El consumo de alcohol en la adolescencia provoca cambios cognitivos y cerebrales que en algunos casos persisten hasta la edad adulta, sugiere un estudio. El estudio ha sido realizado por la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad Francisco de Vitoria, la Universidad de Oviedo y la Universidad de Málaga. En concreto, el trabajo, publicado en la revista Addiction Biology, muestra que el consumo de drogas aumenta la ansiedad y el comportamiento compulsivo, lo que se refleja en algunas pruebas con roedores expuestos al alcohol tras 5 semanas de consumo.
Además, a nivel cerebral, la expresión del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), el receptor de glucocorticoides (GR) y el factor liberador de corticotropina (CRF), ambos actores clave en la respuesta al estrés, está alterada e involucrada en regiones del cerebro. involucrados en la respuesta al estrés, la regulación emocional y la cognición. El estudio se realizó en ratones jóvenes y tuvo como objetivo analizar el cerebro y los cambios de comportamiento causados por el consumo crónico de etanol (o etanol) durante este período en comparación con su etapa adulta.
De esta manera, se pueden detectar cambios de comportamiento y cerebrales para ver si los efectos inmediatos tienen efectos a largo plazo. El trabajo comenzó con un protocolo de 5 semanas de consumo voluntario de alcohol en sus jaulas, mientras que el grupo control se exponía a beber agua.
Con el tiempo, el nivel de alcohol aumentó gradualmente del 3% al 15% durante la última semana. Después de este período, ambos grupos se sometieron a un período de abstinencia de 24 horas seguido de una prueba de craving en la que a cada grupo se le proporcionaron dos bebedores: uno con 15% de alcohol y otro con agua.
Luego, los ratones se dividieron en dos grupos, uno se sometió a una serie de pruebas cognitivas y emocionales en la adolescencia tardía y el otro permaneció abstinente hasta la edad adulta, cuando se administraron las mismas pruebas. Estas pruebas incluyen, entre otras, pruebas que analizan la memoria a corto plazo, las respuestas de ansiedad, el comportamiento obsesivo-compulsivo o la memoria de trabajo.
De manera similar, una prueba de craving (correspondiente a 24 horas) en un grupo de ratones adultos que permanecieron abstinentes hasta esta edad mostró un alto consumo de alcohol. De esta manera, las pruebas mostraron que la memoria de trabajo también cambió, especialmente en los adolescentes. «En los adolescentes, el alcohol tuvo un efecto negativo en la tarea de reconocer la ubicación de los objetos, lo que sugiere cambios en los niveles cognitivos», comentaron los investigadores. Idioma Espanol English French Italian Romanian Catalan Portuguese Tagalog Dutch
https://losqueno.com/wp-content/uploads/2018/07/pexels-photo-697243.jpeg15002250admin_pruebashttps://losqueno.com/wp-content/uploads/2018/06/logo-horizontal.pngadmin_pruebas2025-02-26 07:39:052025-02-26 11:24:48El consumo de alcohol en la adolescencia provoca alteraciones cerebrales que se mantienen de adultos
Si Alemania sufrió a principios de este mes el mayor hackeo de su historia, que dejó al descubierto datos de centenares de políticos, a finales de noviembre fue la gran cadena hotelera Marriott quien reveló un ataque similar, que podría haber afectado a 500 millones de clientes. Pero antes de eso las víctimas habían sido Singapur, Facebook, el sistema bancario de México… no hay blanco a salvo de los piratas informáticos. La amenaza crece al tiempo que empresas e instituciones de todo el mundo hacen frente a otro peligro, igual de acuciante, que es el de la escasez de profesionales expertos en ciberseguridad. Un campo en el que tradicionalmente ha predominado lo autodidacta, pero que comienza a abrirse paso en la formación oficial de universidades y otros centros educativos. Tres opciones para formarse en ‘big data’ (aunque no sepas matemáticas)
Se prevé que nueve de cada diez empresas sufrirán un ataque informático en 2029. Y los costes se cifran en 11.500 millones de dólares este año. Los datos resultan abrumadores. Para lo malo, pero también para lo bueno. Y es que el nicho laboral se hace cada vez más grande. De aquí a 2022 las ofertas de trabajo en ciberseguridad se triplicarán, de acuerdo con los cálculos de la publicación especializada Cybersecurity Ventures. Las previsiones apuntan que para entonces habrá 1,8 millones de empleos sin cubrir en todo el mundo, 350.000 de ellos en Europa, según una encuesta del Centro para la Ciberseguridad y Educación (ISC)².
