El Ministerio de Sanidad, que dirige Ana Mato, ya tiene ultimado el embrión de su ley del alcohol, la primera norma que establecerá una prohibición absoluta al consumo y venta de bebidas alcohólicas a menores de edad en todo el Estado, aunque haya consentimiento de padres o tutores. Es también la primera vez que una legislación se atreve a limitar el consumo en la vía pública de la población adulta y la publicidad.

Si sigue adelante y no se descafeína durante su discusión, se convertirá en una legislación pionera en Europa al integrar bajo un mismo paraguas legal toda la regulación de consumo, etiquetado y publicidad.

El borrador, al que ha tenido acceso a ABC, prevé multas ejemplarizantes de entre 300 y 600.000 euros para quien incite a beber, venda o promocione bebidas alcohólicas para niños y adolescentes. La sanción máxima se reserva para empresas (discotecas, supermercados, tiendas…) en los que se demuestre la presencia, venta y consumo por menores de forma reiterada y en la que los propietarios no faciliten la labor de inspección. Se prevén hasta 4.000 euros de multa para quien suministre alcohol a un chico que haya sufrido coma etílico durante una borrachera y haya puesto en riesgo su vida.

La fuerza sancionadora caerá en quien lo venda pero también se podría penalizar a los padres y tutores legales. Tal y como está redactado este primer documento, se podría multar a los progenitores que demuestren falta de diligencia en el cuidado de hijos menores y estos se emborrachen de forma reiterada con su conocimiento. Aunque, evidentemente, los padres tienen limitada su responsabilidad a hechos que puedan conocer con antelación.

Tutores y padres también deberán hacer frente a multas de 300 euros si la Policía sorprende bebiendo a un chico de menos de 18 años. Los menores están exentos de responsabilidad administrativa, de manera que serán sus padres quienes respondan en caso de sanción a sus hijos. La sanción podría cambiarse por trabajos en favor de la comunidad y ayuda a víctimas de tráfico por haber bebido.

El texto que estudia Sanidad restringe al máximo los anuncios para eliminar la imagen atractiva del alcohol y limita el consumo de adultos en espacios donde pueda haber presencia mayoritaria de niños. No se prohibirá beber en cafeterías, bares, restaurantes, haya o no menores alrededor, pero sí en parques, piscinas, centros escolares o recintos recreativos o deportivos.

A cien metros de estas zonas no podrá haber ninguna valla publicitaria que anuncie estos productos y los anuncios desaparecerán de las televisiones desde las seis de la mañana a las diez de la noche, la franja horaria en la que se presume que un niño puede estar viendo la tele.

Sin distinciones

La intención es no tratar con benevolencia ninguna bebida alcohólica. Por eso, no se favorece a las bebidas con menor graduación y más populares en España, como el vino, la cerveza o la sidra. En el texto se considera bebidas alcohólicas «a todas aquellas que contengan una graduación natural o adquirida, igual o superior al 1,2 por ciento de su volumen», sin distinguir entre las bebidas de mayor o menor graduación. Se tratará, por tanto, con la misma dureza en la ley a la ginebra y al whisky que a la cerveza.

Estas son algunas de las principales medidas contenidas en la nueva ley.

Rótulos de advertencia como en el tabaco

En todos los envases de bebidas alcohólicas deberá constar de forma impresa y en lugar preferente, con caracteres tipográficos visibles, esta leyenda: «Las autoridades sanitarias advierten que el consumo de bebidas alcohólicas por menores de edad puede provocar graves riesgos y daños a su salud y seguridad, y está prohibido». Esta misma leyenda también deberá verse en las paredes de los locales donde se venda alcohol. Asimismo, en los envases deberá verse la graduación alcohólica.

Máquinas automáticas siempre vigiladas

Con la entrada en vigor de la ley, ya no podrá haber máquinas automáticas que vendan cerveza, sangría o cualquier bebida con alcohol en el exterior de las tiendas y locales. Deberán estar siempre en lugares que permitan la vigilancia de su uso por parte de encargados para impedir el acceso a menores de edad. Tampoco se podrán colocar a las entradas y salidas de los espectáculos. En su defecto, «deberán incorporar mecanismos técnicos eficaces que impidan la posesión» de niños y adolescentes.

Adiós a las bebidas en los escaparates

La intención del Ministerio de Sanidad es evitar en lo posible que los menores perciban el alcohol como algo socialmente aceptado y presente en sus vidas. Por eso, se prohibirá que las tiendas y supermercados exhiban bebidas en sus escaparates. En el interior, no deberán colocarse en zonas preferentes de los locales, ni junto a productos de uso habitual por jóvenes como los artículos deportivos, el material escolar, música, telefonía móvil o ropa. Siempre habrá carteles visibles que anuncien la prohibición a menores.

No se podrá beber en parques ni colegios

La ley está enfocada para prevenir la ingesta en menores, pero también limita a los mayores de edad. Por primera vez, se restringe su consumo en espacios públicos, como ya se ha hecho con el tabaco y el cigarrillo electrónico. Se prohíbe en zonas donde haya mayoritariamente niños: en centros escolares (salvo la Universidad), centros de formación deportiva, en el interior de recintos deportivos y en el transporte público. En piscinas, hospitales y parques y jardines solo se podrá beber en lugares acotados (terrazas y cafeterías)

Los médicos, obligados a denunciar

Los médicos de centros públicso y privados que hayan prestado asistencia a menores por ingesta de alcohol «deberán comunicar con la mayor inmediatez posible el hecho indicado a los padres o representantes legales de los menores», reza el borrador de la ley. Si hay un grave riesgo para la salud de los menores asistidos se deberá hacer un informe escrito y comunicarlo al servicio de protección de menores de la comunidad autónoma, servicios sociales y también al ministerio fiscal.

Cierre de negocios por vender a menores

Las infracciones por vender alcohol a un menor o no comprobar con el DNI que tiene la edad necesaria para comprar puede ser leve, grave o muy grave y oscilar entre los 300 y los 600.000 euros, la sanción máxima. Para que se valore el cierre la infracción debe ser «grave» o «muy grave» y se valorará si la venta se produce con regularidad. Los adultos que compren en nombre de menores se enfrentan a sanciones de entre 300 y 90.000 euros, si la compra se ha hecho para una menor embarazada o la bebida está adulterada.

Otras leyes que nunca vieron la luz

Este es el primer intento serio de un Gobierno en España para frenar el alcohol entre los menores de edad. Antes que Mato, tres de sus predecesoras en el Ministerio de Sanidad quisieron poner en marcha medidas similares durante la etapa de Gobierno socialista. Las presiones de los sectores implicados lo impidieron entonces.
Los datos de consumo en España demuestran que no han funcionado las normativas autonómicas y municipales. Las últimas encuestas escolares revelan que, pese a las prohibiciones, la mayoría de los chicos considera «muy fácil» conseguirlo en supermercados (39%), bares (37%) o discotecas (30,7%). Año tras año, el consumo sigue creciendo. El alcohol empieza a probarse de manera ocasional a los 13 años y, una vez a la semana a partir de los 15 años.
El llamado «binge drinking» (beber en atracón hasta emborracharse) también sigue una tendencia ascendente: el año pasado más de la mitad de los jóvenes de 14 a 18 años reconoció haberse emborrachado alguna vez, mayoritariamente en fin de semana. Aunque la ingesta en días escolares alcanza ya el 30 %, lo que podría justificar también el índice tan alto de fracaso escolar.
El alcohol mata neuronas, afecta al rendimiento en los estudios, a su desarrollo psicológico y también les pone en riesgo en la carretera. Neurólogos y psiquiatras advierten que no existe una dosis de alcohol segura para los adolescentes. Al igual que las embarazadas, no deberían beber nunca hasta completar su desarrollado. El sistema nervioso no termina de madurar hasta los 21 años, la edad legal para beber en Estados Unidos.
http://www.abc.es/sociedad/20140610/abci-alcohol-201406092231.html

Los menores de edad españoles, sobre todo los adolescentes y las chicas en general, incumplen de largo las recomendaciones de actividad física establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), según un informe elaborado por expertos de seis universidades españolas y dos centros de investigación. En la adolescencia, solo el 14% de las chicas alcanza los niveles mínimos solicitados por la OMS para los jóvenes mayores de 5 años: una hora diaria de actividades de intensidad moderada a vigorosa. En adolescentes varones, de 13 a 17 años, el porcentaje llega al 50%.

“Hay una diferencia impresionante entre chicos y chicas”, lamenta la médica del deporte Blanca Roman, coordinadora del Informe 2016 sobre Actividad Física en Niños y Adolescentes en España. En niños menores de 10 años, el suspenso es generalizado. Solo el 30% de los niños y el 12% de las niñas llevan a cabo al menos una hora de actividad física, incluyendo juegos en el recreo, desplazamientos a pie o en bicicleta y ejercicio en el tiempo libre. Entre los 11 y los 12 años, solo cumplen el 39% de los niños y el 24% de las niñas.

“Hay una diferencia impresionante entre chicos y chicas”, lamenta la médica del deporte Blanca Roman

El informe es el primero que se realiza con la metodología de referencia internacional establecida por la red Active Healthy Kids (Niños Activos y Saludables) de Canadá. El documento analiza nueve indicadores de actividad física y sedentarismo y otorga una puntuación de la A a la F según el grado de cumplimiento. En actividad física global, España saca un D-, lo que significa que menos del 40% de los niños y adolescentes cumple las recomendaciones y además se detectan diferencias entre chicos y chicas.

Inglaterra y EE UU también obtienen un D-. México y Brasil se llevan una C (alrededor de la mitad de los niños y adolescentes cumplen). Y Eslovenia es el único país con una A: más del 81% de los chavales satisfacen las recomendaciones de la OMS. La comparativa global se publica en la revista especializada Journal of Physical Activity and Health.

El informe español, producido por la Fundación para la Investigación Nutricional, también llama la atención sobre el comportamiento sedentario, otro de los indicadores investigados. Para los adolescentes, la OMS fija un máximo de dos horas diarias dedicadas a actividades como jugar a videoconsolas, ver la televisión o sumergirse en el teléfono móvil o el ordenador. Solo el 17% de los chicos y el 26% de las chicas se quedan por debajo de ese límite saludable.

Roman, profesora de la Universidad Ramon Llull, en Barcelona, recuerda la imagen tópica de los recreos escolares, con los chicos jugando al fútbol y las chicas sentadas hablando. “A las adolescentes no les damos lo que les gusta. No hay que ofrecerles solo deportes de competición, como fútbol y baloncesto, sino que también deberían poder realizar actividades no competitivas, como el baile o los juegos clásicos de toda la vida”, propone Roman.

