El Estado ideal creado por Tomás Moro en su obra Utopía, una isla con pleno empleo donde no falta tiempo para el ocio, no existe en la Unión Europea. Entre otras cosas, porque millones de jóvenes ni estudian ni trabajan. Eurostat, la agencia estadística europea, ha puesto cifras este jueves al fenómeno de losninis. Pero solo se ha centrado en un pedazo de ellos: los que tienen entre 20 y 24 años. Un grupo en el limbo: muchos ya han acabado sus estudios y no siguen formándose. Pero tampoco acceden al mercado laboral. España no sale bien parada en esa foto: el salvaje aumento del paro, que ha pasado del 11% al 34,5% entre los veinteañeros en solo una década, la ha situado entre los países con mayor tasa de ninis de la UE.

El paro juvenil coloca a España entre los países con más veinteañeros ‘ninis’

Casi cinco millones de jóvenes europeos entre los 20 y los 24 años no dedica su tiempo a la formación o a un empleo, el equivalente a toda la población de Irlanda. Italia y Grecia encabezan la lista en una clasificación en la que España ocupa el sexto puesto pero con visos de avanzar: en la última década —el informe compara cifras de 2006 y 2015— ha sido el tercer país donde más ha aumentado el número de ninis de entre 20 y 24 años, un periodo crítico para la obtención del primer empleo que en muchos casos coincide con el fin de la carrera universitaria. Solo en Italia y Grecia ha sido mayor el deterioro.

La mejora de las cifras de empleo en España en los últimos años ha sido insuficiente para contener la sangría de jóvenes que permanecen fuera del mundo laboral. El estudio indica que más de uno de cada cinco españoles en esa edad —el 22,2%—, dedica su tiempo a otras actividades, una consecuencia de la elevada tasa de paro juvenil española, que supera el 40% y solo es inferior a la de Grecia en toda la UE. El lastre que ha supuesto para España la fuerte subida del desempleo en una franja de edad donde muchos jóvenes ya han dado por terminados sus estudios ha dejado fuera de juego a miles de ellos.

El mapa deja señales inequívocas: el Sur y el Este europeos acogen a la mayoría de jóvenes que se sitúan fuera del mercado mientras que nacer en la mayoría de países del Centro y Norte comunitarios proporciona mayores posibilidades de futuro como ejemplifican Holanda, Luxemburgo, Alemania, Suecia o Dinamarca, los Estados, por ese orden, con menor tasa de ninis. España ha pasado de estar por debajo de la media de la UE en 2006, cuando el estallido de la crisis era solo el augurio catastrofista de unos pocos economistas, a superarla ampliamente. En el conjunto de la UE el cambio no ha sido tan drástico y solo ha aumentado un punto la cifra de jóvenes sin perspectivas de mejora hasta situarse en el 17,3%.

Un efecto del aumento de la dificultad para encontrar empleo en la España actual frente a la de antes de la crisis es la extensión de los estudios hasta edades más avanzadas. Si en 2006 solo el 28,6% se dedicaba en exclusiva a tareas académicas, en 2015 eran el 46,3%, un dato coherente con la caída de la tasa de jóvenes que solo trabajan, que se ha reducido prácticamente a la mitad desde el 44,3 al 22,2%. Solo en Grecia hay menos.

Entre los casos de éxito pueden citarse países como Bulgaria, Polonia o Hungría, que aunque aún están por encima de la media europea, han mejorado la integración de sus jóvenes en el mercado laboral y las instituciones académicas apoyados por los fondos estructurales que han recibido tras su adhesión a la UE.

http://economia.elpais.com/economia/2016/08/11/actualidad/1470911765_986062.html

Han transcurrido 63 días desde que los más jóvenes de la casa aparcasen los libros y los cuadernos utilizados durante el curso e iniciaran sus vacaciones de verano. Ahora empieza la cuenta atrás y en pocos días, más de ocho millones de alumnos retomarán sus estudios de enseñanza de Régimen General no universitaria, según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Esta incorporación de niños y jóvenes a las aulas, tras un dilatado periodo vacacional, se asocia con la aparición de episodios de ansiedad y angustia, al igual que les sucede a algunos adultos. Es el conocido como “síndrome postvacacional”, un proceso de adaptación que presenta unos síntomas bien definidos pero que no está reconocido por la Organización Mundial de la Salud(OMS) como enfermedad. En el grupo de población infanto-juvenil, el síndrome postvacacional puede manifestarse de forma conjunta o aislada y la sintomatología es bastante amplia: tristeza, irritabilidad, alteraciones del sueño, fatiga, pérdida de apetito, aparición de molestias corporales difusas, diarreas o vómitos. Síntomas que hacen que nuestros hijos presenten una conducta alterada.

Arancha Ortiz, psiquiatra infantil del Hospital Universitario La Paz (Madrid), indica que «el síndrome postvacacional es un fenómeno completamente normal, que dura entre uno y tres días. A veces, puede llegar a prolongarse una semana hasta que la persona se adecúa de nuevo a su ritmo de vida normal. Si no remite pasado este tiempo, quizás podrían enmarcarse dentro de los que se denomina trastorno adaptativo y habría que determinar si existen otros factores que están contribuyendo a que el niño no consiga aclimatarse a la nueva etapa”.

Según Yolanda Cuevas Ayneto, psicóloga de la salud y del deporte, “es importante saber diferenciar el síndrome postvacacional de la distimia”. En su opinión, “si el síndrome postvacacional se alarga en el tiempo y persisten pasadas dos semanas hay que acudir a un especialista para poder determinar si se trata de depresión. Detrás de ese estado emocional y físico puede haber dificultades de aprendizaje, miedo a profesores, presión de los padres por los resultados académicos, bullying, problemas de habilidades sociales o dificultades de adaptación al nuevo centro escolar, y no un proceso de adaptación natural a la nueva situación más exigente”. Cuevas Ayneto indica que “si durante un año el niño o adolescente presenta un estado deprimido o irritable la mayor parte del tiempo como criterio principal se trata de distimia, tal como lo marca el Manual de Diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría de los Trastornos Mentales (DSM), y estaría relacionado con otros criterios adicionales como exceso o falta de apetito, falta de energía, problemas relacionados con el sueño, falta de concentración, baja autoestima, dificultad para tomar decisiones o pensamientos negativos”.

Los pediatras explican que el “síndrome postvacacional” es algo normal y muy comprensible, especialmente en niños que llevan desde el mes de junio sin horarios fijos, con menos preocupaciones y responsabilidades y disfrutando de ambientes distendidos. Señalan también que la crisis de adaptación puede ocurrirle a cualquier niño: a aquellos que inician el colegio por primera vez, a los que en verano han variado mucho sus rutinas, a los que cambian de centro y, por lo tanto, también de compañeros y profesores, e incluso a aquellos que cambian de etapa en la escuela.

Por ello, Nieves Nieto, psicóloga y especialista en psicopatotolgía infanto-juvenil y atención temprana, aconseja “tranquilidad y paciencia”, tanto en el entorno familiar como escolar y comenta lo importante que resulta como norma general “la actitud positiva frente a la reincorporación a las rutinas y al colegio”. Asimismo, subraya que “hay que es importante hacerles ver lo positivo de cada época del año y no ser un ejemplo de negatividad frente a nuestra propia reincorporación al trabajo”

Cuevas Ayneto ofrece a los padres una serie de consejos para que sus hijos afronten esta nueva realidad con serenidad y de la manera menos traumática posible.

