La próxima Semana Santa, los desplazamientos no tienen por qué convertirse en un suplicio salpicado de “me aburro” y “¿cuánto falta?” durante kilómetros. ¿Se imagina un viaje Murcia-Ferrol en coche sin tablet? ¿O retenciones de varias horas para entrar en Madrid entre llantos de desesperación? Estas cosas pasan, todos los años, cada Semana Santa. Y seguimos sin preparar el viaje de forma lúdica.

La recomendación es meter en el coche una batería de juegos que ocupen la mayor parte del trayecto, porque dependiendo de las edades de los niños y el transporte elegido puede ser complicado entretener a los más pequeños si descartamos los remedios de la abuela como el “chupito diluido de Agua del Carmen” (que por su alto contenido alcohólico no es que relajase a los menores, sino que directamente los noqueaba) o las “pastillas amarillas para no marearse” (entiéndase “para que el niño duerma hasta llegar a destino”).

Según el estudio “From curious to furious” que lanzó la Highways England (Dirección General de Carreteras británica) en 2015, los niños pasan del aburrimiento a la ira en apenas un cuarto de ahora, concretamente a partir de dos horas y 37 minutos de viaje. En ese punto se desata el drama. Así que la recomendación de hacer una parada cada dos horas y estirar las piernas en un área de servicio tiene el doble objetivo de aliviar al conductor y permitir que los pequeños se despejen.

“El mejor consejo que podemos dar a los padres es que informen a sus hijos sobre el viaje: compartir la duración aproximada, los kilómetros que haremos, los pueblos que vamos a pasar, para hacer que el viaje en sí mismo sea interesante para ellos. No puede ser como antes, que subías a un coche y no sabías nada más. Ahora, con ayuda del GPS y las tablets ─con control parental y sin dejar realmente el viaje en sus manos─ podemos hacerles partícipes: que nos busquen áreas de servicio o gasolineras en los siguientes kilómetros y nos guíen para llegar o que encuentren información sobre los pueblos que dejamos atrás”, sugiere Enrique Castillejo, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Pedagogos y Psicopedagogos de España. También recomienda que en los viajes en coche, los padres eviten juguetes con piezas sueltas que puedan caer entre los asientos o debajo de los pedales del conductor, o juegos que requieran la atención directa y obligue al copiloto a girarse para mirar hacia atrás. “Siempre se debe enseñar a los niños que en el viaje, por muy divertido que sea, tenemos que dejar tranquilo al conductor y que la seguridad de todos es lo primero. También podemos aprovechar los desplazamientos largos en coche para jugar a cálculo mental con las matrículas de otros vehículos, buscar palabras que empiecen con las iniciales de los pueblos o identificar conocimiento del medio como paisajes kársticos, árboles, cultivos o tipos de nubes”, propone Castillejo.

Los viajes por carretera con niños van intrínsecamente ligados a juegos clásicos como el “veo veo”, las “adivinanzas”, las “palabras encadenadas” (pensar palabras que empiecen por la última sílaba de la palabra anterior), el “cadáver exquisito” (seguir y desarrollar un cuento inventado entre varias personas), “hundir la flota” o “el ahorcado”, para los que necesitaremos la previsión de meter en el coche papel y lápiz para todos. Pero si el copiloto necesita descansar un rato, también existen los libro-juegos como ¡En Marcha! (Ed. Combel), con rotuladores para colorear y pegatinas adhesivas; Juegos para entretener a los niños durante los viajes (Ed. Planeta), que reúne los clásicos antes mencionados; Juegos para viajar por la historia (Ed. SM), libro orientado a niños un poco más mayores; o audiolibros como la Antología de cuentos con música (Ed. McMillan), versión en castellano o en inglés, para que el reproductor de música del coche se encargue de distraer a los pequeños.

Cuando el desplazamiento es en tren, las mesas compartidas son la mejor opción para que las familias puedan interaccionar con juegos de mesa, papiroflexia, tejido de pulseras, cuadernos para colorear o incluso una partida de cartas, ya sea el clásico cinquillo o los infantiles como Uno o Dobble. En los viajes aéreos, en cambio, no tendremos el comodín del paisaje, la cafetería ni las áreas de servicio, así que quizás sea el momento de desplegar y aprovechar toda la tecnología disponible ─en modo avión y con auriculares para no molestar al resto de viajeros─ con películas, música o videojuegos. Los libros y guías de viaje sobre el destino también pueden suponer un aliciente para sobrellevar vuelos largos o las horas perdidas entre conexiones. De hecho, las salas de espera y salas de embarque en los aeropuertos son el escenario perfecto para saltar y estirarse con el viejo “Simón Dice” o descalzarse y lanzarse al suelo para jugar al “Twister” con los niños. ¿Le mirará el resto de viajeros? Posiblemente, pero con envidia: ahí es donde empiezan verdaderamente las vacaciones.

http://elpais.com/elpais/2017/04/07/mamas_papas/1491548689_796754.html

Al convertirse en padre, el director Daniel Martínez Lara empezó a plantearse qué es lo que más conviene a los hijos en sus primeros años de vida. Decidió dirigir junto a Rafa Cano Méndez el cortometraje animado Alike. La cinta plantea en 8 minutos la relación de un padre (Copi) y un hijo (Paste) en medio de la vorágine de pautas y normas que impone el día a día. Financiado con recursos propios, los responsables de esta película encontraron en un programa gratuito de animación a su principal aliado. Para devolver el favor que les hacía internet, ahora permiten que su trabajo se vea completo en plataformas como Vimeo. Acumula más de 5 millones de reproducciones entre Vimeo y YouTube y es de libre acceso para todas las escuelas de España.

«La educación infantil para niños menores de 7 años está excesivamente centrada en el currículum (lectura, escritura e inglés)», dice a Verne el director Daniel Martínez Lara a través del teléfono. «Esos conocimientos son muy importantes, pero quizá a esa edad deberían estar aprendiendo a ser creativos, a cómo vivir en grupo y otros valores más necesarios que saber los números en inglés», señala.

Alike plantea «una reflexión sin querer adoctrinar» y hace referencia al sistema educativo, pero también a las relaciones familiares: «Cuando te conviertes en padre, te planteas si deberías atreverte a no hacer lo que la sociedad impone. Para tu hijo lo realmente necesario es saber que hay alguien al otro lado que le entiende».

Su compañero en las labores de dirección, Rafa Cano Méndez, todavía no es padre, así que aporta su visión como hijo. «La sociedad se fija en lo que cree que es mejor para los niños, con buena intención, pero a menudo se equivoca. La rapidez del día a día no nos permite reflexionar si lo más práctico es lo que en verdad nos está haciendo felices», cuenta a Verne.