El nuevo informe es una recopilación de otros estudios realizados entre 2006 y 2015, nacionales y europeos, como los bautizados IDEFICS, HELENA y EYHS. Roman y el resto de autores hacen un llamamiento a las autoridades para que pongan en marcha de manera “urgente” programas de promoción de la actividad física entre los menores de edad. Los niños obesos tienen más probabilidades de sufrir en la edad adulta problemas de corazón, diabetes y cáncer de mama o colon, según la OMS.

http://elpais.com/elpais/2016/12/20/ciencia/1482262626_601000.html

  • Este comportamiento puede alterar ciertos genes, según un estudio.
  • Se considera alcohol en exceso o en atracón si un hombre consume cinco o más bebidas durante dos horas o si una mujer toma cuatro o más.
  • Casi el 35% de los españoles de 15 a 29 años ha bebido en atracón en el último mes, según la encuesta 2015 del Plan Nacional de Drogas.

Consumir bebidas alcohólicas en exceso durante la adolescencia puede afectar las funciones cerebrales de las futuras generaciones y provocarles depresión, ansiedad y desórdenes metabólicos, entre otras consecuencias, según un nuevo estudio conocido este lunes.

La investigación, presentada en la reunión anual de la Sociedad de Neurociencias de Estados Unidos, sostiene que el consumo en exceso de alcohol en los adolescentes puede alterar el comportamiento de ciertos genes en su eventual descendencia.

Para llevar a cabo esta investigación, los expertos de la Universidad de Loyola, de Chicago, estudiaron el comportamiento de un grupo de ratas, pues aunque el modelo animal no se traduce directamente al humano, hay similitudes importantes entre ambos.

Los científicos expusieron a un grupo de ratas adolescentes a una cantidad de alcohol comparable a seis episodios de consumo excesivo y, una vez sobrias, estas se aparearon.

Estudio con ratas

Las hembras también permanecieron sobrias mientras estaban preñadas, para que no se pudiera atribuir el resultado al síndrome del alcoholismo fetal, como se conoce al daño que un niño puede tener si su madre bebió alcohol durante el embarazo.

Finalmente, los científicos compararon los resultados encontrados en las crías de esas ratas con los hallados en la descendencia de otras que no habían estado expuestas al alcohol.

Los investigadores analizaron el hipotálamo de las crías, una región del cerebro que se ocupa de diversas funciones, como la reproducción, la ingesta de alimentos y las respuestas emocionales.

Allí descubrieron diversos cambios moleculares en el ADN que pueden invertir el comportamiento de los interruptores genéticos, los encargados de activar o desactivar los genes en un organismo.

Hallaron 159 cambios en las crías cuyas madres fueron expuestas al alcohol, 93 modificaciones en aquellas cuyos padres habían pasado por ese proceso y 244 en los casos en los que ambos habían consumido alcohol en exceso.

Los cambios habían trastocado los interruptores: si normalmente los genes se encuentran activados, los científicos los hallaron desactivados, y viceversa.

Causa de muerte entre adolescentes

Según la Organización Mundial de la Salud, el consumo nocivo de alcohol es una de las principales causas de traumatismos, violencia y muertes prematuras en los jóvenes.

Para los investigadores que realizaron el estudio, esta investigación es la primera en mostrar el camino molecular por el que el consumo excesivo durante la adolescencia, ya sea de la madre o del padre, puede causar también cambios en la salud neurológica de las siguientes generaciones.

Se considera alcohol en exceso si un hombre consume cinco o más bebidas durante un lapso de dos horas o si una mujer toma cuatro o más.

En Estados Unidos, casi el 90 por ciento del consumo de alcohol en los menores de 21 años se produce de esa forma.

http://www.20minutos.es/noticia/2888227/0/alcohol-adolescencia-futuras-generaciones/

Descubre esta selección de las novedades literarias más interesantes desde cero hasta los 12 años.

Un libro es mucho más que una lectura para un niño, éste se convierte en una ventana al mundo, un buen amigo, un juguete que despierta su imaginación y el mejor de los pasatiempos. Y ¿aún te preguntas qué regalarle? Aquí os dejamos con una amplia selección de las novedades literarias más interesantes para este público tan exigente. ¡Con una guía por edades! Aunque a los padres también nos gusta leer cuentos infantiles y así compartir ese momento tan especial junto a nuestros hijos.

Primeros Lectores

Tiempo libre · Lizi Boyd · Libros del Zorro Rojo

15 libros para niños que despertarán su imaginación

Este álbum ilustrado nos habla, sin palabras, del tiempo libre de un niño. El protagonista de este cuento se distrae, juega y experimenta con su entorno que le proporciona todo lo que necesita para ser feliz. Para él, siempre es un buen momento para disfrutar del tiempo libre y compartirlo con sus compañeros. Las escenas intercalan el espacio exterior con el interior, sin perder nunca de vista ninguno de los dos gracias a las ventanas troqueladas que nos predicen que pasa fuera y nos recuerdan todo lo que va descubriendo y aprendiendo el niño. A través de las ventanas vemos como la naturaleza se transforma con el paso de las estaciones siendo fuente de inspiración y experimentación para el niño. Veremos como éste planta semillas, dibuja lo que ha vivido, construye sus propios juguetes o lee cuentos. Un libro para leer una y otra vez, y en el que una sola cosa parece imposible: aburrirse.

15 libros para niños que despertarán su imaginación

El mejor regalo del mundo · Claudia Bielinsky · Edelvives

Hoy es el cumpleaños de Papá Oso, y sus hijos le han prometido obsequiarlo con el mejor regalo del mundo. Pero saben que su padre es muy impaciente y curioso por eso antes de salir a comprar, los pequeños le esconden bien el regalo. Aun así, Papá Oso no puede frenar su impulso y empieza a fisgonear por toda la casa. En las diferentes habitaciones irá encontrando varias sorpresas…pero ninguna parece ser el mejor regalo del mundo. ¿Lo encontrará? y ¿qué será? A veces los mejores regalos no son cosas materiales sino más bien abstractas. Un libro perfecto para las primeras edades, con dibujos grandes y coloridos con la técnica del collage. En cada doble página hay solapas para levantar y descubrir que hay detrás. Y a la vez aprender a contar y a reconocer los números del 1 al 10. Es un libro de cartón grande pero fácil de manejar para un niño que justo empieza a entender la dinámica de que para leer un libro es necesario pasar página.

Animales · Ingela P Arrhenius · Coco Books

Seguro que muchos de vosotros sois fans del diseño nórdico y sueco, y os sonarán los dibujos de Ingela P Arrhenius plasmados en vajillas, objetos de papelería o prendas textiles. Pues ahora los podréis encontrar en formato libro. Animales es el primer título de esta reconocida autora y diseñadora sueca editado en nuestro país y en castellano. Un álbum ilustrado de grandes dimensiones compuesto por 32 láminas en las que se dibujan diferentes animales desde lo más comunes hasta los más exóticos. Y para los que empiezan a leer, en cada página aparece en letras grandes y de diseño el nombre del animal representado. Uno de esos álbumes ilustrados que lucen más fuera de la estantería. Coco Books sigue en su línea de hacer libros que despierten la curiosidad e imaginación de los niños, y les invita a interactuar con ellos en todo momento.

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Vuela · Lesley Barnes · La Galera

15 libros para niños que despertarán su imaginación

Érase una vez una pequeña princesa que tenía un pájaro que cada mañana le cantaba melodías maravillosas. Pero un día el pájaro escapó de su jaula y voló. La princesa corrió tras él por todo el palacio e intentó atraparlo pero el pájaro volaba y volaba. Una preciosa historia, con todas las características de una leyenda, que nos habla del valor de la libertad y de lo importante que es respetar la de cada uno para poder ser realmente feliz. Además, en cada página hay solapas con las que el lector ayuda al pájaro a seguir volando libre. Un cuento ilustrado espléndidamente por Lesley Barnes con cierta estética de los años 50. Colores tenues pero a la vez luminosos dibujan cada escena con todo tipo de detalles. De hecho, para los que ya son un poco más mayores, el libro también nos invita a observar bien cada doble página donde encontrar y contar 10 objetos muy bien camuflados. Un libro que no tiene edad, lo disfrutan los pequeños pero también los mayores.

Madeline · Ludwig Bemelmans · Libros del Zorro Rojo

15 libros para niños que despertarán su imaginación

Hay personajes dentro de la literatura infantil que nunca pasan de moda, éste es el caso de Madeline. Esta entrañable niñita nació hace más de setenta y cinco años de la mano del pintor y escritor austro-americano Ludwig Bemelmans. Y ahora, la editorial Libros del Zorro Rojo ha rescatado el diseño y las ilustraciones del libro original publicado en 1939. Madeline vive en un internado de París con doce niñas más que, vigiladas de cerca por una monjita llamada Miss Clavel, caminan siempre ordenadas en dos filas. Ella es la más pequeña de todas pero también la más valiente y la más traviesa. A través de rimas pegadizas y acuarelas de trazo sencillo llenas de vida este cuento nos narra las aventuras de Madeline ambientadas en la preciosa ciudad de París. Un clásico lleno de ternura y humor con el que se divertirán tanto los pequeños como los padres. Y al terminar, querréis leer más historias de esta pequeña.

+ 5

Esperando · Kevin Henkes · Editorial Juventud

15 libros para niños que despertarán su imaginación

Este álbum ilustrado es un precioso elogio al arte de saber esperar y el de la contemplación. La historia nos muestra a cinco juguetes que detrás de una ventana, cada uno de ellos espera con ilusión alguna cosa: la luna, la lluvia, el viento, la nieve o nada en especial. Unos amigos que comparten el tiempo de espera y también el día a día. A veces pasa una de las cosas que alguno de ellos estaba esperando y otras veces pasa algo inesperado o que ninguno esperaba. Personajes dulces de tonos suaves que reaccionan ante el paso del tiempo. Un libro perfecto para explicar que es la paciencia, el no tener prisa a crecer o el saber disfrutar del aquí y el ahora en estos tiempos modernos en los que impera la inmediatez. Cualidades que todos los niños deberían practicar para no olvidar nunca. Y ahora, en Navidad puede ser un buen momento para llevarlo a cabo.

La familia de la vajilla impar · Escrito por Catalina González Vilar e ilustrado por Isabel Hojas · Grupo Edelvives

Cada familia tiene su propia historia y su forma de contarla, en este caso se nos narra a través de su propia vajilla. En cada doble página de este fantástico álbum ilustrado acompañamos a los protagonistas (y a sus tazas, cuencos, copas, cucharas, platos…) durante comidas, sobremesas de teatro, excursiones al campo, riñas, primeros besos y fiestas de cumpleaños. Y es que el paso de los años en la vida de una familia puede tener muchas semejanzas con los cambios que experimenta su vajilla. Sin querer somos espectadores de sus vidas, unos dejan de ser niños y otros pasan a ser abuelos. Hay platos que se rompen, tazas que vuelan, copas desemparejadas, cucharas que se pierden y jarras sin asa. Todo pasa mientras se lee la historia, así que abre bien los ojos y no dejes de contar ya que todo lo que se nombra, ¡tiene que estar! Escenas cómicas y emotivas que nos recordarán los buenos momentos que pasamos en familia. Libro galardonado con el último Premio Internacional de Álbum Ilustrado de Edelvives.

