Alguna vez leí que atravesar una tormenta emocional en la vida tenía el sentido mismo de su ocurrencia: las tormentas y sacudidas en la vida de las personas ocurren por algo, para que no vuelvas a ser la misma persona de antes de que ocurriese.
Cuando pasamos por cosas desagradables añoramos nuestro estado emocional anterior, sufrimos muchísimo porque decimos “por qué a mi” y creemos que por ello hemos perdido parte de nuestra esencia e incluso inocencia en el mundo. Nos sentimos raros, confusos, no llegamos a entender el valor terapéutico que el dolor puede llegar a tener.
Con los golpes fuertes de la vida pueden ocurrir dos cosas: o te hundes, o renaces como una persona mejor que la anterior. Da igual cuáles sean tus creencias místicas o si crees en el karma o no. Estamos hablando de algo mucho más pragmático e incuestionable: las experiencias nos cambian.
Solo los eventos que pasan por nuestro cuerpo y por nuestra mente con intensidad nos harán cuestionarnos cosas que antes jamás hubiéramos hecho. Esto viene a referirse a lo de siempre, cuando le ocurre a mi amigo o a mi vecino lo veo muy claro, pero cuando me pasa a mí sí que me duele y afecta.
Siempre nos dicen frases del tipo “Lo importante no es caerse, sino levantarse” o “Cometes un error, debes de aprender de él“, son la base de muchísimas evoluciones y cambios que nosotros y las personas de nuestro alrededor experimentan.
Ojalá pudiéramos darnos cuenta de todo sin llevarnos “palos“, pero no hay un manual de instrucciones para la vida. Y aunque creas que lo tienes, vives en un mundo en el que las cosas cambian. Las personas más sabias de la vida adoptan el cambio, pues se dice “no sobrevive el más fuerte sino el que se adapta mejor al cambio”. Y el cambio siempre está precedido por ensayo-error, confusión y aprendizaje.
He aprendido más de mis errores que de mis “aciertos”
Pensemos en algún error que hayamos cometido en nuestra vida. Hablamos de errores dentro de un mínimo de lo humanamente comprensible, errores que son delitos no son nuestro tema en este artículo, aunque no todos ellos definen a las personas buenas o malas personas, y es importante decir esto porque también requiere de matices.
Pero tomando como perspectiva los errores que hemos cometido en nuestra vida, elijamos el “peor” para nosotros. ¿Has pensado alguna vez en el valor del aprendizaje de ese error? ¿Has pensado alguna vez de lo que “te has librado” o has asegurado en tu sistema de valores por haberlo cometido?
“Más instructivos son los errores de las grandes inteligencias que las verdades de los ingenios mediocres”
-Arturo Graf-
No te preocupes, te vamos a alegrar la lectura si es que nunca te has parado a pensar en esto. Algunas lecciones de los errores que cometemos los seres humanos son más universales de lo que parecen, así que vamos a hacer un recorrido por ellas.
Mi error “más grande” me enseñó que:
- La vida te puede sorprender para bien, y también para mal: Hay que estar preparados para los contratiempos que puedan venir, y no hay nada mejor que poder solventarlos independientemente.
- No todo el apoyo emocional que te den es válido. Solo importa la calidad, no la cantidad: Creer que estamos arropados en una situación difícil o en un bache emocional es solo eso, una creencia. Es importante ser prudente y no buscar apoyo social de cualquier tipo, sino del tipo que a ti te va a ser útil.
- En los malos momentos son en los que yo me conozco de verdad y a los demás, también: Dicen que no conoces a alguien hasta que vives con ella pero pasar por un apuro económico, social o emocional puede ser también muy delatador. Ni el príncipe azul que creías es tan apuesto ni tu amiga es la que te abraza. No significa que tengas que cortar esas relaciones, simplemente pasarán al estado de la cordialidad.
- Vivir la indiferencia de unos te hará emocionarte con la lealtad, la sensibilidad y la pasión de otros: Es terrible cómo solemos subestimar a algunas personas que nos rodean. Solo cuando vienen los momentos difíciles, se puede apreciar su grandeza. Las personas honestas y limpias no se valoran por el tiempo que llevan acompañándote, sino cuando su honestidad y bondad resplandece.
- Todo pasa, todo cambia, nada es permanente: un dolor o una decepción por más desgarradora que pueda parecer con el tiempo se aplana, se suaviza y se disipa. Que cuando actúas con principios, estos siempre se volverán más firmes para tu futuro y el dolor suponía solo un atrezzo para contemplarnos con mayor claridad.
- Los errores se superan, pero las decepciones son irreversibles: Los errores se superan y se aprende de ellos. Podrás olvidar a las personas que te decepcionaron pero jamás lo que te hicieron sentir, por lo que quizás ha sido la mejor forma de finalizar algo que no era verdadero.
- Gracias a todo lo aprendido, hoy soy mejor persona: Gracias a todo lo aprendido, soy otra persona. No menos sensible, ni inocente, ni tampoco más “avispada”. Simplemente soy una persona con las cosas más claras, más autosuficiente y con capacidad de no escuchar lo que no me interesa y de disfrutar de lo que me apasiona.
El sabor agridulce de mi error me ha preparado para otras caídas
Es inevitable que todas las personas volvamos a equivocarnos varias veces en la vida por muy bien controlado que creamos tenerlo todo. El error es parte fundamental de nuestro crecimiento y evolución.
Pero si aprendemos de nuestros errores la próxima vez caeremos con amortiguación y nos levantaremos con mayor rapidez. Porque si en la vida no cometes errores o no te pasan cosas desagradables a veces, es que estás teniendo una vida muy limitada.
Imagen cortesía de Elena Lishanskaya, Lucy Campbell
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