Juntos comenzaron en octubre de 2010 a construir este proyecto, de más de 60.000 euros de presupuesto. Emplearon recursos técnicos propios y los ahorros de ambos, además de contar con el apoyo del productor Nico Matji.

El programa de animación 3D Blender con el que se ha creado esta película es de uso gratuito. Cuenta con permanentes mejoras técnicas gracias a la colaboración desinteresada de un grupo de internautas. «Supuso un alivio a nivel económico. Aunque es gratis, no es menos potente desde el punto de vista técnico que uno de pago», explican los directores.

«No pretendíamos recuperar la inversión, porque es algo muy difícil con un proyecto como un cortometraje, así que nuestra intención era que llegara a la gente. El objetivo está cumplido», aseguran. «Creemos que se ha hecho viral porque cuestiona uno de los temas que, tras la crisis económica, todo el mundo ha empezado a replantearse, como su concepción del trabajo, la educación y la sanidad».

El relato, protagonizado por personajes lo más asexuados posible y sin raza concreta y ambientado en un lugar sin patria definida, intenta ser universal. Alike comenzó a proyectarse en festivales de cine de todo el mundo en 2015. Los directores lo consideran un gran escaparate, pero para mantenerse en ese circuito se debe cumplir un requisito: que el cortometraje no pueda verse de forma íntegra en internet, para que los festivales aseguren así un contenido único a sus asistentes.

Por eso, cuando la cinta ganó el Goya al mejor cortometraje de animación en 2016, casi nadie lo había visto. «En ese momento nos felicitaban por haber ganado un premio; ahora que la gente ha podido acceder a la película, nos felicitan por su calidad», apunta Cano Méndez.

Ambos sabían que internet les podía dar una exposición que no les ofrecía la televisión, un medio sin hueco en su parrilla para este tipo de contenidos. Se saltaron el paso de emitir la cinta en la pequeña pantalla «para que el público pudiera verla cuanto antes en internet».

Ahora su trabajo conjunto ha encontrado otra vida más en las escuelas. El corto se ha cedido a la base de datos del Ministerio de Educación para que los profesores puedan acceder a él de forma gratuita y se lo muestren a sus alumnos. «Era una forma de prolongar ese sentimiento de comunidad que nos hemos encontrado en internet», comentan los dos padres del proyecto del que es su hijo común.

http://verne.elpais.com/verne/2017/04/05/articulo/1491390435_650983.html?id_externo_rsoc=FB_CM

¿Cómo se puede enseñar lo que es el autismo a los más pequeños de la casa? Esta es la pregunta que se hizo el programa Barrio Sésamo que lleva 50 años en antena en Estados Unidos. Para resolverla, su respuesta e iniciativa ha sido crear una marioneta, Julia de cuatro años, con este trastorno para que los niños sepan y conozcan cómo son los menores que padecen esta enfermedad que afecta a uno de 68 niños en edad escolar, siendo más común en varones, según los últimos datos del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de este país (CDC, por sus siglas en inglés). Es una forma bonita de concienciar sobre el autismo infantil y reducir los prejuicios a su alrededor.

El anuncio de esta nueva incorporación lo hizo la guionista del famoso programa infantil, Christine Ferraro, en una entrevista concedida ayer domingo a la cadena de televisión CBS. Julia, la marioneta con autismo, ya sale en los tebeos y libros de Barrio Sésamo. Y ya se anunció su incorporación en el programa en 2015. Pero es ahora que da, definitivamente, el salto a la pequeña pantalla que compartirá con viejos conocidos como el Monstruo de las Galletas (Triki) o Epi y Blas.

«La gran discusión (dentro del programa) desde el principio fue: ¿cómo hacemos esto, cómo hablamos de autismo?’, explicó Ferraro en el programa 60 Minutes. “Fue complicado encontrar un patrón único para el personaje, ya que es una enfermedad que no se manifiesta de la misma manera entre los menores que la padecen”, añadió.

Los Trastornos del Espectro Autista (TEA), entre los que se incluye el autismo, se definen como trastornos del neurodesarrollo que se manifiestan habitualmente en los tres primeros años de vida de un niño. Los bebés con el trastorno pierden el contacto visual, en ocasiones parece que no oyen y tienen algunas hipersensibilidades o cogen rabietas excesivamente fuertes. Una conducta muy característica de los niños aquejados por este trastorno son los comportamientos repetitivos. Aunque, según los expertos, conseguir un patrón único es complicado ya que hay niños libres de trastorno que también pueden presentar algunos de estos síntomas.

«En la primera aparición», según relató la guionista, “Julia ignorará a Paco Pico (La Gallina Caponata)  -una de las características de los niños con TEA también es su dificultad para relacionarse- . Extrañado por la reacción de la nueva marioneta, Paco Pico pensara que no le gusta a la niña. Problema que resolverán otros personajes de Barrio Sésamo enseñándole que la conducta de esta es diferente y que debe evitar los prejuicios”. Este nuevo personaje tendrá protagonismo en Barrio Sésamo.

El programa infantil siempre crea sus personajes bajo la supervisión de profesionales. Normalmente, con la ayuda de educadores y psicólogos. “En el caso de Julia”, continúa Ferraro, “hemos trabajado también con distintas organizaciones que trabajan con niños con autismo con el fin de decidir qué características debía tener y cómo normalizar este trastorno a los demás niños”.

http://elpais.com/elpais/2017/03/20/mamas_papas/1490003917_648432.html

La intervención es un espectáculo nocturno del colectivo Waterlight Graffiti en la que se instalará un panel de alta definición de 16 metros de longitud integrado por miles de luces LED sobre el que los asistentes podrán dibujar y escribir con agua. ¿LED y agua? ¡Sí! «El agua, al entrar en contacto con los bordes del LED, conduce corriente eléctrica y crea un puente que permite que la corriente pase a través del circuito, lo que ilumina al LED bajo la superficie de los paneles», explica el Ayuntamiento de Madrid en un comunicado de prensa. De esta forma, el público tendrá un papel activo, jugará a ser artista por un rato, creando graffitis con una pistola de agua, un pincel, un chorro de agua, los dedos o cualquier objeto húmedo.

Graffiti con Luz, que podrá verse del 23 al 26 de marzo entre las 20:00 y las 23:00 h, contará además con la participación del artista madrileño del graffiti iconográfico SUSO33. Trabajará en directo los días 23, 24 y 25 a las 21:00h. «El enclave es muy icónico y está en pleno centro de Madrid, con miles de personas mirándote y eso es diferente a trabajar en tu estudio. Exponerme a condicionantes es algo que me gusta», explica SUSO33 a Traveler.es.

