badmintonCon solo 21 años ha conquistado la cima del bádminton, el pasado abril se hizo con el Campeonato de Europa y en agosto de 2014, en su primera final mundialista, venció a la campeona olímpica y número uno mundial. Ha roto barreras en un deporte minoritario en España, solo tiene unas 7.000 fichas federativas, frente a las 100 millones de China, ¡todo un logro, y eso que todavía no ha cumplido 22!

¿Cómo descubre una niña de Huelva el bádminton?

Con ocho años una amiga con la que iba a baile flamenco se apuntó a bádminton en el Polideportivo Diego Lobato. Me llevó a probar y me gustó.

¿Y eras muy virtuosa de la raqueta ya en los inicios?

No, era muy mala, pero ya era muy tenaz, me encantaba jugar a todas horas y enfrentarme con los mayores.

Entonces, ¿cuándo llegan los primeros resultados destacados?

Hasta los 12 años estuve combinando el bádminton con el flamenco y cuando a los 10 u 11 años los resultados empezaron a ser buenos y tuve que entrenar más, decidí apostar por el bádminton y aparcar el baile.

¿Y tu apuesta más seria por este deporte?

Pues también llegó muy pronto. Con 14 años conocí a mi actual entrenador Fernando Rivas (integrante del cuadro técnico de la Federación Española), él dice que vio en mí a un diamante en bruto (risas) y me propuso venir a vivir a Madrid, al Centro de Alto Rendimiento y la Residencia Blume. En casa costó tomar la decisión, yo soy hija única, allí tenía todo mi entorno… pero me vine y está claro que acerté.

Y consideras que la progresión fue adecuada, ¿no hubo baches?

Siempre hay algún momento de dudas, pero yo vine aquí para ser la número uno del mundo, con ese objetivo planteo cada entrenamiento, siempre pensé que podría ser campeona de Europa, del Mundo y siempre he soñado con ser campeona olímpica. Evidentemente, el camino nunca es fácil y claro que ha habido baches, pero si no crees en tus posibilidades y en tu potencial, no hay nada que hacer.

¿Es cierto aquello que se dice sobre que la diferencia entre asiáticos y el resto en el bádminton es enorme?

Sí, es verdad. Por ejemplo, solo dos europeas habían ganado algún Mundial hasta ahora, las dos danesas y ya hace años (1977 y 1999). Yo me he fijado mucho en las jugadoras buenas de Asia, visionamos muchos vídeos, vemos su estrategia, su técnica… y desde luego siempre pensé que podría acercarme a su nivel o llegar a superarlas.

Veo que concedes un crédito especial a la confianza en ti misma, al poder de la mente.

Claro que sí, es algo que siempre he cuidado con mi entrenador y que desde hace cinco años empecé a trabajar con el psicólogo del Centro Nacional, Pablo del Río, un gran profesional que me ha pulido poco a poco y me ha hecho más fuerte. Las charlas pre y post partido con mi entrenador también son muy importantes.

Cuéntanos tu agenda diaria.

Me levanto sobre las 7:00 porque entrenamos de lunes a sábado, casi todos los días dos sesiones (mañana y tarde unas tres horas cada una) también hay algunos días que solemos hacer tres sesiones repartidas en trabajo de dos horas cada una. Por la mañana hacemos el físico, que suele ser casi todo circuitos, pliometría, fuerza con ejercicios muy dinámicos aplicados a la pista de competición. Luego trabajamos técnica y táctica.

¿Y cómo planteaste la final ante una mujer que es campeona olímpica, precisamente te eliminó en la primera ronda de Londres 2012, la número uno del ranking y a la que ninguna rival había hecho un set hasta vuestro partido?

Salí a disfrutar y aplicar todo lo que yo sabía hacer y lo que conocía de ella. El momento clave fue en el segundo set, cuando estaba perdiendo 11-7 y en el minuto de descanso Fernando me dijo: «Tenemos el plan de juego, ahora piensa, qué bandera quieres que se vea en lo más alto al acabar el partido, qué himno quieres que suene, el de China o el de España…» Y fue un cambio total en mi actitud.

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