Con frecuencia nos encontramos en el grupo de Facebook El médico de mi hij@ con consultas sobre situaciones que podrían tener relación con las altas capacidades (AACC):

Hemos tenido reunión con la tutora de mi hija de 5 años y medio y estamos preocupados porque dice que la ve desmotivada, se despista y su comportamiento no es el esperado. Nuestra hija dice que se aburre en el colegio. Y no entendemos qué puede pasar ya que ella siempre ha mostrado interés por aprender, además siempre ha aprendido con facilidad…

Nuestro hijo de 4 años no quiere ir al colegio. Comenzó con mucha ilusión, pero al poco tiempo empezó a decir que no quería ir, que es un rollo, que siempre hacen lo mismo…

El médico de mi hij@

Para ayudar a los padres en la tarea de encontrar información útil, fiable y basada en la evidencia científica, y a la vez, crear una comunidad donde profesionales y familias se enseñen los unos a los otros, nació en 2011 el grupo de Facebook El médico de mi hij@.

En él, profesionales de todos los campos relacionados con la salud infantil, entre ellos su creador, el pediatra y colaborador de este diario Jesús Martínez, atienden a las dudas que nos pueden surgir en el día a día de forma gratuita.

Tenemos un hijo que empezó a leer muy pronto él solo…

Nuestra hija comenzó a hablar cuando era muy pequeña, en el colegio están aprendiendo las vocales y ella se sabe todo el abecedario, escribe y realiza sumas…

Estas, y otras, situaciones, pueden ponernos sobre la pista de unas posibles altas capacidades. Según mi experiencia profesional, cuando se llega a hacer consultas de este tipo es porque se tienen dudas respecto al comportamiento, la inteligencia o sobre una posible precocidad en los hijos. Puede que no se sepa explicar bien qué ocurre, pero las familias notan que a su hijo le sucede algo diferente con respecto a los niños de su edad. Algunos padres sospechan que existen alas capacidades, otros no saben qué es. La realidad es que, cuando existen este tipo de sospechas, lo más probable es que nos encontremos realmente ante altas capacidades, ya que las familias suelen ser quienes primero lo reconocen, aunque no sepan aún ponerle nombre. Incluso cuando eran bebés, puede que los padres notaran que sus hijos, en algunas cosas, estuvieran más adelantados con respecto a lo que correspondería por edad.

Cada niño es único, por eso no siempre es fácil detectarlo. Algunas de las cuestiones que nos pueden poner sobre la pista son:

  • Al comparar su desarrollo, en sus primeras etapas, con otros niños de su edad, dicho desarrollo va más adelantado en uno o varios aspectos (comenzó a andar antes, o a hablar, se expresaba mejor, etc.). A esto nos referimos cuando hablamos de desarrollo precoz en una o más áreas.
  • Tiene muy buena memoria
  • Aprende con facilidad y muestra mucha curiosidad
  • Su lenguaje es más preciso y rico en comparación de otros niños de su edad, su forma de expresarse llama la atención
  • Se aburre en clase
  • Muestra especial interés por temas concretos (el espacio, los animales, el cuerpo humano, la muerte…)
  • Tiene muy desarrollado el sentido de la justicia
  • Es perfeccionista (hasta el punto, a veces, de preferir no hacer algo antes de no hacerlo todo lo bien que querría)
  • Muestra una especial sensibilidad a nivel sensorial (vista, gusto, oído, olfato o tacto)
  • Su forma de razonar y de relacionar conocimientos llama la atención con respecto a su edad cronológica

Estos son algunas de las cuestiones que podrían alertar, aunque hay más. Es importante tener en cuenta que no tienen por qué darse todas a la vez, ni las mismas en cada niño. Este paso se denomina identificación y supone el primer paso del proceso. Una vez identificado, comienza un largo y apasionante camino. Tras la detección e identificación, hay que pasar al siguiente paso: la evaluación con la que se definirá el perfil individualizado que desembocará en una necesaria y adecuada intervención.

¿Es necesario intervenir? Esta es una decisión que tomará cada familia. Sin embargo, es importante saber que las altas capacidades están legalmente reconocidas como necesidades específicas de apoyo educativo y que, por lo tanto, requieren de una intervención en el ámbito escolar. Las medidas a tomar son muy variadas y habrá que estudiar cuáles serán las necesarias en cada caso.

Ante cualquier sospecha, lo recomendable es acudir a un profesional experto en altas capacidades que te orientará y acompañará en todos los pasos de este emocionante camino que hoy emprendes. Contestará a tus dudas y te aportará toda la información necesaria.

Pero también es verdad que en torno a las altas capacidades existen muchos mitos, estereotipos e ideas erróneas debido a la desinformación y a la falta de formación específica. Puede que te encuentres con recomendaciones del tipo de “tienes a tu hijo sobreestimulado”, o “frena un poco el aprendizaje de tu hijo porque si no se va a aburrir”, o “es mejor no evaluar para no etiquetar”, o “¿este es el listo? Pues yo no lo veo, además le encanta jugar al fútbol”. O, simplemente, un “vamos a ser prudentes no sea que se le pase” o “el niño no puede tener altas capacidades ya que no saca sobresalientes en todo y tiene problemas de lectoescritura”. Y así hasta un larguísimo etcétera.

En todos estos casos, se incurre en errores como el de confundir capacidad (potencial) con rendimiento (resultado) o el de pensar que las altas capacidades son algo mágico que lo puede todo. La realidad es que se podría presentar, a la vez, alguna dificultad. También se cree que todos los niños con altas capacidades tienen que tener gafas, no gustarles el deporte…o escuchar a Mozart…Y la realidad es bien distinta, no son clones, son personitas individuales y particulares con muy diversos gustos y características.

Así que te dejo con otro de mis consejos: “no fuerces, no frenes”. Sigue el ritmo que marque tu hijo, ese será el que necesita.

Marta María Peláez es psicóloga, Educadora Infantil, Mediadora y Orientadora Familiar. Es también experta en Altas Capacidades.

http://elpais.com/elpais/2017/04/19/mamas_papas/1492586588_301379.html

Cuando nuestros abuelos eran pequeños, tenían solo un abrigo para el invierno. ¡Solo uno! En aquella época de vacas flacas, incluso tener un abrigo se consideraba un lujo. Por eso, los niños lo cuidaban como un bien precioso. En aquellos tiempos se solía tener lo mínimo indispensable. Y los niños eran conscientes del valor y la importancia de sus cosas.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces y nos hemos convertido en personas más sofisticadas. Nos gusta tener muchas opciones e intentamos que nuestros hijos tengan todo lo que desean y, si es posible, mucho más. Sin embargo, no nos damos cuante de que al mimarles excesivamente contribuimos a crear un ambiente en el que pueden proliferar los trastornos mentales.
De hecho, se ha demostrado que un exceso de estrés durante la infancia aumenta las probabilidades de que los niños desarrollen problemas psicológicos. Así, un niño sistemático puede ser empujado a desarrollar un comportamiento obsesivo y un pequeño soñador puede perder su capacidad para concentrarse.
En este sentido, Kim Payne, profesor y orientador estadounidense, llevó a cabo un experimento muy interesante en el cual simplificaron la vida de los niños diagnosticados con un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Al cabo de tan solo cuatro meses, el 68% de estos pequeños habían pasado de ser disfuncionales a ser clínicamente funcionales. Además, mostraron un aumento del 37% en sus aptitudes académicas y cognitivas, un efecto que no pudo igualar el medicamento más prescrito para este trastorno, el Ritalin.
Estos resultados son, en parte, extremadamente reveladores y, por otra parte, también son ligeramente atemorizantes ya que nos hace preguntarnos si realmente les estamos proporcionando a nuestros hijos un entorno sano desde el punto de vista mental y emocional.
¿Qué estamos haciendo mal y cómo podemos arreglarlo?

