Alguna vez leí que atravesar una tormenta emocional en la vida tenía el sentido mismo de su ocurrencia: las tormentas y sacudidas en la vida de las personas ocurren por algo, para que no vuelvas a ser la misma persona de antes de que ocurriese.

Cuando pasamos por cosas desagradables añoramos nuestro estado emocional anterior, sufrimos muchísimo porque decimos “por qué a mi” y creemos que por ello hemos perdido parte de nuestra esencia e incluso inocencia en el mundo. Nos sentimos raros, confusos, no llegamos a entender el valor terapéutico que el dolor puede llegar a tener.

Con los golpes fuertes de la vida pueden ocurrir dos cosas: o te hundes, o renaces como una persona mejor que la anterior. Da igual cuáles sean tus creencias místicas o si crees en el karma o no. Estamos hablando de algo mucho más pragmático e incuestionable: las experiencias nos cambian.

El valor de iniciar el cambio

Solo los eventos que pasan por nuestro cuerpo y por nuestra mente con intensidad nos harán cuestionarnos cosas que antes jamás hubiéramos hecho. Esto viene a referirse a lo de siempre, cuando le ocurre a mi amigo o a mi vecino lo veo muy claro, pero cuando me pasa a mí sí que me duele y afecta.

Siempre nos dicen frases del tipo “Lo importante no es caerse, sino levantarse” o “Cometes un error, debes de aprender de él“, son la base de muchísimas evoluciones y cambios que nosotros y las personas de nuestro alrededor experimentan.

Ojalá pudiéramos darnos cuenta de todo sin llevarnos “palos“, pero no hay un manual de instrucciones para la vida. Y aunque creas que lo tienes, vives en un mundo en el que las cosas cambian. Las personas más sabias de la vida adoptan el cambio, pues se dice “no sobrevive el más fuerte sino el que se adapta mejor al cambio”. Y el cambio siempre está precedido por ensayo-error, confusión y aprendizaje.

He aprendido más de mis errores que de mis “aciertos”

Pensemos en algún error que hayamos cometido en nuestra vida. Hablamos de errores dentro de un mínimo de lo humanamente comprensible, errores que son delitos no son nuestro tema en este artículo, aunque no todos ellos definen a las personas buenas o malas personas, y es importante decir esto porque también requiere de matices.

Pero tomando como perspectiva los errores que hemos cometido en nuestra vida, elijamos el “peor” para nosotros. ¿Has pensado alguna vez en el valor del aprendizaje de ese error? ¿Has pensado alguna vez de lo que “te has librado” o has asegurado en tu sistema de valores por haberlo cometido?

“Más instructivos son los errores de las grandes inteligencias que las verdades de los ingenios mediocres”
-Arturo Graf-

No te preocupes, te vamos a alegrar la lectura si es que nunca te has parado a pensar en esto. Algunas lecciones de los errores que cometemos los seres humanos son más universales de lo que parecen, así que vamos a hacer un recorrido por ellas.

Mi error “más grande” me enseñó que:

Mujer soplando pompas de jabón
  • La vida te puede sorprender para bien, y también para mal: Hay que estar preparados para los contratiempos que puedan venir, y no hay nada mejor que poder solventarlos independientemente.
  • No todo el apoyo emocional que te den es válido. Solo importa la calidad, no la cantidad: Creer que estamos arropados en una situación difícil o en un bache emocional es solo eso, una creencia. Es importante ser prudente y no buscar apoyo social de cualquier tipo, sino del tipo que a ti te va a ser útil.
  • En los malos momentos son en los que yo me conozco de verdad y a los demás, también: Dicen que no conoces a alguien hasta que vives con ella pero pasar por un apuro económico, social o emocional puede ser también muy delatador. Ni el príncipe azul que creías es tan apuesto ni tu amiga es la que te abraza. No significa que tengas que cortar esas relaciones, simplemente pasarán al estado de la cordialidad.
  • Vivir la indiferencia de unos te hará emocionarte con la lealtad, la sensibilidad y la pasión de otros: Es terrible cómo solemos subestimar a algunas personas que nos rodean. Solo cuando vienen los momentos difíciles, se puede apreciar su grandeza. Las personas honestas y limpias no se valoran por el tiempo que llevan acompañándote, sino cuando su honestidad y bondad resplandece.
  • Todo pasa, todo cambia, nada es permanente: un dolor o una decepción por más desgarradora que pueda parecer con el tiempo se aplana, se suaviza y se disipa. Que cuando actúas con principios, estos siempre se volverán más firmes para tu futuro y el dolor suponía solo un atrezzo para contemplarnos con mayor claridad.
  • Los errores se superan, pero las decepciones son irreversibles: Los errores se superan y se aprende de ellos. Podrás olvidar a las personas que te decepcionaron pero jamás lo que te hicieron sentir, por lo que quizás ha sido la mejor forma de finalizar algo que no era verdadero.
  • Gracias a todo lo aprendido, hoy soy mejor persona: Gracias a todo lo aprendido, soy otra persona. No menos sensible, ni inocente, ni tampoco más “avispada”. Simplemente soy una persona con las cosas más claras, más autosuficiente y con capacidad de no escuchar lo que no me interesa y de disfrutar de lo que me apasiona.

El sabor agridulce de mi error me ha preparado para otras caídas

Es inevitable que todas las personas volvamos a equivocarnos varias veces en la vida por muy bien controlado que creamos tenerlo todo. El error es parte fundamental de nuestro crecimiento y evolución.

Pero si aprendemos de nuestros errores la próxima vez caeremos con amortiguación y nos levantaremos con mayor rapidez. Porque si en la vida no cometes errores o no te pasan cosas desagradables a veces, es que estás teniendo una vida muy limitada.

