«Papá, no me avergüences». Los adolescentes se desahogan. Comienzan a elegir su propia ropa, prefieren ir solos de compras o con sus amigos, surgen los primeros secretos, las mentiras… Y, paralelamente, les avergüenzan ciertas conductas de los padres. La más clásica: que verbalicen cosas de su vida personal en las reuniones familiares. Posiblemente, si usted es padre de un hijo o hija adolescente (la Organización Mundial de la Salud -OMS- define este agitado periodo como el que va de los 10 a los 19 años), habrá sentido en sus carnes estas actitudes. Incluso quizá pueda recordar cuando ocurría con sus propios padres.

Estos comportamientos son algo absolutamente natural al llegar a esta edad, ya que la adolescencia es una fase clave en el proceso de la formación de la identidad. En palabras de la OMS, “es un periodo importante del crecimiento y la maduración del ser humano”. Durante este tiempo se producen cambios singulares y se establecen muchas de las características del adulto. Tal y como nos explica Eva María Barata Cuenca, psicóloga clínica y de la salud, además de la evolución física, se producen transformaciones de carácter emocional y social: “Es el momento en el que surge el cambio entre adorar a los padres, que se ven como único modelo de referencia, a convertirse en personas con más independencia. En este proceso, algunos comentarios y conductas de los padres provocan vergüenza en sus hijos”.

El sentimiento de vergüenza hacia los padres que surge en esta fase de la vida del hijo no es algo personal hacia las personas que le trajeron al mundo, sino que tiene que ver con la necesidad del adolescente de encontrar su propio espacio en la vida. “Empiezan a vivir experiencias con más valor y emocionalidad. Existen contradicciones porque, por un lado, mantienen conductas infantiles pero, por otra parte, dan indicios de independencia. Aparece la autocrítica hacia ellos mismos y al mundo que les rodea, buscan su espacio e intimidad, su autonomía y diferenciar su mundo del de sus padres”, señala la psicóloga. Entonces no es de extrañar ver cómo los niños comienzan a confiar más en sus amigos que en sus progenitores, pasando a ser ellos su ejemplo a seguir.

La adolescencia es el momento en el que surge el cambio entre adorar a los padres, que se ven como único modelo de referencia, a convertirse en personas con más independencia. En este proceso, algunos comentarios y conductas de los padres provocan vergüenza en sus hijos”

Para los padres primerizos recordarles que se trata de un proceso natural. Es recomendable afrontarlo con serenidad, escucharles y respetar su espacio aunque sea difícil en los primeros momentos. Lo más adecuado es evitar ciertas conductas que teníamos cuando eran pequeños y que ahora, si las mantenemos, ellos las viven como una crítica a su imagen ante el mundo. Y, sobre todo, restar importancia y no hacer un drama de lo que solo será una etapa transitoria. “Se trata de normalizar ese sentimiento de vergüenza que surge en nuestros hijos y enfocarlo como resultado de un cambio en la edad de estos, el paso de la edad infantil a la adolescencia y la posterior entrada a la edad adulta”, apunta Eva María Barata. Un último consejo: intente ponerse en su lugar y pensar en cómo se sentirá antes de que usted decida lanzarse a contar una historia de su infancia o a intentar ser su colega.

Por si sirve de ayuda, hemos querido recoger las anécdotas de adolescentes sobre las veces que sus padres les han abochornado por una u otra razón. Y lo centramos en el padre…

Nota: aunque surjan dudas después de leer estos reproches, todos los niños consultados aman sobre todas las cosas a sus padres.

COSAS QUE ME AVERGÜENZAN DE MI PADRE

1. María (14 años): «Eran las fiestas de mi pueblo y estaba en la plaza con mis amigas. Mi madre y mi padre, mi tía y algunos amigos de ellos estaban cerca nuestro. De repente, mi padre vino donde estaba yo con mis amigos ¡y se puso a bailar conmigo delante de todo el mundo! Qué horror».

