«Yo al principio no me di cuenta, no sabía que lo que me pasaba era acoso escolar, entonces no se hablaba de ello. Además, ¿cómo iba a pensar que era acoso escolar, si eran mis propios amigos, a los que conocía desde los tres años?». Nidia Represa cursaba 2º de la ESO cuando se convirtió en diana de las bromas de su pandilla de toda la vida. Bromas cada vez más constantes y pesadas que pronto subieron de nivel: «Me insultaban, me obligaban a darles mis deberes, me tiraban las cosas del pupitre…». Y siempre, siempre, acompañadas de unas risas de fondo: las del resto de alumnos, los espectadores.

Parecía una obra de teatro, cuyo guion se ha plagiado infinidad de veces en cada colegio. El acosador y la víctima como protagonistas, unos cuantos actores secundarios que precisamente secundan, y un público que contempla (cuando no aplaude) desde la distancia, ignorante de que la obra no es una tragedia griega cuyo fin está escrito, sino que es interactiva: cualquiera puede intervenir y cambiar el desenlace.

Por una parte, relata Nidia, estaba «el cabecilla de los acosadores, el típico que no se dejaba ver pero instigaba». Junto a él, el «matón», el ejecutor de las bromas, acompañado por una suerte de secuaces, que le seguían y se reían. Una organización de manual, como explican a EL MUNDO los psicólogos José Antonio Molina y Pilar Vecina, autores de ‘Bullying, ciberbullying y sexting: ¿Cómo actuar ante una situación de acoso?‘.

«Cuando hablamos de grupos de bullies, suele haber un cabecilla que ordena y manda. El grupo comparte formas de pensar y de actuar y, lamentablemente, en muchas ocasiones, su objeto de diversión es la violencia y el hostigamiento a otros. Así perciben que están en el lado del fuerte, del que tiene el poder, del que nadie se ríe porque se impone y hace respetar ‘sus leyes’. Todo eso añadido a la desindividualización y desinhibición que propicia el grupo«.

Y después, están losacosadores pasivos. Esos que son testigos de lo que sucede, incluso lo reprueban, pero permanecen en silencio. Bien porque su ausencia de madurez les impide ser conscientes de la gravedad de los hechos, bien porque piensan que no es asunto suyo, y, sobre todo, por miedo. A represalias o a que los tachen de ‘chivatos’ si alertan a los docentes.

«‘¿Para qué voy a meterme en líos?’, ‘¿Y si luego vienen a por mí?’, ‘¿Y si se enteran de que he sido yo el que lo he dicho al profesor?‘, ‘Yo no quiero pasar por lo mismo, prefiero mantenerme ajeno'». Son algunos de los principales argumentos que esgrimen en consulta, explican Molina y Vecina, que trabajan en diseño e implantación de programas de acoso en escuelas.

Una figura que también estuvo presente en el caso de Nidia: «Eran mis amigos más cercanos. Se quedaban al margen, fingían que no pasaba nada… Uno simulaba que no me conocía y luego, a escondidas, me daba los deberes. Otra intentó defenderme sin que yo lo supiese, y acabó pagando el pato: cuando yo me cambié de colegio -porque la familia de Nidia optó por la solución más habitual: cambiar de centro-, el acoso se volvió contra ella«.

Sin ser psicóloga, aunque está estudiando para ello, Nidia hace una diagnóstico bastante certero. «Hace unos años te habría dicho que no entendía esta actitud. Ahora sí: los que acosan siempre tienen a alguien en su punto de mira. Se desarrolla un miedo global que hace que el resto no quiera intervenir por temor a ser el siguiente, sufrir las bromas… Se guían por un sentimiento de autoprotección que les impide actuar».

El problema es que ese silencio sirve como combustible. «Si el agresor es consciente de que ninguno de los espectadores va a hablar o a informar de lo que está pasando, seguirá en la misma línea porque, a corto plazo, no tiene ningún tipo de consecuencias negativas», explican Vecina y Molina, que ponen el ejemplo de P.G., un menor que llegó a consulta porque fue acosado después de haber defendido a uno de sus mejores amigos. La primera frase que dijo fue: «Si lo sé… no me meto».

Los psicólogos establecen cuatro tipos de espectadores, los cuales, con su actitud y conducta, condicionarán el comportamiento del acosador que está llevando a cabo el hostigamiento:

  1. SEGUIDORES DEL AGRESOR. Implicados de una forma directa en el plan del agresor, además se identifican con los valores y normas del grupo.
  2. REFORZADORES PASIVOS. Están presentes cuando se realizan las acciones intimidatorias, pero no participan directamente en ellas. Son conscientes del daño causado a la víctima y suelen reforzar la violencia mediante sonrisas, aplausos o halagos a los agresores.
  3. OBSERVADORES. Simplemente miran. No se muestran a favor de la violencia, pero al no hacer nada para evitarla acaban por reforzarla. Tampoco defienden a la víctima, optan por mantenerse al margen y se sienten ajenos al problema.
  4. DEFENSORES DE LA VÍCTIMA. Tratan de defenderla, ya sea de manera directa, interponiéndose entre ésta y el acosador, o indirecta, informando a un adulto (profesor, padre, policía…)

No obstante, advierten Molina y Vecina, no siempre que se da un caso de acoso escolar los alumnos son conscientes de lo que sucede. «En talleres que hemos realizado, incluso habiéndose diagnosticado una situación de acoso, los demás miembros de la clase del acosado aseguraron no saber nada de los hechos».

Por eso, muchas veces, el trabajo empieza por hacerles tomar conciencia de que son o han sido testigos de ‘bullying’, de que es algo que no debería asumirse como normal, e invitarles a ponerse en el lugar de la víctima y analizar si, con su silencio o sus risas, han sido cómplices. Ésa es la línea en la que van buena parte de las intervenciones en centros escolares, y también el eje, por ejemplo, de la campaña lanzada la pasada semana por la Fundación ANAR y Mutua Madrileña.

«Con que hubiese uno o dos niños que en lugar de reírse o mostrarse indiferentes, asumieran que así se convierten en cómplices, podría revertirse la situación«, asegura el psicólogo Benjamín Ballesteros, director de Programas de ANAR, que subraya que el objetivo es sensibilizar sobre las consecuencias del acoso y transformar la presión del grupo sobre la víctima en cohesión grupal. «Que se den cuenta de que su acción puede ser muy beneficiosa para cambiar la situación».

En estas situaciones, explican Molina y Vecina, es muy importante empatizar con la víctima y «hablar por ella, ya que no puede hablar por sí misma por el profundo temor que está experimentado». Por eso, en los talleres de prevención que realizan en las aulas, explican la importancia de transmitir lo que está ocurriendo y tratan de desmitificar la idea de que si se comunica al profesor o a un adulto responsable, se es un chivato.

«Los pasivos son la mayoría, y si diesen un paso adelante y se protegieran entre ellos, no habría tanto casos de acoso», se muestra convencida Nidia. «No me refiero sólo a enfrentarse a los que están haciendo daño, sino a apoyar a las víctimas. El niño que sufre acoso se siente solo. No busca que se haga justicia, sino no sentirse tan aislado».

