El conocido escritor Peter Walsh pronunció unas palabras realmente inteligentes al afirmar: “Ama lo que tienes, ten lo que necesitas, sé feliz con menos”. Un buen ejemplo para trasladar a nuestro niños a la hora de evitar el consumismo excesivo.
Actualmente vivimos en constante carrusel de emociones provocado por los continuos mensajes publicitarios e informativos que nos rodean. Si la cohabitación es compleja para un adulto formado y con las ideas claras, ¿cómo puede caer en la mente de un niño cuyos mecanismos de defensa están en pleno desarrollo?
Como dice la psicóloga Katy Gutiérrez, no es extraño observar cada día más a menudo escenas con niños llorando, en plena pataleta, dentro de un centro comercial o tienda porque sus padres no les compran lo que quieren.
“Mientras las universidades logran robots que se parecen cada vez más a los seres humanos, no sólo por su inteligencia probada sino ahora también por sus habilidades de expresar y recibir emociones, los hábitos consumistas nos están haciendo cada vez más similares a los robots”-Jorge Majfud-
Consecuencias del consumismo excesivo en el niño
El consumismo excesivo no tiene buenas consecuencias para nadie. Si pensamos que provoca adultos más infelices, cabe imaginar el efecto devastador que tiene sobre la formación y educación infantil.
Plegarse a las peticiones constantes de un niño, expuesto a todo tipo de impactos publicitarios, provoca jóvenes que reaccionan como pequeños tiranos ante el “no”. Si no tenemos un criterio claro a la hora de establecer límites, les trasladaremos nuestra falta de claridad y se aprovecharán de nuestras dudas.
El consumismo excesivo provoca un mayor consumo. Así, cuando alimentamos al impulso de adquirir o comprar para calmar nuestra ansiedad, este impulso se hace más grande y más fuerte, menos controlable. Si a esto le sumamos que nuestro pequeños aún no tienen la corteza pre-frontal totalmente desarrollada, nos podemos encontrar un un verdadero problema.
Los niños son grandes negociadores de manera natural y no dudan en poner a prueba nuestra paciencia, hasta límites insospechados, con tal de acabar obteniendo lo que quieren. Además de insistentes, aprenden a utilizar argumentos rápidamente -como el de que ese juguete lo tienen el resto de niños de su clase y no quiere ser el “raro”- o a prometer algo a cambio, como el buen comportamiento.
¿Por qué se provoca este efecto actual?
En este sentido, encontramos influencias actuales que provocan el consumismo excesivo en los más pequeños de la casa. Una principal y muy importante es la falta de tiempo que un padre dedica a su pequeño, cuya culpabilidad puede ser suplida erróneamente por regalos y dádivas.
Otros efectos actuales que afectan al consumismo excesivo son el aumento del poder adquisitivo, el menor número de hijos de las familias de hoy en día y las campañas publicitarias cada día más agresivas y creativas.
“Nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva y predispone a actuar de manera egocéntrica y materialista”-Zygmunt Bauman-
También la facilidad en las formas de pago y la falta de paciencia y creatividad a la hora de afrontar una situación de pataleta en una zona pública pueden provocar el cansancio por parte de los padres que terminan por ceder. ¿Qué es una chocolatina frente a la posibilidad de que “esté callado un rato”?
Estrategias para evitar el consumismo excesivo en los niños
El hecho de que el niño pida algo no tiene por qué ser necesariamente negativo. Se convierte en un problema cuando es excesivo y cae en conductas realmente perjudiciales para su salud. Sin embargo, hay estrategias que se pueden plantear para evitar estas situaciones:
- Dar una paga al niño es una buena opción. De esta forma lograrás que el pequeño tenga que aprender a administrar su propio dinero y comprenda el esfuerzo que requiere ganarlo.
- Habla con tu hijo para saber de dónde vienen sus necesidades. Cuando pida algo, pregúntales por qué lo quiere, para qué lo va a usar, dónde lo guardará… Poco a poco podrás enseñarle la diferencia entre capricho y necesidad.
- Otro ejercicio importante, para que el pequeño no caiga en conductas de consumismo excesivo, es mostrarle que un consumidor inteligente busca y compara. Él se sentirá atraído por lo primero que vea y le llame la atención. Tú deberás mostrarle la importancia de informarse antes y adquirir el mejor producto para que aprenda a ser más responsable.
- La importancia de la manufactura es un valor importante en este punto. Si puedes, trata de hacer con tu pequeño los objetos que quiere. No solo es un ejercicio de comunicación y diversión padre e hijo, también es útil para mostrar el valor de lo que se desea.
- Fomentar hábitos saludables de consumo es un ejercicio necesario. Predica con el ejemplo para que el pequeño aprenda a comprar cuanto necesita y se pueda permitir. Si unos padres compran todo lo que ven y con exceso, es difícil inculcar al pequeño los valores del ahorro y la administración.
Evitar el consumismo excesivo en el pequeño es un ejercicio de responsabilidad con su propia formación y educación. Así, tu hijo aprenderá valores y forjará una fuerte personalidad que no se dejará influenciar con facilidad por cualquier influencia externa.
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