Ellas parecen estar enfermas, borrachas, a punto de morir o hambrientas. Ellos parecen jefes, gente «feliz» con su trabajo o incluso «superhéroes».

Es la reacción de un grupo de niños y niñas de ocho años a quienes se pidió definir lo que veían en imágenes de anuncios de firmas de ropa de lujo. Se trata del último trabajo de la artista madrileña Yolanda Domínguez, Niños vs Moda, un intento de denunciar «la violencia implícita y la desigualdad» que existe en el tratamiento de hombres y mujeres en el mundo de la moda.

Las imágenes elegidas «representan las habituales poses de hombres erguidos, vestidos, en situaciones de éxito y de mujeres más débiles, desfallecidas, tiradas», explica a Verne la artista, en conversación telefónica. «Llevo muchos años recopilando este tipo de imágenes y las hay mucho más fuertes. Son campañas recientes de firmas de lujo, pero he cogido de las más light, porque las había con violencia mucho más agresiva o desnudos, que no he usado precisamente porque son niños».

Sólo un par de niñas identificaron algunas de las imágenes como publicidad. «Elegimos a niños de ocho años porque aún no son tan conscientes de la publicidad», explica Domínguez, que en esta ocasión ha contado con la colaboración del educador social y bloguero Juanjo Vergara. «Me ha emocionado mucho trabajar con niños porque proyectaban en las imágenes sus aspiraciones. Una parte con la que yo no contaba es cómo se ofrecen a ayudar constantemente, tratando de proponer soluciones. Dicen que les dirían que se animen, que fueran amigas, que les darían de comer…», apunta la artista.

Domínguez aborda así una vez más la representación de la mujer en medios y publicidad, tema principal de sus trabajos, como la acción realizada hace meses al reproducir un anuncio de Multiópticas en las tiendas de la marca.

En este vídeo, grabado el pasado junio, ha utilizado el popular esquema de situar a niños a hablar de un tema ante la cámara sin saber muy bien de que se trata. Ya antes de los tiempos de internet en España fue muy popular en el programa de televisión Juego de niños. En YouTube, el popular canal Fine Brothers tiene una sección dedicada a «niños reaccionando ante cosas», que le ha servido de inspiración por ser «un formato híperconocido».

¿Y lo que no sale en el vídeo? «Ellos lo vieron como un juego. Simplemente les decía que me tenían que contar lo que pasaba ahí. Con algunos hicimos luego una reflexión: estas son imágenes que vais a ver en publicidad y que no tenéis que creer. Intentamos al menos dejarles esa semillita», dice Domínguez.

Yolanda Domínguez ha realizado antes varias acciones relacionadas con la moda y la imagen pública de la mujer. La más reciente fue la protesta que llevó a cabo en varios establecimientos de la cadena Multiópticas para denunciar una campaña de publicidad sexista. Una de las más recordadas fue Fashion Victims. En la Gran Vía de Madrid, frente a tiendas que fabrican ropa en Bagladesh, Domínguez sepultó bajo escombros a varias blogueras de moda para recordar la tragedia del Rana Plaza, en la que murieron más de 1.000 personas.

Lucía González

http://verne.elpais.com/verne/2015/07/22/articulo/1437569951_227184.html

Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, niños de 4 años y año y medio, no sabían lo suficiente. “¿Qué deben saber los niños de 4 años?”, preguntaba.

matematicas-operaciones-4-gLas respuestas que leí me llamaron mucho la atención. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos, niños de 4 años, sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.

Pensé que probablemente la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. Pero atención!!! La infancia no debe ser una carrera que arroja por resultado niños ganadores y niños perdedores.

nic3b1o-4-ac3b1osAlicia Bayer, una mujer norteamericana que se interesa por los temas de infancia y educación, hace una lista de aquellas cosas importantes que deben saber las niñas y niños de 4 años. Me pareció hermosa y la comparto:

1.Debe saber que lo quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento.

2. Debe saber que está a salvo y además cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre lo va a apoyar.

3. Debe saber reír y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.

4. Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.

5. Debe saber que el mundo es mágico y él también. Debe saber que es fantástico, listo, creativo, compasivo y maravilloso. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como aprender los números. Mejor dicho, mucho más.

Qué deben saber los niños de 4 años?

—> PERO MÁS IMPORTANTE ES LO QUE DEBEN SABER LOS PADRES <—-

1. Que los niños de 4 años y de todas las edades aprenden a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no hacer-amigos-De-4-a-6-anos_referenceinfluye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.

2. Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro no son los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes caros, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a compartir momentos de juego, lectura, dibujos y risas con sus hijos.

3. Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las “ventajas” que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.

4. Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y, lo más importante, libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes creativos como los LEGO y los de encastre, una buena cantidad de témperas y plastilinas, los instrumentos musicales, los disfraces, y libros y más libros. Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.

5. Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, fútbol e inglés mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Los niños de 4 años tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.

http://padres.facilisimo.com/blogs/psicologia-infantil/que-deben-saber-los-ninos-de-4-anos_1619076.html?aco=1ri0&fba

(Texto de la Lic. Mirian I Martínez)

Trailer de la película «Del revés».

El miedo, la alegría, la tristeza, el asco y la ira… son sentimientos innatos en las personas. Emociones que afloran y se hacen muy patentes durante la adolescencia. Hacerse mayor supone una auténtica revolución hormonal. También suponen una revolución para todos estos sentimientos que vienen y van a toda velocidad. Pero, ¿por qué se generan? ¿Qué nos hace estar tristes, enfadados, felices? Tal vez alguien dirija nuestras emociones. Pero… ¿quién?

maxresdefaultEn Inside Out (Del Revés ), esas emociones cobran vida dentro del cerebro de una niña que está madurando y que se enfrenta de golpe a una serie de cambios. La pequeña pasará por distintos estados de ánimo en su día a día.

