«Queremos que crezcan felices, de la infancia a la adolescencia», el nuevo libro de la psicóloga infantil Silvia Álava, llega a las librerías casi por petición popular. «Tras la publicación de «Queremos hijos felices», muchos padres nos comentaron que querían saber cómo actuar con hijos más mayores. Por eso en esta nueva entrega hemos decidido centrarnos en el periodo que va comprendido entre los seis y los doce años». Así, a través de experiencias reales vistas en consulta, Álava va tratando todo aquello que causa dudas a la familia, y hace que los padres se sientan mal, fallen, pierdan la paciencia, griten o digan cosas de las que luego se arrepienten.

-Muchos padres de hoy se ven perdidos ante tanta información de cómo educar a sus hijos.

-Los padres de hoy lo tienen más difícil que nunca. Porque se les junta que es verdad que están muy preparados a nivel profesional pero luego tienen un nivel de exigencia altísimo. A los padres de hoy en día se les exige prácticamente que sean perfectos en todas las facetas de su vida, incluida la paternidad. Pero es que la sociedad también exige a los niños que sean perfectos. Los niños desde bien pequeños ya tienen que estar apuntados a idiomas, a algún deporte, sacar unas notas estupendísimas… Creo que debemos relajarnos, intentar disfrutar de la paternidad, y que los niños disfruten de la niñez. Los padres deben ya no solo trabajar ese sentimiento de culpabilidad, sino también que somos imperfectos. Deben asumirlo. Lo van a hacer lo mejor posible, pero nunca hay que buscar ser el padre perfecto, porque el padre perfecto y la madre perfecta no existen.

-Los niños de hoy, también parecen estar expuestos a demasiada información, y a un altísimo nivel de exigencia. Con cuatro años van a clases de chino, de equitación, de música, y de predeporte.

-Los niños necesitan tiempo para jugar, y también necesitan tiempo para aburrirse. Hay momentos y edades para todo. Pero incluso cuando son un poquito más mayores, que ya no estamos hablando de niños pequeños, a partir de los 6 años, también necesitan un «tiempo en blanco», por así decirlo. Lo que no podemos pretender es que un niño tenga desde que se levanta hasta que se acuesta incluida toda la tarde completamente planificada de tal forma que no les sobra ningún minuto libre. Ese ritmo no hay quien lo aguante. Porque eso implica estar en una continua capacidad de atención, de organización, de planificación… no les das tiempo para distraerse un minuto con un muñeco. Los niños de hoy en día tienen que aprender a aburrirse.

Es genial aprender a aburrirse, aprender a estar con uno mismo… Si están todo el tiempo con un adulto que les guía, les planifica la tarea, no les dejas favorecer su autonomía, no les dejas generar recursos… No decimos que los niños no tengan que hacer actividades, pero sí que hay que reservar un tiempo libre para que estén ellos solos, que aprendan a entretenerse, que aprendan a aburrirse, y a generar una serie de competencias.

-Pero ahora todos los niños van a extraescolares. Parece que si no puede jugar en desventaja con otros niños de su entorno.

-Respecto a esto, es importante saber que cada niño tiene una velocidad de desarrollo. Y que no le podemos comparar ni con los amigos ni con los hermanos. Eso hay que asumirlo. A lo mejor el hijo del vecino tiene otra realidad, u otras competencias diferentes. Cada niño puede tener unos puntos en los que destaque, y esto no significa que sean ni mejores ni peores. Dentro de la familia, educar no es favorecer una competición para ver qué hijo es el mejor. Cada niño tiene que hacerlo lo mejor que pueda según sus posibilidades. Y nosotros tenemos la responsabilidad de reforzar según sus posibilidades, pero no se les puede exigir a todos los niños lo mismo. Eso es una faena. Porque hay algunos que pueden dar muchísimo y otros no te pueden dar todo. Y por supuesto no puedes compararle con amiguitos o vecinos…

-Muchas veces son ellos mismos los que a edades muy tempranas se miden con aquellos niños que les rodean de forma habitual.

-Sí. También ocurre. Pero muchas veces los niños no entienden que los chavales con los que tratan son mayores que ellos. Y un año en un pequeño de esas edades es muchísimo, es un mundo. Sobre todo porque maduran cognitivamente como a estirones. Igual que cuando crecen en altura. En este sentido a los 6 años hay un cambio muy importante, donde la función ejecutiva se empieza a regular. Entorno a los 8 o 9 años se produce otro cambio importante. De pronto se produce ese estirón y se ve todo de golpe. De la noche a la mañana no pero si de una semana a otra. No desesperemos. Cuando se trabaja con los niños determinados aspectos de su evolución y no vemos resultados no es que no se estén consiguiendo objetivos. Es que los niños necesitan un determinado periodo de tiempo para ir asimilando el aprendizaje.

-En el libro nos ofrecen un consejo muy básico, como es no poner etiquetas al niño. ¿Qué alternativas hay?

-El niño nunca va a funcionar bien con etiquetas. Una de las cosas en las que insistimos mucho es que en castellano existen dos verbos, ser y estar. Podemos decir «tú no eres malo; te estás portando mal, y en concreto hoy porque no has hecho los deberes, porque has gritado a tu hermano…». Debemos especificar exactamente lo que está haciendo mal en ese momento.

¿Dónde está el límite para llevar al niño a una consulta en el psicólogo infantil?

-La consulta de psicología infantil se ha polarizado mucho. Vemos casos en los extremos, por así decirlo: Padres cuyos hijos no tienen ningún problema de salud mental, que no tienen ninguna patología ni nada clínico. Son historias que se valoran y a los que simplemente se les ayuda porque quieren aprender a hacerlo mejor. Quieren tener menos desgaste emocional en el día a día. O que ven que les está costando más toda la parte emocional del niño. O que quieren aprender sobre regulación emocional, y cómo afecta o cómo tolerar la frustración, cómo se autocontrola. No son en absoluto casos patológicos, pero que acuden a consulta porque quieren saber qué es lo que pueden hacer para mejorar. Por otro lado están los otros casos en el otro extremo, que son patologías más complicadas. Casualmente, son familias que tardan más en venir a consulta. Si que es verdad que se complica pero siempre hay un margen de reacción y un margen de mejoría, si no, no me dedicaría a esto en concreto.

-A su juicio, ¿en qué aspecto deberíamos trabajar sí o sí todas las familias?

-En inteligencia emocional (IE). Aunque de unos años a esta parte ya se empieza escuchar, sigue siendo un tema desconocido. Hay muchas teorías y modelos para trabajarla. A mí me gusta mucho el modelo de Salovey y Mayer, de la Universidad de Yale (EUA), que fueron los que propusieron el propio término de IE. Ellos proponen un modelo basado en cuatro habilidades: la percepción emocional, la comprensión emocional, la facilitación emocional y la regulación emocional.

Hay muchos estudios que relacionan precisamente la regulación emocional con un factor de predicción de éxito en la vida. Y también mucha gente que piensa erróneamente que las emociones hay que suprimirlas o hay que dejar de sentirlas, cuando eso es absolutamente imposible. Tu tienes una emoción y la vas a sentir irremediablemente.

Lo que hay que hacer es aprender a regularlas. Tenemos que entender que cuando afloran en determinados momentos, esas emociones van a facilitarme las cosas, y simplemente tengo que dejarlas que fluyan, porque son apropiadas para esa situación. Si me ha pasado algo puede ser normal que surja la tristeza, y me tengo que permitir mi ratito de estar triste. Pero si yo tengo que ir a dar una conferencia o hablar en público o tengo una reunión en el trabajo y me estoy poniendo nerviosa, eso tengo que aprender a regularlo. Porque ahí los nervios y la ansiedad no me aportan nada, no me ayudan, y me van interferir en mi desempeño.