  1. Ayúdales a que expresen lo que les sucede y respeta el proceso. Muchos niños se encuentran mal y no saben las razones. Su falta de madurez impide que sepan describir lo que sienten y les hace más vulnerables. Observar y hablar de la sintomatología les ayudará a que tomen conciencia. Es importante entender también que cada niño lleva su proceso y que los hermanos, por ser hermanos, no tienen por qué adaptarse igual a una misma situación.
  2. No alimentes sus angustias. Lamentarse de que acaban las vacaciones entrena y favorece un modo de afrontar la situación de manera “tóxica”. Las malas caras y el mal humor potencian un estado negativo y al final la vida familiar se ve afectada.
  3. No des consejos sin saber las razones de su estado y valida sus emociones. Si su miedo es el nuevo profesor de nada sirve que le digas que va a ver a sus amigos. Transmítele tu apoyo. Recibe sus emociones, no le des portazo con expresiones tipo ¿por esa tontería estás así?
  4. El cerebro es teflón para lo positivo, así que enseña a fijar todo lo positivo. La actitud optimista se entrena. Por ejemplo, recuérdales que van a reencontrarse con amigos a los que les van a hacer partícipes de sus vacaciones más allá de compartir fotos por las redes sociales. También, habla con ellos sobre lo divertido que es iniciar su actividad deportiva favorita, disfrutar de sus juguetes, aprender cosas nuevas o hablar de las excursiones que van a hacer este año con el colegio o instituto.
  5. Es importante no volver casi la víspera del comienzo del curso pues esta situación aumenta la probabilidad de padecer “síndrome postvacacional”. A veces con la excusa de que está todo preparado, se pasa directamente del mar al pupitre. Así no se da tiempo para que se adapten. Facilítales ese tránsito permitiendo que forren libros o te ayuden, que pongan su nombre de forma original, diseñen la portada del cuaderno según la asignatura, elijan mochila o estuche. Es importante implicarles en este proceso. Si puedes, recoge el material didáctico la semana anterior para que lo hojeen y se familiaricen. Su cerebro comenzará a conectar con la nueva realidad.
  6. Fomenta los “hábitos de septiembre”. Que se acuesten antes y que los horarios de comidas, meriendas, cenas y baños se aproximen a su horario habitual. Así se facilitará el cambio al cerebro.
 http://elpais.com/elpais/2016/08/19/mamas_papas/1471593536_350119.html

«Todo el mundo tiene su propia vocación. El talento es la llamada», escribió el filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson en su texto Leyes Espirituales(1841), incluido en Ensayos (Cátedra). Y el talento brota en una fase muy temprana. Tanto que, por ejemplo, los genes de ciertos cromosomas están relacionados con la habilidad para aprender música, como demostró un estudio de 2014 de la Universidad de Melbourne (Australia). Ese mismo año, otro estudio publicado en Nature por científicos británicos encontró que la aptitud para la lectura y las matemáticas en niños de 12 años “tiene un componente genético sustancial”.

Pongamos que su hijo demuestra una gran facilidad para una materia concreta. ¿Destacará en ella el día de mañana, de una manera natural? Algunos pueden venir al mundo siendo un Mozart, Dickens o Einstein en potencia, pero el entorno influye y mucho. “Sabemos que cada niño viene dotado de serie de unos genes que le predisponen para destacar en ciertas habilidades físicas, artísticas, musicales, matemáticas o lingüísticas”, afirma Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres (Plataforma). “Estos genes se van expresando a medida que el cerebro va madurando y que el niño está expuesto a situaciones que estimulan dichas habilidades. Podríamos decir que la potencialidad está ahí desde siempre y se evidencia cuando entra en contacto con el estímulo”.

Según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, hay genes que predisponen a destacar en ciertas materias, pero solo se expresan si se estimulan

El colegio es una pieza fundamental para fomentar habilidades, desarrollar incipientes talentos y canalizar correctamente la trayectoria académica. Pero el sistema educativo actual no lo hace, opinan expertos en el campo de la educación de todo el mundo. Uno de ellos es el británico Richard Gerver, un profesor que convirtió el desangelado colegio que dirigía a las afueras de Nottingham en un ejemplo de innovación que atrajo a intrigados colegas de 50 países. Fue en 2002, y desde 2007 predica sus apasionadas diatribas sobre la nueva educación en conferencias y en libros como Crear hoy la escuela del mañana (SM). “Todos los individuos tenemos intereses y talentos naturales”, explica desde Londres. “Nuestra labor es educarlos y, junto a los padres, ayudar a cada niño a descubrir qué es lo que le hace único”.

Eso ha sido así desde siempre, pero ahora resulta más necesario que nunca. En los últimos 20 años, la era de la información lo ha transformado todo de forma radical, mientras la educación está anclada en los esquemas de mediados del siglo XX. La consecuencia es que, a grandes rasgos, los niños de hoy aprenden igual que sus padres y abuelos. “El sistema solo aprecia lo académico y necesitamos crear una experiencia educativa más amplia que ayude a los jóvenes a encontrar aquello que les interesa y a descubrir su propio talento”, sostiene Gerver. “Para que esto sea posible, hay que aumentar la cantidad de experiencias que los niños tienen a lo largo de su trayectoria educativa. Eso se consigue proporcionando oportunidades para que dichas experiencias surjan en la escuela, dando a todas el mismo valor”.

Centros de puertas abiertas (literalmente)

Luis Cacho habla de un nuevo paradigma educativo. Este musicólogo riojano preside la Fundación Promete, creada en 2003 con el propósito de “promover un mayor y mejor desarrollo del talento de todas las personas, mediante el diseño y realización de proyectos de innovación educativa y social”, dice su web. Según Cacho, para adecuar la enseñanza a los nuevos tiempos, y poder explotar satisfactoriamente el talento oculto de chicos y chicas, hay que convertir los centros en algo más que en espacios donde uno aprende de memoria la tabla periódica.

Asunto de debate

El análisis de nuevos modelos educativos es objeto constante de foros, jornadas, ponencias y debates. Conozca la agenda de eventos relacionados para este otoño, gratis en nuestra aplicación.

“Hay que abrir los centros, permeabilizarlos a la participación de la comunidad educativa: padres, profesionales, empresas, instituciones del entorno local que estén dispuestas a ceder recursos y enriquecer las experiencias de aprendizaje”, sostiene. “Habría que convertir cada escuela en una comunidad educativa que dedique más atención al interés vocacional de los alumnos de forma complementaria a la pedagogía tradicional. No se trata de quitar asignaturas, sino que con una parte menor del tiempo lectivo se pueda transformar la comunidad educativa”.

Es necesario también motivar al alumno para que no tire la toalla al terminar la ESO como ha hecho un 19,97% de los jóvenes que ahora tiene entre 18 y 24 años, según la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2015. “Debemos implicar al alumno en su aprendizaje ya que se duplican las tasas de éxito escolar. Se logra dejando espacio para su creatividad e intereses genuinos y generando espacios y tiempo para su conexión social”, observa Cacho. Matiz importante: la enseñanza personalizada no se dirige a crear seres individualistas, sino a fomentar lo mejor de cada alumno para que pueda ponerlo al servicio de sí mismo y de la sociedad.

De la teoría a la práctica

“La educación hay que personalizarla cuanto antes por una razón: porque los niños no nacen iguales”, defiende José Antonio Marina, filósofo, pedagogo y autor de libros como La educación del talento (Ariel). Hace ocho años fundó unauniversidad on line de padres. “Estamos en el siglo de la epigenética, que nos dice que todos nacemos con un genoma, pero unos genes se activan y otros no dependiendo del entorno, y dentro de ese entorno está la educación. Hoy debemos estar muy atentos a qué habilidades tienen los niños y adolescentes. El desarrollo del talento se basa en un entrenamiento bien dirigido y muy tenaz”.

“El sistema actual solo aprecia lo académico, pero los jóvenes deben descubrir su talento”, (Richard Gerver, profesor)

La gran pregunta es cómo se llevan estas ideas a la práctica. Marina: “En algunos centros avanzados facilitan que el niño pueda dedicar más tiempo a esa afición o habilidad, en vez de llevarlo a extraescolares a lo loco. Hay niños que tienen altas capacidades para las matemáticas, por ejemplo, y en su clase se aburren y acaban odiando la escuela. ¿Por qué no dejar que ese niño, en matemáticas, pase al curso siguiente? La solución es fácil”.

