doodle-google--644x362En muchas de las conferencias y talleres que impartimos sobre internet, aun hay padres y madres que preguntan si sus cuentas de correo electrónico de Gmail, Hotmail ó Live, son realmente privadas. Hace poco una madre comentaba sorprendida: “Llevo un par de días intercambiando mails con una amiga, sobre mis planes para visitar los parques naturales de Noruega este verano, y en la columna de la derecha de mi cuenta de correo me están apareciendo anuncios sobre guías de Noruega, hoteles, cruceros, etc… ¿es que nuestros correos no son privados?” Al margen de recomendarle que se leyera las condiciones de uso de la entidad que le había facilitado su gratuita cuenta de correo electrónico, le explique a grandes rasgos cómo funcionan las llamadas “cookies”.

Está bien recordar que, el pasado mes de Diciembre de 2013, la Agencia Española de Protección de Datos multó a Google, responsable de Gmail, por “vulnerar gravemente” los derechos de los ciudadanos. La Agencia española ha puesto a Google tres multas de 300.000 euros cada una, al considerar que guarda los datos de sus usuarios “durante periodos de tiempo indefinidos e injustificados”, no informa claramente de que esos datos pueden ser usados “con múltiples finalidades” y además “obstaculiza –y en algunos casos impide- el ejercicio de los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición”…

La cookie, o “galleta informática”, es una pequeña porción de texto de las páginas y sitios que usted visita, y que su navegador recoge y almacena. Algunas de estas cookies pueden ser beneficiosas para el usuario, ya que permiten que el navegador “recuerde” cosas que usted ha buscado, el idioma que ha utilizado, etc. Pero un gran número de cookies trabajan en beneficio de terceros, cuyo objetivo es tener un perfil lo más ajustado posible de usted y sus gustos para proyectarle publicidad sobre productos que le puedan interesar. Muchas de las cookies que seguramente tendrá usted instaladas en su dispositivo, le identifican, pueden saber dónde ha pulsado un “Me Gusta” en una red social, qué artículos ha leído, o qué productos ha comprado en una tienda online.

Pero al margen de los temas relacionados con la privacidad, una cuestión que debe preocuparnos mucho con respecto a los niños y adolescentes es la visión que del mundo y el entorno terminan proyectándoles buscadores como Google, a través especialmente del mundo de las cookies. Y debe preocuparnos también por nosotros mismos.

Hace pocas semanas, estuve visitando la web de una conocida cadena de venta de productos de música, libros e informática, buscando información sobre el último disco de un grupo musical. El caso es que ese mismo día, al entrar en un conocido periódico online, en la columna de la izquierda me apareció un anuncio con la portada del disco. Poco después en otro periódico, después en la web de otro comercio, etc… Si ustedes entran en una web de una cadena comercial de este tipo, por ejemplo, y pinchan con el botón derecho del ratón sobre la pequeña página en blanco que aparece junto a la dirección del sitio (la url), verán cómo aparece un menú en el que se enumeran los “datos de sitios y cookies”. En el caso de la página que yo visité la primera vez, aparecían enumeradas más de 400 cookies almacenas por dicha página. Mi navegador de Google estaba informando a cientos de páginas sobre la compra que yo había realizado.

Y el problema es el siguiente: Ya tengo el disco. No necesito más publicidad sobre el mismo. Antes, cuando entraba en una web con anuncios de música, me aparecían portadas diversas y sobre diversas corrientes musicales. Me permitían tener una idea más global de lo nuevo que estaba saliendo al mercado, y una percepción más realista. Ahora estoy encasillado, y siempre me muestran el mismo tipo de música. Y la verdad es que a mí me gustan muchos tipos de música (¡!). Desde entonces no dejo de borrar las cookies de los sitios en los que entro.

Pero ¿y si hablamos de algo más serio? Si usted busca información sobre un tema en Google o en Facebook, es muy posible que no le aparezcan exactamente los mismos enlaces que a mí, ni en el mismo orden. Los algoritmos que utilizan estas empresas para saber lo que nos gusta, harán que aparezcan unas cosas u otras con mucha más frecuencia. Es decir, harán que el mundo online se vaya adaptando a las preferencias, gustos, ideas o creencias que usted tiene. Si observan que usted comienza a visitar más páginas católicas sobre determinados temas religiosos, harán que las páginas confeccionadas por protestantes dejen de aparecer en sus búsquedas. Si es usted más progresista que conservador, las páginas, artículos o comentarios de los conservadores irán desapareciendo de los resultados de sus búsquedas.

