Te presentamos el Decálogo para padres par ala prevención en el inicio temprano de consumo de alcohol en menores.


DECÁLOGO PARA PADRES

  1. Mostrar cercanía: debemos comunicarnos con nuestros hijos menores, resultar razonables y confiables, mostrarnos compresivos y solidarios.
  • Anticipar: advertir que este año probablemente van a sufrir presión para probar el alcohol por parte de su grupo de iguales y lo difícil que va a ser continuar sin hacerlo. Recordarles que “este verano se la van a jugar”.
  • Posponer: no tienen que hacer ahora mismo algo que podrán hacer más adelante, no hay prisa, ahora no toca.
  • Reconocer: pedir opinión a nuestro hijo sobre este asunto, sin juzgar, valorando su punto de vista y tratando de estimular su espíritu crítico.
  • Repudiar: hay que esforzarse individualmente y en alianza con otros padres por rechazar y marginar la forma de beber mediante botellón o sobreingesta compulsiva.
  • Supervisar: cuando salga de noche, adelantar que le vamos a preguntar qué ha pasado cuando regrese, que nos vamos a fijar en cómo vuelve. Matizar que no es desconfianza en él sino preocupación sincera.
  • Controlar: en las fiestas conviene poner una hora límite de llegada a casa o retorno al amparo paterno. Puede ser buena idea programar encuentros periódicos intermedios (“te quiero ver cada hora aquí, te acercas y luego, si todo está bien, te puedes volver a ir”; o “me haces una videollamada, que yo te vea”).
  • Administrar: es importante limitar la cantidad de dinero que se le da al menor: es mejor dar poco y a menudo que mucho y de golpe.
  • Trabajar en equipo: sigue siendo importante coordinarnos con los padres de los amigos de nuestros hijos y compartir el mismo posicionamiento. De este modo, tendremos otros aliados, nuestro criterio será avalado de forma homogénea por los padres de los amigos de nuestros hijos.

Sancionar: en todo caso, si nuestro hijo transgrede las normas, debemos aplicar consecuencias.  Pero si lo hace bien, también hay que reconocérselo y sancionarlo positivamente

 

Hay personas que se leen hasta la letra pequeña de los manuales mientras que otros se lanzan a pulsar todos los mandos para ver qué ocurre. No es ni bueno ni malo. Simplemente, nos da pistas de nuestra manera de aprender. Veamos los cuatro tipos de aprendizaje que existen para identificar cuál es el tuyo.

Quieres hacer un viaje con tu pareja y uno de vosotros necesita leer hasta el mínimo detalle sobre el sitio a donde vais, mientras que el otro se pone de los nervios porque preferiría lanzarse a la aventura. O en una reunión de trabajo un compañero no para de dar ideas sin concretar nada, mientras que a otro le agobia no trabajar en una sola. ¿Has vivido algo de esto? Si es así, bienvenido a los diferentes modos de aprender y a sus dificultades (y oportunidades).

En 1984 un profesor universitario, David Kolb, descubrió que los adultos tenemos distintas maneras de aprender que dependen de cómo percibamos la realidad y de cómo la procesemos. Hay personas que captan la realidad fundamentalmente a través de la experiencia y otros, creando teorías. Los primeros son más empáticos y tienden a hacer varias tareas al mismo tiempo (multiplicidad). Es más, si no lo hacen se pueden aburrir soberanamente. Los segundos prefieren centrarse en una sola tarea, se manejan muy bien en la teoría y se perderían con varias cosas al mismo tiempo (unicidad).

No todos captamos la información igual: algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento).

Con respecto a la manera de captar la información, algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento). Pues bien, las anteriores características definen los ejes de las maneras de aprender y de los cuatro estilos. Veámoslos con algo más de detalle:

Adaptadores o los “hacedores”

Difícilmente leerán un manual. Son el resultado de la multiplicidad y la acción. Prefieren trabajar rodeados de personas y se buscan la vida para conseguir recursos y alcanzar resultados. Les gusta asumir riesgos y saben adaptarse a las circunstancias. En una empresa abundan en los departamentos de ventas. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿cuándo?

Asimiladores o expertos en la conceptualización

Su estilo es opuesto a los adaptadores. Son extraordinarios creando modelos teóricos y definiendo claramente los problemas. Les interesan más las ideas abstractas que las personas, por lo que no es de extrañar que destaquen en el campo de las matemáticas o de las ciencias. En una empresa pueden estar en posiciones de investigación o de planificación estratégica. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿por qué?

Divergentes o los reyes de las mil y una ideas creativas

Todos tenemos un estilo de aprendizaje definido pero para desarrollarnos mejor personal y profesionalmente conviene estar con personas que nos complementen y cuyo estilo esté en el extremo del nuestro.

Disfrutan analizando los problemas en su conjunto y trabajando con personas. Son empáticos, emocionales y ocurrentes. No es de extrañar que lancen un sinfín de propuestas diferentes en una reunión. En este estilo se encuentran artistas, músicos y todos los creativos en el mundo de la empresa. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿y si…? o ¿por qué no?

Convergentes o el poder de la aplicación en una sola cosa

Son los opuestos a los divergentes. Necesitan la aplicación práctica a las ideas para testar teorías o resolver problemas. Se pierden con muchas alternativas. Sin embargo, son excepcionales en situaciones donde haya un único camino para ser resueltas. Muchos ingenieros se enmarcan en este estilo de aprendizaje. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿para qué?