Javier de Felipe y María Jesús Sancho (neurólogo y pscióloga) ven en la película de Pixar una metáfora única sobre los mecanismos con los que funcionan nuestros cerebros. Todos los que tenemos más de 30 años nos acordamos de ‘La vida es así’, ¿verdad? Aquellos dibujos animados franceses de los años 80 en los que los glóbulos blancos eran policías montados en naves futuristas y los glóbulos rojos, porteadores cargados con pompas de oxígeno… Bien, pues había un capítulo dedicado al cerebro, cómo no, y allí aparecía una especie de puente de mando en el que gobernaban uno ancianos barbudos que nunca se llegaba a saber bien qué representaban. 28 años después, ese recuerdo se activa en la cabeza de muchos espectadores de ‘Del revés’, la película de Pixar que se estrenó este fin de sem

El juego es el mismo: dar una representación más o menos antropomórfica de la actividad cerebral. Hay, de nuevo, un puente de mando y unos pilotos que esta vez sí que tienen nombre: las emociones. Ira, alegría, tristeza, miedo, repulsión… ¿Y éstos señores llamados emociones quiénes son? ¿Una proteína, un tipo de célula, una vibración eléctrica dentro del cerebro?

INSIDE OUT – Pictured (L-R): Fear, Joy, and Disgust. ©2015 Disney•Pixar. All Rights Reserved.

INSIDE OUT – Pictured (L-R): Fear, Joy, and Disgust. ©2015 Disney•Pixar. All Rights Reserved.

«Es difícil responder a esa pregunta. Le diría que una emoción es una manera de percibir el entorno. Una emoción es una interpretación del mundo externo«. Parece la respuesta de un psicólogo, pero el que habla es un neurólogo, Javier de Felipe, investigador del CSIC y autor del reciente ensayo ‘El jardín de la neurología’ De Felipe vio este fin de semana ‘Del revés’ y se ha prestado a explicar lo que encontró en la película, igual que la psicóloga sevillana María Jesús Sancho. «Una emoción es algo que se mueve dentro de una persona y que la impulsa a comportarse de una manera o de otra», explica Sancho.

De modo que las emociones no son sujetos físicos que puedan ser aislados como el litio, los nervios o las neuronas que andan por aquí adentro. De modo que vaya audacia la del guionista que intuyó que los viejecitos del puente de mando debían representar esa cosa abstracta y casi imposible de definir llamada emoción.

Vamos a intentarlo otra vez: ¿por qué algunos de nosotros tendemos a coléricos, otros a melancólicos y otros a alegres? «Cuando nacemos», explica Javier de Felipe, nuestros cerebros están casi desconectados. Hay sistemas automáticos que vienen dados, los que permiten que el bebé se alimente y respire, pero, en general, el cerebro está formado por árboles pequeños y con pocas ramas que irán creciendo hasta que, con los años, se enreden con otros árboles. Se dice que el pensamiento abstracto aparece a los siete años de repente. Bueno, pues no es de repente, es después de años de crecer. Y ese cableado de árboles viene marcado por las experiencias y entorno familiar. La experiencia crea circuitos y conexiones cerebrales por los que, después, durante toda la vida, se moverá la información. Me refiero a cosas como la de un niño al que pegasen cada vez que beba leche. De mayor, tendrá una tendencia a asustarse si le ponen leche. Los psicoanalistas también trabajan en esto, en deshacer el camino y descubrir por qué se torció una ruta, aunque no lo sepan decir así en términos neurológicos».

75595799bbd94be20628085f8796da557723c12cY continúa. «Hay un estudio que siempre cito, de un neurólogo sueco que estudio el funcionamiento cerebral de las señoras portuguesas que limpiaban en su hospital. Algunas sabían escribir y leer y otras no. Pues ese estudio demostró que la capacidad de escribir cambiaba las rutas por las que circula la información en el cerebro».

María Jesús Sancho también cree que la personalidad, la tendencia a primar unas emociones más que otras, tiene que ver «con la crianza y con las vivencias, con las nuestras y con las de nuestros padres y quizá a más largo plazo aún». ¿Qué más ha visto en ‘Del revés’? «Me quedo con la manera de representar a las emociones, sin sensiblerías. Las emociones no aparecen como buenas o malas en sí. El miedo, que en principio es negativo, tiene una misión que es proteger a la niña. La tristeza sirve para resolver un conflicto. Y lo mismo para la alegría, que es la emoción socialmente bien vista, pero que no es siempre el estado de ánimo perfecto».

¿Cómo contarlo sin destripar demasiado la película? La niña de ‘Del revés’ tiene un disgusto que le viene de fuera, de una mudanza un poco caótica. Estresados, los pilotos de su cerebro reciben más presión de la que pueden soportar y se hacen un lío y todo se queda ‘del revés’. ¿Una depresión? «Es más una situación de ansiedad y estrés propia del paso de la niñez a la adolescencia, que, en este caso, coincide con la mudanza», explica Sancho. O sea, que importa más el ‘pavo’ que el trauma. «Lo que le ocurre a esta niña es que tiene que romper la zona de confort de su infancia. Eso lo representa muy bien el personaje del amigo invisible que acompaña a Alegría por los recuerdos pero tiene que…». Hasta aquí podemos leer, tarjetita para el público.

Hay otra escena en ‘Del revés’ que viaja hasta el subconsciente de la niña. Y subconsciente es una palabra de psicoanalistas, ¿verdad?, más que de neurólogos. De modo que ¿qué pinta un concepto freudiano en una película que habla de neuronas, nervios y proteínas? «Neurólogos, psicólogos, psiquiátras… Todos estamos en lo mismo. Hasta los filósofos. Yo veo a los neurólogos casi como a filósofos queriendo responder a preguntas como por qué inventamos, por qué nos deprimimos, por qué olvidamos, por qué nos enamoramos…», explica Javier de Felipe. «Todo está en el cerebro. Si me preguntan cuál es el gran malentendido sobre el cerebro que anda por ahí circulando, le diré que es el misticismo con el que se piensa en el cerebro». Por eso, De Felipe cree que ‘Del revés’ habla, simplemente, de maneras de interpretar la realidad que entran en conflicto».