Los niños también deben aprender a regular las emociones. Hay muchos padres que confunden regular las emociones con aceptar el estallido emocional. Si a determinada edad el niño se frustra por algo, y le permitimos una pataleta que no está ajustada a su edad, con un estallido de gritos y contestaciones, el niño volcará su frustración en los padres.

—¿Cuál debería ser la actitud de los padres ante una pataleta de un niño de 6 o más años?

—En ese momento no se puede dialogar, hay que decirle que se calme. El niño tiene que aprender a calmarse. El problema fundamental es que intentamos dialogar con los niños y hacerles razonar en el momento de estallido emocional, y entonces lo único que conseguimos es que la situación, por así decirlo, termine de explotar. Porque además, como padre o como madre, es muy difícil mantener la calma con un niño gritando. En ese momento hay que dejar que la situación pase, y será cuando el niño esté tranquilo, cuando realmente se pueda hablar y tratar de razonar con él. Al niño le ha podido sentar mal una cosa pero eso no le da derecho a volcar su frustración con la persona que tiene delante. Ya sea su padre, su madre o su hermano.

-¿Qué hacemos con un niño manipulador en casa?

-Los niños manipuladores tienen muy claro su objetivo y no les importa en un determinado momento darle la vuelta a la situación para salirse con la suya. Hay que tener cuidado con los niños que tienen esa tendencia a manipular y ven que la manipulación les sale bien, porque entonces lo van a seguir haciendo. El problema es que se ven muy reforzados, porque consiguen su objetivo. Pero cuando sean un poquito más mayores, o fuera de casa, se van a dar cuenta de que la manipulación no funciona.

Por eso nosotros insistimos tanto en el libro como en consulta que en casa se le puede querer mucho y permitirles todo, porque el amor hacia los hijos es incondicional, pero el problema es que esos niños luego tienen que salir a la sociedad y sus amigos y sus profesores no van a tener un amor incondicional hacia ellos. Los padres sí, y es genial que lo tengan porque además es su labor. Pero también lo es ayudarles a que sean capaces de regularse, de aprender unas básicas que luego le permitan ser feliz en el trabajo y en la vida.

-¿Cuáles son los síntomas más claros de baja tolerancia a la frustración?

-Cuando algo no les sale a la primera a estos niños, o no les sale como creen que les tendría que estar saliendo, entonces se enfadan, y tiran lo que están haciendo al suelo, o tachan, y borran el dibujo. Cuando son más mayores, abandonan y se van del juego. Además se crean ellos mismos una película mental que cada vez les va bloqueando más. Por eso es muy importante que trabajen la frustración. Porque con ella no se consigue nada en la vida. Y encima, les hace sentirse francamente mal, porque cada vez es más difícil conseguir resultados. Hay que entrenar a los niños en el esfuerzo y en la constancia y en que aprendan que es raro que las cosas nos salgan bien a la primera. Que lo normal es que todos tengamos que hacerlo varias veces antes de tener éxito. Ojo, que también hay que ajustar un poco los objetivos que les pedimos.

-Los niños se pelean. ¿Cómo podemos darles alternativas, sin intervenir?

-Lo ideal es que si tienen la misma edad, es decir, si es entre iguales, que aprendan a resolverlo entre ellos sin intervención de un adulto. Porque si intervenimos, no aprenden los recursos y la próxima vez no sabrán como solucionarlo porque pensarán que ya vendrá alguien a solucionárselo. Pero eso no quita para que una vez que ya ha pasado la pelea, hablemos sobre ello, y veamos qué pasó. Para que les preguntemos: ¿Qué es lo que tú sentías? ¿Qué es lo que sentía el otro niño? ¿Por qué discutíais? ¿Cómo se te ocurre a ti que podíais arreglarlo? Si vemos que una situación es muy repetitiva, podemos intentar ensayarla y llegar en común a una solución. Lo que en psicología llamamos «role-playing».

-Los niños de hoy tienen móvil cada vez antes. ¿Qué opina de esto? ¿Cuáles cree que deberían ser las normas en una familia?

-Es importante que quede claro que el móvil lo pagan los padres, y que los niños entiendan desde el primer momento que no tienen derecho al móvil. Que si nos cogemos la Ley de Derechos del Niño, en ninguno de los punto o cláusulas pone que los niños tengan derecho al móvil. El móvil se lo tienen que ganar. ¿Y cómo se lo tienen que ganar? Cada familia tiene que decidir cuáles son las cosas que hay que cumplir. Si los chavales tienen que haber hecho los deberes, que haber estudiado, haber recogido la casa, ayudado a poner la mesa, a hacer la cama… que no está mal que los niños ayuden en casa y que aprendan a ser cada vez más autónomos. La familia es un equipo donde todos tienen que hacer cosas. Papá y mamá no están para servir al niño. Están para darle su amor incondicional, pero no para ser sus súbditos.

http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-padres-no-estan-para-servir-hijos-no-subditos-201511051302_noticia.html

A lo largo de nuestra vida, la cultura que vivimos, la sociedad en la que habitamos, las enseñanzas que recibimos y nuestra propia experiencia, van formando un tejido de valores que son los que han de guiar nuestros pasos y definir quiénes somos.

Los valores son creencias que nos hacen elegir una cosas sobre otras, unas circunstancias sobre otras, a tener una opinión y definir las metas que deseamos alcanzar. Establecer lo que es la base de nuestros pensamientos y creencias, es fundamental para nuestro desarrollo como personas y para que exista una coherencia entre lo que pensamos y cómo actuamos.

“Procure no ser un hombre con éxito, sino un hombre con valores”.
-Albert Einstein-

Identifica tus valores y conócete a ti mismo

¿Qué es lo más importante para ti? Piensa en los valores que son prioritarios en tu vida y escríbelos. Puede ser: la familia, la amistad, el trabajo, la honestidad, la paz interior, el desarrollo personal, la integridad, la fama, la aventura, los logros, las metas… Pueden ser estos u otros muchos, que puedes añadir en función de lo que tú valoras más.

Manos haciendo un corazón al amanecer

Para definir e identificar tus propios valores, piensa en aquellas cosas a las que si no les dieras prioridad, te sentirías mal contigo mismo. Son cosas fundamentales para ti, sobre cualesquiera otras. A lo mejor valoras sobre todas las cosas a tu familia sobre tu trabajo, sobre otras personas, ya que te proporciona seguridad, apoyo, protección. Quizás valoras tu trabajo como fuente de seguridad y estabilidad, como una forma de sentirte realizado.

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.

-Jean Paul Sartre-

Todo lo que te define como persona deriva de los valores que tienes en la vida, de todas aquellas cosas a las que das más importancia y que guían todos tus actos, los caminos que eliges y las personas con las que te relacionas.

Hazte preguntas para definir tus valores

Una forma sencilla para definir tus valores es haciéndote preguntas que te van a permitir conocer qué es lo esencial para ti, que tiene más importancia sobre otras cosas. Puedes plantearte preguntas como las siguientes:

¿Cuáles son las tres personas que más admiras y por qué las admiras? ¿Cuál es la decisión que has tomado a lo largo de tu vida con la que te has sentido más orgulloso y por qué? ¿Cuáles fueron las consecuencias de esa decisión?