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La casa de los Ratones, vol.2 · Karina Schaapman · Blackie Little

¿Te imaginas una casita de muñecas con más de cien habitaciones, pasillos, escondites, tiendas, y rincones con todo tipo de detalles dónde no falta nada? Pues esta es la casa que Karina Schaapman creó para los ratoncitos Sam y Julia, más sus familias y amigos. Poco se imaginaba la artista que estos personajes se convertirían en los dos ratoncitos más famosos del mundo. Después del éxito de la primera entrega, más de 25.000 ejemplares vendidos, llegan nuevas aventuras de Sam y Julia. En esta ocasión veremos a Sam dar su primer concierto en el Gran Teatro, encontrarán un piedrecita mágica, Julia se caerá con su patinete, y por primera vez en sus vidas, vivirán la pérdida de un ser querido. Los dos amigos siguen compartiendo los buenos y malos momentos. En más de una ocasión desearás ser tan pequeño como ellos para poder colarte en su maravilloso mundo en miniatura.

Las arrugas de la abuela · Simona Ciraolo · Andana Editorial

15 libros para niños que despertarán su imaginación

La protagonista de este cuento, una niña pequeña, siempre se pregunta porque su abuela parece estar triste, contenta y preocupada a la vez. El día que se lo pregunta descubre que las arrugas son mucho más que simples surcos en la piel de su abuelita. La abuela responde a la curiosidad de su nieta explicándole la historia que se esconde detrás de cada una de las arrugas de su cara. Los recuerdos de la vida van apareciendo de una forma gradual mediante las ilustraciones que nos van narrando los episodios más singulares de la vida de la abuela. Los descubrimientos de la infancia, las amistades de la juventud, el primer amor, las dolorosas despedidas… Con este conmovedor álbum ilustrado de la premiada Simona Ciraolo entenderemos que las arrugas son el mapa de nuestros recuerdos. Un regalo perfecto para abuelos y para nietos.

+ 7

Un beso y adiós · Jimmy Liao · Barbara Fiore Editora

Un cambio radical e imprevisto ha hecho que Woody, nuestro protagonista, olvide muchas de las cosas bonitas de su vida: se ha olvidado de lo que le había dicho su madre; de regar las rosas de su padre; de cómo Pudin, su perro, ha llegado hasta él; y de que aún es un niño porque creía que ya era mayor. Esta es la historia del viaje de Woody con su perro en un vagón vacío de tren que le lleva a casa de su abuelo en el campo. A lo largo del trayecto Woody volverá a recordar poco a poco a la vez que irá creciendo. Un cuento que nos recuerda la importancia de amar y sentirse amado. Todos necesitamos besos y cariño para vivir, y mucho más los niños para ellos un beso lo cura todo. A Woody le gustan muchas cosas pero sobre todo notar como sus padres entran cada noche sigilosamente en su cuarto para darle un beso. Jimmy Liao es uno de los ilustradores más reconocidos mundialmente, su estilo naif y sus historias poéticas no dejan indiferente a nadie.

Cuentos de oso · Gustavo Roldán · A buen paso

15 libros para niños que despertarán su imaginación

¿Sabes cómo escribe cuentos un oso? Según el papá del pequeño protagonista de esta historia uno escribe bien si lo hace con sensibilidad de oso, poesía de oso y delicadeza de oso. Sin embargo su hijo no está de acuerdo, para él los relatos de su padre son aburridos y les falta algo. Pero su padre sigue y sigue escribiendo y leyéndole de día y de noche sus cuentos. Finalmente el hijo cansado decide hacer algo al respecto, y en una noche silenciosa mientras todos duermen coge el último relato de su padre y le hace algunos retoques. El cuento de su padre ha mejorado mucho, incluso ¡un editor quiere publicarlo! ¿Qué pasará a continuación?, ¿Seguirá papá oso escribiendo con su estilo o añadirá a sus relatos ese elemento que les falta? Una historia que celebra la complicidad de un padre y un hijo, bañadas de humor e ironía con las imágenes en tinta de Gustavo Roldán.

+8

El día de Ir y Venir · Escrito por Alain Allard e ilustrado por Mariona Cabassa · Pequeño Fragmenta

En tiempos remotos, los seres humanos eran nómadas que vivían en armonía con las estaciones del año, los ritmos de la tierra y el paso del tiempo. Estos viajaban y cambiaban de hogar sin perder su conexión con la naturaleza. En los tiempos modernos, en cambio, cada uno tiene su casa y poco se mueve, su vida es su trabajo y casi no se relaciona con su entorno ni consigo mismo. Por eso, fue necesario instaurar el día de Ir y Venir, para recuperar la esencia del todo. A través de esta bonita leyenda sus autores nos hablan de algo tan abstracto pero a la vez tan natural como es el movimiento. En la vida todo va y viene, todo cambia, y lo que parece estar quieto lo está solo por un instante. Éste es uno de esos álbumes ilustrados en el que el texto y la ilustración han crecido juntos de la mano desde el momento de su inspiración. El texto de Alain Allard baila a la perfección con las hermosas ilustraciones de Mariona Cabassa, se nota que los dos aman la danza.

Pájaros en la cabeza · Rocío Araya · Litera libros

Ser niño no es nada fácil en un mundo gobernado por adultos. Por eso a veces nos hacen preguntas obvias e incluso incómodas que ni tan solo nosotros como padres somos capaces de responder. Esto es lo que le pasa a la protagonista de esta historia una niña muy curiosa que un día decide hacerse preguntas como: “Si lo que siento es muy grande, ¿puedo salirme de la línea?” o “¿Por qué los mayores siempre tienen prisa?”. Preguntas que resultan algo molestas para su maestra que parece haber caído en el ensueño de los adultos donde la rutina les termina ofuscando la mirada y el corazón. Por eso en seguida, la maestra le contesta con esa bonita expresión de “¡cuántos pájaros tienes en la cabeza!”. Una bonita historia contada con unas ilustraciones llenas de sensibilidad infantil.

+9

El chico que salvó la Navidad · Escrito por Matt Haig e ilustrado por Chris Mould · Destino Infantil y Juvenil

15 libros para niños que despertarán su imaginación

Una novela perfecta para aquellos niños y niñas que buscan acción y diversión en la lectura. Nicolás era un chico que no tenía regalos en Navidad, y a pesar de que vivía muy humildemente, era feliz. Hasta que su padre decidió emprender un largo viaje para obtener una recompensa y salir de la pobreza… Empeñado en reunirse con su padre, Nicolás atraviesa bosques y montañas nevadas en un recorrido fascinante que le llevará a la tierra de los Elfos. Allí conocerá sorprendentes personajes y vivirá aventuras que desafiarán su imaginación, para comprender al fin cuál es la magia de la Navidad… y cómo salvarla. Descubre la verdadera historia de Papá Noel. Una novela que entusiasmará tanto a niños como a aquellos mayores que siguen creyendo en el espíritu navideño.

+12

Verne y la vida secreta de las mujeres planta · Escrito por Ledicia Costes e ilustrado por Mónica Armino · Anaya Infantil y Juvenil

15 libros para niños que despertarán su imaginación

La historia, ambientada en el Vigo del siglo XIX, nos adentra en un mundo en el que se mezcla fantasía y realidad. Todas las mujeres de la familia de Violeta, una de las protagonistas de esta historia, son mujeres planta. Un secreto milenario que han conseguido mantener oculto hasta ahora. El mismísimo Jules Verne acaba desembarcar en el puerto de la ciudad gallega con un único propósito: quiere descubrir y conocer todo sobre la vida secreta de las mujeres planta y ellas necesitarán la ayuda de sus inventos para poder sobrevivir. Los lectores ya más mayores encontrarán en esta novela grandes dosis de aventura, misterio y magia ancestral además de valores como la amistad, el amor y la lealtad. Un obra magníficamente escrita y documentada que fue reconocida por el jurado del Premio Lazarillo de Creación Literaria del 2015.

http://elpais.com/elpais/2016/12/14/mamas_papas/1481716254_723249.html

El descenso de las horas dedicadas a la asignatura de educación artística, que ha pasado en la Lomce de ser obligatoria a ser optativa en Primaria, puede producir «analfabetos visuales» e influir, desde un punto de vista negativo, en la creatividad de los alumnos.

Así lo ha explicado en una entrevista a Alfonso da Silva, licenciado en Bellas Artes y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), y autor, junto a otros siete compañeros, de un manual sobre ‘Didáctica de las artes plásticas y visuales’.

Los ‘analfabetos visuales’ son personas que no son capaces de diferenciar entre una imagen con contenido, que puede ser positivo o negativo para su formación, y ello puede provocar que no tengan una visión crítica de las imágenes que perciben y les «bombardean», como las audiovisuales y las procedentes del cine, la televisión y las redes sociales.

La educación artística es importante en el desarrollo de la creatividad, ya que los alumnos generan imágenes y propuestas artísticas; y fomenta la alfabetización visual porque ayuda a que los escolares conozcan qué tipo de imágenes de todas las que reciben son las positivas o las negativas.

Da Silva se ha referido a «la costumbre que existe, en ocasiones, de consumir imágenes sin pararnos a pensar qué nos cuentan» y hay que aprender a leer e interpretar esas imágenes que se reciben en el día a día, pero a ello no ayuda que los alumnos no reciban el número adecuado de horas de educación artística.

La educación artística, junto a la creatividad, «aporta alfabetización visual, que nuestros alumnos sean capaces de leer esas imágenes, que no siempre crean que vienen dadas, además de que es inevitable que estén recibiendo esa información constantemente».

«Lo visual es un lenguaje y tenemos que aprender a leerlo», según este profesor, dado que «eso es parte de la creación de una sociedad crítica, que sepa interpretar ese lenguaje de forma correcta«.

Para él, uno de los cambios «más preocupantes» que se derivan de la aplicación de la Lomce es que, en Educación Primaria, esta asignatura pasa de ser obligatoria a optativa, con «lo que se abre la puerta, en función de la aplicación que haga cada comunidad autónoma, a que un alumno pueda pasar por todo ese nivel educativo de forma que no tenga ni una sola hora de educación artística».

«Esto es muy grave porque no se trabaja con la creatividad, no se desarrolla un concepto tan importante como este, que, hoy en día, incluso, a nivel empresarial, es fundamental porque, por ejemplo, las empresas punteras piden personas creativas que desarrollen este valor», ha subrayado.

Ello implica que «el nivel de alfabetización visual no se trabaja con los alumnos» y es «fundamental saber leer los valores que transmiten las imágenes que constantemente llegan y bombardean a todas las personas a través de las redes sociales, la televisión, los videojuegos y la publicidad, entre otros».

«Eso se educa a través de la formación artística y si no se trabaja desde la lectura de imágenes, no se forma a las personas», según Da Silva, para quien, «sin la lectura de esas imágenes, no van a poder discernir qué les están transmitiendo ni poder elegir, desde un punto de vista crítico, qué es lo que a ellos les aporta algo positivo».

Ha insistido en que la educación artística ayuda a que los alumnos sean capaces de expresar sus ideas, sus sentimientos y transmitir reflexiones a través de la imagen y, mediante una metodología eficaz, se puede contribuir a que la personalidad de los escolares madure en el aula desde un aprendizaje cognitivo, pragmático y significativo.

