[La hazaña de Miguel López en la universidad: saca 39 matrículas de honor en las 40 asignaturas de su grado]

Miedos y retos de Miguel

Aunque la hazaña de Miguel es casi una realidad –a falta de que acabe Bachillerato con una media de 9–, el joven se permite soñar con su futuro en Oxford. Se siente “afortunado e ilusionado” por la oportunidad. Dice que no la tiene todo el mundo, pero que “hay que luchar por ello”. “A veces pensamos que es imposible, y por eso no lo intentamos, pero yo lo he intentado y lo he conseguido”, opina.

Pregunta.– Tiene 15 años y cuando empiece la universidad tendrá 16. ¿Le da miedo este nuevo reto siendo menor?

Respuesta.– Me da un poco de miedo, pero creo que soy lo suficientemente independiente. Yo creo que no habrá problemas porque en Oxford existe una estructura de colegio mayores que facilitaría mucho la adaptación. Aun así, nunca se sabe. Hay que estar preparado para todo.

P.– ¿A qué le gustaría dedicarse después de acabar la universidad?

R.– La verdad, no sé a qué me querría dedicar cuando acabe la carrera de Matemáticas e Ingeniería Informática. Me gusta todo y quiero disfrutar del estudio, sobre todo. No me importaría dedicarme a la docencia, por ejemplo, pero ya sería en Granada. Eso sí, no tengo prisa para decidir y quiero ir paso a paso.

[La gesta de Daniel: trabaja para pagar la universidad y saca ocho matrículas de honor en 12 asignaturas]

Ese “paso a paso”, de momento, pasa porque el joven Miguel Donaire consiga acabar Bachillerato con un 9. Aun así, la Universidad de Oxford ya ha admitido a este brillante adolescente para iniciar su doble grado en septiembre.

Fuente: El Español

De forma muy genérica, cuando hablamos de tolerancia a la frustración estamos definiendo la amarga sensación de impotencia, rabia y tristeza por no conseguir aquello que deseábamos. La frustración es una emoción percibida como negativa cuando no se llega a cumplir un proyecto, una ilusión, un deseo.

Los niños, especialmente los más pequeños, tienen conductas que son consideradas por los adultos como egoístas o egocéntricas. Y, efectivamente, así es, sin embargo, es necesario quitarle a esa forma de comportarse la connotación social o el juicio peyorativo que nosotros ponemos. Este forma parte del desarrollo normal del ser humano que va alcanzando progresivamente mayores niveles de madurez neurológica, tanto a nivel motriz como intelectual o cognitivo. Entre los tres y los seis años, los niños se consideran el centro del mundo, los demás no existen. A esta edad la capacidad empática es aún un proceso muy precario e indefinido y no es hasta los seis años cuando se inicia la etapa de la empatía cognoscitiva o la capacidad de ver las cosas desde la perspectiva del otro, que alcanzará su madurez definitiva en torno a los 10-12 años con la empatía abstracta o social.

Saber esto ayuda a entender la razón por la cual los niños pequeños se comportan de forma narcisista. Ahora bien, de la misma forma que nacemos programados para el lenguaje, pero necesitamos del entorno para producirlo, también necesitamos aprender a ser empáticos y a tolerar la frustración con ayuda de los demás. Con especial protagonismo de los padres que son los referentes fundamentales en edades tempranas.

En este sentido, resulta frecuente ver cómo hay una polarización en la forma de gestionar esta habilidad en los niños. Todos conocemos padres que opinan que a los niños se les debe evitar cualquier frustración, pues ya la vida se encargará de “hacerles sufrir”. También están los del lado opuesto que tienden a frustrar de forma intencional al niño en la creencia de que eso “confiere carácter” y así aprenderán a enfrentar la vida que es muy dura.

Es decir, infraprotección frente a sobreprotección.

En ese continuo habitamos la mayoría de padres, más cerca de uno u otro polo, dependiendo de la situación, del carácter del niño, de la forma en que fuimos educados, de nuestro estado de ánimo en ese momento, cansancio, etc. Es decir, sin una línea consistente de actuación en algo tan básico como es ayudar a nuestros hijos a manejar una de las habilidades emocionales más predictoras de éxito o de fracaso vital.

Algunos de los comportamientos típicos de niños que no han aprendido a gestionar la frustración son:

  • Agresividad: reaccionan de forma agresiva o con rabietas cuando sienten frustración.
  • Abandono de la tarea, no persisten.
  • Impaciencia e impulsividad.
  • Búsqueda de refuerzo o gratificación inmediata.
  • Demandan de forma exigente.
  • Pensamiento polar o radical, poca flexibilidad.
  • Intolerancia al error o al fracaso.
  • Dificultad para adaptarse a los cambios.
  • Ansiedad.
  • Inseguridad.