Ella, a sus 22 años y gracias a la terapia, dice haberlo superado. El libro ‘Bajo mi piel‘ está inspirado en su experiencia, y procura ayudar a otros niños a través de su blog. «Siempre que se comunican conmigo, les dedico alguna reseña o dibujo y lo publico para que se sientan especiales y entiendan que pueden seguir adelante y que tienen mucho que dar, aunque no lo crean». Que sepan que no están solos, simplemente eso.

http://www.elmundo.es/sociedad/2016/05/02/572249dd46163f1a638b45af.html

Desde hace tiempo seguimos de cerca a Emma Watson y hemos descubierto que es una gran gurú de la lectura. A parte de su faceta como actriz, una de sus grandes pasiones es fomentar la lectura crítica a través de su club de lectura Book Fairies Worldwide  donde recomienda muchos libros.

Su relevancia es tal que cada 8 de marzo podemos ver a la actriz en las portadas de muchos periódicos. Emma es embajadora de varios movimientos en defensa de la igualdad de género, como el He For She, además de sus famosos e inspiradores discursos en la Asamblea General de la ONU.

Pero Watson no solo defiende la igualdad de género, sino que también es conocida por sus reivindicaciones, entre otras, hacia la literatura.

Su posicionamiento en redes sociales como Instagram o Goodreads ha convertido en famosos sus hashtags, que son seguidos por miles de usuarios como #IWDOurSharedShelf . Además, Emma es muy activista y ella misma lidera una campaña llamada Escondiendo libros por el metro de Londres o la ciudad de Nueva York.

Aquí van sus doce mejores recomendaciones

1. Persépolis — Marjane Satrapi (2000)

Se trata de una historia autobiográfica contada en forma de cómic que empieza en el año 1979, cuando Marjane tiene diez años y, con su inocente perspectiva infantil, cuenta el cambio social y político que conlleva el cambio político en Irán después de más de cincuenta años de régimen fundamentalista. Al desconcierto de la protagonista debemos sumarle aún más dificultades por ser una mujer y joven.

2. Los monólogos de la vagina — Eva Ensler (1996)

Si quieres pasar un rato divertido este es tu libro. En él se pone de manifiesto un órgano que es, sin duda, superior al pene masculino por ser el único conectado al clítoris, único órgano humano que está destinado, absolutamente, al placer. Una obra que es el centro de todo un movimiento feminista contra la violencia de género.

3. Cómo ser mujer — Caitlin Moran (2011)

Pequeñas historias en forma de memoria que se narran desde el punto de vista de una mujer feminista, trabajadora e hija de una familia numerosa. Un bagaje que le permite hablar sin tapujos de su paso por la vida y la sincera relación que mantiene con su cuerpo.

4. El cuento de la criada — Margaret Atwood (1985)

Es una distopía en la que destacan la crítica social y el tratamiento de la mujer a través de un juego de dos historias con un mismo personaje atrapado entre el pasado y el presente.

5. El color púrpura — Alice Walker (1982)

Dos hermanas de raza negra, una que vive en el sur de Estados Unidos y ha sido violada por quien ha creído siempre que fue su padre y otra que trabaja como misionera en África. Durante más de treinta años, ambas han soñado con que llegase el momento de reencontrarse, descubriendo todos sus sentimientos en preciosas cartas.

6. La escafandra y la mariposa — Jean-Dominique Bauby (2009)

En esta historia, el protagonista se encuentra en coma profundo por un accidente vascular y se despierta afectado por el “síndrome de cautiverio”, pero con las facultades mentales intactas. Con un leve parpadeo de su ojo izquierdo es capaz de hacernos llegar sus reflexiones sobre la vida. Toda una lección sobre los límites del ser humano.

7. El guardián entre el centeno — J.D. Salinger (1945)

Considerada la obra maestra del escritor, marcó a toda una generación de jóvenes gracias a la sinceridad de su narrador, un joven Holden Cauldfield que confiesa sin tapujos su fracaso escolar, el deseo de escapar de las rígidas normas de una familia tradicional y una experiencia sexual sin más.

8. Éramos unos niños — Patti Smith (2015)

Se trata de las memorias que narran la vida en común de la cantante Patti Smith y el fotógrafo Robert Mapplethorpe, y que acabaría con la muerte de éste en 1989.  Dos apasionados del arte que se instalaron en el mítico Hotel Chelsea y que marcaron la estética de finales del siglo XX. Un homenaje a la amistad que hizo que Watson declarase: “Quiero vivir como Patti. Quiero escribir como Patti”.

Explica Dani Rodrigo, el entrenador del equipo infantil del AEM de Lleida, el único en Cataluña compuesto íntegramente por chicas, que cuando el club decidió formar el equipo para que las jugadoras pudieran seguir compitiendo, aunque lo hicieran contra chicos, muchos les miraron con desconfianza. “Nos decían que estábamos locos. Y los padres se quejaban porque siempre les ganaban”, apunta. Eso fue hace tres años. La temporada siguiente terminaron terceras. Y este sábado ese equipo, cuyas futbolistas tienen de 12 a 14 años, ha hecho historia al ganar la Liga de Segunda masculina tras imponerse (1-2) al Pardinyes B.

El AEM de Lleida lo ha logrado, además, a lo grande. Se han proclamado campeonas cuatro jornadas antes de que termine el campeonato. Y sus números son espectaculares. En todo el curso solo han perdido un partido de los 22 jugados; y han empatado dos. Son el equipo más goleador del torneo, con 93 tantos a favor, y el que menos goles ha encajado: 25.

«Ellas juegan a fútbol, les gusta, y encima ganan. Pero no saben que están rompiendo muchos tabús» Dani Rodrigo, entrenador del AEM Lleida

En sus filas, además, está la máxima goleadora de la Liga, Andrea Gómez, que ha marcado 37 goles en los 21 partidos que ha jugado. Y, cómo no, también la portera menos goleada, para cerrar el círculo: Laura Martí, una niña que llegó al club desde Girona, buena muestra de que el AEM apuesta por el fútbol en femenino. Sin prejuicios, ni temores. “Hasta alevines pueden jugar niños y niñas mezclados, pero cuando pasan a categoría infantil ya no hay nada más, no pueden competir, por eso optamos por crear el equipo de chicas. Además, sabíamos que competir contra chicos las haría más competitivas. La coincidencia ha sido, también, que se ha dado una generación muy buena”, expone Rodrigo.

Pero el club catalán no se ha parado ahí y cada vez cultiva más la cantera. “En benjamín ya tenemos un equipo nuevo solo de niñas; y también el alevín y el infantil, que compiten contra niñas. Hace tiempo que trabajamos con equipos femeninos. Tenemos 110 niñas con nosotros. Ahora mismo cualquier niña pequeña que quiera empezar a jugar a fútbol llama al AEM”, señala, con orgullo, el entrenador.