¿Cuándo mucho se convierte en demasiado?

A inicios de su carrera, este profesor trabajó como voluntario en los campos de refugiados, donde tuvo que lidiar con niños que sufrían estrés posttraumático. Payne apreció que estos niños se mostraban nerviosos, hiperactivos y continuamente expectantes, como si algo malo fuera a pasar de un momento a otro. También eran extremadamente cautelosos ante la novedad, como si hubieran perdido esa curiosidad innata de los niños.
Años más tarde, Payne apreció que muchos de los niños que necesitaban su ayuda mostraban los mismos comportamientos que los pequeños que provenían de países en guerra. Sin embargo, lo extraño es que estos niños vivían en Inglaterra, por lo que su entorno era completamente seguro. Entonces, ¿por qué mostaran síntomas típicos del estrés postraumático?
Payne piensa que aunque los niños de nuestra sociedad están seguros desde el punto de vista físico, mentalmente están viviendo en un entorno similar al que se produce en las zonas de conflictos armados, como si su vida peligrara. Estar expuestos a demasiados estímulos provoca un estrés que se va acumulando y obliga a los niños a desarrollar estrategias para sentirse a salvo.
De hecho, los niños de hoy están expuestos a un flujo constante de información que no son capaces de procesar. Se ven obligados a crecer deprisa ya que los adultos colocan demasiadas expectativas sobre ellos, haciendo que asuman roles que en realidad no les corresponden. De esta manera, el inmaduro cerebro de los niños es incapaz de seguir el ritmo que impone la nueva educación, y se produce un gran estrés, con las consecuencias negativas que este provoca.

Los cuatro pilares del exceso

Como padres, normalmente queremos darle lo mejor a nuestros hijos. Y pensamos que si un poco está bien, más será mejor. Por eso, ponemos en práctica un modelo de hiperpaternidad, nos hemos convertido en padres helicóptero que obligan a sus hijos a participar en una infinidad de actividades que, supuestamente, les preparan para la vida.
Por si no fuera suficiente, llenamos sus habitaciones de libros, dispositivos y juguetes. De hecho, se estima que los niños occidentales tienen, como media, 150 juguetes. Es demasiado, y cuando es demasiado, los niños se sienten abrumados. Como resultado, juegan de manera superficial, pierden el interés fácilmente por los juguetes y por su entorno y no desarrollan su imaginación.
Por eso, Payne afirma que los cuatro pilares del exceso sobre los cuales se erige la educación actual de los niños son:
1. Demasiadas cosas
2. Demasiadas opciones
3. Demasiada información
4. Demasiada velocidad
Cuando los niños son abrumados de esta forma, no tienen tiempo para explorar, reflexionar y liberar las tensiones cotidianas. Demasiadas opciones terminan erosionando su libertad y les roba la oportunidad de aburrirse, que es fundamental para estimular la creatividad y el aprendizaje por descubrimiento.
Poco a poco, la sociedad ha ido erosionando la maravilla que implica la infancia, hasta tal punto que algunos psicólogos se refieren a este fenómeno como “la guerra contra la infancia”. Basta pensar que en las dos últimas décadas los niños han perdido una media de 12 horas semanales de tiempo libre. Incluso los colegios y las guarderías han asumido una orientación más académica.
Sin embargo, un estudio realizado en la Universidad de Texas ha desvelado que cuando los niños juegan deportes bien estructurados se convierten en adultos menos creativos, en comparación con los pequeños que han tenido mucho tiempo libre para jugar. De hecho, los psicólogos han notado que la forma de jugar moderna genera ansiedad y depresión. Obviamente, no se trata solo del juego más o menos estructurado sino también de la falta de tiempo.

Simplificar la infancia 

La mejor manera de proteger la infancia de los niños es decir “no” a las pautas que la sociedad pretende imponer. Se trata de dejar que los niños sean simplemente eso, niños. La vía para proteger el equilibrio mental y emocional de los niños consiste en educar en la simplicidad. Para lograrlo es necesario:
– No atiborrarles de actividades extraescolares que, a la larga, probablemente no le servirán de mucho.
– Dejarles tiempo libre para que jueguen, preferentemente con otros pequeños o con juguetes que puedan estimular su creatividad, no con juegos estructurados.
– Pasar tiempo de calidad con ellos, es el mejor regalo que pueden hacerles los padres.
– Crear un espacio de tranquilidad en sus vidas donde puedan refugiarse del caos cotidiano y aliviar el estrés.

– Asegurarse de que duermen lo suficiente y descansan.

– Reducir la cantidad de información, asegurándose de que esta sea comprensible y adecuada a su edad, lo cual implica hacer un uso más racional de la tecnología.

– Simplificar su entorno, apostando por menos juguetes y cerciorándose de que estos estimulan realmente su fantasía.

– Disminuir las expectativas sobre su desempeño, dejándoles que sean simplemente niños.

Recuerda que los niños tienen toda la vida por delante para ser adultos, mientras tanto, deja que sean niños y disfruten de su infancia.

Fuentes:
Bowers, M. T. et. Al. (2014) Assessing the Relationship Between Youth Sport Participation Settings and Creativity in Adulthood. Creativity Research Journal; 26(3): 314-327.
Payne, K.J. (2009). Simplicity Parenting. New York: Ballantine Books.

Los alumnos de secundaria que aprenden Música se desempeñan mejor en otras asignaturas como Matemáticas, Ciencia y Lengua que sus compañeros sin estudios musicales, según un análisis que publica este lunes la revista Journal of Educational Psychology.

“En los sistemas de educación pública de América del Norte, los cursos de artes, incluidos los de música, comúnmente reciben menos recursos que aquellos considerados como ‘académicos’, incluidas las Matemáticas, la Ciencia y el Inglés”, señaló uno de los autores del estudio, Peter Gouzouasis, de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá.

Para el análisis se tuvieron en cuenta cursos como jazz vocal, piano de conservatorio o orquesta, entre otros

 

Para esta investigación, los expertos usaron los registros académicos de 112.916 alumnos que comenzaron el primer grado entre 2000 y 2003; completaron los tres últimos años del secundaria e hicieron el examen estándar de Matemáticas, Ciencia e Inglés (en el décimo o el duodécimo grado). De esos alumnos, sólo el 13% había participado por lo menos en un curso de música entre los grados décimo y duodécimo.

Además, para el análisis se tuvieron en cuenta cursos como banda de concierto, piano de conservatorio, orquesta, banda de jazz, coro de concierto y jazz vocal. Los autores del estudio no consideraron cursos de música general o de guitarra porque no requerían de una experiencia musical previa, y en el caso del primero, no exigían crear música o practicarla.

No consideraron cursos de música general o de guitarra porque no requerían de una experiencia musical previa

“Los estudiantes que participaron en Música, que obtuvieron un mayor desempeño en Música y estuvieron muy implicados en Música tuvieron mejores notas en los exámenes de todas las asignaturas, mientras que estas asociaciones fueron más pronunciadas para aquellos que tomaron Música instrumental más que vocal”, dijo Gouzouasis.

El investigador subrayó que “de media los menores que aprendieron a tocar un instrumento musical durante muchos años y ahora tocan en una banda y orquesta del instituto de secundaria tienen el equivalente a un año de adelanto respecto a sus compañeros en capacidades de Inglés, Matemáticas y Ciencia”.