Da Silva considera que el niño, antes de aprender a leer y escribir, se comunica de una manera natural y espontánea por el dibujo, por lo que se puede utilizar este canal de comunicación para desarrollar sus capacidades y potenciar su conocimiento del entorno.

El Quijote está presente en todos lados, y el cómic no podía ser menos. Este fin de semana se ha celebrado el Expocómic de Madrid, la feria de la capital dedicada a los tebeos de todo tipo.

Allí, el ingeniosos hidalgo se ha codeado con Superman, con Alien y con los pokémones. A todos han dedicado los fans, los organizadores y las tiendas especializadas figuras, esculturas, talleres, conferencias y exposiciones.

Entre ellas destaca el homenaje al personaje más famoso de la literatura en español, una exposición titulada La pasión y la locura. Versiones de Don Quijote, en la que más de 20 artistas, la flor y nata del panorama nacional de las viñetas, han reinterpretado a su manera el clásico de Cervantes.

  • Moderna de Pueblo
    El Quijote más hipster.
  • Fernando Dagnino
    El autor ha titulado su obra El Friquijote. A simple vista, es fan de los superhéroes, Star Trek, Sin City, Spirit, Mortadelo y Filemón, Disney, Star Wars, el manga…
  • Henar Torinos
    Una Quijota joven, guapa y orgullosa frente a unos molinos aterradores.
  • Santiago Sequeiros
    Don Alonso Quijano, en la ruina de un callejón.
  • Don Alonso Quijano, un boxeador curtido y fatigado, más que nunca el caballero de la triste figura.
  • Juan José Ryp
    Selfie de Quijota y Sancha Panza.
  • Azpiri
    Las siluetas más famosas de las letras castellanas, incluyendo la de los molinos al fondo.
  • Jordi Tarragona
    El hidalgo, cercado por los molinos y muy cabreado.
  • Nacho Arranz
    El dúo se viste estilo Conan el bárbaro en esta ocasión, Sancho Panza mejora su montura de un asno a un jabalí malencarado y, al estar la onda de su señor, le ayuda a quemar el molino.
  • Laura Pérez Vernetti
    El Quijote y su Dulcinea es el título que ha escogido la autora, que ha tratado de mantenerse fiel a la época de Cervantes en la vestimenta de una dama de la nobleza.
  • Retrato del artista y sus creaciones con los molinos de fondo y tres gatos delante.
  • Mogorron
    Esta ilustración llena de movimiento traslada directamente el libro a las viñetas, sin reinterpretación ni modernización.

Ha habido Alonso Quijano para todos. Los niños han recreado los molinos y las batallas de Don Quijote con Lego y Minecraft y con ayuda de Arganbot, una escuela de robótica educativa. Los ejércitos convertidos en ovejas del libro han mutado en sus manos a escenarios de zombies contra aldeanos y arañas gigantes que matan el ganado.

Los adultos han podido disfrutar de una actuación exclusiva de los raperos Chuty y Arkano dedicada a la obra magna de Cervantes. Se trataba de contar la historia del Quijote en verso y utilizando los elementos y palabras que el público les daba.

Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2016/12/05/quijote-comic_n_13426280.html?utm_hp_ref=spain

Como muchas otras personas, nunca sale del trabajo antes de las siete, y cuando llega a casa lo que más le gustaría es abrirse una cerveza y leer un libro. Sin embargo, en no pocas ocasiones lo que le espera en su supuesto oasis de tranquilidad es una obligación más: hacer deberes para el colegio de sus hijos. Matiz importante: no ayudar a sus hijos a hacer los deberes, sino acometer él mismo tareas en principio encomendadas a sus pequeños pero que, a todas luces, necesitan de la mano de un adulto para llevarse a cabo.

“A mi hija de tres años le encargaron hacer un escudo de la familia, cuando ella no pasa de hacer garabatos. Si no es eso, es hacer un disfraz con telas recicladas, un pequeño cuestionario en casa o una maqueta del barrio. Y mis aptitudes artísticas son nulas”, se lamenta. “Eso, cuando no recibes la invitación de acudir al colegio a dar una charla a la clase de tu hijo explicando en qué consiste tu profesión, lo que implica pedir una mañana libre y quitarle tiempo, precisamente, a tu trabajo”. Miguel, como otros muchos adultos, no entiende por qué tiene que hacer deberes para el colegio. Y sin embargo los hacen: no quieren que sus hijos pasen la vergüenza al día siguiente de ser los únicos que aparecen en clase sin el escudo, el cuestionario o la maqueta.

Esta doble jornada (laboral y seudoescolar) torpedea el equilibro psicológico de muchos padres. “Cuando nos vemos obligados a mantener una conducta o una suma de ellas que hace que se tambalee nuestro bienestar físico, psíquico y social, las probabilidades de que nos afecte a la salud aumentan”, advierte la psicóloga y psicoterapeuta Marta Isasi, cofundadora de Gordon Training España. Lo cierto es que no son casos aislados y ya se puede decir que existe una amplia mayoría de los padres que hacen tareas escolares, lo que significa, en última instancia, que los profesores no están evaluando a sus alumnos, sino a sus progenitores. “Dependiendo del carácter de cada persona se podrían dar situaciones de rivalidad o competitividad entre los padres, del mismo modo que siempre se ha producido entre estudiantes”, reflexiona Isasi.

Esta situación que roza el sinsentido es descrita por la psicóloga como “un conflicto de necesidades entre las familias y los profesores”. Así detalla la experta la realidad actual y sus consecuencias: “Las familias se sienten obligadas a hacer cosas que no aceptan y eso conlleva impotencia, resentimiento, frustración, rechazo e incluso es posible que se generen sentimientos de venganza y rebelión. Además, muchos padres se sienten presionados y otros tantos no pueden evitar la aparición del sentimiento culpa cuando no hacen las tareas”. Una retahíla de síntomas que dibujan un claro cuadro de estrés emocional al que la misma experta añade «el cansancio físico por un sobreesfuerzo”.

Tampoco la otra parte del conflicto, los maestros, está exenta de sufrir las consecuencias de esta situación. “Nadie queda satisfecho, ya que los docentes, al imponer una solución que no es aceptada, también pueden sentir culpa y rechazo», apunta Isasi. Los padres temen que su mayor o menor implicación pueda influir en la percepción que el profesorado tiene de su hijo.

Hogar ¿dulce hogar?

Tal y como están las cosas, muchos padres empiezan a plantearse si no sería bueno añadir en su curriculum vitae un par de líneas más haciendo referencia a sus habilidades con las tijeras y el papel pinocho o a su recién descubierta creatividad con los disfraces. ¿Acaso el tiempo libre que las familias pasan en sus hogares no debería destinarse a disfrutar en familia y desconectar del trabajo y la escuela? “Entre las horas que están los niños en el colegio, las que pasan en la academia después, el trabajo de los padres y los quehaceres domésticos, la convivencia en casa ha quedado reducida a la mínima expresión”, valora Francisco Mora, presidente de la Asociación de CODAPA (Confederación Andaluza de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado por la Educación Pública), Las agendas de los niños y las de sus progenitores cada vez se parecen más, y no porque las dos estén llenas de la mañana a la noche, sino porque en muchas de ellas llega una hora en la que se podrían intercambiar sin problemas.

Que los padres inculquen el sentido del deber de los hijos es bueno. Como dice Rafael M. Hernández, doctor en Ciencias de la Educación, coordinador de comunicación de Kumon y profesor del área didáctica y organización escolar de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, “los deberes tienen una función educadora fundamental en el ámbito de las actitudes”. Y añade: “Aunque ahora te apetezca jugar a la Play, lo que toca es coger la tablet y agrupar los alimentos ricos en hidratos de carbono, que es la actividad que te ha puesto el profesor para hacer en casa”.

Pero una cosa es eso, y otra que los padres se vean inundados con tareas que a menudo no saben ni hacer. “Los padres deben limitarse a dar apoyo al niño para aclararle alguna duda básica. Pero no se trata de explicarle ni de hacerle los ejercicios”, apostilla. “Aprender es algo muy personal y nadie lo puede hacer por ti”.

A la vejez, viruelas

Pero, ¿qué pasa cuando los deberes exceden los conocimientos de los niños (y a veces de los padres)? El presidente de CODAPA y padre de dos hijos Francisco Mora, admite que “ni yo, ni muchos padres, tenemos la capacidad para enseñar materias como por ejemplo, matemáticas”. Cuando esto ocurre, suelen desencadenarse una serie de situaciones que pueden acabar en un grave conflicto familiar. Al menos así lo percibe Mora: “Con frecuencia, los hijos nos ponen en situaciones bastante comprometidas, ya que hay muchos conceptos y conocimientos que nos quedan muy lejos. Además, no somos docentes. Es decir, que aunque conozcamos el tema o la respuesta a sus dudas, no sabemos cómo enseñárselo de la manera más adecuada”.

En los mismos términos se expresa Beatriz, profesional de la sanidad y madre de una adolescente de quince años, quien reconoce que hace tiempo que no puede resolver muchas dudas académicas de su hija María. “Más bien le pregunto yo. Eso sí, siempre le animo a que jamás se quede sin entender algo, que pregunte mil veces si hace falta y que su duda se convierta en un debate”, afirma. Una cosa parece clara: el tiempo, las habilidades y la disponibilidad de los padres no deberían influir en el expediente académico de los pequeños.

http://elpais.com/elpais/2016/11/29/buenavida/1480437776_226544.html

Los diminutos dedos de Jessica sobrevuelan el iPad, pasando de foto en foto camino a un vídeo particularmente entretenido: un clip de doce segundos en el que ella misma baila torpemente al ritmo del Single Ladies de Beyoncé. Al darle al play, esta niña de año y medio emite un gritito de alegría.

Un par de visionados más tarde regresa a la página de inicio y lanza el app de YouTube, para ver un colorido episodio de animación de Billy Bam Bam. A mitad de episodio, salta a un juego de «Yo Gabba Gabba!» , en el que ha de despejar el paso de unos frutos antropomórficos hacia el vientre de un personaje. Cuando Sandy, la madre de Jessica, intenta quitarle el iPad, se dispara una rabieta que amenaza con alcanzar dimensiones apocalípticas: barbilla temblorosa, lágrimas, manitas en puños y un grito extremadamente agudo. «Lo hace con frecuencia», dice Sandy. «Parece que prefiere el iPad a cualquier otra cosa. A veces es lo único con lo que se queda tranquila», añade, mientras agita frenéticamente un unicornio de peluche rosa, en un intento de apaciguar a su hija.

Como a muchos otros padres, a Sandy le preocupa la obsesión de su hija con las pantallas. Le gustaría saber si hay actividades mejores que otras, y cuánto tiempo frente a la pantalla empieza a ser demasiado. Han pasado seis años desde el lanzamiento del iPad, y del subsiguiente renacimiento de los ordenadores en formato tablet. Los estudios académicos no han tenido tiempo de ponerse al día, y es difícil conocer el impacto sobre el cerebro que tiene, a largo plazo, la exposición a las tabletas y los teléfonos inteligentes.