A los dos les ha gustado mucho ‘Del revés’. De Felipe de la pondría a los estudiantes universitarios y Sancho dice que se acordó de ‘Alicia en el País de las Maravillas’ cuando estaba en el mundo de los sueños. Los dos dudan de que un crío de cinco o seis años pueda entender la película. Pero bueno, qué más da, tampoco hay quien entienda ‘Alicia’ y miren qué obsesión.

http://www.elmundo.es/cultura/2015/07/20/55ac2269ca474154228b458a.html

No filosofa cuando dice que sólo se puede aprender aquello que se ama, lo dice a partir del estudio del cerebro. No importa mucho si tenemos ordenadores o no en las aulas, ganaríamos más con grandes ventanales, más ejercicio físico y, por encima de todo, con buenos maestros que sepan cómo aprende el cerebro humano y tengan ese entusiasmo contagioso acerca de lo que explican. Y también con una sociedad que valore el conocimiento por encima del dinero, que los niños quieran ser Cajal y no Messi; y con políticos honestos: la mejor forma de estimular es dando ejemplo.

Doctor en Neurociencias, experto en Neuroeducación , Francisco Mora explica cómo dotar a los niños de valores sólidos.

Parece difícil despertar el entusiasmo en las aulas.
No me cansaré de insistir: sólo se puede aprender aquello que se ama.

La llave es la emoción.
Sí, la capacidad de interactuar con el mundo a partir de la curiosidad. El problema es que no tenemos maestros preparados. El maestro es el alma de lo que puede ser un pueblo y hay que infundirle lo que es una realidad hoy: que es un mago con varita mágica para transformar el cerebro de los niños.

Demasiada responsabilidad.
Un maestro transforma la física, la química, la anatomía, la fisiología del niño. Transforma su cerebro para bien y para mal. Y si no lo sabe, si no es responsable y no está formado para ello, no puede emocionarlo.

La emoción se transmite.
Así es, y nada que no pase por la emoción nos sirve en nuestro aprendizaje. Hay que abrir a los niños la puerta de la curiosidad. Hay que empezar la clase despertándolos. Deben mirarte con los ojos muy abiertos. Aunque tengas que llevarte una jirafa a la clase, pero se trata de que digan: “¡Ohhh!”…

Un maestro así, lo recuerdas.
La curiosidad es la única llave que abre la atención, que es la puerta del conocimiento. No puedes decirle a un niño: “¡Presta atención! ¡Caramba!”.
¿Es lo que nos enseña la neurociencia?
Efectivamente, y tantas cosas que hay que tener en cuenta, como los ritmos circadianos (los momentos álgidos de la atención del niño para optimizar la educación), hasta cómo influye la arquitectura del colegio.

Cuénteme.
Hoy sabemos que un aula con grandes ventanales, bien ventilada, con una adecuada temperatura y con luz natural produce mejores rendimientos.

Igual es mucho pedir.
Esos cerebros infantiles están creando más de 100.000 millones de contactos sinápticos por minuto. En buenas condiciones serán más listos y más sanos.

¿Y más felices?
El cerebro no está diseñado para que seamos felices, sino para sobrevivir, pero lo que sí es responsabilidad nuestra es haber instrumentalizado y creado una vida de estrés.

¿Demasiadas horas de colegio, deberes y extraescolares?
Estamos ahogándolos. Los niños hasta los ocho años deberían estar jugando, porque el juego es el disfraz del aprendizaje.

Y lo es también a los 20 y a los 50.
Sin duda alguna, de adultos lo que hacemos cuando podemos es huir de nuestra conciencia, que nos atenaza y esclaviza, y lo hacemos jugando o viendo jugar. Pero cuando tienes que cimentar lo que será el mundo adulto, hay que potenciarlo.

Juego y aire libre.
El ejercicio físico es el responsable de la creación de nuevas neuronas, y es fundamental practicarlo de niño para ser un adulto sano. Nos hemos construido a lomos de nuestra espalda y nuestros músculos, pero ahora nos hemos hecho sedentarios, que es lo antagónico a lo que hay escrito en nuestro programa genómico y lo que crea las enfermedades en nuestro organismo.

¿Cómo ayudarles a aprender?
Enseñar significa emocionar, evocar su atención desde dentro, y es posible instrumentar cómo empezar una clase: hay que ser provocador, hay que inyectar curiosidad en relación con la edad, la hora del día, el estado del organismo.

No es baladí.
A Magisterio no puede ni debe entrar todo el mundo, hay que afinar quién tiene capacidad para enseñar. Todo empieza por el maestro.

En la adolescencia andan distraídos.
El cerebro de un púber no sólo no ha madurado en las áreas que tienen que ver con la creación de valores y normas, sino que se le están muriendo células a montones porque se está reajustando a lo que es la adultez. Hay cosas que un maestro debe saber, porque si las conoce, podrá ser flexible y sabrá cómo sacar partido a esos cerebros.

Ilumínenos, doctor.
La adolescencia es la edad del altruismo si lo sabes encauzar, del heroísmo: todos los héroes han sido adolescentes. Captar eso y encauzarlo es alimentar esos cerebros.

Un ejemplo, por favor…
“Vamos a perder la vida porque los niños de África tengan agua”… Hay quien es capaz de hacerles vivir eso, a un adulto ya no. La adolescencia es una edad muy moldeable.

