Muchas veces catalogados como simples juegos o como distracción para días de lluvia, los juegos de mesa encierran mucho más aprendizaje de lo que parece.
En esta entrada os quiero animar a que hagáis una pequeña colección de juegos de mesa para pasar buenos momentos disfrutando junto a tus hijos y sabiendo que no necesitan hacer fichas para no “olvidar” lo aprendido porque los niños jugando es como aprenden.
No es necesario hacer una gran inversión económica, muchas veces se trata de rescatar algún juego de lo más profundo de un armario o de imprimir un tablero de alguna página de internet o de pasearse por algún mercado de segunda mano. ¡Seguro que nos arrepentís!
Aquí tenéis, “mis” 6 razones para utilizar juegos de mesa:
1. Trabajan la comprensión de todo tipo de conceptos matemáticos.
Desde el juego más sencillo como el parchís hasta maravillosos juegos de lógica o geometría, los niños pueden ayudarse de los juegos para comprender mejor todo tipo de conceptos matemáticos.
2. Favorecen la adquisición de métodos de resolución de problemas. Esto es especialmente significativo en los juegos de estrategia.
Para mí, sin duda, esta es la razón más poderosa para que los niños jueguen a juegos de mesa. Infinidad de veces oímos como los niños no saben resolver problemas pero pocas veces nos planteamos si creamos situaciones donde tengan que elaborar estrategia y libremente puedan probar y probar.
3. Crean ambientes que incitan a pensar matemáticamente.
Estamos acostumbrados a crear ambientes poco propicos para pensar matemáticamente: operaciones monótonas, problemas fuera de contexto, memorización de nombres, etc. Por el contrario, con los juegos de mesa se crean situaciones que incitan a pensar matemáticamente. Puede ser llegar al final de un circuito o pensar cómo disponer las piezas en un puzle, pero siempre hay una situación que requiere de un pensamiento de tipo lógico-matemático.
4. Aumentan la capacidad de los niños de ayudarse entre ellos. Fomentan el espíritu de equipo.
Tanto sean juegos que implique hacer equipos como juegos que se jueguen individualmente, los niños piensan en voz alta y echan un cable a aquel que está en apuros. Son ese tipo de ayudas sin intervención adulta, entre pares, aquellas que “realmente” sirven.
5. Ayudan a identificar errores y dificultades y los niños a medida que practican un juego van disminuyendo sus errores.
Este es otro punto clave: gracias al componente lúdico y a la ilusión de ganar, los niños llevan al límite sus capacidades, corrigen sus errores y piden más y más. No subestimemos el trabajo que realizan los niños al jugar.
6. Propician el debate y la búsqueda de mejores estrategias.
Delante de errores, dudas y dificultades aparecen, con el tiempo, diálogos más largos y complejos, para llegar a soluciones efectivas y compartidas.
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