Aprovechar al máximo el tiempo libre para realizar actividades en las que no se necesite un ordenador o dispositivo móvil es el objetivo de los siguientes libros. Son ideales para jugar de forma individual, con amigos o en familia.

Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 66% de los estudiantes entre 10 y 15 años de edad tiene un smartphone. Una cifra que hace reflexionar sobre las horas que los jóvenes se pasan delante de las pantallas de sus dispositivos electrónicos y cómo eso afecta a su formación o a sus relaciones sociales. Los libros presentes en esta selección proponen ejercicios que invitan a alejarse de ellos a través de trabajos manuales o con juegos que fomentan la capacidad de concentración, entre otros. 

Ingeniería increible: 35 proyectos alucinantes para hacer en casa

Ingeniería increible: 35 proyectos alucinantes para hacer en casa Libros con ideas para jugar

Dirigido a niños a partir de los ocho años, este libro permite realizar 35 proyectos en casa basados en distintos aspectos STEAM. Con él, los más pequeños podrán crear paso a paso un robot que baila, un submarino o una lamparita de noche hechos con una botella o incluso crear una mano biónica, entre otros. Las explicaciones van acompañadas de amplias ilustraciones y un semáforo con los tres colores (verde, ámbar o rojo) para indicar al lector si necesita la ayuda de un adulto o puede hacer el proyecto solo.

  • Autores: Rob Beattie y Sam Peet
  • Editorial: Ideaka

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Cómo ser un genio con Matilda

Cómo ser un genio con Matilda Libros con ideas para jugar

Dividido en distintas secciones, este manual tiene como objetivo que los estudiantes a partir de 12 años adquieran los poderes de Matilda, el personaje creado por el escritor Roald Dahl. Y lo hace a través de distintos trucos explicados por ella misma, y que permiten crear una flor hecha de papel pero que florece sola, fabricar un huevo que no se rompe o conseguir por arte de magia (y de la ciencia) que las cosas leviten solas, entre otros muchos experimentos. Cada uno de los proyectos cuenta con las instrucciones necesarias, los elementos para llevarlo a cabo e ilustraciones propias de Dahl. 

  • Autor: Roald Dahl
  • Editorial: Loqueleo

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Escape room educación: 4 experiencias para aprender jugando

Escape room educación: 4 experiencias para aprender jugando Libros con ideas para jugar

Recoge cuatro experiencias de escape room educativas portátiles. De este modo, los estudiantes entre los los 10 y los 16 años pueden llevárselas a cualquier parte y pasar un rato divertido resolviendo una serie de enigmas asociados a distintas competencias curriculares. Cada uno de los juegos viene acompañado de una ficha donde se desarrolla la aplicación de las competencias, además de una evaluación de las mismas. Resulta ideal para fomentar el trabajo en equipo y para poner en marcha la concentración y la motivación para solucionar los casos.

  • Autores: Iván Tapia y Jordi Lorente
  • Editorial: Planeta

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Rita pinta con su tinta

Rita pinta con su tinta

Rita es un calamar que ayuda a los pequeños a dibujar de la misma forma que aprendió a hacerlo con su tinta. Y lo hace a través de una serie de pasos y unas explicaciones sencillas con las que los estudiantes pueden dibujar ballenas, peces, tiburones o delfines, entre otros. Rita incluso tiene su propia cuenta de Instagram (@ritaconsutinta) para que los pequeños le envíen sus dibujos. Indicado para niños a partir de cuatro años.

  • Autores: Natàlia Albert y Pablo Wessling
  • Editorial: Principal de los Libros

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Aprender jugando

Aprender jugando

¿Cómo se puede meter un huevo en una botella? ¿O escribir mensajes secretos? ¿O pintar con yogur? En este manual, escrito por dos maestras de Primaria junto a una ilustradora, se muestran multitud de ideas, experimentos y manualidades para trabajar con los niños a partir de 3 años y sin necesidad de hacer uso de ningún dispositivo electrónico. Además, dichos proyectos sirven para repasar de manera entretenida las matemáticas, la ciencia, el arte, la lectoescritura o las emociones. 

