El mejor lector joven del mundo es extremeño y se llama Sergio Sánchez. Así lo ha reconocido el premio el Odilo Young Readers 2019 entregado en el Parlamento Europeo, que ha ensalzado al joven de 11 años del colegio CEIP Rodeo de Jerez de los Caballeros como número 1 del ranking elaborado por el galardón.

El reconocimiento, creado por una compañía española que ofrece su plataforma tecnológica de contenido a clientes en más de 40 países a organismos desde colegios o universidades hasta grandes empresas, “establece el ranking mundial de lectores entre millones de personas que tienen acceso a contenido digital, a través de escuelas y bibliotecas que utilizan servicios de lectura digital”. Para fomentar la lectura, la Comisión Europea les dotó con un millón de euros a través del Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas en el plan Juncker.

El reto no era fácil. Para seleccionar al ganador, la empresa española estudia sus capacidades bajo unos criterios muy rigurosos: la cantidad de títulos leídos, la consistencia del hábito de lectura, la diversidad del género lector, la complejidad del contenido leído, la mejora de la comprensión lectora y las habilidades de escritura creativa.

Junto a Sergio podrían haber participado todos los niños de su edad de los 42 países donde trabaja esta plataforma, a la que pueden llegar los más de 100 millones de personas con acceso a contenidos digitales a través de bibliotecas, colegios, empresas y organizaciones.

De entre todos los que finalmente se inscribieron al premio, el joven de 11 años extremeño se alzó vencedor. En entrevistas, Sánchez reconoce que lee “una hora cada noche”. “Antes leía en el móbil de mi padre, pero desde que tengo una tablet, ahora leo en mi tablet”, reconoce.

‘Odilo Young Readers 2019’ llevó a Sergio Sánchez hasta el Parlamento Europeo, donde pudo ofrecer un discurso de agradecimiento.

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En el norte de Europa y Luxemburgo los jóvenes se independizan recién cumplidos los 21 años; en España, cuando rondan los 30, con 29,3 años, tres años por encima de la media europea, que está en 26. De 31 países que analiza Eurostat, el país está en el puesto 24, según datos publicados este miércoles. En el segundo trimestre de 2017, solo uno de cada cinco jóvenes españoles (el 19,4% de las personas de 16 a 29 años) estaba emancipado, según el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE). El factor económico es una de las claves detrás de este retraso, según los expertos, pero también hay razones culturales que lo explican.

Los hombres tardan un par de años más en salir del hogar familiar en toda Europa. De media, ellos se emancipan a los 27, mientras las mujeres se van a los 25. En España, la cifra sube hasta los 30,3 y los 28,3 años, respectivamente.

La tendencia española a una edad de emancipación tardía va de la mano de otros hitos que marcan el paso a la edad adulta: el momento de vivir en pareja y formar familia también se retrasa en España (el primer hijo nace cuando la madre tiene 30,8 años de media, la segunda edad más alta en la UE), y la tasa de fecundidad (1,34) es la más baja de Europa. El acceso al trabajo es uno de los soportes de la transición de la juventud y la madurez y España es el país europeo, después de Grecia, con mayor desempleo juvenil. En diciembre de 2017 la tasa de paro de los jóvenes de entre 15 y 24 años era del 36,6%, frente al 16% de media de la Unión Europea. Los bajos salarios y la precariedad, con una alta tasa de temporalidad y de contratos a tiempo parcial, tampoco ayudan a abandonar el nido.

Nórdicos frente a mediterráneos

Los jóvenes españoles son de los últimos en independizarse en la UE

Los países donde los jóvenes se emancipan recién entrados en la veintena son Suecia, Dinamarca, Luxemburgo y Finlandia. Los jóvenes de Estonia, Bélgica, Holanda, Alemania, Francia y Reino Unido no han cumplido tampoco los 25 cuando ya se han independizado.

Los que más mayores son cuando se van de casa de sus padres son los no tan jóvenes de Montenegro (32,5 de media, con 34,7 años los hombres y 30,2 las mujeres) y Malta (32,2 de media). Por debajo de España están también Grecia, Italia, Eslovaquia, Macedonia y Croacia.

El informe del observatorio del CJE señala que para comprar una vivienda, los jóvenes deberían emplear el 60,8% de su salario (quienes lo tienen). Si optasen por alquilar, el porcentaje subiría al 85,4%. Como señala el demógrafo y sociólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona, Pau Miret, en España hacen falta políticas públicas de acceso a la vivienda para los jóvenes y más becas para los estudiantes. En los países donde hay una emancipación más temprana «el Estado está ayudando», subraya el experto. Independizarse requiere dinero y, como dice Miret, «no tiene sentido que en el alquiler y los suministros se vaya el 80% de lo que estás ganando».

El contexto no propicia que los jóvenes se vayan de casa. La crisis económica supuso un mazazo en las expectativas de independencia de la juventud, pero como explica Almudena Moreno, socióloga de la Universidad de Valladolid, «no supuso una revolución en los patrones». Que los españoles se independicen casi una década más tarde que los nórdicos «es un clásico», señala Moreno. El sociólogo de la UNED Miguel Requena apuntaba ya en un artículo sobre el tema de 2002 que la edad de emancipación no había parado de crecer desde 1988 hasta 2001, cuando pasó de 28 a 30 para los jóvenes y de 26 a 28,6 para las jóvenes.

«Hay un condicionante económico, claro, pero también influyen valores culturales y religiosos que imprimen un determinado concepto de familia», analiza Moreno. «Se valora la forma de asegurar el futuro de los hijos ante posibles riesgos y tanto a los hijos como a los padres les resulta cómodo; es un patrón común en el sur de Europa», explica la autora del estudio La transición de los jóvenes a la vida adulta y del Informe de la juventud de España 2012. Las familias de clase media se han podido permitir mantener a sus hijos hasta edades avanzadas, salvo con la crisis, cuando se disparó la emigración de los jóvenes.