“Siempre es bueno que el niño que desea aprender y disfruta con una materia tenga algún enriquecimiento”, coincide Álvaro Bilbao, que este junio participó en el ciclo de conferencias La educación que queremos…, organizado por la Fundación Botín en Madrid. “Lo ideal sería tener un modelo educativo más flexible con asignaturas troncales obligatorias, como lengua, matemáticas o ciencias sociales, distribuidas en distintos niveles, y otras optativas, como pintura, fotografía o debate, que permitieran que cada niño vaya trazando su propio itinerario en función de sus propias habilidades e intereses”. Para lograrlo, debe haber “complicidad” entre profesores y padres. “Es fundamental, ya que incentivar estas capacidades suele requerir muchas dosis de tiempo e imaginación”, explica el neuropsicólogo. En definitiva, regar esa semilla para que, en la edad adulta, el talento brille en todo su esplendor.

Excelencia cercana

Para obtener buenos ejemplos de educación personalizada no hay que irse a los países nórdicos. En Alcorcón, localidad al sur de Madrid, está el Colegio Fuenllana, que en el informe PISA para colegios 2016, ha obtenido no solo una puntuación muy por encima de la media de los colegios españoles, sino superior a la de Finlandia, arquetipo de la enseñanza de calidad. Este centro concertado acoge niños desde infantil a bachillerato, con ciclos de formación profesional. Y, según la directora, Virginia González, una de las claves de su éxito es precisamente el seguimiento exhaustivo de cada alumno. “Tenemos un sistema tutorial individualizado que nos permite personalizar su ritmo de aprendizaje. También se detecta en actividades extraescolares y proyectos de enriquecimiento”, explica. Entre ellos, disponen de una escuela de debate, “que ayuda a potenciar habilidades del lenguaje”, y anteriormente desarrollaron un proyecto de excelencia literaria para descubrir talentos en ese ámbito. “Las habilidades no siempre son evidentes: hay niños con un enorme potencial en una asignatura, pero la suspenden en los exámenes”, apunta.

http://elpais.com/elpais/2016/08/18/buenavida/1471535055_752205.html?por=mosaico%3Fid_externo_rsoc%3DFB_CM

Cuando los niños se sienten bien consigo mismos están dispuestos a tomar más riesgos, tanto académica como socialmente. Esto les permite superarse así mismos, tener más amigos y quererse más. Los padres deben comprender qué es la autoestima y las estrategias que construirán de manera efectiva la autoestima de sus hijos.

Nutrir la autoestima de un hijo es una responsabilidad considerable. Al fin y al cabo, el sentimiento de autoestima sienta las bases para su futuro, a medida que se dispone a probar nuevas cosas por su cuenta.

La autoestima: El arte de quererse

Según la terapeuta familiar Jane Nelsen, la autoestima supone tener un sentido de pertenencia e implica la creencia de que somos capaces.

Madre abrazando a su hija sonriendo

“Como cualquier padre sabe, la autoestima es una experiencia fugaz”, dice Nelsen.“A veces nos sentimos bien con nosotros mismos y a veces no. Lo que realmente estamos tratando de enseñar a nuestros hijos son habilidades para la vida, como la capacidad de recuperación.”

Tu meta como padre es asegurarte de que tu hijo desarrolla el orgullo y el respeto hacia sí mismo, así como la fe en su capacidad para manejar los desafíos de la vida

Estrategias para que los niños aprendan a quererse más

Ayudar a aumentar la autoestima de tu hijo es una tarea de todos los días. Integra las siguientes estrategias en tu día a día y no olvides que, si quieres enseñar a tu hijo a quererse más, debes quererte tú también, porque el ejemplo es lo primero.

1 – Dale amor incondicional

La autoestima de un niño florece cuando sus padres sienten verdadera devoción por él, sin condiciones.

Un niño debe sentir que sus padres le quieren tal y como es, por lo que es.Acepta a tu hijo tal y como es, independientemente de sus fortalezas, dificultades,  temperamento o habilidades.

Madre abrazando a su hijo con ramo de flores

2 – Préstale atención

Saca tiempo para darle a tu hijo toda la atención que puedas y toda la que él requiera. Con esto le envías un mensaje clave para su autoestima: que piensas que él es importante y valioso.

Pero no es una cuestión de cantidad. De lo que se trata es de dejar lo que estés haciendo para atender a tu hijo, de preguntarle con interés por sus cosas, de hablar con él cuando estéis juntos, de responder a sus preguntas.

3 – Enséñale límites

Establecer reglas razonables y consistentes para tu hijo es importante para su autoestima. Y si se rompe una regla, asegúrate de que conoces las consecuencias de antemano -y aplícalas-.

Los niños se sienten más seguros cuando hay reglas, las conocen y las entienden. Esto les ayuda vivir de acuerdo a unas expectativas. Lo importante no es que haya muchas reglas, sino de que sean coherentes y respondan a un fin justo.

4 – Apóyale para que asuma riesgos

Anima a tu hijo a explorar algo nuevo, como comer un alimento diferente, hacer un nuevo amigo, practicar un deporte o manejar algo. Apuesta por actividades que promuevan la cooperación y no la competencia. El voluntariado es especialmente útil en la construcción de la autoestima.

Aunque siempre existe la posibilidad de fracaso, sin riesgo  hay pocas oportunidades para el éxito. Por eso debes estar con él para ayudarle a levantarse y a entender que de los fallos se aprende, que eso le hace estar más cerca de hacerlo mejor y que solo el que lo intenta puede conseguirlo.

5 – Deja que comete errores

Tomar riesgos implica la posibilidad de cometer errores. Estas son lecciones valiosas para la confianza de tu hijo. Los errores le permiten pensar, buscar soluciones y enfrentarse al reto de superarse a sí mismo.

Debes dejarle que tome sus propias decisiones y que se confunda. Cuando lo haga mejor, cuando lo consiga, la satisfacción le hará sentirse bien consigo mismo. Esa satisfacción quedará como un recuerdo la próxima vez que se enfrente a un reto.

6 – Celebra los éxitos y los aspectos positivos

Todo el mundo responde bien a los estímulos positivos. Por eso tienes que hacer un esfuerzo para reconocer las cosas buenas que tu hijo hace todos los días y hacérselo saber. Además, debes ser específico. Esto aumentará su sensación de logro y la autoestima.

Hija y madre sonriendo

7 – Escúchale

Si tu hijo tiene que hablar contigo, para y escucha lo que tiene que decirte.Él necesita saber que sus pensamientos, sentimientos, deseos y opiniones importan.

8 – Ayúdale a sentirse cómodo con sus emociones

Ayuda a que tu hijo entienda lo que le ocurre y a que se sienta cómodo con ello. Para ello es muy útil utilizar el etiquetado de las emociones. Y acéptalas tú también. Que aceptes sus emociones sin juicio ayudará a tu hijo a validar sus sentimientos y demostrar que  valoras lo que tiene que decir.

9 – No le compares con otros

Recuerda que tu hijo tiene que luchar contra muchas cosas, incluida la vergüenza, la envidia y la competencia. Incluso, las comparaciones positivas son potencialmente perjudiciales, porque a un niño le puede resultar difícil sentirse la altura y puede sentirse presionado.

Deja que tu hijo sepa que lo aprecias como el individuo único que es. Esto le ayudará también a valorarse a sí mismo.

10 – Enséñale respeto y compasión

Los niños que aprenden a respetar las cosas y las personas y a ser compasivos con ellas aprenden a valorarse a sí mismos y a quererse más. El respeto y la compasión estimulan las actitudes de ayuda a los demás y modela los valores.