  • Autoras: Anna Palencia, Carlota Hernández y Ana Martínez
  • Editorial: Grijalbo

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365 actividades para jugar sin pantallas

365 actividades para jugar sin pantallas Libros para jugar sin dispositivos electrónicos

El número de actividades que recopila no es una coincidencia: una para cada día del año. De esta forma, los estudiantes de cualquier nivel educativo focalizan su atención en tareas que fomentan su creatividad o su imaginación, además de compartir tiempo en familia. Está dividido por fichas en las que se indica la descripción de la actividad, el tiempo para su realización, la edad mínima orientativa, los materiales necesarios para llevarla cabo e, incluso, la estación del año propicia para hacerlo. Cuenta con cubiertas duras e ilustraciones de Teresa Cebrián.

  • Autora: Zazu Navarro
  • Editorial: Montena

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Piezas sueltas. El juego infinito de crear

Piezas sueltas. El juego infinito de crear Libros para jugar sin dispositivos electrónicos

“Un buen juguete es aquel que, sin ser nada en concreto, puede ser todo”. Esta afirmación del psicopedagogo Francesco Tonucci encaja con las ideas propuestas en este ejemplar, que trata las piezas sueltas (objetos, herramientas, utensilios…) como un material de juego no estructurado. Esto invita a los niños a pensar qué hacer con cada uno de ellos, trabajando su imaginación y capacidad de reflexión. En su prólogo, de Ferran Adriá, establece la relación entre el juego y la cocina y la importancia de que los estudiantes experimenten a través de las actividades lúdicas.

  • Autoras: Priscilla Vela y Mercedes Herrán
  • Editorial: Litera Libros

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Juegos mindfulness: mindfulness y meditación para niños, adolescentes y toda la familia

Juegos Mindfulness

Demuestra que, a través del juego, es posible practicar la atención plena. Y para ello recoge 60 actividades con las que se trabajan aspectos como la concentración, la conexión con el presente, la quietud y la importancia del darse cuenta de todo lo que nos rodea. Cada uno de los capítulos cuenta con una breve introducción y diversas fichas en las que se muestra la habilidad a desarrollar, la edad recomendada, las instrucciones para llevar a cabo la tarea y algunos consejos prácticos relacionados con la misma. Su autora es especialista y docente de mindfulness y meditación.  

  • Autora: Susan Kaiser Greenland
  • Editorial: Gaia Ediciones

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El gran libro de los juegos de mesa

El gran libro de los juegos de mesa

Jugar al conocido Juego de la Oca en la jungla de Mowgli o al Tres en Raya en la casita de chocolate del cuento de Hansel y Gretel. Hasta ocho juegos de mesa clásicos se han trasladado a escenarios de cuento con las actividades que recoge, adecuadas para los estudiantes de todos los niveles. Con el formato de un libro de tapa dura y el tamaño propio de un tablero de juego de mesa, dispone de fichas con explicaciones para disfrutar en cada uno de ellos. 

  • Editorial: VVKids
  • Ilustraciones: Anna Láng

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Juegos Gigantes Para Niños: Laberintos Fantásticos

Juegos gigantes para niños

En este manual se enseña a recorrer un laberinto con la ayuda de un lapicero y resulta útil para el alumnado que está aprendiendo a escribir: el objetivo es seguir cada una de las rutas sin tocar las líneas que delimitan cada uno de los posibles caminos marcados en el papel. De esta manera, se practica la capacidad de concentración y se focaliza la atención en una única actividad durante un tiempo determinado. 

Editorial: Activity Crusades 

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150 actividades para jugar sin pantallas

150 actividades para jugar sin pantallas Libros para jugar sin dispositivos electrónicos

Las tareas mostradas tienen el objetivo de que los estudiantes desarrollen y pongan en práctica su creatividad, independientemente de la edad y el nivel educativo en el que se encuentren. Por ejemplo, podrán hacer uso de la plastilina o la pintura para llevar a cabo creaciones como volcanes o manualidades que fomenten su habilidad y, así, concentrarse en aquellas labores que requieren el uso de las manos y de la imaginación. Todas indican la edad recomendada y también incluyen advertencias sobre algunos productos que pueden producir alergia o intolerancia entre los niños (como el gluten, los tintes o los lácteos, entre otros). 