Parece que prefiere el iPad a cualquier otra cosa. A veces es lo único con lo que se queda tranquila

Algunos expertos consideran que ciertos tipos de uso podrían estar alterando de forma negativa el cerebro de los niños, y les preocupa que se resienta su capacidad de atención, motricidad, aptitud lingüística y visual, especialmente en los niños menores de 5 años, cuyos cerebros se encuentran en pleno desarrollo.

Tanto empresas tecnológicas como desarrolladores de aplicaciones subvierte el dilema abusando de su talento para el marketing, y tildan sus productos de «educativos» o «e-aprendizaje», a menudo sin base científica alguna. ¿Qué pueden hacer los padres en esta situación?

«Jóvenes impresionables»

Las nuevas tecnologías siempre han sido recibidas con aprensión. Hace casi 2.500 años, Sócrates hizo campaña contra la difusión de la lengua escrita, alegando que socavaría la memoria y la sabiduría. En el siglo XV la encargada de disparar la alarma social fue la imprenta. Los monjes benedictinos, que obtenían sus ingresos del copiado manual del material de lectura, se movilizaron contra la mecanización de la imprenta arguyendo: «Reproducen sin ningún pudor, y a costes ínfimos, materiales que, ¡ay!, podrían enardecer a los jóvenes más impresionables».

La llegada de la radio también fue recibida como amenaza, acusada de distraer a los niños de su tarea. Un artículo en la revista Gramophone, publicado allá por 1936, denunciaba que la juventud había «tomado por costumbre dividir su atención entre la ejecución rutinaria de sus deberes escolares y el acuciante estímulo del altavoz».

Pocas tecnologías han logrado, sin embargo, infiltrarse en nuestra vida y la de nuestros hijos de forma tan discreta como lo han hecho los ordenadores portátiles, especialmente las tabletas y los smartphones. El tamaño de estos dispositivos resulta idóneo para las manos más pequeñas, y sus pantallas táctiles pueden ser manipuladas sin problemas aun con los dedos diminutos. Y eso sin tener en cuenta su versatilidad de uso: ver vídeos, jugar, dibujar o charlar con familiares lejanos.

La Asociación Americana de Pediatría (AAP) peca de prudente al recomendar que no se haga ningún uso por debajo de los dos años, ni más de dos horas al día en niños por encima de esa edad

En 2011, un año tras el lanzamiento del iPad, un 10% de los niños estadounidenses menores de dos años había empezado a utilizar tabletas o smartphones. Para el 2013 la cifra estaba cerca de cuatriplicarse. En 2015, un estudio francés reveló que el 58% de los menores de dos años ya había utilizado tabletas o teléfonos móviles.

Las consecuencias del uso prolongado de estos dispositivos no están claras. La Asociación Americana de Pediatría (AAP) peca de prudente al recomendar que no se haga ningún uso por debajo de los dos años, ni más de dos horas al día en niños por encima de esa edad. Este tipo de restricciones no tienen en cuenta la cantidad de gente que ya ha integrado estos dispositivos en la vida de sus hijos, ni refleja la posibilidad de que ciertos tipos de interacción sí que podrían resultar beneficiosos.

«Que tu hijo menor de dos años utilice una pantalla no tiene por qué ser necesariamente tóxico: no se va a volver idiota», afirma Michael Rich, profesor adjunto de pediatría en la Facultad de Medicina de Harvard y miembro de la AAP. «Sí que existen ciertas desventajas potenciales que todo padre debería considerar, como parte de su propio análisis de riesgos y beneficios». La AAP está en pleno proceso de revisión de sus directrices, y volverán a publicarlas a finales de 2016.

Entonces, ¿por qué sabemos tan poco sobre de los riesgos que corren los niños frente a estas pantallas? Existe un problema de base común a todas las investigaciones al respecto: ¿A qué nos referimos exactamente con «tiempo frente a la pantalla»?

Para empezar, sería importante diferenciar entre tipos de pantalla: ¿nos referimos a la de la tele, la del tablet, la de un smartphone o a la de un lector de libros electrónicos? Después, la naturaleza del contenido también tiene su peso: ¿hablamos de un juego de dibujo interactivo, de un libro electrónico, de una llamada a la abuela vía Skype, o de un película infantil en Netflix? Y por último, también está el contexto: ¿está el niño acompañado por un adulto con quien habla mientras interactúa con la pantalla, o va por libre?

A día de hoy, disponemos de todas las investigaciones sobre exposición de los niños a la televisión que pudiéramos desear, pero desconocemos cuáles siguen siendo vigentes a la hora de evaluar el uso de tabletas o teléfonos inteligentes.

Hay cosas que sí sabemos: la mayoría de expertos coincide en que la exposición pasiva a una pantalla podría- como se daría en el caso del niño que se pega una maratón de Peppa Pig – resultar entretenida, pero que jamás será es una experiencia rica en aprendizaje. En casos como este da igual si está frente a la tele o con una tableta: la experiencia es prácticamente la misma.

Poner un vídeo o dejar la tele encendida mientras el niño hace cualquier otra cosa puede distraerlo tanto del juego como del aprendizaje, y repercutir negativamente sobre su desarrollo. También está demostrado que pasar mucho tiempo con la tele de fondo reduce la interacción entre padres e hijos, y tiene un efecto adverso sobre el desarrollo del lenguaje. Este desplazamiento resulta particularmente preocupante si se deja a los niños en manos de «niñeras-pantalla», porque entonces no interactúan ni con sus cuidadores ni con el mundo físico a su alrededor. El día tiene un número limitado de horas, y el tiempo que pasamos frente a la pantalla se invierte a expensas de otras actividades potencialmente mejores.

Los menores de tres años necesitan, ellos en particular, un buen equilibrio de actividades: juegos reglados, exploración del entorno, manipulación de juguetes físicos y relacionarse tanto con adultos como con otros niños

Los menores de tres años necesitan, ellos en particular, un buen equilibrio de actividades: juegos reglados, exploración del entorno, manipulación de juguetes físicos y relacionarse tanto con adultos como con otros niños. El incremento en el uso de pantallas significaría la usurpación de estos espacios. Según el pediatra Dimitri Christakis, director del Centro para la Salud, Desarrollo y Comportamiento del Niño en el Instituto de Investigación Infantil de Seattle: «Los padres tienen que pensar estratégicamente. Si tu hijo pasa doce horas despierto e invierte dos horas en comer, ¿a qué actividades va a dedicar el resto del día?»

El problema está en que las tabletas resultan igual de atractivas para los adultos como para los niños. Su diseño, versatilidad e interfaz intuitiva, las hacen perfectas para que los niños dibujen, resuelvan rompecabezas o se entretengan mientras viajan. Si a todo esto le sumamos el peso añadido por el marketing de las empresas de medios digitales y los desarrolladores de aplicaciones, cuyo éxito se mide en base al tiempo que pasamos pegados a ellas, las tabletas se vuelven juguetes tremendamente difíciles de arrancar de sus diminutas manos.

El diseño de la mayoría de aplicaciones está basado en el estímulo de impulsos, gracias a constantes recompensas visuales cada vez que completamos un objetivo. Christakis lo llama el efecto «¡lo conseguí!» , responsable de activar el sistema de recompensas del cerebro. «La alegría que siente un niño al tocar una pantalla y provocar que algo ocurra es tan edificante como potencialmente adictiva», asegura.

Es por razones como esta que las tabletas y los teléfonos inteligentes se han convertido en el chupete perfecto, especialmente en viajes largos en avión o en restaurantes. «El propio dispositivo nos resulta agradable y placentero, y es por eso que la mayoría de padres se deja llevar», admite Christakis.

La herramienta más socorrida

«Es muy común», confirma Jenny Radesky, profesora adjunta de pediatría en la Universidad de Michigan. «Se está convirtiendo en la herramienta más socorrida para los padres». Al margen de su utilidad a corto plazo, los niños no dejan de necesitar un espacio en el que desarrollar sus propios mecanismos internos de autocontrol; poco importa si se trata de aprender sin recompensa inmediata, o de ser capaces de sentarse pacientemente sin estímulo digital constante.

Christakis cuenta, de forma anecdótica, que no es el único que está observando sujetos cada vez más jóvenes utilizar estos dispositivos de forma compulsiva. «Es lógico pensar, cuando sabemos que hay niños mayores y adolescentes que tienen problemas con el uso de Internet, que esto podría también ocurrir con niños más pequeños». Este es, justamente, el campo de investigación actual de Christakis.

En el Centro de Investigaciones Integradoras del Cerebro de Seattle, un montoncito rosa de crías diminutas de ratón se arremolina detrás de su madre. Un recipiente de plástico transparente, relleno de virutas, sirve de hogar para esta familia roedora; uno de cientos, apilados en un sistema rotatorio de estanterías. Christakis, el neurocientífico Nino Ramírez, y su equipo, utilizan estos ratones como «grupo de control» en su evaluación del hipotético impacto del bombardeo mediático sobre los cerebros en desarrollo.

Al otro lado del pasillo hay un experimento en marcha. Uno de los contenedores de ratones está rodeado de luces brillantes y altavoces. Durante 42 días, seis horas al día, las crías de ratón son sometidas a la banda sonora de alto octanaje de Cartoon Network, acompañada de luces intermitentes a juego: azules, rojas y verdes. La idea tras este montaje es averiguar qué pasa con el cerebro de los ratones si se les sobreestimula mediáticamente durante un período crítico para su desarrollo.

Los resultados son sorprendentes. «La sobreestimulación, cuando todavía son bebés, les predispone a la hiperactividad durante el resto de sus vidas», explica Ramírez. Los ratones sobreestimulados tienden a asumir más riesgos y muestran dificultades para aprender y mantenerse atentos. Muestran confusión, por ejemplo, ante objetos que ya conocen, y les resulta más difícil orientarse en un laberinto. Cuando se les da la opción de autoadministrarse cocaína, los ratones sobreestimulados son mucho más propensos a la adicción que los del grupo de control. Esta alteración del comportamiento de los ratones viene acompañada de cambios en su cerebro.

En teoría, lo mismo pasaría con los niños: la sobreestimulación mediática – especialmente hoy, en la era del streaming incesante de vídeo, difícil de dosificar, y de los vistosos juegos interactivos – podría provocar un desequilibrio en los ganglios basales, parte de nuestra corteza cerebral. Es esta parte del cerebro la que nos permite ignorar las distracciones y mantenernos atentos a la ejecución de tareas críticas. Ese exceso de estimulación puede derivar en problemas futuros, especialmente de concentración, memoria o impulsividad.

«Al parecer, se puede estimular un cerebro joven de tal forma que la vida cotidiana deje de resultar excitante», confirma Ramírez.

Antes de sembrar el pánico sobre una generación hiperactiva de post-mileniales cocainómanos con déficit de atención, sería importante señalar que estos experimentos han recibido su buena ración de criticismo por diversas razones. Seis horas al día de cualquier actividad es una ingente cantidad de tiempo, más aún en el caso de los ratones, que son mamíferos nocturnos (aunque los investigadores aseguran que no muestran señales evidentes de estrés). Además, Christakis, Ramírez, y sus colegas no disponen a sus ratones frente a una pantalla real con contenido relevante, sino que utilizan una especie de simulación parpadeante.