La Plaza Mayor de Madrid se llena de arte urbano este fin de semana

El arte urbano toma la Plaza Mayor de Madrid

Waterlight Graffiti / Charles Ayats

Su intervención seguirá la línea del trabajo de investigación que desarrolla desde hace años, la pintura escénica de acción, en la que se entrelazan diferentes elementos como la pintura, la escenografía, la performance o la acción. Respecto al tema, asegura que no le gusta cerrarlo del todo, al  ser una técnica incontrolable y con condicionantes como es, en este caso, el pintar con agua que se evapora generando formas aleatorias. «Voy pintando sobre la marcha. Es pintura acontecimiento. El agua se evapora y yo aprovecho esta aleatoriedad». Para esta intervención, SUSO33 apuesta por tratar de reflejar el concepto del tiempo, «pero hablando de procesos, no como algo cerrado».

De esta forma, arrancará Cuatro Estaciones, un programa de propuestas de arte urbano que se organiza en el marco de las celebraciones del IV Centenario de la Plaza Mayor. Con cada cambio de estación, artistas o colectivos mostrarán su obra en este enclave madrileño. Así, con la llegada del verano será el turno del colectivo artístico luzinterruptus y el otoño llevará el nombre del artista urbano SpY.

http://www.traveler.es/viajes/mundo-traveler/articulos/intervencion-arte-urbano-plaza-mayor-madrid-suso33/10384

La poesía también debe y puede llegar a los niños. Con esta idea en la cabeza, Guadalajara ha decidido celebrar el Día Mundial de la Poesía hoy 21 de marzo, con el fin de acercar a mayores y pequeños este arte, gracias a una colaboración internacional en la que participan diversos países como Italia, Francia o Portugal. El lema del día es La poesía anda por las calles. La jornada constará de medio centenar de actividades en las calles y espacios públicos durante 12 hora seguidas, dirigidas a cientos de personas de todas las edades y gracias a la cooperación de muchas instituciones. Las actividades llevan en marcha en la ciudad desde las 08.00 horas de la mañana de este martes. Las actividades se dividen en seminarios de poesía oral y talleres formativos. Hablamos con Blanca Calvo, presidenta del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil, y Concha Carlavilla, la coordinadora de la jornada, para que nos expliquen los puntos fuertes de esta particular celebración.

PREGUNTA. ¿Cómo surgió la idea de crear un evento de estas características?

RESPUESTA. Es muy alentador pensar que entre varios países celebramos algo en torno a la poesía, en vez de alrededor de la economía, y que hemos lanzado una iniciativa aparentemente tan utópica, pero que se ha hecho realidad. Se trata de aportar una idea de Europa con la que creo que nos deberíamos quedar. Ahora que se cuestiona tanto Europa es importante reinventarla desde la poesía, y en este caso lo estamos haciendo desde cuatro países del sur. Creemos que es bueno que se mire al sur.

P. ¿De los eventos, cuáles están exclusivamente dedicados para niños?

R. Aproximadamente la mitad de la programación es para niños, con especial protagonismo en la jornada matutina. Los niños van a reivindicar con sus pancartas que la poesía está en las calles y van a llamar la atención de los ciudadanos sobre este hecho, regalando poemas en pegatinas. Sin poesía no hay ciudad.

P. ¿La importancia de la poesía en la infancia? ¿Efectos y consecuencias de amarla?

R. En la infancia, empieza gustando la poesía por su musicalidad y ritmo. Acabo de volver de Portugal y allí la bibliotecaria de Fundâo nos ha dicho que hay niños que están recitando poesía muy culta, como Camôes, y que lo hacen con placer. Es muy importante empezar a trabajar la poesía pronto. De entrada, les gusta. En los talleres con alumnos, el campeón de ‘slam poetry’, Dani Orviz, preguntó en las tres sesiones, a quién le gustaba la poesía: muchos niños, no menos de 200, levantaron la mano en la sesión para colegios; hubo menos que lo hicieron en el taller con institutos y, sorprendentemente, fueron apenas tres o cuatro los que lo hicieron en la sesión con alumnos de Magisterio de la Universidad. Todos los buenos y profundos hábitos, si se adquieren desde niños, nos acompañan toda la vida. Vivir una vida con poesía es muy bueno porque te ayuda a entenderte a ti mismo. Hay cosas que no se describen fácilmente si no es con metáforas y momentos en la vida en que la poesía es como una poción mágica. En los talleres de estos cuatro meses, hemos visto la progresión en los niños y los jóvenes. Cuando les pedíamos salir al escenario a hacer cosas, en los primeros encuentros estaban expectantes y menos participativos, pero según transcurrieron las sesiones, en cambio, estuvieron más activos.

La poesía vive en nosotros antes de que salgamos al mundo, porque ya en el vientre de la madre estás acunándote y escuchando ritmos, como el sonido del corazón. Eso es la poesía, es lo que te balancea, tiene ritmo y música. Tiene que acompañarte siempre y cuando te llega, te llega tanto, porque con ella tu memoria acude al vientre de la madre, donde empieza todo.

El profesor explicando y garabateando en la pizarra, los alumnos en silencio tomando precisas notas de lo explicado, el examen final donde regurgitar todo el conocimiento ingerido durante el curso. Este modelo, la tradicional clase magistral, va siendo sustituido poco a poco por otros métodos y estrategias educativas que tratan de que el alumno sea una parte más activa en el proceso de aprendizaje, algo más que un mero receptor de información. El aprendizaje basado en proyectos (ABP), o en problemas, o en retos, o la gamificación van ganando espacio en colegios públicos y privados, muchos de ellos en la Comunidad de Madrid.

Parece cosa muy moderna y novedosa, y lo es, aunque los métodos de enseñanza activa hundan sus raíces en el s.XIX y sigan el hilo de proyectos como la Institución Libre de Enseñanza (ILE) de Francisco Giner de los Ríos o de reconocidos psicólogos del s. XX como Jean Piaget o John Dewey, partidario este último del «aprender haciendo».

«El alumno genera así su propio conocimiento, afrontando retos sobre la información que ya maneja», expone la psicóloga Marisa Calatayud, directora del curso Metodologías activas y aprendizaje en educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), «además esta forma de trabajar fomenta otras habilidades como el trabajo en equipo, la cooperación, la escucha activa, la habilidades comunicativas, la comunicación no verbal, etc».