¿Cuál es la decisión de la que más te arrepientes y por qué?¿Cuáles son tus metas o tus objetivos en este momento y por qué son importantes para ti? ¿Cuáles son las personas que menos admiras y qué características tienen?

Con las respuestas a estas preguntas podrás identificar tus valores, ya que verás como algunas respuestas serán las mismas. Esto te permitirá identificar de tres a seis valores que son fundamentales para ti. Pero es necesario que te tomes tu tiempo, que pienses detenidamente cada respuesta y sobre todo, que seas muy sincero.

Establece prioridades

Una vez definidos los valores que son fundamentales para ti, es hora de ver si estás actuando conforme a esos valores, y de ser consciente de la necesidad de coherencia entre esas creencias que son la base de tu vida y los actos que van conformando tu personalidad y quién eres en realidad.

Para ver si estás dando prioridad a lo que realmente le das importancia, puedes ver cómo reaccionas ante determinadas situaciones. Por ejemplo, si alguien critica tu forma de vestir y te molesta, quizá tu valor sea la aceptación. Es decir, se trata de ver qué nos hace reaccionar, qué nos molesta, para bien o para mal. Ahí encontraremos el germen de nuestros valores.

Familia feliz

Si vas a establecer prioridades, es necesario que pienses si vives acorde a lo que más aprecias. Por ejemplo, si aprecias pasar tiempo con tu familia y amigos y disfrutar de ti mismo, pero tienes una jornada laboral de setenta horas, no estás siendo coherente con tus valores personales, no estás priorizando lo que realmente te importa.

Si tu prioridad son tus hijos pero no pasas tiempo con ellos o no sabes qué han hecho en el colegio, hay algo que no está funcionando correctamente. No estás siendo sincero contigo mismo.

Lo esencial es saber qué es importante para ti, no pensar en qué quieren los demás, o qué es lo que otras personas consideran que es importante para ti. Una vez que lo tengas claro, no temas las críticas de los demás, se trata de ti y de tu vida.

Tener valores y vivir conforme a ellos, requiere un gran coraje, cada día te enfrentarás con retos que pondrán en duda lo que basa toda tu vida, cada día encontrarás a personas que te harán cuestionarte quién eres, pero si tienes la valentía de vivir conforme a lo que piensas y sientes, serás coherente contigo como persona y podrás tener una vida satisfactoria y feliz.

“Cada día me miro en el espejo y me pregunto ¿SI hoy fuera el último día de mi vida, querría hacer lo que voy a hacer hoy? Si las respuesta es “no” durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo”.
-Steve Jobs-
«Como no te acabes ya la cena, mañana no vamos al parque», «sueltas el iPad o te quedas una semana sin cogerlo», «ordena tu habitación o te quedas sin salir»… ¿Qué padres no han amenazado y puesto alguna vez, o muchas, un castigo a sus hijos con el fin de conseguir que obedezcan una orden?

El castigo es la consecuencia menos pedagógica que se le puede aplicar a un niño .Según Álvaro Bilbao, doctor en Psicología, neuropsicólogo y autor de «El cerebro del niño explicado a los padres», los progenitores actúan de esta manera siempre confiados en que el niño aprenda un buen comportamiento. Pero no es una buena decisión, «puesto que produce en los niños sentimientos de culpabilidad, de frustración, de no conseguir lo que ellos quieren… Todo ello genera en su cerebro un autoconcepto muy negativo sobre ellos mismos, lo que resulta muy perjudicial. Un niño que cree sobre sí mismo que es valiente y obediente —explica—, se enfrentará a la vida sin miedo, con valentía y obedecerá mucho más que un pequeño que está convencido de que es un desobediente y, por tanto, se comportará como tal porque lo tiene muy asumido».

No esperar a que incumpla la norma

Entonces, ¿cómo se puede proceder cuando un niño no hace caso a sus padres, lo que sucede casi todos los días y en varias ocasiones? Este neuropsicólogo, lo tiene claro: «hay alternativas al castigo», puntualiza. «En primer lugar —explica— es conveniente que los padres trasladen al niño las normas que hay al respecto de determinadas actitudes. Además, no hay que esperar al último momento para que el niño cometa su fracaso —no cenar, no dejar al iPad…—. Es decir, no hay que dar lugar a que el tiempo se agote para decirle «¡ya, se acabó!» y castigarle, sino explicarle que solo tiene permiso para usar media hora el iPad, por ejemplo, y pasado ese tiempo debe apagarlo. Se le puede ir indicando que le quedan diez minutos, cinco…».

También por adelantado, hay que explicarle que si no cumple las normas tendrá consecuencias y es que otro día no podrá jugar con él. Pero —advierte Álvaro Bilbao—, «no se le deberá poner un castigo, sino que será el niño el que debe asumir las consecuencias de no cumplir una orden. No es lo mismo asumir un castigo que una consecuencia, insiste este neuropsicólogo».

Cambiar la perspectiva

Este especialista recomienda que los padres cambien su propia perspectiva sobre el hecho de premiar y castigar. Esto supone que si un niño no quiere merendar no hay que castigarle sin ver la tele. «La opción correcta es informar al pequeño de que «los niños que meriendan pueden ver dibujos en la tele». De esta manera, la atención se centra en el buen comportamiento y el cumplimiento de la norma se asocia con un sentimiento de satisfacción. Es una idea sencilla —explica— pero muy poderosa, aunque a veces los padres, incluso más experimentados, tienen a olvidarla».

Reparar las acciones

Otra regla que propone este autor para corregir conductas inapropiadas es que las acciones que han provocado daño a otras personas u objetos sean reparadas. «Reparar nuestras acciones es un gesto de responsabilidad y resulta muy eficaz porque funciona como consecuencia natural de estas».

Explica que cuando un niño pega a su hermano, corregir el daño significa pedirle perdón y darle un beso. «Cuando tira comida algo de comida al suelo puede recogerla y ponerla en el cubo de la basura, y cuando en medio de un juego tira la leche al suelo, en lugar de regañarlo y decirle enfadados que debe tener más cuidado, podemos acompañarlo a buscar la bayeta y enseñarle a limpiar a él o ella la leche derramada. Su cerebro aprenderá a tener cuidado antes con las cosas y, en vez de resultarle traumático, le resultará divertido».

Efectos negativos

Castigar tiene, según Álvaro Bilbao, varias consecuencias negativas que todo padre debería evitar. «La primera de ellas es la de enseñar al niño a utilizar el castigo contra los demás como forma válida de relación: ¿qué beneficio tiene para el niño o para el mundo que no juegue un rato más con su iPad? Seguramente ninguna. El niño, posiblemente, aprenderá nada más que la idea de que cuando uno se siente frustrado puede arremeter contra los demás y que cuando el otro se siente mal, parte del daño que ocasina queda reparado».

Otra consecuencia negativa es que fomenta la aparición de la culpa. Normalmente la finalización del castigo llega cuando el niño se pone a llorar o ha pasado suficiente tiempo como para que se sienta mal. En ese momento en el que el niño llora o su dignidad se rompe y pide perdón, el papá o la mamá suelen levantar el castigo. De esta manera el niño aprende con rapidez que cuando se siente triste por algo que no debió hacer, sus padres le perdonan y vuelven a quererlo.