2. Lidia (17 años): «Resulta que mi padre ahora en lugar de enviarme mensajes escritos por guasap me los envía de voz, como hago yo con mis amigas. Un día me envió uno, tenía el volumen alto y me llamaba ‘pispajín’, como hacía cuando tenía tres años. Todo el mundo alrededor lo escuchó. Me puse roja».

3. Jorge (10 años): «Hace poco íbamos en el coche a ver a mis abuelos y un señor se cruzó en la carretera. Mi padre pegó un frenazo y casi le atropella. Los dos empezaron a gritarse e insultarse. Mi padre se enfadó tanto que se bajó del coche. Yo pensaba que se iban a pegar. Al final mi madre tuvo que bajarse también y llevarse a mi padre de allí».

4. Víctor (16 años): «Mi padre se puso a discutir en mitad de un partido de fútbol en el que yo estaba jugando con un padre de un niño del otro equipo. Discutían por quién era mejor. ¡Casi se zurran!».

5. Gabriela (15 años): «El otro día estaba con mis amigas enseñándoles una foto en mi móvil y mi padre me envió un mensaje por snapchat. Claro, mis amigas vieron que era mi padre y quisieron ver el vídeo. Lo tuve que poner y qué vergüenza. Era él haciendo el tonto en la cocina».

6. Sergio (16 años): «Odio que cuente mis historias a sus amigos. Un día hizo que les enseñase a unos amigos suyos que vinieron a casa el chupetón que me había hecho una chica en el cuello. Qué vergüenza».

7. María (16 años): «Cuando se acerca donde estoy con mis amigas y utiliza expresiones viejunas tipo ‘chachi».

8. Adrián (15 años): «Si hay algo que me avergüenza de mi padre es su tono de móvil. Mira que hay tonos donde elegir que se tuvo que descargar Qué viva España. Cada vez que le llaman suena a todo trapo».

9. Elena (12 años): «Me acuerdo de una mañana que mi padre nos llevaba al colegio que se estropeó la alarma del coche y no paraba de sonar. Nos llevó todo el camino a mi hermano y a mi hasta la puerta del cole en plan ambulancia. ¡Nos miraba todo el mundo!».

10. Blanca (16 años): «Unas vacaciones de Navidad, mis padres, mi hermana y yo fuimos a Nueva York y pasamos allí el Año Nuevo. El día de Nochevieja reservamos para cenar en un restaurante en el que los camareros cantaban y bailaban. Una de las canciones fue la de Los Pajaritos. Mi padre se emocionó mucho (demasiado) y salió a bailar y a cantar en mitad del restaurante. ¡Me quería morir!».

11. Rubén (12 años): «Mis padres me llevaron de vacaciones una vez a Disneyland Paris. Cuando nos íbamos del hotel cogieron las toallas de su habitación y se las guardaron en la maleta porque les gustaban para casa. En la recepción vino un señor corriendo antes de que nos fuésemos y les dijo algo que no entendíamos, pero hacía gestos con una toalla en la mano. Yo me puse rojo de la vergüenza porque nos habían pillado, pero mis padres se hacían los locos y decían que no entendían nada. El hombre quería abrir las maletas y mi padre no le dejaba. Todo el mundo nos estaba mirando. Al final nos marchamos de allí con las toallas, pero pasé un rato malísimo».

12. Marina (16 años): «La vez que mi padre me ha hecho pasar más vergüenza fue cuando íbamos a la Plaza Mayor, de Madrid, en Navidad, y al entrar me agarró del brazo y empezó a hacer el idiota, a gritar y a bailar. No podía soltarme y todo el mundo nos miraba».

13. Claudia (14 años): «Mi padre, que tiene Instagram, me sigue. El otro día subí una foto y se puso a comentarla. Yo borraba los comentarios, pero él seguía. Hasta que me puso: ‘¡Pero no borres los comentarios que soy tu padre!’. Le bloqueé. Casi me castiga».