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Fuente: Educación 3.0

Una alimentación completa y equilibrada, un descanso prolongado y la actividad física moderada son los factores que más influyen a la hora de mantener altas las defensas de los niños.

Puede que el confinamiento esté en el espejo retrovisor, pero la pandemia de coronavirus continúa. En un contexto de brotes esporádicos bañados en la incertidumbre, asegurar que nuestros hijos están protegidos contra posibles infecciones respiratorias (o de cualquier otra índole) cobra una importancia aún mayor. Un objetivo que depende de la combinación de múltiples factores internos y externos, entre los que destacan una alimentación completa y equilibrada, un descanso adecuado, ausencia de estrés y al menos una hora diaria de práctica física moderada.

Nutrición e inmunidad

¿Cuáles son los nutrientes más importantes para el sistema inmunológico? La respuesta no es tan sencilla: “Es cierto que algunos tienen más peso, pero los nutrientes interactúan unos con otros”, explica el doctor José Manuel Moreno, coordinador del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. “El zinc, por ejemplo, es un mineral que tiene mucho que ver con la inmunidad, pero ha de actuar con otras vitaminas para ser más eficaz: la vitamina D es quizá de la que hay más información; pero también la vitamina C, o alguna de las del complejo B. Siempre y cuando, claro, tengas una alimentación suficiente, porque al final, si no, es hablar de la letra pequeña sin leerse el contrato”.

El déficit de vitamina D aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas respiratorias, y su importancia excede a lo que la propia alimentación es capaz de aportar, especialmente en las etapas tempranas de la vida, en las que es muy difícil conseguir solo a través de la comida toda la cantidad que nuestro cuerpo necesita: “Para mejorar sus niveles se recomienda aumentar, de manera controlada y con protección, la exposición al sol, aprovechando las primeras horas del día”, argumentan los médicos y especialistas de los centros Melio. Sin embargo, en esta etapa hay precisamente poca exposición solar, “por lo que es necesario completarlo con suplementos mientras de la alimentación recibo poco y mi capacidad de producción es pequeña”, argumenta Moreno. “Las sociedades pediátricas del mundo recomendamos durante este primer año que, independientemente de si hay lactancia materna o artificial, los niños reciban suplementos de vitamina D”.

Por otro lado, es importante vigilar el consumo de azúcares. No se trata de que este tenga una relación directa sobre el funcionamiento del sistema inmune, pero te predispone a la aceptación. “Si de pequeño tomo más dulce del que debo, mi apetencia va a ser hacia lo dulce, que en general está en alimentos más calóricos. Y cuando sea un adolescente, consumiré más productos que me lleven al exceso de peso”, explica Moreno, y quizá a una situación de prediabetes o diabetes tipo II.

Importancia de la lecha materna

La relación entre nutrición e inmunidad se remonta al inicio mismo de la vida, pues la alimentación de la madre influye en su desarrollo y en su potencial capacidad inmunológica desde que el bebé está en el útero: “Es a través de los alimentos que el niño tiene su primer contacto con elementos ajenos a él mismo. Con ellos, recibe numerosas bacterias; y es el organismo quien tiene que diferenciar cuáles son amigas y cuáles enemigas”, sostiene Moreno. La interacción entre el propio aparato digestivo de los niños y los alimentos favorece la inmunidad a través de la flora intestinal que se va generando en su interior.

“El sistema inmune de un niño es inmaduro en el nacimiento, y no hay inmunidad aprendida. La que hay es la que transmite la madre durante el embarazo y hasta que el niño sea capaz de generarla. Se va desarrollando, sobre todo en las primeras etapas de la vida, en función de varias cosas: una, las bacterias que recibe de la propia madre; pero también de la forma en que él produce sus propias bacterias en el intestino a partir del tipo de alimentación. Por eso la lactancia materna es ideal, porque genera una respuesta que favorece la maduración del propio sistema inmune”, añade. Aquí radica también el motivo por el que se ponen tantas vacunas en el primer año de vida, ya que es la etapa donde el bebé está menos protegido. “A los dos años, el niño tiene ya un sistema inmune muy parecido al del adulto”.