Por otra parte, el autor de «El cerebro del niño explicado a los padres», apunta que los castigos no son eficaces cuando funcionan como «trampa»; es decir como una llamada de atención, un enfado o un castigo en el sentido más clásico de la palabra. En este caso, «en vez de desmotivar al niño para que haga algo, lo motiva más. Los castigos-trampa aparecen cuando el niño, que normalmente no recibe la atención suficiente de sus padres, aprende que haciendo las cosas mal, sus padres le hacen caso», concluye.

Los introvertidos y los extrovertidos pueden verse iguales en la superficie, pero si te fijas en la manera en que responden a las ocurrencias diarias de la vida, las diferencias empiezan a brotar.

Por ejemplo, el mes pasado la escritora de Science of Us, Melissa Dahl, hizo un reportaje sobre unos descubrimientos del último libro “Me, Myself, and Us: The Science of Personality and the Art of Well-Being” (“Yo, Yo Misma y Nosotros: La ciencia de la personalidad y el arte del bienestar”) del psicólogo Brian Little sobre ciencia de la personalidad, que demostró que es mejor que los introvertidos eviten la cafeína antes de una reunión o evento importante.

Little cita la teoría de la extraversión de Hans Eysenck y estudios de William Revelle de la Universidad Northwestern, explicando que los introvertidos y los extrovertidos naturalmente difieren cuando se trata de su estado de alerta y sensibilidad en un ambiente dado. Una substancia o escena que sobre-estimule el sistema nervioso central de un introvertido (algo que no es muy difícil de hacer) podría hacer que se sienta agobiado y cansado, más que excitado y comprometido.

En su Charla Ted del 2012 titulada “El poder de los introvertidos”, la autora Susan Cain hizo énfasis en la definición del concepto: “La timidez es sobre miedo al juicio social, pero la introversión es más sobre cómo respondes a un estímulo, incluyendo al social. Los extrovertidos realmente tienen ansias de grandes cantidades de estimulación, mientras que sus opuestos se sientes más vivos, más despiertos y más capaces cuando están en ambientes más callados y discretos”.

Ahora no es necesario indicar que la mayoría de nuestras construcciones sociales no los satisfacen. Desde oficinas con espacios abiertos, bares ruidosos hasta la estructura de nuestro sistema educacional. Sin importar el hecho de que desde un tercio hasta la mitad de la población es de características introvertidas.

Mientras que estas tendencias caen dentro de un espectro, no existe tal cosa como un introvertido o extrovertido puro, de acuerdo al famoso psiquiatra suizoCarl Jungun introvertido es más obvio y vulnerable cuando él o ella se encuentra en un ambiente sobre-estimulante.

A continuación hay 10 maneras en que los introvertidos interactúan con el mundo a su alrededor:

1. Se alejan de las muchedumbres

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“Llegamos al siglo 20 y entramos en una nueva cultura que los historiadores llaman la cultura de la personalidad. Evolucionamos de una economía de agricultura a un mundo de grandes empresas, la gente se muda de pequeños pueblos a grandes ciudades, y en vez de trabajar junto a otras personas que han conocido durante todas sus vidas, se deben probar a sí mismas frente a un montón de desconocidos“, dijo Cain en su charla TED.

La muchedumbre resultante, que es con frecuencia ruidosa y congestionada, fácilmente sobre-estimula a los introvertidos y consume su energía física.Terminan sintiéndose más aislados que apoyados por sus alrededores y preferirían estar en cualquier lugar menos en ese mar de gente.


2. Las conversaciones triviales los estresan, mientras que conversaciones más profundas los hacen sentir vivos

Mientras que la mayoría de los extrovertidos se sienten energizados por esas interacciones, sus opuestos con frecuencia se sienten intimidados, aburridos o agotados por ellas. No es poco común que en grandes conversaciones los introvertidos tomen el papel del que escucha calladamente y luego se toma un tiempo a solas cuando finaliza. Como Sofía Dembling explica en su libro, “The Introvert’s Way: Living A Quiet Life In A Noisy Wolrd” (“La manera de los introvertidos: Viviendo una vida callada en un mundo ruidoso”), básicamente se trata de cómo una persona recibe energía de sus alrededores.


3. Lo hacen bien en el escenario, pero no en las conversaciones de después

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“Al menos la mitad de las personas que tienen que hablar para ganarse la vidason introvertidos por naturaleza”, de acuerdo a Jennifer B. Kahnweiler, Ph.D., quien hace discursos profesionalmente, es coach ejecutiva y autora de “Quiet Influence: The Introvert’s Guide to Making a Difference” (“La influencia callada: La guía de los introvertidos para hacer una diferencia”). Ellos simplemente trabajan con sus fortalezas y se preparan extensivamente. De hecho, algunos de los artistas más exitosos son introvertidos. Estar en el escenario, alejados de una audiencia masiva, se hace mucho más fácil que la conversación llena de cosas triviales que sigue después.


4. Se distraen fácilmente, pero rara vez se sienten aburridos

Si estás intentando destruir el periodo de atención de un introvertido, simplemente ponlos en una situación donde se sientan sobre-estimulados.Debido a una sensibilidad incrementada de sus alrededores, ellos luchan contra sentirse distraídos y a veces sobrecogidos en grandes multitudes y espacios de oficina abiertos.

Sin embargo, cuando se encuentran en paz y silencio, no tienen problemas para atender a su hobby favorito o para leer un libro durante horas. Tener ese tiempo para cuidar de ellos mismos les ayuda a recargarse mientras disfrutan de una actividad que ya les gusta.


5. Se sienten naturalmente atraídos a carreras más creativas, orientadas al detalle y solitarias

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Naturalmente prefieren pasar tiempo a solas o en grupos pequeños,dedicándose en profundidad a una tarea y tomándose su tiempo cuando deben tomar decisiones y resolver problemas. Por lo tanto, les va mejor en ambientes de trabajo que les permitan hacer todo esto. Ciertas profesiones –incluyendo escritores, científicos naturales de campo y trabajadores técnicos tras bambalinas– les pueden entregar el estímulo intelectual que ansían sin las distracciones del ambiente que detestan.


6. Cuando están rodeados de gente, se ubican cerca de una salida

No solo se sienten físicamente incómodos en lugares llenos, sino que también hacen su mejor esfuerzo para mediar esa incomodidad al estar lo más cerca de la periferia posible. Ya sea al pararse cerca de una salida, al final de la sala de conciertos o en la fila del pasillo de un avión. Ellos evitan estar rodeados de gente de todos lados, de acuerdo con Dembling para de HuffPost: “Es probable que nos sentemos en lugares de donde podamos escapar con facilidad cuando lo necesitemos”.


7. Piensan antes de hablar

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Este hábito de los introvertidos es lo que les da su reputación de oyentes. Es una segunda naturaleza para ellos tomarse el tiempo antes de abrir sus bocas,de reflejar internamente en lugar de pensar en voz alta. Pueden verse como más callados y tímidos por este comportamiento, pero solo significa que cuando hablan las palabras que comparten tienen mucho más pensamiento -y a veces poder- detrás de ellas.


8. No reciben el estado del ambiente como lo hacen los extrovertidos

Un estudio del 2013 publicado en la revista Frontiers in Human Neurosciencedescubrió que los extro e introvertidos procesan experiencias a través de los centros cerebrales de “recompensa” muy distintamente. Mientras que los primeros con frecuencia sienten una ráfaga de dopamina relacionada con sus alrededores, los segundos tienden a no experimentar lo mismo. De hecho, la gente que es naturalmente introvertida no procesa las recompensas de factores exteriores tan fuertemente como los extrovertidos.