“Los estudiantes que participaron en Música, tuvieron mejores notas en los exámenes de todas las asignaturas”

Peter Gouzouasis, uno de los autores del estudio

Un dato que sorprendió a los académicos fue la consistencia de la relación entre la música y esas tres asignaturas, que se mantuvo en alumnos de diferente sexo, etnia y antecedentes socioeconómicos, entre otros.

“Aprender a tocar un instrumento musical y tocar en un grupo es muy exigente. Un estudiante que tiene que aprender a leer las notas musicales desarrolla la coordinación ojo-mano, capacidades de escucha y de equipo para tocar en un grupo y desarrolla disciplina para practicar”, destacó Gouzouasis. “Todas estas experiencias de aprendizaje desempeñan un papel en promover las capacidades cognitivas de los menores y su autoeficacia”, indicó el experto.

https://www.lavanguardia.com/vida/20190625/463106770636/estudiantes-musica-analisis-expertos.html?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_content=vida&fbclid=IwAR0VNO2dPYbsNyRqcXp-VG140uvIALguIsNXXe5x3QjcUph3xubhEAZ3sRo

En Los Que No hemos lanzado una nueva campaña de comunicación con el fin de advertir sobre el riesgo de iniciarse en el consumo de alcohol en los contextos de veraneo incidiendo está vez en los peligros de las redes sociales y la permisividad familiar.

A continuación os mostramos la entrevista completa a Raúl Izquiero, Coordinador Técnico y Psicólogo de los que no, así como los diferentes vídeos con la entrevista de la nueva Delegada para el PNSD y el coloquio con las chicas adolescentes.

ENTREVISTA A RAÚL IZQUIERDO, COORDINADOR TÉCNICO Y PSICÓLOGO DE LA ASOCIACIÓN DUAL

¿En qué sentido la familia puede convertirse en un factor de riesgo en el inicio del alcohol?
En principio si las familias se convierten en un factor de riesgo es de manera involuntaria, no lo pretenden. Puede suceder por acción, en el caso de algunos padres o madres que hacen uso o abuso habitual del alcohol en el contexto no tanto diario sino como de fin de semana o que lo connotan como algo festivo, como el “reposo del guerrero”, por fin hemos llegado al fin de semana y nos podemos aliviar de esta manera. Eso sería por acción. Por omisión, algo que venimos repitiendo desde hace ya tiempo. En el caso de los contextos de veraneo, en el pueblo, cuando las familias se relajan y ceden el control y la supervisión del hijo pequeño a un tercero que suele ser otro menor del grupo, que es primo u otro familiar un poco más mayor, que se va a encargar de cuidar de él no tenemos constancia de a qué se dedica esa persona.
¿En ocasiones los padres son demasiado permisivos con sus hijos?
Efectivamente, si los padres no tienen claro que tienen que poner límites firmes y que deben poder defenderlos puede suceder que esa laxitud se convierta en un potenciador del inicio del consumo de alcohol. Aquí nos enfrentamos al dilema del modelado. Imaginaos padres que fuman o que hacen uso razonable del alcohol y que se plantean que como le van a prohibir a su hijo lo que ellos hacen. Esto se resuelve de una manera muy sencilla: los padres y madres pueden fumar y beber al amparo de la ley, los menores no, el menor está fuera de la ley y los padres deben hacer valer la ley dentro de su casa.
¿Qué consejos se puede dar a los padres para evitar estas situaciones?
Ante todo mucha calma. Esa es la idea y una vez que ya tenemos bastante calma, insistimos en crear espacios para el diálogo con nuestro hijo, abrirnos a la escucha, sin sorpresas, sin prejuicios, sin dramatismos, que nos pueda contar, que pueda compartir con nosotros por ejemplo si hay algún amigo suyo que bebe o que fuma o este tipo de cosas. Recabar su opinión porque es importante, preguntarle qué opinan otros del grupo sobre eso. Nos parece muy importante configurarnos como agentes honestos, sinceros y confiables y accesibles.
¿Por qué las redes sociales suponen un factor de riesgo?
A nuestro modo ver el riesgo que entraña las redes sociales surge fundamentalmente de que quiebran las defensas o los elementos de protección que el menor o su familia dispone de cara a los agentes de riesgo. Me explico: imaginemos que un menor se queda en casa porque no va a ir a un botellón porque sus padres le dicen que no vaya o porque él decide no ir, bueno pues el botellón va a atravesar las paredes, las puertas y las ventanas de casa y va a aparecer en su teléfono móvil en su habitación de manera que el de manera activa o pasiva va a participar de este fenómeno.
¿Qué efecto causa en el menor que lo recibe?
La persona que lo recibe, en este caso el menor, aparece en su teléfono móvil como una hazaña incuestionable. En otro tiempo, si él no ha ido al botellón y se lo cuentan sus amigos cada uno le contara una visión subjetiva […] En el caso de cuando te mandan un vídeo a través de una red social eso es una verdad absoluta, es una hazaña incuestionable y tú no has participado de ella.
¿Cuáles son las redes sociales potencialmente más peligrosas?
Cualquier red social que deje fuera del control y supervisión a los padres, que en el intercambio de información y contenido, los padres no sepan nada, no puedan participar, cualquier red social que curse así, es especialmente peligrosa. Yo hablaría de las de intercambio de contenidos y de mensajes de forma instantánea probablemente son las más peligrosas en este momento.
¿Cuáles son los contenidos que más se difunden?
Hasta donde sabemos suelen ser en botellón en forma de desafío o reto, de hazaña: cuántas veces me he bebido no sé qué, cuántas cosas me he tomado aparte del alcohol, y qué cosas he hecho luego. Incluso mandan vídeos que a lo mejor podrían resultarnos vergonzantes como alguien cayéndose repetidas veces que ellos lo toman a chanza. Y en vez de ser algo criticado por el menor se convierte en un logro.
¿Cómo funcionan las redes sociales en relación a la presión de grupo?
Tengamos en cuenta que el botellón al final es que la mayoría lo hace con lo cual el que no participa de él se margina. Y tengamos en cuenta que en las redes sociales la presión de grupo se multiplica, ya no son tus amigos de tu localidad, de tu entorno, de tu barrio, muchas veces son los amigos de otra parte de Madrid, del pueblo, de otras partes, los que te están presionando porque tú eres un mojigato, porque tú no participas de eso.
¿Qué pueden hacer los padres ante estas situaciones?
Los padres tienen que poder intervenir y la forma de intervenir adecuada es intervenir y poder pactar con el menor, siempre intentando llegar a acuerdos. Ahora bien, si no hay forma de llegar a acuerdos se interviene. Vamos a ver, los padres compran el teléfono, pagan la línea, tienen que tener derecho a poder ver lo que se hace con los móviles, los ordenadores o las tabletas. Si no podemos negociar solo nos queda el camino de la imposición, que no es un derecho, es un deber, porque los padres deben proteger a sus hijos en controlar lo que hacen, deben poder supervisar, deben tener un papel fundamental en lo que hacen sus hijos en las redes sociales.
El inicio en el alcohol también tiene algo de rito de paso hacia la vida adulta, ¿no es así?
Claro, algo que está intrincado en nuestra cultura, el alcohol forma parte de nuestra cultura, es la idea de que en algún momento hay que empezar a beber y la certeza, probablemente compartida por toda la sociedad, de que eso va a suceder antes de la mayoría de edad. De modo que cuando por primera vez el menor se emborracha o bebe alcohol eso pueda ser interpretado por los padres como algo normal, como la primera piedra hacia la madurez. Un hito hacia la vida adulta. Eso es una auténtica perversión, eso no puede ser así.
Es habitual que las celebraciones se hagan con alcohol
Podemos entender que a lo mejor al acabar los exámenes y al haber aprobado todo se celebra, ¿no?. Siempre repetimos aquí que si España gana el Mundial nos emborrachamos y si pierde, también. Forma parte de nuestra cultura que si has conseguido un éxito todo el mundo piensa que lo tienes que celebrar emborrachándonos.
¿Los padres no tienen autoridad para imponerse?
Deberíamos hacer crítica de si eso es adecuado o no. Lo que ocurre a menudo es que los padres de alguna manera son muy tolerantes con eso que entienden que ellos hicieron bien en su día. De hecho, conocemos padres que presumen de que los jóvenes de antes sí sabían emborracharse y los de ahora no. Eso es una auténtica locura. Nosotros sí sabíamos emborracharnos no tiene nada de positivo, incitamos al menor a que compita con nosotros, a que acepte el desafío. Es una barbaridad: no existe saber beber, no existe saber emborracharse.

