La histórica organización juvenil, mixta desde 2018 después de un siglo de historia, se llamará Scouts BSA a partir del año que viene.

Los Boy Scouts serán a partir del año que viene los Scouts BSA. La histórica organización juvenil anunció este martes que eliminarán la referencia masculina “chico” (boy) de su nombre para facilitar la integración de las niñas, que pueden formar parte de la agrupación desde este año. Boy Scouts de América nació en 1910, dos años después de la organización de Reino Unido, y le llevó más de 100 años abrir las puertas a las chicas. La nueva denominación que consagra este carácter mixto no se demorará tanto, sino que será realidad en febrero.

«Cuando entramos en una nueva era para nuestra organización, es importante que toda la juventud se vea en los scouts de todas las formas posibles», aseguró el jefe de la entidad, Michael Surbaugh, en un comunicado. Las siglas BSA que acompañan al nuevo nombre responden a las siglas del nombre original (Boy Scouts de América). El objetivo de la organización es entrenar a los jóvenes en la responsabilidad ciudadana, el desarrollo de carácter y la autosuficiencia a través de actividades en el exterior y programas educativos, entre otros. Hasta ahora, las niñas debían participar a través de su propia organización de exploradoras, las Girl Scouts, también con un siglo de historia.

Los scouts decidieron convertirse en una entidad mixta en medio de una crisis de participación. La organización cuenta con 2,3 millones de miembros de entre siete y 21 años en Estados Unidos, lo que supone un tercio del número de chicos que tenían en en el año 2000. Al integrar a las niñas, no solo aumentan su público objetivo, sino que le facilitan las cosas a las familias: muchas no tienen hoy en día tiempo de llevar a sus hijos a unas actividades y a sus hijas a otras distintas.

La apertura preocupa precisamente en las agrupaciones femeninas, ya que creen que, puestos a elegir, los padres optarán por llevar a sus niños a los Boys Scouts, que ya no son solo cosa de boys, ni en el nombre ni en sus actividades.

https://elpais.com/internacional/2018/05/02/estados_unidos/1525294810_197433.html?id_externo_rsoc=FB_CM

Hay personas que se leen hasta la letra pequeña de los manuales mientras que otros se lanzan a pulsar todos los mandos para ver qué ocurre. No es ni bueno ni malo. Simplemente, nos da pistas de nuestra manera de aprender. Veamos los cuatro tipos de aprendizaje que existen para identificar cuál es el tuyo.

Quieres hacer un viaje con tu pareja y uno de vosotros necesita leer hasta el mínimo detalle sobre el sitio a donde vais, mientras que el otro se pone de los nervios porque preferiría lanzarse a la aventura. O en una reunión de trabajo un compañero no para de dar ideas sin concretar nada, mientras que a otro le agobia no trabajar en una sola. ¿Has vivido algo de esto? Si es así, bienvenido a los diferentes modos de aprender y a sus dificultades (y oportunidades).

En 1984 un profesor universitario, David Kolb, descubrió que los adultos tenemos distintas maneras de aprender que dependen de cómo percibamos la realidad y de cómo la procesemos. Hay personas que captan la realidad fundamentalmente a través de la experiencia y otros, creando teorías. Los primeros son más empáticos y tienden a hacer varias tareas al mismo tiempo (multiplicidad). Es más, si no lo hacen se pueden aburrir soberanamente. Los segundos prefieren centrarse en una sola tarea, se manejan muy bien en la teoría y se perderían con varias cosas al mismo tiempo (unicidad).

No todos captamos la información igual: algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento).

Con respecto a la manera de captar la información, algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento). Pues bien, las anteriores características definen los ejes de las maneras de aprender y de los cuatro estilos. Veámoslos con algo más de detalle:

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Adaptadores o los “hacedores”

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Difícilmente leerán un manual. Son el resultado de la multiplicidad y la acción. Prefieren trabajar rodeados de personas y se buscan la vida para conseguir recursos y alcanzar resultados. Les gusta asumir riesgos y saben adaptarse a las circunstancias. En una empresa abundan en los departamentos de ventas. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿cuándo?

Asimiladores o expertos en la conceptualización

Su estilo es opuesto a los adaptadores. Son extraordinarios creando modelos teóricos y definiendo claramente los problemas. Les interesan más las ideas abstractas que las personas, por lo que no es de extrañar que destaquen en el campo de las matemáticas o de las ciencias. En una empresa pueden estar en posiciones de investigación o de planificación estratégica. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿por qué?

Divergentes o los reyes de las mil y una ideas creativas

Todos tenemos un estilo de aprendizaje definido pero para desarrollarnos mejor personal y profesionalmente conviene estar con personas que nos complementen y cuyo estilo esté en el extremo del nuestro.

Disfrutan analizando los problemas en su conjunto y trabajando con personas. Son empáticos, emocionales y ocurrentes. No es de extrañar que lancen un sinfín de propuestas diferentes en una reunión. En este estilo se encuentran artistas, músicos y todos los creativos en el mundo de la empresa. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿y si…? o ¿por qué no?

Convergentes o el poder de la aplicación en una sola cosa

Son los opuestos a los divergentes. Necesitan la aplicación práctica a las ideas para testar teorías o resolver problemas. Se pierden con muchas alternativas. Sin embargo, son excepcionales en situaciones donde haya un único camino para ser resueltas. Muchos ingenieros se enmarcan en este estilo de aprendizaje. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿para qué?

Como es de imaginar hay personas cuyo estilo de aprendizaje está más marcado que otros como, por ejemplo, Sheldon Lee Cooper, protagonista de la serie The Big Bang Theory, quien es un asimilador total. Lo normal es que no sea así y que todos tengamos un poco de los cuatro aunque nos solamos sentir más cómodos con uno.