9. No pueden soportar hablar por teléfono

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El sonido invasivo de la llamada los fuerza a abandonar la concentración que tienen en un proyecto o pensamiento y reasignarla a algo inesperado. Además, la mayoría de las conversaciones telefónicas requieren un cierto nivel de conversación sobre cosas triviales que ellos evitan. En cambio, ignoran sus llamadas para que cuando llamen de vuelta tengan la energía y atención requeridas para dedicarse a la charla.


10. Literalmente se apagan cuando es hora de estar solos

Cada introvertido tiene un límite distinto cuando se trata de estímulos. Kate Bartolotta, blogger de HuffPost, lo explica muy bien cuando escribe “piensa en cada uno de nosotros teniendo una taza de energía disponible. Para los introvertidos, muchas interacciones sociales sacan un poco de ella en vez de llenarla como le ocurre a sus opuestos. A muchos de nosotros nos gusta dar y nos encanta verte, pero cuando se vacía la taza necesitamos tiempo para reponerla”.

http://www.accionpreferente.com/ciencia/10-maneras-en-que-los-introvertidos-interactuan-distinto-con-el-mundo/?utm_source=FBap&utm_medium=Facebook&utm_campaign=fb

Muchos niños le tienen pánico a la palabra “ciencia”, pero la verdad es que hay muchas formas de transformarla en pura diversión. Sólo necesitas uno que otro material y podrás enseñar a niños (de varias edades) los fenómenos de su disciplina.  No se aburrirán porque habrá explosiones, movimiento, texturas extrañas, “magia” y mucho, pero mucho color. Lo mejor del asunto es que también será increíblemente divertido para los adultos responsables que se hagan cargo de los entretenidos experimentos.

1. ¡Volcanes hechos con manzanas!

Necesitarás vinagre, polvo para hornear y jabón con olor a manzana. Entra aquí y sigue las instrucciones con las imágenes.

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2. ¿Qué tal unas nubes con crema de afeitar?

Necesitarás crema de afeitar, agua, un vaso y colorante azul. Entra aquí y sigue las instrucciones con las imágenes.

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3. Increíble hacer un rayo con un lápiz

Necesitarás un lápiz con borrador, un envase aluminio, un trapo de hilo, un plato de icopor y unos chinches metálicos. Entra aquí y sigue las instrucciones con las imágenes.

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4. Con leche y papel podrán hacer el experimento de la tinta transparente

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5. Y podrán fabricar sus propias bolas que rebotan

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6. ¡Increíble! Un huevo que brilla en la oscuridad

Necesitarás un huevo, un vaso, vinagre y vitamina B 50. Entra aquí y sigue las instrucciones con las imágenes.

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7. Convierte uvas frescas en pasas y…

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Ponlas a bailar en una bebida gaseosa

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8. Un mundo de cristal hecho de sal, agua y colorantes

Necesitarás sal inglesa o sal Epsom, un frasco limpio, acuarelas, agua, un tenedor, un bowl medidor y un microhondas opcional). Entra aquí y sigue las instrucciones con las imágenes.

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9. ¡Fuegos artificiales en un frasco! Es muy fácil, seguro y además se ve muy bien

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10. Patrones de colores haciendo explotar globos. ¡Que divertido!

Necesitarás globos y pinturas. Tan sólo lánzalas desde distintas alturas y verás lo que pasa.

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11. Hacer bailar a un líquido será como hacer magia

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12. Con dulces que explotan en la boca, aprenderán sobre la presión

Necesitarás bebidas gaseosas, globos y dulces que exploten.

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13. ¡Lámpara de lava hecha de aceite y Alka Seltzer!

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14. Con este frasco arcoíris aprenderán sobre la densidad

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15. ¿Qué niño no querría hacer una sustancia verde y pegajosa con maíz, agua y colorante verde para comidas?

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16. Es como una galaxia hecha de aceite para bebé, agua y colorantes

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17. Aprender sobre la reacción de los colores no podría ser más divertido que con esta leche mágica

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18. Magia, magia. ¡No se sale el agua! (Aunque los niños querrán ver cómo se derrama toda cuando sacan los colores)

Necesitarás una bolsa llena de agua y colores. Entra aquí y sigue los pasos con las imágenes.

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Perfecto para que aprendan lo que de otra forma, sería aburrido. 

http://www.upsocl.com/creatividad/18-experimentos-que-haran-que-los-ninos-suenen-con-ser-cientificos/?utm_source=FBppal&utm_medium=Facebook&utm_campaign=fb

No es posible mantenerse al margen de las emociones incómodas. Los adultos no podemos hacerlo, y los niños tampoco. Aunque quisiéramos meterlos en una burbuja para que no sufrieran, esto sería completamente contraproducente.

Sin embargo, muchos padres se empeñan en evitar que sus hijos experimentan estas emociones incómodas. Pero esto no es bueno a largo plazo. En algún momento, los niños tendrán que enfrentarse a esas situaciones, al dolor y la frustración. Rescatarlos solo hará que su vida adulta sea más difícil.

No hay que proteger a los niños de las emociones incómodas, sino enseñarles a gestionarlas adecuadamente cuando surgen. Los niños necesitan aprender a lidiar con las emociones incómodas de una manera saludable.
Padre cogiendo en brazos a su hijo

Cómo ayudar a los niños a lidiar con las emociones incómodas

Aunque no es una tarea fácil, enseñar a los niños a lidiar con el dolor, la ira o la rabia, entre otras emociones, les preparará para la vida. Estas emociones incómodas serán cada vez más intensas, por lo que aprender a afrontarlas desde pequeños facilitará su proceso de adaptación y maduración. 

Entrenar a los niños para que sepan lidiar con sus emociones es la mejor forma de preparados para hacer frente a las responsabilidades y decepciones de la vida adulta.

Enseñar a los niños a lidiar con el aburrimiento

El aburrimiento es algo que nos puede asaltar a todos. Sin embargo, los niños son muy propensos a sentirse aburridos y a demandar atención. Pero el hecho de que un niño esté aburrido no implica que un adulto tenga que resolver sus problema. Es más, es bueno que los niños se aburran de vez en cuando.

El aburrimiento estimula en los niños su capacidad innata de ser creativos.Por eso hay que animar al niño a que busque la manera de emplear su tiempo y no ofrecerle un entretenimiento constante.

Hay que animar al niño a que sea proactivo frente a su aburrimiento y a pensar de forma positiva qué hacer para solucionarlo
Niña aburrida

Enseñar a los niños a lidiar con la frustración

Querer ayudar a un niño cuando se siente frustrado es una reacción natural, perolos niños necesitan saber cómo lidiar con esa frustración de manera efectiva. No siempre va a haber alguien ahí para hacerlo, por lo que tienen que aprender a afrontar una situación frustrante.

Si un niños está luchando con un ejercicio de las tareas escolares, con la resolución de un puzzle, la construcción de un juego o tiene dificultad para hacer cualquier cosa no hay que hacer el trabajo por él. Con eso solo se consigue que crezca frustrado

En estos casos, hay que hablar con el niño, ayudarle a que se tranquilice y animarle a que busca una solución. Así aprenderá que para resolver una situación frustrante es necesario calmarse primero. 

Si un niño no tiene oportunidades para resolver sus problemas por sí mismos, puede llegar a desarrollar un sentimiento de indefensión aprendida. Es decir, crecerá convencido que de necesita a los demás  para resolver sus problemas por ellos.