11 – Corrige sus creencias erróneas  

Es importante que identifiques las creencias irracionales que tu hijo pueda tener sobre sí mismo para ayudarle a quererse más. Estas creencias pueden tener que ver con su aspectos, sus habilidades o sus capacidades.

Ayúdale ante la frustración y refuerza su perseverancia. Enséñale también a establecer criterios claros y a ser realista.

Los niños practican deportes por diversión. Olvidar esta máxima y generar presión en los hijos es el mejor camino para conducirles a que lo abandonen.

“Me siento triste cuando mi padre me regaña después del partido. Me dice que no he jugado con intensidad, que así no seré nunca un jugador de Primera División, que fallo en los pases porque me falta concentración. Y mi madre le apoya. Dice que juego como si no me importara ganar. También me echan en cara que se gasten dinero en mí y que me dedican muchas horas llevándome y recogiéndome del fútbol. A mí me gusta jugar al fútbol, me gusta aprender cosas nuevas, dar un pase de gol, estar con amigos, ganar, pero tampoco me importa mucho perder, porque eso es lo que nos dice el míster. Pero últimamente ya no disfruto, vengo a jugar los fines de semana nervioso, pensando que si no le gusto a mi padre, lo oiré gritar desde la banda, me dirá que me mueva, que espabile, y a veces me siento tan nervioso que no sé ni por dónde va el balón. Si vale la pena seguir viniendo cuando ya no disfruto. Pero si decido no jugar más, también les voy a decepcionar”.

Son muchos los padres y madres que acompañan a sus hijos a los partidos, competiciones y entrenamientos. Se sientan en la grada, observan, les dan directrices y se involucran en el deporte de sus hijos como si ellos fueran los que dirigen. Existen diferentes especímenes de padres y madres.

Los que asumen papeles positivos. Son aquellos en los que el interés del padre está en que su hijo disfrute de lo que hace.

Habla cuando estés enfadado y harás el mejor discurso que tengas que lamentar”

Ambrose Bierce

El padre taxista. Acompaña a su hijo, le deja en el entrenamiento, le recoge. Suele ser un padre al que los deportes le gustan bastante poco, pero le interesa que su hijo sea feliz.

El padre positivo. Anima, refuerza, se preocupa por cómo han ido los partidos. Le transmite entusiasmo sin presión. Felicita al chaval por el mero hecho de jugar y entrenar.

El padre involucrado. Le gusta participar en las decisiones y propuestas del club. Se interesa por la formación de los chavales o porque el centro obtenga ingresos. Este tipo de padres son activos en la divulgación de valores en el club y participan con cualquier acción que pueda mejorarlo.

Existen otros papeles, los negativos. Son aquellos en los que el comportamiento del padre influye negativamente en su hijo, generándole presión, exigiendo resultados y poniendo unas expectativas por encima de lo que el entrenador o el club esperan del niño.

En buena línea

¡Usted es su padre, no su entrenador!

“Lo más importante del deporte no es ganar,
sino participar, porque lo esencial en la vida
no es el éxito, sino esforzarse por conseguirlo”

 

El padre pesado. Se pasa todo el día hablando de lo bien que juega, nada o corre su hijo y de que apunta maneras. No presiona directamente al niño, pero sin querer le traslada que su valor como chaval está en el juego.

El padre entrenador. Grita directrices desde la banda, corrige a su hijo cuando se monta en el coche, incluso contradiciendo las indicaciones del entrenador. Genera confusión en el niño, que por un lado tiene una idea de juego que el profesional trata de inculcarle, y por otro, la versión de su padre o madre. En deportes como la natación, este padre está en la grada paseando de punta a punta de la piscina, cronómetro en mano, midiendo tiempos y apuntando en una libreta. No es de recibo crear presión en el niño con distintos mensajes. ¿A quién cree que debería obedecer su hijo?

El padre que se cree Cholo Simeone. Trata de motivar, transmitir garra, le pide al hijo que se entregue, que se esfuerce, que se deje la piel en la cancha, que trabaje, que compita como si se le fuera la vida en ello. Pero olvida algo muy importante: ni su hijo es un jugador de Primera División que tenga que ganarse la vida jugando ni él es el entrenador del Atlético de Madrid. Solo consigue que su hijo pierda de vista los valores que le transmite el club, donde normalmente prevalece la generosidad por encima de la individualidad, disfrutar y aprender por encima de los resultados, y el juego limpio por encima de competir a cualquier precio.

El padre que resta en todos los sentidos. Da gritos desde la grada, desacredita al míster, le dice a su hijo que no entiende por qué él no juega cuando sus compañeros son peores que él, se comporta de forma grosera con el rival, insulta al árbitro y otras impertinencias más. Es el padre del que cualquier hijo se sentiría avergonzado.

Los motivos por los que los padres pierden los papeles son diversos. Muchos esperan que sus hijos les saquen de pobres convirtiéndose en Nadales o Cristianos. Otros desean que su hijo gane todo porque sus victorias son sus propios éxitos, es la manera de sentirse orgullosos del chaval y presumir de él delante de sus amigos y en el trabajo. Otros proyectan la vida que ellos no pudieron tener. Otros no tienen ningún autocontrol. No lo tienen en el partido de sus hijos, ni cuando conducen, ni cuando se dirigen a las personas. Y por últimos están los que cruzan los límites sencillamente porque no tiene consecuencias. Saben que está mal, pero su mala educación o ausencia de valores les hace comportarse como personas poco cívicas y desconsideradas.

El valor está en hacer deporte, porque es una conducta saludable, pero sobre todo en ser capaces de divertirse y relacionarse con los amigos. Lo demás no importa. Si no le presiona para que se supere con la consola de videojuegos, ¿por qué lo hace cuando va a los partidos? En el momento en el que la palabra jugar pierde valor –“jugar al baloncesto”, “jugar al fútbol”, “jugar al tenis”–, su hijo dejará de disfrutar y no querrá seguir yendo.

Si es padre o madre, recuerde, por favor, que es un modelo de conducta para su hijo y para sus compañeros de equipo. A los hijos les gusta sentirse orgullosos de sus padres y, en cambio, lo pasan terriblemente mal cuando se les avergüenza. Ser modelo de conducta conlleva mucha responsabilidad, porque sus hijos copian lo que ven en usted. Y su forma de comportarse debe ser la ejemplar para que facilite el aprendizaje de una serie de valores que acompañan al deporte.

Si como padre o madre desea sumar, tenga en cuenta el siguiente decálogo:

1. Recuerde el motivo por el que su hijo hace deporte. El principal es porque le gusta. Existen otros, como practicar una conducta sana, estar con amigos o socializarse. El objetivo no es ganar.

2. Comparta los mismos valores que el club. Busque un centro deportivo afín a su filosofía de vida.

3. No dé órdenes. Solo apóyele, gane o pierda, juegue bien o cometa errores.

Disfruta del viaje, y deja de preocuparte por la victoria y la derrota”

Marr Biondi

4. No le obligue a entrenar más, ni a hacer ejercicios al margen de sus entrenamientos. Su hijo no es una estrella, es un niño. Aunque tenga talento, puede que no quiera elegir el deporte como profesión y solo lo practique por diversión.

5. No presione, ni dé directrices, ni grite, ni increpe, ni maldiga; no haga gestos que demuestren a su hijo que se siente decepcionado por su juego.

6. Respete a todas las figuras que participan en la comunidad deportiva: entrenador, árbitros, otros técnicos, jardineros…

7. Controle sus emociones. No se puede verbalizar todo lo que pasa por la mente. Las personas educadas no muestran incontinencia verbal.