Como es de imaginar hay personas cuyo estilo de aprendizaje está más marcado que otros como, por ejemplo, Sheldon Lee Cooper, protagonista de la serie The Big Bang Theory, quien es un asimilador total. Lo normal es que no sea así y que todos tengamos un poco de los cuatro aunque nos solamos sentir más cómodos con uno.

En definitiva, todos tenemos un estilo de aprendizaje que nos define más que otros y para desarrollarnos mejor en lo personal y profesional sería recomendable estar con personas que nos complementaran y cuyo estilo estuviera en el extremo del nuestro. Por ello, si eres de los que no lees los manuales, estáte cerca de quienes disfrutan haciéndolo (o viceversa). Porque más allá de este hábito, existe una manera interna distinta de percibir y de procesar la realidad que te puede ayudar a mejorar y a superarte a ti mismo en muchos otros ámbitos de la vida.

http://elpais.com/elpais/2016/10/10/laboratorio_de_felicidad/1476119828_530014.html?id_externo_rsoc=FB_CM

Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los países con mayor consumo de alcohol per cápita (en litros de alcohol puro por persona mayor de 15 años al año) son:

  1. Bielorrusia: 14,4 litros
  2. Lituania: 12,9 litros
  3. República Checa: 12,7 litros
  4. Rumanía: 12,6 litros
  5. Serbia: 12,3 litros
  6. Australia: 12,2 litros
  7. Portugal: 12,0 litros
  8. Eslovaquia: 11,5 litros
  9. Hungría: 11,4 litros
  10. Polonia: 11,3 litros

Estos datos reflejan el consumo promedio anual de alcohol puro por persona en cada país


Europa

  • Consumo promedio alto: 9-12 litros per cápita por año.
  • Europa del Este y Europa Central lideran los niveles más altos de consumo.
  • Países destacados:
    • Bielorrusia
    • Lituania
    • República Checa
    • Alemania

América

  • Consumo promedio medio-alto: 6-9 litros per cápita por año.
  • América del Norte tiene mayores niveles de consumo en comparación con América Latina.
  • Países destacados:
    • Estados Unidos y Canadá (América del Norte).
    • Argentina, Chile y Uruguay (América Latina).

Oceanía

  • Consumo promedio medio-alto: 9-12 litros per cápita por año.
  • Australia y Nueva Zelanda tienen tasas de consumo comparables a las de Europa Occidental.

África

  • Consumo promedio bajo-medio: 3-6 litros per cápita por año.
  • Algunas regiones tienen consumos altos debido a la producción local de bebidas alcohólicas tradicionales.
  • Países destacados:
    • Sudáfrica
    • Nigeria (especialmente en áreas urbanas).

Asia

  • Consumo promedio bajo: 2-6 litros per cápita por año.
  • Países como Japón y Corea del Sur tienen consumos más altos en comparación con otras regiones asiáticas.
  • Asia Central (Kazajistán, Uzbekistán) muestra tasas similares a Europa del Este.

Antártida

  • Sin datos relevantes debido a la falta de población permanente, pero el consumo ocasional ocurre en estaciones de investigación.

Europa sigue siendo el continente con el consumo más alto, mientras que África y Asia tienen los promedios más bajos debido a factores culturales y religiosos. En esta infografía podrás comprobar el consumo del alcohol y su impacto a nievl global.

 

 

infografía alcohol

 

«Yo al principio no me di cuenta, no sabía que lo que me pasaba era acoso escolar, entonces no se hablaba de ello. Además, ¿cómo iba a pensar que era acoso escolar, si eran mis propios amigos, a los que conocía desde los tres años?». Nidia Represa cursaba 2º de la ESO cuando se convirtió en diana de las bromas de su pandilla de toda la vida. Bromas cada vez más constantes y pesadas que pronto subieron de nivel: «Me insultaban, me obligaban a darles mis deberes, me tiraban las cosas del pupitre…». Y siempre, siempre, acompañadas de unas risas de fondo: las del resto de alumnos, los espectadores.

Parecía una obra de teatro, cuyo guion se ha plagiado infinidad de veces en cada colegio. El acosador y la víctima como protagonistas, unos cuantos actores secundarios que precisamente secundan, y un público que contempla (cuando no aplaude) desde la distancia, ignorante de que la obra no es una tragedia griega cuyo fin está escrito, sino que es interactiva: cualquiera puede intervenir y cambiar el desenlace.

Por una parte, relata Nidia, estaba «el cabecilla de los acosadores, el típico que no se dejaba ver pero instigaba». Junto a él, el «matón», el ejecutor de las bromas, acompañado por una suerte de secuaces, que le seguían y se reían. Una organización de manual, como explican a EL MUNDO los psicólogos José Antonio Molina y Pilar Vecina, autores de ‘Bullying, ciberbullying y sexting: ¿Cómo actuar ante una situación de acoso?‘.

«Cuando hablamos de grupos de bullies, suele haber un cabecilla que ordena y manda. El grupo comparte formas de pensar y de actuar y, lamentablemente, en muchas ocasiones, su objeto de diversión es la violencia y el hostigamiento a otros. Así perciben que están en el lado del fuerte, del que tiene el poder, del que nadie se ríe porque se impone y hace respetar ‘sus leyes’. Todo eso añadido a la desindividualización y desinhibición que propicia el grupo«.