Eso sí: la leche materna puede ser al alimento ideal en los primeros meses de vida, pero no es insustituible. “Si yo tengo un niño con la suficiente cantidad de los nutrientes adecuados, y eso lo puedo conseguir con una fórmula infantil, y vivo en un ambiente adecuado, donde me quieran, me cuiden y tenga estímulos… Porque hemos visto que otros factores, como los relacionales, tienen mucho que ver con el estado de salud, y la microflora es parte de esa salud”, dice Moreno. El organismo es muy adaptativo, y puedes conseguir esos objetivos por otros caminos.

La relación entre inmunidad y nutrición se ve claramente en aspectos opuestos como la desnutrición y la obesidad. La mitad de los niños menores de cinco años que fallecen en el mundo lo hacen como consecuencia de la desnutrición y de las infecciones relacionadas con la misma, según la AEP. Pero también influyen la obesidad y el sobrepeso característico de muchos países desarrollados, ya que el sistema inmune se altera y, aunque no va tanto a la infección (que también) como a la inflamación, hace que sufran las arterias, el corazón, el páncreas… “Los adultos con obesidad tienen más riesgo de contraer infecciones, incluso en sus formas más complicadas, como la covid-19, porque el obeso respira peor y su sistema inmune también funciona peor. Además de otras comorbilidades como el exceso de glucosa, que hacen que tu sistema inmune no sea capaz de actuar tan bien ante una amenaza externa como la del virus”, afirma Moreno.

¿Qué papel juega la microbiota intestinal en la inmunidad?

La microflora, o microbiota, que se va generando y enriqueciendo en el niño a la vez que se introduce y mantiene una dieta variada y equilibrada, resulta fundamental en la inmunidad porque interactúa con los alimentos y hace que tengamos una microbiota más o menos favorecedora de la tolerancia y la respuesta frente a la infección. “Por poner un ejemplo, ha quedado demostrado que el uso de antibióticos en los primeros años de vida tiene consecuencias negativas sobre la flora intestinal ahora y situaciones de enfermedad a lo largo de la vida. Se piensa que haber recibido antibióticos en el primer año de vida favorece el riesgo de padecer enfermedad inflamatoria intestinal en la edad adulta”, argumenta el coordinador de nutrición de la AEP.

Entre las funciones de la microbiota intestinal, los pediatras españoles destacan el favorecer la digestión de los alimentos no digeribles y absorber los nutrientes (aminoácidos, azúcares, vitaminas, etcétera) a través de las células del intestino. Además, actúa como barrera contra los microbios y toxinas, y contribuye al desarrollo del sistema inmunitario intestinal y a un correcto funcionamiento de la mucosa que protege al intestino. Por ello, los desequilibrios en la alimentación pueden provocar alteraciones en la inmunidad, y llevar a un aumento del riesgo de infecciones o reacciones alérgicas.

La importancia de los factores externos

No solo la alimentación influye en el sistema inmunológico de pequeños y adultos. Una manera eficaz de mantener las defensas altas es la de gozar de un descanso prolongado, ya que este permite que estas se recuperen: “Tus niveles de tensión bajan, tu temperatura corporal se modifica, la glucosa baja, tu cortisol disminuye, tus vasos se relajan… Durante la noche todo se va rellenando, y con eso por la mañana podemos enfrentarnos a los retos de cada día”, aduce Moreno.

En el contexto del coronavirus, es también importante esforzarse por evitar el estrés en los niños, que incluso después del confinamiento pueden tener dificultades a la hora de salir de nuevo a los sitios que constituyen su entorno natural, por el temor generado durante la pandemia. “En la medida de lo posible, se les debe explicar bien esta situación y desdramatizar lo que ha significado la pandemia”, apunta el especialista.