14. Cristina (16 años): «Mi padre tiene la costumbre de cantar en casa a gritos. Hay veces que tiene hasta su gracia, pero un día que fui a casa con mis amigos y estábamos en mi cuarto, empezamos de repente a escuchar algo. Un amigo dijo: ‘¡Es alguien cantando!’. Yo les dije que sería algún vecino. Al final se dieron cuenta de que era mi padre. ¡Casi me muero de la vergüenza!».

15. Andrea (16 años): «Una vez que volvíamos de vacaciones y paramos a comer, vi a uno de los del programa Mujeres, hombres y viceversa y se lo dije a mi padre. Él quería que el chico viniera para que me diese dos besos y me hiciera una foto con él y yo no quería porque me daba vergüenza. Al final mi padre le llamó. Vaya papelón».

16. Gorka (16 años): «Estaba yo en el gimnasio y apareció mi padre con un chandal de Ron Barceló y con la tripa que se le salía por la camiseta. Vino a saludarme y a estar conmigo todo mi entrenamiento. ¡Como si no hubiera más sitio en el gimnasio!».

17. Ohara (19 años): «Pasé mucha vergüenza un verano que fui de crucero con mi familia y estaba una noche en la discoteca del barco bailando con un chico que me gustaba. Mi padre se puso a bailar conmigo sin vergüenza ninguna».

18. Gonzalo (18 años): «Siendo muy pequeño mi padre me llevó al cine a ver una película de Torrente sin que supiese de qué iba. Creo que no es la mejor película para ver con tu padre…».

19. María (19 años): «Una vez en verano, en un restaurante de playa, había dos mujeres con un cuerpo impresionante animando la fiesta. Sacaban a gente a bailar y uno de ellos tuvo que ser mi padre. Hizo mucho el ridículo».

20. Marta (13 años): «El momento más vergonzoso que me ha hecho pasar mi padre fue cuando estábamos de vacaciones y fuimos al karaoke del hotel. Salimos los dos a cantar. Él se puso a bailar y gritar en el escenario. Digo gritar porque lo que hacía no se le podía llamar cantar…”.

21. Miriam 13 (años): «Fuimos a ver un experimento y el señor que lo realizaba hacía preguntas. Mi padre siempre quería contestar y generalmente lo hacía mal. Todo el mundo se reía. Menos yo, claro…».

22. Elia (14 años): «En muchas ocasiones, cuando estoy con mis amigas mi padre se comporta como si fuese muy gracioso y hace cosas que no tienen ninguna gracia. No se qué pretende, la verdad».

23. Carlos (16 años): «Mi padre tiene la fea costumbre de ponerse chanclas con calcetines. En plan guiri».

24. Sergio (18 años): «Me pone enfermo cuando baja a comprar el pan en chandal y con el polo por dentro. Intento no cruzarme con él por la calle».

25. Cris (17 años): «Siempre me ridiculiza cuando vienen amigas a casa. Me suele decir cosas del tipo: ‘Cris, enséñales a tus amigas lo cerda que tienes la habitación, seguro que ellas se preocupan de tenerla más limpia”.

26. Yolanda (17 años): «Me da cosilla cuando me acompaña a algún sitio porque he quedado con alguien y se despide de mi efusivamente, dando besos y abrazos».

27. Jorge (17 años): «Ahora no tanto, pero antes, cuando pasábamos juntos por delante de un grupo de chicas jóvenes solía decirles: ‘Mirad que hijo más guapo tengo’. ¡No venía a cuento!».

28. Adrián (18 años): «Las veces que trata de hablar conmigo o aconsejarme sobre temas (chicas, sexo…) sin que yo se lo pida».

29. Alba (14 años): «Siempre que me acompaña de compras y la música de la tienda está muy alta (tipo Bershka) se pone a bailar sin vergüenza ninguna. Es como: ¡Papá!».

30. Felipe (16 años): «Mi padre es más joven que el resto de padres de mis amigos. A veces se cree tan joven que bromea con mis amigos y suelta comentarios fuera de contexto».