Imagen cortesía de Elena Lishanskaya, Lucy Campbell

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Es importante conocer el significado de la palabra autoestima, para no confundirnos con el estado de ánimo. Ya que, a menudo, los confundimos y atribuimos una disminución de nuestra valoración o reconocimiento personal, cuando en realidad es una bajada de nuestro ánimo.

Además, con frecuencia, estos cambios los atribuimos a causas externas a nosotros, como a los demás o a las circunstancias, expresando así “que alguien o algo me ha bajado la autoestima”, cuando en realidad, la autoestima sólo depende de nosotros mismos.

“Sólo podemos amar cuando nos amamos a nosotros mismos”
-Abraham Maslow-

Los componentes de la autoestima

Por definición, “autoestima”, hace alusión a la estima que me aporto a mí mismo, es decir, a lo que me quiero. La autoestima es la capacidad y la percepción que tenemos sobre nosotros mismos. Por lo tanto, no cabe atribución externa en tal concepto, ya que depende completamente de nosotros. Además, se encuentra formada por diferentes componentes, como son:

  • Autoconcepto, se refiere a la definición que tenemos sobre nosotros mismos, en cuanto a las ideas o creencias acerca de nuestra persona.
  • Autorespeto, se trata de la forma en la que respetamos nuestras necesidades y nuestros valores, así como, la forma que tenemos de afrontar y resolver nuestras emociones y sentimientos.
  • Autoaceptación, es aceptarnos como somos, en nuestras diferencias con el resto del mundo, valorando lo bueno y siempre con la posibilidad de mejorar lo menos bueno.
  • Autoevaluación, es la capacidad de evaluar nuestro comportamiento y forma de actuar, siendo sinceros y justos con nosotros mismos, para poder aprender y seguir creciendo.
  • Autoconocimiento, nadie mejor que nosotros mismos, para conocer nuestras capacidades, cualidades y habilidades e incluso nuestras debilidades, defectos y limitaciones.

“No apruebo algunas cosas que he hecho o soy o he sido. Pero soy yo. Es bueno saberlo.”

-Elizabeth Taylor-

¿Cuándo se forma la autoestima?

Sin duda, el concepto que tendremos en nuestra vida de adulto de nosotros mismos, se gestó en nuestra infancia. Nuestra autoestima nació de la imagen que nuestros antecesores proyectaron en nosotros, junto con el tipo de relación que mantuvieron desde que nacimos.

Madre con hijo en brazos

Si nuestros progenitores se mostraron interesados por nuestras necesidades, mostrándonos afecto y amor, proyectándonos lo importantes que éramos para ellos. Sin duda, la imagen que nos vamos generando de nosotros mismos, será positiva, buena, lo que llamamos “alta autoestima”.

Si por el contrario, desde la infancia sufrimos carencias emocionales y afectivas en las relaciones con nuestros adultos, y si además éstos no nos mostraron nada bueno de cómo éramos, es seguro, que la imagen con la que fuimos creciendo de nosotros mismos, no era muy adecuada o positiva, definiéndolo así como “baja autoestima”.

¿Cómo nos relacionamos con los demás si tenemos “baja autoestima?

Nadie puede ser feliz si no tiene un buen ajuste personal, ya que la insatisfacción de no saber quién somos realmente, o de no reconocernos buenos en nada, genera infelicidad. Por ello, “subir la autoestima” se convierte en una necesidad para la superviviencia emocional.

Cuando nuestra autoestima está baja, tendremos la necesidad de buscar en los demás el reconocimiento, valoración y apoyo que no nos damos a nosotros mismos. De tal forma, que cuando obtenemos ese reconocimiento, creemos erróneamente que “sube mi autoestima”, sin embargo, cuando me falta o me fallan los demás en lo que esperamos, erróneamente también creemos que nos “baja la autoestima”.

“La gente que quiere más aprobación consigue menos y la gente que necesita menos aprobación consigue más”
-Wayne Dyer-

Pero nada de ésto es cierto, porque los demás no tienen la capacidad de modificar nada que pertenezca a nuestro interior. No pueden bajar la autoestima, ni subirla, porque si tenemos la necesidad de buscar en los demás cuánto nos estiman, eso significa, que en realidad, nuestra autoestima ya estaba baja.

¿Qué es el estado de ánimo?

El ánimo es un estado emocional fluctuante por momentos, por circunstancias, y por muchos motivos, por eso, podemos sentirnos alegres o podemos sentirnos tristes o desdichados, con relativa frecuencia. Así, el estado ánimo es algo pasajero. Es muy probable, que cuando no hallamos lo que esperábamos de los demás, como es su reconocimiento o valoración, nuestro estado emocional y anímico baje.

Pero, en ningún caso el estado de ánimo bajará nuestra autoestima, ya que probablemente ésta se encuentre baja, desde el momento que necesitamos que otros nos reafirmen en quienes somos, en lo que hacemos bien y en la imagen que tienen de nosotros.

Persona de rodillas con la cabeza baja

La autoestima también varía

Indudablemente, la autoestima, como toda actitud o forma de relacionarnos, puede cambiar, aunque es un constructo más estable y profundo de nosotros mismos que el ánimo o estado emocional, y por ello, para que la autoestima varíe, necesita de un periodo de tiempo, debido al cual, puede modificarse la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Por ejemplo, puedo tener baja autoestima y aprender a subirla, con el trabajo de una terapia que nos enseña a profundizar en nosotros mismos. O bien, es posible, también, que de una buena autoestima, pasemos a tener una mala percepción de nosotros mismos, con frecuencia, relacionado con algún problema, situación o trastorno personal, que deja mella en nuestra valoración personal.