Pero, ¿cómo funciona en la práctica? Un ejemplo, simplificando mucho, sería trabajar sobre un tema como la Edad Media. Se forman grupos de alumnos que se dedican a áreas específicas y las asignaturas se abordan de manera transversal: por ejemplo, la Edad Media desde el punto de vista histórico, literario, de las ciencias sociales, etc. Luego el trabajo de cada equipo se pone en común. Como cada uno trabaja en los temas que más le interesan se crean alumnos más motivados. «La búsqueda de información de diferentes fuentes también les enseña a ser críticos y buscar información veraz, en una época en la que hay que tener mucho cuidado con la información falsa que encontramos en Internet», dice Calatayud.

La letra con juego entra

Gamificar: dícese de convertir las cosas en juego. «Es una tendencia que viene del mundo de la empresa y que ahora se está intentando aplicar a la educación», dice Clara Cordero, maestra en formación docente y responsable de la web gamificatuaula.wixsite.com/ahora, en la que diferentes profesores gamificadores comparten sus experiencias creando algo así como un banco colaborativo de recursos del que sacar ideas y progresar. Si el viejo adagio decía que «la letra con sangre entra», ahora lo que se pretende es que entre a través de lo lúdico. «A gamificar se aprende gamificando: la colonización ha comenzado», es el lema de esta curiosa comunidad.

En el colegio privado Liceo Europeo no hay libros de texto. «Los propios alumnos investigan y componen sus propios libros», dice Esther Arama, coordinadora de Bachillerato Internacional del centro. «Así se logra un aprendizaje participativo que, además, fomenta la responsabilidad y la independencia». Su principal inspiración, dicen, es la Institución Libre de Enseñanza. Todo esto se suma a una fuerte apuesta por la tecnología: hay wifi en todo el colegio y hasta una iClass equipada con tabletas último modelo. La evaluación es continua. «No hay exámenes como tal», dice Arama, «se presentan proyectos, trabajos, mapas conceptuales, también alguna prueba escrita, sobre todo en secundaria, pero no como los exámenes tradicionales».

Otros colegios en la Comunidad de Madrid que aplican este tipo de metodologías activas son la Escuela Ideo, privada, de la Fundación Ideo, o el concertado Colegio Brot, de la Fundación Aprender, especializado en niños con problemas como la dislexia, aunque no solo. El portal Ludus congrega un directorio de 840 centros de enseñanza «alternativa» en España.

Esta forma de trabajar fomenta otras habilidades como el trabajo en equipo, la cooperación o la escucha activa

El colegio público Santo Domingo de Algete, de infantil, primaria y secundaria, también aplica este tipo métodos y estrategias. Su educación se basa en lo audiovisual: la preparación de vídeos, programas de radio o periódicos on line sobre los temas curriculares a tratar. Su director, Óscar Martín Centeno, destaca también el aprendizaje por retos. «La diferencia con el aprendizaje basado en proyectos es que aquí se les plantea una situación a los alumnos y ellos mismos tienen que sacar de ahí el reto a resolver», dice el director. Por ejemplo, ABP el proyecto podría ser algo así como «mover el banco del patio». Los alumnos tendrían que ingeniárselas pidiendo permisos al Ayuntamiento y contratando a una empresa. En cambio, en aprendizaje basado en retos, se les daría el patio a los alumnos y se les preguntaría qué hacer: quizás el reto no sería cambiar el banco de sitio, sino pintar las tapias: ellos mismos deciden la misión adecuada.

Martín Centeno cuenta uno de esos proyectos: «Consiste simplemente en la siguiente situación: un extraterrestre, en forma de pequeño robot, llega al colegio, ¿qué hacemos a partir de ahí?». Lo que los alumnos decidieron fue crear una narrativa de ese robot, con textos, canciones, contando su historia, e, incluso, manejarlo desde el punto de vista de Robótica. Así se tratan diferentes asignaturas como Lengua, Música, Física y Química, etc.

En los colegios públicos el cambio depende de la resistencia o apoyo que encuentre el profsor en su claustro

La cosa, claro está, plantea sus dificultades: «La principal es encajar todo el currículo que se tiene que impartir en estas experiencias», dice Martín Centeno, «siempre hay un 20% que no encaja a priori y hay que buscar la forma de enseñar». Porque este tipo de enseñanza requiere tal vez una mayor implicación de los docentes. «En realidad el reto también es para el profesor, se trata de un aprendizaje bidireccional», apunta Calatayud. ¿Cómo se promueve la implantación de estas metodologías en los colegios públicos? No de una forma sistemática, al final depende de la libertad de enseñanza de cada profesor y de la resistencia o apoyo que encuentre en su claustro. Aunque, eso sí, dentro de los cursos de formación docente de la Comunidad de Madrid se puede acceder a formarse en técnicas de este tipo (ABP, flipped classroom, en la que la clase se invierte para el trabajo más práctico y no el teórico, etc).

También existe un Mooc (curso gratuito, abierto y masivo por Internet) del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF), dependiente del Ministerio de Educación, titulado Gamificación en el Aula, obra de la formadora de docentes Clara Cordero, que trabaja en el campo de la metodologías activas. «En el Mooc hemos tenido gran cantidad de inscripciones, más de 2600 de varios países, y creo que estas estrategias cada vez despiertan el interés de más docentes», dice. En definitiva, todas estas ideas ya estaban en el milenario proverbio de Confucio: «Lo que oigo, lo olvido; lo que veo, lo recuerdo; lo que hago, lo aprendo».

http://economia.elpais.com/economia/2017/03/12/actualidad/1489333447_073406.html?id_externo_rsoc=FB_CM

Hay temas en la vida de los que nos cuesta hablar con los demás y aún más con los pequeños. La salud y la enfermedad son uno de ellos, incluso tendemos a pensar que si no los expresamos desaparecerán o no existirán más. Por desgracia no funciona así, es mejor afrontar la situación y hablarlo abiertamente sin miedo. Y con los niños y niñas una muy buena forma de introducir este tema es a través de los cuentos. Aquí os recetamos una serie de títulos para que os los guardéis en el botiquín de casa.