Ordenemos las etapas del desarrollo cerebral.
Mientras se es niño hay que jugar, conocer el mundo de primera mano, ver la hoja en el árbol, trabajar lo sensorial, lo que te entra por los órganos de los sentidos. Si los metes en una guardería entre cuatro paredes, los estás ahogando.
Pues cada vez se les ahoga antes.
A partir de los nueve años empieza el pensamiento abstracto, jugar con ideas entendiendo que somos seres fundamentalmente emocionales: no hay nada de lo que yo piense, razone o decida que no tenga una base emocional. No hay razón sin emoción.

La Contra-La Vanguardia 11-10-2013: Enseñar significa emocionar.

Aquí hay 23 formas creativas de pasar tus vacaciones junto a tus hijos, diseñando y construyendo algo útil a partir de botellas plásticas de bebida y otros plásticos PET:

Jardín vertical

plastic-bottles-recycling-ideas-11
plastic-bottles-recycling-ideas-9

Candelabro

plastic-bottles-recycling-ideas-4
plastic-bottle-recycling-ideas-66

Escoba

plastic-bottles-recycling-ideas-28

Mosaico de tapas

plastic-bottles-recycling-ideas-16
plastic-bottles-recycling-ideas-13
plastic-bottles-recycling-ideas-14

Lámpara de cucharas

plastic-bottles-recycling-ideas-34
plastic-bottles-recycling-ideas-42

Estante para joyas

plastic-bottles-recycling-ideas-18
plastic-bottles-recycling-ideas-19
plastic-bottles-recycling-ideas-20
plastic-bottles-recycling-ideas-21

Pintura estampada de flores de cerezo

plastic-bottles-recycling-ideas-7
plastic-bottles-recycling-ideas-6

¿Qué sería de la vida sin la música? Probablemente mucho menos bella. Desde que estamos en el útero materno los seres humanos sentimos melodías que nos acompañarán el resto de nuestras vidas. La música puede ayudarnos a exteriorizar emociones que tenemos dentro, tanto si son de alegría como de tristeza. Nos puede procurar alivio, consuelo, animarnos en momentos de decaimiento, acompañarnos en momentos felices de nuestras vidas. Es indispensable y universal y, como casi todos los aprendizajes humanos, si se hace desde pequeños, los resultados pueden ser sorprendentes.

salud2-1Hace años muchos padres buscaban que sus hijos recibieran clases de música siguiendo métodos tradicionales como acudir a un conservatorio de música a estudiar solfeo y, después, algún instrumento. Todo eso se ha modificado sustancialmente y ahora las enseñanzas musicales van por otros derroteros. El método Suzuki es un concepto revolucionario para el aprendizaje de la música, como explica la flautista y profesora Laura Dudley Lorente. «El oído es nuestro sentido más desarrollado al nacer, por lo que somos capaces, desde el vientre materno, de aprender de los sonidos que nos rodean y de responder a estímulos musicales (los bebés reconocen melodías antes que palabras)», comenta. «Debemos comunicarnos con nuestros bebés y niños a través de la música, recuperando la tradición oral de antiguas generaciones, como las canciones de cuna de nuestras abuelas».

«La música ayuda a desarrollar la autestima, la cretaividad y la paciencia»

Los beneficios de la música sobre los bebés y los niños están más que demostrados. Para Laura Dudley, «además de mejorar la comunicación y hacer felices a los niños, la música también consigue que se creen ciertas conexiones neuronales necesarias en muchos aspectos de la inteligencia: el habla y la comprensión lingüística a través de las canciones, el razonamiento espacio-temporal por los patrones y estructura de la música, habilidades sociales al crear música en conjunto, habilidades motrices y de coordinación en la ejecución de ritmos o bailes… Y por supuesto, la música hace también que se desarrollen profundamente habilidades auditivas, de atención, de memoria, y aspectos como la autoestima, la creatividad, la paciencia o la disciplina».

La música y las matemáticas

guiainfantil.com_Una cosa sorprendente y que mucha gente desconoce es que la música es íntimamente relacionada con las matemáticas por lo que, a través de la primera se pueden obtener muy buenos resultados en la segunda. Tal y como explica la profesora «efectivamente, la música está muy relacionada con las matemáticas, por lo que el escuchar y, sobre todo, el hacer música, supone que los niños desarrollen también sus habilidades en esa otra disciplina. El pulso, el ritmo, la estructura de una pieza o las escalas musicales se relacionan directamente con las divisiones, fracciones o patrones de las matemáticas”

«Los niños son capaces de aprender el lenguaje musical como aprender la lengua materna»

El método Suzuki busca desarrollar todas estas habilidades y crecimiento personal en niños a partir de los tres años de edad, a través del aprendizaje de un instrumento musical. Fue creado a mediados del siglo XX por el violinista y pedagogo japonés Shinichi Suzuki, quien defendía que todos los niños son capaces de aprender el lenguaje de la música de la misma manera que aprenden a hablar su lengua materna. Por lo tanto, el talento no se trae de fábrica sino que se desarrolla.

Según Dudley, este método «se basa en la participación de los padres, que acuden a clase con sus hijos, aprenden a tocar con ellos y trasladan a su vida familiar el hábito y el disfrute de la práctica del instrumento y la escucha intensiva música. Las clases Suzuki son tanto individuales como grupales y el repertorio está establecido de manera que niños de todo el mundo puedan tocar juntos. Este repertorio se aprende de memoria, por imitación, puesto que la lectura se pospone hasta que el niño está preparado para ello ya que primero aprendemos a hablar y después a leer».

