El próximo 7 de septiembre el concepto de ir a la escuela se transformará por completo. Cada mañana, antes de salir de casa, los alumnos deberán tomarse la temperatura y, si no presentan fiebre, iniciarán una ruta repleta de nuevos códigos. En su trayecto en autobús o a pie ya no podrán llevar auriculares, pelotas u objetos que puedan contener partículas del virus. Al acceder al centro, tendrán que hacerlo en diferentes horarios para evitar tumultos. Los más pequeños lo harán solos, las familias tendrán que quedarse fuera del patio. La mascarilla colgará de sus orejas y tapará parte de su rostro siempre que no pueda asegurarse la distancia mínima de dos metros. La nueva escuela está en camino.

En ese nuevo escenario no solo cambiará lo físico, también la forma de aprender. La bajada de ratios a un máximo de 15 alumnos recomendada por el Ministerio de Educación, permitirá la puesta en marcha del tan demandado modelo de enseñanza personalizado, en el que el profesor atiende a menos alumnos y dispone de más tiempo para responder a las necesidades de cada uno.

A tres meses vista, todavía es complicado saber con exactitud cuáles serán las normas. Las comunidades autónomas –que tienen las competencias en educación transferidas– tienen de plazo hasta julio para publicar sus protocolos de seguridad para septiembre. Será obligatorio que contemplen tres escenarios: uno sin pandemia (en el caso de que se descubra una vacuna), otro en el que la situación sanitaria se mantenga bajo control, y un último en el que una nueva oleada del virus obligue al cierre de las aulas.

De momento, el Ministerio de Educación ha elaborado un documento con las medidas de seguridad para la reapertura de los centros en la recta final de este curso, que aplicarán Ceuta y Melilla (que dependen en materia educativa del Gobierno). Es solo un adelanto del despliegue que se diseñará para septiembre. Con esas indicaciones y otras recogidas en el protocolo aprobado por el Ministerio de Educación francés, por Unicef en un informe sobre la reapertura de los colegios y por la OMS, realizamos una recreación de cómo podría ser la nueva escuela: la escuela en tiempos de pandemia.

1. Salida de casa

Nada de mochilas rebosantes

Se acabó la imagen de un estudiante arrastrando un trolley lleno de libros. El objetivo es limitar al máximo el transporte de objetos entre las casas y los centros educativos para evitar contagios. Por ello, el ministerio francés aconseja en su protocolo que el material escolar y los juguetes no salgan de los espacios en los que se usen, que no se lleve ropa de deporte al colegio o accesorios innecesarios, como auriculares, por ejemplo. Además, los alumnos deben tomarse la temperatura antes de salir de casa para descartar este síntoma de la covid-19, según indicaciones del Ministerio de Sanidad.

El Ministerio de Educación recomienda acudir al centro a pie o en bicicleta. Para ello se ha conminado a los Ayuntamientos y a los centros a diseñar rutas seguras. En los autobuses escolares, que se desinfectarán dos veces al día, se ocupará solo parte de las plazas y los niños se sentarán en zigzag. Solo se situarán juntos los hermanos –siempre que convivan en la misma casa– y la fila tras el conductor siempre quedará libre. Esa es la normativa que se aplica ya en el transporte público en España.

2. El ritual de la llegada al colegio

Cuantas menos personas mejor y las manos limpias

Los padres solo accederán al centro cuando lo requiera el profesorado, que se comunicará con las familias por teléfono o correo electrónico, advierte el ministerio. Los niños entrarán y saldrán en el turno asignado y de forma escalonada para que no se arremolinen en los accesos ni en el patio. Vallas, precintos o rayas en el suelo orientarán a los niños todo el camino hasta su clase. Los primeros días se ensayará el nuevo protocolo de acceso.

Al entrar los niños tendrán que lavarse las manos en el baño o en su defecto rociárselas con los geles hidroalcohólicos repartidos por diferentes espacios del centro. Los servicios se desinfectarán tres veces al día y se necesita trazar un plan para que los alumnos acudan escalonados, exige Educación.

En los baños no habrá secamanos de aire caliente, sino servilletas de papel y, como en la cola del supermercado, un círculo en el suelo indicará a los estudiantes dónde esperar su turno.