8. Nunca hable mal de sus compañeros. Los otros niños forman parte del equipo. El objetivo grupal siempre está por encima del individual. Y hablar mal de sus colegas es hablar mal de la gente con la que comparte valores, emociones y un proyecto común.

9. Modifique su manera de animar. No se trata de corregir al niño, sino de reforzarlo.

10. No inculque expectativas falsas a su chaval, como decirle que es un campeón, que es el mejor y que si se esfuerza podrá llegar donde quiera.

La felicidad de los niños está por encima de todo. Siéntase siempre satisfecho con lo que haga, gane, pierda o cometa errores. Felicítele por participar más que por competir. Y recuerde que su hijo hace deporte para divertirse él, no para que lo haga usted.

http://elpais.com/elpais/2014/09/19/eps/1411145614_994965.html

Hay quien sigue pensando aquello de que abrazar mucho a los niños, demostrarles afecto y cariños continuados harán que los más pequeños se malcríen. Que haremos de ellos pequeños tiranos ingobernables.

Quizá por eso, aún seguimos escuchando frases como “que es mejor despegarse lo antes posible de ellos”, o que atenderles por las noches cuando lloran es un error, y que es mejor dejar que se calmen en soledad. Hemos de ir con mucho cuidado ante estas creencias populares, que en ocasiones, no suelen encerrar demasiadasabiduría.

El amor que se ofrece con sabiduría, plenitud, libertad e inteligencia, jamás hará que un niño se malcríe. Porque educar en emociones es educar desde la alegría y no desde el miedo, o la coacción.

El mayor causante de la “malcrianza” de un niño está en realidad en la falta de atención, en la despreocupación o incluso en la comodidad. En recurrir por ejemplo a ofrecerle nuestro teléfono móvil a un niño de 2 años para que se calme, y esté entretenido un rato mientras nos ocupamos de otras cosas. Ofrecer atención, cariño y amor a nuestros hijos jamás hará que se malcríen.

La crianza a través de la Inteligencia Emocional

niña durmiendo en salón de juegos cuidando de que otros niños no se malcríen

Todos tenemos claro también que hay niños exigentes que demuestran un alto nivel de demanda. Quieren atención, reconocimiento, palabras y juegan a desafiar nuestros límites constantemente. Lo creamos o no, el cariño va a seguir siendo nuestra herramienta clave. Ahora bien, desplegaremos un cariño inteligente que sabe de estrategias.

El cariño sabio que sabe reconocer al niño en sus aciertos, que pone límites y que hace uso de la orientación positiva en sus errores, consigue educar a una persona más segura de sí mismo, con menos frustración y mayor autoestima.

Sabemos que educar no es fácil. Que cada niño tiene unas necesidades y que los mismos consejos no sirven ni siquiera para dos hermanos.

Ahora bien, el que no se malcríen no depende en absoluto de las atenciones que les prestemos, sino en ofrecer una  “atención de calidad e inteligente”. Por ello, es necesario tener en cuenta estas pautas:

Sí al apego seguro y coherente

Los niños, en especial en los primeros años, necesitan de un apego con sus padres para desarrollar un vínculo seguro con ese primer contexto social que es la familia.

Un apego seguro implica que siempre vamos a reaccionar igual. Un bebé cuando llora necesita ser atendido, un niño cuando hace una pregunta espera ser respondido.

Si no atendemos, si no respondemos a sus preguntas, el niño intentará llamar nuestra atención de mil formas posibles. Nuestros hijos necesitan hábitos coherentes, y un apego firme y constructivo donde se sienta seguro para descubrir el mundo de nuestra mano. Día a día, irá avanzando con mayor independencia.

Evita caer en la estrategia más fácil

Querer a alguien es preocuparte por ese alguien, en este caso, nuestros hijos. Y preocuparnos e invertir tiempo en nuestros hijos jamás hará tampoco que se malcríen.

  • Hay padres y madres que por ahorrar tiempo y evitar lágrimas o berrinches prefieren “la salida más fácil”: ceder.
  • Si mi hijo llora porque no le he dado la leche en la taza de su hermana mayor, acabo quitándole la taza a uno para dársela a otro. Y en efecto, puede que acabe antes y se terminen las lágrimas, pero lo que estaré haciendo, efectivamente, es ceder: “malcriar”.
  • Y puesto que les queremos, les enseñaremos a gestionar esas emociones.A que uno no siempre puede conseguir lo que desea, y a que la rabia, las lágrimas, no siempre son caminos para conseguir nuestros objetivos.
  • Les diremos que no, y puede que hoy lloren, al igual que mañana y pasado. Pero seremos firmes y seguiremos educando su resistencia a lafrustración hasta que al final, lo entiendan.
niña con unicornio tocando la flauta

No hagas uso del chantaje emocional, utiliza la Inteligencia Emocional

“Es que me vas a matar a disgustos”, “Pórtate bien por que si no ya no te querré”, “Si haces esto todos los niños se van a reír de tí”… este tipo de chantajes emocionales no son una buena estrategia.

  • Recuerda siempre que la palabra tiene poder, y que los niños entienden mucho más de lo que pensamos.
  • Evita el chantaje emocional o daremos al mundo el día de mañana hábiles chantajeadores que harán infelices a otros.
  • Toda norma se argumenta, toda obligación o castigo debe explicarse para que el niño la entienda.
  • Atiende sus emociones e intenta que esa rabia, ese miedo o tristeza, contenida se traduzca siempre en palabras.
Dedicarles tiempo, mirarles a la cara y a su altura cuando te hablan y hacer que cada una de sus palabras sea lo más importante para ti, no hará jamás que se malcríen.

Darles voz, reconocimiento y autonomía en el día a día tampoco hará que se malcríen

Cuando les ofrecemos una responsabilidad y les damos un poco más de libertad, no estamos malcriándolos. Les ayudamos a crecer y asumir nuevos papeles, nuevos retos.

  • El apego en los primeros años de crianza ofrece seguridad al niño para crecer y descubrir el mundo desde nuestra mano.
  • Día a día, esa mano se irá retirando poco a poco para guiarles más con la palabra, con la mirada sincera, con el abrazo de quien sabe ofrecer reconocimiento, amor y ánimos cuando se necesita.
Ayudar a crecer a un niño es darles ejemplo cada día, es ofrecer tiempo de calidad y un amor sabio y pleno que no entiende de chantajes, que busca educar niños felices para dar al mundo adultos capaces, libres y maduros el día de mañana.
madre con hija abrazadas por la espalda evitando que los niños se malcríen

Imágenes cortesía de Nicoletta Ceccoli y Claudia Tremblay

Quizá en muchas ocasiones hemos experimentado sentimientos o emociones desagradables asociadas al estrés, angustia o pánico, que en algunos casos disminuyen o desaparecen con el tiempo. Esto depende de la manera como enfrentamos la situación.

Sin embargo, pueden presentarse situaciones que experimentamos como imposibles de manejar y que producen estados de desequilibrio mental y emocional, generando sufrimiento. Estas sensaciones de inseguridad y limitación pueden paralizar, entorpecer y bloquear el  normal  funcionamiento de las actividades cotidianas.

Nadie escapa al impacto del estrés, por el ritmo de vida acelerado en el mundo contemporáneo. Las exigencias diarias y los altos niveles de violencia, entre otros, provocan un significativo deterioro en nuestra calidad de vida integral. Sin embargo, la técnica de Desensibilización Sistémica puede ser una alternativa de ayuda y solución para este flagelo.

La desensibilización sistemática es una técnica de ayuda que consiste en la evocación o la repetición de la vivencia real de las situaciones que consideramos amenazantes. De manera simultánea se realiza una terapia de relajación profunda para reducir los estados de malestar.

