Hace poco más de un mes que ya se habla sobre este hecho, pero finalmente se hará oficial, pues la Asamblea de Madrid aprueba hoy, 15 de junio de 2017, la ley que regula esta cuestión, impulsada por Ciudadanos. La iniciativa también ha sido apoyada por el resto de grupos políticos (PSOE, PP y Podemos) en la Comisión de Educación y Deportes. Esto supone que los alumnos madrileños de Primaria, Secundaria y Formación Profesional Básica de colegios públicos y concertados puedan tener libros de texto gratis a partir del próximo curso (2018/2019).

La normativa permitirá que más de 615.000 alumnos puedan acceder a un sistema de préstamo de libros de texto gratuito que será universal (ya que hasta el momento, dependía de la renta de las familias). Esto supondrá que las familias puedan ahorrarse entre 250 y 300 euros por niño y por curso académico.

Para participar en la iniciativa, los padres deberán inscribirse en los respectivos centros educativos de sus hijos y ceder los libros de texto de sus hijos en buen estado al finalizar el curso 2017/2018. De esta forma, recibirán los tomos del siguiente curso que les correspondan y donarán los suyos para que otros niños puedan utilizarlos. Las familias deben encargarse de mantener los libros en buen estado, por lo que será una medida perfecta para enseñar a los niños a conocer el valor de las cosas.

http://madridistinto.com/los-libros-texto-seran-gratis-madrid/

Después de conocer a Will Wright, el creador del exitoso videojuego de construcción de ciudades SimCity, Yowell es partidaria de sustituir las pedagogías basadas en la memorización por las dinámicas de juego que requieren la participación de los estudiantes. Su principal crítica al sistema educativo actual, tanto en España como en Estados Unidos, es el paralelismo entre el funcionamiento de las fábricas y las escuelas, donde se prepara a “ciudadanos obedientes que sepan seguir órdenes”.

Yowell es la impulsora de LRNG, una empresa social que está rediseñando el aprendizaje del siglo XXI junto a escuelas, ayuntamientos, asociaciones y empresas como IBM en 10 ciudades de Estados Unidos, como Chicago. La semana pasada visitó Madrid para participar en las charlas Tech & Society organizadas por la Fundación Telefónica y el think tank Aspen Institute.

Pregunta. Después de haber dedicado tantos años a analizar la forma en la que aprenden los jóvenes durante su etapa como investigadora en la Universidad de Illinois, ¿cree que la clave está en cambiar los contenidos de los programas académicos?

Respuesta. El sistema educativo no está fallando, sigue cumpliendo el objetivo para el que fue diseñado: la producción masiva de estudiantes. Tanto en España, como en Estados Unidos o China se entrenan ciertos tipos de comportamiento como la obediencia, muy ligados a conseguir ciudadanos eficientes en las fábricas. A los niños de hoy les resulta complicado encajar en ese modelo. Al principio de mi carrera pensaba en cómo hacer el aprendizaje más atractivo o cómo asegurar la igualdad de oportunidades independientemente de la clase social. Con el tiempo me di cuenta del error. Había que salir de la academia y dedicar muchas horas a entender qué estaba pasando en internet y qué era lo que tenía a los jóvenes tan enganchados. Ahí descubrimos un nuevo concepto: el aprendizaje conectado.

P. ¿Cuál es la diferencia fundamental con el aprendizaje tradicional?

R. Los jóvenes de hoy aprenden de forma efectiva cuando coinciden tres elementos. Les interesa un tema, encuentran a un grupo de personas que comparten esa inquietud y ese aprendizaje les sirve para algo en su día a día. Eso es el aprendizaje conectado. La tecnología y las herramientas online permiten que esos tres factores coincidan y por eso son críticas para transformar la manera en la que aprendemos. Según uno de los estudios que realizamos en el que participaron más de 1.000 jóvenes, el 95% de ellos se comunican con sus amigos a través de redes sociales y entre el 10 y el 15% son activos en comunidades online de videojuegos, moda… El intercambio de contenidos y el aprendizaje que se da en esas plataformas es extraordinario.

La evaluación está totalmente separada del aprendizaje, se dedica mucho tiempo a preparar exámenes. Es un error

P. ¿Deberían las escuelas sustituir los libros por plataformas online de donde extraer el conocimiento?

R. Los recursos que se utilizan hoy, como los libros, los lápices o el papel, tienen que cambiar de forma drástica. Pero el foco no está en lo material, sino en un cambio de mentalidad. La innovación no tiene que nacer en las escuelas, que son muy resistentes al cambio. Tenemos que empezar a innovar fuera de las aulas. La sociedad se tiene que volcar en crear nuevas iniciativas que luego se puedan replicar en las escuelas. Los lugares donde se organizan actividades extra escolares, como los museos o las bibliotecas, tienen que inventar nuevas experiencias de aprendizaje. Los colegios no son laboratorios donde probar nuevas metodologías porque la innovación conlleva prueba y error, y por lo tanto, fracasos. Son espacios de mucha relevancia donde nos jugamos mucho. Los profesores están enseñando al hijo de otra persona y esos conocimientos influirán en su futuro. No podemos esperar que sean las escuelas las que lideren el cambio.

P. Más a allá de las pedagogías, ¿cree que hay algún elemento que ya se puede modificar en los colegios?

R. La evaluación está totalmente separada del aprendizaje, se dedica mucho tiempo a preparar los exámenes y eso es un error. Hay que introducir la evaluación en el proceso de aprendizaje y para eso es muy útil la tecnología. Los videojuegos son un buen ejemplo; al tiempo que juegas sabes en todo momento cómo lo estás haciendo y qué puntuación estás obteniendo. No hay ninguna necesidad de detener el aprendizaje para realizar una prueba. También hay que modificar el concepto de éxito escolar, pasar de la memorización al desarrollo de competencias. Eso es lo que asegurará a los estudiantes que encuentren un trabajo en el futuro.

P. ¿Podría explicar alguna iniciativa ciudadana de éxito que sirva de ejemplo para las escuelas?

R. El proyecto que ha impulsado la biblioteca pública de Chicago está sirviendo como modelo para algunos institutos. Se retiraron todos los libros de la primera planta y se habilitó como un espacio para que los jóvenes puedan charlar, probar herramientas digitales o investigar sobre diferentes proyectos con mentores. Lo que se busca es un cambio en la actitud de los chicos para que no pregunten a su profesor cuál es la tarea del día, sino que decidan ellos mismos qué quieren hacer y qué necesitan para desarrollar esa idea. De ese modo aunque no tengan los conocimientos necesarios, se atreverán a emprender nuevos proyectos y buscarán la ayuda del profesor para superar las diferentes etapas.

P. Está trabajando con ayuntamientos y asociaciones para rediseñar el aprendizaje del siglo XXI. ¿Cómo está funcionando el proyecto LRNG?