Y después, están losacosadores pasivos. Esos que son testigos de lo que sucede, incluso lo reprueban, pero permanecen en silencio. Bien porque su ausencia de madurez les impide ser conscientes de la gravedad de los hechos, bien porque piensan que no es asunto suyo, y, sobre todo, por miedo. A represalias o a que los tachen de ‘chivatos’ si alertan a los docentes.

«‘¿Para qué voy a meterme en líos?’, ‘¿Y si luego vienen a por mí?’, ‘¿Y si se enteran de que he sido yo el que lo he dicho al profesor?‘, ‘Yo no quiero pasar por lo mismo, prefiero mantenerme ajeno'». Son algunos de los principales argumentos que esgrimen en consulta, explican Molina y Vecina, que trabajan en diseño e implantación de programas de acoso en escuelas.

Una figura que también estuvo presente en el caso de Nidia: «Eran mis amigos más cercanos. Se quedaban al margen, fingían que no pasaba nada… Uno simulaba que no me conocía y luego, a escondidas, me daba los deberes. Otra intentó defenderme sin que yo lo supiese, y acabó pagando el pato: cuando yo me cambié de colegio -porque la familia de Nidia optó por la solución más habitual: cambiar de centro-, el acoso se volvió contra ella«.

Sin ser psicóloga, aunque está estudiando para ello, Nidia hace una diagnóstico bastante certero. «Hace unos años te habría dicho que no entendía esta actitud. Ahora sí: los que acosan siempre tienen a alguien en su punto de mira. Se desarrolla un miedo global que hace que el resto no quiera intervenir por temor a ser el siguiente, sufrir las bromas… Se guían por un sentimiento de autoprotección que les impide actuar».

El problema es que ese silencio sirve como combustible. «Si el agresor es consciente de que ninguno de los espectadores va a hablar o a informar de lo que está pasando, seguirá en la misma línea porque, a corto plazo, no tiene ningún tipo de consecuencias negativas», explican Vecina y Molina, que ponen el ejemplo de P.G., un menor que llegó a consulta porque fue acosado después de haber defendido a uno de sus mejores amigos. La primera frase que dijo fue: «Si lo sé… no me meto».

Los psicólogos establecen cuatro tipos de espectadores, los cuales, con su actitud y conducta, condicionarán el comportamiento del acosador que está llevando a cabo el hostigamiento:

  1. SEGUIDORES DEL AGRESOR. Implicados de una forma directa en el plan del agresor, además se identifican con los valores y normas del grupo.
  2. REFORZADORES PASIVOS. Están presentes cuando se realizan las acciones intimidatorias, pero no participan directamente en ellas. Son conscientes del daño causado a la víctima y suelen reforzar la violencia mediante sonrisas, aplausos o halagos a los agresores.
  3. OBSERVADORES. Simplemente miran. No se muestran a favor de la violencia, pero al no hacer nada para evitarla acaban por reforzarla. Tampoco defienden a la víctima, optan por mantenerse al margen y se sienten ajenos al problema.
  4. DEFENSORES DE LA VÍCTIMA. Tratan de defenderla, ya sea de manera directa, interponiéndose entre ésta y el acosador, o indirecta, informando a un adulto (profesor, padre, policía…)

No obstante, advierten Molina y Vecina, no siempre que se da un caso de acoso escolar los alumnos son conscientes de lo que sucede. «En talleres que hemos realizado, incluso habiéndose diagnosticado una situación de acoso, los demás miembros de la clase del acosado aseguraron no saber nada de los hechos».

Por eso, muchas veces, el trabajo empieza por hacerles tomar conciencia de que son o han sido testigos de ‘bullying’, de que es algo que no debería asumirse como normal, e invitarles a ponerse en el lugar de la víctima y analizar si, con su silencio o sus risas, han sido cómplices. Ésa es la línea en la que van buena parte de las intervenciones en centros escolares, y también el eje, por ejemplo, de la campaña lanzada la pasada semana por la Fundación ANAR y Mutua Madrileña.

«Con que hubiese uno o dos niños que en lugar de reírse o mostrarse indiferentes, asumieran que así se convierten en cómplices, podría revertirse la situación«, asegura el psicólogo Benjamín Ballesteros, director de Programas de ANAR, que subraya que el objetivo es sensibilizar sobre las consecuencias del acoso y transformar la presión del grupo sobre la víctima en cohesión grupal. «Que se den cuenta de que su acción puede ser muy beneficiosa para cambiar la situación».

En estas situaciones, explican Molina y Vecina, es muy importante empatizar con la víctima y «hablar por ella, ya que no puede hablar por sí misma por el profundo temor que está experimentado». Por eso, en los talleres de prevención que realizan en las aulas, explican la importancia de transmitir lo que está ocurriendo y tratan de desmitificar la idea de que si se comunica al profesor o a un adulto responsable, se es un chivato.

«Los pasivos son la mayoría, y si diesen un paso adelante y se protegieran entre ellos, no habría tanto casos de acoso», se muestra convencida Nidia. «No me refiero sólo a enfrentarse a los que están haciendo daño, sino a apoyar a las víctimas. El niño que sufre acoso se siente solo. No busca que se haga justicia, sino no sentirse tan aislado».