En definitiva, todos tenemos un estilo de aprendizaje que nos define más que otros y para desarrollarnos mejor en lo personal y profesional sería recomendable estar con personas que nos complementaran y cuyo estilo estuviera en el extremo del nuestro. Por ello, si eres de los que no lees los manuales, estáte cerca de quienes disfrutan haciéndolo (o viceversa). Porque más allá de este hábito, existe una manera interna distinta de percibir y de procesar la realidad que te puede ayudar a mejorar y a superarte a ti mismo en muchos otros ámbitos de la vida.

http://elpais.com/elpais/2016/10/10/laboratorio_de_felicidad/1476119828_530014.html?id_externo_rsoc=FB_CM

La crianza no es una tarea sencilla. Un recorrido en el que se incluye un terreno aún más difícil si cabe en nuestros días: la educación. Un gran reto en el que el arte y el humor quizás debieran estar presentes, o al menos intentar darles cabida, siempre. Y es que, los niños desde pequeños son como esponjas, lo absorben todo con mucha facilidad y cualquier cosa que recae sobre ellos les deja fácilmente una huella, por tanto, qué mejor que esas huellas sean positivas, alegres o repletas de anécdotas de humor. Porque esas son las que, en el fondo, recordamos todos.

Sin embargo, una reciente iinvestigación asegura que educar a través del humor, limita y reduce la capacidad de atención de los estudiantes, e incluso, y según los resultados del muestreo en el informe, los estudiantes a los que expusieron en los exámenes a ejemplos cómicos, obtuvieron peores resultados que los que fueron expuestos a los ejemplos estándar.

La investigación, llevada a cabo por expertos de la Universidad de Long Beach en Estados Unidos, se realizó precisamente para examinar el impacto del humor, integrado en las medidas directas de la capacidad de los estudiantes para retener y transferir información de las lecciones educativas.

La conclusión del estudio, llama cuanto menos la atención, pues al contrario de lo que casi siempre se piensa, tanto el rendimiento como la atención y la concentración de los estudiantes a la hora de realizar pruebas y exámenes en los que se emplearon en los dos experimentos ejemplos humorísticos, disminuyeron y, por tanto, los resultados fueron peores.

Cuando la creatividad y el humor van de la mano en la educación

No obstante, cuando se unen el arte, con el humor y la educación, en el caso de la artista Nagore Valera, los resultados son bien distintos. Se define como madre de Alonso, además de ilustradora. Su principal ocupación consiste en educar a su hijo a través del arte y, sin que falte el humor. En su blog nos cuenta algunas de las técnicas que utiliza para criar y educar a su hijo. Y una de ellas es la que ha denominado Cuentacuentoscomestible.

Según Nagore, esto es una buena manera de hacer partícipes a los niños, por ejemplo, para realizar algunas de las tareas de la casa. “El niño lee el cuento, buscamos los ingredientes de las recetas y las dibujamos. Unas recetas fáciles de hacer como la compota de manzana terminan siendo un plato en el cual ellos han leído un libro, las han dibujado y, aparte, se las han comido”, nos comenta Nagore.

Esto es lo que ella misma denomina «Disfrutar de un momento de calidad con nuestros hijos y aunar la comida con la lectura dos de las grandes pasiones que podemos tener en esta la vida». «Cuando le educas de una manera creativa, sus recursos en el fondo son más creativos, así el día de mañana quizás pueda ser capaz de otorgarle otros enfoques a las cosas», comenta Nagore. «Con historias que invento, por ejemplo, en el que mi hijo y yo somos dos gatitos, consigo sacarle más información sobre su día en el colegio o la relación que tiene con sus compañeros», añade. Para Nagore, el humor y la creatividad son piezas fundamentales en la crianza.

https://elpais.com/elpais/2018/04/16/mamas_papas/1523862096_728584.html?id_externo_rsoc=TW_CM

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la compañía Disney han firmado un acuerdo de colaboración con el objetivo de promover una imagen de la lectura más moderna, atractiva e integradora a los jóvenes, según han informado ambos impulsores.
El convenio recoge, entre otras iniciativas, la producción por parte de Disney de un spot de 20 segundos protagonizado por personajes de ‘La Bella y la Bestia’, ‘Enredados’, ‘Monstruos S.A.’, ‘Los Descendientes’, ‘Ratatouille’ o ‘Los Increíbles’. Bajo el lema ‘Los libros están llenos de historias emocionantes. Descubre tú también la magia de la lectura», los personajes de estas películas y series aparecen con un libro entre las manos.
«Los libros siempre han desempeñado un papel fundamental en las historias de Disney, como fuente de inspiración e incluso como protagonistas, como por ejemplo en ‘La Bella y la Bestia’. Hemos querido poner a disposición del Ministerio de Cultura nuestros emblemáticos personajes para que sean ellos los que transmitan de manera original y divertida la magia de la lectura a los niños y sus familias», ha señalado el consejero delegado de The Walt Disney Company para España y Portugal, Simon Amselem.
El spot se emitirá durante los meses de abril y mayo en todos los canales Disney (Disney Channel, Disney Junior y Disney XD) y en las redes sociales de Disney y el Ministerio. La campaña pretende servir además como apoyo al Plan de Fomento de la Lectura aprobado por el Ministerio, que cuenta con un presupuesto estimado de 29 millones de euros para el periodo de 2017-2020 y más de un centenar de actividades para el presente año.
«Quien se asoma a los libros en sus primeros años de vida, quien desarrolla el gusto por la lectura durante su infancia y juventud, difícilmente olvidará esta afición en su vida adulta. Como nos recuerda el lema de este Plan, ‘Leer te da vidas extra’, enriquece nuestra vida personal y social. Y por eso agradezco a Disney que se haya ofrecido desinteresadamente a colaborar en esta tarea, dando muestras de su implicación con la juventud», ha apuntado por su parte el Secretario de Estado para la Cultura, Fernando Benzo.

http://www.europapress.es/epsocial/responsables/noticia-ministerio-educacion-disney-unen-promover-lectura-jovenes-20180410173753.html

Gavin fue diagnosticado con síndrome de Tourette a los cinco años pero, ahora, con siete, algunos niños de su clase han empezado a hacer chistes sobre sus tics. Por esto, él y su hermana Brynn, de Connecticut (EE UU), han decidido hacer un vídeo, publicado en el Daily Mail, explicando qué es este síndrome. Pretenden así acabar con el acoso que recibe el pequeño por su condición.