Enseñar a los niños a lidiar con la tristeza

La tristeza es una emoción que nos acompañará a lo largo de la vida. Es algo normal que surge como resultado de eventos y situaciones. Los niños deben aprender a identificar la tristeza y a saber que es algo normal, algo que pasa.

Tu hijo debe aprender que en la vida no es todo alegría y fiesta. Dejarle que viva su tristeza con naturalidad le ayudará a sentirse mejor consigo mismo y sus sentimientos. Como dice uno de los personajes de la novela José Ignacio Cordero titulada El peluquero de la División Azul, la tristeza no es mala, solo está mal vista.

Enseñar a los niños a lidiar con la ansiedad

No es saludable para los niños que experimenten ansiedad constante. Sin embargo, es importante que reconozcan cuándo están ansiosos y que tipo de situaciones desencadenas esta emoción. Solo así podrán aprender a identificarla y gestionarla.

También deben aprender a enfrentarse a los temores que generan esa ansiedad y descubrir que esa emoción no les tiene que impedir conseguir lo que desean, ya sea conseguir su juego favorito y sacar una buena calificación en un examen.

Cuando un niño está ansioso es importante ayudarle a entender lo que le pasa y enseñarle a calmarse. A veces es necesario dejar que exterioricen la ansiedad para poder mostrarles lo que ocurre y ayudarles a superar sus miedos. Reprimirlos no soluciona nada.

Enseñar a los niños a lidiar con la decepción

Niña decepcionada

La decepción aparece a menudo en los niños por muchos motivos, la mayoría de ellos incontrolables. Puede ser que su equipo favorito haya perdido un partido, que no encuentre su dulce preferido, que su amigo esté en otro grupo diferente o que su padre o madre no llegue a tiempo para jugar con él antes de cenar.

Sea cual sea el motivo, la decepción es una emoción que experimentamos a lo largo de toda la vida y que hay que aprender a gestionar. En caso contrario, viviríamos en una constante sensación de fin del mundo.

Evitar que los niños no se sientan decepcionados o compensarle constantemente les hará caprichosos y egocéntricos.

Enseñar a los niños a lidiar con la ira

La ira no es una emoción mala. Lo malo es lo que decidimos hacer cuando surge.Los niños necesitan aprender maneras saludables de lidiar  la ira y los sentimientos de enojo, que la agresividad no es necesaria ni saludable.

Cuando un niño está enojado es necesario enseñarle cómo calmar su cuerpo respirando profundamente y esperando. Contar hasta seis es una fórmula que funciona con niños y adultos y que permite tomar distancia y controlar la situación.

Enseñar a los niños a lidiar con la culpabilidad

No se puede permitir que un niño siempre se libre de la culpa con excusas. Los niños deben aprender a reconocer que su comportamiento afecta a los demás y que una disculpa no acaba con eso. No se trata de avergonzarlos, sino de favorecer una culpa saludable que puede provocar cambios constructivos.

Si admitimos la disculpa de un niño sin ayudarle a reconocer su culpa y, por lo tanto, su responsabilidad, el niño no aprenderá que sus acciones pueden herir a los demás.

Cuatro colegios españoles innovadores -públicos y concertados- entran en la red de centros agentes del cambio de Ashoka como ejemplos a seguir

Aulas abiertas, mezclas de edades, integración de niños con disfunciones o trabajos por proyectos distinguen a estos centros.

En la barcelonesa Escola Sadako los alumnos no miran al profesor, se distribuyen por grupos.

No todo en educación son malas noticias. Como dicen desde Ashoka, no hace falta irse a Finlandia a buscar centros innovadores que estén reinventando la educación. Esta organización internacional sin ánimo de lucro dedicada a fomentar el emprendimiento social ha seleccionado a los cuatro primeros colegios de España que pasan a formar parte de su red internacional de Escuelas Changemaker (agentes del cambio), una red de centros que puedan servir a otros de inspiración.

«No son una élite, no es un ranking», explicó durante el acto de reconocimiento David Martín, director de Educación y Jóvenes de Ashoka España. Ni son únicos. «Por suerte son muchas más las escuelas que podríamos reconocer», añadió.

Ashoka busca en los centros que reconoce que fomenten la empatía, el trabajo en equipo, el liderazgo o la creatividad. Unas habilidades que agrupan bajo el nombre changemaker (agentes del cambio en inglés) y que promueven tengan el mismo peso en la educación que las competencias académicas tradicionales. Como dice su directora para España, Ana Sáenz de Miera, «del mismo modo que hace 100 años se decidió que todo niño debía saber leer y escribir, hoy tenemos que exigir que todo niño debe aprender a ser una persona con iniciativa, capacidad de innovar y tener empatía».

Centros públicos y concertados

Un poco de todo esto hay en los cuatro centros reconocidos (son públicos o concertados). Uno puede apostar más por las TIC, otro por el método o por su trato a la diversidad. Pero todos coinciden en algo: el alumno es el centro, el protagonista del aprendizaje, y se le da mucha importancia la empatía, el aprendizaje individualizado, la educación emocional. Estos son los modelos de tres de ellos.

Escola Sadako.  En esta escuela barcelonesa destaca, quizá por encima de todo, el nivel de participación de los alumnos en el sistema educativo y en el aprendizaje. Lo dice su director, Jordi Musons, y lo corrobora Ashoka. En Sadako no hay pupitres individuales, se fomenta el aprendizaje colaborativo, la educación emocional, social y filosófica, y los alumnos están involucrados en su comunidad: realizan proyectos de aprendizaje y lanzan sus propias iniciativas de emprendimiento social dentro y fuera del centro. Y todo ello en un contexto de «gran capacidad de innovación», explica Musons a eldiario.es. La cuestión tecnológica está muy presente en el centro.

En Sadako la innovación empieza por el diseño de los espacios. No hay ni un aula en toda la escuela —que cubre desde Infantil hasta Secundaria— en la que los alumnos miren al profesor. Están agrupados para fomentar el trabajo cooperativo. Cada alumno del grupo va adquiriendo un rol diferente, y todos participan en su evaluación a través de la autoevaluación o la coevaluación del trabajo desarrollado a lo largo del curso. También es muy frecuente que en una clase se trabaje a la vez con dos profesores que se van intercambiando los roles.

A la hora de estructurar el trabajo, Musons explica que se han ido separando paulatinamente de las asignaturas. «No tiene sentido trabajar con materias, trabajamos con competencias transversales», explica el director del centro. No es necesario aprender la Lengua y las Ciencias como si fueran elementos extraños e incompatibles, cada uno en su horario. Un proyecto sobre, por ejemplo, las ballenas, puede incluir la búsqueda de información (competencia de la información y digital), la redacción de un texto (competencia lingüistica) y la elaboración de un collage resumiendo las ideas principales (competencia artística o cultural). No hay libros de texto. A Musons le llama la atención que de pequeños los niños tienen una capacidad innata de hacerse preguntas, «pero algo falla en el sistema porque la pierden». En Sadako intentan que esta capacidad perdure en el tiempo.

El centro insiste mucho en fomentar «la capacidad de implicación, de querer organizar cosas», explica el director. Se potencia el emprendimiento, la capacidad de tener ideas, de gestionar sus propios aprendizajes. Se utilizan el tiempo y espacio de recreo como espacios innovadores, se promueven en ellos actividades que rompan con la tiranía del fútbol en los patios. Con unos resultados que sorprenden a las familias.

