La oxitocina es una hormona que ayuda a regular el estrés, conocida popularmente por liberarse de forma masiva durante el parto y posteriormente. Su objetivo es aumentar la disposición de la madre a cuidar de sus hijos tras el nacimiento y estimular la producción de leche materna. También puede identificarse junto a la serotonina en los cerebros de los enamorados.

Se ha observado que su presencia y procesos asociados nos hace más solidarios y generosos con los demás, actuando como lo que Paul Zak denomina “pegamento social”. Zak es el Director del Centro de Estudios Neuroeconómicos de la Universidad de Claremont (California), biólogo y principal responsable de numerosos estudios que ponen de manifiesto el papel que juega la oxitocina en las relaciones humanas, y no-humanas

Experimentos desarrollados con humanos, ponen de manifiesto que las personas a las que se administra oxitocina en una concentración determinada, donan casi un 50% más de dinero a obras de caridad que las personas a las que no se les administra. Zak y sus colaboradores han realizado incluso estudios a partir de la extracción de muestras de sangre a los novios y sus familiares, antes y después de una ceremonia de boda. Los mayores aumentos de oxitocina en sangre se han encontrado en las novias y las madres de las novias.

Pues bien, las conclusiones obtenidas por los investigadores han puesto de manifiesto una realidad que a algunos aun sorprenderá: las relaciones que se establecen en internet son procesadas por el cerebro de la misma manera que las relaciones fuera de internet, y se produce del mismo modo la liberación de oxitocina que desencadena las emociones que nos hacen sentirnos más cercanos, solidarios y “conectados” con los demás. Los mensajes que leemos online desencadenan los mismos procesos químicos que los mensajes que recibimos por cualquier otro medio y canal.

Paul Zak realizó para el Servicio de Radiodifusión de Corea (KBS), un estudio obteniendo muestras de sangre de individuos antes de participar en sus redes sociales online, y quince minutos después de estar tecleando frente a su ordenador. Pudo confirmar que en todos los casos se había producido un aumento de los niveles de oxitocina en sangre, y que la magnitud de ésta  correlacionaba con el grado de conexión. En uno de los casos, en los que un joven estaba dejando un mensaje en el perfil de su novia en Facebook, se llegó a medir un espectacular aumento del 150% de su nivel de oxitocina en sangre.

Una vez más llegamos a la misma conclusión que en artículos anteriores: las relaciones en internet, las emociones y los sentimientos que se desatan, no son “recreaciones digitales” de las relaciones humanas. Son reales y “medibles”. Todo se produce en nuestro cerebro y en nuestro organismo, independientemente de que se desate a partir de una carta en papel, un mensaje en una red social, o como consecuencia de una conversación telefónica o presencial. Las relaciones que establecen o mantienen los niños y adolescentes en internet se producen en un entorno digital, pero ni ellos, ni sus pensamientos, emociones o sentimientos son digitales.

Por kidsandteensonline

(1) Paul J. Zak. “The Moral Molecule: The Source of Love and Prosperity”. Hardcover.

El amor romántico con altas dosis de sufrimiento está cada vez más de moda entre los adolescentes. En esta época de desarrollo y extrema vulnerabilidad, el papel de las redes sociales y las nuevas tecnologías está modelando una forma de entender y de ser en el mundo entre los más jóvenes que en gran medida se escapa de la esfera escolar y familiar.

   Según explica a Infosalus Nora Rodríguez, pedagoga y autora de ‘El nuevo ideal del amor en adolescentes digitales’ (Desclée De Brouwer, 2015), los más jóvenes deben aprender a socializarse en dos mundos muy distintos, el real y el virtual, pero en el segundo, al haber menos contacto físico y más emocionalidad, acaban siendo muy permeables a los estereotipos, lo que les lleva a los extremos.

   La autora cuenta que en la actual sociedad digital existen nuevas formas de entender el amor, que se han integrado a la mercadotecnia, como un producto.Son creencias que comparten muy rápido a través de las redes sociales, se asocian a conseguir experiencias intensas y que les proporcionan un gran placer.

   “Es la búsqueda del impacto rápido, un gran baño de dopamina para el cerebro, se valen de actitudes muy estereotipadas en relaciones breves, explosivas y pasionales”, explica Nora Rodríguez, directora del programa ‘Happy Schools, Neurociencias y educación para la Paz’.

   La pedagoga defiende que hacia los 9 años es posible ya educar en la afectividad a través de estrategias y el desarrollo de fortalezas para que los más pequeños puedan conseguir estar motivados y sentirse bien de forma mantenida y no brusca e intermitente, lo que a largo plazo ocasiona frustración. De lo contrario, en la pubertad y en la adolescencia, la idealización romántica, la exposición a la intimidad ante los extraños a través de las redes sociales y el contagio emocional seguirán siendo lo más buscado en las redes sociales.

   “Con la dopamina que se libera en estas situaciones sociales se consigue un placer rápido para el cerebro, una estimulación intensa que lleva a la dependencia POR estas relaciones breves y placenteras”, apunta la autora. Cuando ya los niños alcanzan los 12 años pueden entender que el amor es unir pasión con intimidad más reflexión.

   “El amor es un estado de fascinación, tenemos que hacer que recuerden cuándo se sintieron fascinados, explicarles que eso es el enamoramiento, una fascinación que empieza y termina”, añade.

EDUCAR EN FORTALEZAS Y ESTRATEGIAS

   Para Rodríguez educar en la afectividad es absolutamente necesario ya que nos hemos olvidado de hacerlo y en la actualidad cuenta más el currículo académico que los afectos.

   “Educar en las emociones y cómo progresan se ha dejado de lado, hay que explicarles qué pasa desde que la emoción les inquieta, cómo se transforma en sensaciones corporales como el calor y cómo la conducta es una reacción ante la emoción por lo que hay que enseñarles a reflexionar”, adelanta.

   Además, la autora afirma que educar en la afectividad supone un medio de prevención de la violencia de género. Cuanto más estereotipos y más relaciones rápidas se establecen más conexiones entre la posesión, los celos y la violencia se desarrollan y el amor idealizado se convierte en una droga que hace sentir a los adolescentes que no se pueden privar de ello.

   “Desde que los niños tienen 5 años se puede enseñar a gestionar las emociones y no esperar al traspiés de la afectividad que llega mal y tarde y se confunde con la educación a la sexualidad”, comenta Rodríguez, para quien es básico ayudar a los más pequeños a tener conexiones positivas con los demás.

   Hay que educar desde muy temprana edad en la sexualidad y la afectividad. Entre los 12 y los 17 años se produce un gran cambio físico y antes se deben empezar a trabajar las fortalezas emocionales entre los más pequeños.

   Las estrategias que se pueden utilizar para educar en la afectividad son, según la autora, la construcción de una idea personal del amor basada más en la fascinación que en los estereotipos hombre/mujer; que aprendan a conocer los sentimientos y emociones que emanan de sus actividades cotidianas para saber leer en su interioridad y estar más atentos a sus percepciones; enseñarles a proyectarse en el futuro para que imaginen cómo se ven en él, lo que incluye la relación de pareja.

http://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-san-valentin-adolescentes-digitales-evitar-amor-virtual-20160212070235.html?platform=hootsuite

“Damos la apariencia de que usamos más el móvil, y puede ser, pero también hay adultos que lo utilizan mucho”, declara Eva, una joven de 15 años que asegura saber gestionar bien el tiempo que dedica a las redes sociales cada día. Cree que el hecho de que las plataformas como TikTok e Instagram estén desarrollando herramientas para evitar el uso excesivo de sus aplicaciones y que estén orientadas precisamente a los adolescentes se debe a la imagen que se tiene de su grupo social. Como ella, Javier González (18 años) y María (16) defienden su decisión de no activar los recordatorios de descanso y los límites temporales que estas empresas han incorporado en los últimos meses: “Yo lo controlo bien”, asegura María.