No me da miedo… el médico · Céline Lamour-Crochet · Patrick Morize · Editorial Larousse (A partir de dos años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

¿A qué niño o niña no le da miedo ir al médico? Y más cuando es la primera vez, que ante lo desconocido desproporcionan el cómo será, y dan rienda suelta a la imaginación. En estos casos lo mejor que podemos hacer para desdramatizar la situación es explicarla a través de un libro con personajes con los que verse identificado. Dino es un pequeño cocodrilo que una mañana se levanta cansado y algo resfriado. Su mamá preocupada llama inmediatamente al médico. Para el protagonista esta será su primera visita al médico por eso le vienen un montón de preguntas: ¿Cómo será?, ¿Qué le hará?, ¿Le dolerá? Se angustia tanto que incluso se esconde debajo de la cama. Pero la experiencia siempre es muy diferente de cómo nos lo hemos imaginado o nos lo han contado. Ilustraciones planas llenas de expresividad y colores vivos. Un formato pequeño de tapas duras y papel grueso perfecto para los primeros lectores. Este libro forma parte de una colección pensada para ayudar a los más pequeños de casa a superar sus temores como la oscuridad, una tormenta, los monstruos o la visita al médico.

Felipe tiene gripe · Gracia Iglesias · Sara Sánchez · Miau – Ediciones Jaguar (A partir de tres años)

Un libro perfecto para hablar de una de las enfermedades más comunes. Cuando llegan los meses de invierno llega la temida gripe, ese virus que ataca a todos por igual pero en especial a niños y ancianos. Es raro que las narices de los más pequeños no se llenen de mocos en esta época del año. El pequeño elefante Felipe ha pillado la gripe por eso estornuda sin parar haciendo temblar todo a su alrededor. Su abuela Josefina intenta convencerle que tome la medicina, pero a Felipe no le agrada. En cambio, hace caso a otros animales que le dan sus remedios caseros y algo locos como el pingüino Celestino que le dice que se meta en el congelador en bañador o el Jabalí Timoteo que le invita a darse un chapuzón en el barro. ¡Pobre Felipe! Cada vez que sigue estos consejos se pone peor y sus estornudos van aumentando de intensidad. Finalmente, el pequeño elefante hará caso a su abuela, se tomará la medicina que recetó el médico y en seguida estará mejor y podrá volver a jugar. Un divertido cuento escrito en rima con ilustraciones llenas de color y humor.

Para nada sucias · Wanja Olten · Manuela Olten · Takatuka (A partir de cuatro años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

¿Por qué los niños y niñas tienen que lavarse siempre las manos? Los padres podemos llegar a ser muy pesados con este tema, es nuestra frase preferida antes, durante y después de todo: de comer, de hacer pipí, de jugar, de dormir… Es como si sus pequeñas manitas estuvieran siempre sucias , pero en realidad, ¿cuándo lo están? Esta es la pregunta que se hace la protagonista de esta historia, una niña muy curiosa que no entiende por qué su madre le manda lavarse las manos cada dos por tres diciéndole “porque están sucias”. Ella discrepa de su madre muy razonadamente, cuando acaricia a un animalito o cuando juega con el agua del arroyo no están para nada sucias. Entonces viene cuando los adultos nos ponemos serios y nos justificamos con frases de mayores que los niños traducen con el código de su imaginación. Como cuando la madre de la historia advierte a su hija sobre la cantidad de bacterias que se pasean por sus manos. Un divertido álbum ilustrado que nos ayudará explicar a los peques de una forma muy visual la necesidad de lavarse las manos pero también nos hará reflexionar sobre lo exagerados que llegamos a ser los padres a veces.

Yo te curaré, dijo el pequeño oso · Janosch · Loqueleo- Grupo Santillana (A partir de cuatro años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

Un clásico entre los clásicos. Después de 30 ediciones este maravilloso cuento de Janosch está bien lejos de quedarse caduco. También juega mucho a su favor el característico trazo con el que siempre dibuja a sus adorables personajes. Una preciosa historia que nos habla de la amistad, la compañía y el necesario soporte y mimo de los demás cuando uno está enfermo o no se encuentra bien. Es el caso del pequeño tigre que sale del bosque cojeando. Su amigo, el pequeño oso, lo asiste enseguida y al constatar que al lesionado le duele todo decide llevárselo a su casa para curarlo. El pequeño oso le venderá todo el cuerpo, menos la cabeza por si necesita toser, también le preparará su mejor receta de sopa, lo acostará en el sofá de terciopelo con almohadones blandos y lo tapará con una mantita. Incluso le traerá visitas para que se preocupen por él y le mimen también. El pequeño tigre no termina de mejorar por eso entre todos deciden llevarle al hospital de animales. Allí ingresará durante unos días, le cuidarán un poquito más. Pronto se pondrá bueno sobre todo gracias a la compañía incondicional de su mejor amigo, el pequeño oso.

La cicatriz · Ilan Brenman · Ionit Zilberman · Algar Editorial (A partir de cuatro años)

En los años de infancia es inevitable caerse y hacerse daño. Los niños y niñas tropiezan y sea caen del columpio, de la bici, jugando a futbol y otras mil maneras de ir a parar por los suelos. Todos tenemos en nuestra memoria aquella vez que nos pelamos las rodillas, nos abrimos la frente, o nos rompimos un brazo. En este cuento aparece la pequeña Silvia que se ha caído de la cama y se ha hecho una herida abierta en la barbilla. Sus padres la consuelan y entonces ven necesario llevarla al médico para que la cosan. La pequeña está asustada y preocupada, ¿ha perdido un trozo de barbilla? ¿le dolerá?, ¿le quedará una señal? y ¿se volverá fea para siempre? Muchas dudas que poco a poco con el avance de la narración se irán aclarando. Con esta vivencia la protagonista conocerá las cicatrices que han dejado marca a su mamá, a su papá e incluso al doctor que la atenderá. Cada uno de ellos le contará con cierta nostalgia el recuerdo de cómo se la hizo. Heridas que les causaron dolor y lágrimas pero que con el tiempo se vuelven marcas de recuerdos de nuestras vidas. Así cada vez que las vemos echamos la vista atrás con una sonrisa. Con ilustraciones muy gráficas y cómicas que nos ayudarán a contar mejor esta bonita historia.

Las aventuras del cáncer · Vanessa Nueda · Alba Barceló · Tramuntana (A partir de cuatro años)

El cáncer se está convirtiendo en algo demasiado común en nuestro alrededor, es sin duda el mal de nuestro siglo que ataca sin piedad a pequeños y mayores. El cáncer de mama es uno de los más frecuentes pero también de los más superables. Este libro nos cuenta una historia real basada en la propia autora que con 35 años y mamá de dos peques de 4 años le diagnosticaron cáncer de mama. Tal y como relata ella, el amor por sus hijos le hizo sacar fuerzas de donde creía que ya no había. Pero el cáncer nos asusta y provoca muchos cambios en una casa, como: las rutinas, los estados de ánimo, cambios físicos, etc. Y ¿cómo se pasa con dos niños tan pequeños? Lo que está claro es que no se puede ni se debe esconder, así que con mucha valentía la protagonista escogió transformar esta cruda realidad en una aventura. Una cariñosa narración acompañada con dulces ilustraciones de las diferentes etapas de la enfermedad, convirtiendo lo más duro en algo soportable enfocado desde el optimismo y también algo de humor. La mejor fórmula para hablar del cáncer con nuestros hijos.