“No es una burbuja, es el nuevo paradigma. Los países ricos ya no van a producir bienes de consumo, sino que generarán riqueza a través de la información. Cualquier empresa tiene que gestionar sus datos, almacenarlos y sobre todo protegerlos”, explica Julien Mur, senior manager del departamento de Information Technology and Life Sciences en la consultora de recursos humanos Hays. El experto señala la causa de ese desfase entre oferta y demanda: “La transformación de la economía se ha producido de forma muy rápida. En una década no se forma una generación de profesionales de la ciberseguridad”.
La velocidad de los cambios se une a la escasez de vocaciones científicas y tecnológicas entre los jóvenes, especialmente en el caso de las estudiantes. “Hace falta promover las titulaciones STEM [las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés], los chicos las ven como difíciles”, explica Maite Villalba, investigadora y directora del máster en Seguridad de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de la Universidad Europea. “El inconveniente de la escasez de profesionales en este campo no es igual que en otros sectores. Implica problemas para las empresas, pero también para los ciudadanos y para los Gobiernos. Además, se produce un retroceso en el desarrollo de tecnologías emergentes porque las empresas y los ciudadanos no se van a atrever a utilizarlas”.
La necesidad de profesionales y el crecimiento de los ciberataques conviven con otra contradicción. Y es que aunque Internet está plagado de información y recursos para adentrarse en el terreno de la ciberseguridad, las tareas que realizan estos expertos y lo que hay que saber (y estudiar) para convertirse en uno de ellos siguen siendo una incógnita para muchos estudiantes. A continuación, una guía para disipar las principales dudas sobre cómo formarse para ser un experto en ciberseguridad.
¿Qué hace un profesional de la ciberseguridad?
“Decir que trabajas en ciberseguridad es como decir que trabajas en tecnología. Dentro de eso hay muchísimos perfiles distintos y no todos son tecnológicos”, asegura Marta Beltrán, coordinadora del grado en Ingeniería de la Ciberseguridad de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Lejos de ese estereotipo del hacker que se mueve entre las sombras y la ilegalidad, el campo de la ciberseguridad es mucho más amplio (y en absoluto oscuro): auditores, desarrolladores, analistas, forenses… y sí, también hackers, aunque muy diferentes al tópico que se suele tener en mente.
“Los diferentes perfiles de expertos en ciberseguridad se pueden definir en función de si actúan para evitar los ataques o para dar respuesta cuando se producen”, explica Eduardo Arriols, profesor del grado en Ingeniería del Software en el Centro Universitario U-Tad. El primer grupo, el de los profesionales que se dedican a prevenir los incidentes de seguridad, se divide a su vez en expertos defensivos, que se especializan en asegurar los sistemas, y equipos ofensivos, es decir, auditores que buscan vulnerabilidades, por ejemplo en una web o en una aplicación, para determinar si son seguras o no (lo que se denomina el hacking ético).
Dentro de ese esquema básico caben, por ejemplo, desarrolladores de software seguro; arquitectos, analistas y consultores, que se encargan de definir las necesidades (y soluciones) de seguridad de un proyecto tecnológico; expertos en protección de redes; especialistas en malware, para desarrollar herramientas que los detecten y los eliminen; peritos y analistas forenses, encargados de investigar los ciberataques; criptógrafos y criptoanalistas, que trabajan en el cifrado de la información; directores de seguridad de una empresa —CISO o CSO, según la función que desempeñen—…
El punto en común de todos ellos es que se dedican a resolver problemas. La creatividad y la innovación son dos elementos clave en su caja de herramientas, pues les permiten ir un paso por delante de los atacantes. También es importante la diversidad. “Se necesitan personas de alta cualificación, pero también equipos diversos”, explica Maite Villalba, de la Universidad Europea. “Trabajar en equipo es fundamental y cuando juntas diferentes profesiones y áreas salen ideas que de otra manera no surgirían. Por eso están apareciendo otros perfiles de la rama de ciencias sociales, como los analistas en ciberinteligencia o los juristas expertos en ciberseguridad”.