«Es una estrategia deliberada, se podrían ir [de casa] y vivir una situación mucho más precaria y difícil», señala Moreno. Desde su punto de vista, esperar unos años, con un salario y una vivienda asegurada, es la respuesta del sur a la pregunta de «¿qué vale más, la independencia o estar cómodo?». Aunque insiste en que no se puede generalizar ni estereotipar y que las circunstancias son muy diferentes para un joven que trabaja en una fábrica a los 18 que para un universitario, sí subraya como un factor las expectativas de los jóvenes: «Si deciden quedarse [en la casa familiar] es una decisión propia, son responsables».

Pau Miret apunta además a que en España «la concepción de emancipación está ligada al inicio de la formación de una familia». Moreno coincide y señala también la variable religiosa: «No es que la Iglesia tenga una implicación directa -muchos jóvenes no son creyentes-, pero está implícito en la transmisión cultural inconsciente de valores católicos».

https://politica.elpais.com/politica/2018/05/15/actualidad/1526370603_271733.html

A los 26 años, el matemático Lucas Gortázar (Bilbao, 1986) se incorporó a la plantilla del Banco Mundial, en Washington, para investigar sobre la financiación y evaluación de los diferentes sistemas educativos. Venía de estudiar un máster en la prestigiosa escuela financiera del Banco de España. Con 30, regresó a España y desde entonces se ha involucrado en diferentes proyectos para modernizar la educación del país. Cree que lejos del debate político sobre la religión en el aula, la prioridad debe ser adelgazar los programas académicos o regular la figura de los directores de centro para que asuman más responsabilidades.

En 2017, participó en la subcomisión por el pacto educativo en el Congreso de los Diputados para ofrecer soluciones técnicas y ahora está impulsando una red de expertos (REDE) para elaborar propuestas “consensuadas” y elevarlas a los gobernantes. Religiosos y ateos, defensores y detractores de la concertada, un total de 10 colectivos educativos se han sumado al proyecto, que cuenta con el respaldo de la Fundación Cotec y el Proyecto Atlántida -una organización creada en los noventa que promueve la innovación educativa-.

Pregunta. En los últimos años hay menos diversidad social en la escuela en lo que respecta al nivel socioeconómico. ¿Dónde está la raíz?

Respuesta. En 2015, España salía en las posiciones más bajas en inclusión social de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Eso quiere decir que la composición social en los centros está más fragmentada por el origen socioeconómico. La probabilidad de que te encuentres con alguien de tu misma condición social en el colegio es mayor que en otros países. Las escuelas no reflejan la diversidad social de la población.

P. ¿Sucede especialmente en la pública?

R. Una de las hipótesis es el papel que juega la enseñanza concertada en esa segregación social. Estos colegios siguen sin ser del todo un servicio público por las cuotas que pagan los padres, las trampas en los sistemas de acceso o los baremos, aunque no todos quieren hacer negocio. El pago al centro de los polémicos 100 euros al mes, es un problema que revela la falta de equidad del sistema. La primera consecuencia es que imposibilita la movilidad social: tu compañero no te hace aspirar a más porque es igual que tú. Las metas de unos se contagian a otros, el esfuerzo, o la aspiración de llegar a etapas educativas posobligatorias. Si no vives en un entorno donde existen esas expectativas, la escuela no te va a llevar a un sitio mejor, sino al que digan tus padres.

No hay consenso sobre cuál es el papel de la concertada y qué límites se le deben poner

P. ¿Qué solución hay desde el punto de vista técnico?

R. La segregación se da en las ciudades grandes como consecuencia del fenómeno urbanístico. Eso no es culpa del consejero de Educación ni del ministro, sino de políticas públicas de vivienda o de prestaciones sociales. Hay otro problema grave: la falta de consenso sobre cuál es el papel de la concertada y los límites que se le deben poner. Por ejemplo, para acceder a un colegio las familias suman puntos según los requisitos que cumplen. Los centros no pueden otorgar arbitrariamente ni uno solo de esos puntos, como está ocurriendo, porque eso rompe la igualdad de oportunidades. Y el anteproyecto de reforma de la Lomce (actual ley educativa aprobada por el PP en 2013) que ha presentado el Gobierno no regula ese extremo. Hay que resolver el problema de financiación de la concertada [subvencionada con fondos del Estado], destinar más dinero para que sea un servicio público. Mi estimación es una inyección 2.000 millones de euros.

P. Usted también ha tratado en sus estudios la alta tasa de repetidores en España. ¿Cuál es la solución?

R. El 30% de los alumnos repiten durante la ESO, un porcentaje muy superior al del resto de Europa (11%) y de la OCDE (11%). La repetición no mejora el rendimiento del alumno, solo pierde un año y aumenta su probabilidad de abandonar. Además, estamos gastando un año más de escolarización, unos 6.000 euros, en una medida que genera problemas. España es campeona del mundo en inequidad en cuanto a repetición: los estudiantes que viven ligeramente por debajo del umbral de la pobreza, tienen una probabilidad de más de un 50% de repetir que los más aventajados. La repetición está en la mentalidad de los centros educativos, sobre todo en secundaria. Si no, ¿cómo se explica que la tasa de repetición en primaria sea del 3% y en secundaria del 10%? ¿Los niños se vuelven menos listos de un año para otro?

Las familias tienen la visión de que repetir es bueno: no te has esforzado, te lo mereces

P. ¿El problema es de los profesores?

R. Hay un número importante de docentes que deciden de antemano que un 70% de los estudiantes aprobará y un 30%, no. Es un fenómeno cultural, creen que suspender mucho les da prestigio. Las familias tienen la visión de que repetir es bueno: no te has esforzado, te lo mereces.

