castigo1La disciplina ha de formar parte de la educación de los hijos y es, además, una tarea en la que se han de ver implicados padres e hijos. Pero, ¿cómo fomentarla? Y, sobre todo, ¿cómo convertirla en un recurso para que los niños aprendan valores como la responsabilidad y el respeto? Las psicólogas Patricia Ramírez y Yolanda Cuevas nos dan algunas claves para lograrlo en el ámbito doméstico en este artículo, incluido en el monográfico “Hábitos y salud infantil“.

“Es la hora”, “recoge los juguetes”, “no te has hecho la cama”, “el baño así no se deja”, “los platos no salen solos del lavavajillas”, “deja las cosas como te las encuentras”, “los zapatos no van al zapatero si tú no los metes”… “Uf, el día menos pensado me cojo la maleta y no vuelvo”.

Si tienes hijos, te resultarán familiares estas frases, y, si no, puede que las hayas escuchado en tu infancia o adolescencia.

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La convivencia entre personas no es fácil y, por ser padres e hijos, no tiene que surgir de forma natural. Una de las responsabilidades que tenéis como padres es la disciplina relacionada con las tareas en casa. Se trata de que entiendan los beneficios de colaborar, sobre todo en la adolescencia, de moldear acciones desde pequeños y de enseñarles que el incumplimiento tiene consecuencias independientemente de la edad. Así que vuestro objetivo es que, desde pequeños, les inculquéis unos hábitos que ayuden a:

1. Favorecer la convivencia entre los miembros de la familia.

2. Educar en los límites con cariño porque ofrecen seguridad a tus hijos y fomentan su autonomía.

3. Tener una mayor organización en vuestro día a día que permitirá una mayor gestión del tiempo y disfrutar de otras actividades.

4. Educar en valores como la responsabilidad, el respeto y el sacrificio, válidos y necesarios dentro y fuera de casa. Son valores que pondrán en práctica cuando vayan al parque a jugar con otros niños o estén en el colegio.

5. Aprender en el seno familiar qué es la empatía y la asertividad, es decir, ponerse en el lugar de la otra persona y comunicar sin dañar, fomentando de este modo la inteligencia emocional.

6. Ofrecerles un modelo de comportamiento, una habilidad para responder de los actos que uno realiza, conociendo que existen unas reglas en la convivencia.

Pasos a seguir para fomentar la disciplina en casa:

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1. Alíate, dialoga con tu pareja antes de proponer una actuación. Recuerda siempre que la unión hace la fuerza. Si no estáis unidos y firmes en el objetivo, vuestro hijo acudirá al más permisivo de los dos hasta que ceda uno.

2. Detecta la conducta más importante que queráis modificar. No es cuestión de recuperar de golpe el tiempo perdido y sobrecargaros de cambios. Es mejor el efecto dominó: unos llevan a otros.

3. Ofrece margen de maniobra. No todo tiene que ser YA. Ten presente siempre que la paciencia tiene que estar contigo. Las cosas no se harán siempre como las haces tú, ni en el tiempo que tú quieres. ¡Están aprendiendo! Recuérdaselo a tu pareja.

4. Piensa y adapta a la edad de tus hijos lo que pretendes que hagan. A cualquier edad pueden llevar la ropa al cesto de la ropa pero no tenderla. Eso sí: fomenta el trabajo en equipo entre hermanos y en la igualdad. ¡Nada de tareas de chicas y de chicos! El pequeño saca la ropa y da las pinzas para que el mayor la tienda. Adapta también las tareas a sus características, iniciándoles en las más llevaderas. Así se favorece la colaboración y ya llegará el momento de aprender las actividades menos agradables. Pon sobre la mesa diferentes tareas como sacar al perro o rellenar su bebedero y comedero, regar las macetas, poner y quitar la mesa, sacar la basura o hacer la cama.  También pueden pactarlas entre hermanos y así educas en la resolución de posibles conflictos.

5. Reconoce y valora los intentos de tus hijos: si se cae una prenda y se ensucia de nuevo, o hay que bajar al vecino, puedes hacerlo con él la primera vez. No te alarmes, es cuestión de que la lavadora vuelva a limpiar. Diles que no pasa nada y que lo importante es intentar las cosas. Así, llegará un día en que lo harán bien. Si de repente entras en cólera y empiezas a reñir y a decir que es preferible que lo hagas tú porque ganas tiempo, tiras por tierra la oportunidad de que aprendan.