«Esta es la primera generación de padres que lleva a sus hijos a escuelas donde aprenden diferente de lo que lo hicieron ellos. Además, por el momento en el que estamos hay poca confianza entre las familias y las escuelas», admite. Y un poco más, a priori, ante una como Sadako con métodos innovadores. «Es importante recuperar estos vínculos de antes en los que las escuelas eran Dios, por decirlo de alguna manera». ¿Cómo se hace? «Con transparencia, abriendo las puertas del centro para que las familias participen», responde con naturalidad. Han llevado el ejemplo al extremo y la semana pasada metieron a cinco familias en clase a trabajar lo mismo que los chicos, con pequeños matices. «Ha sido precioso, han entendido perfectamente los matices. Y que los alumnos trabajen junto a sus familias crea un vínculo muy positivo», cierra.

Amara Berri. Amara Berri no es un colegio solo. Es un centro de San Sebastián, pero también es una red de 19 escuelas que cuenta con su propio sistema educativo desde 1979. Destaca de él Ashoka que «capacita a sus alumnos para ser agentes de cambio». Para ello mezcla edades en clase para que todos «vivan la experiencia de ser pequeño y tener que buscar ayuda o ser mayor y poder ofrecerla». Además, en Amara Berri no hay exámenes, apenas deberes y en vez de asignaturas tienen contextos de aprendizaje en el aula.

Su jefa de estudios, Maribi Gorosmendi, explica que el principal cambio es «la forma de interpretar a los alumnos». El niño pasa de ser un receptor de conocimientos al eje del aprendizaje. «Lo importante no es lo que aprendan sino la persona», argumenta Gorosmendi. Para ello han optado por «las diferencias metodológicas». Empezando por los contextos y siguiendo por la mezcla de edades.

Uno de los elementos diferenciadores de Amara Berri es cómo articulan las aulas. Cada una de las clases está especializada en una materia. Una en lengua, otra en matemáticas, etc. Y a su vez cada espacio se divide en cuatro contextos o centros de trabajo, especializado cada uno en un área de esa materia. Por ejemplo, en el caso del aula de lengua, dos de los cuatro centros de trabajo son la zona de charlas o la de creación literaria.

En Amara Berri, al contrario de lo que ocurre en la escuela tradicional, los grupos de niños van rotando por las aulas y por los espacios. Cada grupo se divide en cuatro subgrupos (uno por área de trabajo) y cada alumno desarrolla una actividad relacionada con su contexto. Pero a partir de sus intereses, una tendencia cada vez más en práctica. «Los niños deciden qué quieren trabajar. Cada actividad tiene su método de trabajo», explica Gorosmendi. «Les ayuda a ganar autonomía, saber planificar», añade.

Además de su método particular, en Amara Berri «la autogestión es clave», recuerda Ashoka. Alumnos y profesores tienen una reunión semanal para «debatir e identificar lo que funciona o no» en distintos ámbitos como el comedor, la biblioteca o las actividades extraescolares.

La escuela de O Pelouro, en Tui, Pontevedra, es un centro experimental reconocido como Escuela Changemaker de Ashoka.

En O Pelouro los alumnos trabajan a partir de sus propios intereses.

Por ejemplo el centro O Pelouro.Este centro es «una utopía real. Una realidad sintiente, la prevención, una escuela normosana que trabaja desde las múltiples inteligencias», explica a eldiario.es Teresa Ubeira, confundadora del centro. Situado en una pequeña localidad de Pontevedra, la escuela de O Pelouro es un centro experimental que acoge con los brazos abiertos a niños con Síndrome de Down, Asperger o autistas y los integra con el resto de compañeros. Un modelo único en España, con un decreto exclusivo para él, que utiliza herramientas como la psicodanza, la música o el arte para trabajar la expresión social, relacional y emocional en grupo a diario.

En O Pelouro se huye de los resultados, del «deseo mercantil» que invade la educación y que hace que los niños tengan que tener «una cuenta de resultados», sostiene Teresa Ubeira, la otra cofundadora. «Esto está haciendo niños a varias bandas, el que no llega y el que margina», añade. No es su preocupación. Su interés va más por fomentar las habilidades clave para ser una persona consciente de sí misma, activa con el mundo que le rodea a través de proyectos centrados en su identidad y la búsqueda de sus propias pasiones. Eso sí, aclara Ubeira, en O Pelouro no existe el fracaso.

Como ocurre en este tipo de centros innovadores, lo que se busca es encender en el alumno la chispa que le lleve a querer aprender, a querer conocer. El día arranca en el centro con una asamblea que reúne a todo el grupo escolar: desde alumnos a profesores pasando por padres si así lo desean. Una asamblea que marcará la pauta del día, en la que los niños decidirán —literalmente— qué quieren aprender. Dibujo libre los pequeños, un proyecto sobre el arte en la guerra y los surrealismos los mayores, por ejemplo. Cada jornada es diferente en esta escuela.

En O Pelouro no hay clases, hay grandes aulas que son talleres. Los niños hacen grupos y trabajan por proyectos. Se prepara el tema, se hace un mapa mental sobre hacia dónde evolucionará el proyecto y el profesor ejerce de mediador en esta tarea. Un niño puede trabajar el arte pintando un pez, y luego biología averiguando donde viven, cómo son por dentro, cuáles son sus hábitos, etc. Los talleres están intercomunicados, las puertas abiertas, los niños entran y salen. «Aquí no hay síntomas, ni carencias, ni pronósticos ni diagnósticos», cierra Teresa Ubeira. «Hay picotazos en el cristal. Nosotros estamos atentos y antes de que el pajarito rompa el cristal le abrimos la ventana para que vuele», completa la metáfora.

Centro de Formación Padre Piquer. El centro Padre Piquer, de los Jesuitas, en Madrid, lleva «décadas en la innovación educativa», destaca Ashoka. Igual que ocurre en los otros tres centros su método de trabajo se aleja de las asignaturas, estancas, para centrarse en los «ámbitos».

El método de los Jesuitas, que llaman Aula Cooperativa, se basa en diseñar clases flexibles en las que se trabaja en grupos grandes con la presencia de hasta tres profesores simultáneamente. El trabajo de los alumnos no tiene por qué pasar por los libros de texto. Se aprende en grupo, a través de dinámicas orientadas a la generación de ideas o la búsqueda creativa de soluciones. De nuevo, subyace una idea que se va extendiendo por los centros innovadores: «Queremos que los alumnos cooperen, que se enseñen entre ellos. El profesor sólo facilita material y dinamiza, ellos se organizan, debaten, comparten progreso, etc», explican desde el centro.

En el Padre Piquer hasta los recreos son momentos para la formación. Estos momentos y espacios se aprovechan para desarrollar juegos, dinámicas colaborativas más relajadas o la gestión de proyectos.

Este colegio no solo exige a sus alumnos. Adoptando lo que ocurre en el sistema universitario, los propios niños evalúan a sus maestros en competencias como la empatía, la asertividad o el trato que tienen con ellos. Para que nadie se relaje.

http://www.eldiario.es/sociedad/Finlandia-falta-hace_0_395111048.html
 

Los libros de colorear pueden ser una buena opción para potenciar la creatividad de los pequeños, pero los chicos de Disney piensan que es algo demasiado estático. Por eso, se les ocurrió que gracias a las nuevas tecnologías, podían hacer que estos libros fueran un poco más divertidos e interactivos. Así es como nació esta aplicación que permite que los dibujos pintados en papel cobren vida en 3D gracias a la realidad aumentada.

