En todo Estados Unidos ya se están impartiendo programas preescolares llamadosHead Start, en los que los niños procedentes de hogares económicamente deprimidos reciben una atención especial que, entre otras cosas, les enseña a cultivar el autocontrol.

Porque de nuestro autocontrol depende en gran medida nuestro futuro (como podéis leer en ¿Quién es el verdadero culpable en un asesinato?). De hecho, los niños que pasan por estos programas presentan más tarde, respecto a quienes no lo pasan, índices inferiores de embarazo adolescente, abandono escolar, delincuencia y absentismo laboral.

No te comas el caramelo

El famoso test de las golosinas elaborado por Walter Mischel, de la Universidad de Stanford, estimaba el grado de autocontrol de los niños de cuatro años cuando, tras mostrarles una bandeja de golosinas, se les pedía que eligieran una con una condición: podían coger una golosina en ese mismo instante, pero si no se la comían hasta dentro de un rato, recibiría dos golosinas, en vez de una.

Un tercio de los niños tomó la golosina de inmediato. El otro tercio esperó un cuarto de hora para recibir la recompensa de dos golosinas. El otro tercio se situó en algún punto entre ambas alternativas. Lo significativo es que los niños que resistieron la tentación de la golosina mostraban también una puntuación más alta en medidas de control ejecutivo, concretamente de reasignación de la atención.

En Dunedin, Nueva Zelanda, se llevó a cabo un ambicioso proyecto con 1.037 niños, cuyo desarrolló se rastreó décadas después. Explica así los resultadosYochai Benkler en su libro El Pingüino y el Leviatán:

Los resultados de este estudio pusieron claramente de relieve que los niños de Dunedin que más autocontrol habían mostrado durante su infancia eran también los que, al entrar en la treintena, mejor se desenvolvían. Ellos eran, precisamente, los que mejor salud, más éxito económico y menos problemas con la ley habían tenido. Cuanto peor, por el contrario, se habían mostrado durante su infancia en la gestión de sus impulsos, peor era también su salud y mayor la probabilidad de haber sido declarados culpables de algún delito.

¿El más importante rasgo para ser feliz?

Tu clase social, la riqueza de la familia o tu CI también son predictores poderosos del éxito financiero adulto, de la salud y del historial delictivo. Pero el autocontrol ya ha sido incluido en estos factores prioritarios como uno más. El autocontrol incluso predice en gran medida el éxito académico por encima del CI. Como podemos leer en Cómo decidimos de Jonah Leherer refiriéndose al experimento de Mischel y otros similares:

Los que hacían sonar el timbre antes de haber transcurrido un minuto tenían muchas más probabilidades de presentar problemas conductuales más adelante. Sacaban peores notas y era más fácil que tomaran drogas. Pasaban apuros en situaciones estresantes y tenían mal genio. Sus puntuaciones del eran, por término medio, 210 puntos inferiores a las de los niños que habían aguardado varios minutos antes de tocar el timbre. De hecho, en niños de 4 años, el test del malvavisco resultó ser un mejor pronosticador de los resultados del que los test de coeficiente de inteligencia (CI).

Además, el autocontrol también constituye un vaticinador del ajuste emocional, las habilidades interpersonales, la sensación de seguridad y la adaptabilidad.

La conclusión es que, por más económicamente privilegiada que sea su infancia, si el niño no llega a dominar, en la búsqueda de sus objetivos, la demora de la gratificación, esa ventaja de partida acaba, en el curso de la vida, desvaneciéndose. Solo 2 de cada 5 hijos de padres ubicados en el 20% superior de la riqueza acaban, en los Estados Unidos, en ese mismo estatus privilegiado, y cerca del 6% descienden al nivel de ingresos propio del 20% inferior.

Wilhelm Hofmann y su equipo de investigadores de la Universidad de Chicago también apuntan que las personas que son más capaces de resistirse a los impulsos dicen sentirse más satisfechas consigo mismas y con sus vidas.