La desensibilización sistemática: una técnica efectiva  

El proceso de desensibilización sistemática está orientado a enfrentar una situación estresante de manera consciente, reviviendo y expresando paso a paso los que piensas y sientes cuando estás expuesto a eso que te estresa. Larelajación producirá un efecto tranquilizante y al tiempo te brindará herramientas para que adquiera un nuevo aprendizaje, el cual irá reduciendo el estado de angustia.

chica llorando

La desensibilización sistemática busca reforzar una conducta aprendida de auto dominio, mediante la repetición, al ritmo que consideres adecuado y respetando tus emociones. Es decir que si durante la sesión se produce mucha angustia, la jornada debe ser interrumpida. Posteriormente debe retomarse el proceso para evitar que se produzca el efecto contrario: mayor rechazo o aversión.

De lo que se trata es de desaprender las respuestas negativas frente a una situación estresante y de trasformar la experiencia. Para lograrlo, se promueve el desarrollo de habilidades y recursos para controlar conscientemente las situaciones que resultan angustiantes. En este caso, la memoria cumple el papel de recordar el nuevo aprendizaje, cuando sea necesario.

Principales beneficios de la desensibilización sistemática

Con la desensibilización sistemática puedes adquirir recursos para poder afrontar cualquier situación que experimentes como fuente de angustia. Pero, además, también aprendes a trabajar sobre el dominio de tu cuerpo y de tu mente, a través de la respiración y la relajación.

Gracias al aprendizaje de la técnica de relajación utilizada en la desensibilización sistemática se obtienen beneficios y resultados muy favorables para tu salud. Es una técnica que te permite adquirir un bienestar completo, que se refleja en la unidad mente-cuerpo y te permite alcanzar un bienestar global.

mente-fantasía

La respiración y la relajación del cuerpo, de manera consciente, hacen posible incrementar el dominio y el autocontrol en el plano físico, mental y emocional. Como consecuencia de ello, las enfermedades y síntomas físicos se vuelven menos frecuentes y progresivamente más leves, hasta que muchos de ellos desaparecen.

Es muy importante que tengas una alta motivación en el momento de iniciar un proceso de desensibilización sistemática. Para que la técnica funcione, resulta indispensable que pongas todo de tu parte, ya que no es fácil, pero genera grandes beneficios. Debes estar dispuesto a ejercitar y poner en orden tu mente y tus emociones.

Los principales pasos a seguir

Aplicar la técnica de desensibilización sistemática implica disponer de un espacio y tiempo suficientes. La comodidad y tranquilidad son importantes, así como contar con el tiempo necesario, sin preocuparte por otros compromisos que perturben tu mente.

Debes comenzar con un entrenamiento moderado de estiramiento, ejercitando la tensión y distensión muscular de todo el cuerpo. Es necesario que lo realices de manera pausada, sin afanes y manteniendo un ritmo de respiración profundo y sereno.

hombre volando en bici

Previamente, o durante la sesión, debes anotar todas las situaciones que te producen estrés o angustia,  preferiblemente del menor al mayor miedo. Luego comienzas a imaginar cómo es cada situación, paso a paso, expresando todo lo que sientas y respirando profundamente. Es necesario repetir cuantas veces sea necesario la técnica y no saltar a otra situación hasta no sentir el manejo y control total sobre la que estás tratando en ese momento.

Lo más importante es que seas constante. Una vez inicies el proceso, no lo concluyas hasta que no sientas que se ha reducido el nivel de estrés. Practica esto al menos un par de veces durante la semana y verás los efectos muy pronto.

Algunas recomendaciones que debes tener en cuenta

Para aplicar adecuadamente la técnica de desensibilización sistemática, es importante que tengas en cuenta algunas recomendaciones que resultan fundamentales a la hora de poner en práctica la teoría. Las más importantes son:

  • Es necesario admitir con humildad que tienes una situación que posiblemente está limitando tu vida. Pero, a la vez, debes comprender que dicha situación es susceptible de ser tratada y mejorada, con voluntad, constancia, compromiso y optimismo.
  • Buscar ayuda si es necesario. Siempre será una opción buscar ayuda profesional, cuando la situación se ha tornado extremadamente problemática y amenaza con salirse de control. Pedir ayuda es señal de sabiduría y salud mental. La resistencia a hacerlo indica cierta negligencia en el autocuidado y falsa independencia.
  • La desensibilización sistemática ha sido recomendada ya que se trata de una técnica que desencadena procesos con efectos inmediatos o, en todo caso, a corto plazo. No obstante, la duración depende del compromiso y los avances logrados de cada persona.

Experto en Inteligencia Artifical y exprofesor en Yale, aboga por un cambio radical en la educación con programas abiertos.

Roger Schank (Nueva York, 1946) cree que el actual sistema educativo se creó hace más de un siglo para la élite y los ricos; que se ideó para los intelectuales. Critica que en el instituto se estudie la obra de Cervantes o de Shakespeare que, en su opinión, no ayudan en nada a lo largo de la vida, y no se enseñe a saber buscar un trabajo. Su objetivo es tumbar el actual sistema educativo y construir una escuela online global con más de 500 programas académicos que permitan al alumno escoger lo que le interesa.

Roger Schank
Roger Schank Gianluca Battista

Sus palabras no serían tomadas en serio de no ser por los más de 30 años que dedicó a la docencia en universidades como Stanford. Considerado uno de los principales investigadores del mundo en Inteligencia Artificial, fue profesor de Ciencias de la Computación y Psicología en Yale y en los setenta se dedicó a investigar cómo educar a los ordenadores para que se comportasen como humanos. Cuando sus hijos comenzaron la escuela cambió el foco de su trabajo; se dio cuenta de que el verdadero reto era descubrir la mejor fórmula para educar a los humanos. A finales de los ochenta creó el Instituto de Ciencias de la Educación en la Universidad de Northwestern, en Chicago.

Hoy ofrece sistemas alternativos de aprendizaje basados en la enseñanza virtual desde su empresa Socratic Arts y dirige Enginees for Education, una organización sin ánimo de lucro que asesora a los estudiantes en la búsqueda de su vocación.

Pregunta. ¿Cuál es su principal crítica al sistema educativo actual?

Respuesta. La mayoría de la gente cree que las materias que se estudian en el colegio son las que hay que aprender y eso no es así. El programa académico de los institutos en Estados Unidos fue diseñado en 1892 por el entonces presidente de Harvard, Charles Eliot. Escogió biología, química, física, álgebra, trigonometría, geometría, literatura, historia y lengua extranjera. ¿Te resulta familiar? Esos eran los campos que se estudiaban en Harvard y la intención de Eliot era hacer la vida más fácil a los profesores de esa universidad, garantizando que los alumnos que entrasen lo harían con una buena base. Hoy se enseñan más de 150 programas en Harvard pero en los institutos todavía no hay asignaturas de programación o ingeniería medioambiental. ¿Cómo se explica eso?

P. ¿Cree que habría que eliminar contenidos como el álgebra?

R. El álgebra es como una religión, todo el mundo cree que tiene beneficios pero no existe evidencia científica. No te podría decir la cantidad de personas que me han dicho que el álgebra enseña a pensar mejor, cuando no existe ninguna investigación que lo demuestre. Por eso digo que es como una religión; te dicen que Jesús visitó una montaña y, aunque no hay evidencias, la gente lo cree. Una vez terminado el instituto, nadie recuerda esos temas porque son inútiles y el 99% de los adultos nunca los han utilizado. Muchos estudiantes se sienten idiotas por no entender ese tipo de contenidos, genera frustración, hace a la gente llorar e incluso abandonar la escuela.

