A finales de mayo y principios de junio de cada año, una realidad sé presenta a los estudiantes que acaban Bachillerato: ¿qué camino de estudios tomar tras la Evaluación para el Acceso a la Universidad (EvAU)? La falta de un consenso legislativo e institucional entre todos los agentes implicados en España desde la década de los ochenta, también repercute en esa cruda circunstancia. Los bachilleres españoles, sobre todo del Sistema Público, carecen de orientadores y maestros que a modo de consejeros les orienten sobre ello.
Los miles de psicopedagogos que hay en los IES -uno por centro- son insuficientes porque no dan abasto entre sus múltiples tareas, así lo confirma la profesora Gracia Vinuesa, con más de 30 años de servicio en institutos públicos de Secundaria, Bachillerato y Ciclos Formativos en Castilla y León y la Comunidad Valenciana, “¿qué facilidades les damos? Muy pocas en la enseñanza pública porque por centro hay un psicopedagogo que debería informarles, pero como el alumnado es súper amplio, no da abasto y no tiene tiempo para ver qué capacidades tiene mejores cada alumno, en qué sé encontraría más cómodo. Sé que en centros concertados en Palencia sí que ha habido un seguimiento más personal a la hora de facilitarles salidas en función de sus cualidades. En la escuela pública sé les lleva un día a la Universidad de Palencia o a la Universidad de Valladolid para que les den pequeñas charlas y vean la carrera que les gustaría hacer, y que les cuenten desde dentro, pero está muy limitado. Si a un chaval le gusta Medicina, va solo a la charla de Medicina y el resto de charlas no las escucha”.
¿Cómo viven los jóvenes este horizonte? ¿Qué tipo de orientación necesitan para continuar con su formación?
Inés Ruiz, que acaba de terminar Bachillerato en el IES Antonio Machado de Soria, expresa las incertidumbres de su generación: “Considero que debían de orientarnos de forma más amplia con una orientadora sobre qué podemos hacer con nuestro futuro. Qué vamos a estudiar, no solo la Universidad, hay más opciones y no nos las dicen. El Instituto orienta en que tenemos que hacer la carrera que más nos guste, pero hay personas que o no sé lo pueden permitir o no quieren hacer eso. La mayoría de mis compañeros quieren hacer una carrera e irse a estudiarla a Madrid. Y las dudas que suelen generarse son si lo que van a estudiar es lo que quieren y si realmente van a poder, dependiendo de la nota de la EvAU.”
La nota de corte desde que fue implantada hace décadas para acceder a unos estudios universitarios en numerosas ocasiones sé convierte en otro lastre: corta vocaciones. ¿Qué piensan los bachilleres sobre ese método de selección?
Para Ruiz “entiendo que la nota de acceso sea de un nivel mínimo y que el acceso a esa carrera tenga que tener un cierto control, pero sí que considero que cada año están complicándolo más y nos reducen más las oportunidades y opciones que tenemos.”
Desde las universidades públicas españolas, salvo honrosas excepciones, tampoco sé hace mucho por despertar y cuidar esas vocaciones nacientes. Así lo confirma Vinuesa: “Sí, que alguna vez han venido de alguna Facultad de Palencia pero sobre todo para asegurar una cantidad de matrículas no porque a los chavales les interese lo que les ofertan. Y los han llevado una vez, pero solo a algo muy concreto y cerrando las posibilidades a pensar otras cosas.”
¿Qué debate es necesario realizar entre centros educativos, asociaciones de padres y madres, Administraciones Públicas, alumnado y empresas?
La falta de tiempo y el acelerar los plazos repercuten en perjuicio de los estudiantes. Ruiz habla con rotundidad sobre “lo que nos proponen ¿creen realmente que es algo que se pueda sacarlo de una manera humana? Este año por primera vez sé ha acortado en casi 15 días para prepararnos la EvAU. Es un tiempo indispensable y necesario, ni mis compañeros ni amigos sabemos cómo podremos afrontarlo porque acabamos el Bachillerato con estrés y cansancio considerable, y nos metemos en una prueba complicada con 10 días de estudio. Creo que se solucionaría un poco más la vida con tiempo porque lo necesitamos para hacer bien las cosas.”
En esta sociedad de hoy, excesivamente acelerada, las prisas afectan para mal a la mayoría. Repercute a diario en la calidad de vida y en esa posibilidad que reclaman los adolescentes de hacer bien cada tarea. Por eso es necesario un debate nacional que de respuestas coherentes, inteligentes y responsables a esta cuestión: ¿qué Pacto Educativo necesita España para las próximas generaciones?