Es la conclusión que extraen tras realizar un estudio, publicado en Journal of Personality, que consistía en una encuesta a 414 adultos en la que debían calificar su autocontrol indicando hasta que punto estaban de acuerdo con 14 estados, por ejemplo «hago ciertas cosas, aunque sean perjudiciales para mí, si son divertidas». Las personas con más autocontrol eran también más felices a corto plazo.

Los placeres en movimiento son los que resultan fáciles de obtener, pero pasan rápido, se esfuman como el mordisco a un bollo de crema. Los placeres estáticos son los que cuestan más de obtener pero, por el contrario, perduran mucho tiempo o toda la vida, como una buena amistad, determinados conocimientos o una buena forma física. Los objetivos que nos fijamos, así como lo ambiciosos que sean estos y lo lejos que estemos de ellos, determinan el grado de nuestro autocontrol.

De nuestro autocontrol, pues, depende en gran medida si escogemos mayoritariamente los primeros placeres frente a los segundos o viceversa.

Esta es una adaptación y traducción de una columna de Kari Kampakis, columnista y bloguera que escribe para diferentes medios sobre familia, adolescencia y niñez. En la siguiente columna, dedica 10 consejos a los chicos que entran a lo que en EE.UU se conoce como “Middle School”, que sería la etapa de la pre-adolescencia:

Es poco común que alguien recuerde la etapa de la pre-adolescencia con mucho cariño. Es la etapa en que tenemos entre 11 y 15 años y nuestro cuerpo y mente cambian. Es una temporada incómoda. Es un tiempo marcado por los cambios, socialmente hablando, en cuanto a emociones y las presiones que recibimos. Si he aprendido algo trabajando con niñas adolescentes, es lo ansiosas que están en esta etapa por conseguir comodidad y seguridad. En sus ojos y sus voces veo que necesitan escuchar algo que les ayude a creer que las cosas tienen sentido.

Por eso pre-adolescentes, aquí van 10 verdades que les pueden ayudar:

1. Los momentos incómodos que vives actualmente serán en el futuro recuerdos divertidos. Mantén el sentido del humor cuando sea posible

 

Esos aparatos dentales que se llenan de comida y ese acné terrible probablemente se irán. Lo mismo cuando recuerdes que no podías hablar cuando veías a tu primer amor. Serán recuerdo que compartirás con tus familiares y amigos. Requiere tiempo y confianza pero eventualmente tendrás una linda sonrisa, una piel limpia y alguien a quién amar.


2. No tienes que llegar a tu punto más alto a esta edad (ni en la secundaria, ni en la universidad, por si acaso)

La peor meta a la que puedes aspirar es la popularidad. Que te siga una multitud, dominar a tus compañeros y vivir una vida superficial al final te llevará a tener problemas. Ve de a poco. Supera metas. No te conformes con cosas tan vacías como la popularidad.


3. La tecnología facilita arruinar las relaciones y las reputaciones

Vivimos en una época en que todo está en línea y conectado. Sentimientos, emociones e imágenes. Por eso ten sabiduría a la hora de lo que vas a decir o compartir en Internet. No te dejes llevar por tus emociones. Preocúpate de que no dañe a nadie y tampoco deje una imagen de ti que luego no querrás. Lo mismo con los mensajes de texto recuerda que un llamado siempre es mejor, revela tus verdaderas intenciones y evita malentendidos.


4. Es importante que te rodees de buena compañía

Hay un viejo dicho que se puede aplicar para tu edad: “Muéstrame tus amigos y te diré tu futuro”. La vida no es tan así sin embargo es importante que te rodees de personas que saquen la mejor versión de ti y te ayuden a explotar todo tu potencial. Es importante que te lleves bien con todas las personas pero no tienen porque ser todo de tu círculo más cercano. Una mala influencia puede hacerte mucho daño después.