3. Objetivo

Doblar el número de aulas

El Ministerio de Educación da por hecho que en septiembre habrá que seguir manteniendo el distanciamiento social, lo que obligará a reducir el número de alumnos por clase a 15. La idea que se abre paso (Canarias y Navarra ya lo han anunciado y otras cinco comunidades trabajan en ello) es que, al menos, todos los alumnos de Infantil y Primaria deben volver a las aulas todos los días, y no por turnos alternos como se plantea para el resto de niveles, porque para los más pequeños la docencia online no funciona. Para lograrlo, además de aprovechar todos los espacios del centro, se plantean ocupar para estos alumnos instalaciones de secundaria y espacios municipales, adelantan algunos consejeros. También prevén contratar más docentes, reorganizar los grupos (mezclando a alumnos de diferentes edades) y reducir el horario escolar. Además, los profesores de Música y Educación Física impartirán también clase de otras asignaturas.

La típica entrada caótica en el aula pasará a la historia; los alumnos deberán entrar guardando la distancia, con mascarilla y habiéndose lavado previamente las manos, señala el protocolo del ministerio. Las mesas serán individuales y se situarán a dos metros de distancia. La misma normativa aconseja no compartir el material escolar (como bolígrafos y tizas) y, si se hace, desinfectarlo antes de tocarlo (como el borrador). En el aula solo debe haber los objetos imprescindibles, indica el protocolo francés.

En los protocolos que algunas autonomías han elaborado para la vuelta de los alumnos que titulan (4º de ESO y 2º de Bachillerato) en la fase 2 de desescalada, discrepan sobre el uso de la mascarilla dentro de clase. Algunas (como Euskadi y La Rioja) obligan a llevarla. Otras (como Galicia y Baleares) no. Para estas, una vez que los alumnos se han sentado y están a dos metros de distancia no son necesarias. El ministerio se inclina por esta segunda opción.

El trabajo en equipo, muy común en las primeras etapas educativas, será mucho más difícil en la escuela de la pandemia, ya que los pupitres no podrán estar juntos. Las normativas piden expresamente limitar los movimientos dentro del aula, lo que frenará los modelos docentes más innovadores, apunta Enrique Jabares, presidente de los directores de centros de Primaria de Andalucía. Ese cambio obliga a volver a la clase magistral tradicional, en la que el profesor habla desde su mesa y los estudiantes le escuchan. Al mismo tiempo, tener menos alumnos en clase permitirá al profesor dedicar más tiempo a cada uno de ellos.

Para reducir el riesgo de contagio, las aulas se airearán (siempre que haya ventana) varias veces al día, según coinciden las normativas autonómicas y del ministerio. Así lo han hecho también en Francia. Los objetos de contacto frecuente (como los pomos de las puertas) se desinfectarán con frecuencia.

El gimnasio de cada centro será uno de los espacios que se reconvertirá en aula en septiembre, y podrá reunir a más de 15 alumnos, señalan varios responsables educativos autonómicos. Además de contratar más profesores, las consejerías estudian que los monitores escolares ayuden en la vigilancia para que los alumnos mantengan la distancia dentro y fuera de clase.

4. El Patio

Prohibido jugar a la pelota

Es importante que las actividades sean al aire libre, siempre que sea posible, señala el documento elaborado por el ministerio. El cambio más significativo se producirá en los recreos: se organizarán turnos de pequeños grupos para salir a jugar al patio, respetando los grupos de alumnos que están en una misma clase, y si fuera necesario se fraccionarán los tiempos de recreo. Los alumnos tendrán que mantener la distancia interpersonal de dos metros, con mayor flexibilidad en el caso de Infantil, señala Educación en su protocolo. Los profesores o auxiliares de guardia del patio serán los encargados de vigilar que se cumplen las medidas de prevención e higiene. Una vez finalizado el recreo, los alumnos tendrán que lavarse las manos y rociarlas con gel antes de acceder de nuevo a las aulas.

En países como Dinamarca, se organiza a los estudiantes en grupos de seis que se mantienen unidos durante el tiempo que permanecen en el centro. Así se asegura la socialización de los niños y es más sencillo aislar al grupo si hay un contagio. En Francia, tanto para la salida como para la vuelta a las aulas, los centros tienen que disponer de señalizaciones en el suelo para evitar que los alumnos choquen.

Sobre el tipo de juegos que se podrán desarrollar en el patio, el protocolo español no da ningún detalle. Las comunidades tendrán que determinar si es la Administración la que fija los límites o cada una de las escuelas. Francia sí establece que los juegos con pelota o todos aquellos que impliquen el intercambio de objetos estarán prohibidos. También los juegos que conlleven contacto físico. Tampoco se podrán intercambiar objetos o juguetes personales. En Dinamarca, a los grupos de seis niños sí se les permite jugar con material compartido, siempre y cuando se desinfecten tras el uso. Los bancos o columpios quedarán inutilizados.