Entrevista Plan Nacional Sobre Drogas
María Azucena Martí, Delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas

¿Qué aspectos destacaría como principales factores de protección o riesgo frente al consumo de alcohol en menores de edad?
Cuando hablamos de factores de protección es importantísimo inculcar en la persona el que sabe y puede protegerse, cuidarse, sacar de sí el mejor rendimiento tanto a nivel físico con el deporte, como a nivel intelectual, o como a nivel laboral. Que tenga expectativas de mejora de su capacidad, ponerse pequeños retos, luego más grandes retos y que pueda ir cumpliéndolos. Es muy importante este factor de protección. Y después el otro, el que vive en un entorno donde puede participar, es decir, puede mejorar también aquellas condiciones sociales o aquellas condiciones del entorno donde él participa y mejora.
¿Cree que en ocasiones los padres se enfrentan al dilema del modelado y les resulta difícil prohibir a sus hijos algo que ellos hacen?

Hay que tener en cuenta que el adolescente lo que tiene percibido en el alcohol —porque lo tiene percibido porque es lo que les hemos enseñado a nivel social— es que el alcohol crea euforia, crea fiesta, crea vínculo, crea desinhibición, crea esa experimentación de llegar a ciertos límites… Pero eso no lo ha aprendido porque sí, eso lo ha aprendido porque hay un modelaje a nivel social desde nuestros ritos, desde nuestra cultura, desde nuestra sociedad de que es así. No podemos pedirle a un adolescente que se regule en algo que nosotros no estamos regulándonos a nosotros. Por eso es tan importante la figura de estos padres en las que no es lo habitual beber porque estemos en reuniones o porque sea el vehículo para relacionarnos a nivel social o para relacionarnos incluso con nosotros mismos, es decir, “llego a casa, abro la nevera y me tomo la cerveza y uy, qué bien, así he cerrado el día”. Todos estos son modelajes que tenemos que evitar porque no podemos enseñar a nuestros hijos sin darnos cuenta que el relajarnos es con esa cerveza o esa copa de vino, que buscar ese momento de estar a gusto contigo mismo sea buscado a través de esto, o que encontrarnos con el resto de familia sea con ese alcohol por delante, porque entonces estamos perpetuando esa imagen del alcohol como vehículo social, euforizante o relajante.

¿Qué consejos se le puede dar a los padres? Mira, yo lo diría poniendo un ejemplo que yo creo que ya lo tenemos bastante más interiorizado, que es el del tabaco. Así de claro. Es decir, al igual que ya no fumas delante de tu hijo, al igual que ya no fumas si quieres transmitir y cuidarte en la salud, no fumas ya de una manera habitual aunque hayas sido fumador. Muchos padres que ya no fuman, que ya no fuman delante de sus hijos, que en el entorno más próximo no fuman tampoco y eso hace que cada vez vayan fumando menos, que se vayan dando cuenta de que tienen mejor salud, y por lo tanto cada vez menos, menos, hasta que dejan de fumar si en algún momento han fumado. Si no han fumado tampoco ven normal que haya gente de su entorno que fume delante de sus hijos. Igual que ya lo tenemos interiorizado en el tabaco, pues el trabajo que tenemos por delante es que hagamos lo mismo con el alcohol, es decir, delante de nuestros hijos pequeños no beber, y si en algún momento determinado por alguna circunstancia que sea uno dice “oye, me tomo una copa de champán”, una copa de vino se explica. Es decir, “ya sabes que habitualmente no bebo pero en este momento sí”, se le puede explicar y se le puede decir, tampoco se trata de escondernos o de no hablar de algo que puede ser un momento determinado.

¿En qué sentido las redes sociales suponen un factor de riesgo?

Las redes sociales y la publicidad, en general también, es decir, todo aquello que va a los medios colectivos, a la colectividad, hay una influencia en la adolescencia fundamental. Y en las redes sociales ¿qué vendemos? ¿Qué se vende? Pues se vende pertenencia, se vende que estoy integrado dentro de, que pertenezco a un colectivo, o que pertenezco a una moda. Lo que se está vendiendo es esto.

¿Cuáles son las recomendaciones que deberían seguir los padres en relación a este factor de riesgo?

Buscando, fomentando, también a través de la familia, estando ahí la familia, viendo las redes sociales en las que te mueves, no como una fiscalización, sino como un acompañamiento, cuáles son tus amigos, en qué grupos te estás moviendo y buscar también la familia que grupos son también los más adecuados para este fin del que te estaba hablando, para que este niño o niña tenga ese sentimiento de pertenencia, pero al mismo tiempo desarrollo de capacidad, al mismo tiempo tenga la sensación de que está haciendo algo por él, también por el grupo, por la sociedad, y también está el que es vulnerable, el que tiene unos riesgos.

¿Cómo se debe afrontar la cuestión en casa?

Hay que negociar, hay que llegar a acuerdos, y cuando se llega a un acuerdo que establece unos límites, respetar esos límites, ya no por parte del adolescente, que él, en esos momentos de la vida es transgredir, porque es lo que en esa edad toca por evolución. Es el padre el que tiene que ser el que dice “no se cumple” y yo lo que estoy es acompañándote en el cumplimiento de esa norma. De esa manera vamos enseñando que la norma tiene una serie de compensaciones y que saltarse la norma tiene una serie de grabaciones, es decir, de pérdidas. Pues ahí es donde también los padres tenemos que aprender que establecer normas y hacerlas cumplir es la mejor de las enseñanzas que le vamos a dar a nuestros hijos.

Ya sabe que el anterior equipo del PNSD planteaba multar a los padres de adolescentes que tuvieran episodios reiterados de comas etílicos. ¿Qué le parece esa medida?

Siempre las mejores medidas son las educativas: hacer participar a los padres de qué vamos a diseñar, qué recursos vamos a elegir dentro de los que tenemos para implementar valores, habilidades… Para el mejore desarrollo del niño o la niña que hayan podido tener problemas, es lo que mejor funciona, implicarlos.


Diálogo entre Jimena Alfonso y Teresa Sánchez, adolescentes de 15 años, con el psicólogo Raúl Izquierdo.


Sobre el inicio en el alcohol
Jimena:
Yo conozco gente que empieza a beber antes, tipo 12 ó 13 años.
Teresa:
Yo creo que 13 años empieza la gente a beber.
Raúl:
¿Y dónde beben? ¿En botellones?

Teresa:
Pues muchísima gente ya lo hace en botellones
Jimena:
Nuestro entorno, donde nosotros vamos a fiestas y tal, es en casas, “tengo la casa sola, mi madre no está, mi padre no está, se ha ido de viaje”.
Sobre los botellones
Jimena:
Suele haber gente que no bebe, pero…
Teresa:
Bastante, cuando nosotras vamos a una fiesta hay x personas que beben y x personas que no beben, y cuando la gente se emborracha, ayudan.
Jimena:
Los que no beben suelen ayudar, están ahí para ayudar a los que están mal.
Teresa:
A ver, no están ahí para eso, pero contribuyen a que no les pase nada.