Por lo tanto, asumiendo la responsabilidad y el control que tenemos sobre nosotros mismos, podemos decidir restaurar y mejorar nuestro ajuste personal, sintiéndonos queridos y valorados por nosotros mismos, por quienes somos. Y por ello, disfrutando de una vida plena y feliz, independientemente de que a otras personas no les guste como somos.

Imágenes cortesía de Holly Sierra.

http://lamenteesmaravillosa.com/nadie-puede-bajar-mi-autoestima/

Aunque nunca te lo hayas planteado, todo el mundo necesita de contacto físico. Sentirnos queridos y amados es algo que, inevitablemente, necesitamos sin ser conscientes de ello.

Es por esto por lo que buscamos el abrazo de aquel amigo al que tanto cariño le tenemos, la caricia de la persona que amamos… Un contacto real que nos hace sentir y cuyo significado va más allá de lo meramente físico.

“Siempre que me sea posible, voy a ver a mis amigos y los abrazo y dejo que me abracen”

-Jorge Bucay-

A pesar de lo bien que nos hacen sentir los abrazos, no damos tantos como debiéramos. Algo que cambiará en cuanto descubras la cantidad de beneficios que te aportarán.

¡Más abrazos!

¿Por qué no damos tantos abrazos cómo debiéramos? ¿Por qué preferimos los fríos besos en las mejillas? Así nos lo han enseñado. Los abrazos quedan rezagados muchas veces para la intimidad.

Pero, si realmente supiéramos los beneficios que entraña abrazar a otras personas seguro que nuestra visión cambiaría. ¿Por qué no empezar a relacionarnos de otra manera? ¿Por qué no más abrazos?

Eliminemos la negatividad que a veces se apodera de nosotros. Muchas veces, algunas muestras de cariño no son bien vistas por la sociedad, ni por nosotros mismos.

Algunos estudios afirman que los bebés no podrían sobrevivir sin abrazos ni caricias

Madre abrazando a su hijo

Los abrazos tienen mucha importancia ya desde pequeños. Tanto que son muchos los estudios que afirman que sin contacto, muchos bebés no lograrían sobrevivir.

Sentir el cariño, el amor y el calor humano es esencial para que cualquier bebé pueda salir adelante. Es mucho más importante esto que cubrir las necesidades básicas del bebé.

Los abrazos y sus beneficios

¿Qué sientes cuando te dan un abrazo? Probablemente, te identifiques con elsentimiento de seguridad, de amor, de relajación…

Un abrazo puede ser también reconfortante. En definitiva, excepto los abrazos forzados, ¿tienen algo negativo los abrazos?

Entre los beneficios que tienen los abrazos, que son muchos, tenemos los 7 que a continuación te presentamos:

1. Incrementa tu confianza y seguridad

Esto ocurre gracias a que nos hacen sentir apoyados, protegidos y confiados.

Si quieres una buena dosis de confianza antes de cualquier situación que te produzca nerviosismo, por ejemplo hablar en público, ¡recibe un buen abrazo! Este te relajará y brindará la confianza que necesitas.

Pareja abrazados sobre el césped con flores

2. Reduce los sentimientos de enfado y apatía

Los abrazos, por extraño que parezca, logran estimular la circulación. Con esto, logramos que nuestro cuerpo elimine la tensión que pueda presentar.

Además, un abrazo siempre resulta agradable y la seguridad y confianza de la que previamente hablábamos te brindará también la facilidad para sacar tu mayor sonrisa.

3. Favorece la felicidad y mejora tu estado de ánimo

Cuando nos abrazan sentimos la felicidad y seguridad necesarias para poder elevar nuestra autoestima, algo que sucede gracias a la serotonina.

Esta sustancia se produce automáticamente con los abrazos. Por eso, si necesitas un chute de autoestima, ¡recibe un sincero abrazo!

4. Fortalece tu sistema inmune

Tanto si damos un abrazo como si lo recibimos, nuestro sistema inmune se ve fortalecido. ¿Por qué ocurre esto? Porque nuestro sistema inmunológico se activa favoreciendo la creación de glóbulos blancos.

Gracias a esto, logramos prevenir muchas enfermedades y, si nos encontramos débiles, mejorar nuestras defensas.

5. Reduce el riesgo de padecer demencia

Dar y recibir abrazos a una edad temprana pueden ayudarte a prevenir la demencia. Gracias a que nos brindan tranquilidad y equilibran, con ello, nuestro sistema nervioso.

Niño abrazando a su abuelo

6. Rejuvenece tu cuerpo

Los abrazos favorecen la oxigenación de nuestros tejidos, lo que aumenta la vida de nuestras células evitando que estas envejezcan prematuramente. ¡Abraza para mantenerte joven más tiempo!

7. Disminuyen la presión arterial

Al igual que la serotonina, los abrazos también liberan otra sustancia denominada oxitocina, una hormona que se libera gracias a que el sistema nervioso se activa debido a los abrazos.

Con esto, nuestra presión arterial se ve disminuida en el caso de que la tengamos especialmente alta. Por lo tanto, los abrazos son unos excelentes reguladores de la presión arterial.

“Sé que nadie te ha abrazado nunca tan fuerte que cuando se ha ido has sentido que el abrazo se quedaba contigo”

-Santiago Pajares-

A pesar de todos estos beneficios, aún hay personas cuyas murallas que se imponen a su alrededor les impiden disfrutar de los abrazos. ¿Estás dispuesto a dejarlas caer para agradecer todos estos beneficios?

http://lamenteesmaravillosa.com/7-beneficios-psicologicos-tienen-los-abrazos/

La confianza importa si se trata de amor, dinero u otra parte de nuestra vida cotidiana que supone algún riesgo. Un  estudio arroja luz sobre lo que motiva a la gente a confiar en los de los demás.

estudio, que ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores delDartmouth College, Hanover (EE.UU.), ha sido publicado en la revista Journal of Neuroscience.

