Cuando estás viviendo una vida apretada, cada minuto cuenta. Sientes que deberías tachar algo de la lista de cosas pendientes, mirar una pantalla, o salir corriendo hacia el siguiente destino. Y no importa en cuántas partes dividas tu tiempo y atención, no importa cuántas tareas trates de hacer a la vez, nunca hay suficiente tiempo para ponerse al día.

Esa fue mi vida durante dos años frenéticos. Mis pensamientos y acciones estaban controlados por notificaciones electrónicas, melodías para el móvil y agendas repletas. Y aunque cada fibra de mi sargento interior quería llegar a tiempo a todas las actividades de mi programa, yo no.

Verás, hace seis años, fui bendecida con una niña relajada, sin preocupaciones, del tipo de quienes se paran a oler las rosas.

Cuando tenía que estar ya fuera de casa, ella estaba ahí, toda dulzura, tomándose su tiempo para elegir un bolso y una corona con purpurina.

Cuando tenía que estar en algún sitio desde hacía cinco minutos, ella insistía en intentar sentar y ponerle el cinturón de seguridad a su peluche.

Cuando necesitaba pasar rápidamente a comprar un bocadillo en Subway, se paraba a hablar con la señora mayor que se parecía a su abuela.

Cuando tenía 30 minutos para ir a correr, quería que parase la sillita para acariciar a cada perro con el que nos cruzábamos.

Cuando tenía la agenda completa desde las seis de la mañana, me pedía que le dejase cascar y batir los huevos con todo cuidado.

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Mi niña despreocupada fue un regalo para mi personalidad de tipo A, orientada al trabajo, pero yo no lo vi. Oh no, cuando tienes una vida apretada, tienes visión de túnel – solo ves el siguiente punto en tu agenda. Y todo lo que no se pueda tachar de la lista es una pérdida de tiempo.

Cada vez que mi hija me desviaba de mi horario, me decía a mí misma: «No tenemos tiempo para esto». Así que las dos palabras que más usaba con mi pequeña amante de la vida eran: «Date prisa».

Empezaba mis frases con esas dos palabras.

Date prisa, vamos a llegar tarde.

Y las terminaba igual.

Nos lo vamos a perder todo si no te das prisa.

Comenzaba el día así.

Date prisa y cómete el desayuno.

Date prisa y vístete.

Terminaba el día de la misma forma.

Date prisa y lávate los dientes.

Date prisa y métete en la cama.

Y aunque las palabras «date prisa» conseguían poco o nada para aumentar la velocidad de mi hija, las pronunciaba igualmente. Tal vez incluso más que las palabras «te quiero».

La verdad duele, pero la verdad cura… y me acerca a la madre que quiero ser.

Entonces, un día trascendental, las cosas cambiaron. Habíamos recogido a mi hija mayor del cole y estábamos saliendo del coche. Como no iba lo suficientemente deprisa para su gusto, mi hija mayor le dijo a su hermana: «Eres muy lenta». Y cuando se cruzó de brazos y dejó escapar un suspiro exasperado, me vi a mí misma – la visión fue desgarradora.

Yo era una matona que empujaba y presionaba y acosaba a una niña pequeña que sólo quería disfrutar de la vida.

Se me abrieron los ojos, vi con claridad el daño que mi existencia apresurada infligía a mis dos hijas.

Aunque me temblaba la voz, miré a los ojos de mi hija pequeña y le dije: «Siento mucho haberte metido prisa. Me encanta que te tomes tu tiempo, y me gustaría ser más como tú».

Mis dos hijas me miraban igualmente sorprendidas por mi dolorosa admisión, pero la cara de mi hija menor tenía un brillo inconfundible de validación y aceptación.

«Prometo ser más paciente a partir de ahora», dije mientras abrazaba a mi pequeña, que sonreía con la promesa de su madre.

Fue bastante fácil desterrar las palabras «date prisa» de mi vocabulario. Lo que no fue tan fácil era conseguir la paciencia necesaria para esperar a mi lenta hija. Para ayudarnos a las dos, empecé a darle un poco más de tiempo para prepararse si teníamos que ir a alguna parte. Y a veces, incluso así, todavía llegábamos tarde. En esos momentos me tranquilizaba pensar que solo llegaría tarde a los sitios unos pocos años, mientras ella fuese pequeña.

Cuando mi hija y yo íbamos a pasear o a la tienda, le dejaba marcar el ritmo. Y cuando se paraba para admirar algo, intentaba quitarme la agenda de la cabeza para simplemente observar lo que hacía. Vi expresiones en su cara que no había visto nunca antes. Estudié los hoyuelos de sus manos y la forma en que sus ojos se arrugan cuando sonríe. Vi cómo otras personas respondían cuando se paraba para hablar con ellos. Observé cómo descubría bichos interesantes y flores bonitas. Era una observadora, y aprendí rápidamente que los observadores del mundo son regalos raros y hermosos. Ahí fue cuando por fin me di cuenta de que era un regalo para mi alma frenética.

Mi promesa de frenar es de hace casi tres años, y al mismo tiempo empezó mi viaje para dejar de lado la distracción diaria y atrapar lo que de verdad importa en la vida. Vivir en un ritmo más lento todavía requiere un esfuerzo extra. Mi hija pequeña es el vivo recuerdo de por qué tengo que seguir intentándolo. De hecho, el otro día, me lo volvió a recordar.

Habíamos salido a dar un paseo en bicicleta durante las vacaciones. Después de comprarle un helado, se sentó en una mesa de picnic para admirar con deleite la torre de hielo que tenía en la mano.

De repente, una mirada de preocupación cruzó su rostro. «¿Tengo que darme prisa, mamá?»

Casi lloro. Tal vez las cicatrices de una vida acelerada no desaparecen por completo, pensé con tristeza.

Mientras mi hija me miraba esperando a saber si podía tomarse su tiempo, supe que tenía una opción. Podía sentarme allí y sufrir pensando en la cantidad de veces que le había metido prisa a mi hija en la vida… o podía celebrar el hecho de que hoy intento hacer algo distinto.

Elegí vivir el hoy.

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«No tienes que darte prisa. Tómate tu tiempo», le dije tranquilamente. Su rostro se iluminó al instante y se le relajaron los hombros.