P. En una de sus investigaciones salió que la Lomce ha incrementado la tasa de suspensos en primaria.

R. Ha subido de un 2% a un 3%. La Lomce estableció que se pudiera repetir en cada curso, antes era cada dos años, por ciclo. Si le das la opción al profesorado de hacer repetir al alumnado, la va a utilizar. Según diferentes investigaciones, los estudiantes no repiten porque no entiendan los contenidos, sino por problemas de comportamiento. El que llega tarde y tiene ausencias es el que acaba repitiendo.

P. ¿Cómo habría que modificar el programa académico?

R. España tiene un currículum demasiado extenso, muchas horas de todo que resultan agotadoras tanto para alumnos como para profesores. Hay que trabajar lo importante: la comprensión lectora y el razonamiento matemático. Hay un exceso de regulación, mucha burocracia, y hay asuntos relevantes que no se están tratando. Podríamos aspirar a lo que ha hecho Portugal en los últimos diez años: un cambio en la gestión de los centros que da mayor responsabilidad a la figura del director. En la reforma que ha presentado el Ministerio, se regula el proceso para la elección de los directores, pero esa parte no es tan importante como las funciones que se les atribuyen. Tenemos que reforzar la carrera profesional docente, profesionalizarla. Ahora cualquiera puede ser director y nadie quiere serlo.

https://elpais.com/sociedad/2018/11/22/actualidad/1542889223_705354.html?id_externo_rsoc=FB_CM&fbclid=IwAR2-WNn3e7iiAxEN5wrZQHLZXVKonyO_9qaexLUxzetVxmIKZhOcFVB2Viw

 

La Comunidad de Madrid ha aprobado este martes tres asignaturas nuevas destinadas a «fomentar la convivencia, el respeto y la tolerancia» y para promover la creatividad y el emprendimiento entre los alumnos de Primaria de la región, y que serán incluidas en el currículo a partir del curso 2019-2020.

Las nuevas asignaturas son Convivencia; Convivencia, respeto y tolerancia; y Creatividad y emprendimiento. Según el Gobierno regional, «podrán ser impartidas por los centros públicos, concertados y privados que así lo decidan, dentro de su autonomía», y siempre y cuando respeten el horario mínimo de sus asignaturas troncales.

Dado que en una de estas asignaturas se trabaja «el respeto a las víctimas del terrorismo», el vicepresidente y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán, ha respondido en la rueda de prensa posterior al consejo de Gobierno, a una pregunta acerca del rechazo hace una década por gobiernos del PP a implantar la asignatura Educación para la Ciudadanía, aprobada por el Gobierno del PSOE.

Según Rollán, el «malestar» del PP con esa asignatura tenía que ver con que «lo que pretendía principalmente, que era un adoctrinamiento» o la defensa de «un principio único», mientras que las aprobadas ahora, ha dicho, son «de absoluto sentido común, con unos contenidos fundamentales que emanan de la Constitución española».

Con respecto a la parte de las víctimas del terrorismo, ha dicho Rollán, se trata de «asuntos troncales que hoy no puede permitirse que formen parte del pasado, sino del presente y tienen que ser conocidos en el futuro», puesto que -ha añadido- hay niños de entre doce y quince años de edad que «prácticamente no conocen lo que fue la historia de la relación entre España y la banda terrorista ETA».

«Eso hay que ponerlo encima de la mesa por dignidad, reconocimiento y respeto a todos aquellos a quienes les arrebataron su vida», ha dicho Pedro Rollán.

La materia de Convivencia será impartida en los cursos, primero, segundo y tercero; la de Convivencia, respeto y tolerancia en los cursos cuarto, quinto y sexto, y la asignatura de Creatividad y Emprendimiento se dirigirá a alumnos de quinto y sexto «para mejorar su capacidad de iniciativa y el trabajo en equipo», según el decreto que ha aprobado este martes el Consejo de Gobierno.

Estas materias se unen a la de Tecnología y recursos digitales para la mejora de aprendizaje que ya se ofertaba como área de libre configuración en Primaria.

En los casos de las asignaturas de Convivencia y la de Convivencia, respeto y tolerancia, en ambos casos los contenidos se distribuirán en siete bloques: Valores, Inteligencia emocional y Habilidades sociales, Convivencia, Derechos humanos fundamentales, Comunicación, Respeto y tolerancia en el juego, y Violencia y acoso escolar.

En los contenidos se trabajará para que los alumnos conozcan los principales valores humanos, se les ayudará a comprender las emociones, empatizar y ser asertivos, y se les enseñará a convivir con los demás en una sociedad regida por el respeto y la paz, explica la Comunidad de Madrid en una nota.

Además, los alumnos tendrán que estudiar la regulación de los derechos humanos, comprender la importancia de saber comunicarse en la vida social y aprender a identificar y distinguir el acoso escolar de otras situaciones que puedan presentarse en su entorno.

También se trabaja el respeto a las víctimas del terrorismo y se apuesta por los valores del deporte, fomentando el juego limpio y respeto en los actos deportivos.

La asignatura opcional de Creatividad y Emprendimiento estará dividida en tres apartados: Competencia emprendedora y espíritu creativo, Cualidades y valores del emprendimiento y Plan de emprendimiento.

https://elpais.com/ccaa/2019/02/20/madrid/1550660905_114778.html?id_externo_rsoc=FB_CM&fbclid=IwAR1oHJ4sSG3zuArZ2WgO6iYQM3M6ki3i_-oQgQECJy7CwgmvIo9RAC8mbR0

Contenidos educativos: ¿papel o Internet?

Especial contenidos educativosPrimero fue en el sector de la música (del vinilo al CD, al MP3…) y en el cine (de las cintas VHS a los DVD…), y desde hace unos años también ha llegado al sector editorial, de forma que el libro de texto en papel convive obligatoriamente con sus ‘homólogos’ digitales y… con el abundante material disponible en la Red. Pero antes de profundizar en los cambios que se están produciendo y los que llegarán, hay que ver primero cuál es la situación actual de los manuales en papel versus los digitales.