“Entonces, ¿qué es el síndrome de Tourette?”, se pregunta su hermana Brynn. “Es un trastorno neurológico, ósea, que afecta al cerebro (…) De esta forma, la persona que lo padece hace sonidos que no quiere o movimientos que no puede controlar o no puede parar, es como cuando no puedes dejar de tener hipo. A estos sonidos y movimientos se les llama tics”.

Efectivamente, el síndrome de Gilles de la Tourette (síndrome de Tourette o ST) es un trastorno neurológico que se manifiesta antes de los 18 años. Por lo general, los primeros síntomas son movimientos involuntarios (tics) de la cara, de los brazos, de los miembros o del tronco. Estos tics son frecuentes, repetitivos y rápidos. “Mi hermano Gavin tiene tics”, prosigue Brynn, “hay veces que ocurren con mucha frecuencia, pero hay otras que no ocurren”. Este síndrome también se caracteriza porque todos estos tics perduran durante más de un año. “Es como tener hipo y no puedo parar”, reitera el pequeño Gavin en el vídeo.

“No puedes decirles a las personas con Tourette que paren, porque esto les estresa mucho y si se les estresa, los síntomas se vuelven peores y daña seriamente sus sentimientos”, incide la pequeña. Hay que recordar que estos tics son involuntarios e incontrolables.

*Vídeo publicado por el Daily Mail.

“Hay gente que me acosa un poco, pero estoy bien”, explica Gavin. “El colegio puede ser duro para todos los niños”, continúa su hermana, “todo el mundo sabe que puedes tene algún día duro, pues imagínate cómo será teniendo Tourette, teniendo tics. En esta situación, te vas a tener que enfrentar a gente que te hace burla. Cada día“.

Rebecca, la madre de los niños también participa en el vídeo. En él, la progenitora insiste a Gavin que él es un niño normal: “No hay nada raro en ti, solo tienes pequeñas cosas diferentes, pero eso no te debe impedir hacer amigos, porque puedes hacer lo mismo que hacen los demás”. “A veces, quiero jugar con otros niños y no me dejan porque soy diferente. Pero yo puedo”, repite el pequeño en el vídeo. “Pienso que los niños con Tourette son muy valientes. Por favor, sé amable con ellos”, termina la pequeña Brynn.

La prevalencia de este síndrome se estima en 0,1-1 entre 100 personas en la población general, por lo que no se trata de una enfermedad rara. La afectación comienza durante la infancia y evoluciona en una sucesión de periodos de relativa agravación y remisión de los tics. En la mayoría de los pacientes se observa una mejoría al final de la adolescencia, pero los síntomas pueden persistir hasta la edad adulta en aproximadamente un tercio de los pacientes, según explican desde la Federación Española de Enfermedades Raras.

La mayoría de las personas que sufren este síndrome pueden llevar vidas productivas, explican desde la Asociación Americana de Tourette. “No hay barreras para sus logros en la vida personal y profesional. Se puede encontrar gente con este síndrome en todas las profesiones. El aumento de la comprensión y de la tolerancia del público a los síntomas del ST son de vital importancia para quienes los sufren”, añade en su página web este organismo.

Síndrome de Tourette (ST)

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5, por sus siglas en inglés)

Para que una persona reciba el diagnóstico del ST, debe cumplir los siguientes criterios:

  • Tener dos o más tics motores (por ejemplo, parpadear y encogerse de hombros) y al menos un tic vocal (por ejemplo, tararear, aclararse la garganta o gritar una palabra o una frase), aunque es posible que no todos ocurran al mismo tiempo.
  • Haber tenido tics durante al menos un año. Los tics pueden ocurrir muchas veces al día (por lo general en ataques), casi todos los días, o de vez en cuando.
  • Tener tics que hayan comenzado antes de los 18 años.
  • Tener síntomas que no se deban al consumo de medicamentos u otras drogas ni a otra afección (por ejemplo, convulsiones, enfermedad de Huntington o encefalitis posviral).

https://elpais.com/elpais/2018/04/04/mamas_papas/1522841565_134723.html

Todas las familias cultas de España, todas las casas en las que alguien ha intentado transmitir un respeto por el conocimiento y por la belleza, todas las personas que han querido reconocerse a sí mismas en sus libros y en su música… Toda esa gente que no sabe qué cara poner cada vez que sus niños suplican por 10 minutos más de tableta, tienen aquí su cachito de autoayuda: los libros viejos que arrastraron en la última mudanza servirán para algo, harán de sus hijos más inteligentes, harán que mejoren sus notas y les abrirán más puertas. No sólo las puertas de la neurosis.

Al mismo tiempo es una obviedad y una sinécdoque, uno de esos juegos verbales en los que la parte (la biblioteca) expresa el todo (la cultura). Pero ahora, por fin, podemos medir con números esa idea tan abstracta que llamamos transmisión de la cultura, indagando en estudios sobre la educación como el Informe PISA de la OCDE que se dio a conocer hace algunos meses.

Hay centenares de variantes entre las que indagar en las tripas de PISA y algunas de ellas retratan la cultura de la familia de los alumnos: número de libros en casa, predisposición a ir al teatro o a exposiciones de arte… Lo bueno es que esos datos se pueden poner en relación con el rendimiento académico de los alumnos.

