Listado mensual: noviembre, 2013
¿Existe una única inteligencia?
La pregunta acerca de si un niño es inteligente o lo será en el futuro está teñida en algunas ocasiones por la idea o creencia de que cuanto más rápido se aprenden las cosas, más inteligente se es.
Se cree que el éxito y la rapidez son sinónimo del nivel de inteligencia de los niños.
Tradicionalmente se nos ha transmitido que la inteligencia era un valor relacionado con un coeficiente intelectual y con la capacidad lógica y racional de resolver problemas, dejando de lado otras cualidades igual o más importantes que afortunadamente se están empezando a tener en cuenta a la hora de evaluar a un niño.
Dicho de otra manera, se pensaba en números y resultados. No en procesos.
Con el transcurso del tiempo y la puesta en marcha de numerosas investigaciones se llegó a la conclusión de que las cualidades ligadas especialmente a los intereses propios de cada niño y a la capacidad de resolución de los problemas, así como también su base emocional y creativa, resultan fundamentales a la hora de observar los diferentes modos de ser inteligente.
Hemos escuchado frases del estilo de:
«Mira lo rápido que resolvió esto, es súper inteligente».
«Mira que lento, todavía no ha dejado los pañales. El tuyo sí que es inteligente, tan pequeño y ya sin ellos.»
«Mi hijo es medio tonto. Todavía no aprendió a escribir. Sus compañeros son más inteligentes porque ya escriben muy bien».
Estos comentarios de la vida cotidiana de cualquier familia guardan un trasfondo. En realidad, simbolizan una idea o creencia de lo que nosotros pensamos que es ser inteligente, transmitiéndoselo también a los niños.
Tendemos a creer que el éxito y la rapidez son sinónimo del nivel de inteligencia que poseen especialmente los niños.
Lo importante es definir en qué consiste ser inteligente.
La inteligencia es una capacidad mental compleja y personal que se construye, teniendo como objetivo la función de facilitar la tarea de elegir las mejores opciones para resolver una situación problemática que se presenta. Además, es diferente según cada persona, edad y cultura que representa.
Usar la inteligencia implica poner en juego diferentes habilidades dependiendo del área que más nos interesa. Podemos planificar o resolver de manera práctica o abstracta diversas situaciones problemáticas.
Según mi criterio, ser inteligente consiste en tener una buena comprensión y adaptación del entorno que nos rodea.
Además, ser más o menos inteligente depende de varios factores.
Uno de ellos es el genético. En definitiva, quién y cómo somos. Por lo tanto, hay tantas inteligencias como personas y a su vez no existe un único tipo de inteligencia.
Otro aspecto es la predisposición que tenemos para determinadas áreas de interés dentro del entorno familiar y social en donde nacemos y nos desarrollamos. No hay que olvidar que estamos inmersos en una cultura.
En la actualidad, tal y como plantea el psicólogo e investigador norteamericano Howard Gardner, cada persona tiene un determinado potencial que se expresa en diferentes aspectos de su desarrollo. Y es por ello que este estudioso bautizó su propia teoría como inteligencias múltiples. Gardner considera la inteligencia como «la capacidad de resolver problemas» y yo estoy totalmente de acuerdo con él, aunque agregaría algo más: la inteligencia es crear, creer y crecer poniendo en juego el conocimiento que tenemos de las cosas. Tomar de otros aquello que no sabemos, incorporarlo creativamente desde la curiosidad natural que todos tenemos al nacer y con los años vamos perdiendo. Además de confiar en nuestras propias capacidades.
La teoría de Gardner menciona diferentes clases de inteligencia que nunca se expresan solas sino que coexisten entre ellas, dejando que alguna predomine sobre las demás en determinados momentos. Dicho de otra manera, plantea el tema de las aptitudes para lograr un objetivo.
¡Qué bueno es plantear la educación y crianza de los niños desde esta perspectiva de diversidad integrando las diferencias, en lugar de clasificar al que no es como esperamos con la etiqueta de «No es inteligente»!
Antes de compartir con ustedes las definiciones de inteligencias quiero aclarar que dichas inteligencias no son entidades físicas y que por lo tanto no pueden verse y evaluarse aisladamente.
Hay múltiples formas de conocer, de percibir, de razonar, de comunicar lo que pensamos.
Algunos niños utilizan más el cuerpo, las imágenes, las palabras y los números, mientras que otros tienen inquietudes musicales o se interesan por la naturaleza.
No estamos diseñados para responder a estímulos de manera automática.
La inteligencia se divide en: inteligencia interpersonal, inteligencia intra-personal, inteligencia naturalista, inteligencia espacial, inteligencia lingüística, inteligencia musical, inteligencia corporal e inteligencia lógico matemática.
En esta ocasión me detendré en las dos primeras.
Una mamá me consultó lo siguiente:
«Me dijeron que en mi hijo predomina la inteligencia interpersonal e intrapersonal ¿Qué significa esto?»
Y he aquí la respuesta:
Los niños que pueden hacer alarde de esta inteligencia tienen por característica relacionarse y comprender con facilidad a otras personas. Han desarrollada la capacidad de cooperación/empatía que significa poder ponerse en el lugar del otro interesándose por lo que le pasa. Son niños sociables y simpáticos y disfrutan compartiendo su tiempo con los demás. Les gusta escuchar y participar de charlas y reuniones y se interesan por las personas que los rodean.
La inteligencia intrapersonal es la capacidad para conocerse a sí mismo. Tomar conciencia de las propias emociones y expresarlas. Nos permite comprender lo que hacemos y valorar nuestras propias acciones. Esta capacidad podríamos definirla como empatía con uno mismo. Los niños bendecidos con esta inteligencia están conectados consigo mismos y reconocen sus propios intereses, capacidades y dificultades. Además, son pequeños que pueden jugar a solas relajados, preguntan mucho acerca de la vida y según su edad hablan de sí mismos. Esta inteligencia está íntimamente relacionada con la inteligencia interpersonal.
En definitiva, las denominadas inteligencias intrapersonal e interpersonal son aquellas que le permiten a nuestro hijo el despliegue de sus habilidades para desenvolverse en la vida. Además, aplican en todas las experiencias y áreas del aprendizaje.
Están presentes en las conductas y pensamientos cotidianos cualquiera que sea la edad.
Aprendemos de la relación con los demás y en ese vínculo, ya sea con la mamá, el papá, los abuelos, tíos, etc., se expresa la personalidad de cada niño, sus capacidades y limitaciones.
Es por ello que resulta tan importante conocer las fuerzas y debilidades de los pequeños para poder ayudarlos y acompañarlos en el maravilloso trayecto del aprendizaje y el crecimiento.
Ambas inteligencias resultan fundamentales para poder pensar junto a otros, intercambiar ideas, ilusiones, deseos, proyectos y tareas conjuntas, así como para crecer con una base sólida que pueda ayudar a incorporar y sostener a lo largo de la vida cada aprendizaje.
Lic. Alejandra Libenson
Psicóloga y Psicopedagoga
Especialista en educación, crianza e infancia
Autora del libro «Criando hijos, creando personas»
VIA: http://www.tudiscoverykids.com