El crecimiento de estos últimos ha sido exponencial en poco tiempo y su evolución sigue rápida: a finales de febrero de 2014 ya se contaban 4.700 registros digitales frente a unos 32.000 en papel, según los datos de Anele, Asociación Nacional de Editores de Libros y material de Enseñanza, que agrupa a 33 editoriales que representan cerca del 90% del total de la facturación del sector.

Este desarrollo no sólo es en cantidad, sino también en calidad: de los primeros manuales digitales —en un archivo en formato PDF o similar que tan sólo dejaba pasar las páginas— a los actuales se ha dado un salto. Ahora algunos ya se crean teniendo en cuenta las posibilidades digitales: con enlaces y elementos multimedia.  Para Javier Celaya, socio-fundador de Dosdoce.com, un observatorio que analiza las nuevas tecnologías en el sector cultural, es evidente que en general han mejorado, “pero lo importante no es tanto la calidad, al fin y al cabo también habría que revisar la de los productos analógicos en cuestiones como diseño, maquetación, producción o tipo de papel utilizado, sino los contenidos. Y en el soporte digital, como en el analógico, hay cosas excelentes y también irrelevantes”.

NUEVOS ‘ACTORES’ Y MÁS MATERIAL

Uno de los principales cambios que se ha producido es que las editoriales y sus libros de texto comparten ahora escenario con otros ‘actores’ que se apoyan en el uso de las TIC para crear contenidos digitales. Era algo esperado como ya advertía un informe realizado en 2008 por la Unidad de Psicología del Consumidor y Usuario de la Universidad de Santiago de Compostela: “[En la actualidad] se echan en falta contenidos especialmente adaptados al contexto escolar. Y la demanda es palpable como lo demuestra el hecho de que, ante la pasividad de la propia industria editorial, sean varios los agentes que se han lanzado en los últimos años a crear materiales educativos digitales”.

Este informe, ‘El libro de texto ante la incorporación de las TIC a la Enseñanza’, identificaba hace ya seis años a los nuevos agentes que entrarían en el mercado, como profesores, bien de manera individual o agrupada; empresas de software genérico y de hardware, como PDIs, tabletas; organismos públicos… Asimismo advertía del ‘riesgo’ de que los fabricantes de dispositivos (sobre todo, de pizarras digitales y de tablets) “crearan sus propios departamentos de generación de software educativo adaptado a sus equipos”.

CUESTIONES MÁS ‘PRÁCTICAS’

Especial contenidos educativos2Y aunque el tiempo, los usuarios (docentes, estudiantes, familias…), las empresas implicadas (editoriales, fabricantes…), las administraciones… irán estableciendo el nuevo marco de sus relaciones, quedan todavía una serie de cuestiones de carácter práctico que deben resolverse y que se resumían en el Congreso Nacional de Contenidos Educativos Digitales celebrado en Mérida en octubre. En la única edición que se ha celebrado de este encuentro hasta la fecha se insistía en la importancia de garantizar el acceso a Internet y de que los docentes contasen con dispositivos digitales. De igual modo es fundamental que el profesorado sepa cómo utilizar los contenidos educativos en el aula y los padres, en casa. Y entre los aspectos que deben mejorarse, están los problemas de conectividad, la pluralidad de los recursos y la baja calidad de algunos de ellos.

Via: http://www.educaciontrespuntocero.com

Según datos del reciente informe El sector ecológico en España 2018, elaborado EcoLogical, el mercado ecológico español, pese a seguir siendo proporcionalmente muy pequeño (1,69% del total), continúa creciendo en dobles dígitos tanto a nivel de mercado interior, con 1.656 millones de euros (+12,55% respecto a 2015), como en lo referente a gasto per cápita, que llega ya a los 36,33€ al año (+12,58%). Estos datos sitúan a España por primera vez entre los diez primeros países por volumen de mercado interior, aunque lejos aún de las principales potencias europeas como Alemania o Francia.

Dentro de ese crecimiento imparable, la alimentación infantil se sitúa como uno de los segmentos de mayor desarrollo. Así lo corrobora el hecho de que la categoría de alimentos infantiles eco se sitúe según el informe como la tercera que mayor representación tiene en las importaciones (entre el 15 y el 20% del total). También los datos del Estudio Iri: El consumo Eco y Bio en España 2017, que muestran cómo la ventas se dispararon un 90% entre 2016 y 2017, un periodo en el que el sector alimentario infantil no ecológico, contrariamente, vio como sus ventas se reducían casi un 3%.

Este crecimiento, a nivel micro, lo han notado también en cadenas de supermercados ecológicos como GranBiBio, donde desde la apertura de su primer súper en 2015, según explica su CEO, Juan Antonio Martínez Rubio, han visto cómo esta familia de productos crecía un 5% anual en el ticket de compra, a lo que habría que añadir el aumento del 10% en el número de referencias. “La alimentación infantil en el sector ecológico es un valor al alza”, explica el responsable. Una opinión que comparte Diego Roig, director de EcoLogical, que añade que el aumento de demanda “no ha pasado desapercibido para la industria agroalimentaria nacional, tanto a nivel de grandes empresas como de nuevas iniciativas empresariales, que han respondido en los últimos años creando nuevas líneas bio para el público infantil”.

Un ejemplo de esta creciente atención por el mercado ecológico infantil es Yammy, la marca de potitos infantiles ecológicos y elaborados como en casa creada por dos padres emprendedores, Lola Zozaya y Alfredo De Lara. En junio de 2017 lanzaron sus primeros productos al mercado. Apenas un año después sus potitos se pueden encontrar ya, incluso, en lineales de grandes superficies y al cierre del primer semestre de 2018 su facturación había aumentado en un 80%. “Vimos que para lanzar un producto de calidad infantil éste, sí o sí, tenía que ser ecológico, ya que creemos que hay una falta de innovación tanto en la variedad de ingredientes como en la calidad de los productos que se ofrecen para los bebés. Otros países del norte de Europa, Asia o Estados Unidos tienen una variedad muy amplia. En España tenemos que cambiar un poco la mentalidad de las cuatro frutas básicas. Y en ellos estamos”, reflexiona De Lara.