R. Estamos ya en 10 ciudades de Estados Unidos y lo que estamos haciendo es crear aplicaciones que permiten a los jóvenes de entre 15 años y 25 conocer diferentes actividades que están sucediendo en ese momento en las que pueden participar para descubrir sus pasiones. En colaboración con empresas como IBM estamos identificando las habilidades que los jóvenes necesitan desarrollar para encajar en el mercado laboral y potenciándolas en diferentes talleres que se imparten en asociaciones, espacios públicos o compañías. El objetivo es darles la oportunidad de explorar lo que les interesa, porque las vocaciones no son innatas, los jóvenes tienen que tener tiempo para conectar con su comunidad y ver cosas que les llamen la atención, y eso no se contempla en los programas de los colegios. Hay que acabar con la idea de que las escuelas son los únicos lugares para el aprendizaje. En cualquier rincón de la ciudad hay conocimiento.

http://economia.elpais.com/economia/2017/05/19/actualidad/1495216654_645971.html?id_externo_rsoc=FB_CM

Es época de primeras comuniones, y muchos padres están o acaban de pasar por la organización de un evento que supone, además de meses de quebraderos de cabeza, un gasto medio de 2.300 euros, según un informe de KPMG con datos de 2014. En este contexto, no es de extrañar que se haya hecho viral un pequeño comentario del mediático juez de menores Emilio Calatayud titulado: ‘Mesura con los convites oficiales, que se nos está yendo de las manos’.

“Lo que antaño era un chocolate con churros y un relojito, hoy es un almuerzo masterchef, un viaje a Eurodisney y el móvil de última generación. Y eso como mínimo. Estamos poniendo el listón demasiado alto. Dejemos algo para cuando se casen”, escribe Calatayud. En realidad, el gasto medio de hace una década y el actual son similares, sobre los 2.000 euros. Siempre ha habido padres que se han endeudado para ofrecer a sus hijos la celebración soñada —de 1993 es Lloviendo piedras, la película de Ken Loach sobre un padre en paro de un barrio obrero británico que hace lo que sea para que su hija tenga un vestido de primera comunión—, así como los convites con tantos invitados como una boda. Otra cosa es la conveniencia de regalar a niños de 9 y 10 años un smartphone, pero eso es otro tema.

Lo que sí está cambiando en los últimos años es el destino de ese dinero. Si antes la mayor parte se dedicaba al menú de los adultos invitados, ahora se tiende a gastarlo en divertir a los niños: animación, castillos hinchables, barra de golosinas, photocall… cuyo precio ronda entre los 500 y 1.000 euros. En realidad, no es más que otra muestra, quizá la mayor puesto que solo se celebra una vez, de la tendencia a llenar la vida de nuestros hijos de momentos inolvidables: cada mañana de Reyes, cada cumpleaños e incluso la llegada del Ratoncito Pérez, que en muchas casas ya no se limita a dejar una moneda, sino que la acompaña de un juguetito, una camiseta u otro detalle. Incluso los fines de semana se convierten, en vez de en días de hacer el vago y jugar, en frenéticas jornadas de actividades estimulantes, con cines, teatros, museos, excursiones y comidas que te dejan baldado.

Que conste que, como madre moderna, no puedo tirar la primera piedra. Porque también he celebrado cumpleaños en inmensos parques de bolas y he encargado al Ratoncito Pérez bolígrafos de purpurina. Y de la comunión nos libramos por una cuestión de ateísmo, pero si no, no pongo la mano en el fuego porque no acabara yéndoseme la pinza, como advierte el juez Calatayud. No sé qué intentamos compensar o demostrar. Pero puede que, de tantos momentos memorables vividos, nuestros hijos acaben por confundir unos con otros y se olviden de todos.

http://elpais.com/elpais/2017/05/19/mamas_papas/1495204800_852661.html

Se acercan las esperadas vacaciones del colegio y muchas familias no pueden ausentarse del trabajo ni tienen con quién dejar a los niños. ¿Qué hacemos para que los pequeños de casa se entretengan, aprendan y no tengan problemas de adaptación en campos urbanos y campamentos?

Lo primero que hay que considerar es el nivel de madurez del niño y saber que no depende solo de su edad: podemos encontrar diferencias entre un niño de nueve años que ya haya ido de acampada con su familia o duerme a veces en casa de los abuelos o amigos de clase, y uno de diez años que nunca se ha separado de sus padres ni ha viajado y de repente se encuentra estudiando inglés en Londres. Si el objetivo final es enviarle al extranjero, los expertos recomiendan pasos previos: campos urbanos de unas horas por la mañana, fines de semana con algún familiar en otra ciudad, excursiones y pernoctaciones al aire libre… De esta forma, el menor estará más preparado e independiente en el siguiente viaje.

“Los campamentos de verano deberían ser un lugar de ocio educativo, no un castigo ni una excusa para descansar de los hijos. Y no es necesario buscar el más tecnológico o avanzado o caro. Campamentos urbanos con una excursión por la ciudad bien explicada pueden ser igual de efectivos que otros con grandes instalaciones. La opinión de niño también debería ser tenida en cuenta: podemos buscar un campamento que le resulte interesante por sus gustos, por sus habilidades, que implique parte de actividad física, aprendizaje, independencia y socialización con otros niños. Tienen que aprender a relacionarse, a hacer amigos, por puro sentido común, porque las nuevas tecnologías los están desconectando de esas habilidades”, señala Enrique Castillejo, presidente del Colegio Oficial de Pedagogos y Psicopedagogos de la Comunidad Valenciana. Y añade: “A la hora de elegir entre uno u otro debemos hacernos preguntas como ¿son profesionales acreditados quienes organizan las actividades? ¿Me dan información sobre los seguros, su capacitación profesional y asistencia médica? Si son campamentos en los que el niño duerme varios días fuera, ¿qué tipo de contacto podemos tener con la organización, no con el niño, para confirmar que todo va bien? No es lo mismo enviarle al extranjero que a Teruel, donde le podemos recoger en cuestión de horas si es necesario”.

Alergias e intolerancias

En el caso de niños alérgicos convine informarse previamente de los medios que tiene el centro para atender al menor en caso de emergencia, si cuenta con enfermería propia o transporte rápido a un centro médico cercano. La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) advierte de los riesgos de una repentina crisis de asma o reacción anafiláctica no tratada a tiempo. Entre sus recomendaciones a monitores de campamentos de verano señalan la importancia de conocer el tratamiento del niño y custodiar la medicación, inhibidores o adrenalina autoinyectable y saber usarlo en caso de que sea necesario. Según datos de esta organización, en España uno de cada cinco niños sufre algún tipo de alergia, uno de cada diez es asmático y cuatro de cada 50 tiene alergia a algún alimento. Sin embargo, con la información y formación en primeros auxilios adecuada, esto no debería ser un impedimento para que el niño pueda disfrutar de unos días al aire libre. Tanto la SEICAP como la Sociedad de Alergología de la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha también recomiendan los campos de educación sanitaria para niños asmáticos (a partir de ocho años), que en un entorno lúdico y rodeados de iguales aprenden a controlar su enfermedad, los síntomas y el uso de su medicación.