La vida frustra. Por ello es imprescindible tolerar la frustración y eso se aprende. Hay niños con tendencias de personalidad que estarán más predispuestos y otros más resistentes, pero esta es una aptitud, una habilidad que como tantas otras necesita modelaje y herramientas para ser incorporada.

No ser capaces de tolerar la frustración nos convertirá en adultos emocionalmente discapacitados, ineptos vitales. La vida va a traer frustraciones sí o sí, no siempre nos va a dar aquello que deseábamos incluso esforzándonos mucho. Esto es una realidad y no preparar a nuestros hijos para ello es debilitarles, es dejarles sin recursos de afrontamiento.

Y no se trata de forzar artificialmente las situaciones que producen frustración, ya que eso es innecesario, contraproducente y, en mi opinión, también algo sádico. Pero tampoco debemos evitarlas ni mucho menos, compensarlas. Se trata de aprovechar las frustraciones cotidianas, inherentes al hecho de vivir, como preciosas oportunidades de aprendizaje que, sin ellas, no podríamos hacer.

Nuestro papel como padres y educadores debe ser el del acompañamiento emocional en momentos donde la frustración aparece y duele, reconociendo y validando la emoción primero y ayudando a generar soluciones alternativas después. Pero debe ser el propio niño quien, sintiéndose comprendido y contenido, sea capaz de generar una solución alternativa. No debemos compensar nosotros lo que falló ya que evitaremos al niño la posibilidad de trabajar aptitudes esenciales como la paciencia, la aceptación, la solución de problemas, la demora del refuerzo y la creatividad.

Algunas ideas para ayudar a nuestros hijos a gestionar la frustración:

  • Deja que haga aquello que puede hacer, aunque lo haga despacio y mal. Aunque se equivoque o no lo haga de la forma en que tú lo harías. Con ello estás capacitándole para vivir el error como algo positivo que nos indica cómo no hacer las cosas (luego es un camino, un faro) y estás desarrollando en él la percepción de logro y competencia personal, ambas pilares de una autoestima sólida y resistente a los reveses.
  • No compenses el error haciéndolo tú. Deja que lo vuelva a intentar e invítale a encontrar por sí mismo nuevas rutas para resolverlo. Permanece a su lado, tu papel es ofrecer contención y seguridad para que él encuentre su forma de hacer las cosas.
  • Sé referente. Los niños aprenden, sobre todo, por modelaje y nosotros somos los modelos a través de los cuales filtran la realidad y aprenden a estar en el mundo. Si tú vives el error como algo negativo, si abandonas la tarea cuando te frustras, si vives un revés cotidiano de forma agresiva, estás siendo incoherente con lo que pretendes transmitir. Revisa tu forma de afrontar el fracaso, la frustración y el error. Para educar hay que reeducarse.
  • No dejes que se enfrente a aquello para lo que aún no está listo. Hay situaciones que requieren la intervención de un adulto.
  • Ayúdale a canalizar la frustración de forma constructiva: es necesario que aprenda a identificarla, nombrarla y después encontrar una manera de desactivar la agresividad que pueda generar: sencillas técnicas de respiración diafragmática, el ejercicio físico intenso (correr, saltar, gritar…).
  • No minimices ni anules el llanto. Llorar es una respuesta necesaria, positiva y posterior a la agresividad que genera la frustración, por tanto, es un paso previo para neutralizar la impotencia y sentirnos más preparados para el aprendizaje posterior.
  • Sé empático de verdad. Escucha sus razones y trata de que hable sobre todo de emociones, de cómo se siente. Hablar de ello, es el principio de la aceptación y, por tanto, de empezar a encontrar sus propias maneras de resolverlo. Contar un suceso parecido que te ocurrió a ti cuando eras pequeño, suele ser percibido por el niño como que estás entendiendo realmente su situación dado que la viviste y en ese saberse comprendido hay un enorme camino recorrido.
  • La persistencia en la tarea no tiene que ser seguida ni insistente. Si el niño está intentando algo que no consigue y se frustra, puede ser bueno cambiar de actividad y volver a ello más tarde, cuando el ánimo haya cambiado. Negócialo con él previamente.
  • Dale la ayuda justa y cuando la pida. Es importante que aprendan también a pedir ayuda cuando sientan que la necesitan, pero no des más de lo que es necesario, dale solo aquello que le permita seguir por sí mismo. Los padres tendemos a hacerlo por ellos en la creencia de que les estamos ayudando, pero es una ayuda cortoplacista y que parchea una situación concreta en lugar de generar recursos adaptativos de personalidad a largo plazo.

En definitiva, no te preocupes demasiado por cuánto puedes hacer por tus hijos, sino por cuánto pueden hacer por sí mismos y cuánta solidez vital han construido, gracias a cómo fueron educados.