¿Qué debe saber un experto en ciberseguridad?
A Pablo Ruiz Encinas, que está en su cuarto y último curso del grado de U-Tad, la ciberseguridad siempre le había llamado la atención, pero lo veía casi como una especie de magia incomprensible e inaccesible. “No hay un libro que te puedas leer y decir que ya lo sabes todo. Es todo muy difuso y está desperdigado”, explica. “Hay muchísima información, pero no está concentrada en un punto y cuando quieres empezar hay mucha gente que se abruma porque no sabe por dónde hacerlo”.
Más alumnas en las aulas
El déficit generalizado de vocaciones STEM es un problema que se agrava en el caso de las alumnas, más reticentes a cursar estas carreras, lo que a su vez redunda en la falta de profesionales de la ciberseguridad. “En este campo, solo el 11% de la fuerza laboral mundial son mujeres. En Europa no llegamos al 7%”, asegura Maite Villalba, directora del máster en ciberseguridad de la Universidad Europea.
La experta coordina además un nuevo proyecto de investigación europeo, Be@Cyberpro, que pretende despertar la curiosidad de las alumnas por desarrollar su carrera en el ámbito de la ciberseguridad. “Faltan roles femeninos”, señala Villalba. “Queremos eliminar estereotipos y mostrar mujeres que están trabajando en ciberseguridad, demostrar que hay diversidad y que es una carrera en la que todos podemos entrar y aportar”.
Aunque ese problema se pueda extender a tantas otras profesiones, en la ciberseguridad es especialmente complejo por ser un área de conocimiento de gran carga técnica que, hasta hace poco, no se enseñaba de forma oficial. La incorporación de la ciberseguridad como materia de formación a la oferta de estudios de universidades, escuelas de negocios y otros centros educativos ha obligado a definir qué debe saber un experto en este campo.
La base tecnológica es fundamental, pues para evitar o responder ante un ciberataque es necesario entender cómo se producen. “Se necesita, por un lado, un conocimiento general sobre redes y programación; y por otro, un conocimiento específico en ciberseguridad que abarca la seguridad informática, la legislación, el análisis forense, saber cómo securizar un sistema informático (y no solo analizarlo)…” enumera Paco Marzal, coordinador del grado de U-Tad, en el que los alumnos pueden cursar una especialización en ciberseguridad a partir del tercer curso. «El perfil del estudiante suelen ser personas muy motivadas porque es una carrera muy exigente».
¿Qué puedo estudiar para trabajar en este campo?
En España hay ya 81 centros que ofrecen formación específica en ciberseguridad, según la guía elaborada por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe): programas de máster, cursos de especialización, ciclos de FP, grados en ciberseguridad… Entre tanta oferta, ¿qué programa elegir? El itinerario típico es el que apuesta por estudiar en primer lugar una carrera que aporte la base técnica —lo habitual es una ingeniería informática o de telecomunicaciones, aunque también hay expertos que provienen de la rama de las matemáticas o la física—, para después cursar un máster de especialización en ciberseguridad.
La guía del Incibe contabiliza 47 programas de posgrado, con diferentes apellidos según el campo de especialización: informática forense, hacking ético, dirección de seguridad, lucha contra el cibercrimen… El propio instituto colabora con la Universidad de León, ciudad en la que tiene su sede, en su máster en Investigación en Ciberseguridad, que ya va por su undécima edición. El centro acaba de estrenar este curso otros dos másteres en ciberseguridad, uno en el área de Derecho y otro para especializarse en big data en entornos seguros. El foco de su programa estrella es, sin embargo, la investigación. “Para avanzar es necesario conocer todo aquello que está ocurriendo, pero también analizar las nuevas técnicas de los atacantes”, señala Adriana Suárez, coordinadora del máster.
