Viajar con los padres en la edad adulta puede ser una experiencia beneficiosa y sanadora para ambas partes. Descubre cómo puede mejorar el bienestar y reforzar los vínculos familiares.

Cuando nos independizamos, estamos deseosos de disfrutar de esa recién adquirida autonomía. Nos centramos en construir nuestra carrera, nuestra familia y rutinas, y el tiempo que pasamos con nuestros padres se reduce considerablemente.

Quizá compartimos los festivos o los visitamos y acompañamos en algunos quehaceres diarios; sin embargo, los momentos de calidad se vuelven cada vez más escasos. Es por esto que te invitamos a viajar con tus padres en la edad adulta y disfrutar de todos los beneficios que conlleva.

Es muy posible que vuestra última experiencia compartida de esta índole se remonte a tus años de juventud, incluso tal vez a tu infancia. Desde entonces, fueron los amigos o la pareja quienes se convirtieron en compañeros de viaje.

Descubrir nuevas culturas, explorar nuevas ciudades y visitar paisajes diferentes de la mano de tus progenitores puede que te resulte extraño; incluso es posible que ellos también se nieguen de entrada a vivir estas aventuras. No obstante, hay varios motivos para hacerlo y queremos compartirlos contigo a continuación.

Padre e hijo adulto de excursión
Viajar con los padres en la adultez ayuda a estrechar lazos.

¿Por qué viajar con tus padres?

Si eres un alma viajera, ya conocerás todos los beneficios que nos aportan esas pequeñas o grandes escapadas. Sin embargo, vivirlas en compañía de tus padres puede ser aún más enriquecedor. Y estos son los principales motivos:

Aumenta el bienestar y la felicidad de ambas partes

Viajar nos hace felices, y esto ha sido comprobado en numerosas ocasiones. Salir de la rutina y vivir nuevas experiencias nos ayuda a reducir el estrés cotidiano y experimentar más emociones positivas. Pero esta felicidad surge incluso antes de salir de casa, y es que se ha visto que planificar un viaje y anticipar todo aquello que viviremos mejora el bienestar subjetivo y la satisfacción con la vida.

Esta dosis extra de ilusión puede ser especialmente beneficiosa para los adultos mayores. Y es que ciertos eventos que tienen lugar en esta etapa (como la jubilación, el síndrome del nido vacío o la pérdida de personas cercanas) pueden incrementar el riesgo de apatía, distimia o depresión. En este contexto, la expectativa de viajar en compañía de los hijos puede suponer un gran aliciente para el estado de ánimo.

Pero no solo los padres se benefician de estas vivencias; para los hijos también puede suponer una gran fuente de gratificación. De hecho, aunque en ocasiones se perciba como una obligación, viajar con los progenitores es una gran oportunidad para conversar con ellos, aumentar la camaradería, hacer cosas de interés compartido y disfrutar de la mutua compañía. Algo que puede resultar muy agradable, estimulante y satisfactorio.

Fomenta el sentimiento de pertenencia y propósito

Uno de los aspectos más duros de envejecer es sentir que ya no se es necesario. Cuando los hijos se independizan, los padres pueden sentir una sacudida en su identidad (seguramente construida de forma estrecha en torno a la paternidad y la maternidad). Poco a poco, van sintiéndose más lejanos a sus vástagos, menos útiles y necesarios para ellos y menos tenidos en cuenta.

Por lo mismo, proponerles un viaje compartido es una excelente forma de expresar cuán importantes siguen siendo para nosotros. Y es que, pese a que ya no dependamos de ellos, seguimos necesitando y valorando su apoyo, sus consejos, su experiencia y su compañía.

Permite estrechar lazos

Como decíamos, el tiempo de calidad que compartimos con los padres en la edad adulta es cada vez más escaso. Las obligaciones laborales, familiares y personales de ambas partes pueden hacer complicado encontrar momentos para convivir. Si queremos seguir nutriendo esos lazos que nos unen a nuestros progenitores, viajar es un excelente medio para lograrlo.

Y es que se trata de una experiencia en la que no hay horarios ni presiones, en la que podemos conversar, generar intimidad, redescubrirnos y, en definitiva, dedicarnos tiempo de calidad mutuamente. Hacer turismo en familia permite mejorar la comunicación, estrechar lazos y aumentar la satisfacción con el vínculo.

Nunca es tarde para aprender

Pese a que los adultos mayores se encuentren en el último tercio de su vida, esto no significa que no puedan disfrutar de unos años enriquecedores y transformadores a nivel personal. Esta etapa es propicia para la reflexión, el análisis de los valores y las prioridades y la ampliación de la perspectiva personal. Y, a este respecto, nada hay más apropiado que viajar para crecer personalmente.

El contacto con otras culturas, lugares y realidades puede ayudar a las personas (de cualquier edad) a desarrollar la tolerancia, la empatía y el pensamiento crítico. Además de resultar interesante y enriquecedor a nivel personal descubrir y experimentar la historia, las tradiciones y los modos de vidas de otros lugares.

Viajar con tus padres en la edad adulta te permitirá generar nutritivas conversaciones y debates con ellos respecto a diversos temas.

Familia en la playa
Viajar con los padres permite compartir opiniones y ampliar (ambas partes) la perspectiva gracias a las experiencias vividas.

Viajar con tus padres en la edad adulta es crear recuerdos imborrables

Más allá de todo lo anterior, viajar con tus padres siendo adulto es una excelente oportunidad para generar memorias que se convertirán en un regalo.

Cuando las obligaciones cotidianas o la distancia dificulten el contacto frecuente, cuando el deterioro propio de la edad impida vivir nuevas experiencias, o cuando ellos ya no puedan seguir acompañándonos en la vida, estos momentos compartidos serán un verdadero tesoro que nos alegraremos de haber experimentado.

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