Y así estuvimos hablando de las cosas de las que hablan las niñas de seis años que tocan el ukelele. Incluso hubo momentos en que nos sentamos en silencio simplemente sonriendo la una a la otra y admirando las vistas y sonidos que nos rodeaban.

Pensé que mi hija se iba a comer toda la maldita cosa – pero cuando llegó al último pedazo, me pasó la cuchara con lo que quedaba de helado. «He guardado el último bocado para ti, mamá», me dijo con orgullo.

Mientras el manjar saciaba mi sed, me dí cuenta de que había hecho el negocio de mi vida.

Le di a mi hija un poco de tiempo … y, a cambio, ella me dio su último sorbo y me recordó que las cosas son más dulces y el amor llega con más facilidad cuando dejas de correr por la vida.

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Ya se trate de …

Tomarse un helado

Coger flores

Ponerse el cinturón de seguridad

Batir huevos

Buscar conchas en la playa

Ver mariquitas y otros bichos

Pasear por la calle

No diré: «No tenemos tiempo para esto». Porque básicamente estaría diciendo: «No tenemos tiempo para vivir».

Hacer una pausa para deleitarse con los placeres simples de la vida es la única manera de vivir de verdad.

(Confía en mí, he aprendido de la mejor experta del mundo.)

http://www.huffingtonpost.es/rachel-macy-stafford/el-dia-en-que-deje-de-decir-date-prisa_b_3747873.html

El ajedrez puede ser una actividad extraescolar muy educativa. Jugando al ajedrez se pueden aprender muchas cosas:

  • Mejora la memoria
  • Entrena nuestro razonamiento y pensamiento abstracto
  • Enseña a tomar decisiones
  • Nos ayuda a analizar situaciones, los pros y los contras
  • Ayuda a socializar
  • Nos recuerda que para ganar hay que respetar las reglas
  • Aumenta nuestra creatividad

Lo mejor es hacer concursos o torneos de ajedrez, una idea que puede ser muy estimulante si ofrecemos un gran premio al niño que gane. Muchos colegios e institutos organizan este tipo de eventos conforme se va acercando el final del curso.

Los niños pueden aprender a jugar al ajedrez a la edad de entre 3 y 7 años, aunque obviamente, tendrás que hacérselo muy sencillo para que puedan aprenderlo. En Ajedrez y Psicología recomiendan algunos trucos.

Ejercicios

  • Deja que dibujen las piezas. Les das una pieza del tablero a cada uno y un papel para que la dibujen y la pinten con lapiceros de colores. De esta forma, se irán familiarizando con ellas. Debajo del dibujo, si ya saben escribir, pueden poner el nombre: “Peón”, “Rey”, “Caballo”, etc.
  • Crea un tablero humano. Utiliza el cuerpo para enseñarles el movimiento de las piezas. Una idea creativa puede ser hacer un “tablero humano” en el patio, dibujando con tiza los cuadrados, y convirtiendo a los niños en piezas. “Tú eres un peón, tú eres una torre”.

Sólo una vez que estos juegos empiecen a dar frutos, empezarás a darte cuenta de quién lo maneja mejor.

Seguramente te encontrarás a más de algún niño muy avispado que con 5-6 años ya puede jugar una partida de ajedrez correctamente. Potencia su talento poniéndole ejercicios más difíciles que al resto.

Puedes encontrar una gran variedad de tableros de ajedrez en nuestra tienda online, desde por ejemplo los tradicionales tableros de ajedrez de madera, a otros juegos de ajedrez más creativos y con más diseño.

Jugando al ajedrez

Jugar al ajedrez con niños de 7-8 años

A la edad de los 7-8 años, los niños por lo general ya empiezan a entender mejor el juego, si han ido experimentando con él. Algunos ejercicios prácticos para enseñar:

  • Deja que jueguen sin reglas. Un buen ejercicio para que simplemente se vayan habituando al ajedrez es dejar que jueguen sin reglas durante algunos minutos antes de explicar. Que se vayan acostumbrando a tocar y mover las piezas.
  • Haz juegos de preguntas. Enséñales el tablero y las piezas para que se familiaricen con ellas. Diles primero el nombre de cada pieza y luego haz juegos de preguntas: “¿Qué pieza es ésta?”, ¿Cómo se mueve esta pieza?, “¿Qué pieza vale más?”. Así practicarán los números y las posiciones.
  • Muéstrales cómo se colocan las piezas al principio de la partida. Otro ejercicio consistirá en colocar las piezas correctamente al principio de la partida. Que ellos vean primero cómo lo haces tú, les das las piezas desordenadas y luego tienen que ordenarlas. Puedes darles un modelo la primera vez mientras lo van memorizando.
  • Muéstrales el movimiento de las piezas sobre el tablero. Los niños pondrá en práctica algunas nociones como adelante, atrás, diagonal, izquierda, derecha, etc. Que ellos vean cómo tú mueves cada pieza. Un movimiento difícil puede ser, por ejemplo, el enroque.
  • Muéstrales cómo se come una pieza a otra. Mediante una partida falsa o imaginaria, puedes enseñarles cómo una pieza se come a otra.
  • Muéstrales cómo acaba una partida. El jaque y el jaque mate son partes más complicadas de entender, ya que los niños tienen que mirar las posibilidades de movimiento del rey. Haz lo mismo, invéntate una partida falsa para que vean cómo es la jugada.

Jugando su primera partida de ajedrez

La primera partida de ajedrez debe ser tutelada y el objetivo no es tanto ganar, sino que los niños puedan presenciar una partida completa y su funcionamiento.

El profesor debe mantenerse hablando durante la partida, chivándoselo todo. “No, esa pieza no se mueve de esa forma, ¿recuerdas?”, “Si pones esa pieza ahí, te la puedo comer”. Y así.

Por turnos, los niños irán pasando por el tablero del profesor para jugar una partida. También se puede hacer partidas simultáneas, siempre y cuando no haya demasiados alumnos y se pueda mantener el control.

Aprendiendo estrategias y tácticas

Aprender a jugar

Desde que los niños aprenden a colocar las piezas, los movimientos de cada una, respetar los turnos, comer otras fichas y en qué consiste un jaque mate, hasta que empiecen a desarrollar estrategias y tácticas, pasará bastante tiempo.