Límites temporales y cuentas privadas: guía para que los menores naveguen más seguros en las redes

Los límites temporales no resultan demasiado novedosos. Antes de que estas redes decidieran incorporarlos, los propios teléfonos inteligentes y algunas aplicaciones de control parental ya los ofrecían. De hecho, esos son más restrictivos que los de Instagram y TikTok, pues, pasado el tiempo de uso preestablecido, el usuario no puede volver a acceder a esas aplicaciones hasta el día siguiente (aunque siempre hay una forma de desactivarlos). Los que han desarrollado las redes sociales son de carácter disuasorio: advierten al usuario que ya se ha pasado el tiempo marcado como límite (15 minutos, 20 o una hora, por ejemplo), pero, si cierra el aviso, puede seguir navegando todo lo que quiera.

En cuanto a los recordatorios de descanso, puede que sea una de las herramientas más llamativas del último año. La decisión de incorporarlos ha estado motivada por el ruido creciente sobre el tiempo que dedican los jóvenes a las redes y, probablemente, sobre todo por los polémicos informes en los que Meta reconocía que su plataforma Instagram era perjudicial para las adolescentes. El revuelo social ha obligado a las grandes tecnológicas a asumir ciertas responsabilidades.

La primera plataforma en incorporar esos avisos fue, de hecho, Instagram, que el pasado marzo comenzó a ofrecer a sus usuarios la posibilidad de programar recordatorios de descanso que saltan cada 10, 20 o 30 minutos. Los mensajes emergentes le recomiendan en ese momento que haga respiraciones, escriba lo que está pensando, escuche música o haga alguna tarea pendiente; consejos que parecen dirigidos a aquellos con problemas adictivos con la aplicación. Sin embargo, según Enrique Echeburúa, catedrático emérito de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco, “puede que eso sea útil para la mayor parte de las personas, pero para quienes hacen un uso abusivo y no tienen capacidad de autocontrol probablemente son estrategias muy débiles y necesitan otras medidas, como apoyo psicológico, ayuda de los padres… medidas directivas más que meros recordatorios”.

Javier González coincide: “Yosé que me puedo controlar, pero a lo mejor sí ayuda a quienes no pueden o les cuesta. Puede que haya gente que pase de esos avisos y siga en la aplicación, pero quizá a algunos les ayuda a darse cuenta y a controlar el uso”. Echeburúa señala que “son muchos los adolescentes que utilizan redes sociales y no presentan realmente un problema de abuso ni de adicción”. Según un informe de 2022 del Ministerio de Sanidad, en torno al 20% de los adolescentes presenta un riesgo de adicción a las pantallas, sobre todo entre los 14 y los 16 años. Sin embargo, ese riesgo no significa que hayan sido (o vayan a ser) diagnosticados como adictos. “No hay que abusar de los términos que se utilizan. No necesariamente son adictos, ese es el punto extremo”, insiste el psicólogo.

Informe Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad. Ministerio de Sanidad.
Informe Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad. Ministerio de Sanidad.

“Los recordatorios pueden avisarte cuando no haces otra cosa más que estar en esa red y te pueden concienciar sin que tengan que estar tus padres pendientes. Puedes concienciarte tú para usarlas con moderación”, reflexiona Javier, que considera: “Aunque las empresas conocen métodos bastante buenos para persuadir a la gente, creo que es uno mismo el que debe controlarse. Cuando eres muy joven, los padres están bastante pendientes, pero para que sea más sano tiene que ser uno mismo el que se dé cuenta y les haga frente (a las estrategias de las plataformas)”.

Javier González de Paz mira TikTok en una terraza de Madrid el pasado junio.
Javier González de Paz mira TikTok en una terraza de Madrid el pasado junio.AITOR SOL

Para Eva, Tiktok es “muchísimo más adictiva” que otras redes. “Utilizo Instagram para hablar y para ver las historias, pero TikTok te entretiene más y te pone lo que a ti te interesa”, reconoce. Esta plataforma siguió la senda de Instagram y empezó a ofrecer herramientas de límites temporales y descansos el pasado mes de junio. “Tener una relación positiva con los dispositivos digitales y las aplicaciones no consiste solo en medir el tiempo de pantalla, sino también en sentir que tenemos el control de cómo usamos la tecnología y asegurarnos de que el tiempo que pasamos en línea contribuye positivamente a nuestra sensación de bienestar”, afirmó Jordan Furlong, jefe de producto (Bienestar Digital) en TikTok, en el blog de la compañía, y añadió: “Apoyar el bienestar de los jóvenes es un reto para toda la industria, y esperamos que otros también se beneficien de la publicación de estos resultados. Estamos orgullosos de los cambios que anunciamos”.

Además de los recordatorios y los límites, Eva cuenta que, de cuando en cuando, mientras navega por la aplicación, le aparece algún vídeo aleatorio de la plataforma animándola a tomarse un descanso y a activar esas herramientas. Se trata de una de las estrategias de la compañía para “apoyar el bienestar digital de la comunidad”. Además de las funcionalidades ya explicadas, TikTok cuenta con un panel para revisar el tiempo invertido en su app, donde los usuarios pueden ver incluso el número de veces que abrieron la aplicación, un desglose del uso diurno y nocturno y las llamadas “sugerencias semanales sobre bienestar digital”. “Cuando un usuario de entre 13 y 17 años utilice la aplicación durante más de 100 minutos en un solo día, TikTok le enviará un aviso recordando la herramienta de límite de tiempo de pantalla la próxima vez que abra la aplicación”, explica la empresa.

Así pueden programar los usuarios sus recordatorios de descanso.
Así pueden programar los usuarios sus recordatorios de descanso.

Por su parte, Instagram planea incorporar los “codazos”, que animan a los adolescentes a mirar otro tipo de contenido cuando han consultado de manera continuada algo concreto. La intención de esta funcionalidad, que se está probando en Reino Unido e Irlanda, es animarlos a descubrir cosas nuevas, excluyendo lo que pueda estar relacionado con las comparaciones de la apariencia física.

A pesar de que, de forma habitual, los tres jóvenes consultados no hacen uso de estas herramientas, María sí utiliza una opción de bienestar digital de su teléfono en épocas de exámenes. Eva simplemente se autoimpone el hábito de no mirar el móvil durante cierto tiempo mientras estudia y se permite cogerlo durante cinco minutos en el descanso, algo similar a lo que hace Javier.

Aunque ellos se consideran responsables y maduros a la hora de hacer uso de las redes sociales, saben que las costumbres de otros chavales difieren bastante: “En clase de Matemáticas hicimos una encuesta y salían 10 horas o así de media al día con el móvil”, comenta María. “Un amigo mío revisó un día cuánto tiempo llevaba con el móvil y lo había usado 22 horas de las 24”, añade Javier. Para él, este asunto depende “del tipo de persona que seas”. “Querría ver cómo evoluciona esto en el futuro, cómo va a afectar a los niños que tienen redes desde los nueve o 10 años”, apunta.

Los tres reconocen que, en ocasiones, al revisar el tiempo diario o semanal que han dedicado a las redes o al móvil en general, se sorprenden, pero tampoco les supondría un problema pasar un día sin poder revisar esas aplicaciones. “En vacaciones a lo mejor paso más tiempo del habitual, como viendo series, pero, cuando llevo mucho rato, paro. La mayoría sabe gestionar el tiempo, aunque hay otros que no saben cómo parar o no se dan cuenta del tiempo hasta que han pasado cinco horas”, comenta Eva.