Campamentos inclusivos

Para niños y adolescentes con algún tipo de diversidad funcional existen campamentos inclusivos de organizaciones como Plena Inclusión Madrid, Campamentos Para Todos o la Fundación Deporte y Desafío, que consiguen que los pequeños disfruten de esos días de ocio al aire libre y deporte adaptado, con atención especializada en todo momento.

Por otra parte, el apego, la timidez, el acoso escolar durante el curso o las dificultades sociales suelen ser también preocupaciones que asaltan a los padres antes de decidir qué hacer con sus hijos mientras trabajan. En los últimos años han surgido los llamados “campamentos urbanos de Inteligencia Emocional”, como los que organizan Afectiva Escuela o Centro APAI, que trabajan precisamente todo lo relacionado con las emociones a través de juegos y dinámicas de grupo desarrolladas por profesionales de la psicología.

“En los campamentos urbanos dividimos a los niños por edades y proponemos deporte al aire libre, manualidades, talleres de cocina, interacción con animales de granja… todo son recursos para trabajar el autocontrol, la autoestima a través de la creatividad, el autoconocimiento, la estimulación cognitiva para practicar memoria y destrezas y el ocio positivo, porque nos lo demandaban padres de adolescentes que no encontraban alternativas de ocio saludable al mismo tiempo que se trabajaban las habilidades sociales. Si detectamos algún trastorno o dificultad, señales de que el niño puede necesitar más apoyo por algún motivo, avisamos a los padres por si quieren que trabajemos de forma individual con él en terapia. Un día a la semana hacemos una yincana donde reunimos a los niños de todas los grupos para que jueguen juntos: los mayores lideran y se responsabilizan y los pequeños ayudan y participan para superar pruebas. El último juego consiste en enunciar qué aspectos positivos han observado en sus compañeros y qué han aprendido”, señalan las responsables del Centro APAI.

Nuevas habilidades

Los campamentos de toda la vida que constaban de “tienda de campaña-excursión-río-fogata-canciones nocturnas-fin” ahora se han convertido en circuitos multiaventura, rutas ecuestres, escalada, piragüismo o mini campeonatos de surf. Pero donde realmente se observa un salto exponencial es en las propuestas de cocina y robótica, en la línea de las nuevas tendencias de ocio. De esta forma, los jóvenes que no se pierden un concurso de cocina en televisión y que ya tienen cierta experiencia con el cuchillo y el aceite pueden divertirse con otros cocinillas en campamentos como el Bculinary Udan en Málaga o Guipúzcoa, el Campamento Chef Kiriko en Fornelos de Montes (Pontevedra), o el de recetas tradicionales e idiomas en el Palacio de la Bouza en Riberas de Pravia (Asturias). Por su parte, los niños aficionados a la tecnología disponen propuestas que combinan actividades al aire libre con nueva programación, diseño en 3D, drones y robótica. Algunos de estos campamentos, que no requieren conocimientos previos, son The Lake Lab de la Fundación Decode, el Robotics Summer Camp de Sheiffield o el Camp Tecnológico de Basauri.

 

http://elpais.com/elpais/2017/05/12/mamas_papas/1494565046_440061.html

El fidget spinner se inventó hace más de dos décadas como aparato antiestrés. Ahora lo peta en los colegios.

Los tazos, los gogós, las canicas, las cartas perfumadas, los láseres… Cada curso escolar tiene sus modas. Las de este 2016-2017 las ha intentando resumir la página de Facebook Maestra de Pueblo en un montaje de cuatro fotografías que en su primer día ha superado los 5.000 compartidos:

Los comentarios de la publicación podrían dividirse en dos: los de las personas ajenas a la enseñanza que no tienen ni idea de qué son estas imágenes y los de maestros, maestras y padres que los tienen más que fichados. Por si haces mucho que no pasas por el recreo, las modas que aparecen en la imagen son, por orden: el bottle flip challenge, el dab, las pulseras Forever Rings y el último éxito en los patios de colegio, el spinner. El interés súbito por este juguete puede verse reflejado en la evolución de su búsqueda en Google en España:

«Esto de las modas escolares es un fenómeno muy curioso», cuenta la administradora de la página Maestra de Pueblo por correo electrónico a Verne. «De repente aparecen en los patios escolares, ves a todos los niños llevando las mismas pulseras, haciendo los mismos gestos o jugando a lo mismo, y de igual manera que aparecen desaparecen a los meses sin dejar rastro». La autora de la página asegura ser, como su nombre indica, docente en una pequeña localidad, aunque prefiere no revelar su nombre ni el centro en el que trabaja.

1. El fidget spinner

Este juguete es un aparato antiestrés inventado hace más de dos décadas, aunque desde hace unas semanas ha desembarcado a lo grande en los recreos de muchos países de todo el mundo. Es una pieza de plástico o metal simétrica con aspas y un rodamiento central, que se sujeta con los dedos y que sobre el que las aspas giran. Mucho rato. Existen diferentes modelos –con diferente número de aspas, formas, materiales…– y puede jugarse simplemente a intentar hacerlos girar o probar trucos con ellos. Como estos:

2. El bottle flip challenge

Algunos docentes lo han definido en el post de Maestra de Pueblo como «la mayor pesadilla vivida en un centro«. Consiste en lanzar una botella al aire y conseguir que dé una vuelta completa y caiga de pie. Nació en un instituto de Carolina del Norte el año pasado, y hasta el nuevo presidente francés lo ha intentado. Con este tuit empezó todo:

3. El dab

Es un paso de baile importado de la escena hip hop de Atlanta y que popularizó el rapero Migos. Consiste en poner un brazo doblado delante de la cara (como tapándose para un estornudo) y estirar el otro, como hace ElRubius en muchos de sus vídeos. Se utiliza como signo de victoria y está bastante ligado al Bottle Flip: «Si la botella cae de pie, hacen la chorradica de los brazos», explica un comentarista en la publicación de Maestra de Pueblo. Aquí la explicación gráfica con uno de los mejores dabs del mundo:

4. Forever Rings

Son pulseras de goma, al estilo de las Livestrong de moda en los 2000, aunque más delgadas. Todas incluyen un mensaje que incluye la palabra forever («para siempre»): «para siempre amigos», «campeón para siempre»… Hay muchos modelos diferentes y se venden en quioscos en sobres cerrados, como los cromos, así que lo divertido no es solo ponérselas, sino también coleccionarlas y hacer el unboxing. A diferencia de lo que ocurría con las de Livestrong, no se trata de llevar una o dos, sino muchas.

Las tendencias que no salen en la foto

Además de las modas que aparecen en la imagen publicada por Maestra de Pueblo, su post ha servido para que otros docentes compartan algunas más que se encuentran vigentes en el patio del cole. También hemos preguntado a algunas maestras y niños. Algunas de las más comentadas son:

5. Lentejuelas reversibles

Una de las modas más comentadas en el post de Maestra de Pueblo es la de las camisetas mágicas. Son prendas con una figura hecha con lentejuelas brillantes reversibles que, al pasar la mano por encima, cambian de color o incluso de dibujo. Pueden encontrarse en casi cualquier superficie aunque Primark, una de las empresas con más modelos, las tiene casi agotadas desde hace unos meses debido a la alta demanda.