P. ¿Qué contenidos cree que se deberían enseñar en la escuela?

R. Te tienen que enseñar cómo tener una vida mejor y ser más feliz. Sin embargo, el sistema te dicta erróneamente lo que debes saber. Por poner un ejemplo, estudiar El Quijote en el instituto es un error. No te ayuda ni un segundo en tu vida, más allá de poder mantener una conversación sobre Cervantes. Es un sistema pensado para los intelectuales, pero hoy hacen falta otras competencias, como saber programar o conseguir un trabajo. Es importante ayudar a los niños a descubrir lo que más les gusta y para ello hay que ofrecerles programas abiertos y dejarles que decidan. Si un estudiante quiere ser médico, con programas de realidad virtual se pueden simular operaciones con pacientes reales y así puede descubrir si realmente le apasiona.

P. ¿Cuál es el principal freno para la modernización de la escuela?

El 99% de los adultos no ha usado el álgebra para nada en su vida

R. Siempre digo que todos los problemas de la educación empiezan por p: políticos y padres. Una vez tuve una discusión con el ministro de Educación de Italia porque presumía de ser el único país de Europa que exigía saber latín. Yo le dije que ese era el motivo por el que estaban tan atrasados. Si hablamos de los padres, se echarían a la calle si les decimos que sus hijos ya no van a estudiar trigonometría. Evitan el cambio porque presumen que la escuela que tenemos es la correcta. Que me enseñen la evidencia de que ayuda al mejor desarrollo del cerebro.

P. Universidades como la de Texas, Rutgers o la de Mondragón en México ya están utilizando sus plataformas online de aprendizaje. ¿En qué se diferencian de la metodología tradicional?

R. Soy psicólogo y he estudiado el funcionamiento de la mente toda mi vida. Los humanos comunican mejor las historias reales, son las que recuerdan, por eso las clases magistrales no funcionan. En las conversaciones reales se toman turnos y cada uno de los participantes no suele hablar más de dos minutos. Eso explica por qué somos capaces de mantener la atención. He analizado cómo funciona el aprendizaje y la base es hacer preguntas, intentar hacer cosas, fallar, pedir ayuda e intentarlo otra vez. Es lo que llamamos learning by doing (aprender haciendo) y es lo que hace mi plataforma; simula experiencias que permiten a la gente practicar, identificar qué hacen mal y corregirlo. Nadie quiere ser enseñado. Los niños aprenden solos, simulan construir ciudades con bloques, imaginan cómo ser padres con muñecos y ocasionalmente piden ayuda. En nuestra plataforma se trabaja por proyectos en lo que llamamos Story Centered Curriculum -programa basado en historias-. Tenemos ya uno de análisis de datos y ahora estamos diseñando otro en ciberseguridad.

P. Critica la fórmula de las universidades y sin embargo trabaja con ellas.

R. Tengo que confesarte que ya no queremos seguir trabajando con universidades porque no quieren romper con lo establecido, quieren continuar con las clases magistrales y los exámenes. Ahora nos interesa más ofrecer los programas directamente a grandes empresas que quieren enseñar a sus empleados a hacer bien su trabajo y ponerse al día con nuevas técnicas de análisis de datos. Esta es mi forma de ganarme la vida, pero mi interés real es destruir el sistema educativo.

P. ¿Cómo casa su forma de pensar con la cantidad de años que dedicó a docencia en universidades de élite como Yale?

R. Cuando llegué a Yale, pensaba que era uno de los mejores lugares del mundo para trabajar. Con los años, renuncié como profesor porque me di cuenta de que estábamos generando un perjuicio intentando ir de algo que no éramos. Un docente de Yale es sobre todo un investigador que publica en revistas científicas y da charlas. Su misión es hacer de los estudiantes futuros investigadores y si ellos no quieren serlo, se equivocaron de universidad. Ellos no saben que están en la mejor escuela, pero de investigación.

El sistema educativo en Estados Unidos se ha arruinado por universidades como Harvard, que recomienda ser muy bueno en materias como álgebra o trigonometría para sus pruebas de admisión, basándose en el programa de 1892. Los institutos mantienen ese programa para intentar generar potenciales alumnos para Harvard. Es una fórmula que hace mucho más fácil cribar entre 30.000 solicitudes anuales, pero está desfasada.

P. ¿Qué le recomendaría a un chaval de 18 años?

R. Que se tome unos años antes de la universidad para descubrir todo lo que no le ha permitido el sistema educativo, para que entienda quién es y qué le gusta. Cuando llegan con 23 o 24 años son mejores estudiantes porque saben por qué están ahí. Mientras tanto, cualquier opción es buena: voluntariados en otro país, trabajo o prácticas. En mi país hablamos de sexo, drogas y rock & roll, eso es lo que les toca a esa edad. ¿Alguien cree que tiene sentido pagar 50.000 dólares de matrícula para hacer eso?

Roger Schank visitó España la pasada semana para impartir una charla sobre Inteligencia Artificial a los alumnos de la Code Academy Ubiqum de Barcelona.

http://economia.elpais.com/economia/2016/07/26/actualidad/1469530199_692638.html?id_externo_rsoc=FB_CM

En el año 2010 un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Techonolgy (MIT), en Boston, colocaron a un universitario de 19 años un sensor electrodérmico en la muñeca para medir la actividad eléctrica de su cerebro las 24 horas durante siete días. El experimento arrojó un resultado inesperado: la actividad cerebral del estudiante cuando atendía en una clase magistral era la misma que cuando veía la televisión; prácticamente nula. Los científicos pudieron probar así que el modelo pedagógico basado en un alumno como receptor pasivo no funciona.

“El cerebro necesita emocionarse para aprender”, explica José Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil y director del Máster en Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos. En el último lustro, en España han aparecido diferentes corrientes que quieren transformar el modelo educativo y una de ellas es la neurodidáctica. No es una metodología, sino un conjunto de conocimientos que está aportando la investigación científica en el campo de la neurociencia y su relación con los procesos de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias a las máquinas de neuroimagen podemos ver la actividad cerebral mientras realizan tareas”, añade Gamo. Esa información sirve a los profesores y pedagogos para decidir qué métodos son los más eficaces.

Gamo, que estudia las dificultades de aprendizaje de personas con dislexia o TDAH desde hace más de 20 años, observó que en la mayoría de los casos esos problemas no estaban relacionados con esos síndromes, sino con la metodología escolar. Él y su equipo identificaron que el 50% del tiempo de las clases de primaria en España se basan en transmitir información a los estudiantes de forma verbal, algo que en secundaria sucede el 60% del tiempo y en bachillerato casi el 80%. “Indagamos sobre lo que estaba sucediendo en las aulas y queríamos saber qué decía la ciencia al respecto, si ese método estaba justificado”.

Basándose en diferentes investigaciones científicas y en las suyas propias, concluyeron que para la adquisición de información novedosa el cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio derecho -más relacionado con la intuición, la creatividad y las imágenes-. “En esos casos el procesamiento lingüístico no es el protagonista, lo que quiere decir que la charla no funciona. Los gestos faciales, corporales y el contexto desempeñan un papel muy importante. Otra muestra de la ineficacia de la clase magistral”, explica Gamo.

Por ello, la neurodidáctica propone un cambio en la metodología de enseñanza para sustituir las clases magistrales por soportes visuales como mapas conceptuales o vídeos con diferentes apoyos informativos como gráficos interactivos que requieran la participación del alumno. Otra de las apuestas es el trabajo colaborativo. “El cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras personas”, añade.

En los últimos cinco años, Gamo ha formado en neurodidáctica a docentes de una treintena de colegios públicos en diferentes comunidades autónomas. El principal problema, en su opinión, es que las escuelas no están tomando la decisión sobre hacia dónde quieren innovar, a lo que se suma que nadie les acompaña en la implementación de las nuevas metodologías. “La direcciones de los centros están enrocadas en los métodos tradicionales basados en clases magistrales, memorización y exámenes escritos”.