La confianza en las relaciones humanas

La colaboración es esencial para la vida humana. Fomentar las relaciones interpersonales es intrínsecamente gratificante. También es fundamental satisfacer una necesidad social básica de pertenecer, así como promover la salud física y mental positiva.

Un aspecto fundamental de esta colaboración es la confianza, que implica asumir un riesgo mutuo respecto a otra persona.

Confiar supone asumir riesgos

La decisión de participar en interacciones de colaboración requieren un considerable riesgo permanente, pero proporciona la base para la construcción y el mantenimiento de las relaciones.

Los investigadores del Dartmouth College querían conocer  los mecanismos que subyacen a este proceso. Para ello, pusieron a prueba un modelo computacional de valor social para predecir la toma de decisiones en colaboración.

Un amigo ayuda a otro para no se caiga

El papel del valor social en la toma de decisiones

En este estudio participaron 26 personas  que jugaron a un juego de confianza de reiteración.

Los participantes pensaron que estaban jugando a un juego de  inversión económica, unas veces con un amigo cercano, otras con un extraño y otra con una máquina tragaperras. Pero en realidad, siempre estaban jugando con un algoritmo simple que ofrecía confianza recíproca en el 50% de las ocasiones.

Los investigadores desarrollaron un modelo computacional que predijo la decisión de cada jugador en cada ronda en función de sus experiencias previas en el juego.

Los resultados mostraron que los participantes encontraron más gratificantes las interacciones positivas con un amigo cercano que la interacción con una máquina o incluso con un desconocido.

Los investigadores también observaron que el modelo de valor social ayudaba a predecir mejor las decisiones de inversión,  que los modelos que sólo consideran los pagos financieros.

El comportamiento fue predicho por el modelo, que postulaba que las personas reciben una señal de recompensa de valor social de la reciprocidad de las decisiones de colaboración condicionales, en relación con la cercanía de la relación.

Esta señal de valor social se asoció con una mayor actividad en el estriado ventral y la corteza prefrontal medial, que predijo significativamente los parámetros de recompensa del modelo de valor social.

Hombre ordenador investigado

Confianza y recompensa

La neuroimagen mostró que las señales específicas del cerebro observadas en el estriado ventral y la corteza prefrontal medial correlacionaron con señales de valores sociales cuando los participantes tomaron sus decisiones.

El estriado ventral es una vía clave en el procesamiento de la recompensa, mientras que la corteza prefrontal medial se asocia con lo que representa el estado mental de otra persona.

En conjunto, estas regiones proporcionan evidencia adicional de que los jugadores reciben una señal de mayor recompensa social cuando se enteran que están jugando con su amigo.

Esto ocurre a pesar de que los participantes aprenden que cada jugador solo realiza un movimiento alternativo el 50% del tiempo. Pero debido a que los jugadores reciben esta señal de recompensa adicional, terminan confiando en su amigo más que en los otros jugadores de todo el juego.

“Estos resultados muestran la importancia de las relaciones sociales en la forma en que tomamos decisiones todos los días y, específicamente, cómo las relaciones pueden cambiar nuestro valor percibido asociado con una resolución dictada”comenta Lucas Changel coautor del estudio.

Por lo tanto, dicen los investigadores, se demuestra que el cálculo del valor social impulsa el comportamiento de colaboración en las interacciones repetidas.

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El lenguaje emocional es una forma de expresar sentimientos y emociones,a la misma vez que es un canal de conexión con la otra persona.

En muchas ocasiones, para entendernos en la relaciones interpersonales es suficiente con una expresión afectiva, emocional, con sentimiento, o dicho de otra forma, mostrarnos desde dentro.

El mundo de los afectos

Los afectos son sentimientos expresados con palabras y también de forma no verbal. Mediante palabras y gestos, los afectos van siempre acompañados de emoción, la emoción que permite darle validez a las palabras afectivas.

Podemos definir “afecto”, como toda aquella expresión que muestra a la otra persona cómo nos sentimos con ella, hacia ella, o cuando estamos cerca o lejos de ella; o bien los deseos que tenemos hacia ella.

Y es precisamente la expresión afectiva lo que marcará el carácter de la relación, la profundidad de la misma y la importancia de ésta para ambas personas.

El mundo afectivo de las personas

Las relaciones afectivas

Sin duda, no nos han enseñado a comunicarnos de ésta forma, y en muchas ocasiones, no hacemos uso de ésta comunicación afectiva, porque no consideramos que sea importante, sin embargo, es esencial para las relaciones humanas.

Utilizar palabras afectivas en las relaciones, dotará a las mismas de sentimiento, de alma, de deseos, de contenido y sentido; ya que cualquier otra comunicación, aunque puede resultar interesante, no nos marcará emocionalmente.

La dificultad de expresar afectos

Cuando sentimos algo hacia otra persona, y se lo expresamos, hacemos que larelación sea diferente y especial.

Sin embargo, nos resulta difícil, extraño, ridículo e incluso inusual hacerlo, ya que, con mucha frecuencia, nos han enseñado a no mostrarnos “por dentro” y a ocultar nuestros sentimientos; Nos han contado que es síntoma de debilidad y sufrimiento.

Se trata entonces, de una dificultad basada en una idea errónea de “dureza emocional” y también a la falta de “educación emocional”, a través de la cual nos hubiesen enseñado a expresar afectos y a gestionar nuestras emociones.