En España, por ejemplo, los niños de 15 años que vienen de casas con menos de 11 libros obtuvieron en el último examen de PISA 423 puntos. En cambio, los que venían de hogares con más de 500 libros lograron 540 puntos, un 27,65% más. «En PISA consideramos que 40 puntos equivalen a un año académico, de modo que esos 117 puntos de distancia son casi tres años de diferencia», explican, desde París, fuentes de la OCDE, el organismo que elabora el estudio.

Algunos datos complementarios. Primero, los 117 puntos entre un extremo y otro que se dan en España no son ninguna extravagancia. En el conjunto de los países estudiados, la distancia es de 111 puntos. Y segundo: el porcentaje de casas en los que hay menos de 10 libros es el 10%. Al otro lado de la tabla, el 16% de los hogares guarda más de 200 ejemplares y el 8%, más de 500. Los porcentajes son mejores que los de países como Francia, Alemania, el Reino Unido, Estados Unidos… y, además, esta parte del estudio es tan divertida como husmear en el cuarto de estar de los vecinos.

Hay más cifras que van en la misma dirección. Sin salir de PISA, podemos averiguar que los niños españoles que dicen tener libros de literatura clásica en casa reciben 512 puntos. Los que tienen cuadros y otras obras de arte, 510. Y los que tienen más de tres instrumentos musicales, 518.

Además, el informe PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study) es otra fuente que insiste en la misma idea: los niños españoles de nueve o 10 años (4º curso de primaria) con más de 200 libros (no se recogen más categorías) en casa leen un 20,8% mejor.

Y ahora, ¿qué hacer con todos estos datos?

Mariano Fernández Enguita es catedrático de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Y pone un poquito de contexto: «La biblioteca es, ante todo, un indicador, además de un componente, del capital cultural y escolar de la familia. Si un niño ve a sus padres leer interesados, ensimismados, riendo, etcétera, quiere aprender antes; y estos le incentivan. Y la escuela empieza masivamente por y gira hasta el final en torno a la lectoescritura, que además es el caldo perfecto para el efecto Mateo (eso de que los ricos se hacen más ricos y viceversa). Además, la familia con más libros también va más a museos, ve otra televisión, otro cine, otra música, hace otro turismo, habla más y mejor, valora la escuela, etcétera. Una pescadilla que se muerte la cola. Si en vez de a la escuela los llevásemos a un taller de carpintería tendrían ventaja los niños con más herramientas en casa».

«No estamos en una relación causa-efecto, más bien es una causa difusa. La cultura es un cúmulo de rasgos difusos que crean una predisposición al aprendizaje. La cultura no está encerrada en un libro ni en un cuadro», explica Antonio Rodríguez de las Heras, director del Instituto de Cultura y Tecnología de la Universidad Carlos III de Madrid. «Pero es evidente que un entorno de cultura es una promesa de información de calidad. E insisto en lo de la calidad, porque en este momento, nos sobra la información. Por eso, cada vez va a ser más importante ese entorno cultural»

Las neuronas espejo y el nivel de renta

Álvaro Bilbao, neurólogo y autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres(Ed. Plataforma Actual), le toca explicar cómo funciona esa osmosis cultural: «En el cerebro hay una cosa que se llama neuronas espejo y que son circuitos que permiten aprender a través de la observación y crear patrones desde la réplica. Un niño de dos años que ve a sus padres leer no aprende a leer por eso. Pero sí que crea un patrón que le va a acompañar toda su vida. No habrá que convencerle ni que echarle una charla».

¿Y entonces? «El niño que lee accede a información de más calidad, ésa es la primera razón por la que tiene más éxito académico. La otra razón es que se desenvuelve mejor en la expresión oral y escrita». Y eso también vale para las matemáticas. «Claro, porque el lenguaje no sólo es lenguaje verbal. También es lenguaje abstracto», explica Bilbao.

Vienen más datos. Excellence through equity es el título de otro estudio de la OCDE, esta vez elaborado en 2012, que mide entre otras cosas, las habilidades matemáticas de los estudiantes y que también atiende a datos socioculturales como la existencia de libros en el hogar (sin precisar el tamaño). En el caso de España, los niños con libros mejoran un 5,6% el rendimiento en mates de los que no tienen.

Y aquí viene el truco que todo el mundo ve venir desde hace algunos párrafos: la existencia de una biblioteca en casa no sólo es la expresión de la cultura de una familia. También es el indicador de su nivel de renta. No es fácil ser pobre y tener más de 500 libros en el salón. «Normalmente, el número de libros se utiliza como parte de un índice global que mide el nivel económico, social y cultural del hogar de estudiante», explica Alfonso Echazarra, analista de la OCDE. En ese informe de equidad también se señala que el impacto de los niveles de renta sobre el rendimiento de los niños españoles es irrelevante.

Los responsables de PISA, que lo miden casi todo, no han querido estudiar la relación entre el éxito académico y los niveles de renta de las familias. Lo más parecido que existe es un paper que dice que los hijos de los profesionales tienen mejor rendimiento que los hijos de los gestores, que detrás van los hijos de trabajadores industriales y los de empleados en tareas básicas.

No hay más datos. Nos quedamos, de momento, sin saber si importa más ser rico o ser culto.

http://www.elmundo.es/papel/cultura/2018/03/14/5aa808c4268e3e52548b4676.html

Todas las familias cultas de España, todas las casas en las que alguien ha intentado transmitir un respeto por el conocimiento y por la belleza, todas las personas que han querido reconocerse a sí mismas en sus libros y en su música… Toda esa gente que no sabe qué cara poner cada vez que sus niños suplican por 10 minutos más de tableta, tienen aquí su cachito de autoayuda: los libros viejos que arrastraron en la última mudanza servirán para algo, harán de sus hijos más inteligentes, harán que mejoren sus notas y les abrirán más puertas. No sólo las puertas de la neurosis.