6. Las zapatillas de luces

Las zapatillas con ruedas, tan de moda hace unos años, todavía sobreviven en el patio de los colegios, aunque tienen unas serias competidoras: las deportivas con las suelas luminosas. Tienen leds en sus suelas semitransparentes que se activan con un interruptor, cambian de color y se recargan a través de un puerto USB para que, por desgracia para padres y profesores, no se agoten nunca.

7. Los LetraBots

Los LetraBots son pequeños robots, similares a los Transformers, que se convierten en una letra. Se venden en quioscos y, aigual que las Forever Rings, van en sobres para coleccionar los 26 modelos. La tecnología no ha avanzado lo suficiente para crear un robot que se transforme en una Ñ.

Maestra de Pueblo comenta también que «las mismas modas surgen en todos los sitios al mismo tiempo, da igual que sea pueblo o grandes ciudades». En los comentarios de su post han escrito profesores de diferentes países, y casi todos coinciden en las modas. Hay otro meme similar del otro lado del charco, y solo difiere en una imagen: en vez de las pulseras de plástico, los estadounidenses juegan hacer slime, un blandi-blub casero.

Probamos la última moda: los spinner

Los fidget spinner han desembarcado a lo grande durante las últimas semanas en los colegios españoles. ¿Cómo funcionan estos aparatos? ¿Qué modelos hay? ¿Qué trucos pueden hacerse con ellos? En Vernícolas, los directos de Facebook de Verne, probamos distintos modelos en directo.

http://verne.elpais.com/verne/2017/05/09/articulo/1494313223_289257.html?id_externo_rsoc=FB_CM

La batalla contra la obesidad ha pasado a otro nivel en Cataluña con el impuesto a las bebidas azucaradas que entra hoy en vigor. Sin embargo, los nuevos precios quedan muy lejos del 20% impositivo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que realmente sea efectivo. ¿Cómo puede beneficiar esta medida a los niños, el sector más vulnerable, con elevadas tasas de sobrepeso? La idea es que un aumento del precio obligue a cambiar los hábitos de compra, empezando por una reducción del elevado consumo diario de bebidas azucaradas entre los más jóvenes. El bolsillo o la salud. Según los datos de la última Encuesta Nacional de Salud, dos de cada 10 niños españoles tienen sobrepeso y uno de cada 10 sufre obesidad; es decir, el 27,8% de los menores en nuestro país ya presenta algún tipo de problema de peso que con los años puede desembocar en diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Más medidas, menos obesidad

Aunque el “impuesto saludable” de Cataluña es un primer paso, los expertos señalan que para conseguir una reducción real de la epidemia de la obesidad infantil serán necesarias medidas globales, interdisciplinares, que van desde la educación al etiquetado, de la promoción del deporte sin patrocinios encubiertos a la subvención del consumo de frutas y verduras, pasando por un control exhaustivo -que ahora no existe- del cumplimiento de la normativa publicitaria, como el código PAOS, que apenas se cumple. La revisión del contenido de las máquinas de vending en colegios, cancelar las excursiones a fábricas de comida rápida o de bebidas carbonatadas y la no inclusión de juguetes en los productos de menor perfil nutricional son otras medidas necesarias para que se observe un impacto real en la salud infantil.

“Centrar la atención solo en las bebidas azucaradas es un error. ¿Qué sucede con el resto de productos procesados? ¿Desde cuándo lo más saludable, como nos intenta vender la industria, son desayunos y meriendas con bollería, galletas y cereales hiperazucarados? El problema es que el consumidor no es consciente del riesgo para la salud que asume al comprar a sus hijos ciertos productos que son rápidos de cocinar incluso en casa, algo muy cómodo para el ritmo de vida que llevamos. Y tampoco es consciente del poder que tiene: si cambiase la demanda por alimentos frescos y saludables, la oferta tendría que cambiar porque lo que busca toda empresa es ganar dinero. Pero no podemos pedir que las multinacionales protejan nuestra salud porque eso es tarea de los gobiernos”, explica Miguel Ángel Lurueña, divulgador científico y autor del blog Gominolas de Petróleo.

Precisamente, en España el gobierno prometió el pasado diciembre aplicar la tasa a las bebidas azucaradas en todo el país. Pero las presiones del lobby azucarero consiguió, en apenas tres meses, que la propuesta quedase en un cajón. Tenemos reciente y cercano el caso de Portugal, que tras el anuncio de este tipo de impuestos perdió una inversión de 40 millones de una importante multinacional de bebidas carbonatadas. Tampoco hay que perder de vista que el sector de los refrescos aporta 12.000 millones de euros a la economía nacional (un 1,4% del PIB). Según las últimas cifras facilitadas por la Asociación de Bebidas Refrescantes (Anfabra), en España facturaron 4.500 millones de euros en 2015, un 2,8% más que el año anterior: los españoles cada vez consumen más este tipo de bebidas.

El caso de Ámsterdam

Un ejemplo de política de salud pública sin afán recaudatorio y realmente comprometida en la lucha contra la obesidad podría ser Ámsterdam, que después de analizar sus elevadas tasas de sobrepeso infantil diseñó un programa global para reducirlo, como fuera, barrio por barrio. Implicaron a colegios, profesores, entrenadores, padres, sanitarios: todos los colectivos en contacto con niños fueron movilizados para cambiar los hábitos de vida y contribuir a crear un entorno saludable.

Entre las medidas impulsadas por el Ayuntamiento de Ámsterdam se incluye la prohibición de llevar zumos a las escuelas (sustituidos por agua o leche), la sustitución de bollería industrial o casera por frutas en las celebraciones escolares, o la prohibición de los patrocinios de marcas de bebidas carbonatadas y comida rápida en eventos públicos. También se subvenciona el acceso a polideportivos y actividades deportivas para familias sin recursos; se imparten clases colectivas para aprender a cocinar de forma saludable, se garantiza que los niños tengan acceso a frutas y verduras en el colegio e incluso se estudia los patrones del sueño. El resultado: entre el año 2012 y 2015 se ha reducido un 12% la obesidad infantil, según los últimos datos del Amsterdam Healthy Weight Programme.

“Los datos de este proyecto son interesantes, pero sin un grupo de control no podemos valorar hasta qué punto el descenso de la obesidad ha bajado por todas esas medidas o porque cambiaron sus patrones de alimentación por otro motivo. Cuando es un fenómeno multifactorial como este, se necesitan más parámetros, como hacer un seguimiento en las tiendas de lo que compran ahora para saber si han cambiado también sus hábitos de alimentación en casa. En marzo se ha publicado otro estudio sobre un condado de Maryland, en Estados Unidos, cuyas políticas de reducción del consumo de bebidas azucaradas van acompañadas de toda una batería de medidas muy complejas. Al final, como escribí hace poco, redujeron el consumo de refrescos en un 20% y de zumos en un 15%, pero es un ejemplo de trabajo global contra la obesidad, no solo unos impuestos. La clave no es restringir sino dar alternativas saludables a la población”, apunta Luis Jiménez, autor de libros como La Guerra contra el sobrepeso y El cerebro obeso, donde analiza las razones del entorno obesogénico en el que vivimos y el funcionamiento del cerebro para adoptar hábitos saludables o no.