No obstante, ellos mismos irán desarrollando ideas como: “Si muevo esta ficha, pasará esto o esto”. Y como siempre, a fuerza de equivocarse y perder, irán entendiendo cómo mover las fechas de forma inteligente para que no se las coman.

En la medida del talento y capacidad de cada uno, podrán ir mejorando su capacidad para desarrollar pensamientos abstractos y complejos. Ningún niño aprende a la misma velocidad que otro. Una vez que se haya jugado cierto número de partidas y jueguen respetando las reglas de forma natural, ya puedes explicar estrategias y tácticas más complejas para ayudarles a ser buenos jugadores.

Consejo: después de jugar con el monitor y comprobar que ya manejan las reglas y pueden seguir una partida, deja que que jueguen entre ellos sin decir nada y organiza torneos.

http://www.stoksdidactic.com/es/blog/jugar-al-ajedrez-con-ninos/

Es posible que todos los días dejes escrita una nota o dos. Si extiendes esa práctica, te podrá ayudar a mejorar la memoria de forma exponencial.

Varios estudios han llegado a la conclusión de que los estudiantes que toman apuntes a mano en clase obtienen mejores resultados que los que los cogen a ordenador. Los alumnos que tomaban apuntes a mano eran capaces de retener información y de adquirir nuevos conceptos porque, según los psicólogos, escribirlos sobre papel los sitúa en un plano de pensamiento distinto que requiere un mayor esfuerzo mental que escribirlos a ordenador.

«Y precisamente lo que hace tan atractivo tomar apuntes a ordenador —la capacidad para tomarlos más rápido— es lo que provoca que disminuya el aprendizaje», explica el psicólogo educacional Kenneth Kiewra al periódico Wall Street Journal.

Despojarse de la dependencia digital —para cualquier cosa— es un reto en esta cultura saturada de tecnología en la que vivimos. Aunque hay quienes siguen escribiendo en papel de manera habitual, emplear el noble arte de la caligrafía para cualquier otra cosa que no sea dejar un recordatorio en un pósit parece haberse quedado obsoleto.

No obstante, además de mejorar la memoria, tomarse un tiempo para escribir en papel tiene otras ventajas. Según investigaciones que se han llevado a cabo al respecto, escribir en un papel los asuntos que te preocupan para luego tirarlo a la basura puede ayudar a aclarar las ideas. Practicar la escritura creativa en papel también puede estar relacionado con la mejora de los niveles de estrés.

¿Preparado para hacer un hueco a los lápices y los bolígrafos en tu vida? A continuación podrás encontrar algunas maneras de hacerlo (acompañadas de razones científicas por las que deberías ponerlo en práctica).

1. Haz garabatos.

Enséñale esto a tu jefe la próxima vez que parezca que estás vagueando. Según la ciencia, dar rienda suelta al bolígrafo sobre el papel durante una reunión puede ayudarte a prestar atención.

2. Haz una lista de tareas.

Apuntar las cosas que tienes que hacer en papel puede ser beneficioso para tu memoria: en vez de depender de las aplicaciones para apuntar notas del smartphone, intenta llevar una lista de quehaceres de tu puño y letra. Y aprovecha para desconectar un poco, ya que estás.

3. Escribe un diario.

Si nunca has intentado llevar un diario, esta es una buena excusa. Puedes empezar escribiendo cada día tres cosas por las que estás agradecido. Hay estudios que demuestran que la gratitud puede fomentar las emociones positivas y el optimismo.

4. Crea un horario en papel.

Disfruta de un momento no tecnológico y utiliza un horario en papel. Disfrutarás de los beneficios de apuntar a mano (y de recordar mejor) las fechas de tus eventos y no tendrás que preocuparte por perder datos importantes si te quedas sin batería.

5. Escribe una nota de agradecimiento.

La próxima vez que alguien haga algo extraordinario por ti —o que quieras demostrarle a alguien que le apoyas— hazle llegar tu cariño por escrito. Este amable gesto no solo hará más feliz al receptor, sino que también aumentará tus niveles de alegría.

http://www.huffingtonpost.es/2016/05/05/escritura-mejora-memoria_n_9718914.html

Un niño no nace para estar quieto, no tocar cosas, ser paciente o entretenerse a sí mismo. Un niño no nace para estar sentado, viendo la televisión o jugando con la tablet. Un niño no quiere estar callado todo el tiempo.

Ellos necesitan moverse, explorar, buscar novedades, crear aventuras y descubrir el mundo que les rodea. Ellos están aprendiendo, son esponjas, jugadores natos, buscadores de tesoros, terremotos en potencia.

Ellos son libres, almas puras que buscan volar, no quedarse a un lado, encadenarse o ponerse los grilletes. No los hagamos esclavos de la vida adulta, de las prisas y de la escasez de imaginación de sus mayores.

No los apresemos en nuestro mundo de desencanto, potenciemos su capacidad de asombro, garanticémosles una vida emocional, social y cognitiva rica en contenidos, en perfumes de flores, en expresión sensorial, en alegrías y conocimiento.

¿Qué pasa en el cerebro de un niño cuando juega?

Los beneficios que tiene el juego para los niños a todos los niveles (fisiológico-emocional, comportamental y cognitivo) no es un misterio. De hecho podemos hablar de múltiples repercusiones interrelacionadas que tiene:

  • Regula su estado de ánimo y su ansiedad.
  • Favorece la atención, el aprendizaje y la memoria.
  • Reduce la tensión neuronal favoreciendo la calma, el bienestar y la felicidad.
  • Magnifica su motivación física, gracias a lo cual los músculos reaccionan impulsándolos a jugar.
  • Todo esto favorece un estado óptimo de imaginación y creatividad, ayudándoles a disfrutar de la fantasía que les rodea.

La sociedad ha ido alimentando la hiperpaternalidad o, lo que es lo mismo, la obsesión de los padres porque sus hijos alcancen unas habilidades específicas que garanticen una buena profesión en el futuro. Se nos olvida, como sociedad y como educadores, que los niños no valen por una nota escolar y que al no cejar en nuestro empeño de priorizar los resultados estamos descuidando las habilidades para la vida.