Al mismo tiempo es una obviedad y una sinécdoque, uno de esos juegos verbales en los que la parte (la biblioteca) expresa el todo (la cultura). Pero ahora, por fin, podemos medir con números esa idea tan abstracta que llamamos transmisión de la cultura, indagando en estudios sobre la educación como el Informe PISA de la OCDE que se dio a conocer hace algunos meses.

Hay centenares de variantes entre las que indagar en las tripas de PISA y algunas de ellas retratan la cultura de la familia de los alumnos: número de libros en casa, predisposición a ir al teatro o a exposiciones de arte… Lo bueno es que esos datos se pueden poner en relación con el rendimiento académico de los alumnos.

En España, por ejemplo, los niños de 15 años que vienen de casas con menos de 11 libros obtuvieron en el último examen de PISA 423 puntos. En cambio, los que venían de hogares con más de 500 libros lograron 540 puntos, un 27,65% más. «En PISA consideramos que 40 puntos equivalen a un año académico, de modo que esos 117 puntos de distancia son casi tres años de diferencia», explican, desde París, fuentes de la OCDE, el organismo que elabora el estudio.

Algunos datos complementarios. Primero, los 117 puntos entre un extremo y otro que se dan en España no son ninguna extravagancia. En el conjunto de los países estudiados, la distancia es de 111 puntos. Y segundo: el porcentaje de casas en los que hay menos de 10 libros es el 10%. Al otro lado de la tabla, el 16% de los hogares guarda más de 200 ejemplares y el 8%, más de 500. Los porcentajes son mejores que los de países como Francia, Alemania, el Reino Unido, Estados Unidos… y, además, esta parte del estudio es tan divertida como husmear en el cuarto de estar de los vecinos.

Hay más cifras que van en la misma dirección. Sin salir de PISA, podemos averiguar que los niños españoles que dicen tener libros de literatura clásica en casa reciben 512 puntos. Los que tienen cuadros y otras obras de arte, 510. Y los que tienen más de tres instrumentos musicales, 518.

Además, el informe PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study) es otra fuente que insiste en la misma idea: los niños españoles de nueve o 10 años (4º curso de primaria) con más de 200 libros (no se recogen más categorías) en casa leen un 20,8% mejor.

Y ahora, ¿qué hacer con todos estos datos?

Mariano Fernández Enguita es catedrático de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Y pone un poquito de contexto: «La biblioteca es, ante todo, un indicador, además de un componente, del capital cultural y escolar de la familia. Si un niño ve a sus padres leer interesados, ensimismados, riendo, etcétera, quiere aprender antes; y estos le incentivan. Y la escuela empieza masivamente por y gira hasta el final en torno a la lectoescritura, que además es el caldo perfecto para el efecto Mateo (eso de que los ricos se hacen más ricos y viceversa). Además, la familia con más libros también va más a museos, ve otra televisión, otro cine, otra música, hace otro turismo, habla más y mejor, valora la escuela, etcétera. Una pescadilla que se muerte la cola. Si en vez de a la escuela los llevásemos a un taller de carpintería tendrían ventaja los niños con más herramientas en casa».

«No estamos en una relación causa-efecto, más bien es una causa difusa. La cultura es un cúmulo de rasgos difusos que crean una predisposición al aprendizaje. La cultura no está encerrada en un libro ni en un cuadro», explica Antonio Rodríguez de las Heras, director del Instituto de Cultura y Tecnología de la Universidad Carlos III de Madrid. «Pero es evidente que un entorno de cultura es una promesa de información de calidad. E insisto en lo de la calidad, porque en este momento, nos sobra la información. Por eso, cada vez va a ser más importante ese entorno cultural»

Las neuronas espejo y el nivel de renta

Álvaro Bilbao, neurólogo y autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres(Ed. Plataforma Actual), le toca explicar cómo funciona esa osmosis cultural: «En el cerebro hay una cosa que se llama neuronas espejo y que son circuitos que permiten aprender a través de la observación y crear patrones desde la réplica. Un niño de dos años que ve a sus padres leer no aprende a leer por eso. Pero sí que crea un patrón que le va a acompañar toda su vida. No habrá que convencerle ni que echarle una charla».

¿Y entonces? «El niño que lee accede a información de más calidad, ésa es la primera razón por la que tiene más éxito académico. La otra razón es que se desenvuelve mejor en la expresión oral y escrita». Y eso también vale para las matemáticas. «Claro, porque el lenguaje no sólo es lenguaje verbal. También es lenguaje abstracto», explica Bilbao.

Vienen más datos. Excellence through equity es el título de otro estudio de la OCDE, esta vez elaborado en 2012, que mide entre otras cosas, las habilidades matemáticas de los estudiantes y que también atiende a datos socioculturales como la existencia de libros en el hogar (sin precisar el tamaño). En el caso de España, los niños con libros mejoran un 5,6% el rendimiento en mates de los que no tienen.

Y aquí viene el truco que todo el mundo ve venir desde hace algunos párrafos: la existencia de una biblioteca en casa no sólo es la expresión de la cultura de una familia. También es el indicador de su nivel de renta. No es fácil ser pobre y tener más de 500 libros en el salón. «Normalmente, el número de libros se utiliza como parte de un índice global que mide el nivel económico, social y cultural del hogar de estudiante», explica Alfonso Echazarra, analista de la OCDE. En ese informe de equidad también se señala que el impacto de los niveles de renta sobre el rendimiento de los niños españoles es irrelevante.

Los responsables de PISA, que lo miden casi todo, no han querido estudiar la relación entre el éxito académico y los niveles de renta de las familias. Lo más parecido que existe es un paper que dice que los hijos de los profesionales tienen mejor rendimiento que los hijos de los gestores, que detrás van los hijos de trabajadores industriales y los de empleados en tareas básicas.