31. Marina (15 años): «Odio que cada vez que salgo con mis amigas me llame 10.000 veces para saber dónde estoy, con quién, etc. Los padres de mis amigas no hacen eso».

Y LOS PADRES, CÓMO SE SIENTEN

B. de. F.

– José Jiménez (realizador audiovisual): «La mayoría de las veces yo me suelo sentir mal. Sobre todo cuando mis hijos me dicen la típica frase de ‘no me trates como a un niño, papá’. Aquí te vas dando cuenta de que tu trabajo como padre está a punto de terminarse».

– José Antonio Guerrero (comercial): «Hay veces que mi hijo se avergüenza de mí por mi forma de vestir o mi forma de hablar. Siempre me paro a pensar si realmente estaré haciendo el ridículo. Al final pienso que a él le pasará lo mismo algún día. Se mirará los pies y llevará los calcetines más subidos de lo que a su hijo le gustaría…».

– Jesús Martínez (administrativo): «Las primeras veces trataba de explicarles que no eran situaciones por las que sentirse avergonzados, que era la edad, lo cual ha derivado en grandes discusiones, enfados y en algunas ocasiones castigos. Con el tiempo te das cuenta de que es mejor dejarles y que se den cuenta ellos mismo. ¡Son adolescentes!».

– Mateo de Luis (empresario): «Cuando haces algo de ese tipo, lo haces porque te sale. No piensas en la impresión que se van a llevar quienes están a tu alrededor. Después, al ver que mis hijos se han avergonzado, pienso: ‘No entiendo, qué hijos más aburridos tengo, seguro que sus amigos están pensando en lo divertido que soy como padre y ellos no lo aprecian…”.

– Jesús Sánchez (médico): «Mi hija era muy vergonzosa. Tengo que reconocer que cada vez que la hacía sentirse incómoda, me entraba la risa y la seguía picando».

– Ricardo García (portero de finca): «Ser padre no es fácil y mucho menos cuando tus hijos llegan a esa edad difícil que es la adolescencia. Siempre intentas ponerte en su lugar pero en ocasiones no puedes evitar sentirte triste y, a veces, humillado».

– Esteban de la Fuente (camarero): «A veces pienso lo fácil que es para mi como padre sacar los colores a mis hijas, son muchos años ya criándolas y conozco sus puntos débiles… Y luego están las fotos de cuando eran pequeñas, que no se por qué les da tanta vergüenza cuando se las enseño a alguien. Pero también soy consciente de lo importante que son para ellas cosas que al resto nos pueden parecer una tontería, así que procuro comportarme con prudencia para no herirlas».

– Francisco Liceras (economista): «Siempre que noto que mis hijas se avergüenzan de algo que he hecho trato de comportarme de la forma más natural posible, sin complejos».

– Juan Maza (cámara de televisión): «Tengo que reconocer que yo soy una persona sin ningún tipo de vergüenza y entiendo que en situaciones concretas mi hijo no sepa dónde meterse. A mí me pasaría lo mismo. Muchas veces soy yo el que acaba con la autoestima por los suelos».

32. Ana (18 años): «Tuve la mala idea de aceptar a mi padre como amigo en Facebook. Ahora cada dos por tres pone fotos o dice cosas ridículas que leen todos mis amigos. El problema es que si le bloqueo se va a cabrear mucho».

33. Gorka (16 años): «Mi padre tenía Instagram y Twitter y cada vez que subía algo respondía y corregía mis faltas de ortografía. Y, claro, no le quería bloquear porque es mi padre. Al final entre toda la familia le denunciamos y le han cerrado la cuenta. Por pesado…».

http://elpais.com/elpais/2015/10/28/icon/1446031051_707770.html

Mi niño padece dislexia. ¿Cómo lo has averiguado? En el médico. Esto puede cambiar. La dislexia es la alteración de la capacidad de leer por la que se confunden o se altera el orden de letras, sílabas o palabras. Ahora, según se ha anunciado esta semana, Samsung y Change Dislexia han presentado Dytective para Samsung, “una nueva aplicación gratuita para tabletas que integra por primera vez un test de juegos lingüísticos y de atención con inteligencia artificial para la detección temprana del riesgo de padecer este trastorno”, informa EFE. Es el primer detector en línea de la dislexia.