Sobre los abusos de alcohol en los botellones
Raúl:

¿Qué pasa, se descontrolan mucho?
Teresa:
Pues depende de la persona, hay personas que beben, saben beber y saben controlarse. Si yo le digo por ejemplo para ya, paran. Pero hay muchísima gente que me ha pasado, que les digo para ya y que les tengo que quitar la copa o lo que sea, y siguen y siguen, y luego pasa lo que pasa, y acaban mal y somos los que no bebemos los que tenemos que ayudarles.
Contexto de consumo alcohol
Jimena:
Yo conozco gente, sobre todo las fiestas de mi pueblo, gente de 12 ó 13 años que es la primera vez que beben, por decirlo así, y están con gente de 18 o 20 años que les compra el alcohol y es: “venga a que no puedes beberte esto”, “acábate la botella”…
Teresa:
Y lo hacen para quedar bien.
Jimena:
Entonces les incitan, y tener que venir la ambulancia y llevárselo.
Sobre la presión social
Teresa:
Yo creo que eso pasa con la gente que es un poco más pequeña, en plan con 13 o 14 años, que para integrarse socialmente y todo, intentan estar como a la altura de los que son un poco más mayores y tal, pero luego ya cuando han bebido más y tienen más experiencia en esto, simplemente lo hacen para pasar el rato. No hacen coas de haber quién bebe más y tal.
Sobre los vídeos que se comparten de botellones
Raúl:
¿Os llegan vídeos de chavales que están bebiendo y os los mandan?

Jimena
Sí, casi siempre, siempre que hay una fiesta. Siempre llega un vídeo o un audio.
Teresa:
Siempre cae alguna historia de Instagram, algún vídeo que se hace, fotos, audios que graba la gente, así que luego los escuchan o los ven al día siguiente y dicen ¿esto qué es? Y la gente en esas ocasiones lo que hace es reírse. Sí que es verdad que hay gente en algún grupo que ha mandado nuestros amigos cosas así, vídeos de ellos que iban mal o lo que sea, nos hemos reído, ha habido gente que también ha dicho ¿qué hacéis?, tened cuidado. Solemos decirles tened cuidado, que no os pase nada, pero también nos reímos de la situación un poco porque ver a tus amigos así… no nos deberíamos reír pero nos reímos un poco.
Jimena:
La mayoría de veces te ríes porque ves a tu amigo haciendo el tonto, diciendo cualquier chorrada.
Teresa:
Y porque se les ve, en plan, si mandan un vídeo por ejemplo de tus amigos que están mal. Imagínate que te mandan un vídeo de un amigo tuyo vomitando o que no puede andar, pues ahí no me hacen nada de gracia, pero si ves a tus amigos que sabes que están bien…
Sobre los mensajes que se comparten
Teresa:
Como en verano no podemos quedar tanto y tal, porque unos están en la playa, otros están en su pueblo no sé qué, como que para seguir manteniéndonos así  nosotros seguimos hablando por el grupo que tenemos casi todos, como nuestro grupo más cercano. Nos seguimos hablando por ahí casi siempre, nos seguimos mandando vídeos de donde estamos, con quien estamos, tal.
Jimena:
Entonces, yo que sé, una dice “mira lo que hice anoche”, y entonces la otra dice “jajaja, yo mira lo que voy a hacer mañana”, tal.
Teresa:
Y luego también en Instagram la gente lo sube un montón, videos, fotos, boomerangs, cosas así, y lo ves también.
Sobre la opción de no ir a un botellón
Jimena:
La mayoría de la gente yo creo que sí.
Teresa:
A ver, nosotras sí que vamos pero aunque no bebamos ni nada porque nos lo queremos pasar bien.
Jimena:
Claro porque al final te lo pasas bien, tipo bailas, estás con tus amigos.
Teresa:
Estás con la música, conoces a un montón de gente, es lo mejor. Ósea beber no es lo mejor, simplemente es como conocer a gente de otros colegios, del entorno de otros amigos tuyos, estar con música, estar con tus amigos tal.
Jimena:
Luego también te ríes de la gente que va mal, tipo, “venga” yo que sé, empiezan a hacer el chorra, a cantar.
Raúl:
Claro, pero si tú, por ejemplo, si hay una fiesta el sábado y tú no vas, pues ya no tienes plan, ¿o qué?
Jimena:
Sí.
Raúl:
Osea la forma de relacionarte con un grupo es, en este momento, si hay una fiesta con alcohol hay que ir porque si no, no salgo, ¿es así o no?
Jimena:
Sí, bueno.
Teresa:
Bueno no, yo creo que no. Hay muchísimos planes a parte de ir a fiestas con alcohol o con tabaco, cosas así, también se pueden hacer muchísimas cosas. Nosotras hay un montón de fines de semana que hacemos planes que, a lo mejor, no sé, cosas como ir al cine, o ir por Sol, por Fuencarral o cosas así.
Jimena:
Sí, pero yo creo que la mayoría de gente, tipo ¿prefieres ir al cine con dos amigas a verte una peli y a cenar, o prefieres irte de fiesta a bailar, a pasártelo bien con más gente? La mayor parte.
Teresa:
Depende de la personalidad de la gente, hay que gente que prefiere unas cosas.
Raúl:
¿Pero de lo que conocéis que dirías que es lo que elegirían?
Jimena:
Yo creo que ir de fiesta.
Teresa:
Sí, ir de fiesta.
Sobre la permisividad de los padres
Jimena:
“Papá me voy a estudiar esto, papá me voy a la piscina, papá, mamá, nos vamos a dormir a casa de no sé quién”.
Teresa:
La gente coge y si tú por ejemplo le dices a tus padres me voy a casa de “x” personas, luego te puedes ir a otros sitio y pueden enterarse o puedes no enterarse, y si se enteran pues claramente es peor.
Jimena:
Pero la mayoría de veces no se enteran.

Permisividad familiar y redes sociales, factores de riesgo en el inicio del alcohol en menores

Una campaña de Asociación DUAL con la colaboración del Plan Nacional sobre Drogas pone el foco en los factores que desencadenan que los jóvenes se inicien en el consumo temprano en el alcohol.

En ocasiones la familia se convierte de “manera involuntaria” en un factor de riesgo: “si yo bebo, cómo voy a prohibir beber a mi hijo”, algunos padres se enfrentan al dilema del modelado según Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de Asociación DUAL.

“Muchos padres no son conscientes del daño que puede provocar el alcohol en el desarrollo cerebral de sus hijos adolescentes por lo que no le dan importancia a esa conducta”, María Azucena Martí, delegada del Plan Nacional sobre Drogas.

En las redes sociales la presión de grupo se multiplica: aunque un joven decida no ir a un botellón, el botellón aparece en su teléfono móvil como una hazaña incuestionable. “El que no participa se margina”, señala Raúl Izquierdo.

“Siempre que hay una fiesta llegan fotos, vídeos, audios o historias de Instagram de gente bebiendo”, Jimena y Teresa, adolescentes participantes en la campaña.

Madrid, 27 junio de 2018.- La permisividad del entorno familiar y la sobreexposición y el intercambio de contenidos en redes sociales suponen un factor de riesgo importante en el inicio temprano de consumo de alcohol para menores de edad. Así alerta una campaña impulsada por Asociación DUAL en colaboración con el Plan Nacional sobre Drogas que pone el foco en los factores de riesgo y las situaciones que pueden desencadenar que un adolescente comience a beber alcohol.
En relación al primer factor, “algunos padres sienten que les falta autoridad”, explica Raúl Izquierdo, psicólogo y director técnico de Asociación DUAL. Según el experto se enfrentan al dilema del modelado, “padres que hacen un uso razonable del alcohol y que se plantean cómo van a prohibir a sus hijos algo que ellos hacen”.