Frente a esta opción, la alternativa de cursar un grado específico en ciberseguridad se va abriendo paso, aunque tímidamente. La Universidad Rey Juan Carlos ha abierto este curso su grado en Ingeniería de la Ciberseguridad, el primero que imparte en España una universidad pública. De este modo pretenden atajar lo que ellos consideran un problema: que la ciberseguridad se aborde como un añadido, y no como una pieza central, en la universidad. “Miramos a nuestro alrededor y vimos que en la mayor parte de los países desarrollados donde la tecnología funciona llevan años impartiendo grados de ciberseguridad. Nuestra apuesta fue crear una ingeniería, muy similar a la informática, en la que se estudiara tecnología segura desde un principio”, explica su responsable, Marta Beltrán.
La primera promoción estudia en sus aulas mientras fuera, las opciones se multiplican. Los ciclos de FP son otra puerta de entrada al mundo de la ciberseguridad. Y los cursos de especialización sirven para profesionales con conocimientos avanzados que quieran profundizar en un área concreta. Sin olvidar la parte autodidacta, fundamental para estar al día en un sector en el que ir por delante de los hackers es una obligación. Internet alberga una gran comunidad de expertos e interesados en la ciberseguridad que comparten conocimientos y recursos: desde grupos en Telegram a webs en las que se proponen retos (como Hack The Box) e incluso competiciones para ponerse a prueba.
Pero aunque el panorama es prometedor —en opciones y oportunidades—, hay quien lo analiza con mirada crítica. “Hasta un punto esa necesidad de profesionales es cierta porque es un campo en el que no ha habido formación específica hasta hace poco. Pero también es verdad que cuando las empresas y la administración hablan de déficit es porque ofrecen puestos muy precarios”, advierte Beltrán. “En muchas ocasiones, la partida para ciberseguridad no es tan alta como debería ser: primero nos preocupamos porque las cosas funcionen bien y luego, si eso, porque funcionen seguras”.
https://losqueno.com/wp-content/uploads/2019/01/1547486152_048652_1547565135_noticia_normal_recorte1.jpg11981960admin_pruebashttps://losqueno.com/wp-content/uploads/2018/06/logo-horizontal.pngadmin_pruebas2025-02-24 09:51:542025-02-24 10:46:01Se necesitan urgentemente expertos en ciberseguridad: ¿qué estudiar para ser uno de ellos?
Es época de primeras comuniones, y muchos padres están o acaban de pasar por la organización de un evento que supone, además de meses de quebraderos de cabeza, un gasto medio de 2.300 euros, según un informe de KPMG con datos de 2014. En este contexto, no es de extrañar que se haya hecho viral un pequeño comentario del mediático juez de menores Emilio Calatayud titulado: ‘Mesura con los convites oficiales, que se nos está yendo de las manos’.
“Lo que antaño era un chocolate con churros y un relojito, hoy es un almuerzo masterchef, un viaje a Eurodisney y el móvil de última generación. Y eso como mínimo. Estamos poniendo el listón demasiado alto. Dejemos algo para cuando se casen”, escribe Calatayud. En realidad, el gasto medio de hace una década y el actual son similares, sobre los 2.000 euros. Siempre ha habido padres que se han endeudado para ofrecer a sus hijos la celebración soñada —de 1993 es Lloviendo piedras, la película de Ken Loach sobre un padre en paro de un barrio obrero británico que hace lo que sea para que su hija tenga un vestido de primera comunión—, así como los convites con tantos invitados como una boda. Otra cosa es la conveniencia de regalar a niños de 9 y 10 años un smartphone, pero eso es otro tema.