La abuela durmiente · Roberto Parmeggiani · João Vaz de Carvalho · Editorial Kalandraka (A partir de cuatro años)

Los abuelos y las abuelas son una figura familiar muy especial en la infancia de todo niño y niña. Pase lo que pase siempre están cerca de sus nietos para mimarles y para traspasarles todo su conocimiento y experiencia. Momentos compartidos que quedan en el recuerdo más tierno cuando la enfermedad y la muerte asaltan a los mayores, pero su legado permanecerá a través de sus nietos. Así lo narra el niño protagonista de esta hermosa historia. El retrato de la cercana relación que mantiene con su abuela en el que se nos muestra el tiempo, las lecturas y el afecto que viven juntos. Pero un día, aparecen los primeros síntomas de la enfermedad en la anciana que desembocan en un letargo sueño irreversible. El nieto triste y confundido con el estado de su abuela la acompañará velando su sueño hasta sus últimos días con un final de cuento. Un tema delicado tratado con gran sensibilidad a través de un texto muy poético y unas sencillas ilustraciones en tonos suaves hechas con lápiz, acuarela y pastel.

Inés Azul · Pablo Albo · Pablo Auladell · Thule Ediciones (A partir de seis años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

Este es uno de esos libros que están llenos de sentimiento tanto en el texto como en las ilustraciones. Una preciosa poesía sobre la tristeza que aflora con la pérdida de un ser querido. Y es que no hay nada más complicado que contarle a un niño la muerte de un familiar, sobre todo cuando ocurre de forma inesperada. De la mano de Inés, una dulce niña vestida toda ella de color azul, percibiremos el vacío que queda cuando alguien cercano nos deja. La protagonista nos narra su estrecha relación con su compañero Miguel. Su día a día juntos transcurre mientras van diciendo a cada uno lo que tiene que hacer: ¡Hormigas, a andar en fila india! ¡Caracol, despacio, no corras! ¡Piedra, ahí quieta! Pero parece ser que Miguel está enfermo y se ausenta de sus encuentros con Inés. Hasta que llega el día en que su amigo ya no está. Es entonces cuando parece que el universo se detiene , pero en realidad todo sigue su curso. Desde la inocencia más infantil, la niña espera volver a ver a Miguel porque no entiende por qué no va a regresar con la cantidad de cosas que aún les quedan por hacer.

http://elpais.com/elpais/2017/03/02/mamas_papas/1488453444_861247.html

Este divulgador educativo de Nueva York, pionero en hablar de nativos digitales, predica a sus 70 años un cambio radical en las escuelas.

“Los padres dicen a los profesores: ‘No experimenten con mis hijos’ y lo impensable es justo no experimentar”. El neoyorquino Marc Prensky, afamado orador y consultor de innovación educativa, lleva décadas intentando darle la vuelta a la escuela. A sus 70 años, ha dado conferencias en más de 40 países y tiene siete libros publicados, además de un centenar de artículos. Quizá el más famoso es en el que acuñó los términos «nativo digital» e «inmigrante digital» allá por 2001. Es un gran defensor del aprendizaje basado en proyectos, un modelo que pone a los chicos a experimentar en el aula como si estuvieran en el mundo real, al margen de las asignaturas o las clases divididas en horas. Prensky ha participado este martes en Madrid en el foro Imaginando el futuro de la Educación, organizada por la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación (WISE, por sus siglas en inglés) y el Banco Santander.

Pregunta. Si pudiera partir de cero, ¿cómo construiría un colegio?

Respuesta. No necesitamos clases porque agrupar a los niños en esos grupos artificiales es antiguo. Lo es incluso agruparlos por edades porque siempre tienen capacidades diferentes. Necesitamos espacios donde puedan hacer proyectos, trabajar juntos, colaborar, con los profesores dando vueltas alrededor y entrenándoles. Cada vez más escuelas están cambiando, ves miles de ejemplos por todo el mundo.

P. Pide usted que se experimente con los alumnos en las escuelas, pero eso es difícil de entender para las familias.

Agrupar a los alumnos en clases o por edades es antiguo

R. Los padres que siempre han tenido la misma educación quieren que sus hijos sigan en la misma línea, pero mejorada. Pero eso no va a ayudar a sus hijos en el futuro, de hecho les va a perjudicar. Necesitan empezar a entender que el mundo en el que viven sus hijos y en el que van a vivir es muy diferente. Tenemos que educar a los padres. Las cosas están cambiando muy rápido. En 20 años el mundo será muy diferente. Ya no servirá más que los alumnos sean buenos en matemáticas, lengua o sociales.

P. ¿Pero a qué se refiere exactamente con experimentación?

R. A tener un mes en el que los estudiantes trabajen en proyectos, por ejemplo. A buscar fórmulas diferentes para preparar a los chicos para el mundo. En muchas escuelas se está haciendo. Dedican la mitad del día para un tema y la otra mitad para otra cosa. Hay muchas formas de hacerlo. Como padre tienes que admitir: “No es lo que yo tuve pero a mi hijo parece gustarle. Parece que está creciendo con esto y lo acepto”.

P. Supongo que en su modelo no caben los deberes o los exámenes.

R. Cuando tienes hijos que están muy interesados en hacer los proyectos en los que están trabajando, no necesitas deberes porque ellos siguen haciéndolo todo el tiempo, están emocionados. Y los exámenes se acabarán una vez que terminemos con las asignaturas. No necesitamos exámenes ni asignaturas. Lo que nos indicará si los chicos lo están haciendo bien es que lo hayan hecho, que aprovechan. No tenemos que calificar a los chicos de forma individual nunca más. Es el viejo sistema.

P. Las tablas de multiplicar, la Revolución Francesa, la fórmula de la velocidad. ¿Cómo garantizar que los chicos aprenden todo eso en un mundo sin horarios ni asignaturas?