El valor de nuestros infantes es el de pequeñas personitas que necesitan que los amemos de manera independiente, no se definen por sus logros o por sus fracasos sino por ser ellos mismos, únicos por naturaleza. Como niños no somos responsables de lo que recibimos en la infancia pero, como adultos, somos totalmente responsables de arreglarlo.
Niña saltando

Simplificar la infancia, educar bien

Que cada persona es única es algo que solemos decir con frecuencia pero que realmente tenemos poco interiorizado. Esto se refleja en un hecho simple: establecemos una serie de reglas para educar a todos nuestros niños.

Realmente este es un error muy extendido y que no es para nada congruente con lo que creemos tener claro (que cada persona es única). Por lo tanto no es de extrañar que la confluencia de nuestra creencia y nuestra acción resulte conflictiva en la crianza.

Por otro lado, tal y como afirma Kim Payne, profesor y orientador estadounidense, estamos criando a nuestros niños en el exceso de, concretamente, cuatro pilares:

  • Demasiada información.
  • Demasiadas cosas.
  • Demasiadas opciones.
  • Demasiada velocidad.

Estamos impidiéndoles explorar, reflexionar o liberarse de las tensiones que acompañan a la vida cotidiana. Estamos atiborrándolos de tecnología, de juguetes y de actividades escolares y extraescolares, estamos distorsionando la infancia y, lo que es más grave, estamos impidiéndoles jugar y desarrollarse.

En la actualidad los niños pasan menos tiempo al aire libre que la gente que se encuentra en prisión. ¿Por qué? Porque los mantenemos “entretenidos y ocupados” en otras actividades que creemos más necesarias, intentando que se mantengan impolutos y no se manchen de barro. Esto es intolerable y, ante todo, extremadamente preocupante. Analicemos algunas razones de por qué debemos cambiar esto…

  • El exceso de higiene aumenta la posibilidad de que los niños desarrollen alergias, tal y como demostró un estudio del hospital de Gotemburgo, en Suecia.
  • No permitirles disfrutar al aire libre es una tortura que encarcela su potencial creativo y de desarrollo.
  • Mantenerlos pegados a la pantalla del móvil, de la tablet, del ordenador o de la televisión es altamente perjudicial a nivel fisiológico, emocional, cognitivo y comportamental.
Clase con profesora y niños

Podríamos seguir, pero realmente llegados a este punto creo que la mayor parte de nosotros ha encontrado ya innumerables razones que justifican que estamos destruyendo la magia de la infancia. Como afirma el educador Francesco Tonucci:

“La experiencia de los niños debería ser el alimento de la escuela: su vida, sus sorpresas y sus descubrimientos. Mi maestro siempre nos hacía vaciar los bolsillos en clase, porque estaban llenos de testigos del mundo exterior: bichos, cuerdas, cromos, boliches… Pues hoy deberíamos hacer lo contrario, pedirle a los niños que muestren lo que llevan en los bolsillos. De esta forma la escuela se abriría a la vida, recibiendo a los niños con sus conocimientos y trabajando alrededor de ellos”.

Esta, sin duda, es una manera mucho más sana de trabajar con ellos, de educarles y de garantizar su éxito. Si en algún momento se nos olvida esto debemos mantener muy presente lo siguiente: Si los niños no necesitan meterse urgentemente en la bañera, es que no han jugado lo suficiente. Esta es la premisa fundamental de una buena educación.

Caitlin Pantos, ingeniera de Privacidad y Seguridad de Google, explicó ayer, en la sede de esta entidad en España, varios puntos clave para garantizar la intimidad en la red y una navegación tranquila para los más pequeños de la casa.

-¿Existe realmente la privacidad en la Red?

-La privacidad es un concepto diferente para cada persona: Yo puedo preferir que mis fotos sólo las vean mis amigos, mientras que a otro individuo le puede gustar compartir sus instantáneas públicamente en las redes sociales. Por eso en Google nos centramos en dar a la gente herramientas para que controlen la información que comparten y que les permitan hacer selecciones acerca de los servicios que utilizan.

-¿Cómo podríamos educar a los niños para que sean conscientes del riesgo que supone publicar información en la red?

-Es importante animar a los niños a pensar antes de que compartan, ya que el contenido, una vez que se publica, puede ser copiado, volver a ser compartido y difundido en la red por cualquier persona. En realidad no se necesita ser un experto en internet para ayudar a los niños a tomar buenas decisiones. Basta con sentido común.

-¿El control parental realmente funciona? ¿Pueden los padres tener un control real de la actividad de sus hijos en Internet?

-Hay algunos excelentes controles parentales disponibles, incluyendo Google Search, el modo restringido de YouTube, Google Play para las familias, así como los de las operadores de Internet. Pero ningún filtro o herramienta de control parental puede ser 100% efectivo, ya que muchos de los riesgos a los que se enfrentan los jóvenes en internet viene dados por sus propias decisiones. Dentro de la propia familia es importante discutir los valores personales e inculcar buenas prácticas desde pequeños. Es importante hablar con los hijos acerca de la seguridad en la red y cerciorarse de que saben que pueden recurrir a sus padres si se meten en cualquier dificultad.

-¿Hay alguna manera de saber que un menor está siendo perseguido a través de internet?

Si se sospecha que un niño podría ser víctima de intimidación, hay que investigar de forma inmediata. Hay redes de apoyo disponibles para ayudarle que pueden proporcionan herramientas para salir de esa situación. Nadie tiene que aguantar el acoso.

-¿Es posible borrar la huella digital de un menor de la red?

-No podemos estar seguros de qué tipo de huella digital pueden dejar nuestros hijos, pero podemos enseñarles a pensar sobre lo que comparten en la red. Como adultos, podemos ayudar a los niños a tomar decisiones acerca de lo que deben y lo que no deben publicar. Debemos asegurarnos de que entienden la configuración de privacidad y seguridad de todos los servicios que utilizan. Esto se aplica igualmente a su propia información o la que que comparten sobre otros.

-¿Qué recomendaría a los jóvenes que comparten información en internet sin pensar?

Siempre les digo que se hagan las siguientes preguntas:

• ¿Con quién estoy compartiendo esto?

• ¿Puedo confiar en ellos para mantener esta información en privado?

• ¿Cómo me sentiría si otros amigos vieran esto?