Este método rompe por completo con el sistema anterior de aprendizaje. Para Laura Dudley es algo clarísimo. «El error en el sistema antiguo de aprendizaje musical radica, básicamente, en que no se amolda a la naturaleza del niño. Debemos buscar siempre el disfrute del niño y no obligarle, por ejemplo, a sentarse en una silla y leer innumerables partituras que no entiende…».

http://www.abc.es/familia-educacion/20150704/abci-metodo-suzuki-musica-201507031135.html

Años atrás, María arrastraba un sentimiento de culpa. Las notas de su hijo eran pésimas, tanto que el chico acabó dejando los estudios. Agarró la guitarra, compró un vuelo a Londres y allí se dedicó a tocar en el metro. “No sé qué he hecho mal”, era una de las frases que repetía reiteradamente. Hace unos días me la encontré radiante. Me contó que su hijo finalmente había retomado los estudios y que sus calificaciones eran tan brillantes que incluso había conseguido una beca. Y añadió: “Al final resulta que no he sido tan mala madre”. El nombre es falso, el caso, verídico, y el fondo resulta representativo del sentimiento de muchos padres.

Si se disecciona esta anécdota, se descubre que una de las premisas de las que partía esa madre era que continuar con los estudios era bueno, y tocar la guitarra, malo. Nuestra mente dicotómica funciona así, juzgándolo todo y poniéndolo en dos únicas estanterías: la blanca o la negra. Pero si se va más allá de la programación social y con honestidad nos planteamos si como padres sabemos con total seguridad dónde pueden encontrar nuestros hijos la felicidad. ¿Tenemos la respuesta?

Otra de las premisas de las que partía María es que los resultados determinan si se es buen o mal padre y que estos dependen exclusivamente de nosotros y no de la actitud y aptitudes de los propios hijos.

En nuestros días es fácil sentirse culpable por una cosa u otra. Podemos elegir entre un amplio menú. Si el objeto de la carga son los hijos, existe a nuestra disposición una inmensidad de libros de instrucciones que asesoran sobre cómo educarlos. Vivimos en un mundo donde se vende la ilusión de que todo puede controlarse, donde cualquier cosa debe bailar al son que se quiera marcar. Por este motivo tenemos más tendencia a querer dominar las cosas que a aceptarlas. Nos inclinamos demasiado hacia el control. La aceptación parece que se ha quedado anticuada, y sin embargo suele ser el primer paso para el cambio. Como padres hay tres grandes puntos que se deben interiorizar:

Reconocer el peso de los genes. Son muchas las investigaciones en las que se estudian gemelos univitelinos que han sido adoptados por distintas familias. En ocasiones, incluso por familias que viven en distintos continentes. Dos individuos con los mismos genes y con una educación diferente. Si el comportamiento fuera solo resultado de la educación, deberían encontrarse más diferencias que similitudes entre ellos, pero no es así. Las semejanzas son enormes. Sus capacidades y características psicológicas se parecen muchísimo más entre ellos que entre hermanos no gemelos educados por los mismos padres. De hecho, no hacen falta muchos estudios para comprobar sin gran dificultad que, aunque se eduque igual a varios hijos, ellos crecen de forma diferente.

Si aceptamos que los hijos no son hojas en blanco en las que se pueda escribir, quizá dejemos de darnos golpes contra la pared. Nuestras expectativas no nos dejan asumir la realidad. Si queremos que nuestro hijo sea ingeniero, pero es un fracaso en Matemáticas porque lo que le gusta es la pintura, lo tendremos difícil para que lo consiga. Aun en el caso de que alcance el título esperado después de mucho esfuerzo y sacrificio…, ¿significa que será feliz? Los consultorios de los psicólogos están llenos de personas que han seguido el camino que les han marcado sus progenitores en contra de sus propios deseos y, lo que es peor, de sus habilidades.

Gregorio Luri, filósofo y autor de Mejor educados (Ariel), afirma que la paternidad contemporánea está muy neurotizada. Sus palabras lo muestran con claridad: “Creo que mis padres y los de la gente de mi generación sabían que nunca eres responsable al cien por cien de lo que hace tu hijo, y esa lección básica la han olvidado los padres de hoy. Los progenitores antiguos dirían: ‘¡Mira qué hijo me ha salido!’; uno de hoy se preguntaría qué ha hecho mal. Hay muchos elementos que no controlamos, y eso a los padres de antes los tranquilizaba, pero a nosotros nos angustia”.

Admitir que sabemos poco. Parece que todos tengamos que tener algún tipo de trauma infantil y que este sea la causa de todas las patologías psicológicas que se presentan en la edad adulta. Con esta idea no extraña que los padres sientan una hiperresponsabilidad: tienen en sus manos algo extremadamente delicado que a la mínima se puede golpear y quedar marcado.

Martin Seligman, el padre de la psicología positiva, revisó multitud de estudios donde se investigaba el hipotético efecto que pueden tener los sucesos negativos de la infancia en la edad adulta. Sus conclusiones fueron que no gobiernan forzosamente los problemas adultos. Seligman colocó al trauma en su sitio. Muy ligado a este hecho viaja el concepto de que una prole sana debe criarse en la típica familia convencional. En un estudio coordinado por Enrique Arranz (Universidad del País Vasco) y Alfredo Oliva (Universidad de Sevilla) se compararon seis tipos de estructuras familiares (tradicional, monoparental, reconstituida, homoparental, múltiple y adoptiva). Concretamente se estudió el ajuste psicológico de los niños. No se encontraron diferencias. La familia ideal no existe.

Palabras del profesor de Albert Einstein: “Este niño no llegará a ningún sitio”. La profesora de Thomas Edison dijo: “Es un chico confuso, inestable y embrollón”. El maestro de Charles Darwin afirmó: “Se encuentra por debajo de los estándares de inteligencia. Es una desgracia para la familia”.