Enrique Echeburúa explica que la capacidad de autocontrol es mayor en “las personas que están más equilibradas psicológicamente, más estables, que tienen una red de amigos en su vida social, que tienen aficiones de otra índole (como el deporte). En esos casos, probablemente integran las redes sociales dentro de un abanico de ocio y relaciones equilibrado”. Según añade, una persona de 15 años tiene una mayor capacidad de autocontrol que otra de 11 años, pero, si además tiene amigos, aficiones, etc., integrará ese uso y el riesgo será menor.

Tanto Instagram como TikTok tienen información sobre cada funcionalidad a disposición de los jóvenes y de sus padres en sus centros de ayuda online.

Fuente: El País

Era 2017. La familia Donaire Arcas-Sariot se encontraba en un periodo de dificultad porque el padre, Miguel Ángel, tenía problemas de salud. Tanto él como la madre, María José, le pidieron a sus hijos que se portaran especialmente bien por la situación familiar. “Pero un día mi hijo Miguel volvió del colegio y se había arrancado el pellejo. Le preguntamos qué había pasado y nos contó que se aburría en clase y que no había dicho nada para no molestar”, explica a EL ESPAÑOL la madre del menor.

Este niño, que entonces tenía nueve años, se trataba de Miguel Ángel Donaire (Granada2008) y no estaba motivado dentro del aula. Le identificaron superdotación a raíz de estudiar su caso. Sus daños en la piel habían provocado la preocupación de sus padres y profesores, que decidieron evaluarlo. Hoy, casi ocho años después, Miguel tiene 15 años y ha sido admitido el pasado 9 de enero en la Universidad de Oxford para estudiar el Doble Grado de Matemáticas e Ingeniería Informática. Una hazaña al alcance de muy pocas personas. Y, menos aún, siendo menores de edad.

Pero el joven superdotado granadino lo ha conseguido tras obtener un resultado extraordinario. Ha tenido 96 respuestas correctas –de 100 preguntas– en las pruebas de acceso a las que le ha sometido la prestigiosa universidad británica. “Primero tuve que ir a Madrid en octubre a hacer la prueba de Oxford. Al superarla, varios profesores me hicieron hasta cuatro entrevistas en las que me ponían todo tipo de ejercicios, problemas y retos mentales que debía superar”, explica Miguel en conversación con este diario.

La historia de Miguel Donaire, el superdotado de 15 años admitido en Oxford

Miguel lo consiguió. Los profesores universitarios de Oxford le pusieron entre la espada y la pared durante esas cuatro sesiones, pero la prodigiosa mente de Miguel logró contestar 96 preguntas de manera correcta, de 100. Poco más de un mes después, llegó el resultado: Miguel Donaire, de 15 años, había sido admitido en la universidad.

Jacob Elordi admite que sus personajes ‘se mezclaron’ en su cabeza

“Aun así, hay una salvedad. Me han dicho que tengo que acabar Bachillerato con una media de 9, mínimo, aunque yo creo que es fácil sacar un 9 en Bachillerato”, opina, esperanzado, el brillante alumno del Colegio La Presentación de Granada. “Creemos que lo conseguirá, porque la universidad pide media de sobresaliente desde segundo de la E.S.O. y de momento Miguel lo ha conseguido”, añade con orgullo su madre.

Patio de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford en una imagen de archivo.

Patio de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford en una imagen de archivo. Andy Rain Efe

[La hazaña de Bruno, el genio de Murcia que logra 42.000 € para ir a Oxford gracias a una fundación]

De 2º de E.S.O. a 1º de Bachillerato

Lo cierto es que Miguel Donaire no sólo ha brillado ahora ganándose el mérito de acceder a la Universidad de Oxford, sino que lleva años sorprendiendo a los que le rodean. Pese haber sido identificado como superdotado “con un alto coeficiente intelectual”, María José Arcas-Sariot (Granada1974), su madre, explica que ella y su marido prefirieron que continuase en su curso “para que tuviera una infancia tranquila y feliz”.

“Pero hace dos años falleció mi padre, cosa que le marcó mucho a Miguel. Me dijo que quería saltar de curso porque le daba miedo morir sin hacer nada y perdiendo su tiempo”, recuerda la madre. Fue cuando ella y su marido, Miguel Ángel Donaire (Madrid1976), escucharon la petición de su hijo y hablaron con el colegio y la Junta de Andalucía. Tras el debido proceso se acordó que Miguel pasara de segundo de la E.S.O. a primero de Bachillerato. El tiempo máximo de flexibilización de cursos está fijado en dos años.

Un grupo de alumnos de instituto realizando un examen.

Un grupo de alumnos de instituto realizando un examen. EP

Durante esta etapa de secundaria, José ManuelEloy y Elías, tres profesores de Matemáticas y Física del centro, han sido los responsables de que a Miguel le apasionaran las ciencias para querer dedicarse en cuerpo y alma a ellas. Su interés en las ciencias y en la informática provocaron que Miguel comenzara a participar con 13 años en el programa Estalmat de la Universidad de Granada.

Se trata de un programa de estímulo al talento matemático, que se imparte cada dos fines de semana en la Facultad de Ciencias. “Damos un montón de temas y me encanta porque nos enseñan a razonar, como si se tratara de ejercicios de las olimpiadas matemáticas”, dice el chico. Un certamen que, por cierto, ha logrado ganar a nivel andaluz y a nivel nacional.

[La hazaña de Miguel López en la universidad: saca 39 matrículas de honor en las 40 asignaturas de su grado]

Miedos y retos de Miguel

Aunque la hazaña de Miguel es casi una realidad –a falta de que acabe Bachillerato con una media de 9–, el joven se permite soñar con su futuro en Oxford. Se siente “afortunado e ilusionado” por la oportunidad. Dice que no la tiene todo el mundo, pero que “hay que luchar por ello”. “A veces pensamos que es imposible, y por eso no lo intentamos, pero yo lo he intentado y lo he conseguido”, opina.

Pregunta.– Tiene 15 años y cuando empiece la universidad tendrá 16. ¿Le da miedo este nuevo reto siendo menor?

Respuesta.– Me da un poco de miedo, pero creo que soy lo suficientemente independiente. Yo creo que no habrá problemas porque en Oxford existe una estructura de colegio mayores que facilitaría mucho la adaptación. Aun así, nunca se sabe. Hay que estar preparado para todo.

P.– ¿A qué le gustaría dedicarse después de acabar la universidad?

R.– La verdad, no sé a qué me querría dedicar cuando acabe la carrera de Matemáticas e Ingeniería Informática. Me gusta todo y quiero disfrutar del estudio, sobre todo. No me importaría dedicarme a la docencia, por ejemplo, pero ya sería en Granada. Eso sí, no tengo prisa para decidir y quiero ir paso a paso.

[La gesta de Daniel: trabaja para pagar la universidad y saca ocho matrículas de honor en 12 asignaturas]

Ese “paso a paso”, de momento, pasa porque el joven Miguel Donaire consiga acabar Bachillerato con un 9. Aun así, la Universidad de Oxford ya ha admitido a este brillante adolescente para iniciar su doble grado en septiembre.

Fuente: El Español

No es ningún secreto que vivimos inmersos en una cultura del alcohol. Lo vemos en nuestras fiestas más emblemáticas, en las celebraciones familiares o sociales y en la mayoría de series y películas que encontramos en los suculentos catálogos de Netflix o HBO. El alcohol está por todas partes. Sin olvidarnos, por supuesto, de las vallas publicitarias, de YouTube y de redes sociales como Twitter, Instagram o Facebook. No es de extrañar, por tanto, que si el alcohol forma parte de nuestras vidas, también sea la sustancia psicoactiva más consumida entre los jóvenes españoles con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años. Así lo recoge el último informe del Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías que sitúa la edad media de inicio en su consumo entre los 13 y los 16 años.