• ¿Cómo me sentiría si un profesor o mis padres vieran esto?

• ¿Cómo me sentiría si un futuro jefe viera esto?

• ¿Cómo me sentiría si esto saliera en la primera página del New York Times?

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es «no lo se», entonces tal vez no vale la pena compartir.

http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-caitlin-pantos-ningun-filtro-control-parental-100-por-ciento-efectivo-201604262124_noticia.html

A principios de 2015, la profesora de la Universidad de Stanford Jo Boaler desató la polémica entre los académicos con un artículo en el que criticaba duramente la forma de enseñar matemáticas en la escuela. Boaler cargaba contra el sistema educativo británico por obligar a los niños de 9 años a memorizar las tablas de multiplicar, incluidas las del 11 y 12. Sus investigaciones demostraban que cuando los niños se examinan de las tablas se dispara su ansiedad. Si no es lo suficientemente rápido, el alumno piensa que no es bueno y pierde la confianza en su potencial. Esa frustración es, en opinión de Boaler, el germen del desapego de la mayoría de estudiantes hacia las matemáticas.

El exceso de memorización, el poco tiempo para resolver un gran número de operaciones durante un examen y la desconexión del cálculo con los problemas cotidianos son, a juicio de Boaler, algunos de los factores que conducen al fracaso en esa materia.

“Las matemáticas de la escuela están muy desconectadas de las matemáticas que sirven para solucionar problemas en el mundo real”, asegura el británico Conrad Wolfram, fundador de la organización Computer Based Math, cuyo objetivo es rediseñar el programa académico de la asignatura de matemáticas y exportarlo a todo el mundo. Según Wolfram, uno de los problemas fundamentales es la cantidad de tiempo que se dedica a enseñar a calcular a mano, cuando los ordenadores deberían asumir esa función. “Nuestra misión en construir un plan desde cero basado en el uso del ordenador. Una vez que el estudiante tiene las nociones básicas de cálculo, no tiene sentido que dedique tantas horas a resolver divisiones de grandes números”.

Su planteamiento es que el alumno debe entender el por qué de las operaciones y aprender a identificar qué métodos matemáticos sirven para solucionar los problemas de la vida real. De momento, Wolfram ha puesto en marcha un programa piloto en varias escuelas públicas de Estonia en el que la probabilidad y la estadística toman mayor protagonismo. Por ahora han empezado con una pregunta muy sencilla: ¿Pueden las matemáticas ayudarme a saber si estoy en la media? Con este juego en el que los estudiantes calculan y comparan sus características físicas, los profesores consiguen que se involucren. “Es esencial que entiendan la conexión entre el mundo que ven y lo que tratan de descifrar”.

Uno de los problemas fundamentales es la cantidad de tiempo que se dedica a enseñar a calcular a mano

En España, los expertos consultados defienden que el modelo tradicional de enseñanza de las matemáticas no es efectivo y genera desafección. “En Secundaria, el programa académico está muy centrado en el cálculo, en la parte más abstracta de las matemáticas y muchos alumnos no entienden para qué sirven”, asegura Agustín Carrillo, secretario general de la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas.

“La clave es dar mayor protagonismo a los alumnos a través de la experimentación y no basar la metodología de enseñanza en clases magistrales con una pizarra como principal elemento”. Desde el año 2010, Carrillo dirige uno de los once institutos Geogebra que hay en España. Estos centros promueven el uso en los colegios de un software libre que permite manipular objetos y resolver problemas a través del ordenador. “Por ejemplo, un ejercicio típico en clase es hallar la posición del circuncentro de un triángulo -el centro de la circunferencia que pasa por los tres vértices-. El programa permite mover el triángulo y observar cómo se traslada ese punto”. El objetivo es que el alumno dirija la investigación.

Para conseguir que los estudiantes se enganchen a las matemáticas es fundamental el formato de las clases. “La enseñanza oficial falla en un aspecto, no dispone de recursos para ofrecer un método personalizado”, dice Daniel González de la Vega, ingeniero industrial y fundador de Smartick, un software de inteligencia artificial que analiza la forma en la que un niño resuelve problemas y que adapta el contenido a la velocidad de aprendizaje. La idea es estimular al estudiante con continuos retos adaptados a su nivel. Smartick promete una mejoría en las notas de los estudiantes con solo 15 minutos al día en la aplicación.

Desde su lanzamiento en 2011, han trabajado con 18 colegios, la mayoría privados y concertados, y más de 20.000 usuarios han descargado la aplicación. Entre los 30 profesionales que integran el equipo, hay un profesor de didáctica de las matemáticas de la Universidad Autónoma de Madrid y un experto en inteligencia artificial de la Carlos III.

La clave es dar mayor protagonismo a los alumnos a través de la experimentación

“Hay dos formas de enseñar matemáticas: la mecanicista, poco creativa y orientada al resultado de una operación, y la que se basa en el aprendizaje por proyectos”, indica González de la Vega. En su opinión, el sistema educativo en España no dispone de profesores de primaria con el suficiente nivel de especialización para poner en práctica la segunda modalidad. “Por norma general, los estudiantes de Magisterio no suelen ser los más brillantes. Muchas veces, ellos mismos fracasaron en matemáticas durante su etapa escolar y por eso les resulta más fácil recurrir a la fórmula del libro de texto”, apunta.

González de la Vega comenta que las matemáticas parecen tener poca importancia para los padres. “Dan por hecho que el colegio se encarga de enseñar bien matemáticas, no sucede como con el inglés que la mayoría se apunta a clases particulares”. Una de las principales razones que comunican los padres que se dan de baja de Smartick es la falta de tiempo. “Nosotros recomendamos que estén solo 15 minutos y sin embargo se sabe que los niños dedican 2,4 horas de media al día a ver la televisión. Es una cuestión de prioridad”.