En estos casos, la familia se convierte en un factor de riesgo “de manera involuntaria, no lo pretenden”, especifica. “Se trata de padres o madres que hacen un uso habitual del alcohol en un contexto de fin de semana, no necesariamente diario, y lo connotan como algo festivo”, detalla el psicólogo.

En palabras de María Azucena Martí, delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (PNSD), la familia es el “factor de protección más importante frente a las adicciones, aunque lo contrario también es cierto: cuando la familia no funciona adecuadamente se convierte en un fuerte factor de riesgo”.

En ese sentido, la delegada del PNSD alerta de que vivimos en una sociedad en la que “el consumo de alcohol está muy normalizado”. “Muchos padres no son conscientes del daño que puede provocar el consumo de alcohol en el desarrollo cerebral de sus hijos e hijas adolescentes y eso hace que no den importancia a esta conducta y por esta razón no establecen normas y límites al respecto”, lamenta Martí.

Padres que asumen en algún momento hay que empezar

Otras ocasiones el inicio en el alcohol es interpretado por los padres como “algo normal, un rito de paso hacia la vida adulta”, indica Raúl Izquierdo. Según el psicólogo, estas situaciones suelen darse por ejemplo como motivo de celebración o premio “al acabar los exámenes o en un contexto de verano, en el pueblo o en las vacaciones”, donde “los padres bajan la guardia”. “El alcohol forma parte de nuestra cultura y muchos padres asumen la idea de que en algún momento hay que empezar a beber, lo cual es una auténtica perversión”, afirma Izquierdo.

Hay también casos de padres “muy tolerantes” con algo que entienden que ellos hicieron bien en su día y “presumen de que los jóvenes de antes sí sabían beber y los de ahora no”, advierte. “Esto no tiene nada de positivo y lo que hacemos es incitar al menor a que compita con nosotros: de cara al menor no existe el saber beber, no existe el saber emborracharse”, comenta de forma tajante el psicólogo.

El botellón en el móvil

En relación a las redes sociales, el principal riesgo es que quiebran las barreras de protección del menor. “Imaginemos el caso de un menor que decide voluntariamente no ir a un botellón y se queda en casa, el botellón va a atravesar las paredes de su casa y va a aparecer en la pantalla de su móvil”, detalla Raúl Izquierdo. “De manera activa o pasiva va a participar de él”, añade.

Según afirma el psicólogo, en las redes sociales “la presión de grupo se multiplica”. “Tengamos en cuenta que la mayoría de los adolescentes hacen botellón y el que no participa de él se margina, es un mojigato”, explica el psicólogo. “El adolescente, por lo general, no quiere ser el raro, quiere ser como todos sus amigos”, complementa la delegada del PNSD.

Por eso, aunque todas son potencialmente un riesgo en la medida en que “dejan fuera de control y supervisión a los padres”, las redes sociales más peligrosas son las de “intercambio de contenidos y mensajes de forma instantánea”, alerta.

Para la delegada del Plan Nacional sobre Drogas, las redes sociales son “especialmente susceptibles a la publicidad y el marketing del alcohol”, algo que contribuye a la “normalización del consumo”.

Además, los vídeos se presentan como una “hazaña incuestionable”, concreta el director técnico de Asociación DUAL. “Muchas veces son vídeos de menores borrachos que en muchos casos resultan vergonzantes y que en lugar de ser criticados se convierten en un logro o un motivo de chanza”, lamenta Raúl.

“Siempre que hay una fiesta cae un vídeo, una historia de Instagram, fotos o audios que graba la gente, no nos deberíamos reír, pero la mayoría de las veces, te ríes”, confiesan Jimena y Teresa, dos jóvenes de 15 años, participantes en la campaña de Asociación DUAL.

Escuchar sin dramatismos y llegar a acuerdos

Para evitar situaciones de riesgo, el psicólogo aconseja a los padres poner límites a sus hijos y evitar que esa laxitud se convierta en un potenciador en el inicio en el alcohol. “No hay que perder la calma, hay que buscar espacios de diálogo con nuestro hijo, abrirnos a la escucha pero sin prejuicios ni dramatismos”, recomienda.

También es importante recabar la opinión del menor, “que nos pueda contar si algún amigo de su grupo bebe, preguntarle qué le parece a él, configurarnos como agentes honestos, sinceros, accesibles y confiables”, considera.

En opinión de María Azucena Martí los padres deben apostar por la comunicación y el afecto y reforzar los vínculos familiares. “Hay que interesarse por las cosas que les preocupan, dedicarles tiempo a saber cómo se sienten, cuáles son sus problemas”, aclara la delegada del PNSD.

Asimismo, los padres deben intervenir y pactar con el menor, “siempre llegando a acuerdos”, detalla el experto. “Los padres compran el teléfono, pagan la línea y tienen derecho a poder ver qué se hace con los móviles, los ordenadores o las tabletas”, señala el psicólogo. Y si no se puede negociar, hay que intervenir: “la imposición no es un derecho, llegado el caso es un deber, los padres deben proteger, controlar y supervisar lo que hacen sus hijos en redes sociales”, expresa Raúl Izquierdo.

Para la delegada del Plan Nacional sobre Drogas, los padres deben poner normas y límites claros respecto al consumo y poner los medios para que se cumplan. “En la adolescencia siempre hay conflictos porque es una época de rebeldía pero es importantísimo no enfrentarnos por todo y seleccionar los puntos de conflicto más importantes”, apunta.

Por último, la delegada reclama el papel de los padres en las políticas de prevención. “Las leyes de alcohol han encontrado muchas barreras y pocos apoyos, los padres y madres deben ser agentes activos en el apoyo de estas políticas”, finaliza la delegada del Plan Nacional sobre Drogas.

Asociación DUAL

Es una entidad sin ánimo de lucro, pionera en la creación de programas, servicios y centros específicos para el colectivo de personas afectadas por una Patología Dual (trastorno mental y adicción a sustancias), sus familiares y los profesionales vinculados a su tratamiento.

Desde 2012, desarrolla la campaña ‘Los Que No’ dirigida a jóvenes, padres y educadores a través de una página web y redes sociales donde se promueven actividades alternativas, talleres y valores sin aludir al alcohol. Una de sus iniciativas es la Universidad para Jóvenes Emprendedores Creativos, un sitio web que ofrece contenidos para que los jóvenes desarrollen sus competencias personales y sociales al tiempo que apela a la capacidad creativa y al emprendimiento como motivación.

Más información en www.patologiadual.com .

Natalia De Agustín, de 17 años, no ha acabado este año el curso en su instituto de Madrid. Ha dejado los estudios porque no podía soportar más la situación de acoso que, según ha ido denunciando, sufre desde hace nueve años. Es un relato complejo, de una niña que empieza a tener problemas en un centro, cambia a otro, y luego se traslada también de distrito, pero se encuentra de nuevo con las mismas compañeras que le hostigaban, o con otras que conocen a las primeras y toman el relevo. Así hasta en cuatro centros.