Para Xavier Pons, profesor del Departamento de Psicología Social de la Universitat de València, a esta cultura del alcohol y a las costumbres del mundo adulto, que incorpora el alcohol a todas sus actividades sociales, se une un factor más: el de la cultura de la despreocupación. “Nuestra sociedad ha creado una cultura de la banalidad y la despreocupación, que también es argumento para el consumo alcohólico en los jóvenes. La mayoría de niños son educados, cuando son niños, en los valores de la moderación, la prudencia, el autocontrol, el rigor, la responsabilidad… Esos valores deberían desembocar, más adelante, en actitudes y conductas consecuentes, tales como no beber alcohol y no abusar, si sabes (y lo sabes) que es perjudicial. Sin embargo, ese niño va creciendo y haciéndose adolescente en una sociedad que le transmite otro tipo de realidad: si es divertido es bueno. Da igual si es sano, ético, razonable, veraz, prudente, bello, inteligente, o si es todo lo contrario; mientras sea divertido será aceptable. No hay reparo alguno para la diversión en la sociedad de la despreocupación; todo lo que interfiera en la diversión será apartado u olvidado, y todo lo que la facilite será bien recibido”, explica.

Sumemos dos cuestiones más. Por un lado, el deseo de descubrimiento innato de la propia adolescencia, una etapa en la que, según Miguel Fuster, psicólogo clínico, “no se tiene la misma sensación de peligro a la hora de tomar decisiones; lo que lleva a un mayor aprendizaje pero, también, a ser más vulnerables como individuos ante los riesgos por falta de capacidad de evaluación de las consecuencias negativas”.

En el Grupo de Trabajo Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna se hace hincapié en la neurotoxicidad y neuroinflamación que ejerce el alcohol en jóvenes, sobre todo en la modalidad de consumo en “atracones” o binge drinking (“botellón”). Su coordinador, Francisco Javier Laso apunta que cualquier consumo de alcohol es de “riesgo”, y tiene especial impacto en la adolescencia, “ya que han podido observar que implica consecuencias estructurales y funcionales en el sistema nervioso cuya “maduración” se está desarrollando, lo que promueve la aparición precoz de dependencia alcohólica”. Lo sugieren múltiples estudios, uno de los más recientes el publicado por investigadores suecos en enero en la revista Journal of Hepatology, en el que a través de un seguimiento a 40 años de 43.000 varones en Suecia, se asoció el consumo de alcohol en la juventud con un mayor riesgo de hepatopatía grave. Un riesgo que, aunque dependiente de la dosis, se encontraba desde el primer gramo de alcohol.

¿Permitir o prohibir?

Con un panorama tan desolador y complicado, cabe preguntarnos si como familia está en nuestra mano convertirnos en un “factor” de protección y prevención, o si por el contrario podemos acabar añadidos a la lista de factores de riesgo mencionados sin que tengamos conciencia de ello.

Un reciente trabajo publicado en el Journal of Adolescent Health y dirigido por la investigadora Jennifer L. Maggs, Parents Who Allow Early Adolescents to Drink, nos plantea la cuestión de que una actitud más relajada y permisiva con respecto al alcohol, con la creencia de que esto enseñará a nuestros hijos a beber con sensatez, puede ser un factor de riesgo para una iniciación temprana en el consumo de alcohol, incluso de problemas más graves a posteriori. La investigación, además, pone en evidencia que el nivel socioeconómico y cultural de los padres no es un factor protector sino más bien al contrario: un mayor nivel social y económico puede ser un factor de mayor riesgo para el consumo, ya que ese poder económico puede suponer una mayor disponibilidad económica también para los hijos, y con ello el acceso más fácil a esta sustancia.

“La sociedad ha creado una cultura de la banalidad, que también es argumento para el consumo alcohólico en los jóvenes”

Si la permisividad mantenida por los padres incrementa la probabilidad de consumo en los hijos adolescentes, ¿es la prohibición del alcohol la solución? Señala Xavier Pons que niños y adolescentes tienen que aprender a convivir con ciertas restricciones conductuales, “porque se van a encontrar con muchísimas en su vida adulta y tendrán que adaptarse a ello”. Por eso, entiende que las restricciones razonables ayudan a educar la tolerancia a la frustración y la responsabilidad. Y, muchas veces, la salud. Añade el profesor e investigador que, aunque está muy arraigada la idea de que lo prohibido resulta más atractivo “y acaba haciéndose más”, no hay ninguna evidencia de que eso sea así. “Las cosas son mucho más complejas que eso. Por ejemplo, siguiendo esa lógica, podríamos decir “prohibido estudiar” y a todos los chavales les entrarían unas ganas enormes de ponerse a estudiar, pero nada es tan simple. De hecho, lo prohibido suele acabar desapareciendo a largo plazo, siempre que junto con la prohibición haya un control de la conducta que se restringe”, argumenta.

Para Pons, además, lo que convierte al alcohol en algo atractivo no es que los adultos lo prohíban, sino que “los adultos lo consumen” y que los adultos “lo califican de peligroso para los jóvenes”. Por tanto, estamos aportando valor positivo y atractivo al consumo de alcohol sin darnos cuenta. “Para un adolescente abstenerse de hacer algo “peligroso” por el hecho mismo de serlo supondría manifestar indecisión o debilidad, mientras que hacerlo significa ser alguien “enrollado”, valiente, atrevido,… Es eso, más que ser “rebelde”, lo que motiva al adolescente. Realmente, hay poca rebeldía en hacer lo mismo que se ve que hacen los adultos, que son los que han institucionalizado el alcohol y lo comercializan”.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de hablar y actuar con un niño de 15 años sobre el alcohol? ¿Qué herramientas tenemos para hacerles resistentes ante la cultura del alcohol? La respuesta del investigador valenciano es clara: “No pensar que es un niño, porque, aunque para nosotros lo parezca, él o ella no lo va a ver así y no lo va a admitir. A los 15 años es normal creer que uno lo sabe todo de la vida y son sus padres los que no se enteran. Pero, al mismo tiempo, uno es consciente de estar sumido en una vorágine de dudas, que le cuesta mucho admitir, porque esas dudas no son congruentes con la imagen de fortaleza que desea proyectar. Esto no es malo, en el sentido de que se irá ajustando con la edad. Lo que pasa es que esa incertidumbre es terreno abonado para que los que comercializan el alcohol saquen beneficio”.

Para el psicólogo Miguel Fuster la idea de la prohibición como alternativa lleva a un problema igual que el que acarrea la permisividad, y opina que todo va a depender más de qué relación tengan los padres con el uso de sustancias como el alcohol y las drogas. “La mejor manera de hablar y de actuar es que haya una consistencia en mi manera de relacionarme con el alcohol y lo que yo les pido a mis hijos. Si hay una consistencia entre lo que yo digo como padre y lo que yo hago como padre el mensaje calara en mis hijos. Si hay una inconsistencia, mis hijos aprenderán de lo que yo hago y nunca de lo que yo digo. El mensaje verbal pierde toda su fuerza”.

Revisar nuestros hábitos y actitudes

La mayoría de nosotros, además de una baja percepción del riesgo que entraña el consumo de alcohol, no tenemos conciencia de cuándo y cuánto bebemos delante de nuestros hijos. “El 75 % de los individuos que bebe excesivamente cree que toma una cantidad “normal” de alcohol. Aunque frecuentemente en los medios surgen noticias sobre las bondades del consumo de pequeñas cantidades de alcohol, los estudios rigurosos demuestran que no hay ningún efecto saludable, y como indica la OMS: alcohol, cuanto menos mejor”, explica F. Javier Laso. En este sentido, el coordinador considera que si los padres tienen “información incompleta y sesgada”, no es de extrañar que se obvie hablar con los hijos sobre los riesgos del alcohol y que se considere su consumo como algo socialmente “natural”. Y es esa actitud permisiva parental “por ignorancia de riesgos” la que considera un hecho determinante para el consumo de alcohol en los adolescentes.