Pero los factores que influyen directa o indirectamente en la inmunidad son muchos. El sedentarismo, por ejemplo, provoca un mayor riesgo de infección que el de las personas que practican deporte habitualmente. En los niños, es recomendable al menos una hora de actividad física moderada (que, en los más pequeños, pueden ser juegos) cada día, ya que es un buen complemento a la función de todo el cuerpo: el corazón, el riñón, la cabeza, la capacidad muscular o la respiración, que a su vez puede verse afectada por el humo del tabaco si los adultos a su alrededor fuman. Hasta el entorno importa: vivir en un medio más urbano puede hacer que la flora intestinal sea más pobre que la gente que vive en el campo, que tiene exposición a los animales o que lleva una dieta más vegetal.

Fuente: El País.

Siete de cada diez adolescentes (77,4%) de entre 12 y 19 años han sufrido un cambio de graduación visual durante el confinamiento a causa del incremento del uso de pantallas y a uno de cada diez se le han prescrito por primera vez gafas (7,7%) o lentillas (2,4%).

Son algunos de los datos de un estudio realizado por la asociación de utilidad pública Visión y Vida, que confirma que los cien días confinados han tenido un impacto negativo en la salud visual de los ciudadanos.

Se trata del primer informe en España con datos reales sobre salud visual tras el confinamiento, que será presentado el próximo miércoles, que señala que casi cinco de cada diez adultos (47,2 %) de más de 40 años han sufrido un cambio de graduación tras este periodo.

Este estudio analiza cómo el abuso de pantallas y dispositivos digitales puede haber conducido a estos datos, teniendo en cuenta que se han duplicado su uso durante el confinamiento.

Un avance del estudio indica que el 60,2% de los ciudadanos afirma haber forzado la vista durante el confinamiento y como consecuencia, más de la mitad (51,2%) piensa que su visión ahora es distinta.

Las revisiones visuales realizadas durante la desescalada ya muestran algunas consecuencias: que al 57, % de la ciudadanía realmente les ha empeorado su visión.

Los síntomas más frecuentes del confinamiento han sido dolor de cabeza, visión borrosa y sequedad ocular. Fruto de esto, el 54,2% afirma que hará una revisión visual antes de irse de vacaciones de verano.

Los datos, extraídos de una muestra de cerca de 2.000 revisiones realizadas durante la desescalada en diferentes establecimientos sanitarios de óptica de España, se han cruzado con el resultado de una encuesta al ciudadano (cerca de 500 personas).

Los estudiantes de cualquier nivel educativo pueden trabajar la creatividad y el storytelling a través de los cómics. Con estas aplicaciones web, podrán crear historias visuales sin necesidad de saber dibujar.Por EDUCACIÓN 3.0

Los cómics no son solo un entretenimiento, ¡también son un recurso didáctico muy interesante! De hecho, las evidencias de que pueden facilitar y transformar el proceso de aprendizaje han sido recogidas por diferentes estudios. Y es que algunas de las competencias clave que se pueden adquirir con el uso de este tipo de arte gráfico son la comprensión lectora, la capacidad analítica, el trabajo en equipo o el desarrollo de la autonomía personal. También se emplean para trabajar los valores y la empatía o luchar contra el acoso escolar.

Herramientas online para crear cómics

Para aquellos que no sean hábiles con el lápiz y el papel, pero que tengan ganas de emplear este soporte para transmitir sus ideas, recogemos diferentes herramientas online para crear cómics.

Strip Generator

No hace falta registrarse para poder crear un cómic en esta web. Su estética es muy particular, ya que todos los elementos que se pueden emplear para construir cada viñeta, con su respectivo fondo y sus personajes, son en blanco y negro. La falta de color la compensa con lo fácil que es trabajar sobre la página en blanco. Así, en la parte superior se abrirá una barra de herramientas en las que se dividen por categorías los diferentes dibujos. Tan solo hay que arrastrarlos con el ratón y modificar su orientación y tamaño para incorporarlos a la historieta.