La aplicación -que está disponible tanto para Android como IOS- consiste en una serie de ejercicios con una duración de un cuarto de hora en las que “tras analizar más de 200 variables y se le notifica al usuario si tiene riesgo o no de padecer dislexia con un 89,5% de precisión”, según explica Change Dislexia en su página web. De uso ilimitado, la prueba está dirigida para familias, profesionales y colegios. Y se ha probado con una muestra de 10.000 personas. “Se puede usar para niños a partir de los siete años y esta prueba no equivale a un diagnóstico médico”, alertan los creadores.

Esta nueva acción forma parte de la campaña ‘Tecnología con propósito’, puesta en marcha por Samsung, cuyo objetivo es eliminar todo tipo de barreras educativas y sociales gracias a la tecnología, como se explica en un comunicado.

Se estima que un 20% de la población padece dislexia, según anunció la Asociación Madrid con la Dislexia el pasado mes de enero. Entre la población infantil, más de 600.000 niños la padecen y muchos ni siquiera llegan a ser diagnosticados. Aunque los menores con dislexia poseen una inteligencia completamente normal, este trastorno está detrás de muchos casos de abandono escolar, según explican los expertos. “Con esta app, podemos ayudar tanto a detectar la dislexia como a mejorar la experiencia y rendimiento escolar de estos niños», ha declarado el director de Comunicación, Relaciones Institucionales y Ciudadanía Corporativa de Samsung, Francisco Hortigüela.

“Dytective es el resultado de varios años de investigación de Luz Rello, (Premio Princesa de Girona 2016) años duros de trabajo tras los que, finalmente, ha conseguido materializar en una herramienta única”, según explica Asociación Madrid con la Dislexia en su web. Para la investigación, se contó con más de 300 voluntarios de diferentes países (España, Colombia, Argentina y Chile) y la colaboración de más de 100 colegios y centros especializados. El resultado es el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre dislexia en el mundo de habla hispana.

«Hablar de Samsung es hablar de innovación, pero innovación con propósito. Dytective for Samsung es un buen ejemplo de esto. Se trata de una iniciativa que contribuye a romper barreras y a ayudar a las personas a través de la tecnología contribuyendo a hacer una sociedad mejor», comenta el director de Marketing de Samsung España, Alfonso Fernández.

La app está disponible en Samsung App Store. El vídeo promocional sobre estas líneas se podrá ver en Callao (Madrid) y en cines de toda España en las próximas semanas.

http://elpais.com/elpais/2016/12/22/mamas_papas/1482421874_807579.html?rel=mas

Todos estamos padeciendo de cierto nivel de adicción a los teléfonos móviles, pero pocos padres saben el daño intelectual y emocional que esa adicción puede provocarle a sus niños, especialmente a los más pequeños. Según estudios de neurociencia, en los primeros tres años de vida es cuando más rápidamente se desarrollan las capacidades lingüísticas, emocionales, sociales y motoras del cerebro. Por ejemplo, en ese periodo se forman entre 700 y 1.000 nuevas conexiones neuronales por segundo. El desarrollo del vocabulario comienza entre los 15 y los 18 meses y continúa hasta los años preescolares.

Interacción cara a cara: estimula el aprendizaje y el desarrollo emocional

En un artículo reciente que leí, la pediatra Jenny Radesky del Boston Medical Group, señala que el uso desmedido de teléfonos celulares por los padres está afectando no solo cuánto hablan con sus hijos pero también cómo se relacionan con ellos.