Sus jugadoras, sin embargo, no son conscientes de lo mayúscula que es la hazaña que han conseguido. “Ellas juegan a fútbol, les gusta, y encima ganan. Pero no saben que están rompiendo muchos tabús. Ahora ya sabemos que un equipo de chicas puede ganar a otro de chicos y más cómo lo han hecho”. Así se lo dijo Rodrigo en el vestuario, cuando todavía celebraban la victoria: “Habéis hecho una cosa muy grande, más de lo que os pensáis. Las nuevas generaciones de niñas que suban se fijarán en vosotras”.

Consciente de que el físico puede jugar en contra de su equipo, por una cuestión natural (especialmente se nota con la mitad del grupo que son infantiles de primer año y que están menos desarrolladas físicamente), el preparador explica que el AEM está muy bien trabajado desde el punto de vista técnico y táctico. “Eso hace que muchos partidos que se nos atascan podamos decidirlos, por ejemplo, a balón parado, como ocurrió el sábado”.

La Liga la ganaron gracias a un gol de falta en el último minuto del encuentro. Lo marcó Alba Caño, que atendió a las directrices de su técnico –“Estaba muy nerviosa, no sabía si lo conseguiría o no, pero Dani me dijo que la tirara alta y yo siempre hago lo que él me dice”, apuntaba en declaraciones a TV3- y dejó a todos con la boca abierta. “Lo hizo mucho mejor de lo que le había dicho”, concede el entrenador.

Sus jugadoras juegan, probablemente sin saberlo, contra estereotipos de todo tipo. En todos estos años “han generado mucha sorpresa al llegar a campos donde los rivales no saben que jugarán contra un equipo de chicas. Hasta los árbitros se sorprenden y piensan ‘esta gente se ha equivocado’, aunque cada vez pasa menos”. Y añade: “También nos hemos encontrado con mala educación en muchos sitios. Y no solo los padres levantan la voz, también las madres. Pasa poco, pero todavía pasa, por desgracia”. Quizá su éxito les ayude a cambiar las cosas.

http://deportes.elpais.com/deportes/2017/04/02/actualidad/1491150485_663639.html

La intervención es un espectáculo nocturno del colectivo Waterlight Graffiti en la que se instalará un panel de alta definición de 16 metros de longitud integrado por miles de luces LED sobre el que los asistentes podrán dibujar y escribir con agua. ¿LED y agua? ¡Sí! «El agua, al entrar en contacto con los bordes del LED, conduce corriente eléctrica y crea un puente que permite que la corriente pase a través del circuito, lo que ilumina al LED bajo la superficie de los paneles», explica el Ayuntamiento de Madrid en un comunicado de prensa. De esta forma, el público tendrá un papel activo, jugará a ser artista por un rato, creando graffitis con una pistola de agua, un pincel, un chorro de agua, los dedos o cualquier objeto húmedo.

Graffiti con Luz, que podrá verse del 23 al 26 de marzo entre las 20:00 y las 23:00 h, contará además con la participación del artista madrileño del graffiti iconográfico SUSO33. Trabajará en directo los días 23, 24 y 25 a las 21:00h. «El enclave es muy icónico y está en pleno centro de Madrid, con miles de personas mirándote y eso es diferente a trabajar en tu estudio. Exponerme a condicionantes es algo que me gusta», explica SUSO33 a Traveler.es.

La Plaza Mayor de Madrid se llena de arte urbano este fin de semana

El arte urbano toma la Plaza Mayor de Madrid

Waterlight Graffiti / Charles Ayats

Su intervención seguirá la línea del trabajo de investigación que desarrolla desde hace años, la pintura escénica de acción, en la que se entrelazan diferentes elementos como la pintura, la escenografía, la performance o la acción. Respecto al tema, asegura que no le gusta cerrarlo del todo, al  ser una técnica incontrolable y con condicionantes como es, en este caso, el pintar con agua que se evapora generando formas aleatorias. «Voy pintando sobre la marcha. Es pintura acontecimiento. El agua se evapora y yo aprovecho esta aleatoriedad». Para esta intervención, SUSO33 apuesta por tratar de reflejar el concepto del tiempo, «pero hablando de procesos, no como algo cerrado».

De esta forma, arrancará Cuatro Estaciones, un programa de propuestas de arte urbano que se organiza en el marco de las celebraciones del IV Centenario de la Plaza Mayor. Con cada cambio de estación, artistas o colectivos mostrarán su obra en este enclave madrileño. Así, con la llegada del verano será el turno del colectivo artístico luzinterruptus y el otoño llevará el nombre del artista urbano SpY.

http://www.traveler.es/viajes/mundo-traveler/articulos/intervencion-arte-urbano-plaza-mayor-madrid-suso33/10384

La poesía también debe y puede llegar a los niños. Con esta idea en la cabeza, Guadalajara ha decidido celebrar el Día Mundial de la Poesía hoy 21 de marzo, con el fin de acercar a mayores y pequeños este arte, gracias a una colaboración internacional en la que participan diversos países como Italia, Francia o Portugal. El lema del día es La poesía anda por las calles. La jornada constará de medio centenar de actividades en las calles y espacios públicos durante 12 hora seguidas, dirigidas a cientos de personas de todas las edades y gracias a la cooperación de muchas instituciones. Las actividades llevan en marcha en la ciudad desde las 08.00 horas de la mañana de este martes. Las actividades se dividen en seminarios de poesía oral y talleres formativos. Hablamos con Blanca Calvo, presidenta del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil, y Concha Carlavilla, la coordinadora de la jornada, para que nos expliquen los puntos fuertes de esta particular celebración.

PREGUNTA. ¿Cómo surgió la idea de crear un evento de estas características?

RESPUESTA. Es muy alentador pensar que entre varios países celebramos algo en torno a la poesía, en vez de alrededor de la economía, y que hemos lanzado una iniciativa aparentemente tan utópica, pero que se ha hecho realidad. Se trata de aportar una idea de Europa con la que creo que nos deberíamos quedar. Ahora que se cuestiona tanto Europa es importante reinventarla desde la poesía, y en este caso lo estamos haciendo desde cuatro países del sur. Creemos que es bueno que se mire al sur.

P. ¿De los eventos, cuáles están exclusivamente dedicados para niños?

R. Aproximadamente la mitad de la programación es para niños, con especial protagonismo en la jornada matutina. Los niños van a reivindicar con sus pancartas que la poesía está en las calles y van a llamar la atención de los ciudadanos sobre este hecho, regalando poemas en pegatinas. Sin poesía no hay ciudad.

P. ¿La importancia de la poesía en la infancia? ¿Efectos y consecuencias de amarla?

R. En la infancia, empieza gustando la poesía por su musicalidad y ritmo. Acabo de volver de Portugal y allí la bibliotecaria de Fundâo nos ha dicho que hay niños que están recitando poesía muy culta, como Camôes, y que lo hacen con placer. Es muy importante empezar a trabajar la poesía pronto. De entrada, les gusta. En los talleres con alumnos, el campeón de ‘slam poetry’, Dani Orviz, preguntó en las tres sesiones, a quién le gustaba la poesía: muchos niños, no menos de 200, levantaron la mano en la sesión para colegios; hubo menos que lo hicieron en el taller con institutos y, sorprendentemente, fueron apenas tres o cuatro los que lo hicieron en la sesión con alumnos de Magisterio de la Universidad. Todos los buenos y profundos hábitos, si se adquieren desde niños, nos acompañan toda la vida. Vivir una vida con poesía es muy bueno porque te ayuda a entenderte a ti mismo. Hay cosas que no se describen fácilmente si no es con metáforas y momentos en la vida en que la poesía es como una poción mágica. En los talleres de estos cuatro meses, hemos visto la progresión en los niños y los jóvenes. Cuando les pedíamos salir al escenario a hacer cosas, en los primeros encuentros estaban expectantes y menos participativos, pero según transcurrieron las sesiones, en cambio, estuvieron más activos.