A simple vista parecen ejemplos balsámicos para padres de niños no brillantes (la gran mayoría); pero esta sería una conclusión engañosa porque ser Darwin, Edison o Einstein no garantiza ser feliz, que es lo que la mayoría de padres desea para sus retoños. La idea más luminosa que se encuentra enterrada en estas anécdotas es que cualquier tipo de predicción que hagamos suele ser infantil porque no sabemos nada, ni de estructuras familiares idóneas, ni de traumas infantiles, ni de nada. Ser padres humildes es la salida más inteligente.

Aceptar la naturaleza humana. No es que no podamos controlar a nuestros hijos, es que ni siquiera somos capaces de controlar nuestros propios pensamientos. La mente no está quieta. No cavilamos lo que queremos, sino que los pensamientos surgen solos y van saltando de aquí para allá. Por ese motivo la mente errante también recibe el nombre de “mente del mono”. Nuestro hijo se presenta con tres asignaturas suspendidas y el mono empieza a saltar de rama en rama y terminamos visualizando que de mayor tendrá que mendigar por las calles.

Ese mono puede traer pensamientos realmente oscuros. Llegamos a casa cansados y vemos que los niños lo han puesto todo patas arriba, no han hecho sus deberes, no han seguido nuestras instrucciones, encima nos enteramos de que uno de ellos ha cometido una gamberrada que nos parece apoteósica, y entonces dudamos de si los queremos, quizá hubiéramos sido más felices sin ellos, cogeríamos una maleta y nos iríamos a un país muy, muy lejano. Y dos horas más tarde aparece la culpa por haber pensado algo tan perverso. Pero no lo hemos pensado nosotros, ¡ha sido el mono! Que salta sin ton ni son de rama en rama sin tener en cuenta nuestros verdaderos sentimientos. La naturaleza humana es así, con mono incorporado. Por eso somos contradictorios, ambivalentes, inseguros, irracionales. No podemos pretender ser otra cosa. Lo paradójico es que cuanto más aceptamos esa naturaleza, menos nos hace sufrir. Nosotros no somos los únicos que tenemos un mono, ¡nuestro hijo también! Así que debemos aceptar al nuestro y al suyo.

Asumir la naturaleza humana y ser humildes es la manera de navegar con menos sufrimiento por nuestras dudas, miedos e inseguridades como padres. No existe el manual del padre perfecto. Así que, si queremos ser así, ya nos hemos equivocado.

http://elpais.com/elpais/2015/04/24/eps/1429892472_917833.html

Cada verano, por estas fechas, un jarro de agua fría ha caído sobre muchos hogares: su hijo ha sacado malas notas. Un cúmulo importante de suspensos es, para la mayoría de familias, una pésima e inoportuna noticia que llega justo en vísperas de vacaciones, cuando contamos los días que nos quedan para dejar de ir a trabajar y empezamos a vislumbrar nuestro merecido descanso estival como una concatenación de situaciones agradabilísimas. Aunque luzca un sol cegador, ese día una nube ensombrece la casa. Porque las malas notas a final de curso no solo afectan al apesadumbrado adolescente que se las ha ganado a pulso, sino también a los padres que las reciben y que, con frecuencia, no saben cómo reaccionar. Pues bien, todo es más fácil si tiene en cuenta unas simples reglas.

suspenso-763x330

No monte en cólera

“Los gritos y la excesiva aspereza no solucionan nada”, sostiene Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía y profesor de la Facultad de Educación en la Universidad Complutense (Madrid). Pero tampoco es cuestión de mirar para otro lado. “En general, la actitud, además de firme, ha de ser comprensiva y estimulante”, añade. En 2008, investigadores de las universidades de Sevilla y País Vasco analizaron los perfiles de más de 800 adolescentes entre 12 y 17 años en función del estilo educativo de sus progenitores. Distinguieron entre tres tipos de padres: estrictos, democráticos e indiferentes. Así, encontraron que “los adolescentes con padres democráticos presentan (…) un mayor interés hacia la escuela y un mejor rendimiento académico”. Por el contrario, aquellos que crecían en familias demasiado severas o apáticas tendían a presentar un rendimiento escolar más bajo y problemas emocionales. Bendito término medio.

Exija un ‘mea culpa’ al estudiante

Es lógico que no se ponga como unas castañuelas. Enfadarse es normal, pero ¿sirve de algo? Carlos Pajuelo, psicopedagogo y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura, ha escrito un libro sobre el tema: Cómo sobrevivir a los suspensos de tus hijos (Espasa, 2015). Opina que el objetivo de toda reacción ante unas calificaciones deficientes es intentar que los hijos se responsabilicen de los suspensos. “Cuando se suspende es porque se ha estudiado poco o no se ha estudiado. Para que el niño pueda cambiar necesita reconocer que no ha estudiado. Si, en cambio, dice que ha sido mala suerte o que le tienen manía, entonces no hay opción de mejoría”, afirma.

Evite que le coja por sorpresa

Las malas calificaciones (igual que las buenas) se ven venir. Generalmente, los suspensos al final de curso vienen precedidos de malos resultados en evaluaciones anteriores. “Por tanto, no hay por qué escandalizarse ni mostrar un estilo agresivo con los hijos, que puede provocar en ellos reacciones muy negativas, como miedo o rebeldía”, alerta el profesor Martínez-Otero.

Cuente hasta diez

O lo que es lo mismo, posponga la regañina hasta que esté seguro de que usted afrontará el asunto con tranquilidad: “Lo fundamental es que si nota que se le hincha la yugular, a lo mejor tiene que esperar un par de días para hablar con su hijo”, dice Carlos Pajuelo. “Debemos hablarle de manera serena. Podemos herir gratuitamente a nuestros hijos y además nos sentiremos mal. Uno tiene que darse un poquito de tiempo. Pueden ser dos días o dos horas”.