Incluso cuando las aplicaciones demuestran su valor educativo, los niños más pequeños aprenden más del mundo real que de sus equivalentes bidimensionales en la pantalla

La razón por la que su estudio se utiliza con tanta frecuencia en la descripción de las maldades del uso de pantallas es que, el de Seattle, es un estudio único en alcance y en enfoque. Si bien los modelos con ratones distan de ser perfectos, no dejan de ser útiles para el estudio de los mecanismos subyacentes a los procesos cognitivos, bastante similares en todos los mamíferos.

Como la esperanza de vida de un ratón es relativamente breve, podemos observar trayectorias de desarrollo completas en plazos más cortos, y obtener así apreciaciones realistas de lo que ocurre en su cerebro. Esto puede, además, llevarse a cabo en un ambiente controlado, lo que sería imposible de replicar con sujetos humanos.

Si, tal y como se sugiere, el desarrollo cognitivo se ve alterado por la exposición a los medios, entonces este tipo de investigaciones podría determinar el tipo de interacción con pantallas que permitiremos que tengan los niños más pequeños. ¿Deberían estar los padres preocupados? «Lo que deben estar es atentos, y vigilar la cantidad de tiempo y tipo de contenido al que sus hijos tienen acceso», opina Christakis.

Observación en el ‘hábitat’

Llevar a cabo experimentos controlados con bebés es complicado, pero lo sí que podemos hacer es observar lo que hacen en su «habitat natural». De esta manera pueden establecerse vínculos posibles entre sus hábitos y el uso de dispositivos móviles.

En California, María Liu dirige la Clínica de Control de Miopía en la Escuela UC Berkeley de Optometría. Liu, ha observado un fuerte aumento del número de niños con miopía. «Esto está ocurriendo de forma alarmante en todo el mundo y uno de los factores más ampliamente aceptados es la introducción temprana del uso de dispositivos móviles en niños».

Durante los primeros años nuestros ojos son tremendamente dúctiles y moldeables, si pasamos mucho tiempo enfocando la vista sobre objetos muy cercanos nos volvemos más propensos a la miopía. «El globo ocular crecerá para compensar ese esfuerzo prolongado», confirma Liu. Aunque no puede aconsejar, de forma empírica, sobre cuales son los límites de tiempo recomendados, sí que advierte sobre la importancia de hacer descansos frecuentes.

Los padres deben supervisar el uso que hacen sus hijos de 'smartphones' y tabletas.

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Los padres deben supervisar el uso que hacen sus hijos de ‘smartphones’ y tabletas. Francisco Bonilla

Acostumbramos a mirar las tabletas y los smartphones desde mucho más cerca que otros aparatos, como la televisión o el ordenador de sobremesa. Y aunque los libros también se leen de cerca, los estudios demuestran que los niños los suelen mantener más alejados que las pantallas.

Otro de los aspectos preocupantes en el uso de pantallas es la facilidad que parecen mostrar para perturbar el sueño. La luz azul emitida por estas pantallas «ultra-definidas» es capaz de interferir con los ritmos naturales de nuestro cuerpo, impidiendo la liberación de melatonina, una hormona esencial para el sueño. La ausencia de esta puede provocar trastornos del sueño tanto en adultos como en niños. Sandy asegura que si Jessica utiliza el tablet antes de acostarse se vuelve «notablemente irritable». Así que intenta, en su lugar, ofrecerle libros. La pregunta sería entonces, ¿por qué viene la última versión de software de Apple para iPads y iPhones con «Night Shift«, una aplicación que cambia automáticamente esa luz azulada por un tono más cálido cuando se acerca la hora de acostarse?

Desarrollo social y cognitivo

Max, de doce meses de edad, está sentado en el regazo de su madre, Helen, en un pequeño cuarto a oscuras, en Londres. Lleva una gorra de goma cubierta de electrodos en la cabeza. Estos miden la actividad eléctrica de su cerebro mientras observa unos objetos físicos primero y luego, en un iPad, sus representaciones digitales. Max lleva una especie de smartwatch en sendos tobillos, uno mide sus movimientos y el otro su ritmo cardíaco. La gorra registra la actividad eléctrica de su cerebro mediante electroencefalografías (EEG), para así analizar si los objetos virtuales y los reales desencadenan el mismo tipo de respuesta cerebral, y ver cómo afecta esto al subsiguiente proceso de aprendizaje.

El experimento es parte del proyecto TABLET del Babylab de Birkbeck, en la Universidad de Londres. Es el primer estudio científico que pretende averiguar cómo utilizan los dispositivos de pantalla táctil los niños de entre seis meses y tres años, y qué influencia tienen sobre su desarrollo social, cerebral y cognitivo.

En un segundo experimento, Max está el interior de una cabina aislada por cortinas, sentado frente a una pantalla en la que se emite un bucle de vídeo de quince minutos, con animaciones abstractas y extraños sonidos. También pueden verse fotos fijas y vídeos protagonizados por estudiantes de doctorado haciendo el papel de presentadores de televisión para niños. Está completamente hipnotizado, y sus ojos saltan de un objeto a otro en la pantalla. Las cámaras de seguimiento ocular monitorizan el baile de su mirada. En el exterior, Celeste Chung, la becaria de investigación, lleva la cuenta de cómo encaja el movimiento de sus ojos con los objetos en pantalla.

«El niño no hace más que mirar la pantalla, pero el recorrido de su mirada nos habla de su capacidad de predicción y aprendizaje», cuenta Tim Smith, el científico cognitivo al frente del Babylab.

La alegría que siente un niño al tocar una pantalla y provocar que algo ocurra es tan edificante como potencialmente adictiva

El equipo trata de comprender la facilidad con la que Max, y docenas de niños como él, consiguen bloquear las distracciones y enfocar su atención cuando trabajan sobre una rutina específica. Una de las pruebas muestra un objeto en el centro y algo más tarde otro, al borde de la pantalla. Para mirar el segundo objeto el niño necesita desconectar del objeto central, y esto exige autocontrol. Este es uno de los indicios más reveladores de función ejecutiva, una especie de «control de tráfico aéreo» del cerebro, determinante para que el niño sea capaz de analizar tareas, desmontarlas en pasos y concentrarse en cada uno de ellos hasta terminarlas, y también uno lo de los mejores pronosticadores de éxito futuro.

Igual que a Christakis, a Smith le interesa averiguar si existe realmente una relación entre el aprendizaje por recompensa, tan común en las aplicaciones, y la capacidad de atención en los niños. «Podríamos descubrir que si abusan de las tabletas y su aprendizaje por recompensa, y se acostumbran a dejarse guiar por estímulos externos, los niños pueden desarrollar un defecto en su función ejecutiva que no les permita hacerse nunca con el control de su propia capacidad de atención», explica.

A Smith, el modelo con ratones utilizado por Christakis y Ramírez en Seattle no le convence del todo, aunque está de acuerdo en que sus seis horas de estimulación mediática al día podrían ser un buen reflejo del entorno doméstico al que se expone un número reducido de niños, asediados por múltiples televisores y dispositivos que contribuirían a su sobrecarga sensorial. «Algunos de los padres en nuestro estudio dicen que sus hijos pasan unas tres horas al día con sus tabletas», confirma Smith. «Es una parte considerable de sus horas de vigilia con la vista fija en una pantalla que no se ciñe a las leyes de realidad física».

En cuanto al efecto sobre el lenguaje o el desarrollo motor, Smith habla del desplazamiento que podría estar teniendo lugar. «La tecnología puede hacer las veces de niñera, en lugar del aprendizaje cara a cara. Los niños siempre aprenden mejor de la gente, pero no siempre disponemos del tiempo necesario». Aparatos como los iPad son buenos a la hora de proporcionar estímulos pero, según Smith, carecen de los matices sociales en tiempo real que contribuyen al desarrollo de la capacidad de lenguaje. De igual forma, el uso de tabletas y teléfonos móviles podría convertir a los niños en virtuosos del control motor refinado, con tanto deslizar y tocar con la punta de los dedos, pero también podría dejarles sin motivación para levantarse y explorar el mundo que les rodea.

Tras una hora de pruebas, la paciencia de Max para el toqueteo de pantallas, el seguimiento ocular, la monitorización cerebral y demás distracciones de su ajetreada rutina habitual de ingestión de colines de pan y correteo aleatorio, empieza a agotarse. Max comienza a revolverse, agitarse y arañar la gorra de EEG, echando a perder los datos de actividad cerebral. «Este es el desafío más interesante de trabajar con niños», confiesa Smith. «No hacen nada por ceñirse a las directrices».

¿Y qué hay del potencial educativo de estos aparatos? Existen miles de aplicaciones, libros electrónicos y vídeos que presumen de poseer valor educativo para los niños, aunque muy pocos pueden apoyar esta afirmación con evidencias sólidas.

«El mercado de aplicaciones es un especie de Salvaje Oeste digital», asegura Mike Levine, jefe ejecutivo del Centro Joan Ganz Cooney, en Nueva York, donde se han analizado cientos de aplicaciones de alfabetización a través de una serie de informes. «La mayoría de las aplicaciones etiquetadas como educativas no facilita ningún consejo o guía basada en investigación… Menos de un 10% de las aplicaciones estudiadas menciona prueba alguna de su eficacia [en su descripción en la App Store]».

De forma no intencionada, algunas de las mejoras anunciadas (tales como animaciones, sonidos y funciones que invitan a los niños a interactuar con sus dedos) podrían, por el contrario, restarles valor educativo global. Estas mejoras pueden, en apariencia, motivar la participación de los niños, pero de hecho, podrían estar distrayéndolos del contenido educativo.

Adriana Bus y sus colegas pusieron a prueba este concepto en la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, al monitorizar la vista de algunos niños mientras leían libros electrónicos interactivos. Allí descubrieron que cuando en la película hay partes animadas que no están directamente relacionadas con la narrativa – como árboles al fondo, que se mecen con el viento – los ojos de los niños se desvían hacía ese movimiento y los distrae de la historia. Las animaciones relevantes, por el contrario, pueden resultar beneficiosas, sobre todo en niños con problemas de lenguaje o comprensión lectora.

Están aumentando los casos de miopía en niños. Hay que obligarles a hacer pausas frecuentes

Incluso cuando las aplicaciones demuestran su valor educativo, los niños más pequeños aprenden más del mundo real que de sus equivalentes bidimensionales en la pantalla. Estudios realizados en los Estados Unidos muestran que, en problemas de percepción visual o espacial, como la búsqueda de objetos ocultos o la resolución de puzles, los niños pequeños (menores de treinta meses) funcionan mucho mejor cuando el problema se les presenta en la vida real y no en pantalla.

«Se cree que la carga cognitiva de la transmisión de información de dos a tres dimensiones es demasiado grande para los niños menores de treinta meses», apuntaron Jenny Radesky y su colega Barry Zuckerman en su estudio sobre juegos digitales. Los niños de esa edad todavía no han terminado de desarrollar su capacidad para elegir a qué prestan atención y qué ignoran, y siguen mostrando problemas para trasladar las representaciones simbólicas al mundo real.