5. Lo que te hace diferente es lo que te hace ser genial

A tu edad casi todos visten igual, caminan igual, hablan igual. No dejes que la presión te quite lo que te hace único. No abandones tus pasiones ni tus gustos que tenías cuando más pequeño porque esas cosas son parte de ti.


6. Está bien que no tengas toda tu vida planeada

Quizás hayan chicos a tu edad que ya saben que es lo que quieren hacer o conocen muy bien sus talentos. No te preocupes todavía eres muy joven y no todos los planes siguen los mismos caminos. Establece metas para ti, utiliza tus dones y enfócate en una buena dirección. Establece una trayectoria positiva de modo que cuando descubras que es lo que te gustaría hacer cuando crezcas estés listo para hacerlo.


7. Tu uniforme no es tu identidad

Las etiquetas son muy grandes en la adolescencia. Pero recuerda que un uniforme no te hace ser mejor que el resto, tu eres especial por tu forma de ser y lo por lo que llevas puesto.


8. Los aplausos pueden engañarte

Puedes equivocarte y aún así recibir muchos aplausos. A través de las redes sociales la popularidad es cuantificable. Puedes conocer cuantos “me gusta” tiene, o comentarios o compartidos. Pero recuerda que esos números pueden confundirte. El mejor aplauso para el que tienes que vivir es estar en paz contigo mismo ¿Qué es lo que te gusta de ti? ¿Qué te hace descansar tranquilo cada noche? Criticar a alguien hasta destrozarlo, burlarte de alguien o aplaudir como golpean a otro chico no te dará paz.


9. Hay una diferencia entre un consejo útil y una critica que te detiene:

Ten cuidado a quién escuchar. Algunos quieren que tengas éxito pero otros no. Acepta consejos de personas en las que confíes y respetes. Personas que hagan lo que predican. Personas como las que te gustaría ser cuando crezcas. Personas que reconozcan tu talento y potencial y te alienten a perseguir tus metas.


10. Eres maravilloso. Realmente lo eres

Todos estos locos cambios te van a convertir en una persona genial. En el gran camino que es la vida esta es solo una pequeña etapa así que relájate. Diviértete, sueña en grande y toma buenas decisiones. Algún día mirarás atrás y te reirás de todas las cosas absurdas que estás viviendo y, si tienes suerte, las disfrutarás con mucho más humor que en la actualidad.

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La confianza importa si se trata de amor, dinero u otra parte de nuestra vida cotidiana que supone algún riesgo. Un  estudio arroja luz sobre lo que motiva a la gente a confiar en los de los demás.

estudio, que ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores delDartmouth College, Hanover (EE.UU.), ha sido publicado en la revista Journal of Neuroscience.

La confianza en las relaciones humanas

La colaboración es esencial para la vida humana. Fomentar las relaciones interpersonales es intrínsecamente gratificante. También es fundamental satisfacer una necesidad social básica de pertenecer, así como promover la salud física y mental positiva.

Un aspecto fundamental de esta colaboración es la confianza, que implica asumir un riesgo mutuo respecto a otra persona.

Confiar supone asumir riesgos

La decisión de participar en interacciones de colaboración requieren un considerable riesgo permanente, pero proporciona la base para la construcción y el mantenimiento de las relaciones.

Los investigadores del Dartmouth College querían conocer  los mecanismos que subyacen a este proceso. Para ello, pusieron a prueba un modelo computacional de valor social para predecir la toma de decisiones en colaboración.

Un amigo ayuda a otro para no se caiga

El papel del valor social en la toma de decisiones

En este estudio participaron 26 personas  que jugaron a un juego de confianza de reiteración.

Los participantes pensaron que estaban jugando a un juego de  inversión económica, unas veces con un amigo cercano, otras con un extraño y otra con una máquina tragaperras. Pero en realidad, siempre estaban jugando con un algoritmo simple que ofrecía confianza recíproca en el 50% de las ocasiones.