El descanso nocturno no solo consiste en dormir unas horas, sino en disfrutar de un sueño reparador que permita afrontar la actividad diurna sin fatiga. “El hecho de que los niños se despierten por la noche es normal, sobre todo los más pequeños. Cuando crecen, el desarrollo del niño permite que el sueño sea más largo y disminuyen los despertares nocturnos. Sin embargo, si la dificultad de conciliar o mantener el sueño perdura en el tiempo y produce consecuencias como malestar o somnolencia por el día, se considera insomnio”, explica Beatriz Cabrera, psicóloga del centro de psicología y logopedia, BlaBla,que cifra entre un 25 y un 30% los casos de insomnio entre los niños de entre 6 meses y 5 años de edad.

¿Qué les quita el sueño a los niños?

El insomnio infantil puede ser transitorio cuando está asociado a “cambios emocionales familiares, sociales o escolares. También puede estar causado por estrés debido a problemas familiares, bullying, depresión, ansiedad o consumo de medicamentos y alimentos que interfieran en el sueño”, explica la psicóloga Beatriz Cabrera. Los malos hábitos a la hora dormir restan calidad de sueño a los niños, entre ellos: dormir a deshoras, cambios en los horarios de descanso nocturno, cenas copiosas o bebidas estimulantes. El ejercicio físico antes de dormir, así como los juegos digitales o el ruido ambiental también desajustan el sueño de los pequeños.

El sueño nocturno es un tiempo fundamental para resetear nuestro cerebro y renovar la energía que gastamos durante el día. Los niños necesitan más horas de sueño que los adultos porque están en proceso de crecimiento. “En el caso de los niños entre 1 y 3 años alrededor de 12 horas, de 3 a 10 años, unas 10 horas y entre los 10 y los 18 años, cerca de 10 horas”, explica Beatriz Cabrera.

Noche sin descanso, día complicado para los niños

Las consecuencias del descanso nocturno inadecuado y escaso para los niños se hacen patentes por el día. “Irritabilidad, somnolencia y cansancio, dolor de cabeza, falta de atención que afecta al aprendizaje, accidentes, como caídas y en algunos casos hiperactividad”, comenta Darío Fernández Delgado, psicólogo, logopeda y médico de familia del Gabinete Médico Delicias, que recomienda los menús de buenas noches para ayudar a conciliar el sueño a los niños, como en el caso de los alimentos que aportan melatonina, la hormona que segregamos cuando hay oscuridad y que regula nuestros biorritmos de actividad y descanso o sueño. Algunos de los alimentos que estimulan esta hormona clave para el descanso son “el plátano, la leche o los hidratos de carbono. Un postre ideal para cenar el arroz con leche. La zanahoria, espinacas y los guisantes, así como el pescado azul, el atún, la merluza o las nueces” también favorecen el descanso nocturno, comenta el psicólogo, Darío Fernández,

Cómo arropar el descanso nocturno de los hijos en casa

¿Contar ovejitas antes de dormir? Hay pautas más eficaces para ayudar a que los niños caigan en los brazos de Morfeo. La psicóloga Beatriz Cabrera, las menciona:

1-Mantener una rutina del sueño con horarios regulares de como mínimo 8 horas de descanso nocturno.

2-Evitar cenas copiosas poco antes de dormir. Si el niño tiene hambre durante el tiempo que transcurre entre la cena y el momento puede tomar un tentempié ligero, como leche con galletas.

3-Evitar los productos con cafeína o tomar líquidos excesivamente a la hora de ir a dormir.

4-Usar la cama solo para dormir. Evitar otras actividades como ver la televisión o leer y estudiar.

5-Mantener el dormitorio acondicionado y confortable. Con oscuridad, sin ruido, bien ventilado y a una temperatura agradable.

6-Eliminar del cuarto luces innecesarias, como las de relojes o de adorno.

7-Minimizar las posibles interrupciones del sueño, como los ruidos externos.

8-Propiciar que los niños expresen sus preocupaciones, emociones y experiencias para evitar que se vayan a dormir con ellos y alteren su sueño.

9-Procurar que el niño realice una actividad relajante antes de dormir, como leer un cuento. Evitar ver la televisión o jugar con videojuegos en las últimas horas de la tarde y antes de ir a dormir.

10-Mantener los aparatos electrónicos fuera del dormitorio del niño. Entre ellos, los ordenadores, móviles o videojuegos.

11- Escribir un diario de actividades del día siguiente, cuando tenga el niño tenga edad para hacerlo, con el fin de restarle preocupación porque se le olvide algo. Es recomendable que lo haga, al menos tres horas antes de ir a dormir para que se olvide de las obligaciones del día siguiente.

12-En caso de que el insomnio persista, es recomendable realizar un buen diagnóstico para descartar trastornos del sueño.

https://elpais.com/elpais/2018/10/25/mamas_papas/1540468384_633352.html?rel=mas

El consumo persistente de marihuana durante la adolescencia produce un daño permanente en la inteligencia, la capacidad de atención y la memoria de las personas una vez que estas crecen. Esta es la principal conclusión de un estudio elaborado por investigadores del Instituto de Psiquiatría de King’s College de Londres, en colaboración con científicos de la Universidad de Duke en Estados Unidos y de Otago en Nueva Zelanda. El informe, que ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences ha revelado que los jóvenes que consumen marihuana al menos una vez a la semana desde los 13 años ven una disminución de hasta ocho puntos en su cociente intelectual a los 38 años.

