En el siglo XXI por fin se ha empezado a dar importancia a las emociones, aunque queda un largo camino que recorrer. Y no es una cuestión baladí, pues «educar las emociones puede convertirse en la llave de libertad para las personas», sostiene Elsa Punset. Convencida de ello, ha presentado recientemente una colección de cuentos, ‘Taller de emociones’ (Penguin Random House), que ya cuenta con los dos primeros volúmenes. ‘Los Atrevidos dan el gran salto’ y ‘Los Atrevidos en busca del Tesoro’, con los que pretende «poner en manos de las familias una herramienta que inspire, divierta y ayude a a mejorar juntos».
La idea es que a medio plazo, Los Atrevidos conformarán una pequeña biblioteca que abarcará emociones y habilidades básicas en el desarrollo de un niño: miedo, autoestima, capacidad para colaborar y hacer amigos, alegría, tristeza, gestión de los enfados, autocontrol… «Todos son importantes y, sobre todo, ¡todas se pueden desarrollar y aprender a gestionar!», defiende la divulgadora.
– ¿Qué ejercicios se pueden hacer para ‘entrenar’ la inteligencia emocional?
– Si te entrenas para una maratón, te fijas un plan previo, de forma consciente, ¿verdad? Esto que hemos aprendido a hacerlo a lo largo del siglo pasado para todo lo que tiene que ver con lo físico, es precisamente lo que estamos aprendiendo a hacer ahora, en el siglo XXI, de cara a las emociones, porque empezamos a ser conscientes de que podemos entrenarlas como un músculo, de que podemos fijarnos metas para desarrollarlas de forma óptima.
– ¿Qué beneficios reporta el trabajar la inteligencia emocional?
– En 1995, cuando Daniel Goleman publicó ‘Inteligencia Emocional’, vino a dar respuesta a una duda muy extendida: ¿por qué un 70% de las veces las personas con un cociente intelectual medio son más eficaces que personas con altísimos cocientes intelectuales? La inteligencia emocional, es decir, el conjunto de tus habilidades personales y sociales, aporta una respuesta convincente y científica a este ‘misterio’… Y, afortunadamente, se trata de habilidades que, al contrario de algunos aspectos de la inteligencia general y de la personalidad, son absolutamente entrenables. ¡Podemos mejorar nuestra inteligencia emocional! ¡Esto es una gran llave de libertad y de igualdad para todos nosotros!
– ¿Cuáles son las emociones que considera más importantes para trabajar?
– Las emociones básicas que he incluido en la biblioteca de Los Atrevidos son las que todos compartimos, nuestro único lenguaje universal: el miedo, la alegría, la tristeza y la ira. Y por encima de todas ellas, el amor, que es una fuerza que nos motiva por encima de todo. Como decía Elizabeth Kubler Ross, tenemos que enseñar a nuestros hijos a elegir entre el amor y el miedo.
– ¿Se atrevería a dar alguna estrategia o truco?
– Tenemos un cerebro programado para sobrevivir al que no le interesa que seas particularmente feliz o creativo. Le interesa sobre todo que sobrevivas, que llegues vivo a la noche. Aprende a superar tu sesgo negativo, ¡entrénate en positivo!
– Parece que la inteligencia emocional está de moda. Un ejemplo lo tenemos en el éxito de la película ‘Del revés’.
– Durante siglos, por falta de medios tecnológicos, no podíamos entrar en la caja negra del cerebro y comprender la importancia de las emociones. El resultado ha sido que hemos dado la espalda a una parte fundamental de nuestra inteligencia. Tenemos una inteligencia emocional y necesitamos aprender a entrenar y consolidar nuestra inteligencia entera, emociones y razón. El siglo XX ha sido el siglo de la supervivencia física; el siglo XXI es el siglo de la supervivencia emocional.
– ¿La educación actual tiene que tirar por esta vía, la emocional?
– La escuela se tiene que adaptar a lo que la ciencia ha descubierto en los últimos años acerca de la inteligencia, y a la revolución tecnológica en la que estamos sumidos, que está cambiando nuestra forma de vivir y de convivir. Para ello, las escuelas tienen que aprender a educar al niño entero, no solo a una parte de la inteligencia de este niño. Las personas que trazan las políticas educativas tienen que poner a este niño completo, con su inteligencia compuesta de razón y emoción, en el centro del sistema educativo. No tenemos otro medio mejor para combatir la injusticia y la desigualdad, ni un mejor sistema preventivo de salud mental.
– Ahora se critica en ocasiones a los padres por sobreproteger demasiado a los hijos. ¿Está de acuerdo con esta postura?
– Sobreprotegemos en lo físico, pero abandonamos en lo emocional.
– ¿Estamos haciendo, por consiguiente, ‘niños tontos’?
– El problema actual no es la tontería: el efecto ‘flynn’ muestra que cada década ganamos, de media, al menos 3 puntos de cociente intelectual. Ciertamente hoy en día damos mucha menos importancia a la memoria, y tenemos problemas de atención y autocontrol que habría que entrenar, pero en cambio somos cada vez mejores en cosas tan importantes como el razonamiento abstracto, las analogías, las matrices visuales… Así que no, el problema del siglo XXI no tiene que ver con la inteligencia general, sino con la explosión de problemas mentales, muchos de ellos de origen emocional, y también con la desmotivación, la soledad, la depresión, la desigualdad… Los humanos tenemos una mente compleja, capaz de hacer mucho bien y mucho mal. Hay que educarla y fortalecerla desde que somos niños, y seguir entrenándola a lo largo de toda la vida.
– A la mayoría de los padres les gustaría educar a sus hijos de la mejor manera posible, pero no siempre se puede hacer…
– Oscar Wilde decía que los niños comienzan por amar a los padres. Cuando ya han crecido, los juzgan. Y algunas veces, hasta los perdonan. ¡Claro que los padres no podemos ser perfectos! ¡Claro que tenemos las limitaciones que aprendimos durante nuestra infancia, con nuestros propios padres! Pero podemos ponernos manos a la obra y aprender a ser un poco mejores cada día.
http://www.hoy.es/culturas/libros/201512/13/elsa-punset-hemos-dado-20151211130255-rc.html
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