A veces nos parece tener un sexto sentido a la hora de, por ejemplo, ver qué personas pueden hacernos daño. Solemos desestimar esta información intuitiva por no basarse en parámetros racionales, ya que eso condiciona la probabilidad de que nos equivoquemos.
Sin embargo, nuestra voz intuitiva es muy útil e importante a la hora de manejarnos por el mundo. De hecho, nuestro cerebro trabaja con gran cantidad de información de la que nosotros no somos conscientes.
Es decir, que cuando tenemos pálpitos, es por algo. Nuestra mente trabaja sin declararnos lo que hace, hablándonos pero sin darnos explicaciones. La realidad es que el mundo no está estructurado para guiarse por intuiciones, pero a veces no nos vendría mal darle un poco de valor.
La intuición es la lucidez que el corazón conoce y la mente ignora
Dicen que nuestra inteligencia siempre tiene razón, pero que nuestra intuición nunca se equivoca. Si bien esto no es del todo verdad, digamos que sí que lo es que la consciencia sobrevalora su capacidad de control.
Como comentábamos al principio, puede que a veces algo no nos guste y no sepamos a qué se debe. Entonces, casi de manera automática, desestimamos la información que nuestro sexto sentido nos da y no nos paramos a analizarlo.
De hecho, podemos formarnos la imagen de una persona en unos instantes, en concreto basta con solo 6 segundos. Esto es bastante adaptativo, pues discriminar con rapidez quién puede resultar conflictivo o tóxico es muy importante para proteger nuestra integridad.
La intuición emocional: la empatía
demás, en términos emocionales la intuición tiene mucho peso. Aquí es donde entra en juego la empatía, la cual no deja de ser una especie de intuición. O sea, ¿qué certeza tenemos de que las emociones que estamos percibiendo sean reales?
Con el tiempo, manejar estos indicios se convierte en una acción automática que nos ayudará a desarrollar nuestra destreza intuitiva. En el amor, por ejemplo, esto cobra especial relevancia. Aunque no sepamos exactamente qué es lo que nos lleva a pensar en que alguien nos quiere, no nos solemos equivocar.
Otra cosa es que nos permitamos hacerle caso a nuestro sexto sentido o no, pero se podría decir que el corazón sí que tiene razones para guiarse la intuición. De hecho, gracias a ella se puede proteger de múltiples daños.
De hecho, la intuición se convierte en el reconocimiento de las situaciones, de las personas y de las consecuencias de lo que ocurre a nuestro alrededor. No obstante, hacer caso a nuestro sexto sentido ciegamente también puede pasarnos factura, por lo que hay que tener cuidado.
En relación a esto, parece que existe fundamento para afirmar que, en la actualidad, las mujeres tienen una mayor capacidad para discriminar y leer rápidamente las emociones ajenas, saber si se está fingiendo, mintiendo o si una pareja se quiere de verdad.
Los peligros de la intuición
Poder realizar juicios de manera rápida y sin apenas esfuerzo puede llevarnos a equívocos y, por lo tanto, a perdernos gran parte de la belleza de la vida y de las personas con las que nos topamos.
Por esta razón, debemos contenernos e intentar elaborar mentalmente situaciones hipotéticas en las que nuestros prejuicios puedan actuar equivocadamente. Es decir que cuando nos damos cuenta de que estamos actuando por suposiciones o sentimientos reflejos y sin un gran fundamento, también debemos pararnos a pensar.
No hay misterios, lo importante es cómo actuamos cuando nos percatamos de esto, pues es importante que los sentimientos no nos dominen, que los vigilemos y que los compensemos a la hora de actuar.
Es indispensable darle a nuestra intuición el lugar que le corresponde. Debemos tenerla en cuenta en la misma medida en la que debemos confrontarla con la realidad, obteniendo un equilibrio que nos permita avanzar en todos los órdenes de la vida.
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