R. Los chicos son muy diferentes y necesitan cosas distintas. Las cuestiones en las que coinciden todos son muy pocas. Quizá algo de lectura, algo de matemáticas básicas. Depende de cómo es cada chico. Hay algunos que los saben todo de la Revolución Francesa y otros que solo saben que ocurrió. Y quizá es todo lo que deben saber. Vamos a los detalles, y el problema es que incluimos más y más detalles y no nos centramos en lo que es realmente importante

P. ¿Garantizan estos nuevos métodos educativos vías para aprender disciplina, las reglas, los límites?

En 20 años no servirá que los alumnos sean buenos en Matemáticas o Lengua

R. Cuando haces proyectos y estás intentando mejorar el mundo, por supuesto que entras en contacto con todas esas cosas, porque estás trabajando en el mundo real. No se trata de enseñar límites. El día que sales al mundo real los ves y aprendes cómo manejarlos. Es mucho más inteligente exponer a los chicos a la vida lo antes posible.

P. ¿Cómo cree que deben prepararse los profesores?

R. Un buen entrenador no tiene que jugar al fútbol mejor que su equipo, pero tiene que saber cómo transformar a sus chicos en mejores jugadores de fútbol. En eso se tienen que transformar los profesores. Lo interesante es que hacen una cosa en clase, porque creen que tienen que hacerlo: contenidos, charlas, … Pero luego, a menudo después de dar la lección, hacen programas especiales o entrenan a equipos de deportes. Saben que lo segundo funciona pero sienten que tienen que hacer lo antiguo. Y están perjudicando a los chicos cuando lo hacen.

P. ¿Qué se puede aprender con un videojuego que no enseñe un profesor?

R. Los videojuegos son buenos para algunas cosas, para la persistencia, para que los chicos se muevan en distintos niveles y con distintos elementos. Pero no lo hacen todo. No son buenos para los contenidos, aunque sí para las habilidades. Tenía una empresa de videojuegos educativos y la dejé. Llegué a la conclusión de que pueden cambiar algunas cosas, pero no suponen un gran cambio. La educación necesita nuevas metas, para mejorar el mundo no es suficiente.

P. En España ha salido recientemente un libro ‘Los nativos digitales no existen’ que discute los términos que usted acuñó y habla de huérfanos digitales.

R. El concepto de nativo digital ha sido terriblemente malinterpretado, principalmente por los académicos. Creen que significa que los chicos lo saben todo de la tecnología pero no es así. Lo que significa es que los chicos viven en un mundo diferente, con otras reglas y actitudes. No piensan del mismo modo, no creen que las llamadas telefónicas sean caras como solíamos pensar nosotros ni que la privacidad es la cosa más importante del mundo. Saben que son diferentes, que tienen diferentes herramientas, más capacidades.

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La neuroeducación, la disciplina que estudia cómo aprende el cerebro, está dinamitando las metodologías tradicionales de enseñanza. Su principal aportación es que el cerebro necesita emocionarse para aprender y desde hace unos años no hay idea innovadora que se dé por válida que no contenga ese principio. Sin embargo, uno de los máximos referentes en España dentro de este campo, el doctor en Medicina Francisco Mora, pide cautela y advierte de que en la neuroeducación todavía hay más preguntas que respuestas.

Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, en su despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, en su despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. Jaime Villanueva EL PAÍS

Mora, autor del libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama, que ya cuenta con once ediciones desde 2013, es también doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford y se empezó a interesar por el tema en 2010, cuando acudió al primer Congreso Mundial de Neuroeducación celebrado en Perú.

Defiende que la educación puede transformarse para hacer el aprendizaje más efectivo, por ejemplo, reduciendo el tiempo de las clases a menos de 50 minutos para que los alumnos sean capaces de mantener la atención. El profesor de Fisiología Humana de la Universidad Complutense alerta de que en la educación se siguen dando por válidas concepciones erróneas sobre el cerebro, lo que él llama neuromitos. Además, Mora es adscrito al departamento de Fisiología Molecular y Biofísica de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos.

Pregunta: ¿Por qué es importante tener en cuenta los hallazgos de la neuroeducación para transformar la forma de aprender?

Respuesta: A nivel internacional hay mucho hambre por anclar en sólido lo que hasta ahora solo han sido opiniones, y ese interés se da especialmente en los profesores. Lo que hace la neuroeducación es trasladar la información de cómo funciona el cerebro a la mejora de los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, conocer qué estimulos despiertan la atención, que después da paso a la emoción, ya que sin estos dos factores no se produce el aprendizaje. El cerebro humano no ha cambiado en los últimos 15.000 años; podríamos tener a un niño del paleolítico inferior en un colegio y el maestro no darse cuenta. La educación tampoco ha cambiado en los últimos 200 años y ya disponemos de algunas evidencias que hacen urgente esa transformación. Hay que rediseñar la forma de enseñar.

P: ¿Cuáles son las certezas que ya se pueden aplicar?

R: Una de ellas es la edad a la que se debe aprender a leer. Hoy sabemos que los circuitos neuronales que codifican para transformar de grafema a fonema, lo que lees a lo que dices, no terminan de conformar las conexiones sinápticas hasta los seis años. Si los circuitos que te van a permitir aprender a leer no están conformados, se podrá enseñar con látigo, con sacrificio, con sufrimiento, pero no de forma natural. Si se empieza a los seis, en poquísimo tiempo se aprenderá, mientras que si se hace a los cuatro, igual se consigue pero con un enorme sufrimiento. Todo lo que es doloroso tiendes a escupirlo, no lo quieres, mientras que lo que es placentero tratas de repetirlo.

P: ¿Cuál es el principal cambio que debe afrontar el sistema educativo actual?

R: Hoy comenzamos a saber que nadie puede aprender nada si no le motiva. Es necesario despertar la curiosidad, que es el mecanismo cerebral capaz de detectar lo diferente en la monotonía diaria. Se presta atención a aquello que sobresale. Estudios recientes muestran que la adquisición de conocimientos comparte sustratos neuronales con la búsqueda de agua, alimentos o sexo. Lo placentero. Por eso hay que encender una emoción en el alumno, que es la base más importante sobre la que se sustentan los procesos de aprendizaje y memoria. Las emociones sirven para almacenar y recordar de una forma más efectiva.

P: ¿Qué estrategias puede utilizar el docente para despertar esa curiosidad?

R: Tiene que comenzar la clase con algún elemento provocador, una frase o una imagen que resulten chocantes. Romper el esquema y salir de la monotonía. Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga. La atención hay que evocarla con mecanismos que la psicología y la neurociencia empiezan a desentrañar. Métodos asociados a la recompensa, y no al castigo. Desde que somos mamíferos, hace más de 200 millones de años, la emoción es lo que nos mueve. Los elementos desconocidos, que nos extrañan, son los que abren la ventana de la atención, imprescindible para aprender.

P: Usted ha advertido en varias ocasiones de la necesidad de ser cautos ante las evidencias de la neuroeducación. ¿En qué punto se encuentra?