No hay más datos. Nos quedamos, de momento, sin saber si importa más ser rico o ser culto.

http://www.elmundo.es/papel/cultura/2018/03/14/5aa808c4268e3e52548b4676.html

La base de la autoestima está en la confianza. Lo primero que tenemos que saber es que la confianza es una característica innata y universal, una fuerza interior que asiste en mayor o menor medida a todos los niños desde su nacimiento y les posibilita que puedan afrontar cualquier tipo de aprendizaje. El objetivo de los padres debe ser mantener y avivar esa confianza, ese fuego sagrado, como si fueran nuevos y benefactores Prometeos, atizar la llama cada vez que sea necesario, en el momento de iniciar nuevos aprendizajes: desde atarse los cordones, hablar una lengua extranjera o encestar una pelota en una canasta.

Cuando más necesitan los pequeños de padres, entrenadores y maestros es precisamente cuando las cosas no les salen bien, momento en el que deben afianzar su confianza. Y esto se consigue a través de la palabra, que puede constituirse en el gran instrumento de aliento y reafirmación o, utilizada torpemente, también podría representar justo lo contrario. Lo que va a determinar el éxito en la vida de estos niños es justamente la imagen que tienen de sí mismos y, para captar dicha imagen, ellos se contemplan en tres fundamentales espejos: los padres, los maestros y sus iguales.

Algunas herramientas para afianzar la confianza

  • Son muchas las herramientas que podemos utilizar para afianzar esta confianza, pero si tenemos que elegir una estrategia infalible esta sería la de poner todo nuestro énfasis en sus aciertos, minimizando los errores.
  • Debemos partir del axioma de que si un niño es más consciente de las cosas que no le salen bien que de aquellas en las que destaca, nunca desarrollará una autoestima saludable o su máximo potencial creativo, por eso hay que priorizar la atención a sus destrezas naturales sobre el tratamiento de sus dificultades y carencias.
  • Un ejemplo que a menudo planteamos en las sesiones de coaching es el siguiente: supongan que su hijo viene a casa con las siguientes notas al final de un cuatrimestre: Literatura 10, Ciencias Sociales 9, Biología 7 y Matemáticas 3, ¿cuál de todas estas notas atrae más su atención? La mayoría de los padres responde lo mismo: ¡Matemáticas¡. Es evidente que el suspenso está en esta asignatura y se requiere una solución de choque para mejorar la calificación. Pero ¿debe ser la que más atención requiera, la que se convierta en el centro de nuestras preocupaciones? Si esto sucediera, ¿cuánto tiempo dedicaríamos a conversar con nuestro hijo acerca de su talento natural para las ciencias sociales y la literatura? Realmente, muy poco, con lo que magnificaríamos y haríamos crecer la preocupación, eclipsando los logros.

Acompañarlos a superar los desafíos de la vida

Lo mejor que podemos hacer desde la más tierna infancia de nuestros hijos es crear espacios y canales de comunicación, de manera que puedan hablar distendidamente de las cosas que les preocupan, de los obstáculos que deben superar o de los desafíos que tienen ante sí.

Para que los niños se animen a ser sinceros y expresivos y que no se limiten a responder con monosílabos –sí y no– a nuestras preguntas deben percibir que estas no son cerradas y que no tienen una finalidad de vigilancia o control. Como por ejemplo: ¿Qué tal te fue en la escuela? ¿terminaste ya la tarea?

Si, por el contrario, formulamos cuestiones abiertas que den lugar al diálogo y a unas respuestas amplias en las que se puedan explayar acerca de los problemas que están enfrentando, la cosa cambia radicalmente: ¿Cuáles fueron tus mejores resultados esta semana? ¿qué te pareció lo más complicado de lo que estudiaste? ¿qué desafíos o pruebas tienes por delante los próximos días, te infunden temor o estás confiado?

Si sabemos que han vivido algún hecho particular y queremos que hablen sobre ello podemos preguntar: ¿cómo viviste esa experiencia? De esa manera, ellos también se animarán a hablar de los obstáculos que estén enfrentando. Y una buena práctica es que luego todos sugieran posibles soluciones o acciones para salir adelante. Así les enseñaremos dos actitudes clave: que es primordial expresar lo que uno piensa y siente frente a las dificultades de la vida y que es muy importante poner el foco en pensar en posibles soluciones.

Ayudarles a fomentar su autoestima

Un componente muy importante de la autoestima es el sentido de la identidad. ¿Saben cuál es uno de los pilares que definen la identidad de un niño? El valor del atractivo físico. En una encuesta con una muestra muy grande se le hizo la siguiente pregunta a miles de chicos: Cuando piensas acerca de ti mismo, ¿qué viene a tu mente? Casi todos los niños encuestados respondieron sobre atributos o defectos físicos. Las heridas a la imagen que un pequeño tiene de sí mismo pueden empezar desde muy temprano. A veces los padres, de manera involuntaria, son los primeros en producirlas. ¿Cómo? A través de comentarios sarcásticos, irónicos, comparativos. Cualquier apodo que los padres pongamos: gorda, enano, vago, puede generar un impacto negativo en los pequeños El uso del sarcasmo y la ironía también es corrosivo para el sentido de identidad de un niño.

¿Cómo puedes saber si tu hijo tiene su autoestima dañada?

Hay ciertos indicios que pueden dar cuenta de un auto-concepto lastimado. Algunos de ellos son:

  • Con frecuencia usa frases negativas para referirse a sí mismo o a los demás.
  • Es hipersensible a la crítica y se avergüenza con facilidad.
  • Le falta confianza en su apariencia o destreza física.
  • Busca complacer a los adultos y suele depender de ellos.
  • Se pone incómodo frente a los elogios: los desestima, niega o se ruboriza con ellos.
  • Le da miedo mostrarse diferente de los demás.
  • A veces usa la ropa de manera exagerada: o se tapa de pies a cabeza o busca llamar mucho la atención con su forma de vestirse.

