Tristeza se ha convertido en la emoción protagonista de Del revés. Pixar ha demostrado a través de la animación que, a veces, es necesaria para seguir adelante y, entonces sí, encontrar la felicidad. Para desarrollar esta premisa han recurrido a Riley, una niña de 11 años que pierde la inocencia cuando su padre recibe una oferta de trabajo y toda la familia tiene que mudarse a otra ciudad. A miles de kilómetros de su casa de siempre, de sus amigos del colegio y de sus compañeros del equipo de hockey. Todo lo que conocía queda demasiado lejos. Algo similar sucede en su mecanismo emocional. Hasta el momento en que se sube al coche y se despide de lo que considera su hogar, la felicidad guiaba su vida. Cuando el motor arranca, el cóctel emocional empieza a agitarse.
Con la ayuda de Ana Piñar Salinas, psicóloga especializada en niños y adolescentes, y Patricia Ramírez, experta en psicología deportiva, intentamos responder a las cuestiones que este tipo de situaciones provocan en los más pequeños. ¿Cómo se ayuda a un niño que pierde sus referentes en el camino que separa su casa de su nueva ciudad? ¿Cómo pueden reaccionar unos padres cuyo único objetivo es que su hijo sea feliz?
Antes de seguir leyendo una advertencia: hay algunos spoilers de la película.
– ¿Cómo se explica a un hijo/a de unos 11 años una mudanza a otra ciudad?
Piñar aconseja anticiparse a la situación e involucrar paulatinamente a los niños en el cambio. «Informarles muy bien. Tendemos a pensar que ellos no se enteran de nada, pero es al contrario. Podemos argumentar las razones de la mudanza, que entiendan que es una necesidad… Pero sin idealizar la situación». Un buen recurso es poner ejemplos que los hijos puedan comprender. «Tendemos a llevar una vida estancada, con casas y trabajos para toda la vida», explica Ramírez, «si les planteamos casos como los de los entrenadores de fútbol que cambian de equipo cada año y se llevan con ellos a su familia, o los hijos de diplomáticos que también se trasladan frecuentemente de ciudad, el cambio se convierte en algo positivo».
– La mudanza supone para Riley un cambio de colegio, nuevos amigos y nuevas rutinas. ¿Qué consejos hay que darle a un niño/a para el primer día de clase?
«En este caso la preocupación es mayor por parte de los padres que por los hijos», opina Ramírez. «Normalmente un niño va al parque y solo le hace falta decir ‘cómo te llamas’ para hacer amigos». Piñar sugiere la posibilidad de ensayar en casa situaciones que podrían sucederles en clase para ayudarles a que se relajen. «La mejor manera es comportarse como uno es, presentarte e interesarse por los demás porque así los otros se sentirán importantes y enseguida se harán amistades», apostilla Ramírez.
Existen algunas herramientas que pueden guiar a un padre. «Hay que empezar por preguntarles qué les preocupa», plantea la Ramírez. «Probablemente sea no ser aceptado o que se rían de ellos. En ese caso, hay que buscar experiencias en su vida similares. No encontrarán ninguna. Entonces, ¿por qué hay que preocuparse por cosas que nunca han ocurrido?». Otra opción es recordarles que esos nervios que sienten son los mismo que tenían cada inicio de curso en su anterior colegio.
– En la película, Riley siente celos porque su mejor amiga tiene nuevas amigas.
«Los celos», dice Piñar, «son una respuesta emocional que ellos desconocen, así que hay que comenzar por explicarles por qué se sienten así. Mostrar empatía ante su frustración a través de nuestra propia experiencia (‘yo también siento ganas de llorar o me enojo cuando me ocurre esto con un amigo’) dándoles pautas para gestionarlo». Para atenuar esa parte posesiva de «mi» mejor amiga, Ramírez sugiere que se les explique que lo ideal es tener varias amigas y que se alegren por las nuevas amistades: «Así se transmiten valores como la generosidad y el compartir».
«Lo importante es que invierta su energía en mantener la relación con sus antiguas amistades: contarles cosas nuevas, ir a visitarla de vez en cuando, acordarme de su cumpleaños, de las cosas que le gustan… Y ayudarles como adultos para que lo consigan», remata Ramírez.
– ¿Hay que animarles a que sigan con sus aficiones en esta nueva etapa? Riley lo intenta con el deporte.
«Mantener las rutinas», nos cuenta Ana Piñar, «suele funcionar muy bien en situaciones de cambio. Eso no significa, sin embargo, que debamos mantener todas ni que los nuevos hábitos sean exactamente igual a nuestra vida anterior». Otra opción es animarles a que hagan cosas nuevas. «Cuando llegas a un sitio nuevo donde nadie te conoce es el momento de reinventarte», dice Ramírez.
– El cambio de trabajo de uno de los padres afecta a la familia. ¿Cómo se explica a un niño/a de esa edad este tipo de problemas familiares de los que hasta ese momento no era consciente?
Ambas expertas consideran que «aunque no contemos todo, ni les hagamos llegar los temas más escabrosos, sí debemos hacerles partícipes de lo que ocurre». La mejor forma de afrontar las adversidades es siendo francos con ellos y contándoles la parte del problema que sea comprensible para un niño de esta edad. «Es aconsejable trasladarles que lo importante no es agobiarnos sino buscar soluciones», dice Ramírez. «Y si pueden participar de las soluciones se sentirán importantes y además agradecerles su participación»
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