Preguntémonos honestamente cada uno de nosotros: ¿Qué pasaría si preparo una fiesta con adultos en mi casa en la que NO hubiese alcohol?

Y es que, además, muchos padres beben delante de sus hijos de manera habitual. Quizás los fines de semana, en bares, en el propio hogar. Señala Xavier Pons que hay muchos estudios que comprueban que en familias de padres bebedores habituales (no necesariamente alcohólicos) es más probable encontrar adolescentes bebedores abusivos, que en familias de padres abstemios. “Los hijos adquieren muchas conductas y actitudes por imitación de los padres. También los hábitos saludables/insaludables. Y, efectivamente, tiene más influencia en el hijo lo que ve que hacen sus padres que lo que estos dicen”, cuenta Pons.

Poca utilidad encuentra el psicólogo Miguel Fuster en las campañas centradas en las consecuencias del alcohol si no son acompañadas de coherencia en el uso que hacemos como adultos del alcohol. “Preguntémonos honestamente cada uno de nosotros: ¿Qué pasaría si preparo una fiesta con adultos en mi casa en la que NO hubiese alcohol? ¿Cómo reaccionaríamos todos y cada uno de nosotros? Desde ese planteamiento, ¿qué podemos hacer si asumimos que el alcohol es algo presente en nuestra vida? Seamos coherentes y el mensaje tendrá sentido”, plantea.

Opina Xavier Pons que las campañas de prevención que comenzaron en los primeros años ochenta del siglo XX han servido para crear a lo largo de todo este tiempo una actitud más crítica hacia el alcohol en la sociedad (“Somos más conscientes de sus riesgos que en generaciones anteriores, esa idea ha calado en la sociedad”), pero sabe que una campaña preventiva no va a servir para disminuir drásticamente el consumo juvenil de alcohol. “Conocer los riesgos que supone el abuso de alcohol no disuade a los jóvenes de iniciar y mantener su hábito de consumo; eso está totalmente comprobado por casi 40 años de investigación al respecto. Además, los que publicitan y comercializan el alcohol han sabido conectar con los adolescentes mejor que los que diseñan campañas preventivas”, se lamenta y vuelve a incidir en lo que señalábamos al principio: el consumo de alcohol responde a un modelo cultural arraigado y a un modelo de sociedad determinado por lo que, según concluye Pons, tendríamos que modificar radicalmente los valores culturales imperantes. Y no es nada fácil, no, salvo que empecemos por nuestras propias trincheras familiares.

https://elpais.com/elpais/2018/02/12/mamas_papas/1518421876_113910.html

Tras el deseo de lucir un dibujo en la piel de forma permanente hay una necesidad de diferenciarse y crear una identidad propia. Lo recomendable es hablarlo con el adolescente y aportarle toda la información posible sobre sus consecuencias.

Muchos padres se cierran en banda con un tajante no; otros, por no discutir, asienten sin inmutarse. Y para otros muchos cuando un hijo quiere hacerse un tatuaje implica entrar en un mundo desconocido y lleno de estigmas. Llevar un tatuaje va dejando de ser el tabú que era antes y va formando parte de la vida de muchos. Independientemente de gustarnos o no, lo verdaderamente importante es informarnos bien sobre qué conlleva tatuarse y, si damos el OK, cuáles son los pasos necesarios para que resulte lo más seguro posible. En cualquier caso, la edad establecida para realizar un tatuaje es a los 16 años con el consentimiento y la presencia de los padres.

Tatuarse no es nada nuevo

Es importante recordar que un tatú no es nada nuevo ni una ocurrencia loca de adolescente. De hecho, hay datos que indican que el tatuaje se usa como expresión artística desde hace más de 5.000 años, siendo habitual todavía en culturas de la Polinesia o de Medio Oriente. Esta práctica, ha tenido varios significados desde la mera ornamentación hasta la jerarquía, poder, respeto o amenaza. El tatuaje también ha simbolizado el paso de la adolescencia a la adultez o el sello de casamientos o duelos. Tras ser muy castigado por algunas religiones, el tatú volvió a disfrutar de un revival en los años 70, popularizándose y diversificando sus significados como hoy en día en Europa, por ejemplo, que tatuarse representa un sello personal que se desea exteriorizar.

Lo primero, la salud

Un tatuaje es un dibujo grabado en la piel con tintas que han sido introducidas a una profundidad de hasta 3 mm, hasta la dermis, a través de pinchazos reiterados con agujas. Como padres, es posible que lo primero que se nos pase por la cabeza es preguntar si afecta a la salud. La Dra. Raquel Novo, jefa del Servicio de Dermatología de los hospitales universitarios HM Montepríncipe y HM Puerta del Sur, dice que “la piel presenta dos respuestas; una a las punciones, es decir, al traumatismo que causan las agujas, y otra, al depósito de tinta en la dermis, que no deja de ser un material extraño en el organismo”. Y eso nos lleva a pensar en esos grandilocuentes titulares que asocian tatuaje con cáncer.

Ante estas informaciones, la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) llamaba el año pasado a la calma y a revisar la evidencia científica. Fue muy comentado el estudio publicado en Scientific Reportsque exponía que los tatuajes suponían riesgo para el sistema inmunológico. La AEDV señala que las tintas negras efectivamente liberan partículas de hidrocarburos aromáticos (potencialmente cancerígenos) hacia los ganglios linfáticos, pero “no existe evidencia científica de que la presencia de estos pigmentos en los ganglios ocasionen patología”, afirma el Dr. Donís Muñoz Borrás, de la Clínica Dermatológica Donís Muñoz y miembro de AEDV. Con respecto a las tintas rojas o de otros colores, “aún son una incógnita”, declara el doctor. “Las tintas negras se vienen empleando desde hace 4.000 años y prácticamente no han cambiado su composición. Los maoríes llevan el 80% de su cuerpo cubierto de tatuajes negros y no se ha visto que tengan mayor incidencia de cáncer”, concluye.

Actualmente, no existe una legislación específica en la Unión Europea sobre la tinta de los tatuajes de larga duración. Según la Comisión Europea, en su informe Seguridad en tatuaje y maquillaje permanente, hasta en un 5% de las personas tatuadas puede aparecer una infección bacteriana, alergias agudas o hipersensibilidad en la piel, incluso décadas después de la realización del tatuaje, debido especialmente a los colorantes de las tintas. Según el informe, eso sí, España figura entre los países de la Unión Europea (UE) con una legislación más estricta a la hora de regular los tatuajes, al establecer límites a ciertas impurezas en las tintas o tener una lista negativa para algunos colorantes. Sin embargo, la Comisión Europea destaca la necesidad de actualizar los requisitos químicos y el etiquetado de las tintas.

¿Por qué nuestro hijo quiere tatuarse?

Un tatuaje supone una decisión importante y para toda la vida. Como un adolescente puede arrepentirse fácilmente, es bueno saber que existe la posibilidad de eliminarlo con láser. Sin embargo, este procedimiento es doloroso, caro y, a veces, deja cicatrices, por lo que no todo es color de rosas. Se hace imprescindible someter el tema a una conversación en la que el adolescente exponga cuáles son sus motivaciones para tatuarse. Tal y como resalta Imma Abad, psicóloga infantojuvenil de ISEP Clínic Barcelona, “la adolescencia es un periodo en el que la imagen es crucial y, al mismo tiempo, los padres dejan de ser el referente para serlo el grupo de iguales. En todo caso, si mantenemos un clima de diálogo desde la infancia, será más fácil que se dejen acompañar en estas primeras decisiones y ofrecerles puntos de vista diferentes”. Sin querer generalizar, Jorge García, tatuador de Tinta al Alma, piensa que un tatuaje es algo muy personal y las razones de los chicos son variadas. Destaca principalmente dos: “por moda, siguiendo a celebrities o deportistas, y por expresar una historia de un momento de sus vidas”.

.