La salud como principal motivo de compra

Divulgadores como el doctor en bioquímica y biología molecular por la Universidad de Valencia José Miguel Mulet han querido matizar en los últimos tiempos el reclamo de “saludable” de los productos alimentarios ecológicos. Así, en su último libro, ¿Qué es comer sano? Las dudas, mitos y engaños más extendidos sobre la alimentación (Destino), explica que el contenido nutricional de un producto ecológico y de otro que no lo sea “va a ser muy similar, y eso es lo que señalan la mayoría de los estudios comparativos (…) Por tanto, el consumo de productos ecológicos solo puede justificarse por motivos filosóficos o políticos”.

Sin embargo, según los resultados del estudio de EcoLogical, la salud es la principal motivación de compra de los consumidores ecológicos españoles, seguida de la ausencia de pesticidas y fertilizantes, la calidad superior o el sabor. En un escalón inferior aparecería el cuidado de la naturaleza. “Alrededor de estos argumentos de consumo la principal motivación de los progenitores es el pensar que comprar ecológico les hace ser, en cierto modo, mejores padres”, añade Diego Roig.

Para Juan Antonio Martínez, por su parte, en este tipo de compra “priman los valores que ofrece la alimentación ecológica (productos sin conservantes, ni aditivos y sin trazas de pesticidas) para no poner en peligro la salud de los más pequeños”, algo a lo que habría que añadir el hecho de que los padres consumidores de productos eco buscan para sus hijos “un producto lo más parecido a lo que podrían elaborar de forma natural en su propia casa”.

Saben de esta última y creciente demanda de los padres actuales en Yammy. No en vano, tienen en el proceso de cocinado artesanal y casero de sus potitos uno de sus principales reclamos. “Los padres que compran nuestra marca buscan confianza y calidad. Saben que con nuestros productos sus bebés van a estar realmente nutridos por nuestro proceso de cocinado casero y por los ingredientes naturales que utilizamos. Además, cada vez más buscan que lo que compran no tenga azúcares añadidos, sal o aceite de palma y saben que con nosotros están tranquilos en ese aspecto”, argumenta De Lara.

El boom de los padres millennials

No hay un rango de edad 100% consensuado para abarcar a los miembros de la Generación Y, también conocidos como millennials, pero de forma más o menos aproximada podemos hablar de aquellos nacidos entre 1984 y el año 2000. En todo caso, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente recogidos en el estudio de EcoLogical, este grupo de población que aún no ha llegado a los 35 años acapara el 30% de las compras del mercado ecológico en España, seguido de cerca por la franja de edad de 35-44 años (26%). “Se trata de un fenómeno que se viene produciendo a nivel internacional. Un reciente estudio publicado a finales del año pasado por la Organic Trade Association, la principal organización empresarial bio de EEUU, aseguraba que los millennials son también los principales compradores de productos ecológicos en Norteamérica”, contextualiza Roig.

Y esto es una promesa de crecimiento para el sector ecológico infantil. No en vano, según el director de EcoLogical, “el 25% de los millennials ya son padres y se calcula que en los próximos 15 años ese porcentaje de familias aumentará al 80%, provocando un mayor desarrollo del mercado”. “Se presentan muy buenas expectativas”, corrobora Juan Antonio Martínez Rubio, que no obstante considera que aún queda mucho trabajo por hacer a nivel de “concienciación y comunicación de los valores añadidos que ofrece este tipo de alimentación”.

Afirma por último De Lara que como marca han llegado al mercado eco “en un momento en el que los padres cada vez vigilan más lo que compran para sus bebés”. En ese sentido el cofundador de Yammy considera que a los consumidores bio de toda la vida se han sumado en los últimos años “una gran cantidad de padres que sin ser consumidores bio al 100%, sí empiezan a buscar productos ecológicos porque cuando se trata de la alimentación de sus bebés solo buscan lo mejor y aquello que sea lo más casero y artesanal posible”.

https://elpais.com/elpais/2018/07/09/mamas_papas/1531122349_798142.html

Francia acaba de anunciar que cumplirá con su promesa electoral de prohibir el móvil en las escuelas. Resulta curioso que una promesa así pueda llevar a un político al poder en los tiempos que corren. Spain is different, desde luego. Aquí, acaba de proponerse un proyecto de ley que baja de 14 a 13 años la edad para consentir al tratamiento de los datos —y por lo tanto para darse de alta a una red social—, a pesar de que el marco legislativo europeo recomendaba 16 años a sus Estados miembros. Unos hablan de “una generación pérdida”, mientras que otros aseguran que “la tecnología es neutra y que el impacto dependerá del uso que se haga de ella”.

¿Es neutra la tecnología? Veamos el caso de una tecnología “neutra”: una nevera. Supongamos que cada vez que abrimos la nevera, se enciende la luz. ¿Volveríamos a abrirla varias veces para ver si se ilumina? No hacemos eso, porque nos resulta previsible que ocurra -mientras la bombilla no se funda-. La luz no provoca fascinación, ni adicción, porque no hay descarga de dopamina en el cerebro cuando abrimos neveras. Ahora bien, imaginémonos que cada vez que abrimos una nevera “inteligente”, nos da noticias en directo de la erupción de un volcán en una ciudad cercana, estadísticas de las personas que han pensado en nosotros en tiempo real, nos dice si esos pensamientos fueron positivos o no, y además nos enseña comidas distintas de las que podemos escoger para comérnoslas inmediatamente con una presentación impecable. ¿Cuántas veces abriríamos la nevera cada día? ¿Creemos que el uso de esa nevera no impactaría en nuestros hábitos alimenticios? ¿En nuestro peso? ¿En la cantidad de tiempo que pasamos en la cocina? ¿En el tiempo que dejamos de dedicar a otras actividades?