Estamos llegando a un punto en que la “personalización” de internet nos muestra lo que los algoritmos de determinadas empresas consideran que nos gustaría ver… Pero sin preguntarnos nunca y para nada. No nos están mostrando el mundo, con sus riquezas, diferentes perspectivas, diferentes noticias, etc, sino el mundo bajo un prisma determinado. El que se supone que se adapta más a nosotros. Pero ¿quién ha decidido que yo sólo quiera recibir noticias sobre música indie? ¿Quién ha decidido que por el hecho de pertenecer a una cultura cristiana no quiera saber nada de la perspectiva de los judíos o los musulmanes? Y lo que es más importante de todo para el tema que nos preocupa, la Educación: ¿Es bueno que la información a la que acceden los niños y adolescentes en sus buscadores o redes sociales, sea decidida por unos algoritmos creados por una empresa, que les va a mostrar lo que cree que ellos deben ver en función de sus supuestos gustos? ¿Y si los padres/madres y educadores consideramos que deberían acceder a una información NO sesgada? ¿Y si consideramos que internet debería ser un sitio donde descubrir lo plural que es el mundo?

Porque además, sabemos que esto no se hace sólo atendiendo a criterios de “personalización”, sino también a criterios económicos y de todo tipo. Cualquier empresa o entidad puede pagar porque sus productos, su idea o lo que sea que venda aparezca en primer lugar al teclear una palabra determinada en Google. Tendrá calidad de “anuncio”, pero aparecerá en primer lugar, y en ocasiones varias de las primeras entradas serán sólo publicidad.

Pero podemos y debemos ir más allá. Resulta que muchos informáticos, webmasters, etc, controlan las llamadas “técnicas de posicionamiento”. Es decir, saben qué debes de hacer con tu página web para que Google la coloque más arriba, o entre las primeras que aparecen. Esto es muy importante, ya que sabemos que la inmensa mayoría de los usuarios buscan la información entrando en los enlaces de la primera página de resultados, algunos lo hacen también en la segunda y casi nadie llega a la tercera. Pues resulta que si cumples ciertos criterios tu posicionamiento sube, y sube. Por ejemplo, si tu página tiene enlaces a otras páginas, y esas páginas te enlazan también a ti, Google lo valora mucho más y ganas posicionamiento. No importa que esas páginas las hayas creado también tú mismo y con ese objetivo, por ejemplo… Existen incluso lo que se denominan “granjas de enlaces”, creadas precisamente para albergar todo tipo de enlaces y mejorar el posicionamiento de las páginas que las contratan. Si además cuelgas contenido nuevo con frecuencia también ganas, aunque el contenido nuevo sea bazofia. Si incluyes determinadas palabras en tus metadatos también puedes aparecer más arriba, etc… Es decir que, aunque tu página no aporte nada importante sobre un tema, diga mentiras y barbaridades y se invente la mitad de las cosas, si sabes cómo posicionarla en Google y cumples determinados requisitos puedes aparecer mucho más arriba que la web que contenga un estudio publicado por un equipo de catedráticos de distintos países… ¡Así de claro!

Lo bueno que tiene Google es que si quieres y sabes buscar, no son capaces de impedirte que encuentres cosas interesantes. Así, buscando sobre esta cuestión, me he topado con alguien que conoce el tema mucho mejor que yo, y que ha creado el término “burbuja filtrada” para referirse a esta situación, y denunciarla también públicamente. Se trata del estadounidense Eli Pariser, autor del libro del mismo nombre: “The Filter Bubble”. Pariser señala que nos han metido en una especie de burbuja online, totalmente personaliza, pero en la que tú realmente no decides lo que entra y lo que sale, pero vives en ella y condiciona tu visión de todo lo que sucede. Pariser advierte: “Si los algoritmos son los que nos van a mostrar el mundo, los que van a decidir lo que podemos o no podemos ver, entonces tenemos que asegurarnos de que no sólo mantengan visible lo relevante, tenemos que asegurarnos de que también nos muestren cosas que nos sean incómodas, o que supongan un reto o que sean realmente importantes”. Por supuesto considero que esto es básico, y en relación a los niños y adolescentes es fundamental si queremos que crezcan desarrollando un sentido crítico, capaces de cotejar opiniones distintas y de aprovechar la diversidad que ofrece este mundo. Tendremos personas más razonables y muchos menos fanáticos. Nadie tiene unos principios bien afianzados si no ha podido cotejarlos con los principios de los demás… y al margen de lo que finalmente decida pensar o creer, será una persona mucho más tolerante y dispuesta a escuchar y aprender de sus semejantes.

La conclusión práctica que sacamos debemos trasladársela a los adolescentes:

1. El mundo no es necesariamente como te lo presenta un buscador.

2. No todo lo que aparece en ellos es cierto o veraz.

3. Lo primero que aparece no es necesariamente lo más importante y, sobretodo:

4. Borra las cookies después de cada sesión (¡!).

ARTICULO DE: http://kidsandteensonline.com