El equipo de investigadores estudió a 1.037 personas en Dunedin, Nueva Zelanda, desde que nacieron, en 1972 ó 1973, hasta que cumplieron 38 años. A distintas edades se les realizaron entrevistas para conocer el nivel de consumo de drogas que mantenían. Cuando los individuos tenían 13 años y antes de que se iniciaran en el uso de la marihuana, se les sometió a pruebas de memoria, de razonamiento y de capacidad de reacción. Este mismo análisis se les volvió a practicar cuando cumplieron 38 años.

Una vez transcurrido el tiempo de estudio se concluyó que el 15% del grupo podía ser considerado consumidor habitual de marihuana, mientras que el 5% del grupo declaró fumar marihuana al menos una vez a la semana desde antes de los 18 años.

Después de comparar los resultados, la investigación arrojó que aquellos que iniciaron el consumo de la droga mientras eran adolescentes registraron un daño mucho mayor que quienes la empezaron a utilizar cuando ya eran adultos.

“El estudio demuestra que los adolescentes son particularmente vulnerables al consumo de la marihuana”, sostiene la doctora Madeline Meier, investigadora de la Universidad de Duke, quien participó en la investigación. “El cerebro se somete a importantes cambios durante la juventud, por ejemplo, se cree que algunos procesos de desarrollo ocurren precisamente a tales edades y son los que aumentan la eficiencia del cerebro. Los adolescentes que usan marihuana pueden ver afectado ese proceso de madurez cerebral”, asevera.

Meier ha explicado que si bien los 8 puntos de deterioro en el cociente intelectual (CI) pueden no parecer demasiado, la pérdida sí es significativa. «Pasar de un cociente intelectual de 100 a 92 supone retroceder del percentil 50 al 29», ha comentado. Según la doctora, los niveles de cocientes altos habitualmente están ligados a una mejor educación, a mejores ingresos, a una mejor salud y una vida más larga. «Alguien que ha perdido 8 puntos en su cociente intelectual durante la adolescencia va a estar en desventaja respecto de otras personas de su misma edad en el futuro», plantea.

La profesora Terrie Moffitt, quien estuvo a cargo de la investigación resume los resultados en una frase: “Tengo la seguridad suficiente como para decir que la marihuana es segura para los cerebros de más de 18 años y conlleva mucho riesgo para aquellos de menos de 18”. Moffitt ha destacado que el estudio ha sido realizado garantizando la absoluta confidencialidad de quienes han sido analizados, por lo que ella confía en la honestidad de las personas y en la información que han aportado a través del tiempo.

Quien también ha destacado los resultados de la investigación es el profesor Robin Murray, del Instituto de Psiquiatría de Kings College. Murray ha asegurado que si bien estudios anteriores habían planteado el daño que la marihuana produce en la vida cotidiana, esta investigación ha logrado dar una explicación al por qué se pierden esas capacidades, sobre todo cuando el consumo se inicia de forma precoz.

Las estampas habituales en los alrededores de un centro escolar son el trasiego de alumnos y los corrillos de jóvenes, pero otras veces existe también una realidad más oculta: la droga a la puerta del colegio. Un total de 222 puntos de venta de estupefacientes fueron desactivados a lo largo del año 2021 en las inmediaciones de las escuelas españolas, según los últimos datos disponibles al respecto del Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar en los centros educativos y sus entornos del Ministerio del Interior.

El centro escolar debería ser uno de los lugares más seguros para niños y jóvenes; sin embargo, el hecho de que se trapichee con droga no solo crea inseguridad entre el alumnado, sino que también ayuda a normalizar estas sustancias, con el consiguiente riesgo de crear adicciones a temprana edad. Según los últimos datos disponibles de la Encuesta Estudes sobre uso de drogas en enseñanza Secundaria en España, que realiza el Plan Nacional sobre Drogas de Ministerio de Sanidad, los estudiantes entre 14 y 18 años perciben que sería fácil conseguir droga. Concretamente, el 97,7% se refiere al alcohol; el 90,2%, al tabaco; el 44,2%, a la cocaína, y el 78,9%, al cannabis.

Los expertos recomiendan no esperar a que existan problemas para tratar de atajarlos, sino prevenirlos desde la infancia intensificando esfuerzos en la preadolescencia.