La poesía vive en nosotros antes de que salgamos al mundo, porque ya en el vientre de la madre estás acunándote y escuchando ritmos, como el sonido del corazón. Eso es la poesía, es lo que te balancea, tiene ritmo y música. Tiene que acompañarte siempre y cuando te llega, te llega tanto, porque con ella tu memoria acude al vientre de la madre, donde empieza todo.

Hay temas en la vida de los que nos cuesta hablar con los demás y aún más con los pequeños. La salud y la enfermedad son uno de ellos, incluso tendemos a pensar que si no los expresamos desaparecerán o no existirán más. Por desgracia no funciona así, es mejor afrontar la situación y hablarlo abiertamente sin miedo. Y con los niños y niñas una muy buena forma de introducir este tema es a través de los cuentos. Aquí os recetamos una serie de títulos para que os los guardéis en el botiquín de casa.

No me da miedo… el médico · Céline Lamour-Crochet · Patrick Morize · Editorial Larousse (A partir de dos años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

¿A qué niño o niña no le da miedo ir al médico? Y más cuando es la primera vez, que ante lo desconocido desproporcionan el cómo será, y dan rienda suelta a la imaginación. En estos casos lo mejor que podemos hacer para desdramatizar la situación es explicarla a través de un libro con personajes con los que verse identificado. Dino es un pequeño cocodrilo que una mañana se levanta cansado y algo resfriado. Su mamá preocupada llama inmediatamente al médico. Para el protagonista esta será su primera visita al médico por eso le vienen un montón de preguntas: ¿Cómo será?, ¿Qué le hará?, ¿Le dolerá? Se angustia tanto que incluso se esconde debajo de la cama. Pero la experiencia siempre es muy diferente de cómo nos lo hemos imaginado o nos lo han contado. Ilustraciones planas llenas de expresividad y colores vivos. Un formato pequeño de tapas duras y papel grueso perfecto para los primeros lectores. Este libro forma parte de una colección pensada para ayudar a los más pequeños de casa a superar sus temores como la oscuridad, una tormenta, los monstruos o la visita al médico.

Felipe tiene gripe · Gracia Iglesias · Sara Sánchez · Miau – Ediciones Jaguar (A partir de tres años)

Un libro perfecto para hablar de una de las enfermedades más comunes. Cuando llegan los meses de invierno llega la temida gripe, ese virus que ataca a todos por igual pero en especial a niños y ancianos. Es raro que las narices de los más pequeños no se llenen de mocos en esta época del año. El pequeño elefante Felipe ha pillado la gripe por eso estornuda sin parar haciendo temblar todo a su alrededor. Su abuela Josefina intenta convencerle que tome la medicina, pero a Felipe no le agrada. En cambio, hace caso a otros animales que le dan sus remedios caseros y algo locos como el pingüino Celestino que le dice que se meta en el congelador en bañador o el Jabalí Timoteo que le invita a darse un chapuzón en el barro. ¡Pobre Felipe! Cada vez que sigue estos consejos se pone peor y sus estornudos van aumentando de intensidad. Finalmente, el pequeño elefante hará caso a su abuela, se tomará la medicina que recetó el médico y en seguida estará mejor y podrá volver a jugar. Un divertido cuento escrito en rima con ilustraciones llenas de color y humor.

Para nada sucias · Wanja Olten · Manuela Olten · Takatuka (A partir de cuatro años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

¿Por qué los niños y niñas tienen que lavarse siempre las manos? Los padres podemos llegar a ser muy pesados con este tema, es nuestra frase preferida antes, durante y después de todo: de comer, de hacer pipí, de jugar, de dormir… Es como si sus pequeñas manitas estuvieran siempre sucias , pero en realidad, ¿cuándo lo están? Esta es la pregunta que se hace la protagonista de esta historia, una niña muy curiosa que no entiende por qué su madre le manda lavarse las manos cada dos por tres diciéndole “porque están sucias”. Ella discrepa de su madre muy razonadamente, cuando acaricia a un animalito o cuando juega con el agua del arroyo no están para nada sucias. Entonces viene cuando los adultos nos ponemos serios y nos justificamos con frases de mayores que los niños traducen con el código de su imaginación. Como cuando la madre de la historia advierte a su hija sobre la cantidad de bacterias que se pasean por sus manos. Un divertido álbum ilustrado que nos ayudará explicar a los peques de una forma muy visual la necesidad de lavarse las manos pero también nos hará reflexionar sobre lo exagerados que llegamos a ser los padres a veces.

Yo te curaré, dijo el pequeño oso · Janosch · Loqueleo- Grupo Santillana (A partir de cuatro años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

Un clásico entre los clásicos. Después de 30 ediciones este maravilloso cuento de Janosch está bien lejos de quedarse caduco. También juega mucho a su favor el característico trazo con el que siempre dibuja a sus adorables personajes. Una preciosa historia que nos habla de la amistad, la compañía y el necesario soporte y mimo de los demás cuando uno está enfermo o no se encuentra bien. Es el caso del pequeño tigre que sale del bosque cojeando. Su amigo, el pequeño oso, lo asiste enseguida y al constatar que al lesionado le duele todo decide llevárselo a su casa para curarlo. El pequeño oso le venderá todo el cuerpo, menos la cabeza por si necesita toser, también le preparará su mejor receta de sopa, lo acostará en el sofá de terciopelo con almohadones blandos y lo tapará con una mantita. Incluso le traerá visitas para que se preocupen por él y le mimen también. El pequeño tigre no termina de mejorar por eso entre todos deciden llevarle al hospital de animales. Allí ingresará durante unos días, le cuidarán un poquito más. Pronto se pondrá bueno sobre todo gracias a la compañía incondicional de su mejor amigo, el pequeño oso.

La cicatriz · Ilan Brenman · Ionit Zilberman · Algar Editorial (A partir de cuatro años)

En los años de infancia es inevitable caerse y hacerse daño. Los niños y niñas tropiezan y sea caen del columpio, de la bici, jugando a futbol y otras mil maneras de ir a parar por los suelos. Todos tenemos en nuestra memoria aquella vez que nos pelamos las rodillas, nos abrimos la frente, o nos rompimos un brazo. En este cuento aparece la pequeña Silvia que se ha caído de la cama y se ha hecho una herida abierta en la barbilla. Sus padres la consuelan y entonces ven necesario llevarla al médico para que la cosan. La pequeña está asustada y preocupada, ¿ha perdido un trozo de barbilla? ¿le dolerá?, ¿le quedará una señal? y ¿se volverá fea para siempre? Muchas dudas que poco a poco con el avance de la narración se irán aclarando. Con esta vivencia la protagonista conocerá las cicatrices que han dejado marca a su mamá, a su papá e incluso al doctor que la atenderá. Cada uno de ellos le contará con cierta nostalgia el recuerdo de cómo se la hizo. Heridas que les causaron dolor y lágrimas pero que con el tiempo se vuelven marcas de recuerdos de nuestras vidas. Así cada vez que las vemos echamos la vista atrás con una sonrisa. Con ilustraciones muy gráficas y cómicas que nos ayudarán a contar mejor esta bonita historia.