R: La neuroeducación no es como el método Montessori, no existe un decálogo que se pueda aplicar. No es todavía una disciplina académica con un cuerpo reglado de conocimientos. Necesitamos tiempo para seguir investigando porque lo que conocemos hoy en profundidad sobre el cerebro no es aplicable enteramente al día a día en el aula. Muchos científicos dicen que es muy pronto para llevar la neurociencia a las escuelas, primero porque los profesores no entienden de lo que les estás hablando y segundo porque no existe la suficiente literatura científica como para afirmar a qué edades es mejor aprender qué contenidos y cómo. Hay flashes de luz.

Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga

P: ¿Podría contar alguno de los más recientes?

R: Nos estamos dando cuenta, por ejemplo, de que la atención no puede mantenerse durante 50 minutos, por eso hay que romper con el formato actual de las clases. Más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que a 10 clases de 50 minutos. En la práctica, puesto que esos formatos no se van a modificar de forma inminente, los profesores deben romper cada 15 minutos con un elemento disruptor: una anécdota sobre un investigador, una pregunta, un vídeo que plantee un tema distinto… Hace unas semanas la Universidad de Harvard me encargó diseñar un MOOC (curso online masivo y abierto) sobre Neurociencia. Tengo que concentrarlo todo en 10 minutos para que los alumnos absorban el 100% del contenido. Por ahí van a ir los tiros en el futuro.

P: En su libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama alerta sobre el peligro de los llamados neuromitos. ¿Cuáles son los más extendidos?

R: Existe mucha confusión y errores de interpretación de los hechos científicos, lo que llamamos neuromitos. Uno de los más extendidos es el de que solo se utiliza el 10% de las capacidades del cerebro. Todavía se venden programas informáticos basados en él y la gente confía en poder aumentar sus capacidades y su inteligencia por encima de sus propias limitaciones. Nada puede sustituir al lento y duro proceso del trabajo y la disciplina cuando se trata de aumentar las capacidades intelectuales. Además, el cerebro utiliza todos sus recursos cada vez que se enfrenta a la resolución de problemas, a procesos de aprendizaje o de memoria.

Otro de los neuromitos es el que habla del cerebro derecho e izquierdo y de que habría que clasificar a los niños en función de cuál tienen más desarrollado. Al analizar las funciones de ambos hemisferios en el laboratorio, se ha visto que el hemisferio derecho es el creador y el izquierdo el analítico -el del lenguaje o las matemáticas-. Se ha extrapolado la idea de que hay niños con predominancia de cerebros derechos o izquierdos y se ha creado la idea equivocada, el mito, de que hay dos cerebros que trabajan de forma independiente, y que si no se hace esa separación a la hora de enseñar a los niños, se les perjudica. No existe dicha dicotomía, la transferencia de información entre ambos hemisferios es constante. Si se presentan talentos más cercanos a las matemáticas o al dibujo, no se refiere a los hemisferios, sino a la producción conjunta de ambos.

P: ¿Está influyendo la neuroeducación en otros aspectos de la enseñanza?

R: Hay un movimiento muy interesante que es el de la neuroarquitectura, que pretende crear colegios con formas innovadoras que generen bienestar mientras se aprende. La Academia de Neurociencias para el Estudio de la Arquitectura en Estados Unidos, ha reunido a arquitectos y neurocientíficos para concebir nuevos modos de construir. Nuevos edificios en los que, aún siendo importante su diseño arquitectónico, se contemple la luz, la temperatura o el ruido, que tanto influyen en el rendimiento mental.

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Miriam Reyes acababa de terminar la carrera de Arquitectura cuando a su primo Jose, de apenas 3 años, le diagnosticaron autismo. Fue un mazazo para la familia, pero lejos de quedarse de brazos cruzados, empezaron a trabajar con psicólogos, neurólogos… Y lo que entonces fue una forma de ayudar a aquel pequeño, hoy se ha convertido en una organización dedicada a la formación online para niños con autismo con más de 50.000 descargas y 300.000 visualizaciones que ha recibido el Premio Desafío Mazda 2015.

«Los especialistas nos explicaron entonces que estos niños son «aprendices visuales». De ahí el nombre de nuestra iniciativa. Su forma de aprendizaje es visual. Cuando proponía a Jose ir al parque, no me hacía caso, pero si le enseñaba una foto o un pictograma, enseguida se venía conmigo», relata. «Empecé a investigar, a buscar material en internet, y no encontré nada de calidad. Por eso decidí fabricarlo yo y colgarlo en mi blog. Recibimos muchos correos de familias, de profesionales, que nos felicitaban por la iniciativa».

Ese fue el germen de Aprendicesvisuales.org, y lo que hizo que el jurado del premio, compuesto por miembros directivos de Mazda Automóviles España y de la fundación Ashoka*, considerara que merecía recibir este reconocimiento, destinado a premiar la innovación de jóvenes emprendedores de menos de treinta años. En palabras de José María Terol, consejero delegado y presidente de Mazda Automóviles España, «este proyecto rompe con los convencionalismos y ofrece un gran potencial para producir un impacto social a nivel internacional, en este caso el de mejorar la calidad de vida de los niños con autismo de todo el mundo mediante la utilización de las nuevas tecnologías».

«La rana pirata»

Gracias a este premio, Miriam Reyes podrá asistir a la próxima XV Cumbre Mundial de los Premios Nobel de la Paz que se celebrará en Barcelona el próximo mes de noviembre y recibirá un premio en metálico de mil euros. Dicha cuantía subvencionará el desarrollo de una nueva aplicación interactiva titulada: «La rana pirata». Además, su candidatura optará al galardón internacional «Make Things Better Award 2016», que se fallará en el primer trimestre de 2016 y que contará con una subvención de diez mil euros para el desarrollo del proyecto ganador.

El Mazda Make Things Better Award comenzó su andadura en 2013 para apoyar aquellos proyectos realizados por jóvenes que utilizan modernas herramientas de comunicación para mejorar la vida cotidiana de las personas. De este modo, refleja el espíritu de la marca de Hiroshima de desafiar los convencionalismos para mejorar las cosas y se integra en su programa de apoyo a los rebeldes con causa de todo el mundo. El Premio Desafío Mazda, creado en 2014, es el único premio nacional de Mazda actualmente y está impulsado por Mazda Automóviles España, que pretende ofrecer la oportunidad de participar a jóvenes españoles emprendedores.

http://www.abc.es/familia/educacion/abci-joven-espanola-crea-cuentos-para-ninos-autismo-201511121411_noticia.html