La tecnología tiene cada vez un peso más importante en la sociedad. La programación ya es obligatoria en los colegios de Estados Unidos y las nuevas disciplinas como la Inteligencia Artificial y el Data Science requieren un alto dominio de matemáticas. Es ahí donde se está generando empleo. “Si no cambiamos la manera de dar las clases, las matemáticas seguirán siendo aburridas”, dice Conrad Wolfram, “poco efectivas y destinadas al fracaso de estudiantes desconectados, empleados insatisfechos, profesores frustrados y padres preocupados”.

http://economia.elpais.com/economia/2016/04/24/actualidad/1461527206_970734.html

La escuela clásica, vieja, terminó». Quien habla no es un gurú de las metodologías innovadoras en educación, ni tampoco un experto en nuevas tecnologías. Es Miguel de la Hera, director del Colegio San Gregorio Nuestra Señora de la Compasión de Aguilar de Campoo (Palencia), un centro de poco más de 600 alumnos que hace ya diez años entendió que la modernización de la enseñanza era clave para motivar a los estudiantes. Conceptos como gamificación, educación emocional, aprendizaje colaborativo están desde hace tiempo en el «adn» de la formación que imparte este centro concertado. Es sólo un ejemplo de los muchos proyectos de innovación educativa que se están desarrollando actualmente en las escuelas de Castilla y León, muchas de ellas públicas. Ahora, la Consejería de Educación, a través de la Dirección General de Innovación y Equidad Educativa, quiere ayudar a los centros escolares a ponerse al día en nuevas metodologías, uno de los objetivos de la Lomce, y para ello desarrollará este curso un proyecto experimental sobre el aprendizaje basado en dinámicas de juego.

La idea del departamento que dirige Fernando Rey es formar, al menos, a medio centenar de profesores de Primaria y Secundaria pertenecientes a 50 centros educativos públicos, 25 desde abril hasta junio y otros 25 a partir de septiembre. «Es muy importante que el profesorado esté permanentemente formado y actualizado porque estamos en una sociedad del conocimiento y nuestro sistema educativo tiene que estar a la altura», explica la directora general de Innovación y Equidad Educativa, Pilar González, quien ve necesario evitar que el alumno sea un mero receptor del conocimiento: «Deben ser capaces de producir conocimientos y de resolver problemas, y ese es un salto que de alguna manera se propicia con este tipo de metodologías innovadoras».

La motivación y el fomento de la autonomía son algunas de las ventajas de aprender jugando
La motivación y el fomento de la autonomía son algunas de las ventajas de aprender jugando- F. HERAS.

En ello coinciden desde la Asociación de Psicólogos y Pedagogos de Castilla y León (ACLPP). «Actualmente contamos con un alumnado que es nativo digital, siendo muy costoso que sigan las clases en las que sólo escuchan hasta que no adquieren un nivel de maduración equiparable al del adulto», sostiene su presidenta María de las Olas Rodríguez, para quien en la «era» actual hay que partir de las premisa de que «el docente no es el único dueño del conocimiento», sino que éste «lo formamos todos, está en la nube. Cualquier joven tiene acceso a más información de la que podrá leer jamás, mientras que la enseñanza tradicional estaba basada en un entorno en el que no había acceso directo a la información».

Para la directora general, tres son los «elementos claves» cuando se habla del aprendizaje basado en este tipo de dinámicas: la utilización del juego clásico -«¿quién no ha jugado al parchís en clase? es algo que siempre se ha hecho»-; el concepto de gamificación -basado en incorporar los mecanismos del juego: ranking, medallas…-, y una tercera vía, en la que se mezclan las tecnologías de la información y la comunicación: «Cualquiera de los elementos son muy motivadores para el alumno».

Ventajas

A la motivación, con todo lo que conlleva de observación, intuición, empatía, asunción de riesgos y toma de decisiones, se suman otras muchas ventajas, opinan los psicólogos y pedagogos. Entre ellas, un aprendizaje más útil, significativo y duradero; la adquisición de competencias útiles para el alumnado; el incremento de la implicación de los estudiantes dentro y fuera del aula; un «feed back inmediato» y la mejora de la comunicación emocional del alumno, que se convierte en más proactivo y autónomo. ¿Y para los profesores? «Para ellos es un enriquecimiento tremendo porque cambiar el modelo de dar clase produce en los alumnos una satisfacción y capacidad de aprendizaje del que se retroalimenta el profesor», añade Pilar González.

«Cualquier joven hoy tiene acceso a más información de la que podría leer jamás»

Aunque renovado, la introducción de metodologías más activas en las aulas, muchas basadas en el juego, no es un planteamiento nuevo en educación, recuerda María de las Olas Rodríguez: «Si nos remontamos a la Edad Media y, más recientemente, a los movimientos de renovación pedagógica de los siglos XIX y principios del XX, observamos que ya se ponía de manifiesto que se aprendía haciendo, experimentando, siendo el docente acompañante, modelo y guía del proceso. Luego, con la universalización de la educación, se pasó al establecimiento de un currículum para todos y la gradación por niveles, lo que llevó a la enseñanza de contenidos y saberes culturales transmitidos del profesor al alumno, siendo éste un sujeto pasivo».

La directora general Pilar González
La directora general Pilar González- F. HERAS

Dar la vuelta a este sistema y que los alumnos puedan ir avanzando de forma autónoma teniendo al profesor como guía es lo que pretende el profesor Javier Ramos Sancha, del mencionado colegio de Aguilar de Campoo con «Ecosystem Game» (o lo que es lo mismo, «El juego de los ecosistemas»), con el que trabajan en quinto y sexto de Primaria. En sus clases los alumnos acceden a una web donde previamente se han volcado los contenidos del libro, y cada día abren el tablero del juego donde una supuesta ministra de Medio Ambiente les encomendará una misión que deberán resolver con ayuda de otros profesores, a veces de los padres, o entre ellos: «El planteamiento general es que ellos se convierten en biólogos», detalla este maestro, para quien este tipo de metodologías permiten «primordialmente», la posibilidad de individualizar la educación al máximo: «Podemos ayudar de forma mucho más cercana a aquellos alumnos que necesiten una mano extra».

Inconvenientes

Poder trabajar con herramientas como ésta requiere un importante trabajo previo del profesorado. Es quizá uno de los «inconvenientes» -si así pueden llamarse- de estas metodologías. Los pedagogos apuntan también, entre otros, al elevado coste, «si hablamos de adecuadas instalaciones y recursos para su implementación»; la dificultad de encontrar un equilibro entre lo lúdico y lo formativo, y el sistema de evaluación, además de la «presión» que sufre el profesorado, que «tiene que cumplir con el aprendizaje de unos contenidos que serán necesarios para el curso siguiente». Esto, a su juicio, limita «enormemente» el uso de estas nuevas metodologías.