Relativice

Las malas notas, incluso las muy malas, no implican automáticamente recurrir a Hermano mayor. Todos podemos dejarnos influir por los comentarios agoreros que vienen del exterior, y es fácil regodearse en ideas tremendistas como “hay que estar muy encima de los niños, porque si no…”. Tampoco conviene que nos carguemos de culpa. Como apunta Carlos Pajuelo, “la sociedad responsabiliza a los padres de casi todo lo que hacen los niños. Nos han hecho creer que los padres somos omnipotentes, y eso no es así”.

No castigue: establezca consecuencias

Expertos como Carlos Pajuelo conceden que suspender debe tener consecuencias (nada de castigos ideados como venganzas), dirigidas a obtener en septiembre los resultados deseados. Es más, dichas secuelas deberían ser anunciadas durante el curso, para que los hijos sepan a qué se exponen si vuelven a casa cargados de suspensos. “A los padres les diría: ‘No busques lo que fastidiaría al niño’. No se trata de incordiar. Creo que es más cuestión de pérdida de privilegios, como determinar un horario de estudio en verano y otorgar unos privilegios si se cumplen. Siempre enfocado a conseguir lo que queremos: que los hijos se pongan a estudiar”. Un estudio de la Universidad de California (EE. UU.) destaca que los castigos desafiantes y desproporcionados provocan en los hijos perturbaciones cognitivas y emocionales como hostilidad, nerviosismo y problemas de personalidad y reducen la eficiencia en la escuela. En cambio, los castigos leves y proporcionados («las consecuencias”) tienen algunos efectos beneficiosos: restauran más rápidamente los lazos emocionales, refuerzan un comportamiento asertivo y estimulan la consecución de un fin.

Impida que le arruinen las vacaciones

“Te has quedado sin vacaciones”, se oía decir a algunos padres en el pasado. Hoy, esa drástica determinación no es tan habitual, posiblemente porque nos hemos dado cuenta de que el hecho de que el niño se quede en la ciudad, tal vez con los abuelos, no garantiza que vaya a clavar los codos, y que poniendo tierra de por medio lo único que conseguiremos es echarnos de menos los unos a los otros, convirtiendo las vacaciones en algo triste. Si para evitar la separación usted y su pareja están sopesando renunciar al asueto, también es una mala idea. “Eso generaría en el hijo la sensación de ser el culpable de haberlas arruinado”, dice Carlos Pajuelo: “Otro asunto es que en esas vacaciones haya algo que el hijo que ha suspendido no va a poder tener. Si debe dedicar tiempo a estudiar, habrá cosas que tendrá que dejar de hacer”. Martínez-Otero es de la misma opinión: “No hay por qué alterar las vacaciones de modo significativo. Lo que sí hay que tener en cuenta es una correcta distribución del tiempo del hijo para cada parcela: estudio, descanso, disfrute/ocio y relaciones familiares y sociales”. Piense que cualquier lugar es bueno para estudiar o contar con el refuerzo de un profesor particular. Y si, pese a todo, le cuesta abordar el problema con temple, hay un método infalible para aplacar su ira: mírese en el espejo de su adolescencia. ¿Acaso era usted el estudiante perfecto?

Miguel Angel Bargueño http://elpais.com/elpais/2015/06/25/buenavida/1435240631_700718.html?id_externo_rsoc=FB_CM

FRANCESCO TONUCCI – Psicopedagogo, pensador y dibujante.

«¿Quiere hacerle un favor a su hijo? Deje que vaya al colegio solo y que juegue solo, con pocos juguetes y con amigos». Es el mensaje que transmitió ayer en Pontevedra Francesco Tonucci, invitado a participar en las segundas Xornadas «Infancia e Cidade» que organiza el Concello en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente.

ninos-kids-jugar-ronda-play-juego-agua-Sin ir más lejos, en mi generación ibas solo al colegio y a los 7 años cuidabas de los primos ¿qué nos pasa que tiene que venir usted a impartir una conferencia para explicar lo evidente?

-Es una pregunta aparentemente muy simple pero que no tiene una respuesta clara, porque efectivamente no ha pasado nada que justifique esto, hoy la gente tiene miedo, y tiene miedo a pesar de que no pasa nada. Porque si me dice, es que como atropellan a muchos niños tenemos miedo de dejarlos en la calle, como los raptan y violan en la calle pues tenemos miedo a dejarlos en la calle, esto sería coherente, pero no es así, la gente tiene miedo a pesar de que no pasa nada. Cuando les pregunto de qué tienen miedo me dicen de la violencia, de los pedófilos, y les pregunto si ocurrió muchas veces, siempre responden que no, que en su pueblo nunca, pero por qué tienen miedo, porque lo vio en la televisión.

-¿A quién hay que responsabilizar de este miedo infundado?

-Creo que tiene mucha responsabilidad la política y vosotros, los medios. No se puede aceptar que un hecho puntual de violencia contra niños sea motivo para hacer 10, 20 retransmisiones de televisión en un horario de gran audiencia porque con ese énfasis empieza a pensar que esto es muy frecuente, hasta probable, y a partir de ahí yo como padre pienso que no puedo dejar salir a mi hijo.

-¿Esta protección mal entendida no está desresponsabilizando a los niños?

1221581759_0-Totalmente, estamos creando problemas enormes, uno es que no le damos la posibilidad de construir los útiles para enfrentarse con el mundo, que significa desresponsabilizarlo, no le damos la posibilidad de jugar y esto es muy grave, la gente no se da cuenta porque el juego parece una cosa así, de niños, que se hace hasta que no hay cosas más importantes, cuando empieza la escuela ya le dicen basta de jugar, pero los que estudiamos el desarrollo de los niños sabemos que el juego es, con seguridad, la actividad más importante en la vida de una mujer y de un hombre, no de los niños, porque ahí se ponen las bases.