Prevención del consumo de drogas en adolescentes: consejos para padres y madres

“Ante ese tipo de escenas, que yo también he visto, los jóvenes muestran incredulidad. Sienten un golpe de realidad frente a la visión más infantil en la que, aparentemente, las drogas son algo ajeno a ellos y, de repente, ven que están ahí mismo”, afirma Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta Gestalt. “Se trata de lo que llamamos alta disponibilidad percibida, con lo que los jóvenes reciben el mensaje de que hay tolerancia con las drogas y son accesibles, lo que se convierte en un factor de riesgo para motivarles a consumirlas”, añade Miguel Ángel Rodríguez, subdirector de Programas de la Fundación de Ayuda contra la Drogradicción, Fad Juventud. Las asignaturas pendientes sobre el consumo de drogas entre jóvenes pasan por fomentar programas de prevención en las aulas. “También hay que de invertir en la persecución de la venta, tráfico de drogas y en los tratamientos de personas que tienen ya la adicción”, aclara Rodríguez.

Los menores deberían de estar especialmente protegidos frente a la presencia de sustancias en la puerta de las escuelas. “El entorno educativo debe ser protector y libre de cualquier amenaza que pueda suponer un peligro para los alumnos”, asegura Abraham Bedmar, policía y jefe de equipo del Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar en los centros educativos y sus entornos de la Unidad Central de Participación Ciudadana. Bedmar destaca la relevancia de la educación como herramienta para prevenir y erradicar el consumo de drogas entre los estudiantes: “Es importante hacer énfasis en que no imiten el comportamiento de otros por simple presión de grupo y vigilar los entornos de los centros escolares, poniendo atención en la detección de posibles puntos de tráfico minorista para su desarticulación”.

Cuando los padres ignoran que la droga está en el colegio

Los progenitores pueden desconocer este tipo de situaciones en las que sus hijos tienen acceso a las drogas a las puertas de su centro escolar. “Lo que suele suceder es que se normaliza la situación y los jóvenes no se lo cuentan a sus padres, lo que genera un sentimiento engañoso de que no hay tanto riesgo y facilita, al menos, probarlas”, incide Suárez. La influencia de la presión del grupo con respecto al consumo de estupefacientes es otra cuestión a tener en cuenta: “Si lo hace todo el mundo por qué no yo, al igual que sucede con el alcohol, con el que no nos escandalizamos tanto y es accesible para ellos”. Efectivamente, ciertas drogas tienen más permisividad social que otras entre los jóvenes. “Es el caso del alcohol. Lo ideal sería la tolerancia cero con las drogas y predicar con el ejemplo”, asegura Rodríguez.

“Solo con ver el trapicheo, el niño está recibiendo un estímulo negativo. La ignorancia sobre el tema lleva, en muchas ocasiones, a la curiosidad y esta, a su vez, a probar”, añade el escritor Adolfo Marchena. “Mi adicción se produjo por varios motivos como la curiosidad”, prosigue, “el desconocimiento y los problemas personales. Por eso es preciso adelantarse y educar a los jóvenes sin ocultar la realidad, ya que la problemática existe porque se trata de un negocio lucrativo”.

A los progenitores, explica Suárez, les preocupa que sus hijos puedan normalizar la presencia y consumo de drogas en las inmediaciones de su centro escolar. “Les inquieta el hecho de que puedan comprarlas fácilmente e iniciar una adicción, que les genere alteraciones sociales, conductuales, así como una disminución de su rendimiento escolar, absentismo o abandono de los estudios”, advierte Bedmar. Este policía explica también cómo afecta a los colegios la presencia de estupefacientes en su entorno: “La instalación de un punto de venta de droga acarrea consecuencias negativas, como suciedad, agresiones o acoso, lo que se traduce en un descenso de la seguridad tanto objetiva como subjetiva y una mala imagen del centro escolar”.

El planteamiento de los adultos de cara a los jóvenes con respecto a las drogas suele ser moralista. “Lo vemos de una manera censora y no damos una visión real de que las sustancias están ahí y toda la vida se han usado”, incide Suárez. Para esta psicóloga, un enfoque más realista protegería más a niños y adolescentes que el simple hecho de demonizar y mirar para otro lado: “Cuando en realidad la tienen al lado”.

Fuente: El País.

En breve, las distintas comunidades autónomas comenzarán el próximo curso 2023-2024. Muchos niños entrarán por primera vez en el sistema educativo con tres o seis años, otros abandonarán el colegio para incorporarse al instituto y otros cambiarán sus centros actuales por otros. En cualquiera de los casos, elegir el centro educativo para los hijos supone no solo una prioridad en la familia, sino también una enorme responsabilidad que trae de cabeza a muchos padres, sobre todo cuando el niño va a ser escolarizado por primera vez. La mayor preocupación de los padres o tutores es acertar en una elección que puede marcar el futuro tanto académico como personal de los más jóvenes de la casa. No existen fórmulas mágicas, ni únicas. Se trata de una decisión que se caracteriza por ser totalmente personal.