«Los alumnos deben ser capaces de producir conocimiento y resolver problemas»

Dificultades al margen, nadie duda de que estas nuevas herramientas son el futuro -mejor dicho, el presente- de la educación. Por ello, el departamento que dirige Rey quiere facilitar la formación al profesorado. El mencionado proyecto experimental, a cuya convocatoria se podía acceder a través del Portal de Educación www.educa.jcyl.es constará de varias fases, detalla la directora general. En el Centro de Recursos y Formación del Profesorado en TIC, con sede en Salamanca, se hará la formación presencial. Al final de esta fase, los docentes deberán elaborar un proyecto que pondrán en práctica en el aula y, al mismo tiempo, se abrirá una fase colaborativa, donde debatirán en un aula virtual cómo enriquecer sus experiencias. Una evaluación pondrá el punto y final a este proceso de formación que, insiste Pilar González, supondrá «un enriquecimiento» profesional: «Esto es una espiral, cuanto más conozco y más innovador soy, más quiero seguir en la vanguardia de la educación».

¿Eres feliz con lo qué estas haciendo en este momento? Piénsalo. Puede que te estés dedicando a un trabajo que no te guste, que te encuentres acompañado de la persona equivocada o que incluso, no estés disfrutando de todas aquellas cosas que tanto te gustan hacer poniéndote como excusa que no tienes tiempo.

Solemos vivir en automático, cargados de obligaciones y responsabilidades sin tener en cuenta nuestro bienestar personal, como el protagonista de nuestro corto. Lo único que sabemos hacer es olvidarnos de nosotros mismos. Nos hacemos invisibles y ni siquiera nos cuestionamos si estamos donde queremos estar, haciendo lo que queremos hacer, acompañados de la persona que deseamos a nuestro lado.

“La única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces”
-Steve Jobs-

Puede que te hayas acostumbrado tanto a tu rutina, a tu día a día, que ni siquiera barajes la posibilidad de cambio. ¿Lo habías pensado? La costumbre puede ser una buena compañera por su tranquilidad, pero también tiene la capacidad de limitarnos e impedir nuestro crecimiento, tanto laboral como social o personal.

La diferencia entre costumbre y pasión

No es lo mismo dedicarte a algo por lo que sientes verdadera vocación y pasión, que a una labor impuesta, por la que no sientas el más mínimo interés. No es lo mismo estar con la persona que te hace feliz que con alguien a quien te has acostumbrado y con el que la indiferencia se ha instalado. Tampoco es lo mismo hacer las cosas por hacer, que llevarlas a cabo porque aportan un toque de sabor y color a tu vida.

Hay una diferencia entre hacer las cosas por costumbre y hacerlas por pasión. La costumbre conlleva automatismo, inercia, un no darse cuenta. La pasión conlleva vida, ganas, ilusión y color. La emoción está en la pasión y no en la costumbre. La felicidad es crear tu actitud, tu vida y tus oportunidades.

Quizás, el mundo necesite urgentemente gente que ame lo que hace, pero sobre todo tú necesitas hacer cosas que te encanten, estar con personas a las que ames y dedicarte a aquello que te apasiona. No se disfruta lo mismo, no se vive de la misma manera ni se siente lo mismo o ¿no es cierto? Ser feliz también requiere de esfuerzos.

“El secreto de la felicidad y la virtud: amar lo que uno tiene que hacer”

-Aldous Huxley-

Necesitas amar lo que haces

Necesitas que vuelva a relucir ese brillo intenso en tus ojos, necesitas que la emoción y la intensidad vuelvan a tu vida. Que la esperanza aparezca y la ilusión se una a su compañía. Necesitas amar tu día a día y todo lo que ello conlleva. Necesitas ser el motor de tu vida y poder dirigirla hacia donde tú quieras, con las personas que quieras y de la manera que mejor te parezca.

Espantapájaros feliz

A riesgo de parecer utópicos, puedo decirte que esto es posible. Se necesitan muchas ganas, mucho coraje y valentía, y una gran cantidad de pasión, curiosidad e ilusiones. Las oportunidades no llegan de la nada, tienes que salir a buscarlas y no se me ocurre otra manera que con muchas ganas de cambiar y abundantes dosis de esfuerzo para luchar por nuestros sueños.

Los resultados llegarán pero con el tiempo. Tan solo tienes que decidir querer llevar el volante de tu vida y comenzar a plantar semillas para que poco a poco den sus frutos. No te digo que será una tarea sencilla, no te digo que será una tarea sin obstáculos pero sí puedo decirte que será una de las cosas más bonitas y placenteras que llevaras a cabo en tu vida. El valor de luchar por lo que uno quiere no tiene precio.

Haz lo que amas y serás feliz

Puede que en estos momentos te suceda como al protagonista de este cortometraje en su inicio, que estés cansado y envuelto en una atmósfera de desidia e inercia, siendo infeliz y que tengas un sueño en la lista de espera, aguardando el momento perfecto para que se cumpla. Pero no existe el momento perfecto, tú creas el momento perfecto para hacer realidad tus sueños.

Sé tu el que cree la oportunidad en tu vida

¿Por qué no haces como el protagonista de este corto, que cansado de su situación decide luchar por su sueño poco a poco y consigue al fin ser feliz? Cansado de trabajar para una fábrica de alimentos prefabricados decidió dar un giro a su vida comenzando a cocinar alimentos naturales con el objetivo de cultivar un mundo mejor.

Tú también puedes hacerlo, tan solo tienes que encontrar aquello que amas e ir en su busca. Con paciencia, con esfuerzo, con coraje y valentía, pero sobre todo dejando amor en cada paso. La gente más feliz con la que me he cruzado han sido aquellas que encontraron lo qué querían hacer y decidieron ir a buscarlo.

¡Que disfrutéis del corto!

El bullying escolar es un problema que preocupa cada vez más a la población. En los últimos años se han multiplicado los casos de forma alarmante o, al menos, se han hecho más visibles en la prensa, redes sociales, etc. Tiendo esto en cuenta, los chicos de Droga5 crearon este anuncio para Android que se emitió durante la gala de los Oscar con el objetivo concienciar a la población sobre el daño que provoca este tipo de violencia en las personas que la padecen.