Las aventuras del cáncer · Vanessa Nueda · Alba Barceló · Tramuntana (A partir de cuatro años)

El cáncer se está convirtiendo en algo demasiado común en nuestro alrededor, es sin duda el mal de nuestro siglo que ataca sin piedad a pequeños y mayores. El cáncer de mama es uno de los más frecuentes pero también de los más superables. Este libro nos cuenta una historia real basada en la propia autora que con 35 años y mamá de dos peques de 4 años le diagnosticaron cáncer de mama. Tal y como relata ella, el amor por sus hijos le hizo sacar fuerzas de donde creía que ya no había. Pero el cáncer nos asusta y provoca muchos cambios en una casa, como: las rutinas, los estados de ánimo, cambios físicos, etc. Y ¿cómo se pasa con dos niños tan pequeños? Lo que está claro es que no se puede ni se debe esconder, así que con mucha valentía la protagonista escogió transformar esta cruda realidad en una aventura. Una cariñosa narración acompañada con dulces ilustraciones de las diferentes etapas de la enfermedad, convirtiendo lo más duro en algo soportable enfocado desde el optimismo y también algo de humor. La mejor fórmula para hablar del cáncer con nuestros hijos.

La abuela durmiente · Roberto Parmeggiani · João Vaz de Carvalho · Editorial Kalandraka (A partir de cuatro años)

Los abuelos y las abuelas son una figura familiar muy especial en la infancia de todo niño y niña. Pase lo que pase siempre están cerca de sus nietos para mimarles y para traspasarles todo su conocimiento y experiencia. Momentos compartidos que quedan en el recuerdo más tierno cuando la enfermedad y la muerte asaltan a los mayores, pero su legado permanecerá a través de sus nietos. Así lo narra el niño protagonista de esta hermosa historia. El retrato de la cercana relación que mantiene con su abuela en el que se nos muestra el tiempo, las lecturas y el afecto que viven juntos. Pero un día, aparecen los primeros síntomas de la enfermedad en la anciana que desembocan en un letargo sueño irreversible. El nieto triste y confundido con el estado de su abuela la acompañará velando su sueño hasta sus últimos días con un final de cuento. Un tema delicado tratado con gran sensibilidad a través de un texto muy poético y unas sencillas ilustraciones en tonos suaves hechas con lápiz, acuarela y pastel.

Inés Azul · Pablo Albo · Pablo Auladell · Thule Ediciones (A partir de seis años)

Cómo hablar con naturalidad a un niño de la muerte y de la enfermedad

Este es uno de esos libros que están llenos de sentimiento tanto en el texto como en las ilustraciones. Una preciosa poesía sobre la tristeza que aflora con la pérdida de un ser querido. Y es que no hay nada más complicado que contarle a un niño la muerte de un familiar, sobre todo cuando ocurre de forma inesperada. De la mano de Inés, una dulce niña vestida toda ella de color azul, percibiremos el vacío que queda cuando alguien cercano nos deja. La protagonista nos narra su estrecha relación con su compañero Miguel. Su día a día juntos transcurre mientras van diciendo a cada uno lo que tiene que hacer: ¡Hormigas, a andar en fila india! ¡Caracol, despacio, no corras! ¡Piedra, ahí quieta! Pero parece ser que Miguel está enfermo y se ausenta de sus encuentros con Inés. Hasta que llega el día en que su amigo ya no está. Es entonces cuando parece que el universo se detiene , pero en realidad todo sigue su curso. Desde la inocencia más infantil, la niña espera volver a ver a Miguel porque no entiende por qué no va a regresar con la cantidad de cosas que aún les quedan por hacer.

http://elpais.com/elpais/2017/03/02/mamas_papas/1488453444_861247.html

La neuroeducación, la disciplina que estudia cómo aprende el cerebro, está dinamitando las metodologías tradicionales de enseñanza. Su principal aportación es que el cerebro necesita emocionarse para aprender y desde hace unos años no hay idea innovadora que se dé por válida que no contenga ese principio. Sin embargo, uno de los máximos referentes en España dentro de este campo, el doctor en Medicina Francisco Mora, pide cautela y advierte de que en la neuroeducación todavía hay más preguntas que respuestas.

Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, en su despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.
Francisco Mora, doctor en Medicina y Neurociencia, en su despacho de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. Jaime Villanueva EL PAÍS

Mora, autor del libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama, que ya cuenta con once ediciones desde 2013, es también doctor en Neurociencia por la Universidad de Oxford y se empezó a interesar por el tema en 2010, cuando acudió al primer Congreso Mundial de Neuroeducación celebrado en Perú.

Defiende que la educación puede transformarse para hacer el aprendizaje más efectivo, por ejemplo, reduciendo el tiempo de las clases a menos de 50 minutos para que los alumnos sean capaces de mantener la atención. El profesor de Fisiología Humana de la Universidad Complutense alerta de que en la educación se siguen dando por válidas concepciones erróneas sobre el cerebro, lo que él llama neuromitos. Además, Mora es adscrito al departamento de Fisiología Molecular y Biofísica de la Universidad de Iowa, en Estados Unidos.

Pregunta: ¿Por qué es importante tener en cuenta los hallazgos de la neuroeducación para transformar la forma de aprender?

Respuesta: A nivel internacional hay mucho hambre por anclar en sólido lo que hasta ahora solo han sido opiniones, y ese interés se da especialmente en los profesores. Lo que hace la neuroeducación es trasladar la información de cómo funciona el cerebro a la mejora de los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, conocer qué estimulos despiertan la atención, que después da paso a la emoción, ya que sin estos dos factores no se produce el aprendizaje. El cerebro humano no ha cambiado en los últimos 15.000 años; podríamos tener a un niño del paleolítico inferior en un colegio y el maestro no darse cuenta. La educación tampoco ha cambiado en los últimos 200 años y ya disponemos de algunas evidencias que hacen urgente esa transformación. Hay que rediseñar la forma de enseñar.

P: ¿Cuáles son las certezas que ya se pueden aplicar?

R: Una de ellas es la edad a la que se debe aprender a leer. Hoy sabemos que los circuitos neuronales que codifican para transformar de grafema a fonema, lo que lees a lo que dices, no terminan de conformar las conexiones sinápticas hasta los seis años. Si los circuitos que te van a permitir aprender a leer no están conformados, se podrá enseñar con látigo, con sacrificio, con sufrimiento, pero no de forma natural. Si se empieza a los seis, en poquísimo tiempo se aprenderá, mientras que si se hace a los cuatro, igual se consigue pero con un enorme sufrimiento. Todo lo que es doloroso tiendes a escupirlo, no lo quieres, mientras que lo que es placentero tratas de repetirlo.