Ella, a sus 22 años y gracias a la terapia, dice haberlo superado. El libro ‘Bajo mi piel‘ está inspirado en su experiencia, y procura ayudar a otros niños a través de su blog. «Siempre que se comunican conmigo, les dedico alguna reseña o dibujo y lo publico para que se sientan especiales y entiendan que pueden seguir adelante y que tienen mucho que dar, aunque no lo crean». Que sepan que no están solos, simplemente eso.

http://www.elmundo.es/sociedad/2016/05/02/572249dd46163f1a638b45af.html

“Debemos procurar una revolución en la tecnología que nos dé invenciones y maquinarias que inviertan las tendencias destructivas que ahora nos amenazan a todos”. Así hablaba Ernst Friedrich Schumacher, en contraposición total a lo que le sucede a un menor que está todo el día pegado a las pantallas.

Porque tener en casa un menor tecnoadicto no es algo perjudicial únicamente para el propio niño, sino para toda la familia. Una adicción excesiva, en este caso a la tecnología, es un cisma grave de difícil solución, pero no es una barrera insuperable.

¿Qué es la adicción a la tecnología?

En los últimos 10 años se ha producido un crecimiento tecnológico del que no encontramos precedentes en la historia. La ciencia ha avanzado y avanza a una velocidad cada vez mayor, sin que esto necesariamente sea un síntoma de progreso.

Para muchos personas, especialmente jóvenes y adolescentes, el estar permanentemente conectado y disponer de las últimas tecnologías ya no es una opción, sino algo indispensable. Así al menos se desprende un informe de los expertos psicólogos de ISEP Clinic, el Instituto Superior de Estudios Psicológicos.

Adolescente con un portatil por la noche

Hasta ahora, realmente no hemos visto nada negativo. Sin embargo, cuando un joven es incapaz de prescindir de sus dispositivos tecnológicos, los consultan constantemente hasta el punto de interferir en su propio rendimiento académico y mental. Incluso sufren ataques de furia injustificados si se les priva de sus terminales o de la conexión a internet, podemos estar hablando de un menor tecnoadicto o una adicción a la tecnología.

Ahora bien, ¿podemos ayudar a un menor tecnoadicto? Obviamente sí, sin embargo, una vez el problema se ha ramificado, es cada vez más complejo. La mejor solución es la prevención. No obstante, trataremos de dar algunas claves para ayudar al joven a superar esta grave afección.

Cómo tratar a un menor adicto a la tecnología

Como hemos dicho, ayudar a un chico con adicción a la tecnología no es sencillo. No obstante, hay claves que podemos poner en práctica para que el joven mejore de su afección. Recuerda que tendrás que tener mucha paciencia, empatía y comprensión antes de hacer nada:

  • Además, ante la menor sospecha de que tu hijo pueda ser adicto tecnológico, habla con un psicólogo. Este debe ser siempre el primer paso. Observa al joven, estudia sus costumbres y trata de crear un cuadro exacto para hablar con el especialista, al que deberás acudir sin el niño. El profesional te dará las pautas a seguir según el nivel de gravedad.
  • Si la afección está en pleno desarrollo o crees que el adolescente aún solo presenta este problema en potencia, puedes limitar el uso de internet y datos. No le ofrezcas tarifas planas en el móvil ni conexión constante. Es preferible establecer horarios y limitaciones.
  • También es conveniente que revises las facturas. Usa tarifas que te permitan establecer el nivel de uso de los distintos terminales tecnológicos. Así podrás compartir los datos con el chico, compararlos con una utilización normal y tratar de hacerle entrar en razón.
  • Si tu niño es excesivamente joven, es buena idea retirar los dispositivos progresivamente. Se conocen adicciones tecnológicas de chicos de apenas 8 años. Tenemos que tener claro que la tecnología para ellos no es mala, se convierte en dañina en el momento en el que empieza a haber un abuso de la misma.
  • Finalmente, si tú te pasas todo el día pegado a los dispositivos es normal que el niño asuma este comportamiento como normal y no se pare a pensar de manera crítica en él. Simplemente será más fácil que te imite y más difícil que tú puedas justificar que él no puede utilizar ciertos aparatos con la misma frecuencia que tú.
Mano con un móvil

Datos de interés respecto a la tecnología

Recordemos que la tecnología no es un enemigo. Es bueno que los niños se familiaricen desde bien jóvenes con el uso de ordenadores y smpartphones. No obstante, debe ser mesurado, siempre bajo supervisión y usando mucho la comunicación para que sean conscientes de los riesgos que implican todos esos aparatos que utilizan a menudo.

También es recomendable educar a los niños en el consumo responsable, tanto de tecnología como de cualquier otra cosa. De esta forma entenderá pronto que el ordenador o el móvil no solo son instrumentos de entretenimiento, también de trabajo, estudio o comunicación.

Tampoco es buena idea una prohibición total. Recuerda que el consumo de la fruta prohibida es una tentación enorme a la que los niños no les resulta sencillo abstenerse. Es mejor fomentar el uso racional antes que el corte por lo sano.

Ayudar a un menor tecnoadicto no es fácil, pero tampoco imposible. Debemos tener en cuenta que la tecnología es parte de nuestras vidas y las suyas. Un uso responsable es la única salida saludable y sensata. No olvides que de lo contrario, el aislamiento social, la incapacidad comunicativa y otras afecciones psicológicas más graves pueden hacer acto de presencia, complicando así una posible intervención.

El 15 de noviembre, se celebra el Día Internacional sin Alcohol, una fecha instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para sensibilizar sobre los riesgos asociados al consumo de bebidas alcohólicas. Este día invita a reflexionar sobre el impacto del alcohol en la salud, la sociedad y, especialmente, en los adolescentes y jóvenes, quienes representan un grupo vulnerable debido a factores biológicos, sociales y culturales.