El dolor de no expresarnos

Debido a que no nos han enseñado y a las creencias erróneas, solemos mostrarnos fuertes, insensibles e ignorando nuestros sentimientos, porque creemos que nos expone menos al dolor y al sufrimiento de que nos hagan daño.

Sin embargo, la realidad humana es otra,  ya que el dolor, es precisamente lo que sentiremos cuando no expresamos lo que sentimos o cuando no nos lo expresan.

El poder de las palabras afectivas

Si nos enseñasen a utilizar las palabras afectivas, desde la infanciadescubriríamos su fuerza, tanto por escucharlas, como por expresarlas. Tienen el poder de mostrar nuestro interior y conectar con el interior de la otra persona.

Si cerramos los ojos, y escuchamos un:

  • “Te quiero”
  • “Te amo”
  • “Me siento especial contigo”
  • “Me siento feliz a tu lado”
  • “Eres la persona más especial que conozco”
  • “Me siento bien cuando me escuchas”
  • “Me siento importante al escucharte”
  • “Me alegro de haberte conocido”
  • “Me siento en paz a tu lado”
  • ”Quiero seguir a tu lado”
  • “Deseo seguir contando contigo”
  • “Deseo lo mejor para ti”
  • “Quiero abrazarte”
  • “Me apetece conocerte más”
  • “Me siento amado por ti”
  • “Me siento cuidado”….
El dolor de no expresarnos

Nos sentiremos mucho mejor…

Quizás algunas palabras afectivas te resuenen más que otras, aunque es seguro que te han hecho sentirte diferente hacia esa persona que te lo expresaba o hacia quien se lo expresabas.

El poder curativo

El poder de las palabras afectivas reside en su alto contenido emocional, que se transmite y emociona a quien lo recibe, a la misma vez, que la persona que lo emite, siente la emoción de lo que está expresando. Y de ahí, procede el poder curativo.

Al expresar afectos, liberamos emociones que en ocasiones, por no ser expresadas oprimían o bloqueaban a quien las guardaba.

Tras la escucha o expresión de afectos sentiremos el alivio y la liberación del dolor o del sufrimiento que encerraban las emociones relacionadas.

Las palabras afectivas curan y unen a las personas que las utilizan,liberando  aquellas emociones y sentimientos dolorosos, que causaban sufrimiento silencioso.

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A veces nos parece tener un sexto sentido a la hora de, por ejemplo, ver qué personas pueden hacernos daño. Solemos desestimar esta información intuitiva por no basarse en parámetros racionales, ya que eso condiciona la probabilidad de que nos equivoquemos.

Sin embargo, nuestra voz intuitiva es muy útil e importante a la hora de manejarnos por el mundo. De hecho, nuestro cerebro trabaja con gran cantidad de información de la que nosotros no somos conscientes.

Es decir, que cuando tenemos pálpitos, es por algo. Nuestra mente trabaja sin declararnos lo que hace, hablándonos pero sin darnos explicaciones. La realidad es que el mundo no está estructurado para guiarse por intuiciones, pero a veces no nos vendría mal darle un poco de valor.

El silencio compartido sabe mejor

La intuición es la lucidez que el corazón conoce y la mente ignora

Dicen que nuestra inteligencia siempre tiene razón, pero que nuestra intuición nunca se equivoca. Si bien esto no es del todo verdad, digamos que sí que lo es que la consciencia sobrevalora su capacidad de control.

Como comentábamos al principio, puede que a veces algo no nos guste y no sepamos a qué se debe. Entonces, casi de manera automática, desestimamos la información que nuestro sexto sentido nos da y no nos paramos a analizarlo.

De hecho, podemos formarnos la imagen de una persona en unos instantes, en concreto basta con solo 6 segundos. Esto es bastante adaptativo, pues discriminar con rapidez quién puede resultar conflictivo o tóxico es muy importante para proteger nuestra integridad.

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La intuición emocional: la empatía

demás, en términos emocionales la intuición tiene mucho peso. Aquí es donde entra en juego la empatía, la cual no deja de ser una especie de intuición. O sea, ¿qué certeza tenemos de que las emociones que estamos percibiendo sean reales?

Con el tiempo, manejar estos indicios se convierte en una acción automática que nos ayudará a desarrollar nuestra destreza intuitiva. En el amor, por ejemplo, esto cobra especial relevancia. Aunque no sepamos exactamente qué es lo que nos lleva a pensar en que alguien nos quiere, no nos solemos equivocar.

Otra cosa es que nos permitamos hacerle caso a nuestro sexto sentido o no, pero se podría decir que el corazón sí que tiene razones para guiarse la intuición. De hecho, gracias a ella se puede proteger de múltiples daños.

De hecho, la intuición se convierte en el reconocimiento de las situaciones, de las personas y de las consecuencias de lo que ocurre a nuestro alrededor. No obstante, hacer caso a nuestro sexto sentido ciegamente también puede pasarnos factura, por lo que hay que tener cuidado.

En relación a esto, parece que existe fundamento para afirmar que, en la actualidad, las mujeres tienen una mayor capacidad para discriminar y leer rápidamente las emociones ajenas, saber si se está fingiendo, mintiendo o si una pareja se quiere de verdad.

El significado de la nostalgia

Los peligros de la intuición

Poder realizar juicios de manera rápida y sin apenas esfuerzo puede llevarnos a equívocos y, por lo tanto, a perdernos gran parte de la belleza de la vida y de las personas con las que nos topamos.

Por esta razón, debemos contenernos e intentar elaborar mentalmente situaciones hipotéticas en las que nuestros prejuicios puedan actuar equivocadamente. Es decir que cuando nos damos cuenta de que estamos actuando por suposiciones o sentimientos reflejos y sin un gran fundamento, también debemos pararnos a pensar.