P: ¿Cuál es el principal cambio que debe afrontar el sistema educativo actual?

R: Hoy comenzamos a saber que nadie puede aprender nada si no le motiva. Es necesario despertar la curiosidad, que es el mecanismo cerebral capaz de detectar lo diferente en la monotonía diaria. Se presta atención a aquello que sobresale. Estudios recientes muestran que la adquisición de conocimientos comparte sustratos neuronales con la búsqueda de agua, alimentos o sexo. Lo placentero. Por eso hay que encender una emoción en el alumno, que es la base más importante sobre la que se sustentan los procesos de aprendizaje y memoria. Las emociones sirven para almacenar y recordar de una forma más efectiva.

P: ¿Qué estrategias puede utilizar el docente para despertar esa curiosidad?

R: Tiene que comenzar la clase con algún elemento provocador, una frase o una imagen que resulten chocantes. Romper el esquema y salir de la monotonía. Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga. La atención hay que evocarla con mecanismos que la psicología y la neurociencia empiezan a desentrañar. Métodos asociados a la recompensa, y no al castigo. Desde que somos mamíferos, hace más de 200 millones de años, la emoción es lo que nos mueve. Los elementos desconocidos, que nos extrañan, son los que abren la ventana de la atención, imprescindible para aprender.

P: Usted ha advertido en varias ocasiones de la necesidad de ser cautos ante las evidencias de la neuroeducación. ¿En qué punto se encuentra?

R: La neuroeducación no es como el método Montessori, no existe un decálogo que se pueda aplicar. No es todavía una disciplina académica con un cuerpo reglado de conocimientos. Necesitamos tiempo para seguir investigando porque lo que conocemos hoy en profundidad sobre el cerebro no es aplicable enteramente al día a día en el aula. Muchos científicos dicen que es muy pronto para llevar la neurociencia a las escuelas, primero porque los profesores no entienden de lo que les estás hablando y segundo porque no existe la suficiente literatura científica como para afirmar a qué edades es mejor aprender qué contenidos y cómo. Hay flashes de luz.

Sabemos que para que un alumno preste atención en clase, no basta con exigirle que lo haga

P: ¿Podría contar alguno de los más recientes?

R: Nos estamos dando cuenta, por ejemplo, de que la atención no puede mantenerse durante 50 minutos, por eso hay que romper con el formato actual de las clases. Más vale asistir a 50 clases de 10 minutos que a 10 clases de 50 minutos. En la práctica, puesto que esos formatos no se van a modificar de forma inminente, los profesores deben romper cada 15 minutos con un elemento disruptor: una anécdota sobre un investigador, una pregunta, un vídeo que plantee un tema distinto… Hace unas semanas la Universidad de Harvard me encargó diseñar un MOOC (curso online masivo y abierto) sobre Neurociencia. Tengo que concentrarlo todo en 10 minutos para que los alumnos absorban el 100% del contenido. Por ahí van a ir los tiros en el futuro.

P: En su libro Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama alerta sobre el peligro de los llamados neuromitos. ¿Cuáles son los más extendidos?

R: Existe mucha confusión y errores de interpretación de los hechos científicos, lo que llamamos neuromitos. Uno de los más extendidos es el de que solo se utiliza el 10% de las capacidades del cerebro. Todavía se venden programas informáticos basados en él y la gente confía en poder aumentar sus capacidades y su inteligencia por encima de sus propias limitaciones. Nada puede sustituir al lento y duro proceso del trabajo y la disciplina cuando se trata de aumentar las capacidades intelectuales. Además, el cerebro utiliza todos sus recursos cada vez que se enfrenta a la resolución de problemas, a procesos de aprendizaje o de memoria.

Otro de los neuromitos es el que habla del cerebro derecho e izquierdo y de que habría que clasificar a los niños en función de cuál tienen más desarrollado. Al analizar las funciones de ambos hemisferios en el laboratorio, se ha visto que el hemisferio derecho es el creador y el izquierdo el analítico -el del lenguaje o las matemáticas-. Se ha extrapolado la idea de que hay niños con predominancia de cerebros derechos o izquierdos y se ha creado la idea equivocada, el mito, de que hay dos cerebros que trabajan de forma independiente, y que si no se hace esa separación a la hora de enseñar a los niños, se les perjudica. No existe dicha dicotomía, la transferencia de información entre ambos hemisferios es constante. Si se presentan talentos más cercanos a las matemáticas o al dibujo, no se refiere a los hemisferios, sino a la producción conjunta de ambos.

P: ¿Está influyendo la neuroeducación en otros aspectos de la enseñanza?

R: Hay un movimiento muy interesante que es el de la neuroarquitectura, que pretende crear colegios con formas innovadoras que generen bienestar mientras se aprende. La Academia de Neurociencias para el Estudio de la Arquitectura en Estados Unidos, ha reunido a arquitectos y neurocientíficos para concebir nuevos modos de construir. Nuevos edificios en los que, aún siendo importante su diseño arquitectónico, se contemple la luz, la temperatura o el ruido, que tanto influyen en el rendimiento mental.

http://economia.elpais.com/economia/2017/02/17/actualidad/1487331225_284546.html?id_externo_rsoc=FB_CM

El acoso escolar es un problema mundial. Así lo ha retratado la Unesco en su último informe denominado Ending the Torment: Tackling bullying from the schoolyard to cyberspace [Poner fin al tormento: cómo abordar el acoso escolar, desde el patio del colegio al ciberespacio], y presentado en Seúl en el marco de una conferencia internacional al respecto. Según el organismo de la Naciones Unidas (ONU), dos de cada 10 alumnos lo sufren o, lo que es lo mismo, unos 246 millones de jóvenes -niños y adolescentes- padecen este tipo de hostigamiento en el planeta.

Según el estudio, un 34 % de los menores de entre 11 y 13 años dice haber sido acosado en los últimos 30 días y un 8 % de ellos dice sufrirlo a diario. La UNESCO reclama una respuesta «eficaz» basada en un enfoque «global», centrado tanto en la prevención como en la disminución del problema. Recordar que los datos en España también son escalofriantes. Esta lacra afecta al 4 % del alumnado, según datos del Ministerio de Educación, que ha puesto en marcha este curso 2016-2017 un teléfono gratuito, atendido por psicólogos y que no deja huella telefónica, para atajar una problemática en constante aumento. Desde la Fundación ANAR aseguran que, en 2015, se atendieron en su organización 369.969 peticiones de ayuda en toda España, de las que 25.000 se referían a algún tipo de violencia escolar. Estos casos crecieron un 75% con respecto al año anterior.

“El acoso escolar es una violación grave del derecho a la educación y un problema real del que los colegios deben ser conscientes y hacer de ellos lugares seguros para todos”, aseguró la directora general de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova, informa EFE. “Muchas veces, la violencia en la escuela está provocada por relaciones de fuerza desiguales -profesor/alumno-, o a menudo reforzadas por estereotipos ligados al género, la orientación sexual u otros factores que contribuyen a la marginación, como son la pobreza, la identidad étnica o el idioma», añadió la experta.