Lo que sí está cambiando en los últimos años es el destino de ese dinero. Si antes la mayor parte se dedicaba al menú de los adultos invitados, ahora se tiende a gastarlo en divertir a los niños: animación, castillos hinchables, barra de golosinas, photocall… cuyo precio ronda entre los 500 y 1.000 euros. En realidad, no es más que otra muestra, quizá la mayor puesto que solo se celebra una vez, de la tendencia a llenar la vida de nuestros hijos de momentos inolvidables: cada mañana de Reyes, cada cumpleaños e incluso la llegada del Ratoncito Pérez, que en muchas casas ya no se limita a dejar una moneda, sino que la acompaña de un juguetito, una camiseta u otro detalle. Incluso los fines de semana se convierten, en vez de en días de hacer el vago y jugar, en frenéticas jornadas de actividades estimulantes, con cines, teatros, museos, excursiones y comidas que te dejan baldado.
Que conste que, como madre moderna, no puedo tirar la primera piedra. Porque también he celebrado cumpleaños en inmensos parques de bolas y he encargado al Ratoncito Pérez bolígrafos de purpurina. Y de la comunión nos libramos por una cuestión de ateísmo, pero si no, no pongo la mano en el fuego porque no acabara yéndoseme la pinza, como advierte el juez Calatayud. No sé qué intentamos compensar o demostrar. Pero puede que, de tantos momentos memorables vividos, nuestros hijos acaben por confundir unos con otros y se olviden de todos.
https://losqueno.com/wp-content/uploads/2017/05/1495204800_852661_1495205022_noticia_normal_recorte1.jpg10581960admin_pruebashttps://losqueno.com/wp-content/uploads/2018/06/logo-horizontal.pngadmin_pruebas2025-02-17 07:57:122025-02-17 09:24:03¿Hay de verdad demasiados excesos en las fiestas de primera comunión?
Te presentamos el Decálogo para padres par ala prevención en el inicio temprano de consumo de alcohol en menores.
DECÁLOGO PARA PADRES
Mostrar cercanía: debemos comunicarnos con nuestros hijos menores, resultar razonables y confiables, mostrarnos compresivos y solidarios.
Anticipar: advertir que este año probablemente van a sufrir presión para probar el alcohol por parte de su grupo de iguales y lo difícil que va a ser continuar sin hacerlo. Recordarles que “este verano se la van a jugar”.
Posponer: no tienen que hacer ahora mismo algo que podrán hacer más adelante, no hay prisa, ahora no toca.
Reconocer: pedir opinión a nuestro hijo sobre este asunto, sin juzgar, valorando su punto de vista y tratando de estimular su espíritu crítico.
Repudiar: hay que esforzarse individualmente y en alianza con otros padres por rechazar y marginar la forma de beber mediante botellón o sobreingesta compulsiva.
Supervisar: cuando salga de noche, adelantar que le vamos a preguntar qué ha pasado cuando regrese, que nos vamos a fijar en cómo vuelve. Matizar que no es desconfianza en él sino preocupación sincera.
Controlar: en las fiestas conviene poner una hora límite de llegada a casa o retorno al amparo paterno. Puede ser buena idea programar encuentros periódicos intermedios (“te quiero ver cada hora aquí, te acercas y luego, si todo está bien, te puedes volver a ir”; o “me haces una videollamada, que yo te vea”).
Administrar: es importante limitar la cantidad de dinero que se le da al menor: es mejor dar poco y a menudo que mucho y de golpe.
Trabajar en equipo: sigue siendo importante coordinarnos con los padres de los amigos de nuestros hijos y compartir el mismo posicionamiento. De este modo, tendremos otros aliados, nuestro criterio será avalado de forma homogénea por los padres de los amigos de nuestros hijos.
Sancionar: en todo caso, si nuestro hijo transgrede las normas, debemos aplicar consecuencias. Pero si lo hace bien, también hay que reconocérselo y sancionarlo positivamente
https://losqueno.com/wp-content/uploads/2022/06/party-2021-09-01-12-14-35-utc.jpg595397admin_pruebashttps://losqueno.com/wp-content/uploads/2018/06/logo-horizontal.pngadmin_pruebas2025-02-10 07:26:332025-02-10 11:02:58Decálogo para padres en el inicio temprano de consumo del alcohol
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