Los niños en edad preescolar necesitan interactuar con objetos físicos reales para desarrollar su corteza parietal. Dicha corteza controla el procesamiento visoespacial y contribuye al desarrollo de las habilidades matemáticas y científicas que necesitarán más adelante en sus vidas. Es por esto que algunos desarrolladores de aplicaciones están introduciendo juguetes a juego, que los niños pueden manipular al tiempo que utilizan el app.

Todavía nos cuesta comprender cuál es el verdadero valor del elemento táctil en las pantallas interactivas, algo que exige la coordinación entre ojos, dedos y cerebro, y que la visualización pasiva no puede ofrecer. ¿Es posible que la manipulación de objetos digitales en pantalla mejore el proceso de aprendizaje, facilitando la transferencia de conocimientos al mundo físico? ¿Podría la comprensión de este mecanismo ayudarnos a desarrollar mejores herramientas de aprendizaje digital?

Estos dispositivos han llegado para quedarse, por mucho prejuicio que alberguemos en su contra. Siendo así, ¿qué podemos hacer para exprimir su rendimiento al máximo? Cerca de cien años de investigaciones sobre la forma en que aprenden los niños nos permiten aventurar conjeturas acerca del tipo de interacción y circunstancia que podría resultarnos más favorable.

Los hogares con ingresos más bajos son los más propensos a sentir el efecto de este tipo de dispositivos. El acceso a recursos de apoyo al desarrollo – como clases particulares, de música o sencillamente, horas extra de interacción social – no es tan sencillo en este tipo de hogares, así que se suele pasar más tiempo con medios digitales. Si el contenido fuese de alta calidad, las tabletas y teléfonos inteligentes podrían surtir aquí un verdadero impacto.

La mayoría de expertos coincide en que la exposición pasiva a una pantalla podría resultar entretenida, pero que jamás será es una experiencia rica en aprendizaje

Un estudio de la Universidad de Stanford en los Estados Unidos descubrió, por ejemplo, que a los dieciocho meses, los niños de familias desfavorecidas arrastraban ya varios meses de retraso con respecto a sus compañeros más duchos en el dominio del lenguaje. Si el contenido y el contexto fueran los adecuados, este tipo de dispositivo podría contribuir a cerrar esa brecha.

«Negarse en redondo a la tecnología es un tanto paternalista y muy poco realista», dice Levine. «Me preocupa que algunos miren por encima del hombro al resto solo porque no disponen de los privilegios de tiempo y recursos que sí tienen otras familias. Sin la tecnología no vamos a conseguir mejorar el rendimiento académico de los niños».

En lugar de prohibir los dispositivos, deberíamos exigir mejores aplicaciones basadas en investigaciones sólidas. Para los niños de entre tres y cinco años es más que probable que un app bien diseñada contribuya a mejorar su vocabulario y su nivel de matemáticas básicas. «Mi hijo menor tiene un problema del habla, y no tengo duda alguna de que los vídeos que ve le han enseñado palabras nuevas», confirma Lisa, madre de un niño de cuatro y otro de seis, ambos usuarios habituales de tecnología móvil desde los 18 meses.

Todos los pediatras y especialistas en educación y desarrollo infantil con los que hablamos se mostraban de acuerdo en que, para niños menores de dos años y medio, la interacción humana no tiene sustituto. ¿Por qué no desarrollar entonces aplicaciones que medien entre los niños y sus cuidadores? BedTime Math es un buen ejemplo. Esta aplicación ofrece atractivas historias matemáticas para ser resueltas por padres e hijos. Es una de las pocas herramientas que puede presumir de hacer más inteligentes a los niños; los que usan la aplicación, incluso una única vez a la semana durante un año, muestran una mejora en matemáticas superior a la del grupo de control. Cuando a sus padres no se les dan bien las mates, el impacto es aún más notorio.

Atentos como están a lo que los niños hacen, es fácil para los padres distraerse del uso que hacen ellos mismos. «La tecnología está diseñada para ser absorbente», afirma Radesky, «y la naturaleza de los productos digitales es promover la máxima participación. Resulta muy difícil desconectar y su uso se contagia dentro de una misma familia».

Para los padres, existen métodos probados que ayudan a mejorar el aprendizaje de los niños. Son las herramientas basadas en «empujoncitos». Pueden tratarse de mensajes de texto o correos electrónicos que sirvan de recordatorio a los padres para que le canten a su bebé o hablen con él, y que contribuyan a que todos desconecten de la tecnología y apliquen sus conocimientos al mundo real. LeapFrog, el fabricante de tablets para niños, hace algo así con sus dispositivos LeapPad. Los padres reciben correos electrónicos sobre lo que ha aprendido su hijo, y una serie de ideas de cómo aplicar estos nuevos conocimiento más allá de la pantalla.

«Cuanto más enganchados estén los padres, en formas que perturben su interacción con el niño, mayor será su potencial de impacto», asegura Heather Kirkorian, directora del Laboratorio de Medios y Desarrollo Cognitivo en la Universidad de Wisconsin-Madison. «Si mientras juego con mi hijo consulto el teléfono cada cinco minutos, ¿qué lección le estoy transmitiendo? El tiempo que pasa un padre hablando o jugando con sus hijos es un buen pronosticador del futuro desarrollo de los niños», añade.

Mediante un ejercicio de catado de comida para parejas de madres e hijos, Radesky ha estudiado el uso que hacemos de los teléfonos y tabletas durante las comidas. Fue así como descubrió que las madres que consultaron el móvil durante el ejercicio iniciaban un 20% menos de interacciones verbales con sus hijos, y un 39% menos de interacciones no verbales. Durante el transcurso de otro estudio, con 55 cuidadores que comían junto a uno o más niños, observó cómo se convertían los teléfonos en fuente de tensión familiar. Los padres consultaban sus cuentas de correo mientras los niños competían por llamar su atención.

Negarse en redondo a la tecnología es un tanto paternalista y muy poco realista

«Vimos como algunos padres perdían la calma y levantaban la voz, por lo irritante que resulta intentar concentrarse en algo con un niño al lado que va subiendo el volumen de sus peticiones de atención», cuenta, y añade que algunos padres llegaban a sacudirse de encima las manos de sus hijos. Restringir el uso de dispositivos en momentos familiares críticos como las comidas o a la hora de acostarse, ayuda a reducir estas fricciones y da pie a más conversaciones cara a cara.

Un niño nace programado para observar el rostro de sus padres en un intento de descifrar su mundo. Si sus caras están en blanco o no responden, como es habitual cuando se está absorto frente al teléfono, esto podría resultarles de lo más desconcertante. Radesky cita el «experimento de la cara inexpresiva», del psicólogo del desarrollo, Ed Tronick, en la década de los setenta. En él, una madre interactúa con su hijo de forma natural, para después poner la cara en blanco y no dar referencia social visual alguna. Tal y como puede verse en el vídeo, el niño está cada vez más angustiado en su intento de captar la atención de su madre.

«Los padres no tienen por qué estar exquisitamente presentes en todo momento, pero sí tendría que haber un equilibrio. Los padres han de estar atentos y dispuestos ante las expresiones, verbales o no, de necesidad emocional del niño», explica Radesky.

Todavía es pronto para comprender el verdadero impacto de esta tecnología en los niños, y aún así el consejo más repetido por los expertos consultados es asegurarse de que su uso es solo una parte de entre muchas, en una dieta rica en actividades. Para los niños menores de tres años, a los que les cuesta más sacar provecho de las pantallas, esto es especialmente importante.

Una experiencia creativa interactiva, en pantalla táctil, es siempre preferible al visionado pasivo de televisión. Los padres deberían tomarse con mucha cautela las afirmaciones de los desarrolladores de apps.

Cuando sea posible, el dispositivo debe servir para mejorar la interacción con el niño, independientemente de si se usa para iniciar una conversación («¿Qué hace ahí la vaca?» «¿Qué ruido hace el pato?») o como fuente de inspiración para el diálogo a lo largo del día, como parece ocurrir con BedTime Math.

Una cantidad considerable de investigadores cita el experimento de la cara inexpresiva de Tronick como prueba de que un padre no debería distraerse con el teléfono en presencia de sus hijos, a pesar de que Tronick no utilizaba pantallas. Hasta cierto punto no deja de ser cierto, pero hasta el propio Tronick matiza su trascendencia: «Se está exagerando todo un poco», asegura, y añade que la mayoría de los niños realiza a diario un montón de actividades «sin pantallas».

A él le inquieta que toda la preocupación por el uso de pantallas surja desde una ideología un tanto opresiva «que exige que los padres estén siempre interactuando con sus hijos».

«Se trata de una ideología un tanto fantasiosa, muy caucásica, muy de clase media alta – la de las mamás tigre y los padres helicóptero – que defiende que descuidas a tu hijo si no le expones a un mínimo de 30.000 palabras». Tronick cree que solo porque un niño no esté aprendiendo frente a la pantalla, la experiencia no tiene por qué carecer de valor – especialmente si esto les permite a los padres darse una ducha, realizar alguna tarea doméstica o sencillamente tomarse un descanso de la crianza.

«Muchos padres, especialmente aquellos con pocos ingresos, sufren de preocupaciones y estrés constantes, porque no disponen del apoyo necesario y encuentran la paternidad tremendamente solitaria. Ahí están los verdaderos problemas», asegura.

Para los padres puede tener un gran valor utilizar los dispositivos para charlar con amigos o quitarse trabajo de encima. Podrían así sentirse más felices, y además disponer de más tiempo para pasar con sus hijos. Para Sandy, saber esto, le quita un peso de encima. «A veces estoy al límite de mis fuerzas», confiesa, y añade que no debería sentirse culpable por darle el iPad a su hijo si así gana algo de tiempo para ella. Muchos padres se pasan de esnobismo con el tema de las pantallas.

«Yo misma, como madre, he puesto a mi bebé frente a un vídeo de poesía para bebés de la HBO», explica Radesky. «Es bonito, tranquilo y puedo aprovechar para lavar los platos o hacer algo que me sirva de «reseteo»». Este es uno de sus beneficios, pero tampoco es algo con lo que un padre deba engañarse. El vídeo no educa a mi hijo. Es un descanso para mí, como padre».

Esta pieza fue encargada conjuntamente por Mosaic y Digg. Gracias a Joy Victory por la idea inicial para la historia. Autora: Olivia Solon Editora: Chrissie Giles Corrector de estilo: Tom Freeman Verificadora de hechos: Francine Almash

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http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2016/06/07/actualidad/1465290273_997323.html

Una madre encadena a una farola a su hija de ocho años por faltar a clase, era el titular de la noticia publicada en este medio hace unos días. Estoy convencida de que la mayoría de los padres y madres que la leyeron pensaron que era una barbaridad. Sin embargo, y conviniendo con todos en que efectivamente lo es, yo quiero hoy hablar de otras formas de maltrato infantil cotidianas, normalizadas, asumidas por la mayoría de los que educan y que llamamos eufemísticamente castigo.