En ese escenario conviven cientos de profesores y entre ellos hay quienes no se conforman con lo establecido. Chema Lázaro, de 34 años, da clase a alumnos de sexto de primaria en un colegio concertado de Moralzarzal y desde hace dos años y medio aplica la neurodidáctica en el aula. “Mis alumnos siempre me decían que yo molaba mucho, pero que mis clases eran una porquería”, cuenta. Empezó a investigar sobre metodologías alternativas y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le valió el premio nacional sobre las TIC en el aula del Ministerio de Educación. Lázaro buscaba una base científica que apoyase su apuesta: hacer que sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin memorizar.

El 50% del tiempo de las clases de primaria en España se destina a que hable el profesor. En bachillerato es casi el 80%

“Mi método respeta el proceso por el que el cerebro aprende: primero va la motivación, luego la atención y por último la memoria. En ese orden”. Para explicar el antiguo Egipto intenta captar el vínculo emocional de los chavales. A través de su canal de YouTube les plantea jeroglíficos en vídeos con formato de tráiler cinematográfico. “Con ese material se motivan y así tengo alumnos atentos”, continúa. Utiliza la gamificación y las capitales se aprenden ganando puntos en la plataforma Kahoot. Para ver las pirámides, vista desde un dron o Google Earth.

Una de las plataformas de educación online basada en la neurodidáctica es Neurok. El director de la compañía, Agustín Cuenca, empezó a explorar el mundo educativo hace 10 años, cuando a su hijo de cinco años le diagnosticaron hiperactividad. “Partimos de que la formación online no funciona, solo un 10% de los que se apuntan a un MOOC -cursos online masivos y gratuitos- lo termina”. En una plataforma tradicional se encuentran contenidos, mientras que en Neurok hay debates.

Cuenca y un equipo de 10 pedagogos y profesores de universidad y primaria han aplicado los formatos de Twitter y Facebook a la educación. “Antes siempre sabías a quién pedir los apuntes. Ahora decides a quien seguir en esta red social en la que todos los alumnos comparten contenidos y debaten sobre diferentes temas. El profesor hace de guía y aporta criterio sobre qué contenidos son de calidad”, explica Cuenca. Lo más difícil de este modelo de aprendizaje, reconoce este informático, es la participación. El sistema cuenta con hashtags, menciones o notificaciones en el móvil, entre otros servicios. La idea de Neurok es ser utilizada como una plataforma de apoyo a las clases presenciales o directamente como el esqueleto de un curso online.

Eso es lo que sucede con el Máster en Neurodidáctica de la Rey Juan Carlos, un curso blended en el que el 80% del contenido se imparte en la red. Hasta ahora, también han usado Neurok en la UNED y en la Universidad de Extremadura, con la que están colaborando en una investigación para medir la calidad de los contenidos compartidos por los alumnos y su nivel de interacción en la plataforma.

“Todavía hay mucha gente que desconfía de estos métodos, pero en unos 15 años se empezarán a ver los resultados”, comenta Cuenca, que ya ha asesorado a más de 30 colegios públicos de diferentes comunidades autónomas a través de su consultora educativa Niuco. Para todos aquellos que busquen evidencias científicas de la neurodidáctica, el profesor de la Universidad de Barcelona Jesús Guillén recopila en su blog Escuela con cerebro las últimas investigaciones realizadas en diferentes partes del mundo.

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Aunque no nos gusten, debemos entender que el hecho de que los niños no paren quietos es normal. Están en la edad de descubrir y experimentar, y no deberíamos coartarles.

Un niño feliz, que disfruta interactuando y descubriendo el mundo, es ruidoso y revoltoso. Ahora bien, en los últimos tiempos está apareciendo un movimiento que nos llama mucho la atención y que nos preocupa: la “niñofobia”.

De un tiempo a esta parte ha aumentado un tipo oferta hotelera muy concreta, la que ofrece hospedaje “libre de niños”. Es decir, durante la estancia no nos encontraremos con bebés y otros menores que nos molesten por la noche con sus llantos o que nos incordien en la piscina con sus juegos.

Lo mismo ocurre en ciertos bares y restaurantes. Se trata de una oferta distinta para todos aquellos que deseen pasar un instante de paz alejados de la presencia infantil.

Este tipo de movimiento está teniendo mucha repercusión en Estados Unidos y Reino Unido, lo cual nos invita a reflexionar sobre una cuestión algo compleja.

¿Se nos ha olvidado ya lo que es la infancia? ¿Tan poca empatía tenemos que somos incapaces de conectar con esos años maravillosos, ruidosos y revoltosos que definen la niñez?

Cuando los niños molestan en nuestros espacios públicos

Empezaremos explicándote el caso de la cantante canadiense Sarah Blackwood. El año pasado experimentó una situación que la marcó y que denunció intentando que, con su historia, la sociedad reflexionara sobre algo importante.

Debía hacer un viaje en avión junto a su niño de 23 meses. Estaba embarazada  de 7 meses y, aunque no era la primera vez que hacía ese trayecto desde San Francisco a Vancouver, en aquella ocasión fue algo distinto.

Cuando el avión aún no había despegado, su hijo empezó a llorar. Al poco, todo el pasaje la miró con molestia. No tardó en escuchar reproches sobre “que era una mala madre“, alguien que no sabía atender a su hijo.

No tardó en acudir la azafata, advirtiéndole de que debía calmar a su hijo, porque el pasaje estaba quejándose y podrían barajar la opción de hacerla bajar del avión si el niño no se callaba.

La joven madre quedó casi sin aliento.

Los llantos de su bebé apenas duraron 10 minutos, porque pasado ese tiempo, volvió a dormirse y no se despertó hasta el aterrizaje.

¿Es que la gente ha olvidado lo que es la crianza? ¿Nadie recuerda que los bebés lloran, ríen, gritan y chillan?

La niñofobia o pensar que un niño que llora es el resultado de una mala crianza

  • Este es solo un pequeño ejemplo de lo que sufren día a día muchos progenitores. Ir a comprar, a pasar un rato a un teatro, a comer a un restaurante… Si un niño grita, llora o llama la atención de otras personas es porque sus padres “no están haciendo algo bien”.
  • Es una idea incorrecta y estigmatizada. Cada niño tiene su personalidad y su forma de interactuar en sus contextos más cercanos. Los hay más inquietos y los hay más tranquilos, pero ello no es siempre el resultado de la educación que les dan sus padres.
  • Los bebés lloran, y es el llanto ese lenguaje esencial para pedir algo, para comunicarse. Es algo natural que toda madre entiende.

De ahí, que debamos ser más empáticos y respetuosos cuando en un tren o un avión, vemos a esos padres que intentan calmar a su bebé durante el viaje.

La niñofobia está haciendo que en muchos espacios de ocio de Estados Unidos y Reino Unido se vete ya la entrada a menores. No obstante, con ello, se prohíbe la entrada también a sus padres. Es algo sobre lo que reflexionar.

Queda claro, sin duda, que en materia turística cada empresa puede ofrecer el servicio que desee, y si una persona desea pasar sus vacaciones sin ver ni escuchar a un niño, merece todo nuestro respeto.

Un niño feliz es un niño que corre, que grita, que llama nuestra atención

Los niños desean tocarlo todo, experimentar, sentir, reír, aprender… Si les obligamos a callar, a no llorar, a hablar bajito y a no moverse de la silla, lo que tendremos en realidad son criaturas temerosas que no se atreverán a explorar.

Los llantos se atienden, no se censuran ni tampoco se obvian. Si un niño quiere tocar algo lo protegeremos de que no se haga daño, pero es necesario fomentar su conducta de exploración, de curiosidad, de interacción con su medio.

La infancia es ruidosa por naturaleza. No hace falta más que pasar por una guardería o un centro de primaria a la hora del recreo para recordar lo que es ser niño.

Tiempo tendrán de crecer y de guardar silencio, de quedarse quietos en los asientos de un avión, sin molestar.

Mientras, respetemos a sus progenitores en su tarea de educar y seamos más empáticos con los niños.

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