Un hábito que comienza temprano

El inicio en el consumo de alcohol suele ocurrir en la adolescencia, muchas veces influenciado por la presión de grupo, la curiosidad o la percepción de que beber es una forma de encajar socialmente. Según estudios recientes, la edad promedio del primer contacto con el alcohol ronda los 13 años en muchos países, un dato alarmante si se considera que el cerebro humano no termina de desarrollarse completamente hasta aproximadamente los 25 años.

El alcohol puede afectar de manera significativa el desarrollo cognitivo y emocional en esta etapa de la vida. Las áreas del cerebro relacionadas con la toma de decisiones, la memoria y el control de impulsos son particularmente vulnerables, lo que aumenta el riesgo de comportamientos imprudentes y accidentes.

Factores sociales y culturales

La normalización del consumo de alcohol en muchos entornos culturales desempeña un papel crucial. En eventos sociales, celebraciones familiares o incluso en la publicidad, el alcohol se presenta como un símbolo de diversión, madurez o éxito. Esta constante exposición genera una percepción errónea de que beber es inofensivo, ignorando las consecuencias a corto y largo plazo.

Los adolescentes y jóvenes son especialmente sensibles a estos mensajes, que a menudo se refuerzan en plataformas digitales y redes sociales. Además, la influencia de amigos y compañeros puede ser determinante, con frases como “¿Solo una copa?” o “Todos lo están haciendo” actuando como disparadores para probar el alcohol por primera vez.

Consecuencias del consumo de alcohol en jóvenes

  1. Problemas de salud: Incluso un consumo moderado puede causar daños al hígado, el corazón y el sistema nervioso central. Además, incrementa el riesgo de desarrollar dependencia en etapas posteriores de la vida.
  2. Impacto académico y emocional: El consumo frecuente puede llevar a una disminución en el rendimiento escolar, problemas de concentración y una mayor probabilidad de sufrir trastornos como la ansiedad o la depresión.
  3. Accidentes y conductas de riesgo: Según estadísticas, los jóvenes que consumen alcohol tienen mayor probabilidad de verse involucrados en accidentes de tránsito, peleas y relaciones sexuales sin protección.
  4. Problemas legales: En muchos países, el consumo de alcohol está regulado por la edad. Su incumplimiento puede traer sanciones legales que afecten el futuro de los adolescentes.

Promoción de una vida sin alcohol

El Día Internacional sin Alcohol es una oportunidad para fomentar prácticas saludables y cuestionar los estigmas asociados a no beber. Las escuelas, familias y comunidades tienen un papel fundamental en esta tarea. A continuación, algunas estrategias que pueden marcar la diferencia:

  • Educación temprana: Hablar con los adolescentes desde edades tempranas sobre los riesgos del alcohol, utilizando un lenguaje claro y adaptado a su comprensión, puede prevenir el inicio en el consumo.
  • Fomentar actividades alternativas: Ofrecer opciones recreativas y deportivas ayuda a los jóvenes a canalizar su energía y a establecer relaciones sociales saludables sin necesidad de recurrir al alcohol.
  • Ejemplo en el hogar: Los padres y cuidadores deben ser modelos de comportamiento, evitando el consumo excesivo en casa y promoviendo un ambiente donde se valoren las elecciones saludables.
  • Reforzar la autoestima: Jóvenes con una buena autoestima y habilidades sociales sólidas son menos propensos a ceder ante la presión del grupo.
  • Regulación y control: Las autoridades deben velar por el cumplimiento de las leyes relacionadas con la venta y publicidad de alcohol, especialmente aquellas dirigidas a menores.

Un cambio necesario

Enfrentar el problema del consumo de alcohol en adolescentes y jóvenes no es tarea sencilla, pero tampoco imposible. Es necesario un enfoque integral que combine la educación, la prevención y el apoyo emocional para construir un futuro en el que la diversión y las relaciones no estén ligadas al consumo de sustancias perjudiciales.

En este Día Internacional sin Alcohol, recordemos que el verdadero cambio comienza con la información y la reflexión. Los adolescentes y jóvenes son el presente y el futuro de nuestra sociedad; brindarles herramientas para tomar decisiones informadas y saludables es la mejor inversión que podemos hacer.

¡Hagamos de este día una invitación a vivir plenamente y libres de alcohol!

 

Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es atesorar felicidad, un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.

Con su superventas Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.

Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? «Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.

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Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:

1. Perdone sus fracasos. Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y pequeñas. «Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista».

3. Haga deporte. Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.

4. Simplifique, en el ocio y el trabajo. “Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.

5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxito, sí le aportará un grato momento de paz.

6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o ‘lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos’, un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como ‘oportunidad’, que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. «En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos”, afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.

Patricia Payró Jimenez  http://elpais.com/elpais/2015/06/16/buenavida/1434480172_001091.html?id_externo_rsoc=FB_CM

Cuando los hijos llegan a la adolescencia las preocupaciones de los padres se multiplican por mil. Una de las más habituales tiene que ver con el tabaco. Parece que los chavales y chavalas que fuman suelen ser del grupo de los rebeldes y malotes. Probablemente la mala imagen que tiene el tabaco en la actualidad se deba en gran medida a la ley antitabaco que arrinconó a los fumadores, mandándoles a la calle. Pero de aquello hace ya 10 años y la idea que se tiene del cigarro ha vuelto a cambiar. Así se deduce del estudio EDADES (Programa de Encuestas sobre Alcohol y Otras Drogas en España), en el que se apunta a que en el año 2019 el 26% de los jóvenes y adolescentes entre 15 y 24 años había fumado en los 30 días anteriores a la encuesta, llegando al 28.5% en varones y al 23% en mujeres.