Decía Marshall McLuhan que “la postura según la cual la tecnología es neutra es la del adormecido idiota tecnológico”. Frase dura, pero de una curiosa vigencia, después de que Mark Zuckerberg haya confesado en uno de los eventos más destacados de su interminable gira del perdón, su comparecencia ante los representantes del Congreso de los Estados Unidos: “hemos creado una herramienta neutra, pero no hemos pensado en como podía ser usada para hacer el mal”. ¿Solución? La contratación de 20.000 personas que revisarán nuestros muros al peine fino y eliminarán los contenidos considerados “no seguros para la comunidad”. Y muy recientemente, Facebook sorprendió una vez más con el anuncio de la contratación de “especialistas en credibilidad de las noticias”, eufemismo divertido por “editor de noticias de medios de comunicación”. Un duro golpe para un medio que siempre se posicionó como “neutro”. ¿Cómo se decide si un contenido es seguro, o no? ¿Cuál es el criterio? El de la neutralidad. La neutralidad todo poderosa de una empresa que se atribuyó a sí misma la infalibilidad para emitir el sello del nihil obstat sobre el contenido emitido y consumido por sus 2.200 millones de usuarios, nada menos que una tercera parte de la población mundial. Ninguna religión, ninguna organización en el mundo tiene actualmente tantos adeptos susceptibles de ser influidos por el incuestionable dogma de la “neutralidad”. Un dogma con tantas fisuras, que se está empezando a convertir en una pesadilla recurrente para Zuckerberg.

Si pensábamos que el impacto que tiene la tecnología depende del uso que se hace de ella, es que nos olvidamos de que, en la vida, no hay nada gratuito. Cuando usamos una herramienta, tenemos que pagar un precio por ella. Otra cosa es que no seamos conscientes de ello, por mucho consentimiento y acuerdo de uso con letra pequeña que hayamos firmado con el dedo. En el caso de las redes, lo que entregas, no es dinero, eres tu mismo. No solo por las horas y por la preciada atención que le dedicas. Va mucho más allá de eso. Las plataformas que ofrecen contenidos en las redes, o que permiten a los usuarios compartirlos, no están en el negocio de entregar contenidos a cambio de nada. Están en el negocio de entregar usuarios a los que patrocinan sus plataformas y esos contenidos, o incluso a terceros. Por lo tanto, la moneda de cambio por el uso de las redes, es el usuario. Eres tú, o es tu hija o tu hijo. Y pronto podrá hacerlo sin tu consentimiento con tan solo 13 años.

Y si pensamos que el impacto no se aprecia, recordemos que 30 segundos de una publicidad en la Super Bowl valen más de dos millones de dólares. Las empresas no gastarían ese dinero si ello no tuviera un impacto directo e inmediato en el consumo o la apreciación de sus productos o de sus marcas. La atención del usuario y su información privada es un bien preciado que nunca había sido objeto de tanto poder económico y político. Tanto es así, que sabemos que una empresa de consultoría política —Cambridge Analytica—, se hizo indebidamente con la información de más de 50 millones de usuarios de Facebook, consiguió influir en el resultado de las elecciones americanas y cambiar el curso de la historia de la democracia.

Hace unos días, Facebook confesó el intercambio de datos de usuarios con al menos 60 empresas, entre ellas Apple, Amazon, Samsung y Microsoft. ¿Quizás sea esa la explicación por la que el joven fundador de Facebook tiene las entradas del audio y de la cámara de su dispositivo tapadas con un celo oscuro? ¿Podemos, entonces, razonablemente asumir que un menor de 13 años tiene la madurez suficiente para dar su consentimiento a una actividad que tiene tantas implicaciones?

Algunos dicen que, si les quitamos el Internet a los jóvenes, es como si les quitáramos la sangre. ¿Es posible defender la neutralidad de una tecnología de la que hablamos en esos términos? La tecnología en una mente no preparada para usarla, difícilmente será neutra. Y menos si está diseñada para la adicción. Nuestros hijos son hijos de su tiempo, y es cierto que su tiempo no es el nuestro. Pero si deseamos lo mejor para ellos, no podemos dejar que sean esclavos de su tiempo; para ello, necesitamos leyes que no dejen a los padres fuera de juego.

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Es preocupante que las faltas no hayan sido erradicadas de la escuela primaria o secundaria y tampoco de la Universidad.

Las oposiciones celebradas el pasado verano para ocupar 20.000 plazas de profesor de enseñanza secundaria y formación profesional arrojaron un dato preocupante: casi el 10% de los puestos quedaron desiertos por las deficientes calificaciones de los aspirantes. Parte de esta escabechina fue fruto de las faltas de ortografía y gramaticales de los candidatos a docentes, una situación que tiende a desembocar en un perverso círculo vicioso. Si quienes están llamados a impartir el magisterio cometen incorrecciones en la utilización del lenguaje, es muy probable que los alumnos las reproduzcan y perpetúen los mismos desaciertos.

Los expertos achacan la ausencia de destreza ortográfica a una deficiente dieta lectora, lo que redunda en una imperfecta expresión y una defectuosa escritura. Por el contrario, manejar los instrumentos lingüísticos de forma correcta permite transmitir ideas y pensamientos con una mayor precisión y de manera más enriquecedora. Los informes internacionales sobre comprensión lectora no dejan a España precisamente en un buen lugar. Destacan que uno de cada cinco alumnos de cuarto de primaria (entre nueve y 10 años) no se siente seguro al leer, aunque solo uno de cada 10 confiesa que coger un libro o un periódico en sus manos es algo que no le gusta.