En cuanto a la actividad física, Francia es muy clara: quedará limitada a la de baja intensidad y cuando se realice la distancia física deberá ser de, al menos, cinco metros cuando se haga caminando y de 10 cuando implique correr. Si se utiliza algún material, deberá hacerse de forma individual. Las actividades físicas se deben realizar siempre al aire libre, si las condiciones climatológicas lo permiten.

5. La cocina y el comedor

Los pequeños comen en su clase y los mayores por turnos

La imagen de comedores repletos con niños apretujados en mesas corridas y colas enormes de estudiantes esperando a que les sirvan la comida pasará a la historia en los comedores y las cocinas seguros en tiempos de covid. También transformarán sus dinámicas durante la pandemia. Aunque el coronavirus no se transmite a través de los alimentos, estos tendrán que desinfectarse como cualquier otra superficie. El ministerio indica en su protocolo para Ceuta y Melilla que los comedores deben aplicar las mismas medidas de seguridad que los restaurantes convencionales.

Si antes del coronavirus era habitual cruzarse por los pasillos de los colegios con los proveedores con sus carretillas cargadas de alimentos, a partir de septiembre será imposible: ya no podrán entrar hasta la cocina, como hacían hasta ahora, señala María José Sanz Gallego, consultora y directora de Biomicral, empresa especializada en seguridad alimentaria en colegios que está elaborando un protocolo. Los centros deberán establecer un punto concreto fuera de la cocina para la descarga de la mercancía. El personal de cocina recogerá los alimentos e higienizará el espacio una vez se hayan marchado los proveedores. Esta medida busca reducir los contactos. Si lo habitual era almacenar los alimentos en la cocina según llegaban, ahora deberán ser desinfectados, ya que pueden ser superficies portadoras del virus. Para ello se deberá utilizar higienizante alimentario.

Los más pequeños deberán comer en su aula, hasta tercero de primaria es lo recomendable. El resto, en grupos reducidos, en diferentes turnos y con una separación de dos metros.

Si antes en los laboratorios de seguridad alimentaria se imponía el lema “mejor unas manos limpias a un guante sucio”, la nueva realidad ha cambiado también esta premisa. Se impone el uso de guantes y mascarilla tanto en la manipulación de los alimentos como en la elaboración de los menús. También a la hora de servir las comidas. “Es una medida de protección al trabajador”, explica la consultora María José Sanz. Además, la ropa de trabajo ya no podrá salir del centro educativo. Debe almacenarse y lavarse en el propio colegio para reducir las posibilidades de contaminación.

El comedor tampoco se librará de la omnipresencia del gel hidroalcohólico. Según establece el protocolo francés, debe obligarse al lavado de manos o que haya un dispensador en los comedores para que los estudiantes puedan limpiarse las manos al entrar. Y esta nueva situación también modificará las rutinas de los colegios e institutos. Si antes comían en mesas corridas, en dos turnos como máximo, ahora el objetivo será reducir la concurrencia en el comedor con varias medidas. La OMS recomienda comidas escalonadas, en el pupitre de clase o en el exterior del edificio.

En caso de que haya autoservicio, deberán instalarse mamparas de protección. La comida deberá estar servida antes de que los niños entren en el comedor y se acerquen a recoger sus platos. En el caso de que se les sirva la comida en la mesa, deberá estar dispuesta en las mesas antes de la llegada de los estudiantes. Estas medidas persiguen evitar el contacto con el personal del comedor y así reducir las posibilidades de contagio. La piel de la fruta puede ser una superficie de transmisión, así que se recomienda pelarla y cortarla antes de servirla. En países como Dinamarca además de instaurar los ‘tupper’ desde casa han implantado picnic individuales ofrecidos por la escuela.

Otro de los elementos que desaparecen del comedor, quizás más habitual en institutos, es el microondas. La manilla del microondas se considera un punto crítico de transmisión así que se evitará su uso por los alumnos, al igual que lo recomienda el protocolo francés.

Las bandejas y el comedor deben ser desinfectados y limpiados después de cada turno de comida y la estancia debe ser ventilada. Para limpiar deberán utilizarse los productos de limpieza virucidas recomendados por el Ministerio de Sanidad.

 

Fuente: El País.

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