Strip Generator

Pixton

Es una de las pocas herramientas online para crear cómics que se puede usar en castellano. Su manejo a través de la aplicación web es muy intuitivo: tras crear el usuario, se ha de seleccionar entre las opciones de cómic, storyboard o novela gráfica para comenzar a trabajar. Después, generar cada viñeta es muy  sencillo gracias a que permite arrastrar los diferentes elementos al lienzo de trabajo. Además, cientos de usuarios publican aquí sus trabajos, lo que resulta muy útil a la hora de coger ideas y ver ejemplos.

Pixton

Witty Comics

Es ideal para crear obras en las que lo más importante es la conversación entre los personajes. Cada viñeta se puede componer de un fondo, un máximo de dos personajes (que se pueden elegir en la barra de herramientas) y diferentes bocadillos que se ajusten al tono de la conversación mantenida.

Witty Comics

Make Beliefs Comix

Con un límite de 18 viñetas, esta herramienta es ideal para los más pequeños. A pesar de estar en inglés, su utilización es muy intuitiva, gracias a los numerosos pictogramas que señalan las diferentes acciones que se pueden realizar. En el centro de la pantalla se encuentra el lienzo el blanco sobre el que hay que trabajar y, para editarlo, solamente hay que seleccionar la viñeta y elegir los elementos a incorporar. Una vez terminado, se puede guardar en forma de fichero en el ordenador o enviarlo por correo electrónico

Make Beliefs Comix

Storyboard That

Se trata de una de las herramientas online para crear cómics más completas, ya que incorpora opciones de personalización de color en los fondos, los objetos y los personajes, de manera que el resultado es totalmente al gusto del usuario. Además, ordena todos los pictogramas por categorías, lo que facilita la búsqueda de los dibujos que se desean emplear para contar la historia.

Storyboard That

Fuente: Educación 3.0

Alba no quiere volver a cole. “Es que estoy mejor en casa con mamá, aquí se aprende muy bien”, explica está niña de seis años. Para Aurora, lo bueno del confinamiento ha sido disponer de su tiempo para “dibujar y jugar” todo lo que ha querido con su hermano, sin los rigores de las extraescolares, las prisas o “sin tener que aburrirse en el recreo largo”. Candela, de nueve años, también tiene alma de homeschooler, los niños que son educados en casa al margen del sistema: “Yo prefiero seguir así, ojalá en septiembre volvamos solo dos días”, le confesó esta semana a su madre Mariló Panadero, que aún se está reponiendo del susto. “Lo bueno es que te organizas como quieres, puedes leer y dibujar hasta hartarte sin que suene el timbre o sin tener que andar corriendo todo el día, y además veo más a mis padres, eso es lo bueno”, concluye Pedro, de ocho años.

Sus historias ilustran la investigación Seis semanas de confinamiento: Efectos psicológicos en una muestra de niños de infantil y primaria realizada por las psicólogas especializadas en desarrollo infantil Marta Giménez-Dasí, de Universidad Complutense, y Laura Quintanilla, de la UNED. Esta confirma que las dinámicas escolares pueden resultar tan ansiógenas para los niños y niñas, que los niveles de estrés y ansiedad se han mantenido inalterados o incluso se han llegado a reducir durante el confinamiento en los 167 estudiantes investigados, que tenían de 3 a 10 años. Se trata de una muestra de conveniencia realizada en dos colegios públicos de la zona noroeste de Madrid, en un entorno socioeconómico medio acomodado, un factor crucial a tener en cuenta para interpretar los resultados, pues se les presupone unas comodidades materiales y unas atenciones con las que no todos los niños han contado durante las semanas de encierro.

En todo caso, tampoco ha resultado precisamente un camino de rosas para los menores de la muestra el hecho de atravesar una larga situación de emergencia que, según numerosos especialistas, puede acarrear consecuencias negativas en su comportamiento y sus hábitos. Los padres describen en el trabajo de Giménez-Dasí y Quintanilla mayores niveles de hiperactividad y menor disposición al estudio de sus hijos. Sin embargo, las expertas destacan de su trabajo, en el que se tomaron indicadores de la salud mental de los niños en febrero y se volvieron a medir tras seis semanas de confinamiento, una generalizada actitud positiva de los niños sin graves consecuencias psicológicas.