La forma en que castigamos a nuestros niños ha evolucionado en los últimos años, en los que el castigo físico es cada vez menor y peor visto, porque además es ilegal. Sin embargo, han aparecido formas aparentemente más benignas, como la famosa y generalizada “silla o rincón de pensar”. Este engendro gestado y parido por el conductismo más mohoso y maquillado no es otra cosa que el famoso tiempo fuera (time out) disfrazado de moraleja reflexiva. De todos los que somos padres o educadores es sabida la capacidad de reflexión que tiene un niño de tres o cuatro años sobre un suceso o una conducta inadecuada. Hagan el experimento y pregunten a un niño qué ha estado pensando después de estar un rato sentado en la silla de “pensar” y sin riesgo a equivocarme la mayoría le dirá que solo a que pasara el tiempo y le dejaran continuar su vida.

Eso, en el mejor de los casos, porque la silla de pensar es la silla del resentimiento y la confusión. Es una técnica punitiva, se trata de una expulsión o aislamiento del niño sin dotarle de ningún tipo de herramienta para que aprenda a gestionar el conflicto. Un niño no sabe pensar si no es guiado y acompañado con un adulto y desde luego, nadie puede pensar inundado de ira o de frustración. Aislar e ignorar física y afectivamente a un niño no educa. Por el contrario, contenerle, ayudarle a calmarse (respiración, frasco de la calma, un cojín preferido, un abrazo si se deja, unas cuantas carreras…), para después guiarle hacia una reflexión sobre lo ocurrido y tratar conjuntamente de encontrar una mejor manera de hacer las cosas, sí educa. Porque no se trata solo de decirle lo que no es correcto, sino de mostrarle caminos alternativos al mal comportamiento. Incluso pueden utilizarse recursos como teatralizar la situación con las nuevas estrategias para que “ensaye” su puesta en marcha, o darle al botón imaginario del retroceso para tener la oportunidad de esta vez, hacerlo bien. Ellos necesitan saber cómo y es nuestra responsabilidad ayudarles. No expulsarles.

Nos han entrenado durante generaciones para pensar que el castigo, adecuadamente suministrado, es educativo. Y no lo hemos cuestionado. Desde la ciencia conductista que experimenta con perros y ratas de laboratorio, nos dijeron que el castigo modifica la conducta. Y es verdad. Al menos, en el caso de las ratas y los perros. La cuestión es que modificar la conducta no es educar, es adiestrar. Es hacer que el otro haga lo que es presuntamente correcto por miedo y por sumisión porque estoy ejerciendo una acción punitiva sobre él.

Hemos normalizado grandes dosis de violencia contra los niños en nombre de su educación, en el peligroso “por su bien”. Forma parte de la cotidianidad de los hogares la amenaza, la violencia verbal, el silencio, el chantaje, la sumisión. Hablo de una sociedad que entiende la educación y la crianza de forma vertical donde yo adulto, tengo la prerrogativa de administrar la dosis de respeto y dignidad hacia ti que por ser menor y/o saber menos que yo, estás por debajo. Hablo de una sociedad profundamente adultocentrista y violenta en su forma de vincularse y ejercer el poder. Hablo de miles de generaciones que han transmitido todo esto como la sangre que nos corre por las venas sin cuestionamiento alguno, porque cuestionar eso era cuestionar a quien lo ejerció sobre nosotros.

Las consecuencias del castigo

Pero además de que el castigo, en cualquiera de sus variantes, atenta contra la dignidad de quien lo recibe, intoxica el vínculo padre-hijo, produce resentimiento, anula el criterio, genera indefensión, conductas evitativas, y violencia, fragiliza una autoestima en construcción, genera ansiedad y miedo, y perpetúa el modelo anacrónico, simplista e ineficaz de educación, que ya no defenderían ni los conductistas más radicales. Se trata de un modelo aprendizaje que corresponde al siglo pasado y experimentado inicialmente con animales, para generalizarlo después al comportamiento humano. El castigo modifica la conducta, es efectista y nos encanta porque crea el espejismo de que hemos sido capaces de corregir aquello que el niño ha hecho mal, víctimas de la inmediatez de todo lo que hoy nos ocupa. Educar es una carrera de fondo, que consiste básicamente en sembrar la motivación intrínseca en el propio niño para hacer lo que ha de hacerse. Con los castigos no se interioriza el aprendizaje a largo plazo, los niños solo obedecen por miedo y se dejan fuera las variables emocionales y cognitivas, que son básicamente el barro del que estamos hechos.

Se trata de construir cimientos sólidos desde dentro, no convertir a nuestros hijos en marionetas manejadas por la aprobación o desaprobación del entorno, siendo capaces de estimular el criterio propio y el sentido de la dignidad. Se trata de romper un círculo vicioso transmitido por generaciones donde hemos creído que para educar es necesario violentar, coartar, rescindir, amenazar, mientras que simultáneamente les ahorramos por sobreprotección la posibilidad de experimentar las consecuencias del error, construyendo sin querer una sociedad individualista, poco empática que nunca se pregunta el porqué de una mala conducta y solo tiende a eliminarla. Si educamos en el resentimiento obtendremos adultos con deseos de venganza que la ejercerán en cuanto se les brinde el poder para ello: como padres, como jefes, como vecinos, como individuos en definitiva que se relacionan con ese oscuro lugar.

La pregunta obvia entonces es que si no disponemos de esta herramienta tan socorrida para combatir el mal comportamiento, ¿cómo lo hacemos? Yo abogo por un modelo educativo basado en la prevención y en la comunicación emocional. Un modelo donde, por supuesto, hay límites razonados y donde no evito que el niño sienta las consecuencias naturales de un mal comportamiento. Son estas las que nos servirán de vehículo para la reflexión, acompañada y el aprendizaje a través de la experiencia, único aprendizaje verdadero que conduce al crecimiento sano y a la madurez. Un modelo que pone más luz en lo que se hace bien que en el error, un modelo donde dicho error es un recurso genuino y valioso para el aprendizaje, no algo a combatir.

http://elpais.com/elpais/2016/11/08/mamas_papas/1478602590_915298.html

La música puede ayudar a tratar los trastornos del espectro autista (TEA) y los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en niños, así lo concluye la Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA, por sus siglas en inglés). Una característica más de este arte en esta jornada en la que se celebra el Día de la Música. Según estos expertos, que los pequeños reciban clases de música incrementa y crea nuevas conexiones cerebrales y “puede facilitar los tratamientos en niños con estos trastornos”. “Ya se sabía que la música era muy beneficiosa, pero este estudio ofrece un mejor entendimiento sobre qué está ocurriendo en el cerebro y dónde se producen estos cambios”, asegura Pilar Dies-Suárez, jefa de radiología en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, en un comunicado. «Experimentar la música a una edad temprana puede contribuir a un mejor desarrollo del cerebro, a la optimización de la creación y establecimiento de redes neuronales y a la estimulación de las vías existentes del cerebro”, añade la experta.

Estudios anteriores ya hablaban de los beneficios de la música en el desarrollo cerebral. Por ejemplo, uno elaborado por el Instituto de Aprendizaje y Neurología de la Universidad de Washington (Seattle, EE UU) y publicado National Academy of Sciences concluyó que “ciertas melodías mejoran el procesamiento cerebral de pequeños de nueve meses, tanto en lo que se refiere a la música como a nuevos sonidos del habla”. La investigación sugería “que experimentar patrones rítmicos musicales mejora la habilidad de detectar y predecir patrones rítmicos del habla. Esto significa que escuchar música en edades muy tempranas puede tener un efecto global en las habilidades cognitivas de los bebés”, aseguraron los autores.

La importancia de las conexiones cerebrales.

Esta última investigación de la RSNA, publicada pocos días antes de este Día de la Música, consistió en el análisis de 23 niños sanos de entre cinco y seis años, todos libres de trastornos sensoriales, de percepción o neurológicos. Además, ninguno había asistido a clase de música con anterioridad. Los sujetos se sometieron a una evaluación, previa y posterior, con una técnica de resonancia magnética avanzada -una tractografía-, lo que les permitió identificar los cambios microestructurales en la materia blanca del cerebro. Esta última contiene millones de fibras nerviosas -los axones- que trabajan como cables de comunicación entre distintas áreas del cerebro. El resultado pudo medir el movimiento de las moléculas de agua extracelulares a lo largo de estos axones. Desde el punto de vista de salud, todo es normal cuando estas células de agua se mueven de forma uniforme, en cambio, cuando estas lo hacen de forma aleatoria, sugiere que existe algo anormal.

Tras nueve meses de estudio con clases de música, los resultados mostraron un incremento de las conexiones y de la longitud de los axones en determinadas áreas cerebrales, sobre todo “y de manera más notable en las fibras que conectan los lóbulos frontales y que en conjunto constituyen el llamado fórceps menor».

“A lo largo de la vida”, prosigue la experta, “la maduración de las conexiones cerebrales entre las regiones motoras, auditivas y otras zonas permiten el desarrollo de un gran número de habilidades cognitivas, entre ellas, las habilidades musicales”. “Cuando un menor recibe clases de música, su cerebro se prepara para responder a ciertas demandas, estas incluyen habilidades motoras, auditivas, cognitivas, emocionales y sociales”, añade Dies-Suárez. “Creemos que el aumento es debido a la necesidad de crear más conexiones entre ambos hemisferios cerebrales cuando escuchas música”, concluye.

Ayudar a los niños con TEA y TDAH

Los investigadores también creen que “los resultados del estudio pueden servir para incidir con más precisión en las estrategias de tratamiento en niños con TEA o TDAH”. Unos trastornos que afectan a muchos pequeños en el mundo y en España. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 21 de cada 10.000 niños que nacen en el planeta padecen autismo, cifras que llevaron en 2008 a declarar el 2 de abril como el Día Mundial de esta enfermedad. En Estados Unidos, país donde la investigación está más avanzada que en Europa, uno de cada 68 niños nace con TEA. Estos trastornos afectan al neurodesarrollo y se manifiestan habitualmente en los tres primeros años de vida de un niño. Los bebés con el trastorno pierden el contacto visual, en ocasiones parece que no oyen y tienen algunas hipersensibilidades o cogen rabietas excesivamente fuertes. Una conducta muy característica de los niños aquejados por este trastorno son los comportamientos repetitivos.

En cuanto a las cifras de TDAH, este trastorno afecta a entre un 2 y un 5% de la población infantil, según la Federación española de asociaciones de ayuda al déficit de atención e hiperactividad. Se trata de uno de los trastornos más importantes dentro de la Psiquiatría Infanto-Juvenil y constituye cerca del 50% de su población clínica. Es un trastorno crónico y comienza a revelarse antes de los siete años. Se estima que más del 80% de los niños continuarán presentando problemas en la adolescencia, y entre el 30-65%, en la edad adulta. Los chicos son más propensos que las niñas a sufrir TDAH, en cifras que varían de 4 a uno.

http://elpais.com/elpais/2016/11/21/mamas_papas/1479727802_800426.html?id_externo_rsoc=TW_CM