Los investigadores desarrollaron un modelo computacional que predijo la decisión de cada jugador en cada ronda en función de sus experiencias previas en el juego.

Los resultados mostraron que los participantes encontraron más gratificantes las interacciones positivas con un amigo cercano que la interacción con una máquina o incluso con un desconocido.

Los investigadores también observaron que el modelo de valor social ayudaba a predecir mejor las decisiones de inversión,  que los modelos que sólo consideran los pagos financieros.

El comportamiento fue predicho por el modelo, que postulaba que las personas reciben una señal de recompensa de valor social de la reciprocidad de las decisiones de colaboración condicionales, en relación con la cercanía de la relación.

Esta señal de valor social se asoció con una mayor actividad en el estriado ventral y la corteza prefrontal medial, que predijo significativamente los parámetros de recompensa del modelo de valor social.

Hombre ordenador investigado

Confianza y recompensa

La neuroimagen mostró que las señales específicas del cerebro observadas en el estriado ventral y la corteza prefrontal medial correlacionaron con señales de valores sociales cuando los participantes tomaron sus decisiones.

El estriado ventral es una vía clave en el procesamiento de la recompensa, mientras que la corteza prefrontal medial se asocia con lo que representa el estado mental de otra persona.

En conjunto, estas regiones proporcionan evidencia adicional de que los jugadores reciben una señal de mayor recompensa social cuando se enteran que están jugando con su amigo.

Esto ocurre a pesar de que los participantes aprenden que cada jugador solo realiza un movimiento alternativo el 50% del tiempo. Pero debido a que los jugadores reciben esta señal de recompensa adicional, terminan confiando en su amigo más que en los otros jugadores de todo el juego.

“Estos resultados muestran la importancia de las relaciones sociales en la forma en que tomamos decisiones todos los días y, específicamente, cómo las relaciones pueden cambiar nuestro valor percibido asociado con una resolución dictada”comenta Lucas Changel coautor del estudio.

Por lo tanto, dicen los investigadores, se demuestra que el cálculo del valor social impulsa el comportamiento de colaboración en las interacciones repetidas.

http://lamenteesmaravillosa.com/confiamos-los-demas/

¿Te preocupa qué hacer con los niños durante el fin de semana o cuando están demasiado agotados después de pasar el día jugando al aire libre? Elige una actividad divertida y creativa, pero tranquila y relajada para ellos. Esta solución es ideal: dibujos para colorear, solo tienes que imprimir este kit y darles lápices de colores.


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Los diseños son geniales para niños y niñas, ¡muy creativos! Puedes imprimir varias copias y animarles a hacer un concurso a ver quién los colorea de forma más original, incluso organizar una exposición en casa para elegir un ganador. Además de un premio (como una caja de lápices nuevos, por ejemplo), el ganador puede tener un lugar de honor en tu nevera.

¡Llena de color tu casa de vacaciones! Los niños estarán muy orgullosos.

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En inglés se llaman easy going persons. En castellano se podría traducir como personas flexibles, de trato fácil con las que puede relacionarse cómodamente. Todos tenemos en mente a alguien así: dan los buenos días con una sonrisa sincera, se ofrecen y prestan ayuda, hablan con un tono y volumen conversacionales, son discretos y apetece estar con ellos.

Mostrarse relajadamente le llevará a disfrutar más. Las relaciones que establecemos pueden llegar a ser una fuente de satisfacción o todo lo contrario. Uno está a diario en contacto con otros, desde la pareja a los hijos, pasando por los compañeros de trabajo, el personal que le atiende en una ventanilla o el taxista que le lleva a su destino. De ahí la importancia de tener alrededor a gente de trato fácil y poder entrenarse para ser uno de ellos. Es difícil tener una vida de la que se sienta orgulloso y feliz si no la disfruta. Y si las relaciones sociales son estresantes, su vida también estará llena de tensiones.