Entre otras cosas porque ya no nos referimos solo a los clásicos cigarrillos, sino que ahora hay que estar atento, además, al tabaco de liar, los porros, las cachimbas y los cigarrillos electrónicos. La cosa se complica: a mayor oferta, mayor preocupación. Aunque en definitiva, el enemigo es el mismo: la nicotina. Y lo es porque es una sustancia tremendamente adictiva cuyos efectos llevan a cualquier padre a echarse a temblar. Lo de menos es el modo que tiene de llegar al organismo del adolescente.

Distintas formas, mismo efecto

Rodrigo Córdoba, médico de familia y portavoz del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de semFYC: “El cigarrillo, según documentos de la industria tabaquera, no es más que ‘un vehículo para suministrar dosis de nicotina’. Por eso, la idea es venderla en cualquiera de sus formas porque el efecto va a ser el mismo en todas ellas. No olvidemos que se trata de un producto adictivo y tóxico que compromete el desarrollo cerebral normal de los adolescentes”. Ahí es nada.

Pues hay más: “Los cambios en la estructura cerebral provocados por el tabaco afectan de manera directa al control directo del estado interno de los adolescentes o a la toma de decisiones. En una edad tan sensible como esta, el tabaco puede cambiar drásticamente el desarrollo del cerebro de los jóvenes y afectar de manera importante a su personalidad”, comenta Córdoba, quien señala el rendimiento escolar y las relaciones familiares y sociales como principales damnificados de la nicotina.

Enfermedades cardiovasculares

Por supuesto, también están los problemas cardiorrespiratorios, como afirma Julio Álvarez Pitti, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CiberOBN), pediatra y miembro del Comité promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP): “La nicotina aumenta la frecuencia cardíaca, la tensión arterial y la contractilidad del miocardio. Además es un agente farmacológicamente activo que produce toxicidad aguda y que ingresa fácilmente en el cuerpo y se distribuye por el organismo. Activa múltiples vías biológicas que son relevantes para el crecimiento y desarrollo fetal, el funcionamiento inmunitario, el sistema cardiovascular, el sistema nervioso central y la carcinogénesis”.

Lo que pasa es que los chicos no solo consumen la nicotina a través del tabaco. Córdoba: “Curiosamente, más de la mitad de los jóvenes comienzan fumando tabaco mezclado con cannabis (porro) y la otra mitad fumando tabaco de liar o cigarrillos convencionales.” Pero aún hay más puertas de entrada: “La mitad de los adolescentes españoles reconocen haber probado el cigarrillo electrónico o las cachimbas”, afirma el médico de familia. Y uno de los principales problemas que suponen ambas es que el público en general y los adolescentes en particular no asocian su consumo con ninguna clase de peligro.

Por supuesto, están muy equivocados. Álvarez Pitti: “La utilización de cachimbas no es más que fumar tabaco prensado y mezclado en melaza, que se quema. El humo se absorbe a través de un tubo sin ningún tipo de filtro e inhalando”. No puede sonar peor. O sí, porque atentos a los sistemas electrónicos de administración de nicotina, que además de esta sustancia llevan “líquidos aromatizados como propilenglicol y glicerina que, al inhalarse pueden producir inflamación de las vías respiratorias. De hecho, durante el año 2019 se produjo brote de lesiones pulmonares asociado al su uso”.

Aumenta el uso de e-cigarrillos

Pero esta información no les llega correctamente a los chavales. Probablemente esa es la razón de que su consumo se haya hecho tan popular entre ellos: “Los datos actuales muestran que las tasas de uso de cigarrillos electrónicos están aumentando dramáticamente entre los jóvenes. Los resultados de un gran estudio epidemiológico realizado en EEUU en el año 2014 detectan que el 3,9% de los estudiantes de Secundaria y el 13,4% de Bachillerato habían hecho uso de un e-cigarrillo en los últimos 30 días. Este consumo se había incrementado en ambos grupos de edad en un 650% y 890%, respectivamente, en comparación con los datos de 2011”, asegura Álvarez Pitti.

Hay que tener claro que ninguna forma de consumir nicotina es mejor que otra porque, en cualquier caso, el peligro de la adicción siempre está presente. “Después de uno o dos años consumiendo nicotina, el cerebro se hace adicto a la sustancia y empieza un camino de retorno complicado. Basta con 100 cigarrillos consumidos en el plazo de uno o dos años para volverse adicto a la nicotina”, afirma el portavoz del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de semFYC. Y la cosa no acaba ahí, como afirma Álvarez Pitti: “El tabaco es vía de entrada a otras drogas ilegales. Tanto porque algunas de estas drogas son fumadas como porque el tabaco induce en ocasiones a acercarse a otras drogas. Por último, el efecto de recompensa que produce la nicotina hace que el cerebro desee repetir esta misma ‘experiencia’, y si es más potente, mejor.”

Fuente: El País

Las vacaciones y sobre todo las fiestas populares, con sus verbenas y peñas, son un momento crítico de cara al inicio o reinicio en el consumo de alcohol en los adolescentes.