Basta con una tablet y su cámara para que la magia (porque para mí estas cosas son como magia) ocurra. Una de las cosas que más llaman la atención es que el personaje en 3D va adquiriendo los colores en tiempo real, al mismo tiempo que es coloreado en el libro. ¡Flipante!

De momento, esta tecnología todavía está en desarrollo, pero espero que podamos verla pronto en la calle porque es demasiado genial como para quedarse en un cajón.

Si tuviera que pasar hoy un test de inteligencia, el talento musical del joven Mozart no estaría entre los números uno de la clase. O, lo que es lo mismo, no superaría los 140 puntos del Cociente Intelectual (CI). Y todo porque, en la calle y en las aulas, el prototipo del ser inteligente, enquistado en nuestra cultura desde los griegos y el Renacimiento, todavía se asocia en exclusiva a las habilidades reconocidas en esta popular puntuación para evaluar el pensamiento abstracto basándose en la lógica y las matemáticas. Sin embargo, los avances de la ciencia de las últimas décadas muestran que hay vida inteligente más allá de unos números.

Más que una buena memoria para recordar nombres y fechas y un hábil razonamiento matemático, la inteligencia es sobre todo adaptación. Las versiones revisadas del CI, que amplían la inteligencia a la experiencia con el medio, rescatan a Charles Darwin y sus teorías evolutivas, como señala Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología de la Universidad de Málaga. “Curiosamente, los neurocientíficos del siglo XXI vuelven a la idea originaria de Darwin demostrando que ser inteligente es la capacidad de adaptarse al entorno de la forma más eficaz. Esa capacidad varía según el contexto, e implica flexibilidad en situaciones muy diferentes”, explica el catedrático.

Así, conceptos como el factor G o las teorías que vinculaban la superación de un determinado tipo de pruebas a una inteligencia todoterreno, ya no obedecen a la evidencia científica. “Hay personas que son inteligentes y se adaptan con facilidad y flexibilidad a ciertos contextos, y en cambio, en otros parecían estúpidos. Y si nos remontáramos 30.000 años atrás, esos considerados inteligentes podrían incluso morir devorados, porque no afrontarían la demanda de su entorno. Cuanto más simple es el mundo, es más probable que nos sirvan los recursos generales, pero en un mundo tan complejo como el nuestro, se necesitan habilidades mucho más específicas, por lo que poco a poco se incluyen otros tipos de inteligencia”, explica este psicólogo especializado en inteligencia emocional, fundador del Laboratorio de Emociones de la Universidad de Málaga.

¿Por qué a un buen orador, con gran capacidad de compresión verbal, o a un genio del piano o el balón, de gran talento físico, no se les considera inteligentes en nuestra cultura occidental? El protagonismo de la inteligencia abstracta-lógica-matemática responde a la herencia del sistema productivo europeo anterior a las dos grandes guerras, cuando el talento abstracto tenía la llave del éxito laboral y social y una rutilante carrera educativa se reconocía en el mercado con un no menos lustroso puesto de trabajo.

En ese contexto nació el CI, un concepto revolucionario acuñado por los psicólogos que se enfrentaron al reto de clasificar a las personas, primero para evaluar los trastornos mentales y luego con propósito educativo, ante la nueva corriente de escolarización en Europa, con el afán de estandarizar las pruebas con criterios objetivos, a diferencia de la entrevista clínica.

“Alrededor de los años setenta, algunos estudios demostraron que no estaba garantizado que las personas que conseguían los mejores trabajos fuesen las que tenían mayor inteligencia abstracta. A partir de ahí, la complejidad del mundo laboral no se vincula tanto a tareas cognitivas, sino a las relacionadas con la gestión de las propias emociones, el estrés, la ansiedad y la capacidad de regular las interacciones sociales en relación con las personas. Lo que marca la diferencia de una persona brillante en el ámbito laboral no es su inteligencia clásica, sino este extra que se refiere a otro tipo de inteligencia”, apunta Fernández-Berrocal.

Sin embargo, la popularidad de las escalas de inteligencia de especialistas como Binet y Wechselr, los nombres de referencia en la medición del CI a nivel mundial, todavía es difícil de superar. Trabajos de psicólogos como Robert J. Sternberg, uno de los impulsores hace tres décadas de la inteligencia práctica o aplicada, o Howard Gardner, quien dinamitó la teoría de la inteligencia única con las inteligencias múltiples (lingüística, ínter e intrapersonal, musical, espacial, naturalista, corporal, además de la lógica-matemática), todavía no han llegado a aplicarse como corriente mayoritaria en las escuelas.

“Los alumnos que se adaptan bien al sistema escolar son los que tienen una inteligencia numérica y lógico-matemática alta. Al resto, que pueden tener otro tipo de inteligencia, les cuesta mucho trabajo adaptarse. La escuela sigue trabajando hoy con un modelo. Hay personas muy inteligentes que no son especialmente brillantes en los aspectos lógico-matemáticos y no acaban de adaptarse, desperdiciando su potencial artístico, lingüístico o de relaciones sociales, la escuela se convierte para ellos en un martirio”, observa este psicólogo.

¿Puede medirse la creatividad?

Superada en el campo de la investigación la existencia de una inteligencia única, cómo detectar el talento en un examen sigue siendo la pesadilla de los científicos, a pesar de innovaciones como el Test de Inteligencia Emocional Mayer-Salovey-Caruso (MSCEIT). “Si se ponen problemas matemáticos o lingüísticos, es más o menos fácil evaluar las respuestas, porque hay una solución correcta. Otra cosa son las respuestas a los problemas de la vida real. Llevamos más de un siglo intentando evaluar la creatividad como proceso, no como producto, y a pesar de las investigaciones, no se terminan de ver resultados”, explica el catedrático.

La evaluación, la clave de todo, también falla en el concepto de CI y los tests clásicos de papel y lápiz. Fernández-Berrocal apunta: “Ahora, el sueño, a través de investigaciones con resonancias magnéticas funcionales, es hallar el indicador del nivel de inteligencia observando, por ejemplo, el porcentaje de materia gris o blanca, teniendo en cuenta el volumen del cerebro y determinadas zonas. Pero eso no se ha conseguido y no sé si se podrá conseguir. Sería como decir que la inteligencia es solo eso, sin tener en cuenta el aprendizaje y la experiencia”.

Aunque hay programas televisivos que siguen impresionando al público con la memoria de los concursantes (una facultad superada por la consulta inmediata de los datos en los medios digitales), para Fernández-Berrocal la capacidad de anticipación debiera ser la inteligencia que hay que potenciar. “Las máquinas no pueden predecir el futuro, pero nosotros somos capaces de innovar y anticipar, y los pueblos siempre han sobrevivido a las adversidades del clima, el hambre o las guerras gracias a eso. En nuestra vida personal pasa igual: los que saben anticiparse a los problemas, en lugar de ser sujetos pasivos, tienen mayor capacidad de adaptación. Pero eso todavía no se enseña en la escuela, y sería una auténtica revolución”, concluye.

http://elpais.com/elpais/2015/09/30/buenavida/1443601806_544864.html?id_externo_rsoc=FB_CM

Según la Compañía Nacional de la Pluma, en Estados Unidos, nuestra escritura a mano puede revelar pistas sobre 5 mil rasgos de personalidad diferentes. Algunas empresas utilizan la grafología en los procesos de contratación; y los métodos también se han utilizado en casos judiciales. Incluso, la escritura se puede utilizar para identificar posibles problemas de salud como la arterial alta, así como la cantidad de energía que tiene una persona. Estas son algunas de las descripciones:

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