Primero una o dos niñas que la insultaban, luego un grupo, acoso en las redes sociales. Mensajes del tipo:»Me han contratado para matarte». Persecuciones por la calle, palizas mientras la grababan con el móvil. Pasó dos meses ingresada en el hospital. Un rosario de denuncias en la policía, reuniones en los centros, dos juicios. Todo inútil, según su experiencia. Al final, el pasado mes de febrero, Natalia lo dejó. La historia que cuenta su familia es la de un sistema que no funciona, no sabe atajar el problema y, es más, según ellos, trata de ocultarlo. “El sistema no te da soluciones, y si no aceptas lo que hacen te acaba expulsando, que es lo que ha acabado pasando a nuestra hija”, acusa su padre, Luis De Agustín, que hace tres años, junto a su madre, Raquel Rodríguez, y la propia alumna, ya denunciaron lo que estaba ocurriendo a este periódico.

El suicidio de un menor de 13 años, en Getxo, el pasado 16 de junio, que había denunciado sin éxito acoso escolar durante años ha vuelto a demostrar que a veces estos casos se subestiman. La madre de ese chico ha escrito un duro mensaje en redes sociales contra el colegio: “Yo lo avisaba. Ellos miraron para otro lado. Ahora que no me vengan con chorradas”.

“A ver si te suicidas”

En 2017, cuando dos chicas agredieron a Natalia, una le dijo: “A ver si te suicidas de una vez que es lo que queremos todas”, según su relato. Tras un juicio, las dos menores acabaron condenadas a trabajos sociales e indemnizaciones en 2018. En otro, pendiente ahora del recurso, otras dos menores fueron absueltas. Aunque su padre afirma que siete agentes municipales y la directora del instituto testificaron a su favor, y que una de las menores reconoció que había pegado a su hija y la otra, que había sido expulsada del centro.

¿Qué ha fallado en el caso de Natalia para que deje de estudiar? Para la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, nada. Esto es lo llamativo, muy representativo de los continuos choques entre familias e instituciones sobre el acoso escolar. La consejería cuestiona a la menor y a su familia. No considera que en el episodio del último instituto, el que la ha llevado a dejar de estudiar, se haya producido acoso, y no entrar a valorar lo ocurrido a Natalia en los años anteriores. Asegura que se abrió el protocolo y se cerró al considerar que no existía. Es más, apuntan que la menor “lleva desde febrero sin acudir a clase, sin justificar” y que tuvo problemas en el centro donde estuvo antes.

Se refiere al caso pendiente de sentencia definitiva: precisamente una de las acusadas se matriculó en el centro donde estaba Natalia y pese a sus advertencias, acabó en su misma clase. El centro argumentó que no podía hacer nada porque no había una condena contra ella. Luego empezaron los problemas.

Hay un choque de realidades: la consejería de Madrid cuestiona a Natalia

«La consejería, en el momento en el que tiene conocimiento de un supuesto caso de acoso actúa inmediatamente enviando a los equipos de inspectores y psicólogos a los centros. Y allí es donde se recaba la información y se determina si es un caso de acoso o no. Ni se tapan casos ni se minimizan», afirma. «Somos los primeros interesados en que esta lacra desaparezca. De ahí el decreto aprobado hace unas semanas sobre convivencia escolar, que determina incluso sanciones para todos aquellos que no desvelen la existencia de un caso de estas características”.

La Comunidad argumenta que los casos bajan, pero porque cree que la mayoría no lo son: en el curso 2015-2016 se presentaron 573 denuncias y solo se admitieron 179, el resto se desestimaron; en 2017-2018 se recibieron 407 y solo se estimaron 83. La conclusión de la consejería es que los casos de acoso escolar se han rebajado en un 54% en la última legislatura.

Al margen de quién tenga razón, es sintomático que un grave problema de menores degenere en un enfrentamiento tan hosco entre una familia y la Administración. Pero son más familias y se repite en toda España. Los cursos con mayor potencial de riesgo son quinto y sexto de primaria y primero y segundo de secundaria.

En 2015, también causó una gran conmoción el caso de Diego, un alumno de un colegio de Villaverde, en Madrid, que se suicidó tras dejar una carta a sus padres: «Ya no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir». La reflexión de su padre, Manuel González, que en los tribunales no consiguió que se reconociera el acoso escolar, también es muy amarga: “Mi experiencia, como la de los padres de Natalia, como la de la mayoría de la gente, es que la Comunidad de Madrid nunca ve nada, todo les parece bien, solo piensan en taparlo”.

La Asociación Madrileña Contra el Acoso Escolar (Amacae) es igual de contundente: “El caso de Natalia es el más sangrante que hemos tenido en cinco años, es de manual. La consejería de Educación solo quiere tapar todo, es lo habitual”, asegura María José Fernández. Sus datos son muy distintos: en 2016-2017 atendieron 500 casos; al año siguiente, 700; y en el primer trimestre de este año llevan 100, el doble que el año pasado. “Cuando llegan aquí ya están desesperados, porque nadie hace nada. Y si dejan de ir a clase se arriesgan a una multa por absentismo y hasta un expediente de tutela de los servicios sociales. Si denuncias, te persiguen”. En su opinión, hay un problema de fondo: “El sistema culpabiliza a la víctima, minimiza, dicen que hay un conflicto, no lo tratan como acoso, lo disfrazan. Se han gastado un montón de dinero en un programa de convivencia y quieren hacer ver que funciona y bajan las estadísticas. ¿Cómo es posible, si estamos todas las asociaciones de España desbordadas? Estamos como en la violencia de género hace 30 años”.

Igual de severo es el informe que acaba de presentar Amnistía Internacional sobre el acoso escolar en España. Concluye: “Son miles los casos de acoso escolar que no se documentan como consecuencia de la ausencia de datos, una formación inadecuada y una rendición de cuentas deficiente”. Asegura, en resumen, que las cifras oficiales no son reales. “Es totalmente cierto que se tapan los casos. En Extremadura, por ejemplo, el porcentaje oficial de casos es del 0,02%, eso es imposible”, explica Koldo Casla, uno de los autores del informe. Amnistía ve un abismo de cifras según quién las dé: los últimos datos de la OMS, de 2014, hablan de un 7,5% de niños y un 4,3% de niñas, una media inferior a la europea. Pero muy lejos del 0% y el 1% que sostienen las comunidades autónomas. El 96% de las denuncias que llegaron al teléfono de acoso del Ministerio de Educación en 2017 no se remitieron a la inspección. Amnistía realizó 125 entrevistas y dos profesores, uno de Badajoz y otro de A Coruña, les dijeron lo mismo: “Si un director dice que en su centro no hay acoso, es que o no sabe lo que pasa en su colegio o está mintiendo”.

Una asociación de familias acusa a los centros de querer tapar el ‘bullying’

La primera toma de conciencia del problema en España, por su impacto social y mediático, fue el caso del niño Jokin, en 2004, en el País Vasco. A partir de ahí se desarrollaron los protocolos de acoso en todas las comunidades autónomas, aunque pasar del papel a la sensibilidad real ha costado mucho más. “Desde hace cinco años hemos visto un cambio. Antes era un tabú total y los centros no querían hablar de acoso, no querían abrir el protocolo, mucho menos los privados, que son más herméticos. Va cambiando. Ahora ya en algunos casos es casi es al revés, se denuncia enseguida, y a veces lo ven donde no hay, son problemas de convivencia mal gestionados”, explican tres de los 170 agentes tutores de la Policía Municipal de Madrid, que intervienen en estos casos. “Te llegan padres con niños de tres o cinco años que hablan de acoso, y a esa edad es imposible”, certifican especialistas de la Unidad Central de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, con 217 delegaciones en España.