Radesky indica que tras décadas de investigación, se ha concluido que las interacciones cara a cara de padres con los hijos, desde sus primeros días de vida, son muy importantes para el aprendizaje, comportamiento y desarrollo emocional. A través de la interacción cara a cara, los niños pequeños desarrollan no solo el lenguaje, pero también aprenden sobre sus propias emociones y cómo regularlas. Al observarlos, aprenden a cómo tener una conversación y a cómo leer las expresiones faciales de los demás y, eventualmente, a ser mejores comunicadores.

Padres absortos en sus teléfonos tienden a enfadarse más fácilmente

Radesky y otros dos investigadores pasaron un verano observando a 55 diferentes grupos de padres de familia y sus niños pequeños interactuando en restaurantes de comida rápida. En 40 de los 55 casos estudiados, los padres utilizaron el teléfono móvil durante la comida y muchos de ellos ignoraron completamente a sus hijos.

También encontraron que los niños de los padres que estaban más absortos en sus dispositivos eran más propensos a portase mal para llamar su atención y a la vez, los padres estaban más irritables. Según la psicóloga Catherine Steiner-Adair, autora del libro The Big Disconnect, esto se debe a que cuando la mamá está enviando mensajes de texto o contestando el correo electrónico, la parte del cerebro que está activa es la de “hacer”, en la cual se genera un sentido de urgencia por completar la tarea. En consecuencia, esa mamá se altera con más facilidad cuando el niño le interrumpe, pudiendo llegar a gritarle o tratarlo mal.

Hijos que se sienten ignorados por los padres

Steiner-Adair advierte que cuando los padres dan más prioridad a sus actividades digitales que a sus hijos, puede haber consecuencias emocionales profundas para el niño. Los niños interpretan este comportamiento como evidencia de que ellos no son lo suficientemente importantes o interesantes para sus papás, se sienten rechazados y esto afecta a la relación con los padres, la autoestima y su desempeño social.

Cuando pensamos en interacciones cara a cara, nos imaginamos a un padre con su hijo mayor de 5 años. Pero según explica el Dr. Jack Shonkoff de Harvard cuando un bebé escucha a la gente a su alrededor hablándole por unos meses, al poco tiempo comienza a responder con sonidos, balbuceos, o chillidos. ¿Has notado la forma en que un bebé reacciona cuando le miras a los ojos y le hablas de forma afectiva y calmada? Sus ojos se iluminan, generalmente sonríe y empieza a parlotear con más entusiasmo.

Shonkoff destaca que la importancia de hablar y escuchar a los niños no debe disminuir en la medida que crecen. Todo lo contrario, los padres deben hacer un esfuerzo por interactuar de forma más afectiva y poner reglas en casa para limitar el tiempo que los niños dedican a ver la tele, jugar videojuegos o con la computadora. Estas actividades no estimulan el área del lenguaje del cerebro de la misma manera que una conversación cara a cara. Es alarmante pensar que sean los propios padres que por desconocimiento les estén negando a sus niños el estímulo que necesitan, y por ello limitando sus oportunidades futuras.

Papás y mamás, es hora de reconectar con sus hijos que están ávidos de atención, comunicación y conexión emocional. Les propongo el reto de no tocar su móvil por al menos 30 minutos cuando estén comiendo o compartiendo con sus hijos. ¿Qué les parece?

Cuando los hijos llegan a la adolescencia las preocupaciones de los padres se multiplican por mil. Una de las más habituales tiene que ver con el tabaco. Parece que los chavales y chavalas que fuman suelen ser del grupo de los rebeldes y malotes. Probablemente la mala imagen que tiene el tabaco en la actualidad se deba en gran medida a la ley antitabaco que arrinconó a los fumadores, mandándoles a la calle. Pero de aquello hace ya 10 años y la idea que se tiene del cigarro ha vuelto a cambiar. Así se deduce del estudio EDADES (Programa de Encuestas sobre Alcohol y Otras Drogas en España), en el que se apunta a que en el año 2019 el 26% de los jóvenes y adolescentes entre 15 y 24 años había fumado en los 30 días anteriores a la encuesta, llegando al 28.5% en varones y al 23% en mujeres.