El arte de negociar con adolescentes

Si no nos convence la idea del tatuaje, Abad nos recuerda que “por definición, un adolescente es rebelde, necesita esta oposición para su desarrollo y para defender y luchar por lo que desea. Quiere ser tratado como adulto y que se tengan en cuenta sus opiniones. Algunas cosas serán negociables y otras no, dependerá de cada familia. Debemos encontrar un equilibrio, ya que una decisión pactada, hablada y negociada es más fácilmente aceptada que una impuesta”.

Todo lo que hay que saber si tu hijo decide tatuarseDe la mano de la Dra. Novo, del documento del Dr. Donís Muñoz, que utilizan los dermatólogos como las reglas de oro de los tatuajes responsables, y la experiencia de Jorge García, los pasos a seguir son:

Meditar serenamente la decisión de tatuarse. Informarse y no dejarse llevar por impulsos o modas. Una vez tomada la decisión, escoger con tranquilidad el diseño y tamaño.

Hacerlo siempre en un estudio de tatuajes homologado, con las licencias del Ministerio de Sanidad, evitando aficionados, aprendices o estudios clandestinos. Además, “los padres deben comprobar que el estudio esté limpio, la máquina esterilizada y todo el material (agujas, guantes…) sea desechable; que el tatuador abra cada precinto delante de ellos”, dice Jorge.

Asegurarse de que el profesional está artísticamente capacitado. Es recomendable que antes de tatuarse, los chicos y sus padres visiten varios estudios y revisen el trabajo del artista, sus referencias y que tenga el certificado higiénico sanitario, que garantiza que tomará todas las medidas para evitar una infección. “Hoy hay escuelas de formación donde se enseña a tatuar, la técnica, la higiene y la buena relación con el cliente”, acota el tatuador.

Exigir tintas homologadas en España, o al menos en Europa. No hay que consentir otras bajo ningún concepto. El problema se genera porque muchas veces se usan tintas más económicas, pero cuyo uso no ha sido autorizado en Europa. Ojo con la henna, porque no es tan inocua como se piensa, porque para colorearla se usan sustancias con PPD, una sustancia muy sensibilizante.

Fotografiar el frasco de la tinta empleada y guardarla por tiempo indefinido, ya que en ocasiones las tintas crean problemas mucho tiempo después de ser empleadas, asegurándose de que figure marca del fabricante, registro sanitario, índice de color, número de lote, composición, etc.

El principio activo de la tinta de color negro es el carbón, y es el pigmento más empleado y el más seguro, siendo excepcional que presente efectos adversos y menos efectos indeseados.

Antiguamente, las tintas de color procedían de metales pesados (cadmio, cobalto o mercurio). No obstante, desde hace 40 años este tipo de metales se han ido sustituyendo por colorantes sintéticos o artificiales azoicos, que pueden ser tóxicos también. El color rojo es el que puede llegar a crear más problemas de intolerancia, tanto a corto como a largo plazo, pudiendo ocurrir incluso muchos años después de realizarse el tatuaje.

De querer eliminarlo, los tatuajes de color negro y rojo son los más fáciles de borrar, mientras que el color amarillo, el azul claro y el verde turquesa. El blanco, por lo general, no se puede eliminar.

Una vez hecho el tatuaje, lo más importante son los cuidados posteriores: una higiene con agua y jabón y después cremas especiales para cicatrizar e hidratar la zona.

Los dermatólogos son los profesionales más cualificados para eliminar con láser los tatuajes con garantías técnicas y sanitarias. Así mismo, son quienes pueden aconsejar acerca de hacerse o no un tatuaje en caso de padecer psoriasis, alergias o dermatitis u otras enfermedades crónicas de la piel, aunque en estos casos es mejor no tatuarse.

Fuente: El País

Un estudio reciente dejó en evidencia el vínculo estrecho entre el consumo de alcohol y el cáncer.

De acuerdo a la investigación publicada en The Lancet Oncology, se estima que el alcohol causó más de 740.000 casos de cáncer en todo el mundo en 2020.

Los investigadores hallaron evidencia de esta relación causal en varios tipos de cáncer que incluyen el de mama, boca, garganta, laringe, esófago, hígado, colon y recto.

Si bien se ha hablado mucho sobre el impacto negativo en general del alcohol en la salud, su incidencia en el riesgo de cáncer es menos conocida y se sabe menos aún cómo lo provoca.

Toxina

La clave está en lo que sucede cuando el cuerpo procesa procesa el alcohol, según le explica a BBC Mundo Ketan Patel, director de la Unidad de Hematologia Molecular del Medical Research Council de la Universidad de Oxford, y experto en la relación entre ambos.

La causa «no se ha comprendido del todo, pero hay dos grandes áreas que merecen consideración», dice el científico.

alcohol cancer
El riesgo exacto de una persona depende además de muchos otros factores ajenos a nuestro control, como la edad, la genética y si somos hombre o mujer.

Una se vincula a «cómo el alcohol se procesa dentro del cuerpo: cuando bebes, el cuerpo transforma el alcohol en energía», dice Patel.

En este proceso, «el alcohol se convierte en una toxina llamada acetaldehídoEsta toxina puede alterar el ADN y causar mutaciones«.

«Y como no puedes desarrollar cáncer sin genes mutantes, lo que sea que promueva la mutación de los genes, promoverá el cáncer», explica Patel.

Un ejemplo clásico de esto es la relación entre la exposición al sol y el cáncer de piel, o el tabaquismo y el cáncer de pulmón.

«Ambos incluyen agentes químicos o factores que dañan y provocan mutaciones en el ADN, que causan la aparición de cáncer debido a que los genes dan instrucciones equivocadas», explica el científico.

El segundo mecanismo del que habla Patel, tiene que ver con la energía metabólica que crea el alcohol y que «reacciona con las células y el cuerpo de forma que estimula a las células cancerígenas a aparecer y crecer, aunque la evidencia de esto por el momento es un poco débil», explica el investigador.

Claro que el beber alcohol no da necesariamente cómo resultado el desarrollo de un tumor cancerígeno, porque el riesgo exacto de una persona depende además de muchos otros factores ajenos a nuestro control, como la edad, la genética y si somos hombre o mujer.

Cientficos miran un modelo de ADN
Al procesar el alcohol, se produce una toxina llamada acetaldehído que puede alterar el ADN.

Aunque este último factor «es dificil de separar de las diferencias en torno al consumo de alcohol, ya que los hombres tienden a beber más que las mujeres», le dice a BBC Mundo Harriet Rumgay, investigadora de la Rama de Vigilancia del Cáncer de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) en Francia, y coautora del estudio publicado en The Lancet en julio.

Pero reducir la cantidad que consumimos definitivamente reduce el riesgo.

El cuerpo se defiende

Frente al daño que hace el acetildehído, que se genera a partir de la descomposición del alcohol, el cuerpo se defiende con una enzima que elimina esta toxina (la ALDH2) y luego mediante un sistema que repara el daño en el ADN y evita que ocurra una mutación.

«Cada vez que bebes alcohol, estos dos sistemas de protección evitan que el alcohol te haga mucho daño. Y la evidencia de que esto es así es que cuando estos dos mecanismos no están (en humanos o en el laboratorio), se ve una sensibilidad extrema al alcohol y al daño que le hace al ADN, y predisposición al cáncer», explica Patel.

Esta falta o deficiencia, no obstante, es bastante común.

Se estima que cerca de un 8% de la población mundial, la mayoría en el este asiático, tienen una deficiencia de ALDH2 -que hace que la piel se les enrojezca cuando beben alcohol- y esto los hace más vulnerables a ciertos tipos de cáncer.

Desde el punto de vista de la evolución, el enrojecimiento en las personas con esta deficiencia actúa como una señal de alarma, para evitar que consuman alcohol.

Cánceres específicos

El por qué afecta a ciertos tejidos en particular y no otros, es difícil de dilucidar.