Los hombres y mujeres agradables son gente con la que apetece contar y compartir el tiempo de ocio, se les tiene en cuenta para planificar un viaje, una barbacoa o tomar un café relajado, y se convierten en un modelo al que le gustaría parecerse. ¿Por qué? Porque su presencia le hace sentir bien y relajado.

Cambiar nuestra forma de ser es posible. Huya del “yo soy así” y entrene los puntos que aparecen a continuación. Es imposible fallar en todos. Puede que necesite trabajar unos cuantos. No se agobie. Los cambios requieren el deseo de renovarse, planificarlos, pasar a la acción, entrenarlos a través de la repetición y tener paciencia con ellos. Interprete con benevolencia. Si tiene alguna duda de la intención de un comentario o de la acción de alguien, es mejor que le pregunte antes que decidir que lo ha hecho o dicho para fastidiarle. Si piensa que los demás tienen malas intenciones, no se dará cuenta de lo bueno que puedan hacer por usted.

Expectativas positivas. El “piensa mal y acertarás” solo le lleva a anticipar que la gente le va a fallar. ¿Usted falla a los demás, es poco fiable, deshonesto, mentiroso? No, la mayoría de nosotros somos personas de bien. Nos equivocamos y cometemos errores, pero no suelen ser intencionados. Yo creo que ese refrán lo inventó el mismo que dice que “cree el ladrón que todos son de su condición”. Lo que esperamos de los demás condiciona el trato que tenemos con ellos. Si espera cosas buenas, será amable, sonreirá, dará tiempo, se sentirá tranquilo, confiará. Pero también ocurrirá lo contrario. Si espera que le fallen se fijará más en detalles negativos. Está claro que alguien en algún momento de nuestra vida va a ser injusto con nosotros. Pero sacar conclusiones de que todo el mundo será igual es un sinvivir. No es fácil relacionarse con personas desconfiadas porque nos hacen sentir deshonestos.

Busque relacionarse con personas con una escala de valores parecida. Esto le allana el camino y le facilita las relaciones. Las personas parecidas nos facilitan el trato. Las similitudes permiten anticiparnos y estar en una zona confortable. Relacionarse con clientes de otras culturas o con valores distintos genera un sobreesfuerzo, porque lo que usted entiende que está bien, a otros les puede parecer un disparate. Hay culturas en las que los comerciantes no entienden que no se les regatee, y clientes que se sienten incómodos cuando tienen que pactar el precio. Por eso, ser parecidos nos convierte en personas de trato fácil con ese grupo de gente.

Flexibilidad. ¡Qué difícil es mantener una relación tranquila con alguien terco e inflexible! La capacidad de adaptación es una conducta inteligente y requiere flexibilidad. Transigir no es una debilidad. Ceder es tener empatía y reconocer que la opción del otro también es una buena opción. Si consiente, los demás también lo harán. Pero si no es capaz de adaptarse a los planes de los demás y se ofusca cuando no se sale con la suya, nadie querrá contar con usted porque supondrá una barrera para las prioridades del equipo o de otra persona. La flexibilidad mejora mucho la comunicación y facilita el entendimiento.

Dulzura. La dulzura se encuentra en el volumen, el tono, en la expresión facial, en las palabras que elige o en su mirada. Las personas dulces proyectan una calidez sincera. Su expresión facial invita a devolverles una mirada o sonrisa iguales. Su manera relajada de pedirle algo hace que se sienta valorado y querido. La dulzura es la mejor rival de la agresividad y del trato seco.

Transparencia. Guarde un as en la manga para los trucos de magia, pero no para relacionarse con los demás. Hable, exprese cómo se siente, qué le ocurre o lo que le preocupa. Hágalo con naturalidad. Las personas que hablan de sí mismas con naturalidad nos parecen cercanas. Por el contrario, hay personas que parecen misteriosas y que esperan que los demás adivinen lo que les pasa. Es gente que no nos hace sentir cómodos.