Los protagonistas son los tres elementos que conforman un juego al que todos hemos jugado alguna vez: piedra, papel, o tijera. Durante el anuncio, estos tres personajes, en lugar de dañarse como era de esperar (el papel sería el “enemigo” de la piedra, la piedra de las tijeras y las tijeras del papel), deciden ayudarse para defenderse de los agresores.

Un bonito mensaje que cala tanto en mayores como en pequeños, gracias al uso de la animación y el recurso del juego “Piedra, papel o tijera” que es conocido por todos, especialmente por los niños.

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[Visto en: Mashable] y en http://lacriaturacreativa.com/2016/04/piedra-papel-o-tijera-un-bonito-anuncio-contra-el-bullying-escolar/

Muchos padres me dicen que no consiguen hablar con su hijo porque siempre terminan discutiendo.

A veces esto sucede cuando ellos más están necesitando ayuda, pero se niegan a tener conversaciones con sus padres.

Aunque cada situación es diferente, sí es cierto que he encontrado ciertas pautas en la comunicación entre padres e hijos que dificulta el diálogo.

Mamá, no me entiendes. Papá, no me entiendes.

He observado que los hijos no se sienten comprendidos por sus padres por un motivo que se repite con frecuencia. Me refiero a cuando los padres interpretan lo que su hijo está viviendo y falsamente empatizan con él porque aseguran comprender lo que el otro siente. No debemos confundir lo que uno siente al imaginarse en una situación con lo que el otro está sintiendo.

discusiones-en-familiaLa falsa empatía es aquella que genera emociones reales en los padres, pero no son las mismas emociones que los hijos están viviendo.

Puede que los padres piensen que conocen a sus hijos y lo que estos están sintiendo y tal vez sea cierto, pero cuando alguien dice que no lo entiendes, tal vez sea el momento de plantearse escuchar más y afirmar menos.

Porque los hijos cambian, crecen y aprenden.

Muchas conversaciones terminan en discusión porque los padres intervienen demasiado rápido, cuando su hijo aún no siente que ha dejado claro su punto de vista.

Es más, aunque estés en lo cierto y sepas exactamente lo que está pasando por su cabeza o su corazón, te animo a que muestres curiosidad e interés para que se exprese. Siempre será más poderosa una conversación de corazón a corazón que un consejo o decir “te entiendo”.

En conclusión: Descubre lo que siente a través de su conversación y no de tu imaginación

Juzgar

Imagina que hablas con un amigo/a y al decirle lo que te está pasando te juzga y te dice lo que piensa de ti. ¿No preferirías hablar de lo que te inquieta sin poner en tela de juicio tu persona? ¿Hablarías voluntariamente con alguien que sabes que va a juzgarte por tus pensamientos, aunque estos no estén aún claros?

A todos nos gusta hablar con personas con quienes podemos compartir nuestras inquietudes sabiendo que no nos juzgará por ello. Es muy agradable compartir la intimidad con una persona que diferencie lo que somos de lo que nos inquieta.

Sin embargo, creo que los padres tienen (tenemos), en cierta forma, esta necesidad. Tal vez sea porque quieren lo mejor para sus hijos y por eso necesitan adelantarse a los acontecimientos para evitar problemas futuros. Los padres quieren que sus hijos sean de la mejor forma posible.

Esto resulta contraproducente cuando limita el diálogo.

Es posible que un niño reciba una reprimenda por algo que ha hecho, pero hay que evitar juzgar a la persona y limitarse a juzgar el acto. Cuando son adolescentes es más complicado, porque se muestran como personas (casi) adultas y parece que haya que actuar en el momento o será tarde.

Si juzgas a tu hijo por un pensamiento que está compartiendo, es posible que cada vez le cueste más hablar contigo y es más que probable que las conversaciones acaben en discusión, porque él sienta atacada su esencia.

Sólo compartirán sus inquietudes más íntimas cuando estén acostumbrados a ser escuchados sin ser juzgados.

Si comparte contigo algo que crees que no lo beneficia, te animo a que lo veas como una persona capaz y legítima a quien hay que acompañar en su diálogo interior. En última instancia, si debes intervenir en su conducta, siempre puedes hacerlo manteniendo la misma idea de que él es una buena persona teniendo una mala idea.

En resumen: Opina sobre la idea, no sobre la persona.

Cortar por lo sano

Muchas veces hacemos el esfuerzo de escuchar pero interrumpimos cuando el otro dice algo que nos parece importante rectificar antes de que actúe inadecuadamente.

Esto tal vez nos deje tranquilos, pero interrumpe el diálogo y complica que en el futuro nos busque para hablar antes de actuar.

Cuando tu hijo está explicando su visión, puede que diga algo que es claramente contraproducente o con lo que no estás de acuerdo. Es importante no “saltar” e interrumpir en ese momento porque dejarás de conocer el resto de sus fundamentos.

Recuerda que no se trata de vencer en la conversación, sino de fomentar un diálogo y eso se consigue dejando que se exprese, no aprovechando las oportunidades para ganar una batalla. Como he dicho antes, si necesitas intervenir en su conducta, eso lo puedes hacer después.

Es decir:  No confundas escuchar con estar de acuerdo, ni escuchar con permitir hacer. 

Miedo a que tenga razón

Algunas discusiones las cortamos por miedo a que a final el otro tenga razón.

Hay puntos de vista que tenemos aparentemente muy claros pero no están realmente fundados. A veces son tan importantes que preferimos no debatir por si no conseguimos rebatir sus argumentos.

Un ejemplo de esto son las conversaciones sobre los estudios. En ese caso, los padres están convencidos de que estudiar es necesario pero no siempre tienen los argumentos para exponerlo de forma objetiva. Al final recurrimos al “porque sí”, “es evidente”, “de sentido común”, “¿qué vas a hacer si no…?” y eso no les está sirviendo. La cuestión de los estudios es sólo un ejemplo, lo importante es que veas que si quieres dialogar hay que estar dispuesto a aprender de lo que dice el otro y aceptar que tal vez tenga un poco de razón en su visión.

Un truco, para cuando os esté costando discutir algo, piensa: ¿En qué tiene él un 2% de razón?