Entre otras cosas porque ya no nos referimos solo a los clásicos cigarrillos, sino que ahora hay que estar atento, además, al tabaco de liar, los porros, las cachimbas y los cigarrillos electrónicos. La cosa se complica: a mayor oferta, mayor preocupación. Aunque en definitiva, el enemigo es el mismo: la nicotina. Y lo es porque es una sustancia tremendamente adictiva cuyos efectos llevan a cualquier padre a echarse a temblar. Lo de menos es el modo que tiene de llegar al organismo del adolescente.

Distintas formas, mismo efecto

Rodrigo Córdoba, médico de familia y portavoz del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de semFYC: “El cigarrillo, según documentos de la industria tabaquera, no es más que ‘un vehículo para suministrar dosis de nicotina’. Por eso, la idea es venderla en cualquiera de sus formas porque el efecto va a ser el mismo en todas ellas. No olvidemos que se trata de un producto adictivo y tóxico que compromete el desarrollo cerebral normal de los adolescentes”. Ahí es nada.

Pues hay más: “Los cambios en la estructura cerebral provocados por el tabaco afectan de manera directa al control directo del estado interno de los adolescentes o a la toma de decisiones. En una edad tan sensible como esta, el tabaco puede cambiar drásticamente el desarrollo del cerebro de los jóvenes y afectar de manera importante a su personalidad”, comenta Córdoba, quien señala el rendimiento escolar y las relaciones familiares y sociales como principales damnificados de la nicotina.

Enfermedades cardiovasculares

Por supuesto, también están los problemas cardiorrespiratorios, como afirma Julio Álvarez Pitti, investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CiberOBN), pediatra y miembro del Comité promoción de la Salud de la Asociación Española de Pediatría (AEP): “La nicotina aumenta la frecuencia cardíaca, la tensión arterial y la contractilidad del miocardio. Además es un agente farmacológicamente activo que produce toxicidad aguda y que ingresa fácilmente en el cuerpo y se distribuye por el organismo. Activa múltiples vías biológicas que son relevantes para el crecimiento y desarrollo fetal, el funcionamiento inmunitario, el sistema cardiovascular, el sistema nervioso central y la carcinogénesis”.

Lo que pasa es que los chicos no solo consumen la nicotina a través del tabaco. Córdoba: “Curiosamente, más de la mitad de los jóvenes comienzan fumando tabaco mezclado con cannabis (porro) y la otra mitad fumando tabaco de liar o cigarrillos convencionales.” Pero aún hay más puertas de entrada: “La mitad de los adolescentes españoles reconocen haber probado el cigarrillo electrónico o las cachimbas”, afirma el médico de familia. Y uno de los principales problemas que suponen ambas es que el público en general y los adolescentes en particular no asocian su consumo con ninguna clase de peligro.

Por supuesto, están muy equivocados. Álvarez Pitti: “La utilización de cachimbas no es más que fumar tabaco prensado y mezclado en melaza, que se quema. El humo se absorbe a través de un tubo sin ningún tipo de filtro e inhalando”. No puede sonar peor. O sí, porque atentos a los sistemas electrónicos de administración de nicotina, que además de esta sustancia llevan “líquidos aromatizados como propilenglicol y glicerina que, al inhalarse pueden producir inflamación de las vías respiratorias. De hecho, durante el año 2019 se produjo brote de lesiones pulmonares asociado al su uso”.

Aumenta el uso de e-cigarrillos

Pero esta información no les llega correctamente a los chavales. Probablemente esa es la razón de que su consumo se haya hecho tan popular entre ellos: “Los datos actuales muestran que las tasas de uso de cigarrillos electrónicos están aumentando dramáticamente entre los jóvenes. Los resultados de un gran estudio epidemiológico realizado en EEUU en el año 2014 detectan que el 3,9% de los estudiantes de Secundaria y el 13,4% de Bachillerato habían hecho uso de un e-cigarrillo en los últimos 30 días. Este consumo se había incrementado en ambos grupos de edad en un 650% y 890%, respectivamente, en comparación con los datos de 2011”, asegura Álvarez Pitti.