Con el conocimiento que dan los años de experiencia y las tomas de decisiones dentro del sistema público, Vinuesa propone“cuando ha terminado el chaval la ESO no orientar a que todo el mundo vaya a Bachillerato porque no creo que sea la mejor salida por cómo está orientada nuestra sociedad. Hay gente que no tiene capacidades para enfrentarse con una carrera o hacerla por la inercia de que mi padre quiere que haga esto: eso lo hacen muchos.”
Junto a esa realidad, Vinuesa sugiere otros caminos “otra buena salida sería también orientarlos a sus competencias manuales para que desarrollen sus capacidades en los Grados. He tenido una alumna que sé ha pasado cuatro años en Bachillerato porque los padres querían. Y ella quería hacer un Ciclo Formativo de Grado Medio de asistente farmacéutica, al final lo ha conseguido y está estudiando encantada, y ha perdido tres años de su vida por complacer a los demás. Hay que preguntarles qué les gusta, qué no. Con qué capacidades se ven. Cuántos años se ven estudiando.”
Los jóvenes no solo requieren formación en competencias y profesiones, también necesitan educación emocional como atestigua Ruiz “a nivel emocional creo que mucha comprensión y apoyo porque muchas familias creen que lo que hacemos no es tan difícil y que lo ha hecho todo el mundo, pero no en las mismas condiciones, porque cada día se van complicando más. Necesitamos mucho apoyo porque muchas familias exigen y no comprenden al adolescente que tienen al lado.”
Esta es la realidad de los bachilleres españoles, ¿qué sucede en otros países europeos de nuestro entorno? Desde hace años en Dinamarca, sus bachilleres al completar esta etapa tienen dos años por delante para ir a otro país, aprender o perfeccionar esa lengua, conocer esa cultura de vida y trabajar en los empleos que les salgan para afrontar los gastos. Pasado ese tiempo, su país les permite ingresar en los estudios universitarios u otros que elijan una vez madurado qué quieren hacer.
¿Qué les parece esta opción a la bachiller Ruiz y a la profesora Vinuesa?
Para Ruiz, que sé ha informado de esa práctica, “además de ser una muy buena opción para que el estudiante durante un cierto periodo de tiempo se relaje y pueda ver otras cosas, a la vez es una manera de ganar dinero porque no todas las familias al terminar el Bachillerato se pueden permitir el ingreso en la Universidad sin ningún tipo de problema económico. Es bueno que el estudiante a la vez mejore un idioma, trabaje para ayudar a su familia, y descubra otro mundo. No es un año sabático, es un año de meditación y aprendizaje, y es una opción que valoro para mi futuro.”
Desde la óptica de Vinuesa, la joven alega: “Me parece muy bien porque una persona con 18 años no tiene su cabeza formada para tomar una decisión tan importante para su vida. Esa decisión la puede cambiar cuando quiera. Es estupendo que se formen en lenguas, y que salgan de sus casas y se sepan manejar. Esas cosas son más importantes que las habilidades que les estamos inculcando de memorizar y ser <<ratón de biblioteca>>, y no tener una aptitud para saber rellenar una instancia, irse a un piso y saber poner una lavadora, para pagar un recibo, y encontrar y enriquecerse con otras culturas.”
La cuestión económica también repercute en las opciones con las que pueden o no contar los bachilleres españoles. Como apunta Vinuesa “en Dinamarca me imagino que tendrán un respaldo económico para los estudiantes, aquí no lo hay. Si no lo hay, el dinero sale del bolsillo de sus padres, o de fregar platos que no sé si es muy enriquecedor y productivo.”
¿Qué otras preocupaciones tienen nuestros bachilleres sobre su porvenir?
Ruiz, describe los asuntos que preocupan a su generación, “las relaciones entre profesorado y alumnos. El profesorado no entiende al ballicher. Sí, debemos estudiar, pero tiene que ser compatible con vivir. Son personas que nos están inculcando ciertas materias y ellas han estado en la misma posición que nosotros ahora, pero no empatizan con nosotros suficientemente. Nos exigen unas cosas que ellos ven que son muy complicadas y no se dan cuenta de que tenemos vida más allá del IES o de cualquier otro tipo de Educación».
Tras conocer la mirada de la estudiante, es preciso conocer la perspectiva de la profesora, ¿qué otros asuntos tienen en mente los docentes respecto al alumnado?
Vinuesa ofrece una reflexión profunda, “no dar importancia a tener una carrera universitaria porque la vida te pide muchas otras cosas. Y en caso de que quieras hacer una carrera universitaria estar bien asesorado por un buen equipo en tu centro, que ahora no hay, no tenemos psicopedagogos suficientes. Primero, el Bachillerato no es la panacea. Segundo, tener personal formado para que te oriente. Tercero, el año sabático para madurar tus ideas».
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