El psicólogo Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de Asociación DUAL,  explica que los menores empiezan a consumir alcohol por presión de grupo y la necesidad de ser aceptados y que a eso hay que añadir la baja percepción de riesgo por parte de los jóvenes. “El consumo de alcohol tiene una primera fase euforizante y desinhibitoria, que puede llevar a que el menor entienda que está mejorando de sus síntomas gracias al alcohol. Esto es peligrosísimo, porque está en un periodo de formación de su cerebro y desarrollo de su personalidad”, añade. Por todo ello, es fundamental tomar medidas para prevenir el inicio temprano en el consumo de alcohol.

Cómo hablar con tus hijos de los riesgos del alcohol

Para ayudar a los padres a abordar los peligros del alcohol con sus hijos, la Asociación DUAL ofrece un decálogo para orientar a los padres

menor alcohol

Consejos para prevenir el inicio temprano de consumo de alcohol en los adolescentes

  1. Muestra cercanía: es importante que te comuniques con tus hijos menores, que resultes razonable y confiable, y que e muestres compresivo y solidario.
  2. Anticípate: advierte a tu hijo de que este año probablemente va a sufrir presión para probar el alcohol por parte sus amigos y de lo difícil que va a ser continuar sin hacerlo.
  3. Explícale que puede posponer el consumo de alcohol, que no tiene por qué hacer ahora mismo algo que podrá hacer más adelante, y que no hay prisa, que ahora no toca.
  4. Pide su opinión sobre este asunto, sin juzgarle, valorando su punto de vista y tratando de estimular su espíritu crítico.
  5. Explícale los riesgos beber mediante botellón o de forma compulsiva.
  6. Supervisa sus salidas nocturnas: avísale de que le vas a preguntar qué ha pasado cuando regrese, que te vas a fijar en cómo vuelve y explícale que no es desconfianza en él sino preocupación sincera.
  7. Controla sus salidas, poniendo una hora límite de llegada a casa. Puede ser buena idea programar encuentros periódicos intermedios (“te quiero ver cada hora aquí, te acercas y luego, si todo está bien, te puedes volver a ir”; o “me haces una videollamada, que yo te vea”).
  8. Limita la cantidad de dinero que le das: es mejor dar poco y a menudo que mucho y de golpe.
  9. Coordínate con los padres de sus amigos para hablar sobre las salidas de vuestros hijos, saber dónde y cómo están, recogerles, etc..
  10. Si tu hijo transgrede las normas, tendrás que aplicar consecuencias. Pero si lo hace bien, también hay que reconocérselo y” sancionarlo” positivamente.

El decálogo forma parte de la campaña ‘Este verano te la vas a jugar’, financiada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y que tiene como objetivo para alertar del alto riesgo de consumo de alcohol durante las vacaciones por parte de adolescentes y jóvenes.

Fuente: https://www.mujerymadrehoy.com/consejos-para-hablar-con-tus-hijos-de-los-riesgos-del-alcohol/

El binomio adolescentes-alcohol siempre causa inquietud a los padres, pero esta preocupación se vuelve angustiosa ante noticias de episodios que terminan en tragedia. Y la verdad es que los padres tienen motivos para alarmarse: el Plan Nacional sobre Drogas alerta de que en nuestro país la edad media de inicio en el consumo de alcohol es de 13,9 años, lo que significa que hay niños que comienzan a beber desde antes. Y los resultados de la Encuesta sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias 2014/2015 concluyen que el 76,8% de los chavales entre 14 y 18 años ha consumido alcohol en el último año, y el 68,2% en el último mes. Además, uno de cada tres escolares ha tomado alcohol en forma de atracón (binge drinking) en los últimos 30 días, una de las “modalidades” más peligrosas, pues el consumo masivo de bebidas alcohólicas en un periodo corto de tiempo resulta mucho más agresivo para el organismo que el mismo consumo realizado durante un intervalo de tiempo más prolongado.

“El consumo de alcohol en la adolescencia no es un problema de unos pocos, sino un problema social, y para prevenirlo los padres deben mantenerse muy alerta», afirma el doctor Mariano de Iceta, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Sofía (San Sebastián de los Reyes, Madrid). ¿Cómo? «Primero, dando buen ejemplo a su hijo: si el alcohol está presente en la casa, que su consumo sea siempre moderado, nunca masivo. Segundo, prohibiendo su acceso a los menores, pues además de nocivo para la salud, es ilegal. Y tercero, aprendiendo a distinguir los signos de que un menor está consumiendo alcohol, pues detectar que algo pasa desde los primeros momentos en que empieza a ocurrir es el paso inicial para evitar que el problema se agrave y poder solucionarlo con más facilidad”, responden. Estas son algunas señales que pueden alertarle de que tiene un problema en casa:

Su comportamiento es errático cuando llega por la noche: Es habitual que después de salir con los amigos, el menor que ha bebido se escabulla rápidamente a su habitación. Los expertos recomiendan a los padres que, pese a todo, intenten cruzar dos palabras con él. Si el chico o la chica ha estado bebiendo, su aliento le delatará. Lo mismo que si su boca despide un intenso olor a chicle: o es un fanático de la goma de mascar a las tres de la mañana o seguramente estará tratando de camuflar los efluvios del alcohol. Lo que desde luego no hay que hacer es ponerse en el papel de detectives y empezar un interrogatorio intempestivo. «Esto provoca que el niño vea a sus padres como enemigos, y termina siendo contraproducente», dice el psiquiatra.