El éxito de la subida de impuestos a productos no saludables en otros países está reflejado en el documento Adaptación Española a las Guías Europeas sobre Prevención de la Enfermedad Cardiovascular, con los siguientes datos: “Las estrategias de precios pueden conducir a una disminución de las ventas de alimentos no saludables y a un aumento de las ventas de frutas y verduras, mejorando el consumo de energía y nutrientes, el IMC y la salud. El impuesto a la grasa en Dinamarca originó una disminución de su consumo de un 10-15% y el impuesto a la comida basura en Hungría hizo que las ventas cayeran un 27%. El impuesto a las bebidas azucaradas en México provocó un descenso en las compras del 12%, con mayor intensidad en los hogares de nivel socioeconómico bajo, donde alcanzó el 17%”.

Países como Alemania se han atrevido a gravar las bebidas azucaradas con un 20% del precio, Inglaterra quiere sacar las máquinas de vending no saludables de los hospitales, Francia ha prohibido el “relleno gratis” de bebidas azucaradas, Chile obliga a advertir en el etiquetado los altos contenidos en grasas, calorías, sal y azúcar, prohíbe la publicidad atractiva para niños en estos productos e incluso ha retirado los juguetes dentro de huevos de chocolate. En España, las medidas eficaces y multidisciplinares contra la obesidad ni están ni se las espera.

http://elpais.com/elpais/2017/05/01/mamas_papas/1493634353_510262.html

«Yo al principio no me di cuenta, no sabía que lo que me pasaba era acoso escolar, entonces no se hablaba de ello. Además, ¿cómo iba a pensar que era acoso escolar, si eran mis propios amigos, a los que conocía desde los tres años?». Nidia Represa cursaba 2º de la ESO cuando se convirtió en diana de las bromas de su pandilla de toda la vida. Bromas cada vez más constantes y pesadas que pronto subieron de nivel: «Me insultaban, me obligaban a darles mis deberes, me tiraban las cosas del pupitre…». Y siempre, siempre, acompañadas de unas risas de fondo: las del resto de alumnos, los espectadores.

Parecía una obra de teatro, cuyo guion se ha plagiado infinidad de veces en cada colegio. El acosador y la víctima como protagonistas, unos cuantos actores secundarios que precisamente secundan, y un público que contempla (cuando no aplaude) desde la distancia, ignorante de que la obra no es una tragedia griega cuyo fin está escrito, sino que es interactiva: cualquiera puede intervenir y cambiar el desenlace.

Por una parte, relata Nidia, estaba «el cabecilla de los acosadores, el típico que no se dejaba ver pero instigaba». Junto a él, el «matón», el ejecutor de las bromas, acompañado por una suerte de secuaces, que le seguían y se reían. Una organización de manual, como explican a EL MUNDO los psicólogos José Antonio Molina y Pilar Vecina, autores de ‘Bullying, ciberbullying y sexting: ¿Cómo actuar ante una situación de acoso?‘.

«Cuando hablamos de grupos de bullies, suele haber un cabecilla que ordena y manda. El grupo comparte formas de pensar y de actuar y, lamentablemente, en muchas ocasiones, su objeto de diversión es la violencia y el hostigamiento a otros. Así perciben que están en el lado del fuerte, del que tiene el poder, del que nadie se ríe porque se impone y hace respetar ‘sus leyes’. Todo eso añadido a la desindividualización y desinhibición que propicia el grupo«.

Y después, están losacosadores pasivos. Esos que son testigos de lo que sucede, incluso lo reprueban, pero permanecen en silencio. Bien porque su ausencia de madurez les impide ser conscientes de la gravedad de los hechos, bien porque piensan que no es asunto suyo, y, sobre todo, por miedo. A represalias o a que los tachen de ‘chivatos’ si alertan a los docentes.

«‘¿Para qué voy a meterme en líos?’, ‘¿Y si luego vienen a por mí?’, ‘¿Y si se enteran de que he sido yo el que lo he dicho al profesor?‘, ‘Yo no quiero pasar por lo mismo, prefiero mantenerme ajeno'». Son algunos de los principales argumentos que esgrimen en consulta, explican Molina y Vecina, que trabajan en diseño e implantación de programas de acoso en escuelas.

Una figura que también estuvo presente en el caso de Nidia: «Eran mis amigos más cercanos. Se quedaban al margen, fingían que no pasaba nada… Uno simulaba que no me conocía y luego, a escondidas, me daba los deberes. Otra intentó defenderme sin que yo lo supiese, y acabó pagando el pato: cuando yo me cambié de colegio -porque la familia de Nidia optó por la solución más habitual: cambiar de centro-, el acoso se volvió contra ella«.

Sin ser psicóloga, aunque está estudiando para ello, Nidia hace una diagnóstico bastante certero. «Hace unos años te habría dicho que no entendía esta actitud. Ahora sí: los que acosan siempre tienen a alguien en su punto de mira. Se desarrolla un miedo global que hace que el resto no quiera intervenir por temor a ser el siguiente, sufrir las bromas… Se guían por un sentimiento de autoprotección que les impide actuar».

El problema es que ese silencio sirve como combustible. «Si el agresor es consciente de que ninguno de los espectadores va a hablar o a informar de lo que está pasando, seguirá en la misma línea porque, a corto plazo, no tiene ningún tipo de consecuencias negativas», explican Vecina y Molina, que ponen el ejemplo de P.G., un menor que llegó a consulta porque fue acosado después de haber defendido a uno de sus mejores amigos. La primera frase que dijo fue: «Si lo sé… no me meto».

Los psicólogos establecen cuatro tipos de espectadores, los cuales, con su actitud y conducta, condicionarán el comportamiento del acosador que está llevando a cabo el hostigamiento:

  1. SEGUIDORES DEL AGRESOR. Implicados de una forma directa en el plan del agresor, además se identifican con los valores y normas del grupo.
  2. REFORZADORES PASIVOS. Están presentes cuando se realizan las acciones intimidatorias, pero no participan directamente en ellas. Son conscientes del daño causado a la víctima y suelen reforzar la violencia mediante sonrisas, aplausos o halagos a los agresores.
  3. OBSERVADORES. Simplemente miran. No se muestran a favor de la violencia, pero al no hacer nada para evitarla acaban por reforzarla. Tampoco defienden a la víctima, optan por mantenerse al margen y se sienten ajenos al problema.
  4. DEFENSORES DE LA VÍCTIMA. Tratan de defenderla, ya sea de manera directa, interponiéndose entre ésta y el acosador, o indirecta, informando a un adulto (profesor, padre, policía…)

No obstante, advierten Molina y Vecina, no siempre que se da un caso de acoso escolar los alumnos son conscientes de lo que sucede. «En talleres que hemos realizado, incluso habiéndose diagnosticado una situación de acoso, los demás miembros de la clase del acosado aseguraron no saber nada de los hechos».