6. Tienes que aprender a transmitir las normas. Sé claro para que tu hijo entienda lo que le pides y cómo tiene que hacerlo. Buscar el momento y las palabras adecuadas es tener media “batalla” ganada. Ser asertivo implica hablar sin herir. No se puede implantar una norma en medio de una discusión o como consecuencia del incumplimiento de otra, o interrumpir un juego. Recuerda que hablar con firmeza no es chillar. Asegúrate de que habláis en el mismo idioma: la “habitación recogida” para vosotros tiene un significado, y para los hijos, otro. Hay que ajustar posturas y definir qué supone tener el cuarto recogido, que significa portarse bien, qué es ayudar en casa, qué implica ser responsable.

7. Saber cuándo se pueden razonar, pactar y decidir las normas. Hay normas negociables y normas que no se negocian, y hay que educar en ello desde pequeños. Las negociables dan sensación de control a los hijos, generan un mayor compromiso y fomentan su cumplimiento porque han colaborado en su diseño. No tengas miedo al “conflicto”: es necesario y os permite crecer como familia y como personas. Aprender a negociar es una de las asignaturas en familia que más enriquecen.

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8. Elogiar cada buena actuación de diferentes formas y en el momento con un guiño, un “gracias, hijo”, “gracias a que tú has hecho esto ahora podemos irnos en bici” o “al haber organizado el armario caben estos juguetes”. No olvides que deben tomar conciencia de las ventajas que ha supuesto su colaboración. Elogiar sinceramente, con cariño, llega al corazón y fomenta el autoconcepto porque los  niños ven que son capaces y sienten que sus padres valoran lo que hacen. A través del refuerzo transmites un valor muy importante en la vida: el agradecimiento. Y eso lo copian.

9. Predicar con el ejemplo. Lo que esperes de tus hijos, hazlo tú primero. Implicarse y esforzarse no depende del estado de ánimo. Tú tienes que ser el que inicie, proponga y se implique para que ellos copien lo que vean. No se les puede pedir que ordenen si tú no tienes ordenadas tus cosas.

10. En caso de incumplimiento pregunta antes qué le ocurrió para no cumplir con lo que se pactó y no te adelantes con suposiciones. Para evitar olvidos tras la organización semanal y los acuerdos, es recomendable elaborar un cuadro en el que quede plasmado qué hace cada miembro de la familia.

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11. No castigues en un momento de enfado. Seguramente será desmesurado, te arrepentirás y levantarás el castigo. Ni tampoco le digas que ya verás qué medida tomas y luego dejes de hacerlo.

No ayudan:

· Los sermones, que lo único que motivan es a desconectar.

· Los insultos, que minan la autoestima y los promueven en su grupo de iguales.

· ‘La ley del hielo’, es decir, dejarles de hablar. Fomenta la distancia por falta de comunicación y los sentimientos de culpa.

· Los castigos físicos, que fomentan la agresividad y sentimientos de venganza. Se les educa en un modelo de resolución de problemas basado en la agresividad.

· Las sanciones desmesuradas, que fomentan la rabia y la baja motivación al cambio.

· Perder la calma o transmitir sentimientos de venganza, diciendo, por ejemplo: “te acordarás de ésta…”.

· Ridiculizarlo delante de sus amigos, vecinos y familiares con frases como “hay que hacerle la cama como a los niños pequeños…”.

· Compararlo con conductas positivas de sus hermanos con un ”se te podía pegar algo de tu hermano”.

· Amenazarle, porque se sabe que son pocas las amenazas que se cumplen. No le digas cosas como: “a este paso olvídate de tu regalo de comunión” o “te quedarás sin salir dos meses como sigas así”.

· Los premios materiales, porque no ayudan a interiorizar por qué tienen la responsabilidad de hacerlo y solo lo hacen por conseguir ese juguete, esa propina…

Esperamos que esta lectura os ayude en vuestra labor de padres y, sobre todo, a disfrutar de los hijos y a hacer de ellos unos niños y futuros adultos sanos, también emocionalmente.

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por Patricia Ramírez y Yolanda Cuevas

* Patricia Ramírez Loeffler es Psicóloga del deporte y de la salud, fue Psicóloga deportiva del Real Betis Balompié y del RCD Mallorca y en la actualidad colabora en medios de comunicación como El País Semanal, Cope y Para Todos la 2 de TVE.

* Yolanda Cuevas Ayneto es Psicóloga de la salud y el deporte y Master en psicología clínica y salud. Tiene formación en coaching deportivo y es psicóloga de la Real Sociedad Deportiva Santa Isabel de Zaragoza.

http://www.fundrogertorne.org/salud-infancia-medio-ambiente/divulga/inspira-nuevo/2014/06/03/los-limites-y-la-obediencia-influyen-de-forma-positiva-en-el-bienestar-de-los-hijos/