Algunos cánceres a simple vista parecen más obvios -como el de boca, garganta, etc.- porque son las superficies que están en mayor contacto con el alcohol, pero hay que recordar que una vez «que el alcohol se absorbe en la sangre, puede viajar a otras partes del cuerpo donde se procesa», explica Rumgay.

Ilustración, cáncer de pecho
Algunas teorías sostienen que alcohol podría aumentar los niveles de ciertas hormonas que aumentan el riesgo de cáncer de mama.

En el caso del cáncer de mama, una hipótesis que se baraja es que el alcohol puede también «aumentar los niveles de ciertas hormonas como el estrógeno, y los elevados niveles de estrógeno pueden incrementar el riesgo de cáncer de mama», señala la investigadora.

Sin embargo, Patel opina que la evidencia de ello no es muy contundente.

Hábitos

Cuando hablamos de tipos de alcohol, de si causa más daño el vino, o la cerveza o las bebidas espirituosas, lo que importante no es tanto de qué bebida se trate sino de la cantidad total de alcohol que consumamos, ya que el daño lo provoca el alcohol en sí mismo.

En cuanto a la cantidad, Rumgay señala que cualquier nivel de alcohol aumenta el riesgo de cáncer, «pero obviamente beber menos significa que el riesgo es más bajo en comparación con beber en grandes cantidades».

Hombre bebiendo y fumando.
Fumar y beber es combinar dos riesgos, que algunos creen que se potencian,.

Sobre las diferencias entre beber mucho en un período de tiempo breve, como por ejemplo el fin de semana, comparado con beber un poquito todos los días, aunque la data no es muy clara, Patel estima que si uno bebe excesivamente en poco tiempo, es mucho más probable que se saturen los mecanismos de defensa y funcionen de forma menos eficiente, que si uno bebe menos pero de forma crónica.

Combinaciones

Otro problema añadido al consumo de alcohol, es cuando se hace en asociación con el tabaco.

«Básicamente, si te sometes a dos riesgos -el alcohol y otro agente que daña tu ADN- va a haber un doble efecto sobre el tejido», epxlica Patel.

Pero además, añade Rumgay, «el alcohol puede hacer que les resulte más fácil a las sustancias químicas dañinas del tabaco penetrar en nuestras células».

El riesgo de cáncer siempre será mayor entre quienes beben, comparados con quienes no lo hacen, pero «la evidencia muestra que este nivel de riesgo elevado se reduce a un nivel similar al de aquellos que nunca consumieron alcohol despues de cerca de 20 años».

Fuente: BBC.com

La temporada navideña es un momento de celebración, alegría y reunión familiar. Sin embargo, es crucial recordar que, en medio de la festividad, existe la responsabilidad de cuidar y proteger a los más jóvenes de nuestra sociedad. Una de las preocupaciones más apremiantes durante estas fechas es el consumo de alcohol por parte de menores de edad. En este artículo, exploraremos la importancia de prevenir esta práctica y ofreceremos estrategias para abordar este problema de manera efectiva.

Consecuencias del Consumo Temprano de Alcohol:

El consumo de alcohol en edades tempranas puede tener consecuencias a largo plazo para la salud física y mental de los jóvenes. El cerebro en desarrollo es especialmente vulnerable a los efectos del alcohol, lo que puede afectar negativamente la toma de decisiones, la memoria y la función cognitiva. Además, el riesgo de adicción aumenta significativamente cuando se inicia el consumo a una edad temprana.

La Responsabilidad Compartida:

Prevenir el consumo de alcohol en menores durante la Navidad no es solo tarea de los padres, sino una responsabilidad compartida entre la familia, la comunidad y la sociedad en general. La educación y la comunicación son clave para construir un frente unido contra esta problemática.

LosQueNo Asociación DUAL

Estrategias para Prevenir el Consumo de Alcohol en Menores:

  1. Comunicación Abierta: Fomentar un ambiente en el que los menores se sientan cómodos compartiendo sus pensamientos y preocupaciones es fundamental. Establecer un diálogo abierto sobre los riesgos del consumo de alcohol y sus consecuencias puede ayudar a crear conciencia.
  2. Modelo a Seguir: Los adultos actúan como modelos a seguir para los jóvenes. Mostrar comportamientos responsables en relación con el alcohol envía un mensaje claro sobre la importancia de consumir de manera moderada y legal.
  3. Actividades Alternativas: Ofrecer alternativas atractivas y divertidas que no involucren alcohol puede desviar la atención de los jóvenes de esta sustancia. Organizar eventos familiares, juegos y actividades recreativas puede ser una excelente manera de mantener la celebración libre de alcohol.
  4. Educación Escolar: Introducir programas educativos sobre los riesgos del consumo de alcohol en el currículo escolar puede ser eficaz. Los estudiantes deben comprender los peligros asociados con el alcohol y estar equipados con habilidades para resistir la presión de grupo.
  5. Vigilancia Responsable: Los padres y cuidadores deben estar atentos a las señales de consumo de alcohol en sus hijos. La supervisión activa y la imposición de límites claros pueden ayudar a prevenir situaciones problemáticas.

En última instancia, prevenir el consumo de alcohol en menores durante la Navidad requiere un esfuerzo colectivo. La educación, la comunicación y la creación de ambientes seguros y saludables son herramientas esenciales para abordar este desafío. Al trabajar juntos como sociedad, podemos garantizar que esta temporada festiva sea recordada por la alegría y la unión familiar, y no por las consecuencias negativas del consumo de alcohol en los jóvenes.

La NASA ficha a un joven talento de Linares de tan solo 22 añitos. Juan García trabajará en un área clave para el éxito de futuras expediciones interplanetarias

El Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, famoso por ser el núcleo de algunas de las misiones más innovadoras de exploración espacial, ahora cuenta entre sus filas con un talento español: Juan García, un joven ingeniero aeroespacial de Linares, que a sus 22 años ha logrado lo que para muchos queda en el terreno de los sueños. García ha sido reclutado por la NASA para trabajar en el desarrollo de software especializado en simulaciones de misiones espaciales, un área crítica para el éxito de futuras expediciones interplanetarias.

La historia de García es la de un sueño con destino a las estrellas que comenzó en su natal Andalucía y que, a través de su esfuerzo y dedicación, lo ha llevado a integrarse en una plantilla de aproximadamente 6.000 personas que trabajan en el JPL. «Desde el JPL, donde trabajan unas 6.000 personas, la NASA diseña y controla las naves robóticas que exploran el Sistema Solar», explicó el propio García. En este enclave de la ciencia, se desarrollan y monitorizan rovers como Curiosity y Perseverance, que han marcado hitos en la historia de la exploración de Marte.

García no es nuevo en el ambiente de la NASA. Su relación con la agencia espacial se remonta al año pasado cuando realizó una beca en el mismo centro de la NASA en California. A pesar de las limitaciones impuestas por la pandemia, que le obligaron a trabajar desde la distancia, su rendimiento impresionó a sus superiores, lo que finalmente se tradujo en un contrato indefinido y su traslado a Estados Unidos.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, destacó el logro del joven ingeniero a través de X con un mensaje que refleja el sentir de una comunidad: «¡Enhorabuena, Juan! A seguir cumpliendo sueños. Linares, Jaén y #Andalucía están orgullosas de ti.«

Desde su etapa escolar, García ha demostrado ser excepcional, formando parte del programa de altas capacidades y saltándose cursos hasta llegar a la Universidad Carlos III de Madrid a los 16 años. Su precoz incursión en la ingeniería aeroespacial y su notable trayectoria son un testimonio de su potencial y de la capacidad de las nuevas generaciones de ingenieros españoles para destacar en el escenario global. Con García, Linares, Jaén, y toda Andalucía ven uno de sus sueños alcanzar la órbita de las oportunidades internacionales.

