Algunos estudiantes no consiguen las notas que corresponderían a su nivel de preparación porque, a la hora de demostrarlo en los exámenes, sufren un bloqueo mental y afectivo que les dificulta seriamente poder resolver con éxito la tarea. ¿Es irremediable el problema?

Es muy posible que los estudiantes empleen la expresión «me he quedado en blanco» con el fin de justificarse cuando no han estudiado lo suficiente para preparar un examen. Pero ocurre con alguna frecuencia que, aun habiendo preparado un examen razonablemente bien, en el momento de realizarlo, se altera el ritmo vital del estudiante y éste sufre un bloqueo emocional e intelectual que le impide demostrar sus conocimientos sobre el papel.

¿Por qué se produce este bloqueo?

El estudiante, ante el reto de tener que demostrar en un tiempo limitado lo que ha aprendido, y sabiendo que su trabajo estará sujeto a una calificación que le permitirá o le impedirá avanzar en sus estudios, se ve sometido a una situación que le provoca estrés. La prisa, la incertidumbre, la inquietud y la angustia se traducen en una notable falta de concentración que dificulta seriamente el uso correcto del pensamiento. En esas condiciones la memoria y el razonamiento parecen haber desaparecido.

Esta facilidad para bloquearse en situaciones comprometidas tiene que ver con el carácter dominante de la persona, con su autoestima y con la seguridad en sí mismo. Por lo tanto en la medida en que podamos influir en la educación del carácter y de la autoestima de nuestro hijo, seguro que le estaremos ayudando a solucionar su problema.

Pero además de estas acciones a largo plazo, podemos ayudar a nuestros hijos con otras a corto plazo enseñándoles a usar ciertas pautas de conducta.

Es recomendable no intentar poner en práctica todas las propuestas a la vez. Lo razonable es empezar por aquellas que nos parezcan más relevantes para nuestro hijo.

Agruparemos las estrategias según el momento en que deban llevarse a la práctica:

1. Pautas de conducta recomendables antes del examen.

  • Preparar el examen con la antelación suficiente. No es recomendable seguir preparando el examen hasta altas horas de la noche. El sueño y la falta de descanso podrá influir negativamente en el rendimiento. Así pues un paseo, un poco de natación o un baño de agua tibia podrán ser actividades muy recomendables para dar por terminado el día de la vigilia del examen.
  • Los padres podemos evitar distraerlos con problemas añadidos a la tensión del examen. Un ambiente apacible tonificará positivamente a nuestro hijo. Evitemos acrecentar su ansiedad con la nuestra, trasmitiéndole confianza y seguridad en su capacidad y en su esfuerzo previo.
  • Preparar todo el material necesario la noche anterior al examen par evitar prisas y olvidos.
  • Conocer y tener asumidas y entrenadas las normas de presentación de un examen. Si dichas normas están asumidas y automatizadas, aportan seguridad a la hora de realizar el examen. Las normas básicas son: dejar márgenes adecuados, escribir con buena letra, escribir nombre, apellidos y fecha, subrayar los enunciados y título con «regla»...
  • Conocer con precisión el significado de algunos términos muy comunes en las preguntas de los exámenes: compara, define, explica, esquematiza, describe, enumera, clasifica y analiza.
  • Que no olvide llevar su reloj. Controlar el tiempo disponible le ayudará a tomar decisiones.

2. Pautas a seguir al inicio del examen.

  • Repetirse a sí mismo que es normal estar nervioso pero que se pasará en unos minutos, que lo normal es que no se sepa todo y que no pasa nada si se dedican unos minutos al principio para tranquilizarse e intentar comprender bien las preguntas.
  • Dedicar el tiempo necesario a comprender bien las preguntas. A veces se responde incorrectamente a una pregunta porque no se leyó bien.
  • Decidir en función de la dificultad y la complejidad de cada una de las preguntas, cómo se administrará el tiempo del que se dispone. Puede parecer que esto ayude a aumentar los nervios pero muy al contrario, el ser consciente antes de empezar de cuánto tiempo se le puede dedicar a cada pregunta, le ayudará a concentrar sus esfuerzos, no dispersarse en temas secundarios y responder con efectividad.
  • Después de asegurarse de haber entendido las preguntas, elegir aquella que se domina mejor y empezar por ella. Luego se contestará el resto con el mismo criterio. De este modo se consigue mejorar el nivel de seguridad y, en el caso de que faltase tiempo, se quedarían sin contestar aquellas preguntas que se dominan menos.
  • Empezar a escribir sin demasiada demora pero sin precipitarse. Deberá evitar el lanzarse a escribir sin saber muy bien lo que tiene que decir y en cómo va a organizar los conceptos. Es importante el uso del papel borrador para trazar -no redactar-, sin perder demasiado tiempo, un esquema que ordene las ideas que se van a exponer. Si antes de ponerse a escribir sabe cual va a ser el desarrollo de su redacción, disminuirá el nerviosismo.
  • En el caso de no conseguir concentrarse hacer unos pequeños ejercicios de relajación. Cinco minutos pueden ser suficientes para reconducir su nerviosismo/bloqueo. No debe obsesionarse con el tiempo que va a dedicar a realizarlos ya que este pequeño tiempo «perdido» resultará una enorme «ganancia» si consigue recuperar la concentración.

    Estos ejercicios deberán haberse practicado con anterioridad.
    Relajación física: cierra los ojos y piensa en tus pies, siente los dedos, podrías moverlos, pero no lo haces porque tienes la sensación de que pesan mucho... Haz lo mismo con otras partes del cuerpo.
    Relajación mental: piensa en un lugar que te guste estar, intenta representarlo en tu imaginación con todos los detalles, procura sentir la temperatura, el olor, el sabor, la música…Te sientes muy a gusto.

3. Pautas de conducta durante el resto del examen.

  • Darse autoinstrucciones positivas: recordarse a sí mismo que está bien preparado, que es normal ponerse nervioso, que no saben todas pero sí la mayoría de las preguntas…
  • Recordar que la calidad de las frases escritas no tiene nada que ver con la cantidad. Realizar un buen examen no es cuestión de «rollo», de escribir mucho. Debe procurar ser claro, conciso, sintético y evitar las frases superfluas que abultan pero no le añaden ningún valor al contendido del examen.
  • Nunca preocuparse porque alguien acaba antes de tiempo. Comprobar la hora y continuar hasta agotar el tiempo.
  • Si se agota el tiempo y aún queda mucho por decir y redactar, no perder la calma y dedicar esos minutos que quedan a exponer las ideas de modo esquemático. Será mejor enunciar los puntos que se querían tratar que entregar un examen incompleto.
  • Si sobra tiempo, dedicarlo a repasar lo que se ha escrito. Si faltara por contestar alguna pregunta que no se sabía, pensar si se sabría explicar algo al respecto, prescindiendo de lo estudiado, y sólo a partir de los propios conocimientos y experiencias. Pero no escribir nada que no se entienda ni dedicar demasiasdo tiempo.

FUENTE: solohijos – José María Lahoz García – Pedagogo (Orientador escolar y profesional)