“Es más fácil de demostrar el ciberacoso, por los pantallazos, y el físico, por las secuelas, y también si se somatiza o hay testigos. Si es psicológico o de aislamiento, es más difícil”, reflexionan las agentes de Policía Nacional. La parte más difícil es implicar en la solución a todos los involucrados en el problema. “Los padres del presunto acosador lo niegan siempre y no aceptan que su hijo puede necesitar ayuda. Luego les enseñas los whatsapp y se desmoronan o le dan un guantazo allí mismo. Y eso que a veces estos niños tienen rasgos de líder, con habilidades sociales, pero mal canalizadas», explican los agentes municipales. Al final, si no hay avances, la solución de muchos padres simplemente es cambiar de colegio, como ha hecho Natalia De Agustín durante años.

Muy pocas condenas

Una instrucción de la Fiscalía General del Estado de 2005 aconsejó resolver los casos en el propio centro, pero cuando los padres presentan una denuncia el asunto se judicializa. Entonces entra en otra dimensión, la penal, más árida y que habitualmente crea más descontento. Porque además de ser una experiencia desagradable, solo una pequeña parte de lo que llega acaba en condenas. “Nos llega una avalancha de denuncias, pero el acoso escolar no existe en el Código Penal. Hay que probar otras cosas: lesiones, delitos contra la integridad moral…”, explican portavoces de la Fiscalía de Menores de Madrid. Su último informe anual apuntaba con preocupación que en 2017 tramitó 192 denuncias y archivó 81, el 42%, porque los implicados eran menores de 14 años y, por tanto, sin responsabilidad penal. Aunque consideraba que estos casos no eran acoso, sino “conflictos propios de la convivencia en el ámbito escolar e, incluso, desavenencias de los progenitores de los menores con el centro escolar”.

Por eso la Fiscalía de Menores también es objeto de fuertes críticas de los padres: “Te sientes tratado como un delincuente, están acostumbrados a asuntos más graves y para ellos esto son tonterías de críos”, acusa Luis De Agustín. Natalia relata que la primera vez que fue a declarar el fiscal vio su voluminoso expediente y le dijo: “Mira, yo no me voy a leer el Quijote”. Su padre contó el episodio en un programa de televisión y el funcionario le llamó para disculparse. La Fiscalía asegura que su personal está formado y es sensible al problema. En cuanto al fiscal que atendió a Natalia, dejó el puesto tras la polémica.

Y Natalia, ¿qué va a hacer ahora? «No sé, vivir, curarme, y no callarme más. Fue duro dejar el instituto, pero decidí no sufrir más. Ahora pienso en volver a pisar un instituto y es muy doloroso, verte rodeada de gente y sentirte indefensa».

«Hay una enorme ligereza de los padres con los móviles»

Policía Nacional y Policía Municipal de Madrid coinciden: “Los móviles han cambiado todo”. Según su experiencia, la mayoría de los casos de bullying derivan en ciberacoso. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que tienen móvil el 45,2% de los menores de 11 años, el 75% de los de 12 y el 92% de los de 14. El propio hecho de no tener móvil puede ser motivo de aislamiento. “Antes en las charlas preguntábamos quién tenía móvil. Ya no, los señalas”, explican los agentes tutores de Madrid. “La charla que antes dábamos a chavales de 15 años la damos ya en primaria. El móvil es regalo de primera comunión. Hay una enorme ligereza de los padres con los móviles, es como si les dieran un ciclomotor sin explicarles las reglas y cómo se conduce”.

La Policía Nacional ofrece charlas de ciberacoso, y aunque son de diez horas los centros las piden, porque están muy preocupados. De 2014 a 2018, el cuerpo ha impartido más de 24.600 charlas sobre acoso y más de 59.800 sobre los riesgos de internet. La adicción a los videojuegos es otro problema: “No saben distinguir la ficción de la realidad y el acoso a veces empieza en el chat del propio juego”.

https://elpais.com/sociedad/2019/07/07/actualidad/1562516513_480279.html?ssm=FB_CM&fbclid=IwAR0u1SbK-Yz8DEF4r_9ll0S2H1YLR_-ua9ixPRa0QZnyXouBTQgiBC1-fp4

El curso escolar 2019/2020 comenzará entre la primera  y la segunda semana de septiembre de 2019, en función de cada comunidad autónoma. Aquí van las fechas de inicio del curso en cada región.  

Andalucía

Educación infantil y primaria 10 de septiembre

ESO, Bachillerato y FP, el 16 de septiembre

Cada provincia tiene su propio calendario escolar: Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga, Sevilla

Aragón

Las clases de Educación Infantil, Primaria y Educación Especial se iniciarán el martes 10 de septiembre de 2019

Educación Secundaria Obligatoria, incluidas las enseñanzas para adultos, y Bachillerato se iniciarán el viernes 13 de septiembre de 2019

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Asturias

Educación Infantil, Primaria y Educación Especial: 10 de septiembre

Secundaria Obligatoria, Bachillerato: 13 de septiembre

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Baleares

En infantil, primaria, secundaria, bachillerato y educación especial, el curso comenzará el 11 de septiembre de 2019

Consulta aquí el calendario oficial.

Canarias

Educación Infantil y Primaria: 9 septiembre

ESO, FP y Bachillerato: 11 septiembre

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Cantabria

Infantil y primaria: 9 de septiembre

ESO y Bachillerato: 11 de septiembre

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Castilla-La Mancha

Segundo ciclo de educación infantil, primaria y educación especial comenzarán el día 9 de septiembre

Las enseñanzas de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato comenzarán el día 12 de septiembre de 2019.

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Castilla León

Segundo ciclo de educación infantil, educación especial y primaria: 9 de septiembre

Educación secundaria obligatoria y bachillerato: 16 de septiembre.

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Cataluña

Segundo ciclo de educación infantil, Primaria, ESO, Bachillerato y Ciclos formativos de grado medio empezarán el 12 de septiembre

Consulta aquí el calendario escolar.

Extremadura

Segundo ciclo de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Especial y Educación Secundaria Obligatoria: 12 de septiembre

Bachillerato, FP: 13 septiembre

Consulta aquí el calendario escolar oficial.

Galicia

Segundo ciclo de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Especial: 11 septiembre

ESO, Bachillerato y FP: 16 septiembre

Consulta aquí el calendario escolar.

La Rioja

Educación Infantil y Primaria, Centros de Educación Obligatoria y Centros específicos de Educación Especial 6 de septiembre

ESO, FP: 9 septiembre

Consulta aquí el calendario escolar.

Madrid

Centros de Educación infantil y primaria empiezan el 9 de septiembre.

Los centros de educación secundaria y bachillerato, Ciclos de FP básica y Ciclos Formativos de grado medio y superior, el 10 de septiembre

Consulta aquí el calendario escolar.

Murcia

Segundo ciclo de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Especial: 6 septiembre

ESO, Bachillerato y FP: 16 septiembre

Consulta aquí el calendario escolar.

Navarra

Cada centro educativo aprueba en base a unas determinadas normas su propio calendario, y puede por ello haber variaciones de un centro a otro.

Segundo ciclo de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Especial: no antes del 4 de septiembre y no después del 6 de septiembre

ESO, Bachillerato: ESO y 1º de Bachillerato: 5 ó 6 de septiembre. 2º Bachillerato: 5 de septiembre

FP: 6 septiembre

Consulta aquí las normas para fijar el calendario en cada centro.

País Vasco

Segundo ciclo de educación infantil y Primaria, ESO y Bachillerato en centros públicos: las actividades lectivas no podrán comenzar antes del día 9 de septiembre de 2019.

Consulta aquí las normas para fijar el calendario escolar

Valencia

En Educación Infantil y Educación Primaria, se iniciarán el 9 de septiembre de 2019
En Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato se iniciarán el 9 de septiembre de 2019

Consulta aquí el calendario escolar