Hay que tener claro que ninguna forma de consumir nicotina es mejor que otra porque, en cualquier caso, el peligro de la adicción siempre está presente. “Después de uno o dos años consumiendo nicotina, el cerebro se hace adicto a la sustancia y empieza un camino de retorno complicado. Basta con 100 cigarrillos consumidos en el plazo de uno o dos años para volverse adicto a la nicotina”, afirma el portavoz del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de semFYC. Y la cosa no acaba ahí, como afirma Álvarez Pitti: “El tabaco es vía de entrada a otras drogas ilegales. Tanto porque algunas de estas drogas son fumadas como porque el tabaco induce en ocasiones a acercarse a otras drogas. Por último, el efecto de recompensa que produce la nicotina hace que el cerebro desee repetir esta misma ‘experiencia’, y si es más potente, mejor.”

Fuente: El País

La Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) es una prueba que se realiza en España para evaluar los conocimientos adquiridos por los estudiantes de bachillerato y determinar si cumplen con los requisitos necesarios para acceder a la educación superior.

Pueden presentarse todos aquellos estudiantes que hayan finalizado sus estudios de bachillerato en España o en países con sistemas educativos similares pueden presentarse a la EBAU 2023. También pueden presentarse aquellos que hayan finalizado estudios equivalentes en otros países, siempre y cuando se cumplan los requisitos de homologación y reconocimiento de sus títulos.

La EBAU 2023 evaluará las competencias adquiridas en diferentes materias, que pueden variar en función de la comunidad autónoma en la que se realice la prueba. En general, las materias que se evalúan son:

  • Lengua Castellana y Literatura
  • Matemáticas
  • Lengua extranjera (inglés, francés, alemán, italiano, portugués, etc.)
  • Historia
  • Geografía
  • Física
  • Química
  • Biología
  • Dibujo técnico
  • Tecnología Industrial
  • Economía de la Empresa
La EBAU 2023: Las asignaturas que más ponderan

¿Cuándo se realizará la EBAU 2023?

La EBAU 2023 está prevista para junio de ese mismo año, y constará de diferentes exámenes que evaluarán las competencias adquiridas en distintas materias.La EBAU 2023 se realizará en junio de ese mismo año, y constará de diferentes exámenes que evaluarán las competencias adquiridas en distintas materias. Las fechas exactas de la prueba pueden variar dependiendo de la comunidad autónoma, por lo que es importante estar atento a las convocatorias oficiales.

Las asignaturas que más ponderan

Las asignaturas que más ponderan en la EBAU varían en función de la carrera a la que se quiera acceder, pero en general, las más relevantes son:

Lengua Castellana y Literatura:

Esta asignatura es fundamental en la EBAU, ya que es la única que es obligatoria para todos los estudiantes. Además, su ponderación suele oscilar entre el 10% y el 15% del total de la nota final, por lo que es importante prestarle especial atención.

Matemáticas:

Otra de las asignaturas más importantes en la EBAU es Matemáticas. Su ponderación también suele oscilar entre el 10% y el 15% del total de la nota final, y es fundamental para acceder a carreras relacionadas con la ciencia y la tecnología.

Idiomas extranjeros;

En función de la carrera a la que se quiera acceder, se puede requerir el conocimiento de una o varias lenguas extranjeras. Estas asignaturas también tienen un peso importante en la EBAU, y su ponderación puede oscilar entre el 10% y el 20% del total de la nota final.

En definitiva, es importante que los estudiantes que se preparen para la EBAU 2023 presten especial atención a estas asignaturas y dediquen el tiempo y esfuerzo necesario para obtener buenos resultados. La nota obtenida en la EBAU será determinante para acceder a la carrera universitaria deseada, por lo que merece la pena poner todo el empeño en ello.