No hay misterios, lo importante es cómo actuamos cuando nos percatamos de esto, pues es importante que los sentimientos no nos dominen, que los vigilemos y que los compensemos a la hora de actuar.

Es indispensable darle a nuestra intuición el lugar que le corresponde. Debemos tenerla en cuenta en la misma medida en la que debemos confrontarla con la realidad, obteniendo un equilibrio que nos permita avanzar en todos los órdenes de la vida.

Dos niños llevaban toda la mañana patinando sobre un lago helado cuando, de pronto, el hielo se rompió y uno de ellos cayó al agua. La corriente interna lo desplazó unos metros por debajo de la parte helada, por lo que para salvarlo la única opción que había era romper la capa que lo cubría.

Su amigo comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía buscó rápidamente una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas.
Golpeó, golpeó y golpeó hasta que con-siguió abrir una grieta por la que metió el brazo para agarrar a su compañero y salvarlo.

A los pocos minutos, avisados por los vecinos que habían oído los gritos de socorro, llegaron los bomberos.

Cuando les contaron lo ocurrido, no paraban de preguntarse cómo aquel niño tan pequeño había sido capaz de romper una capa de hielo tan gruesa.
-Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suficiente ¿cómo ha podido conseguirlo? -comentaban entre ellos.

Un anciano que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a los bomberos.
-Yo sí sé cómo lo hizo -dijo.
-¿Cómo? -respondieron sorprendidos.
-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Eloy Moreno. Adaptación de un cuento popular.
Incluído en “Cuentos para entender el mundo”
Puedes conseguirlo firmado y dedicado aquí:
Ver libro
libro_cuentos_pequeno

http://www.blog.eloymoreno.com/el-nino-que-pudo-hacerlo/

Tres son los grandes problemas del hombre: la naturaleza de complicar todo innecesariamente, creando nuevos problemas, el absurdo afán de asumir problemas ajenos, y la estupidez de evitar los problemas reales”

Rafael Hernampérez

Como nos dice Hernampérez nos complicamos la vida innecesariamente.

¿Por qué buscamos problemas donde realmente no los hay? ¿por qué además cargamos muchas veces con los problemas de los demás? y encima, ¿por qué cuando realmente aparece un problema nos asustamos e intentamos evitarlo?.

Las personas somos complicadas, y unas más que otras.

Dentro de cada uno de nosotros llevamos una mochila en la que pesan los recuerdos, las experiencias, la educación que hemos recibido… y muchas veces a la larga, nos perjudican y nos crean prejuicios y problemas, donde realmente no los hay.

mochila de problemas

Pero además, lo más curioso de todo es que cuando llega un problema de verdad, tendemos a evitarlo, huimos de él, sentimos miedo.

“No hago más que darle vueltas a lo mismo…”, “¿Qué pensarán los demás cuando vean que no he querido…?”, “Me siento solo, me siento tan solo y no hago más que pensar esto una y otra vez”, “Tengo que mantener la línea, ¡no me voy a comer este trozo de pastel de chocolate!”.

¿No te sientes identificado con algunas de estas frases? Pues estas y otras muchas inundan  nuestra cabeza sin darnos cuenta.

Poco a poco los pensamientos no nos dejan vivir, están dando vueltas y más vueltas en nuestra cabeza, martilleando… Empezamos a entrar en una espiral en la que vivimos más para nuestra mente, que para nuestra vida real.

Pero todo puede cambiar si queremos… Pues podemos entrenar poco a poco nuestra mente, igual que entrenamos nuestros músculos.

¡Ya es hora de dejar de complicarnos la vida por tonterias!

¿Quieres dejar de complicarte la vida? Pues si te lo propones, poco a poco puedes cambiar. Eso sí, todo requiere un esfuerzo.

Aquí te dejamos unos consejos para ello:

1. Dale la importancia justa a las cosas

Preocúpate cuando realmente sea necesario.

Deja de darle importancia a cosas que realmente no la tienen como ¡ya he perdido el autobús!, y la frase que siempre añadimos detrás ¡Qué mala suerte tengo!

No te preocupes más de lo necesario; más que nada porque los problemas y las dificultades no suelen solucionarse porque pensemos más en ellos…

2. Perdónate y perdona a los demás

Muchas veces nos sentimos culpables de alguna cosa que hemos podido hacer mal con alguien y no dejamos de fustigarnos por ello o por el contrario, no perdonamos el fallo que han podido cometer los demás.

No perdonar nos estanca y no nos permite avanzar, pero perdonar nos libera.

Perdona, perdónate y pasa página.

3. Desconecta de las preocupaciones

Empieza ya a aprender que cuando acaba el trabajo, acaba.

Si vuelves de un hospital de visitar a un familiar querido, si un amigo te ha estado contando un problema etc. cuando vuelvas a casa no sigas “rumiando” en lo mismo.

Necesitas relajar tu mente y liberarla del estrés y las preocupaciones diarias.

Deja de preocuparte

4. Aclara tus diferencias con los demás

Si tienes problemas con alguien, si has tenido un malentendido y no dejas de darle vueltas a la cabeza, lo mejor es que hables con esa persona.

Aclara tus diferencias, te habrás quitado un peso de encima. También es importante que aceptes a los demás tal y como son y que elijas como amigos las personas que te hacen sentir bien.

Recuerda que no somos nadie para imponer nuestra visión a los demás y mucho menos para exigirles que sean de una determinada manera.

5. Adopta frases de cabecera

Empieza a pensar frases del tipo “la caridad bien entendida empieza por uno mismo”, “no puedo estar siempre preocupado por cosas que no merecen la pena”, “la vida son dos días y yo los paso pensando, no puedo seguir así”.