Entre las preguntas que se hacen los padres para decidir la elección del centro educativo se encuentran algunas como: ¿Cuál será el mejor colegio? ¿Uno bilingüe? ¿El que esté más cerca de casa? ¿El que tenga menos alumnos por clase? O bien, ¿el que disponga de las mejores instalaciones?

Enrique Castillejo, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de pedagogos y psicopedagogos de España, señala que la decisión de qué centro será el elegido para nuestros hijos, no es una cuestión baladí ni banal, y debe centrarse en lo que verdaderamente deben importarnos, los hijos. Castillejo manifiesta que “es importante conocer el ideario del centro y que esté en consonancia con nuestras creencias y/o deseos. Si entra en contradicción, es mejor dejarlo; tarde o temprano será una fuente de conflicto”. Asimismo, Castillejo destaca, entre otras prioridades a tener en cuenta, el proyecto educativo que desarrolla el centro, “ya que nos informará sobre los objetivos que se persigue y que nuestro hijo deberá conseguir, recordando siempre que debe ser de interés para el alumno, no para los padres”.

Mikel Egibar, responsable de Educación de Educo, afirma que tal y como señala el pensador y psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, “la mejor escuela es la escuela de tu barrio, e indudablemente este es un criterio a tener en cuenta”. Según Egibar, “una escuela cercana permitirá a nuestras hijas e hijos que tengan más tiempo para descansar, para seguir jugando y relacionándose con sus amigas y amigos, que puedan pasar más tiempo con sus familias, y ofrecerá a estas mayores oportunidades de participación en la escuela”. Además, indica que “la posibilidad de que las familias participen y formen parte de las decisiones escolares es un elemento importante a tener en cuenta”.

Para Educo es importante que la escuela esté hecha a medida de la infancia y no al revés. Egibar comenta que este criterio “se centra en una escuela que sueña y se proyecta hacia el futuro pero que está, a su vez, profundamente anclada en el presente y en la vida; significa que es un escuela que da la bienvenida y acoge con respeto y cariño a nuestras hijas e hijos; que busca su desarrollo integral; caracterizada por el buen trato y donde el conflicto se entiende como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje”. En definitiva, finaliza Egibar, “una escuela que reconozca y confíe en las capacidades de los niños y niños y potencie su autonomía y la cooperación entre aprendientes. Una escuela que rescate el valor de las diferencias y se construye desde la diversidad”.

Desde la Fundación Trilema, su presidenta Carmen Pellicer subraya que la escuela debe combinar la calidez y la calidad de las relaciones humanas –que es lo que más educa– con un proyecto educativo que sea valioso. El nivel académico que tenga es un factor, pero no es el más importante. En su opinión, “lo esencial es que el entorno afectivo y emocional en el que el niño se desenvuelva tenga una calidad humana excepcional; que los docentes tengan una buena preparación profesional, pero que el ambiente sea amable para que los niños sean felices en ese entorno”. Pellicer reitera que los padres deben elegir una escuela abierta a la familia para que pueda participar del aprendizaje y comparta con los docentes muchas de las iniciativas. Y hace hincapié en que “debe ser una escuela con un compromiso activo con la innovación y que permita el desarrollo de estrategias que fomenten el pensamiento crítico y creativo, así como una educación en valores potente y abierta, también, a la localidad”.

Por último, Carlos Fernández, presidente de la Asociación de Profesores de Madrid EDUCALIDAD, considera que el elemento que marca la diferencia y que resulta ser el pilar de la educación es el profesor. “Es importante averiguar cómo actúan los profesores del centro en las múltiples facetas del educador: capacidad de comunicación y motivación, adaptación al alumno, evaluación del rendimiento, etc. La actitud del profesor depende del equipo directivo, por lo que también es fundamental conocer su línea de trabajo, especialmente en gestión de recursos, aplicación de las normas y comunicación con los padres”, resalta Fernández.

http://elpais.com/elpais/2017/04/10/mamas_papas/1491807289_623882.html

Con cada inicio de curso escolar se reabren viejos debates entre posiciones aparentemente irreconciliables. Está el de los deberes sí o no, el de uniformes sí o no y también, entre otros, el que se centra en la jornada escolar: ¿continua o partida? Hasta hace no tanto, en España primaba la jornada partida. Hoy, como afirma Antonio Tinajas, la balanza está igualada. Según el catedrático de enseñanza secundaria y autor del artículo ¿Jornada escolar continua o jornada escolar partida?, publicado en la Revista Iberoamericana de Educación, “en general, son más las comunidades en las que las escuelas públicas siguen una jornada continua, aunque la población escolar total afectada por un tipo u otro de jornada es muy similar”.

Cabe recordar que las competencias en Educación están hoy cedidas a las Comunidades Autónomas y que son estas las que legislan sobre las características de la jornada escolar y sobre las condiciones en que es posible el cambio de la jornada partida a la continua. En la práctica, siguiendo esas condiciones, es cada colegio, a petición del Consejo Escolar y con la votación favorable del censo del centro, el que decide el paso de una jornada a otra.