El informe elaborado en 2016 con los datos de más de 100.000 niños y jóvenes alrededor del mundo -en 19 países, España incluido- ilustra el impacto del acoso escolar. “Nueve de cada diez considera el bullying un problema real e importante; dos tercios de los encuestados asegura haber sido acosado en alguna ocasión, y un tercio piensa que sufrirlo es normal y no lo ha denunciado, aunque es cierto que muchos no saben ni cómo ni a quién hacerlo”, indica la Unesco en su página web. Uno de los colectivos más afectados por el bullying son las lesbianas, gais y transexuales. Un 25% de los sujetos a estudio sufrió acoso por su aspecto y otro 25%, por su orientación sexual.

Uno de los motivos principales, el acceso a Internet

El acceso a la red ha incrementado los casos de cyberbullying, según se alerta en el informe. Este es el acoso que tiene lugar en las redes sociales y que puede ser perpetrado mediante teléfonos móviles, ordenadores o tabletas. “En los últimos tres años, han aumentado un 87% las denuncias por este tipo de acoso en el mundo. Aunque la falta de recursos y que aún se mantiene invisible para algunos profesores y centros educativos entorpece su solución”, según se asegura en el trabajo de la Unesco.

En Europa, donde más del 80 % de los que tienen entre cinco y 14 años tienen un móvil, este tipo de acoso entre los menores de nueve a 12 años ha pasado de afectar a un 8% en 2010 a un 12% en 2014. Los grupos más afectados son las chicas y los de menor edad.

El acoso afecta a todo el individuo

El acoso, según el informe, tiene una repercusión directa sobre la salud física y el bienestar emocional de la persona, llegando, en sus casos más graves, a provocar la muerte del individuo. Además, sufrir acoso físico puede llevar a embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual.

Entre las soluciones propuestas por la Unesco, figuran un liderazgo político sólido, un entorno escolar «seguro e inclusivo», la puesta en marcha de mecanismos de alerta y comunicación y de servicios de apoyo apropiados, la recopilación y tratamiento de datos sobre la violencia y una formación específica del personal educativo.

Pese a que muchos países ya han lanzado iniciativas para combatirlo, «aquellos que aplican un enfoque global son relativamente poco numerosos», advierte la Unesco, que alerta de que las víctimas presentan un mayor riesgo de ansiedad, depresión, marginación, autodestrucción y pensamientos suicidas.

http://elpais.com/elpais/2017/01/17/mamas_papas/1484647388_475258.html

José Antonio Luengo.
José Antonio Luengo.

¿Los adolescentes de hoy en día son como los de antes? ¿Asistimos a una nueva manera de enfocar ese cambio en la vida de todo ser humano? Muchas voces advierten, desde hace tiempo, que el exceso de protección no es en absoluto beneficioso para los niños que crecerán sin saber asumir responsabilidades. José Antonio Luengo, psicólogo experto en adolescentes, reflexiona sobre cómo han cambiado los paradigmas educativos desde hace tan solo tres décadas y cuáles son las consecuencias.

PREGUNTA: Para empezar, ¿qué es la adolescencia y qué etapas de la vida cubre?

RESPUESTA: La adolescencia es una fase de la vida, una etapa crucial del desarrollo, marcada por cambios orgánicos, fisiológicos, cognitivos, psicológicos y emocionales notables y muy significativos en la configuración definitiva de la personalidad; esa que nos hace y hará alguien diferente de todos cuantos nos rodean. Hablamos de un período que abarca, con flexibilidad, desde los 11-12 años a los 16-18, siempre dependiendo de factores personales, individuales, sociales y culturales. El adolescente es un ser que, en términos precisos, crece y aprende a crecer. La palabra, etimológicamente, nos remite a ese principio: un ser que está creciendo. Con los conflictos, incertidumbres, dudas y sorpresas que ello conlleva. Para el propio adolescente y su entorno.

P: ¿Se diferencia en algo la adolescencia de ahora con respecto a la que los que ahora son padres, tuvieron?

R: Existen diferencias y no son pocas. Pero, probablemente, tengamos muchas más cosas en común de las que pensamos en la actualidad. La revolución hormonal y fisiológica que se produce, los cambios físicos y psicológicos… La crisis inherente a un cambio tan drástico y aparentemente inesperado. Las dudas, la ansiedad, por saber, por ser. La impulsividad, la desproporción, el desequilibrio. Y cierta condición de rebeldía y oposición a lo establecido; por los padres y el entorno. Nos diferencian cosas, claro. Relacionadas, sin duda, por cómo vivimos, por cómo están hoy organizadas las cosas, a diferencia de ayer. Influyen en esas diferencias el cómo vivimos los adultos y cómo les hacemos vivir, las características de las familias de hoy, cómo organizamos sus vidas, el papel que juegan las tecnologías, y su fácil acceso a un mundo “inabarcable”…

P: España contempló una explosión económica sin precedentes en los ochenta y noventa. Se sabe que las situaciones económicas condicionan en buena parte la forma de educar. ¿Cree que los jóvenes nacidos a partir de esa época han sido educados en una cultura de poco esfuerzo y de tenerlo todo sin merecerlo solo porque sus padres no lo tuvieron?

R: Creo sinceramente que sí. Siempre se simplifica al realizar una afirmación categórica, pero no faltan evidencias de ello. Considerar que eres “mejor” padre o madre en función de las posibilidades de acceso a lo material que tienen tus hijos, evitar sus incertidumbres y “facilitarles” todo lo que tienen que vivir y experimentar han sido (y aún lo son) principios educativos torpes y, seguro, contraproducentes. Hay quien describió este fenómeno como una forma de “OPA amigable” a la infancia. “Te compro” con todo lo que te doy porque no tengo tiempo para estar contigo, para cuidarte, escucharte, tenerte y educarte como debería… Y como necesitarías.

P. Lo quiero/lo tengo y si no es así, entonces me frustro, tengo traumas, me drogo, bebo, tengo relaciones sexuales muy pronto y con muchas personas… ¿no será que nos hemos pasado de permisivos? ¿Hay lugar para la esperanza?

R: Hoy surge un término muy interesante, el de los padres “helicópteros”, en clara alusión a una manera de gestionar la educación de los hijos, basada en la hiperprotección. Una suerte de hiperpaternidad, que ve a los hijos como seres intocables, que, al fin, acaban teniendo más miedos que nunca. Padres que sobrevuelan sin tregua las vidas de sus hijos (de ahí lo de helicóptero), pendientes de todos sus deseos y necesidades. El mundo parece acabarse si tus hijos dudan, si aparecen frustraciones, desvelos. Si se entristecen o, un día, se enfadan con sus amigos. Involucrarse en la vida los hijos es consustancial, por supuesto, a ejercicio adecuado de la patria potestad. Otra cosa es la ofuscación por la perfección, por la necesidad, casi obsesiva, de que sean los mejores, en todo. En todo.

P: Hace sesenta años se educaba a base de cinturón y ahora se educa cuidando no traumatizar al niño. ¿La virtud está en este caso en el término medio? ¿Qué hemos ganado y perdido con respecto a la generación de nuestros padres?

