El lenguaje enriquecido y preciso es una capacidad única del ser humano. Hablar hace posible que podamos comunicarnos y expresar con todo lujo de detalles aquello que sentimos y deseamos, siendo las palabras el mayor vehículo social con el que contamos.
Pero, aunque nos parezca algo simple porque aprendemos a hablar con una gran rapidez cuando somos unos bebés, encierra una gran complejidad. Nuestro cerebro, con su gran capacidad plástica, ha sufrido una trasformación enorme para que un acto complejo como el habla se convierta en una habilidad fácil de dominar.
Además, el cerebro de un bebé es tremendamente receptivo ante cualquier estímulo, sobre todo a la voz de su madre. El tono de voz materno y el lenguaje adaptado a la comunicación con nuestros bebés, conocido como “maternés“, ayuda al desarrollo del lenguaje de una manera efectiva.
Por otro lado, tenemos que reseñar hay ocasiones en las que la adquisición del habla se complica y surgen dificultades asociadas al mal funcionamiento de las áreas cerebrales implicadas en este proceso. En este caso hablamos de las afasias, que se producen como consecuencia de lesiones cerebrales en tres áreas principales asociadas al lenguaje: área de Broca, área de Wernicke y el Fascículo Arqueado.
El lenguaje y el cerebro
Al contrario de lo que se cree, las áreas encargadas del lenguaje no son iguales en todos y cada uno de nosotros. La principal distinción tiene que ver con si somos zurdos o diestros. Para ese 97% de la población que es diestra, las áreas del lenguaje se encuentran mayoritariamente distribuidas en el hemisferio izquierdo, al contrario que para las personas zurdas.
Además, nuestro cerebro está hiperespecializado y con el lenguaje no sucede una excepción. Las áreas más próximas a la parte posterior u occipital del cráneo, es decir, el área de Wernicke, recogen la información procedente de nuestros sentidos para su comprensión. En cambio, la parte más frontal se encarga del control ejecutivo, en este caso, el área de Broca controla la producción del lenguaje.
Pero no solo consiste en la especialización del cerebro, sino en cómo esas áreas se comunican entre sí. En el caso del lenguaje esta función la cumple el Fascículo Arqueado que conduce la información entre las áreas de Broca y de Wernicke. Por ello, en la Afasia de Broca se encuentra dañada la producción del lenguaje, en la Afasia de Wernicke la comprensión y en la Afasia de Conducción el Fascículo Arqueado.
Aun así, el mundo de las afasias no es tan sencillo porque las lesiones cerebrales no tienen por qué afectar solo a una única parte de las encargadas del lenguaje. Por ello existen la Afasia Transcortical Motora, la Afasia Transcortical Sensorial, la Afasia Anómica y la Afasia Global.
El habla no solo depende del cerebro
Pero no solo es necesario el buen funcionamiento cerebral para una producción adecuada del lenguaje, también se necesita que otras estructuras del Sistema Nervioso Central funcionen correctamente. Si no es así, nos podemos encontrar con los siguientes problemas:
- Disartria: la disartria es un término que se da a la incorrecta articulación de los fonemas y que tiene un origen neurológico por una lesión en las zonas del sistema nervioso central.
- Disglosia: se denomina disglosia a la incorrecta articulación de los fonemas causada por una malformación de las estructuras orofaciales (dientes, labios, nariz, mandibula, lengua y paladar). También recibe el nombre de “dislalia orgánica”.
- Dislalia: se trata de una incapacidad para pronunciar correctamente ciertos fonemas o grupos de fonemas. Puede ser evolutiva o funcional.
Así que como puedes ver, el lenguaje es una habilidad muy complicada pero que al emplearla cada día la vemos muy sencilla. Esto sucede con la mayor parte de las conductas humanas, porque el ser humano es esencialmente complicado y sobre todo el ser humano es maravilloso.
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