Y aquí radica el primer punto de fricción. Para Leticia Cardenal Salazar, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), esta es una decisión que “no debería dejarse a la autonomía del centro, como no se dejan otras cuestiones relevantes, como es la elaboración del currículo de las asignaturas, por ejemplo o el calendario escolar”. Una posición totalmente opuesta a la que defienden desde el sindicato de la enseñanza pública ANPE, para el que la elección del tipo de jornada del centro educativo “debe corresponder a la autonomía de los centros” a través de un proceso “transparente, participativo y con garantías democráticas”. En ese sentido, desde el sindicato del profesorado recuerdan que el Consejo Escolar del Estado ya se pronunció hace años sobre la jornada continuada, “reconociendo el derecho de las comunidades educativas a establecer el tipo de jornada escolar”.

Quién quiere qué

Sea como sea, lo cierto, como la propia Leticia Cardenal reconoce, es que “se está generalizando que sean las comunidades educativas de los centros quienes decidan sobre el tipo de jornada que quieren”, de forma que se han ido incrementando el número de centros que se han acogido a la jornada continua. Un dato que sorprende, cuando desde la principal agrupación de asociaciones de Padres y Madres se muestran reacios al cambio. Según su presidenta, la explicación podría deberse en parte a que los debates sobre el particular “no se realizan en condiciones de igualdad entre familias y profesorado y el profesorado habla de pedagogía cuando lo que hay detrás es un interés de mejora en sus condiciones laborales”.

También señala al profesorado Antonio Tinajas, que señala a la gran diversidad de situaciones particulares que se dan entre las familias de un colegio, una coyuntura que en su opinión aprovecha el equipo directivo y el profesorado, que “tiende a abusar de la autoridad pedagógica que les atribuyen las familias”. Para Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, por su parte, solo existirían dos “grupos de madres” que se inclinan espontáneamente por la jornada intensiva: “las que no tienen ni buscan empleo o tienen uno a tiempo parcial que combina mejor con ella; y las de clase media acomodada y culta que, habiendo optado por la escuela pública, creen que a sus hijos les sobran horas y que podrían emplearlos mejor en otras actividades fuera de las aulas”. El resto, según Enguita, que conformarían la gran mayoría de madres y padres de alumnos, suelen ser sometidos en opinión del catedrático “a una desinformación sistemática y, a menudo, una presión poco escrupulosa desde el profesorado, que no para hasta que se convierten o se rinden”.

¿Tanta fuerza tiene el profesorado entre los padres y madres para que en abril de este año, sin ir más lejos, 215 de los 325 centros educativos de la Comunidad Valenciana que celebraron consultas sobre la organización horaria, votasen a favor de la jornada continua? Al contrario de lo que mucha gente piensa el cambio horario es una reivindicación mayoritariamente de las familias, de hecho, se da el caso de muchos claustros que no apoyan el cambio y ni siquiera se puede llegar a las votaciones de las familias. En el caso de mi centro y en muchísimos más, somos las familias las que hemos instado al centro para que inicien el proceso”, explica Asun Bañón, presidenta de la Asociación Plataforma A Favor de la Jornada Continua por la Libre Elección en la Comunidad Valenciana, una de las asociaciones más activas y reivindicativas en España.

El profesorado también se defiende de las acusaciones de buscar en última instancia una mejora de sus condiciones laborales. Desde ANPE recuerdan que “no se trata de una reducción de la jornada escolar del alumno ni del profesor, sino de una redistribución de la misma” (esta sigue siendo de 25 horas a la semana); y que en todo caso, la compactación de la jornada tiene otro tipo de beneficios para la función docente, que se ejerce “de forma más racional, fomentando una mayor interrelación personal y profesional del profesorado, facilitando la preparación de las clases, mejorando la programación docente y permitiendo el perfeccionamiento profesional de los docentes mediante una mayor posibilidad de acceso a cursos de formación”.

Argumentos a favor y en contra

Para Asun Bañón, la jornada continua también permite poder aprovechar mejor las horas libres de los niños: “Algo tan sencillo como que los niños puedan irse a una actividad (deporte, música, idiomas, cumpleaños) con los deberes hechos o la lección repasada, y no tener que retrasar esto hasta última hora de la tarde cuando los niños están demasiado cansados”. También destaca de ella su “flexibilidad”, lo que permite adaptarla a las necesidades de cada familia (“Las familias tienen diariamente tres opciones para la salida de los niños del cole, a las 14:00, a las 15:30 o a las 17:00 horas”); y la “reducción del absentismo, especialmente en el caso de los niños más pequeños, que se duermen después de comer”, que se produce al tener que ir solo una vez al centro escolar.