El binomio adolescentes-alcohol siempre causa inquietud a los padres, pero esta preocupación se vuelve angustiosa ante noticias de episodios que terminan en tragedia. Y la verdad es que los padres tienen motivos para alarmarse: el Plan Nacional sobre Drogas alerta de que en nuestro país la edad media de inicio en el consumo de alcohol es de 13,9 años, lo que significa que hay niños que comienzan a beber desde antes. Y los resultados de la Encuesta sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias 2014/2015 concluyen que el 76,8% de los chavales entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en el último año, y el 68,2% en el último mes. Además, uno de cada tres escolares ha tomado alcohol en forma de atracón (binge drinking) en los últimos 30 días, una de las “modalidades” más peligrosas, pues el consumo masivo de bebidas alcohólicas en un periodo corto de tiempo resulta mucho más agresivo para el organismo que el mismo consumo realizado durante un intervalo de tiempo más prolongado.

“El consumo de alcohol en la adolescencia no es un problema de unos pocos, sino un problema social, y para prevenirlo los padres deben mantenerse muy alerta», afirma el doctor Mariano de Iceta, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes, Madrid). ¿Cómo? «Primero, dando buen ejemplo a su hijo: si el alcohol está presente en la casa, que su consumo sea siempre moderado, nunca masivo. Segundo, prohibiendo su acceso a los menores, pues además de nocivo para la salud, es ilegal. Y tercero, aprendiendo a distinguir los signos de que un menor está consumiendo alcohol, pues detectar que algo pasa desde los primeros momentos en que empieza a ocurrir es el paso inicial para evitar que el problema se agrave y poder solucionarlo con más facilidad”, responden. Estas son algunas señales que pueden alertarle de que tiene un problema en casa:

Su comportamiento es errático cuando llega por la noche: Es habitual que después de salir con los amigos, el menor que ha bebido se escabulla rápidamente a su habitación. Los expertos recomiendan a los padres que, pese a todo, intenten cruzar dos palabras con él. Si el chico o la chica ha estado bebiendo, su aliento le delatará. Lo mismo que si su boca despide un intenso olor a chicle: o es un fanático de la goma de mascar a las tres de la mañana o seguramente estará tratando de camuflar los efluvios del alcohol. Lo que desde luego no hay que hacer es ponerse en el papel de detectives y empezar un interrogatorio intempestivo. «Esto provoca que el niño vea a sus padres como enemigos, y termina siendo contraproducente», dice el psiquiatra.

Llega enrojecido y se mueve con torpeza: Aproveche el momento para buscar signos como enrojecimiento ocular o rubor facial también pueden evidenciar que su hijo le ha dado a la botella. Fíjese también en sus movimientos. El desequilibrio en la marcha y la torpeza motora revelarán que está mareado, lo mismo que una conducta desinhibida y cierta euforia. Al día siguiente puede mostrarse más apático, inapetente, enlentecido y desganado.

Tiene bruscos cambios de humor: David Ribera Jiménez, técnico en conductas adictivas del Centro Can Rosselló (Barcelona), alerta de alteraciones en el comportamiento cotidiano que pueden servirle de pista. “Los padres notarán empobrecimiento del vocabulario, disminución de la comunicación verbal y afectiva, irritabilidad, altibajos de humor, disminución o aumento del apetito, llanto frecuente, ansiedad, trastornos del sueño…”, señala.

“Los padres notarán empobrecimiento del vocabulario, disminución de la comunicación, altibajos de humor…» (David Ribera Jiménez, técnico en conductas adictivas)

Se ha vuelto taciturno y ha cambiado de amigos: «Un cambio súbito de amistades podría ser otra mala señal», según Ribera Jiménez, sobre todo si va acompañado de cierto secretismo. Poco o nada saben los padres de con quiénes se está juntando su hijo, a dónde van, qué hacen… ¿Son de su misma edad o mayores?

Se le ve desmotivado: “El abandono de sus actividades habituales de ocio, la despreocupación por los estudios y la dejadez en sus responsabilidades” también nos estarán indicando, según Ribera Jiménez, que el niño puede estar bebiendo sin que usted lo sepa.

Usted descubre vacíos en su mueble-bar (y en su cartera): ¿Echa en falta la botella de ron de su armarito de bebidas? ¿De un tiempo a esta parte tiene la sensación de que los billetes desaparecen como por arte de magia de su cartera? «También es frecuente que le pidan con insistencia un aumento de la paga», añade Ribera. Puede que la respuesta sea una sola palabra: botellón.

¿Y ahora qué hacemos?

Ante estos signos debemos dejar muy claro al adolescente que rechazamos su conducta de beber alcohol. Como señala MedlinePlus, la web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el consumo de alcohol en edades tan tempranas daña las células cerebrales, lo que hace que los chicos rindan menos en el colegio, adopten conductas conflictivas, se vuelvan más vulnerables al consumo de otras drogas y corran más riesgo de sufrir trastornos mentales a lo largo de su vida.

“No sirve de nada regañarle, gritarle ni enfadarse”, advierte David Ribera Jiménez. “Hay que dejar el diálogo para el día siguiente, pero eso sí, nunca obviarlo. Pasar por alto este comportamiento o intentar normalizarlo para evitar una bronca familiar es esconder la cabeza debajo del ala ante una situación que tiende a agravarse con el paso del tiempo”.

Resulta primordial encontrar un porqué, como aconseja el psiquiatra del Hospital Infanta Sofía: “Es fundamental que nos cuente en qué situación estaba cuando bebió, qué tomó y si lo ha hecho más veces. Saber si se siente presionado por su grupo es una circunstancia muy distinta a que el adolescente beba porque no se siente bien consigo mismo, por ejemplo. Conocidas sus razones podemos mostrarle otras soluciones más saludables para resolver sus conflictos e insistirle en los efectos negativos del alcohol y en su inutilidad para solventar problemas. Hecho esto, hay que acabar la conversación con el compromiso por parte del menor de que no va a volver a beber en salidas posteriores y confiar en él. Nuestra misión es acompañarle y apoyarle y, una vez habladas las cosas, dejarle decidir en ciertos ámbitos, puesto que no podemos seguir protegiéndole como cuando era un bebé ni perseguirle a escondidas cuando queda con sus iguales”.

Una respuesta madura para cada excusa

Desde el departamento de salud mental infanto-juvenil del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Sofía nos explican cómo rebatir las falsas expectativas que los jóvenes persiguen al beber alcohol:

“Me relaciono mejor”. No es verdad. En general, cuando beben no controlan lo que dicen, suelen mostrarse irritables y presentan conductas inadecuadas de las que al día siguiente se arrepienten (es posible que ni siquiera las recuerden). Además, las interacciones sociales no tienen continuidad y no son auténticas.

“Me divierto más”. ¿Cómo es posible, si acaban la noche vomitando y mareados? Contrariamente a la idea que tienen de que van a estar más eufóricos y enérgicos, terminan la “fiesta” en un desagradable estado de sopor, faltos de reflejos y con dificultades para darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor.

“Si no bebo, soy un pringao”. La mayoría de los adolescentes sucumben a la presión de su grupo, con tal de sentirse integrados en él. Hay que ponerles ejemplos de compañeros que son muy valorados en su entorno por otras cualidades que no tienen nada que ver con “beber y saber aguantar” o descontrolarse y terminar en la sala de Urgencias de un hospital, tales como ser deportista, actor, músico o voluntario en una ONG.

“Así ligo más”. ¡Imposible! El mal aliento, las dificultades de pronunciación y construcción de frases y la torpeza de movimientos no hacen a nadie más atractivo, sino al contrario. Además, las chicas están más expuestas a situaciones de abuso sexual cuando están intoxicadas.

http://elpais.com/elpais/2016/12/09/buenavida/1481285468_386982.html