Algunas técnicas que recomendamos son:

1. Hablar mucho de sus fortalezas. Nunca demos por sentado sus talentos naturales, sus buenos gestos y actitudes y, fundamentalmente, no hagamos de sus debilidades el centro de nuestra atención. Su identidad se fortalece cuando conocen bien sus áreas más favorables.

2. Crear un espacio llamado tu tiempo: puede ser tan breve como cinco minutos. Es el momento donde nuestros hijos pueden contarnos de manera privada y sin ninguna interrupción cualquier desafío, obstáculo o preocupación que tengan. Si no los hay, tu tiempo puede ser usado para hablar de logros. Hace falta decir que en tu tiempo los teléfonos móviles no están invitados a participar.

3. Hablar de ellos de forma positiva delante de los demás. Muchos padres hacen comentarios negativos o irónicos acerca de sus hijos delante de otros. A veces, con la intención de ser graciosos frente a amigos, pueden decir cosas como: «si vieras el desorden que tiene este niño en su habitación Es un desastre». Cada vez que hacemos un comentario así frente a otros, el niño se siente expuesto y ridiculizado.

4. Animarlos a expresar sus sentimientos: permitirles llorar, enojarse, estar tristes. Preguntar para comprender, no para intentar solucionar de inmediato. Con niños chiquitos, que aún no saben poner nombre a lo que sienten, es muy útil usar cuentos. Si se siente inadecuado en un grupo nuevo de amigos podríamos leerle El patito feo y, al terminar, invitarlo a hacer una reflexión: ¿te sientes como el patito feo alguna vez?

5. Evitar, como si fuera veneno, el uso del sarcasmo, la ironía y el uso de etiquetas.

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Habrá a quien le parezca un exceso folclórico, pero sus padres no pudieron elegir mejor nombre para ella, aunque solo sea por la razón shakespeariana de que “todo viajero curioso guarda a Granada en su corazón, aun sin haberla visitado”. Sí, ella se llama Alhambra. “Tengo un nombre raro y me dedico a un deporte raro, no es extraño que haya llamado la atención. Cuando hice el curso para árbitro, mis compañeros ya me llamaban La Mediática porque de algún modo preveían que me iba a convertir en una imagen del rugby”, resume la exjugadora y árbitro nacida en Granada en 1983.

Tuvieron ojo, sí, pero el camino hasta ser elegida, hace un año, Mejor Árbitro del Mundo por World Rugby, no puede ventilarse en cuatro líneas ni explicarse solo desde la peculiaridad. Como tantos otros en España, ella descubrió ensayos y melés en la universidad (en este caso, la de Málaga), donde estudiaba Ingeniería de Telecomunicaciones y “fue un auténtico flechazo”.

No le dieron miedo los placajes, tampoco la etiqueta de “marimacho” –ya había practicado kárate, tras probar con fútbol, tenis, baloncesto y voleibol–. A partir de ahí, ascensos a División de Honor, brazaletes de capitana, ligas, copas e incluso la selección española, con la que debutó en un partido del Torneo VI Naciones femenino ante Inglaterra, en 2006.

Tan enganchada estaba que esa misma temporada empezó a arbitrar. “Pero durante los primeros años mi prioridad era jugar y arbitraba muy poco”, recuerda. “El salto lo di cuando dejé de jugar, en septiembre de 2012. Ese diciembre ya fui como asistente a las series mundiales de rugby 7”.

Desde entonces su progresión ha sido imparable: debutó en el XV en el mismísimo Eden Park de Auckland pitando a las All Blacks en 2013; al año siguiente se convirtió en la tercera mujer en dirigir una final de la Copa del Rey masculina y entró en el Mundial femenino por la baja de una compañera. Luego, debut en el Seis Naciones femenino y final en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y, de nuevo rompiendo el techo de cristal, hace unas pocas semanas, fue la primera árbitro en dirimir un encuentro oficial entre combinados nacionales masculinos (Finlandia y Noruega).

“Me dicen que tengo más mérito por ser mujer, y me molesta. No me están tratando como a una igual”

“Todo árbitro quiere ir creciendo, y cuando ya has llegado al tope en la competición femenina, ya has pitado hasta un Mundial, no hay más retos… Entonces piensas en arbitrar partidos masculinos, y en llegar también a la Copa del Mundo. Esa es, de momento, mi meta”, señala.

Una meta que ha recibido enorme atención mediática, incluso en España, donde las mujeres apenas protagonizan un 5 % de las noticias deportivas. ¿Cómo lo lleva? “Preferiría que fuese solo por mis méritos, la verdad, pero siempre que mejore las cosas, para el rugby y para mí, estupendo. A veces me dicen que tengo más mérito por ser mujer, y me molesta, porque no es así. No lo tengo, y si me lo dan, entonces no me están tratando como a una igual”, dice, justo antes de declararse feminista sin ambages. “Tenemos que conseguir las mismas oportunidades para todos, y para ello es necesario generar las coyunturas que aseguren que las mujeres podamos alcanzar iguales objetivos que los hombres. Oportunidades reales para lograr la igualdad”, señala. Utiliza el plural, pero de ningún modo escurre el bulto; un principio básico del rugby es que, por muy fuerte que uno sea, la verdadera fortaleza está en el equipo.

“Sé que, en mi posición, tengo una gran responsabilidad, porque soy un referente. Muchas chicas al verme piensan que su sueño raro ya no lo es tanto, y que por qué no va a poder cumplirse. Que se puede ser feliz haciendo cosas diferentes, rompiendo moldes. En este sentido, ser un modelo es algo que me ilusiona y me llena de satisfacción. Pero no es algo que yo haya buscado, simplemente me ha pasado. La sociedad es la que busca crear esos modelos para visibilizar determinadas cosas”, reflexiona. Y Alhambra nunca se ha escondido. Ni sobre la hierba ni delante de un café. Sus padres no se equivocaron: una cosa es hacer historia y otra, escribirla.