Por eso, muchas veces, el trabajo empieza por hacerles tomar conciencia de que son o han sido testigos de ‘bullying’, de que es algo que no debería asumirse como normal, e invitarles a ponerse en el lugar de la víctima y analizar si, con su silencio o sus risas, han sido cómplices. Ésa es la línea en la que van buena parte de las intervenciones en centros escolares, y también el eje, por ejemplo, de la campaña lanzada la pasada semana por la Fundación ANAR y Mutua Madrileña.

«Con que hubiese uno o dos niños que en lugar de reírse o mostrarse indiferentes, asumieran que así se convierten en cómplices, podría revertirse la situación«, asegura el psicólogo Benjamín Ballesteros, director de Programas de ANAR, que subraya que el objetivo es sensibilizar sobre las consecuencias del acoso y transformar la presión del grupo sobre la víctima en cohesión grupal. «Que se den cuenta de que su acción puede ser muy beneficiosa para cambiar la situación».

En estas situaciones, explican Molina y Vecina, es muy importante empatizar con la víctima y «hablar por ella, ya que no puede hablar por sí misma por el profundo temor que está experimentado». Por eso, en los talleres de prevención que realizan en las aulas, explican la importancia de transmitir lo que está ocurriendo y tratan de desmitificar la idea de que si se comunica al profesor o a un adulto responsable, se es un chivato.

«Los pasivos son la mayoría, y si diesen un paso adelante y se protegieran entre ellos, no habría tanto casos de acoso», se muestra convencida Nidia. «No me refiero sólo a enfrentarse a los que están haciendo daño, sino a apoyar a las víctimas. El niño que sufre acoso se siente solo. No busca que se haga justicia, sino no sentirse tan aislado».

Ella, a sus 22 años y gracias a la terapia, dice haberlo superado. El libro ‘Bajo mi piel‘ está inspirado en su experiencia, y procura ayudar a otros niños a través de su blog. «Siempre que se comunican conmigo, les dedico alguna reseña o dibujo y lo publico para que se sientan especiales y entiendan que pueden seguir adelante y que tienen mucho que dar, aunque no lo crean». Que sepan que no están solos, simplemente eso.

http://www.elmundo.es/sociedad/2016/05/02/572249dd46163f1a638b45af.html

Los padres podemos y debemos fomentar la autonomía en nuestros hijos desde que son capaces de ir alcanzando retos evolutivos. Resulta obvio pensar que el recién nacido no tiene autonomía salvo para respirar, ni siquiera controla sus propios movimientos. Es extremadamente vulnerable y dependiente. Poco a poco irá madurando su cerebro y será capaz de ir manejando su cuerpo y su voluntad. La autonomía se expresa por dos caminos que confluyen: uno más físico, donde debemos permitir que el niño haga aquello que puede hacer o cree que puede hacer y otro más psicológico que tiene que ver con desarrollar la independencia de criterio, la toma de decisiones y asumir sus consecuencias.

Cuando los padres permitimos que un niño haga algo que puede hacer, necesitamos trabajarnos la tolerancia al error, a la imperfección y al fracaso. También a la paciencia. Muchas veces hacemos cosas por ellos porque las hacemos más rápido y no les permitimos ensayar, practicar, experimentar y en definitiva poner a prueba sus herramientas. Priorizamos el resultado y no el aprendizaje que solo se produce durante el proceso

El día a día ofrece muchas oportunidades para favorecer que los niños habiliten estrategias y habilidades, que de otro modo, no aprenderán.

En cuanto a favorecer la autonomía en el ámbito más emocional y psicológico, también debemos hacer un ejercicio de soltar un poco el control y permitir que el niño elija todo aquello que pueda elegir (y que suele ser más de lo que creemos), y que tome decisiones.

Cuando un niño es capaz de hacer cosas por sí mismo estamos fortaleciendo su autoestima, su percepción de competencia, reforzando una autoimagen de seguridad, enseñándole a manejar la tolerancia a la frustración, desarrollando la perseverancia, entre otras cosas.

Por otra parte, educar hijos implica sobre todo que sean capaces de devenir en adultos competentes y seguros sin nosotros. Educar es una tarea a largo plazo, donde nuestra labor fundamental es facilitar que nuestros hijos desarrollen herramientas por sí mismos, porque eso es lo que les servirá para enfrentar la vida y para tomar decisiones encaminadas a la construcción de una existencia significativa y feliz.

En mi opinión la sobreprotección es perjudicial porque coarta la posibilidad de desarrollar estrategias de aprendizaje y les deja desprotegidos e ineptos para enfrentar los reveses vitales. Además, cuando llega la adolescencia, los padres perdemos influencia y autoridad y si no han desarrollado un criterio sólido, serán vulnerables a las exigencias del grupo de iguales. Y esta es una labor “hormiga” que se hace día a día y desde el principio.

¿Por qué nos cuesta favorecer su autonomía?

En general, a los padres nos cuesta favorecer su autonomía por varias razones. Las más básicas tienen que ver con las exigencias de tiempo actuales: siempre vamos con prisa, con horarios muy exigentes para todo. Eso hace que muchas veces no podamos esperar a que hagan ellos las cosas. Nos impacientamos y lo hacemos nosotros.

Pero también creo que hay otras más profundas, como la necesidad de que sigan dependiendo de nosotros o la falta de confianza en que pueden hacerlo por sí mismos. También nos cuesta tolerar el error y el fracaso. Es difícil dejar fracasar a un hijo, aunque imprescindible.

Tenemos también una gran necesidad de controlarlo todo, porque ello nos da seguridad y además estamos terriblemente condicionados a las presiones externas. Si yo dejo que mi hijo o hija elija lo que se quiere poner, me expongo a la crítica externa. Nos han enseñado que educar es igual a controlar y el juicio externo aún nos pesa mucho.

Para tratar de contrarrestar esta tendencia hay que tener presente de forma muy consciente que los beneficios de favorecer autonomía en los niños, son esenciales en la formación de una personalidad sana y sólida. Que merece la pena invertir un poco de tiempo y de paciencia permitiendo que hagan los aprendizajes necesarios para su edad. Que la responsabilidad debe ser compartida así como respetado el criterio. Pero que no fuercen las cosas.

Tan negativo es dar a nuestros hijos responsabilidades cuando aún no pueden asumirlas como no dárselas cuando aún están listos para ello y la única forma de saberlo es probar puesto que cada niño evoluciona de forma diferente.

http://elpais.com/elpais/2017/04/24/mamas_papas/1493021002_268544.html

Para contestar a la pregunta del titular, primero hemos de tener en cuenta qué entendemos por lectura. Es importante detenerse un momento y darnos cuenta de lo que está ocurriendo hoy. El concepto de la lectura ha cambiado en las últimas décadas, aunque en general, los españoles solemos seguir identificando a la lectura con una sola forma de leer, que es la del libro impreso. Esta realidad la detecta también Luis González, director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en su capítulo “Hábitos lectores y políticas habituales de lectura” de La lectura en España. Informe 2017, quien recuerda que aquellas personas que leen habitualmente diarios, revistas, webs, foros, blogs, libros electrónicos, manuales, guías, etc., también forman parte de la categoría de lectores, pese a que ni ellos mismos se consideran como tales.