Al desarrollo de las actividades extraescolares gracias a la implantación de la jornada continua también aluden desde ANPE, desde donde afirman que “todo los países modernos han comprendido el alcance de las actividades extraescolares como forma nueva, sugestiva y original de prolongar y entender el aprendizaje fuera del ámbito escolar”. Unas extraescolares que deberían ser en todo caso gratuitas, para no caer en la discriminación del alumnado en función de sus posibilidades económicas.

A esa discriminación aluden precisamente desde CEAPA. Recuerda Leticia Cardenal que la escuela es “un espacio de formación integral para todo el alumnado, donde se forman todos sin diferencias de ningún tipo y donde, además se compensan las desigualdades sociales”. Una formación que debería ser entendida en un sentido amplio, más allá de la transmisión de conocimientos o del tiempo exclusivamente curricular; “la escuela es un referente de convivencia, socialización y participación. Por eso, cuanto menos tiempo sea común a todo el alumnado en la escuela, mayores serán las diferencias, ya que estas crecen en las familias porque somos las familias las que marcamos esas diferencias”.

Según Fernández Enguita, por su parte, la intensificación horaria “perjudica especialmente a los alumnos que ya tienen problemas con la escuela, que son muchos”. En ese sentido, aboga por ir hacia horarios flexibles, “con un núcleo central para todos y flexibilidad en las horas de entrada y salida”. En todo caso, en la coyuntura actual considera preferible la jornada partida, “ya que lo que pueden perder con ella algunos (salir antes de una escuela que les aburre y tener tiempo para actividades que les interesan más) me parece menos grave que lo que pueden perder sin ella otros al no poder seguir el ritmo y verse empujados al rechazo o al fracaso escolares”.

¿Existe una alternativa mejor?

Coinciden todas las fuentes consultadas en que no hay ningún estudio de carácter científico que avale que una alternativa es mejor que la otra; o que una de ellas conlleve mejoras significativas en la calidad de la enseñanza. “Ni los hay ni creemos que los haya, porque las mejoras que se pueden producir en la escuela obedecen a múltiples factores y no a uno exclusivamente. Por lo tanto, no podemos decir que un modelo sea mejor”, afirma la presidenta de CEAPA, que no obstante recuerda que ningún argumento de los que se esgrimen para pasar de jornada partida a jornada continua “son objetivables” y que tampoco han demostrado las mejoras con las que, en su día, se convenció a la comunidad educativa: “Podremos hablar del nivel de satisfacción de profesorado o de familias, pero poco más”.

Su opinión la comparte en parte Mariano Fernández Enguita, que aunque reconoce que los horarios escolares en España “no han tenido todavía el estudio sistemático que merecen”, afirma que hay ya “unas docenas de estudios aquí, y muchos más fuera” cuyas conclusiones se distribuyen “entre pocos y muchos, pequeños o grandes, efectos negativos” de la jornada continua. “No existe un solo estudio, ni uno solo, que sustente los beneficios académicos de la jornada continua. He documentado esto en un libro y varios artículos y vídeos”, concluye.

Antonio Tinajas, por su parte, hace referencia a la cronopsicología, una ciencia que intenta comprender qué factores influyen en el mantenimiento sostenido de la atención por parte de los escolares a lo largo de la jornada. “Sabemos que la atención depende de numerosas variables: la edad y la personalidad del individuo, la naturaleza de la tarea a realizar (perceptivo motriz o mental), si se trata de tareas individuales o en grupo, los procesos mentales puestos en juego, la motivación, pero existe un consenso según el cual, en los últimos años de primaria y en la ESO, la atención es baja a primera hora de la jornada y crece hasta alcanzar su máximo entorno a media mañana (la hora del patio). A partir de aquí, desciende a medida que avanza la mañana y decae bruscamente tras la comida. Durante la tarde, vuelve a incrementarse la atención hasta volver a alcanzar otro máximo a media tarde”, argumenta. Una evolución de la atención que, en apariencia, coincide mejor con el horario partido.

“Tal vez pueda influir algo el horario en el rendimiento académico”, conceden desde la Asociación Plataforma A Favor de la Jornada Continua por la Libre Elección en la Comunidad Valenciana, pero en todo caso consideran que esa influencia “sería meramente anecdótica” en comparación con las soluciones que la jornada continua facilita para la adaptación a los horarios “de una sociedad en constante cambio”. Una opinión que también refrendó el estudio A las tres en casa: el impacto social y educativo de la jornada escolar continua, dirigido por Elena Sintes. En él, la doctora en Sociología, en referencia al argumento, utilizado también por la corriente projornada continua de que esta mejoraba el rendimiento académico, concluía que “la causa que marca la mejora de los resultados académicos y escolares de los alumnos, se encuentra en la calidad del proyecto educativo del centro, no en su horario lectivo”. Por tanto, y dado que el horario “no supone una variable fundamental para la obtención de un mejor rendimiento académico”, consideraba “perversa” la asociación entre ambas variables.

https://elpais.com/elpais/2017/09/17/mamas_papas/1505641549_019224.html