Busca las que más se encuentren en sintonía contigo y repítelas en tu interior con frecuencia.

6. Reconoce tus errores sin martirizarte y ríete de ti mismo

Todos nos equivocamos, ¡no pasa nada!, tú también. Aprende de tus errores y continúa el camino.

Cada fallo puede ser un aprendizaje

y cada crisis una oportunidad

Recuerda que la vida es un juego y así hay que tomarla. Unas veces se gana y otras se pierde. Pero tan divertido es ganar como muchas otras veces perder… a veces incluso, apendremos y nos fortalecemos más.

http://lamenteesmaravillosa.com/6-consejos-para-dejar-de-complicarse-la-vida/

La Inteligencia Emocional determina la manera en que nos relacionamos y entendemos el mundo. Tiene en cuenta las actitudes y los sentimientos, y engloba habilidades como el control de los impulsos, la automotivación, la confianza, la empatía, la autoconciencia y sobre todo, constituye el recurso necesario para ofrecer nuestro potencial interior de forma brillante.

Cada vez somos más conscientes de la importancia del uso y aprendizaje de la Inteligencia Emocional en nuestras vidas, ya que constituye un ingrediente indispensable hacia el éxito en nuestras relaciones personales y cualquier área de nuestra vida.

Inteligencia emocional

Entonces, ¿Qué implica ser una persona inteligente emocionalmente?

Ser consciente de las propias emociones. Identificar nuestras propias emociones al evaluar situaciones pasadas requiere una primaria inteligencia emocional. Si tenemos en cuenta la frase “Quien no se percata de sus emociones queda a merced de las mismas” hacemos referencia a la importancia de saber distinguir un sentimiento mientras está teniendo lugar. Esta acción supone una inteligencia emocional desarrollada.

Manejar las emociones. Significa la capacidad de controlar los impulsos para adecuarlos a un objetivo. Esto es una habilidad que se puede entrenar y desarrollar, e implica el ser capaces de generar estados emocionales positivos y controlar los negativos.

Automotivarnos. Las emociones nos ponen en movimiento. Por ello, desarrollar la capacidad de entusiasmarnos con lo que tenemos que hacer para dar lo mejor de nosotros y de la mejor forma, mejora el rendimiento de cualquier tarea que deseemos emprender.

Empatía. Es el nombre que recibe la aptitud que implica reconocer las emociones de los demás. Nos permite la capacidad de “sentir dentro” de nuestra persona lo que el otro siente. La clave para ser personas con alta empatía reside en saber interpretar con destreza el lenguaje corporal.

Manejar las relaciones positivamente. El último ingrediente de la Inteligencia Emocional consiste en aprender a controlar nuestras emociones y las de las personas que nos rodean de forma positiva. No hablamos de manipular negativamente, hablamos de adelantarnos a los acontecimientos negativos y evitarlos teniendo en cuenta a las personas que nos importan.

El experto en Inteligencia Emocional Harvey Deutschendorf  señala que las personas con un gran desarrollo dentro de este tipo de inteligencia, consiguen mejores resultados en cuanto a calidad de vida se refiere.

¿Quieres potenciar y  aumentar tu Inteligencia Emocional?

Con estos 7 hábitos diarios es posible:

– Rodéate de gente positiva. Las personas negativas pueden generar una pérdida de energía grande. Pasar tiempo con personas positivas te hace percibir y valorar más el lado bueno de la vida. Te fomenta una mayor alegría por vivir y aumenta el “ser positivo” ante las adversidades, facilitándote herramientas para superar obstáculos del día a día.

Sonrisa

– Pon límites y se firme cuando sea necesario. Es muy importante saber poner límites y hacerte valer cuando la situación lo requiera, pero es muy importante no olvidar la educación y el saber estar cuando lo hagamos. Pensar antes de hablar es algo indispensable y pararnos a “entender nuestras emociones” una tarea requerida. Saber decir “No” también es esencial.

– Atrévete a dejar atrás el pasado y pensar hacia adelante. En los errores hay un aprendizaje inmenso. Antes de culparte o hacerte daño a ti mismo párate a reflexionar y sacar “el lado bueno” de la situación. Todo ocurre por “algo”.

– Vuelve tu vida más alegre y feliz. Descubre que te divierte o saca una sonrisa e intégralo en tus hábitos diarios para generarte una mayor felicidad y alegríaTe permitirá sentirte más realizado y a gusto, incluso pudiendo alegrar el día a las personas de tu alrededor de forma inconsciente.

– Elige de forma inteligente en que gastar tu energía. Aprende a gestionar los conflictos con los demás y valora tus logros personales. Valora el “por qué” de las cosas y pregúntate como superarte día a día. Los errores nos permiten superarnos, nunca bloquearnos o hacer que nos quedemos ahí. Eso nos ayudará a saber emplear nuestra energía personal de forma productiva.

– Concéntrate en lo positivo. No emplees demasiado tiempo en cosas y situaciones negativas. Eso no quiere decir que no te responsabilices de tus acciones, pero sí que intentes no centrarte solo en “lo malo”. Busca soluciones a los problemas, concéntrate en tus potenciales y lo que eres capaz de hacer.

– Nunca dejes de querer aprender cosas nuevas. Estar en constante crecimiento, abierto a nuevas ideas y estar dispuesto a aprender de los demás permite desarrollar nuestra Inteligencia Emocional y habilidades sociales. Todo lo anterior nos permite confiar en nosotros mismos y tomar la mejor decisión para nuestra persona.