También aluden los especialistas al impacto que en las generaciones más jóvenes tienen las distintas pantallas —desde el móvil y la tableta hasta la televisión y los videojuegos— y muy especialmente las plataformas de mensajería instantánea y las redes sociales, donde el recurso a las abreviaturas y a los términos coloquiales es una costumbre muy extendida. No ayuda a la hora de expresar conceptos con palabras atinadas el masivo empleo de emoticonos, esas representaciones gráficas que se usan en los mensajes electrónicos para aludir a estados de ánimo, objetos o acciones.

Las faltas de ortografía, que no encuentran corrección en la escuela primaria o secundaria, se reproducen a sus anchas en los ciclos superiores de enseñanza. Profesores universitarios han dado la voz de alarma ante las abundantes faltas, también de acentuación o de puntuación, en los exámenes de los alumnos. Para intentar atajar este problema es preciso que las autoridades educativas tomen conciencia de su dimensión. Incrementar las horas de lengua en primaria y elevar los niveles de exigencia son condiciones necesarias para mejorar la ortografía de los escolares, una tarea que debería apelar a a toda la sociedad, empezando por quienes tienen la misión de educar a los niños y adolescentes.

 

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Cuenta Luz Rello que cuando era pequeña y descubrió a Marie Curie, enseguida supo que quería ser como ella. También que lloró al pensar que, debido a su dislexia, ella jamás sería lo suficientemente inteligente para alcanzar esa meta. Hoy, sin embargo, su nombre se cuela junto al de la científica polaca nacionalizada francesa cuando se trata de ofrecer a las niñas referentes femeninos en el mundo de la ciencia. A través de Change Dyslexia y de la app Dytective Luz Rello ha conseguido visibilizar este trastorno del aprendizaje y agilizar su diagnóstico y las posibilidades de superación. Ahora presenta Superar la dislexia (Paidós), un libro que se mueve a medio camino entre el manual teórico y la biografía, porque en él la científica madrileña ofrece muchos datos científicos y muchos consejos, pero también se desnuda contando aspectos y situaciones personales que hasta ahora no habían salido de su círculo de confianza.

PREGUNTA. Superar la dislexia, como bien dice Juan Carlos Ortega en el prólogo, podría ser un manual sobre la dislexia, pero sin embargo también es un libro muy personal, en el que en cierto modo te desnudas contando muchas experiencias vitales. ¿Ha sido liberador escribirlo?

RESPUESTA. Para mí ha sido difícil escribir el libro. Y no por lo obvio, que es que tengo dislexia, sino por la parte personal, porque he contado cosas que hasta ahora había compartido con muy pocas personas. Al principio solo quería contar en el libro algunas pequeñas anécdotas, pero cuando lo empecé a escribir contacté con algunas madres que me animaron a contar cosas personales porque muchos padres se iban a ver reflejadas en ellas con sus hijos. Más que liberador ha sido un proceso duro, pero si sirve a alguien, bienvenido sea.

P. Este libro y mucho de lo que has conseguido en la vida empezó a nacer cuando eras pequeña, soñabas con ser Marie Curie y un día tras otro te topabas con las dificultades que, en forma de errores ortográficos y suspensos, la dislexia ponía en tu camino. ¿Crees que eres lo que eres hoy gracias en parte a la dislexia?

R. Creo que hay al menos tres cosas que me ha dado la dislexia y de las que me he dado cuenta al escribir el libro. La primera es la perseverancia o tolerancia al error. En investigación nada sale a la primera y veo a compañeros que se frustran, que abandonan investigaciones, mientras yo pruebo y pruebo hasta que consigo lo que quiero. No me afecta que las cosas me salgan mal y creo que esto es algo común en muchas personas con dislexia. La segunda es la capacidad para trabajar en equipo y colaborar, porque si tienes dislexia desde muy pronto te das cuenta de que tú solo no puedes hacer las cosas bien, sino que necesitas confiar y apoyarte en la gente. Y por último diría que me ha hecho en cierto modo tener empatía y mantener los pies en el suelo, porque tengo claro que no me quiero convertir en el tipo de gente que se reía de mí de pequeña.

P. “De pequeña detestaba mis fallos, pero ahora les digo a todos los niños que deben valorarlos, porque en sus fallos está la clave para superar sus dificultades”, escribes en la introducción. ¿Qué sentiste al comprobar que los errores vinculados con la dislexia no eran arbitrarios, que tenían un patrón, que la solución para la dislexia, como escribes, estaba dentro de las personas con dislexia?

R. Flipé. Primero descubrí que existían patrones lingüísticos, que los errores no eran aleatorios. Pero cuando vimos que si eso lo aplicábamos a ejercicios, los niños mejoraban, entonces ya alucinamos. Mi equipo y yo llorábamos de alegría. Toda la vida buscando la solución y resulta que esta estaba dentro de los propios niños con dislexia, que con sus propios errores podían mejorar. Es algo precioso, brutal, se me pone la piel de gallina solo de contarlo.

Sí que quiero dejar claro que los ejercicios de Dytective funcionan en combinación con la terapia que los niños reciben en las clases de apoyo de los colegios. En nuestro estudio con 112 niños hemos visto que hay mejoras significativas al combinar ambos aspectos en comparación con recibir únicamente la atención de los orientadores del colegio. Aún estamos lejos de que una aplicación informática pueda por sí sola ayudar a los pacientes con dislexia, es algo muy personal que necesita el cara a cara.

P. Uno de los problemas es que muchas veces las personas con dislexia y su entorno tardan en comprender qué provoca esos errores, qué hay detrás de ello. ¿Fuiste una afortunada o en tu caso también tardaron en diagnosticarte la dislexia?