R. Hablando de nuestro entorno social, el de un país desarrollado, hemos de insistir en una idea. Nunca los niños han estado tan bien “tratados” desde que nos reconocemos como seres humanos. Nunca el ordenamiento jurídico que ampara los derechos de la infancia y de la adolescencia ha adquirido tanto valor, rigor, seriedad, criterio y eficiencia. El secreto, si es que existe, es educar desde el equilibrio, atendiendo las necesidades de nuestros hijos con esmero. Y esto supone, ineludiblemente, entender la frustración como una experiencia imprescindible. Entender que el “no” también educa, que es imprescindible el dolor, la insatisfacción, la duda, el conflicto. Que es necesario que se enfrenten al no puedo o no sé, y saber afrontar las situaciones. Con autonomía.

P: ¿Estamos más perdidos ahora los padres que antes?

R: A pesar de todo lo que sabemos y hemos ido aprendiendo de educación, a pesar de que las condiciones de vida han mejorado notablemente respecto a épocas pretéritas (siempre en términos generales y sin obviar situaciones desfavorecidas que no deben ser pasadas por alto), educar, hoy, es un proceso muy complejo. Influyen muchos factores. Padres y madres sabemos con certeza que el mundo ha cambiado y que nuestros hijos no precisamente van a mejorar las condiciones de vida que nosotros, sus padres, hemos tenido o tenemos. Y aparecen muchas más dudas. Y la obsesión, la preocupación porque no les falte de nada, que sean los mejores, competitivos… Y pueden perderse ciertos papeles en este proceso. Las condiciones de vida han hecho, también, que tengamos menos hijos. Y se pierden cosas. Los hermanos cubrían, y cubren, una parte sustancial de la experiencia de crecer en compañía.

P: La falta de compromiso es una de las características de la adolescencia pero es que ahora dura pasados los 18 y eso tiene que tener un porqué. ¿Sabría decirme cuál?

R: Soy de los que piensan que, a pesar de las circunstancias expuestas, tenemos los mejores adolescentes y jóvenes de toda nuestra historia. Pero no les ayudamos con principios y criterios educativos de hiperprotección. Muy al contrario. Acondicionar su vida desde la inacabable comodidad no es el camino. Nos estamos engañando. Crecer significa afrontar, caerse, saber levantarse, ayudar a quien dobla la rodilla a tu lado; a quien lo está pasando mal. Crecer significa, también, llorar y saber secarse las lágrimas. Y seguir. Crecer significa esforzarse, y tener disciplina. Automotivarse en cada tarea, en cada momento. Estos son, querámoslo o no, principios esenciales del manual del buen padre, del buen educador. ¿Pero es que no nos damos cuenta?

José Antonio Luengo, es Psicólogo educativo, vicesecretario del Colegio de Psicólogos de Madrid. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Camilo José Cela de Madrid.

http://elpais.com/elpais/2017/01/12/mamas_papas/1484215479_924583.html

“Los jóvenes son el futuro porque entienden los problemas del planeta y se sienten empoderados para cambiar el curso de la historia”. La primatóloga Jane Goodall ha aprovechado este lunes la ceremonia de entrega a la personalidad ambiental del año 2016 que le ha concedido Ecovidrio en Madrid para destacar la urgencia de actuar para salvar el planeta. Con un discurso plagado de referencias a la juventud, sobre la que recaen todas las esperanzas de la activista medioambiental, Goodall ha intervenido en la XVII edición de los premios periodísticos que celebra cada año la entidad encargada del reciclaje de vidrio en España.

Goodall, presentada como una de las mujeres más influyentes del siglo XX por la periodista Elena Sánchez, cuenta con más de 100 premios internacionales, entre ellos, el Príncipe de Asturias de Investigación de 2003. La primatóloga de 82 años ha recogido con su chimpancé de peluche este nuevo reconocimiento a su trabajo en favor de la protección de los ecosistemas, la educación ambiental y la sostenibilidad como modo de vida. En su discurso, Goodall ha hecho un repaso a su trayectoria profesional que comenzó hace más de 70 años con un viaje a África. “La primera vez que fui a estudiar los chimpancés mi madre vino conmigo, porque una mujer joven no podía viajar sola”, ha recordado Goodall. En aquella ocasión, la primatóloga pasó cuatro meses estudiando a estos primates, hasta que pudo demostrar su capacidad para usar herramientas. “Ellos me miraban como a un primate grande, blanco y, sobre todo, raro”, ha contado Goodall.

Muchos años después, en 1996, Goodall supo por un congreso al que asistió que los chimpancés estaban desapareciendo por la deforestación. “Volví a África y vi que la gente estaba desesperada y usaban los recursos naturales para sobrevivir”, ha señalado la primatóloga. “Si no mejoramos la vida de esta gente, no podemos conservar el medio ambiente”, ha asegurado Goodall. Aquella fue la semilla del proyecto Raíces y Brotes, que en la actualidad cuenta con varios programas enfocados a la juventud y unos 60 grupos activos en el mundo que funcionan fundamentalmente con voluntariado.

Goodall opina que en los jóvenes está la clave del futuro del planeta y de la concienciación. “Muchas veces, son los jóvenes los que convencen a los padres y a los abuelos sobre temas medioambientales”, ha señalado. Goodall asegura que este es el motivo por el que viaja 300 días al año. “Y a medida que los niños crecen, el mensaje se va expandiendo”, ha asegurado la activista.

Jane Goodall con su mono de peluche.

ampliar foto

Jane Goodall con su mono de peluche. Juan Carlos Hidalgo

En cuanto a la importancia de las acciones individuales, Goodall ha explicado que son muy poderosas, aunque mucha gente piense que lo que haga una persona no sirva de nada. “En cambio, si millones de personas toman las decisiones éticas adecuadas, se puede cambiar el mundo”, ha asegurado Goodall, para quien lo importante es dar esperanzas a la gente. “La falta de esperanza conduce a la apatía y esto acabará por destruir el mundo”, ha lamentado Goodall. Según la primatóloga, es urgente actuar para salvar el planeta. “Lo estamos destrozando y hay indicios de que la situación va a empeorar, pero yo soy optimista. Solo tenemos que trabajar todos juntos y en la misma dirección. Y veo a la sociedad cada vez más concienciada”, ha asegurado Goodall.

En la ceremonia han intervenido el director general de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural del Ministerio de Medio Ambiente (MAPAMA), Javier Cachón, y el presidente de Ecovidrio, Iñaki Soroa. En esta edición se ha reconocido también la labor de la compañía Car2Go, como la iniciativa de Mayor Impacto Ciudadano. Los trabajos periodísticos premiados han sido un reportaje del programa Aquí la Tierra, de TVE; Javier Martínez por el programa Ecogestiona de Gestiona Radio; Denisse Cepeda por un reportaje publicado en Cinco Días y EFE Verde en la categoría Mejor Campaña 2.0.

http://elpais.com/elpais/2017/01/09/ciencia/1483978740_368983.html?id_externo_rsoc=FB_CM