-Decía Albert Camus que todo lo que sabía de ética lo aprendió jugando al fútbol

-¿Ve? ¿Y por qué le digo que ahora los niños no pueden jugar? Porque la gente me dice lo contrario, me dicen «ahora los niños juegan mucho más, tienen muchos más juguetes y los llevamos al parque todos los días», bueno, son dos ejemplos que no tienen casi nada que ver con el juego, para jugar es muy importante tener pocos juguetes, con lo cual sería deseable que las familias ahorraran dinero y en lugar de juguetes regalasen tiempo libre a los niños y la posibilidad de encontrarse con amigos. Y la otra clave es que no se puede acompañar a un hijo a jugar, el verbo jugar no se conjuga con el verbo acompañar, la experiencia del juego es una experiencia de libertad. Y el otro aspecto es a nivel físico: si los niños no pueden salir y jugar libremente no pueden descargar las energías que necesitan, todo el tema de la obesidad infantil, que es un problema enorme y lo será más en adelante, está muy conectado con el hecho de que los niños salen poco solos, si salen de la mano con nosotros pero no con la experiencia del movimiento. Y por último, los niños no pueden vivir la experiencia del riesgo y el riesgo es fundamental para el desarrollo, riesgo significa ponerse a prueba con los compañeros y consigo mismo, a ver si hoy consigo hacer lo que ayer no pude.

-Habrá quien le diga que los niños buscan el peligro, que hay que frenarles en esta búsqueda del riesgo…

-Se equivocan, los niños en esto son perfectos en la elección del riesgo, nunca van buscando el peligro, no buscan el peligro por un afán suicida sino por el placer, y no poderlo experimentar hará que lo retrasen a la adolescencia, llegarán a ella con unas ganas enormes de riesgo que se expresará demasiado tarde y con peligro, ahí sí, todas las tonterías que no han podido hacer en la medida que lo necesitaban las unirán y compactarán en la adolescencia, y ahí si que habrá peligro.

-¿De las faldas de la madre al botellón?

-Exactamente.

-¿Qué le parece esto de aislar el colegio de la sociedad? Los llevamos en coche de casa a la escuela, los metemos en un centro cerrado a su entorno…

-Es algo equivocado, la propuesta que nosotros hacemos es que los niños vayan a la escuela solos, caminando, de manera que puedan aprovechar este recorrido para estar con amigos. Y hay que recordar que hay investigaciones científicas que demuestran que tener una actividad física antes de ir a la escuela produce un efecto positivo en el rendimiento. Yo no lo proponía por esto, pensaba solo que era una manera para recuperar autonomía, pero va más allá. Hoy tenemos problemas enormes con el tema del déficit de atención, se considera una enfermedad y en Estados Unidos, aunque ya está llegando a Europa, hay un bombardeo de medicamentos a niños para tratar el déficit de atención, pues las investigaciones demuestran que los niños que van caminando a la escuela en lugar de ir en coche con su padre tienen un nivel de atención significativamente más alto y que esa ganancia de atención se prolonga 4 horas, con lo cual la idea de una escuela cerrada es una equivocación total, para ser escuela la escuela ha de ser abierta.

http://www.farodevigo.es/portada-pontevedra/2013/10/20/quiere-hacerle-favor-hijo-colegio/899299.html

header-2015Para celebrar el tema del Día mundial No al trabajo infantil – Sí a una educación de calidad, han sido organizados cientos de eventos en unos 55 países el 12 de junio . En Ginebra, el ganador del Premio Nobel de la Paz, Kailash Satyarthi, y la primera dama de Panamá, Lorena Castillo de Varela, participarán en una mesa redonda. El evento en Ginebra permitirá además llamar la atención sobre una nueva campaña a favor de la ratificación del Protocolo de la OIT sobre trabajo forzoso.

El número global de niños en situación de trabajo infantil es 168 millones. De los cuales más de la mitad, es decir 85 millones efectúan trabajos peligrosos. La persistencia del trabajo infantil tiene sus raíces en la pobreza, la falta de trabajo decente para los adultos, la falta de protección social y la incapacidad para asegurar la asistencia de los niños a la escuela hasta la edad mínima legal de admisión al empleo.

Este año, el Día mundial contra el trabajo infantil centrará su atención particularmente en la importancia de una educación de calidad como un factor clave en la lucha contra el trabajo infantil. Es el momento oportuno para hacerlo ya que en 2015 la comunidad internacional examinará las razones de la incapacidad de alcanzar los Objetivos de Desarrollo respecto a la educación y establecerá nuevos objetivos y estrategias. Leer más… 

Datos y cifras

  • El número global de niños en situación de trabajo infantil a disminuido de un tercio desde el año 2000, pasando de 246 millones a 168 millones. De los cuales más de la mitad, es decir 85 millones efectúan trabajos peligrosos (contra 171 millones en el año 2000).
  • La región de Asia y el Pacífico continúa registrando el número más alto de niños (casi 78 millones o 9,3% de la población infantil), pero el África Sub-sahariana continúa siendo la región con la más alta incidencia de trabajo infantil (59 millones, más del 21%).
  • En América Latina y el Caribe, existen 13 millones (8,8%) de niños en situación de trabajo infantil, mientras que en la región del Medio Oriente y África del Norte hay 9,2 millones (8,4%).
  • La agricultura continúa siendo de lejos el sector con el mayor número de niños en situación de trabajo infantil (98 millones, o 59%), pero el número de niños en los servicios (54 millones) y la industria (12 millones) no es insignificante – la mayoría se encuentra principalmente en la economía informal.
  • Se registró una disminución del 40% del trabajo infantil en las niñas desde el año 2000, mientras que en los niños la disminución es del 25%.
http://www.ilo.org/ipec/Campaignandadvocacy/wdacl/2015/lang–es/index.htm