Quizá hoy los niños leen menos a los clásicos Perrault, los Hermanos Grimm o Andersen, por ejemplo, porque lo cierto es que los tiempos están cambiando y van apareciendo nuevas propuestas. Los chicos se divierten con otro tipo de temáticas, formatos y fórmulas. Aventuras, romances, fantasía a tutiplén. Libro álbum, libro informativo, libros en 3D, pop up… Pero, al fin y al cabo, leen, que es lo que nos importa. Si lo que leen es de buena o mala calidad, ya ese es otro cantar. Que tenemos algunos índices bajos de comprensión lectora, también es el foco de otro posteo. Ahora nos detendremos en que la apreciación que tienen los más pequeños del libro ha cambiado también. Ellos dicen y defienden lo que les gusta y lo que no. Y es válido respetarlos porque su opinión importa y mucho.

Los formatos favoritos

Al libro tradicional (que sigue siendo el soporte favorito del 100% de los niños lectores), le siguen las revistas (47%), los cómics (36,3%) y los periódicos (26,3%), todas publicaciones impresas, según los datos de la encuesta Hábitos de lectura y compra de libros en España 2012 (habitualmente llamada Barómetro), desarrollada por Conecta para la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). Pero a estos datos hay que añadir que desde hace unos años se ha ido notando también un alza en la lectura digital: casi la mitad de los niños españoles de entre 10 y 13 años lee diariamente en los nuevos formatos, según el informe. Webs, blogs y foros son las lecturas digitales preferidas, mientras que los e-books han perdido adeptos desde sus inicios.

Los nuevos libros

El primer ebook español se lanzó por allá por 2009, pero, pese a que en los primeros años muchos decían que desplazaría al papel, hoy no ha alcanzado el éxito que se esperaba. Menos aún en el caso de los libros para niños, porque hay formatos contra los cuales el electrónico no puede competir. El caso más flagrante es el del libro álbum (caracterizado por la confluencia de lenguaje verbal y visual, que concede gran peso a la imagen), que es impensable de disfrutar de otra manera que no sea impreso. Una gran imagen que habla por sí sola, esto es, que no solo ilustra a un texto (como en el tradicional libro ilustrado) sino que es por sí misma una parte de la historia.

La novela gráfica es otra estrella de esta era, pero está más dirigida a los jóvenes que a los niños. Su formato es el de una historieta para lectores frecuentes y grandes lectores, con temas más complejos. Otro ejemplo es el libro informativo, aunque este no es un concepto nuevo. Es más, es uno de los más antiguos de la no ficción: enciclopedias, diccionarios, manuales… Pero lo novedoso es la nueva mirada que se le da en la actualidad. Expuestos a tanta información como estamos, lo cierto es que los más pequeños saben más y tienen más conocimientos y el libro informativo ayuda a ordenar esta información de una manera atractiva para los niños.

Esto sucede porque, muy vinculado a este cambio, la ilustración, el diseño, la innovación viven sus años dorados, con sorprendentes creaciones. Ahora se lee a través de la imagen y la apuesta del mundo editorial es por un tinte más visual y unos textos más transversales, con historias que atraen a todas las edades.

Mejor lecturas fáciles que ninguna

Todo lo que están leyendo los niños está forjando su capital literario. Pero, ¿qué contenidos leen? Hoy existe un sinnúmero de mundos donde elegir. En el estudio Los libros infantiles y juveniles en España 2014-2015, el Observatorio de la Lectura y el Libro asegura que “tras unos años dominados por la moda romántico-vampírica, el género fantástico ha seguido reinventándose”. Así el realismo y las aventuras, el misterio, el romance y fundamentalmente el humor van ganando nuevos adeptos infantiles cada día.

La directora del máster internacional en libros y literatura infantil y juvenil Gretel, de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala que “si observamos los títulos infantiles más prestados en las bibliotecas públicas, veremos que los más pequeños leen álbumes y libros de cierta calidad gracias al consejo de padres y bibliotecarios o a la atractiva oferta de formatos y temas para las primeras edades. Por ejemplo, ahora tienen mucho auge los libros sobre las emociones. A partir de los 7 años los niños tienen más autonomía y vemos que el deseo de leer lo que está de moda lleva a los bestsellers, igual que ocurre en la lectura adulta. Entre los 7 y 10 años –continúa Colomer- triunfan las series narrativas en las que priman la identificación con los protagonistas-narradores, la lectura menos esforzada y el humor, como la del detective Geronimo Stilton. No es algo a despreciar”.

Esto nos hace pensar que tal vez es preferible que los niños lean contenidos que no resultan tan atractivos a los padres o que no siempre tienen gran calidad literaria a que no lean nada. Teresa Colomer lo confirma: “leer las series de moda tiene factores positivos para la formación del lector, como sentirse incluido en una comunidad de lectores, atreverse con libros más largos porque son más fáciles fomentando la autoestima del lector o proporcionar las horas de lectura sostenida que requiere el desarrollo de las habilidades lectoras”.

Promoción de la lectura en acción

Aquí participamos los adultos, desde distintas miradas, desde los planes de fomento lector estatales hasta los propios padres, pasando por profesores, bibliotecarios, especialistas, editores, escritores, ilustradores… Es decir, todo mediador de la lectura, quien es la figura motivadora y estimulante que fomenta el hábito lector en los niños. La escuela, la biblioteca, las editoriales, las librerías y el hogar son cinco de los espacios esenciales en los que hay intervención activa y donde se pueden sentar las bases y gestar la pasión por la lectura.

Colomer recuerda que “en la escuela los niños miran, leen y oyen contar obras de mayor calidad. Eso es lo que les permite progresar. Como en cualquier placer, es algo que se basa en la comparación entre lo leído (o lo visto, bebido, besado, etc.) y en la satisfacción obtenida por los nuevos mundos, emociones y formas de contar. Aunque eso es siempre muy dependiente del proyecto pedagógico del centro”. Señala que una de las carencias que tiene la promoción de la lectura en España es “una buena preparación de los profesionales: maestros, bibliotecarios y libreros. A la lectura de calidad también contribuyen las actividades de la biblioteca pública y de la librería infantil especializada”. Esa es la tarea que tenemos por delante.