Llega enrojecido y se mueve con torpeza: Aproveche el momento para buscar signos como enrojecimiento ocular o rubor facial también pueden evidenciar que su hijo le ha dado a la botella. Fíjese también en sus movimientos. El desequilibrio en la marcha y la torpeza motora revelarán que está mareado, lo mismo que una conducta desinhibida y cierta euforia. Al día siguiente puede mostrarse más apático, inapetente, enlentecido y desganado.

Tiene bruscos cambios de humor: David Ribera Jiménez, técnico en conductas adictivas del Centro Can Rosselló (Barcelona), alerta de alteraciones en el comportamiento cotidiano que pueden servirle de pista. “Los padres notarán empobrecimiento del vocabulario, disminución de la comunicación verbal y afectiva, irritabilidad, altibajos de humor, disminución o aumento del apetito, llanto frecuente, ansiedad, trastornos del sueño…”, señala.

“Los padres notarán empobrecimiento del vocabulario, disminución de la comunicación, altibajos de humor…» (David Ribera Jiménez, técnico en conductas adictivas)

Se ha vuelto taciturno y ha cambiado de amigos: «Un cambio súbito de amistades podría ser otra mala señal», según Ribera Jiménez, sobre todo si va acompañado de cierto secretismo. Poco o nada saben los padres de con quiénes se está juntando su hijo, a dónde van, qué hacen… ¿Son de su misma edad o mayores?

Se le ve desmotivado: “El abandono de sus actividades habituales de ocio, la despreocupación por los estudios y la dejadez en sus responsabilidades” también nos estarán indicando, según Ribera Jiménez, que el niño puede estar bebiendo sin que usted lo sepa.

Usted descubre vacíos en su mueble-bar (y en su cartera): ¿Echa en falta la botella de ron de su armarito de bebidas? ¿De un tiempo a esta parte tiene la sensación de que los billetes desaparecen como por arte de magia de su cartera? «También es frecuente que le pidan con insistencia un aumento de la paga», añade Ribera. Puede que la respuesta sea una sola palabra: botellón.

¿Y ahora qué hacemos?

Ante estos signos debemos dejar muy claro al adolescente que rechazamos su conducta de beber alcohol. Como señala MedlinePlus, la web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el consumo de alcohol en edades tan tempranas daña las células cerebrales, lo que hace que los chicos rindan menos en el colegio, adopten conductas conflictivas, se vuelvan más vulnerables al consumo de otras drogas y corran más riesgo de sufrir trastornos mentales a lo largo de su vida.

“No sirve de nada regañarle, gritarle ni enfadarse”, advierte David Ribera Jiménez. “Hay que dejar el diálogo para el día siguiente, pero eso sí, nunca obviarlo. Pasar por alto este comportamiento o intentar normalizarlo para evitar una bronca familiar es esconder la cabeza debajo del ala ante una situación que tiende a agravarse con el paso del tiempo”.

Resulta primordial encontrar un porqué, como aconseja el psiquiatra del Hospital Infanta Sofía: “Es fundamental que nos cuente en qué situación estaba cuando bebió, qué tomó y si lo ha hecho más veces. Saber si se siente presionado por su grupo es una circunstancia muy distinta a que el adolescente beba porque no se siente bien consigo mismo, por ejemplo. Conocidas sus razones podemos mostrarle otras soluciones más saludables para resolver sus conflictos e insistirle en los efectos negativos del alcohol y en su inutilidad para solventar problemas. Hecho esto, hay que acabar la conversación con el compromiso por parte del menor de que no va a volver a beber en salidas posteriores y confiar en él. Nuestra misión es acompañarle y apoyarle y, una vez habladas las cosas, dejarle decidir en ciertos ámbitos, puesto que no podemos seguir protegiéndole como cuando era un bebé ni perseguirle a escondidas cuando queda con sus iguales”.

Una respuesta madura para cada excusa

Desde el departamento de salud mental infanto-juvenil del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Sofía nos explican cómo rebatir las falsas expectativas que los jóvenes persiguen al beber alcohol:

“Me relaciono mejor”. No es verdad. En general, cuando beben no controlan lo que dicen, suelen mostrarse irritables y presentan conductas inadecuadas de las que al día siguiente se arrepienten (es posible que ni siquiera las recuerden). Además, las interacciones sociales no tienen continuidad y no son auténticas.

“Me divierto más”. ¿Cómo es posible, si acaban la noche vomitando y mareados? Contrariamente a la idea que tienen de que van a estar más eufóricos y enérgicos, terminan la “fiesta” en un desagradable estado de sopor, faltos de reflejos y con dificultades para darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor.

“Si no bebo, soy un pringao”. La mayoría de los adolescentes sucumben a la presión de su grupo, con tal de sentirse integrados en él. Hay que ponerles ejemplos de compañeros que son muy valorados en su entorno por otras cualidades que no tienen nada que ver con “beber y saber aguantar” o descontrolarse y terminar en la sala de Urgencias de un hospital, tales como ser deportista, actor, músico o voluntario en una ONG.

“Así ligo más”. ¡Imposible! El mal aliento, las dificultades de pronunciación y construcción de frases y la torpeza de movimientos no hacen a nadie más atractivo, sino al contrario. Además, las chicas están más expuestas a situaciones de abuso sexual cuando están intoxicadas.

http://elpais.com/elpais/2016/12/09/buenavida/1481285468_386982.html