R. Me siento afortunada en general, principalmente por la familia que he tenido, que nunca dio importancia a mis notas y nunca me metió presión. He tenido un contexto favorable para poder superar la dislexia aunque a mí me la detectaron tarde, con diez años, estando ya en quinto de primaria, así que creo que los niños de hoy en día tienen que ser más afortunados que yo para que no pasen por cosas que las personas de mi edad hemos tenido que pasar.

P. Justo te iba a comentar eso, que hoy se ha avanzado bastante en ese diagnóstico. ¿Es la precocidad del diagnóstico fundamental para el futuro de los niños con dislexia?

R. Fundamental, por eso nos hemos volcado tanto en que Dytective sea una herramienta gratuita para hacer un primer cribado de dislexia y llegar al máximo número de personas posible.

P. Porque Dytective lo que hace es un cribado, no un diagnóstico, ¿verdad?

R. Exacto. Hace un cribado y si existen posibilidades de tener dislexia te remite al servicio psicopedagógico del colegio o a un profesional externo para tener un diagnóstico. Ahora mismo tenemos en la aplicación una sensibilidad del 81%, es decir, que de cada 10 niños que salen con riesgo de dislexia en Dytective, ocho van a ser disléxicos realmente.

P. ¿Cómo se puede apoyar a un niño disléxico?

R. En la superación de la dislexia hay tres patas fundamentales en las que he querido focalizar mucho en el libro. Por un lado están los padres, que tienen que trabajar mucho en el tema de la autoestima y el apoyo emocional, no presionando a sus hijos, que ya tienen bastante presión del colegio, del terapeuta y de sus compañeros. Por otro está el colegio, que es importante que haga las adaptaciones necesarias, como poner las preguntas de los exámenes en tipografía más grande, leer las preguntas del examen en alto… Y, por último, están los terapeutas, que tienen que seguir con sus terapias y si ya utilizan nuestra aplicación como complemento, pues será la leche.

P. En tu caso cuentas la historia con tu profesora Luisa María Bellot, que en cierto modo fue una especie de ángel de la guarda para ti. Sin embargo, la dislexia está muy relacionada con el fracaso escolar.

R. El año pasado hicimos un estudio en 40 colegios de la Consejería de la Comunidad de Madrid en los que utilizamos Dytective para conocer la prevalencia de dislexia. Aún no está publicado, pero nos sale que es de entre un 6% y un 7%. Saber de este porcentaje cuántos acaban fracasando escolarmente es algo que no está estudiado, aunque seguramente el porcentaje sea alto. Nuestra idea con este estudio, en el que este año ya van a estar incorporados 100 coles de la Comunidad, es hacer un estudio longitudinal para ver dentro de cuatro años lo relacionado que está el fracaso escolar con la dislexia.

P. Dices que el porcentaje seguramente sea alto. ¿Qué falta a nivel educativo para dar la vuelta a estas estadísticas?

R. La verdad es que cuando doy una charla un sábado por la mañana y veo que se plantan allí 200 profesores, mi sensación es que los profesores son personas excelentes, súper motivadas, con ganas de mejorar la calidad de vida de sus alumnos. Creo que lo que sucede es que faltan recursos en el sistema educativo, que faltan orientadores y logopedas en los colegios. Por eso hemos hecho en parte Dytective, por liberar un poco de trabajo a estos profesionales para que puedan atender a más niños con problemas de aprendizaje, aunque lo ideal sería que hubiese más recursos.

P. Supongo que también será importante romper con los estereotipos y los estigmas con los que arrastran los niños con dislexia, como que son vagos, tontos, despistados… Al final, leyendo tu libro, me doy cuenta de que se acaban convirtiendo en autoestigmas. Que tú mismo te los crees.

R. Totalmente. Y a mí me sigue pasando hoy, que para muchos temas sigo teniendo un montón de inseguridades. A mí me dan premios y no me lo creo, escribo correos electrónicos y cuando los envió me entra el miedo de que estén llenos de erratas o en cuanto hay un error pienso que la culpa la tengo yo. Y eso es para toda la vida. En ese sentido sí que veo mejor a niños más jóvenes que han sido diagnosticados antes. Los veo más echados hacia delante, con más confianza en ellos mismos. Pero sí, el estigma al final te lo crees tú, y ya no solo porque te lo digan, sino porque lo ves tú, te das cuenta de que no vas igual que el resto.

P. En ese sentido cuentas en el libro cómo descubriste a Marie Curie, cómo soñaste ser como ella, y cómo te avergonzaste de tu propio deseo “porque en el fondo ya sabía que yo no era lo suficientemente inteligente para llegar a serlo”. Aún hoy, como dices, no te acabas de creer que te den un premio. Imagino que hay que hacer un trabajo muy fuerte con respecto a autoestima, ¿no?

R. Sí, dedico un capítulo en el libro al tema, coescrito con una psicóloga, porque este es un tema del que me preguntan mucho los padres. Y es que es muy importante. Tú imagínate que no te puedes fiar desde que eres pequeño de tu propia percepción. Eso te mina mucho y afecta mucho a tu autoestima.

P. ¿Y qué pueden hacer los padres y profesores para ayudar a los niños con dislexia a trabajar la autoestima?

R. Los profesores tienen que normalizarlo en el aula sin necesidad de decir la palabra dislexia, porque eso ya puede ser una etiqueta para el niño. Y tienen que dejar claro que todos tenemos fortalezas y debilidades y que al niño con dislexia hay que ayudarlo entre todos, de la misma forma que él ayudará a los demás en temas en los que tenga más facilidad. Creo que los colegios deberían fomentar esa ayuda, implicar a la clase estimulando las fortalezas de cada cual.

Y para los padres hay muchos consejos, pero sobre todo les diría que sean transparentes y cariñosos, que si sus hijos tienen una dificultad, se lo digan con sensibilidad, pero con normalidad. Y que apoyen al hijo para superarlo, sin trivializar el problema y sin presionarlo.

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