Deje la seriedad para las emergencias. No es sinónimo de responsabilidad. Sea divertido y desenfadado. Relacionarse con personas serias a veces es incómodo. No provoca un ambiente relajado y distendido en el que los demás se sientan con confianza para ser ellos mismos.

Trabaje su expresión facial y sus gestos. La sonrisa invita al otro a sonreír, y los demás le interpretan como una persona asequible, relajada y abierta a relacionarse. Sonreír es gratis y le abrirá muchas puertas. No mire por encima del hombro, ni levante el dedo acusador. La naturalidad a la hora de expresarse de forma agradable requiere un entrenamiento. Si ha decidido sonreír más, lo normal es que al principio su gesto risueño no le salga con toda la naturalidad del mundo. Pero concédase un tiempo.

Sea un tipo divertido y páselo bien. Cuanto más disfrute de la vida y más desarrolle su sentido del humor, mayor satisfacción y bienestar tendrá. No es atractivo ni grato relacionarse con personas rencorosas, envidiosas y victimistas. Lo mismo que hace ahora puede realizarlo con más diversión: ponga música, sea creativo, caricaturice la situación y recuerde emociones positivas que le hagan sentir vivo durante un momento de estrés. Hay muchas maneras de cambiar su estado emocional. No permita que las situaciones ni otras personas le superen y le sumerjan en la apatía y la rabia. Modifique su mundo y se transformará usted.

Escuche y preste atención. Nos gusta relacionarnos con las personas que se interesan por nosotros y nos escuchan. Haga sentir bien a los demás prestándoles atención, reforzando las pasiones del otro, valorando sus progresos, elogiando detalles, desde la ropa que llevan a su último logro laboral. Deje la crítica y los consejos no pedidos. Se trata de pasar un buen rato, no de dar lecciones a otros.

Pregunte e interésese por los otros. A las personas les gusta hablar de ellas mismas y se sienten a gusto cuando se les da la oportunidad de contar sus cambios, su vida en pareja, el futuro de sus hijos, intereses, el trabajo… No sea el protagonista de las conversaciones. No necesita tener una relación íntima con la persona para interesarse.

Sea servicial, que no servil. Haga favores gratuitos, de esos que salen de uno con la única finalidad de ayudar y contribuir al bienestar de otra persona. No mida, actúe en función de su corazón, valores y sentimientos. Las personas serviciales se ofrecen: “¿Puedo ayudarte en algo?”. No se trata de estar al servicio de los demás y perder espacio para nosotros. Pero también hay que olvidarse de vez en cuando de uno mismo para pensar en qué y cómo puedo contribuir y prestar ayuda. Busque el término medio para tener tiempo para todo.

Mejor tener paz que tener razón. ¡Qué tranquilidad da poder permitirse no justificar todo, no tener que argumentar las ideas para sentirse comprendido y qué relax para cualquier intercambio, sobremesa o conversación! Las personas que siempre quieren llevar razón son agotadoras. Muestran con orgullo sus conocimientos, argumentos y se creen en posición de la verdad. No es agradable conversar con ellos.

Sea discreto, sobre todo con la información de otros. En este mundo de cotilleo en el que muchos viven la vida de los demás por no vivir la suya propia, se ha terminado por convertir el hablar de otros en algo normal. La indiscreción y la imprudencia le alejan de las relaciones de confianza. No hable de la vida privada, chismes o intimidades de nadie, y menos sin haber pedido permiso. No espere que le digan: “Esto no lo cuentes”. Coja la costumbre de no hacerlo.

Dice un proverbio del libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale Carnegie: Si quiere coger miel, no pegue puntapiés a la colmena. Esperamos ser bientratados porque forma parte del respeto que merecemos y porque nos hace sentir especiales. Pero este deseo debe acompañarse de comportamientos recíprocos y bidireccionales.

http://elpais.com/elpais/2015/08/20/eps/1440090968_118776.html?id_externo_rsoc=FB_CM