Leer antes de saber leer

Carolina Lesa Brown, comunicadora social, máster en “Necesidades y Derechos de la Infancia” (Universidad Autónoma de Madrid) y en “Libros y Literatura para Niños y Jóvenes” (Universidad Autónoma de Barcelona), es especialista de literatura infantil y juvenil desde la primerísima infancia y nos aclara por qué se dice que se puede leer desde el nacimiento. “Los niños hacen uso del lenguaje desde el inicio de la vida, incluso antes de nacer. Se apropian de él con la misma intensidad que lo hacen del alimento. A los pocos meses de embarazo, el bebé ya es capaz de distinguir el sonido de la voz de la madre y reaccionar ante ella; algo que mantendrá después de nacido”, dice la experta. “Será esta voz –continúa- la que construirá el primer relato sobre sí mismo: le dirá quién es, donde ha llegado, cómo es el mundo que lo recibe. El lenguaje, por lo tanto, estará presente y en ‘uso’ para crear una narración que se inscribirá en su mundo interior y lo construirá como persona, aunque aún no exista habla”. Mucha gente identifica la lectura con el proceso de lectoescritura. Los bebés “leen” porque interpretan los signos de su ambiente, “lo dotan de sentido y actúan en consecuencia”, indica Lesa Brown. Quizás, el ejemplo más claro “sea la respuesta que dan ante el rostro de la madre o sus arrullos, a los que responden con sonidos, sonrisas, gestos y movimientos”, concluye.

Y nos preguntamos si estimularles en la lectura desde tan pequeños es un acierto o los estresamos con ello. Quizá no estaremos promoviendo la lectura, pero sí una relación y un gusto por el mundo del libro. Lesa asiente: “Como bien señala la especialista Evelyn Torres, durante la primera infancia más que fomentar la lectura se trata de incentivar el deseo de que, más tarde, les guste leer”. Para llegar a eso, Lesa asegura que “el primer paso es el acceso a la lengua del relato o de la belleza. Los bebés pueden distinguir entre el lenguaje funcional –o fáctico– y el lenguaje de la belleza. El primero, se completa con la realidad. Por ejemplo, si digo ‘come, se enfría’ o ‘tráelo aquí’, necesito ver que hay una sopa en la mesa u observar qué señala el dedo. En cambio, con el lenguaje de la belleza, se crean pequeñas narraciones que potencian la dimensión estética del lenguaje. Por ejemplo, ‘hoy vendrá la tía a verte, iremos al parque y lo pasaremos muy bien’ mantiene el enunciado completo”.

Para incentivar a los bebés a ser amantes de los libros, dependerá no solo de cada edad, sino de cada ritmo evolutivo de nuestro pequeño. La especialista nos da algunas pautas en líneas generales:

Hasta los 2 años: podemos fomentar la lectura a través de nanas, arrullos, cantinelas, rimas, retahílas, conjuros, juegos de falda y de ronda. Tenemos una literatura de tradición oral muy rica a la cual se puede recurrir a través de nuestra memoria.

De 3-6: además de mantener algunos de estos juegos, tenemos que tener en cuenta dos criterios. El primero, preparar una biblioteca con diferentes géneros y tipos de libro (poesía, narrativa, informativos, imaginarios, libros juego, abecedarios, libros de contar, con propuestas lúdicas, entre otros). El objetivo es fomentar una idea de lectura ligada a sus posibilidades: con la lectura…“puedo aprender” “puedo divertirme” “puedo jugar” “puedo emocionarme”. El segundo criterio se relaciona con un gusto lector muy propio de estas edades, pero que también ayuda y facilita el contacto con la escritura. Se trata de libros con narrativas que tengan repeticiones, estribillos, estructuras circulares o muy sencillas, de forma que sean fáciles de seguir o previsibles.

http://elpais.com/elpais/2017/04/03/mamas_papas/1491231284_814498.html

Desde hace tiempo seguimos de cerca a Emma Watson y hemos descubierto que es una gran gurú de la lectura. A parte de su faceta como actriz, una de sus grandes pasiones es fomentar la lectura crítica a través de su club de lectura Book Fairies Worldwide  donde recomienda muchos libros.

Su relevancia es tal que cada 8 de marzo podemos ver a la actriz en las portadas de muchos periódicos. Emma es embajadora de varios movimientos en defensa de la igualdad de género, como el He For She, además de sus famosos e inspiradores discursos en la Asamblea General de la ONU.

Pero Watson no solo defiende la igualdad de género, sino que también es conocida por sus reivindicaciones, entre otras, hacia la literatura.

Su posicionamiento en redes sociales como Instagram o Goodreads ha convertido en famosos sus hashtags, que son seguidos por miles de usuarios como #IWDOurSharedShelf . Además, Emma es muy activista y ella misma lidera una campaña llamada Escondiendo libros por el metro de Londres o la ciudad de Nueva York.

Aquí van sus doce mejores recomendaciones

1. Persépolis — Marjane Satrapi (2000)

Se trata de una historia autobiográfica contada en forma de cómic que empieza en el año 1979, cuando Marjane tiene diez años y, con su inocente perspectiva infantil, cuenta el cambio social y político que conlleva el cambio político en Irán después de más de cincuenta años de régimen fundamentalista. Al desconcierto de la protagonista debemos sumarle aún más dificultades por ser una mujer y joven.

2. Los monólogos de la vagina — Eva Ensler (1996)

Si quieres pasar un rato divertido este es tu libro. En él se pone de manifiesto un órgano que es, sin duda, superior al pene masculino por ser el único conectado al clítoris, único órgano humano que está destinado, absolutamente, al placer. Una obra que es el centro de todo un movimiento feminista contra la violencia de género.

3. Cómo ser mujer — Caitlin Moran (2011)

Pequeñas historias en forma de memoria que se narran desde el punto de vista de una mujer feminista, trabajadora e hija de una familia numerosa. Un bagaje que le permite hablar sin tapujos de su paso por la vida y la sincera relación que mantiene con su cuerpo.

4. El cuento de la criada — Margaret Atwood (1985)

Es una distopía en la que destacan la crítica social y el tratamiento de la mujer a través de un juego de dos historias con un mismo personaje atrapado entre el pasado y el presente.

5. El color púrpura — Alice Walker (1982)

Dos hermanas de raza negra, una que vive en el sur de Estados Unidos y ha sido violada por quien ha creído siempre que fue su padre y otra que trabaja como misionera en África. Durante más de treinta años, ambas han soñado con que llegase el momento de reencontrarse, descubriendo todos sus sentimientos en preciosas cartas.

6. La escafandra y la mariposa — Jean-Dominique Bauby (2009)

En esta historia, el protagonista se encuentra en coma profundo por un accidente vascular y se despierta afectado por el “síndrome de cautiverio”, pero con las facultades mentales intactas. Con un leve parpadeo de su ojo izquierdo es capaz de hacernos llegar sus reflexiones sobre la vida. Toda una lección sobre los límites del ser humano.

7. El guardián entre el centeno — J.D. Salinger (1945)

Considerada la obra maestra del escritor, marcó a toda una generación de jóvenes gracias a la sinceridad de su narrador, un joven Holden Cauldfield que confiesa sin tapujos su fracaso escolar, el deseo de escapar de las rígidas normas de una familia tradicional y una experiencia sexual sin más.

8. Éramos unos niños — Patti Smith (2015)

Se trata de las memorias que narran la vida en común de la cantante Patti Smith y el fotógrafo Robert Mapplethorpe, y que acabaría con la muerte de éste en 1989.  Dos apasionados del arte que se instalaron en el mítico Hotel Chelsea y que marcaron la estética de finales del siglo XX. Un homenaje a la amistad que hizo que Watson declarase: “Quiero vivir como Patti. Quiero escribir como Patti”.