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Lady Gaga, Mark Zuckerberg y Sergey Brin (cofundador de Google) tienen una cosa en común: los tres pasaron por el Centro de Juventud con Talento (CTY) de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore (EE UU), abierto a adolescentes que sacan notas excepcionalmente altas. El CTY es solo un complemento de un proyecto todavía más ambicioso: el Estudio de la Juventud Matemáticamente Precoz (SMPY), creado en 1971, al mismo tiempo que una escuela para superdotados (integrada en la Universidad Vanderbilt, en Nashville) y un estudio longitudinal de 50 años que aún está en marcha.

“Durante 45 años, el SMPY ha hecho un seguimiento de las carreras y los logros de unos 5.000 individuos —recoge un reciente artículo de la revista Nature—, muchos de los cuales se han convertido en científicos de primer nivel. Los datos del estudio, en constante crecimiento, han generado más de 400 ensayos y varios libros, y proveen de claves para detectar y desarrollar el talento en ciencias, tecnología, ingenierías, matemáticas y otros campos”.

Que el SMPY sea una factoría de cerebritos da que pensar: ¿entonces, lo determinante para triunfar en el ámbito profesional es el talento y no el esfuerzo y la experiencia, como nos habían dicho hasta ahora? “Ambas cosas van de la mano”, explica la psicóloga Alicia Banderas, autora del libro Niños sobreestimulados (Cúpula, 2017). “El talento no se desarrolla si no hay esfuerzo y constancia para brillar”.

Camilla Belbow es codirectora del SMPY, y en el citado artículo de Nature da ocho pautas para que los padres expriman al máximo el potencial de sus hijos:

Si se le da bien escribir, no lo apunte a piano

Lo primero es darse cuenta de que su hijo tiene intereses o talentos fuertes. “Si lo observamos, veremos que esa actividad la hace casi sin esfuerzo, su habilidad es reconocida por los demás, continuada en el tiempo y siente placer al realizarla”, describe Banderas. A partir de ahí, refuerce las que están en consonancia con su talento. “Si se le da bien escribir, no le apunte a piano”, añade.

Anímele a que duerma en casa de amigos

Por muy buen estudiante que sea, convertirlo en un ratón de biblioteca no le hará ningún favor. “Debemos permitir a los niños que exploren”, dice Alicia Banderas. “Así reconocerá qué le gusta y se le da bien”. Las experiencias idóneas varían en función de la edad. “En la etapa infantil, cuando aprendemos por los sentidos, recomendaría paseos por la naturaleza, jugar con diferentes texturas (arena, plastilina…). En primaria, es importante el desarrollo psicomotriz, que hagan mucho ejercicio. Otra experiencia muy buena es que duerman en casa de amigos: les sorprenderá ver que desayunan otra cosa, que tienen otros valores familiares… Y ya en la adolescencia, viajar les abrirá la mente”.

Deje que se ponga triste cuando toque

No descuidar el plano sentimental es para Antonio Labanda, psicólogo educativo y director técnico del Instituto de Orientación Psicológica EOS, uno de los retos de la educación. “Eso se traduce en tener un mayor conocimiento de las emociones, el trabajo de la empatía, la autoestima, o las conductas prosociales [comportamientos positivos para socializar y comunicarse]», enumera. Para Banderas, cuando los niños con altas capacidades se enfadan, tienden a utilizar la ira: «Hay que enseñarles a sacar la tristeza que ha desencadenado esa ira. Deben aprender a reconocer sus emociones y las de los demás”.

No lo etiquete jamás

Un 67% de los niños superdotados ha sufrido algún grado de acoso escolar, según un estudio de 2006. Muchos de ellos esconden su talento o inteligencia para pasar desapercibidos, y eso no es una solución, como tampoco lo es el extremo opuesto: que sus padres o profesores les cuelguen el sambenito de empollones. “En los colegios, hemos visto cómo los niños identifican incluso ciertos estereotipos de imagen con víctimas potenciales de burlas e insultos. Igual que restregarle a un estudiante que tiene dificultad en la comprensión no ayuda mucho, tampoco es recomendable señalarlo como el listo de la clase”, aclara Labanda.

Si pierde un partido de fútbol, réstele importancia

Al alabar el ahínco y no la habilidad, su hijo aprenderá que esforzarse está bien, y eso le ayudará a cosechar mayores éxitos, aseguran los psicólogos. “Al niño hay que marcarle objetivos realistas, que puedan superarse a base de esfuerzo”, sostiene el psicólogo educativo. “Todo lo que se haga con tesón, supone que ese aprendizaje se va a consolidar más”.

Anímelo a asumir riesgos intelectuales

Según los expertos, fracasar ayuda a aprender. “Esa recomendación es muy correcta”, subraya Labanda. “Los niños tienen que ser felices. Y eso se consigue a base de equivocarse y generar resiliencia; es decir, capacidad, ante una situación más o menos dolorosa o frustrante, de seguir hacia delante y no abandonar”.

Trabaje con los maestros

La profesora Belbow afirma que, a menudo, “los estudiantes inteligentes necesitan material más avanzado, apoyo adicional o la libertad de aprender a su propio ritmo”. El psicólogo lo suscribe: “La relación familia-escuela debe ser primordial. Cada uno tiene su papel, pero ir en paralelo, consensuando metas, límites y normas, creo que es correcto y ayuda mucho a la estabilidad escolar y emocional”.

Haga que sus habilidades sean probadas

“Hay niños con depresión, irascibilidad, y emociones desbordadas, y eso puede deberse a que se sienten frustrados porque su capacidad no se ha destapado”, explica Banderas. ¿A qué evaluaciones debe someterse? “En España se realizan pruebas de capacidades cognitivas en las que aparece un cociente intelectual; también de creatividad y personalidad. Con eso se hace un diagnóstico, y se sugieren medidas que pueden ir de la conveniencia de pasar de curso a la ampliación en alguna materia”, concluye Labanda.

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