Integrar estos pequeños hábitos tan saludables y positivos en nuestra vida, nos permite disfrutar y desarrollar una mayor Inteligencia Emocional. Evidentemente, necesitas tiempo para hacerlos familiares a tu interior, pero en cuanto te pongas manos a la obra, tendrás resultados cuando menos te lo esperes.

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Cada vez parece más claro que la nueva fiebre del oro no tiene que ver con hacerse millonario ni con encontrar la fuente de la eterna juventud. El tesoro más codiciado de nuestros tiempos es atesorar felicidad, un concepto abstracto, subjetivo y difícil de definir, pero que está en boca de todos. Incluso es materia de estudio en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Durante varios años, algunos de los estudiantes de Psicología de esta universidad americana han sido un poco más felices, no solo por estudiar en una de las mejores facultades del mundo, sino porque, de hecho, han aprendido a través de una asignatura. Su profesor, el doctor israelí Tal Ben-Shahar, es experto en Psicología Positiva, una de las corrientes más extendidas y aceptadas en todo el mundo y que él mismo define como “la ciencia de la felicidad”. De hecho, sostiene que la alegría se puede aprender, del mismo modo que uno se instruye para esquiar o a jugar al golf: con técnica y práctica.

Con su superventas Being Happy y sus clases magistrales, los principios extraídos de los estudios de Tal Ben Shahar han dado la vuelta al mundo bajo el lema de “no tienes que ser perfecto para llevar una vida más rica y más feliz”. El secreto parece estar en aceptar la vida tal y como es, lo cual, según sus palabras, “te liberará del miedo al fracaso y de unas expectativas perfeccionistas”.

Aunque por su clase de Psicología del Liderazgo (Psychology on Leadership) han pasado más de 1.400 alumnos, aún así cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿Alguna vez se tiene suficiente felicidad? «Es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”, explica.

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Estos son sus seis consejos principales para sentirse afortunado y contento:

1. Perdone sus fracasos. Es más: ¡celébrelos! “Al igual que es inútil quejarse del efecto de la gravedad sobre la Tierra, es imposible tratar de vivir sin emociones negativas, ya que forman parte de la vida, y son tan naturales como la alegría, la felicidad y el bienestar. Aceptando las emociones negativas, conseguiremos abrirnos a disfrutar de la positividad y la alegría”, añade el experto. Se trata de darnos el derecho a ser humanos y de perdonarnos la debilidad. Ya en el año 1992, Mauger y sus colaboradores estudiaron los efectos del perdón, encontrando que los bajos niveles de este hacia uno mismo se relacionaban con la presencia de trastornos como la depresión, la ansiedad y la baja autoestima.

2. No dé lo bueno por hecho: agradézcalo. Cosas grandes y pequeñas. «Esa manía que tenemos de pensar que las cosas vienen dadas y siempre estarán ahí tiene poco de realista».

3. Haga deporte. Para que funcione no es necesario machacarse en el gimnasio o correr 10 kilómetros diarios. Basta con practicar un ejercicio suave como caminar a paso rápido durante 30 minutos al día para que el cerebro secrete endorfinas, esas sustancias que nos hacen sentir drogados de felicidad, porque en realidad son unos opiáceos naturales que produce nuestro propio cerebro, que mitigan el dolor y causan placer, según detalla el entrenador de easyrunning y experto corredor Luis Javier González.

4. Simplifique, en el ocio y el trabajo. “Identifiquemos qué es lo verdaderamente importante, y concentrémonos en ello”, propone Tal Ben-Shahar. Ya se sabe que “quien mucho abarca, poco aprieta”, y por ello lo mejor es centrarse en algo y no intentarlo todo a la vez. Y no se refiere solo al trabajo, sino también al área personal y al tiempo de ocio: “Mejor apagar el teléfono y desconectar del trabajo esas dos o tres horas que se pasa con la familia”.

5. Aprenda a meditar. Este sencillo hábito combate el estrés. Miriam Subirana, doctora por la Universidad de Barcelona, escritora y profesora de meditación y mindfulness, asegura que “a largo plazo, la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser más nosotros mismos bajo cualquier circunstancia”. El profesor de Harvard añade que es también un momento idóneo para manejar nuestros pensamientos hacia el lado positivo, aunque no hay consenso en que el optimismo llegue a garantizar el éxito, sí le aportará un grato momento de paz.

6. Practique una nueva habilidad: la resiliencia. La felicidad depende de nuestro estado mental, no de la cuenta corriente. Concretamente, “nuestro nivel de dicha lo determinará aquello en lo que nos fijemos y en las atribuciones del éxito o el fracaso”. Esto se conoce como locus de control o ‘lugar en el que situamos la responsabilidad de los hechos’, un término descubierto y definido por el psicólogo Julian Rotter a mediados del siglo XX y muy investigado en torno al carácter de las personas: los pacientes depresivos atribuyen los fracasos a sí mismos, y el éxito, a situaciones externas a su persona; mientras que la gente positiva tiende a colgarse las medallas, y los problemas, “casi mejor que se los quede otro”. Sin embargo, así perdemos la percepción del fracaso como ‘oportunidad’, que tiene mucho que ver con la resiliencia, un concepto que se ha hecho muy popular con la crisis, y que viene prestado originariamente de la Física y de la Ingeniería, con el que se describe la capacidad de un material para recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora. «En las personas, la resiliencia trata de expresar la capacidad de un individuo para enfrentarse a circunstancias adversas, condiciones de vida difíciles, o situaciones potencialmente traumáticas, y recuperarse saliendo fortalecido y con más recursos”, afirma el médico psiquiatra Roberto Pereira, director de la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar.

Patricia Payró Jimenez  http://elpais.com/elpais/2015/06/16/buenavida/1434480172_001091.html?id_externo_rsoc=FB_CM