La carencia afectiva es una situación de falta de falta de cuidados, de protección, de atención y de apego que sufre o ha sufrido un niño por parte de su madre o cuidador habitual durante los primeros años de vida.
Esta carencia afectiva puede ser debida a multitud de circunstancias como el abandono, el maltrato o a otras situaciones familiares menos traumáticas pero que dejan al niño desatendido en el plano afectivo y relacional.
La necesidad de afecto para el desarrollo infantil
En la sociedad actual en la que vivimos, inmersos en una actividad frenética y con horarios laborales poco adecuados para la conciliación familiar, son muchos los niños que viven faltos de afecto, de cariño y de las relaciones afectivas necesarias para su correcto desarrollo. No es necesario que el niño sea objeto de causas extremas como el maltrato, negligencia, abandono, largas hospitalizaciones, separaciones o divorcios traumáticos, para verse en una situación de carencia afectiva más o menos grave. Unos cuidados de poca calidad contribuyen de manera significativa al deterioro del desarrollo del niño.
Niños que pasan horas y horas frente a la pantalla del televisor o del ordenador no están disfrutando del afecto o de las interacciones de sociales o intelectuales que les corresponden a su edad. Esta tendencia de dejar a los niños con la niñera virtual durante largas horas crea un estilo de crianza impersonal, orientando a los niños hacia la tecnología y abandonando el factor humano.
6 síntomas de que tu hijo tiene carencias efectivas
Los niños que no se sienten queridos por sus padres, con un ambiente frío, hostil, agresivo o negligente pueden acabar desarrollando trastornos psicológicos más o menos graves. Las consecuencias de las carencias afectivas sufridas durante los primeros años de vida son, con frecuencia, irremediables. Algunos de estos síntomas son:
1. Problemas con el control de los impulsos, con cambios bruscos de conducta y respuestas agresivas.
2. Desconfianza generalizada.
3. Deficiente desarrollo del lenguaje y habilidades sociales.
5. Trastornos de ansiedad.
6. Dificultades para expresar sentimientos y problemas para modularlos.
Todos estos síntomas pueden llegar a hasta la edad adulta encontrándonos con personas egocéntricas, con escasas habilidades sociales y dependientes emocionalmente.
Sara Tarrés Corominas
Psicóloga infantil
Orientadora infantil
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