Mientras que en los pequeños de tres a seis años apenas hay efectos, en los niños a partir de ocho la especialista considera que “el descenso en el estrés es significativo”. Antes de la cuarentena, los elementos indicadores de estrés y ansiedad se situaban en un 2,35 sobre 5 puntos, tras seis semanas de encierro en casa ese dato bajaba a los 2,16 sobre 5. Además, cuando les permitían describir las emociones que sentían, la respuesta más frecuente (el 31%) es que estaban genial en casa y uno de cada cuatro (25%) relataba que estaba genial en casa aunque a veces se aburría. Mientras que el 16% describía que se aburría y el 14% echaba de menos a sus amigos, solo un 9% echaba de menos el colegio. “Nos sorprendió que las familias que señalan cambios positivos aluden a mejoras en el estado de ánimo y relatan que el niño está feliz o más tranquilo, y describen como ventaja la mayor disponibilidad de tiempo libre para jugar, y valoran el tiempo en familia”, explica la psicóloga Marta Giménez-Dasí. E interpreta que, a medida que crecen, los niños y niñas pueden aumentar sus niveles de estrés por las mayores demandas del contexto.

“Debemos reflexionar sobre la vida que llevan los niños y las niñas. Analizar si su ritmo de vida constituye un elemento de estrés y, especialmente, la presión hacia el rendimiento académico o las actividades extraescolares”, explica Giménez-Dasí. Además, en sus conclusiones propone que se promueva una escolarización que favorezca el bienestar y disminuya el estrés. “Los niños de forma rutinaria acusan ese ritmo de vida ajetreado que les imponemos los adultos y, cuando han parado de forma radical, ha mejorado su salud y su situación, en contextos socioeconómicos medios. Y es importante tener en cuenta de cara al curso que viene que al menos en primaria no pueden seguir el ritmo que los profesores les han impuesto. La educación debe contribuir al bienestar de la infancia, y en algunos casos no está siendo así”, apunta.

“Todo para los niños pero sin los niños”

La socióloga de la infancia Lourdes Gaitán, también investigadora en la Universidad Complutense, cree que en esta crisis se está fallando al tomar las decisiones sin tener en cuenta a los niños, niñas y adolescentes. “Estos resultados se entienden si se pone la mirada desde el punto de vista de la infancia. La escuela es un sitio donde los niños socializan entre sí, y echan de menos a sus amigos, pero la escuela es también un espacio de tensión, de imposición de autoridad y es el único gran remanente de las instituciones cerradas del siglo XIX, nada más alejado de lo que un niño puede desear. Desde su punto de vista, la escuela, como institución, es una estructura de opresión para los niños”, asegura esta socióloga que ha realizado varias encuestas a estudiantes durante el confinamiento. En su opinión, este proceso es una oportunidad para volver a otra escuela. “Tenemos que apostar por la complicidad con los estudiantes en el diseño de la vuelta a las aulas. Que les pregunten, que se cuente con ellos, que sepan si prefieren llevar mascarilla todo el día o estar aislados con su grupo… Ellos son parte de la solución pero deben involucrarlos en el proceso. Se está haciendo todo para los niños pero sin los niños”, concluye la socióloga.

El psiquiatra Juan Diego Martínez Manjarrés, uno de los promotores del Fórum de Infancias de Madrid y coordinador de Psiquiatría Infanto Juvenil en el Hospital La Mancha Centro, cree que es “aventurado concluir que la responsabilidad de la presión educativa está en los colegios o centros educativos” porque las presiones sobre la infancia “están en las raíces culturales de la sociedad actual y sus presiones para alcanzar el yo social ideal”.

En su consulta él está notando nuevas dinámicas tras el confinamiento. Le sorprenden la cantidad de nuevos casos no patológicos que están llegando tras la cuarentena. “Es como si los padres al pasar tanto tiempo observando a sus hijos identificaran problemas de salud mental cuando en realidad son problemas educativos. Pero es más cómodo pensar que se trata de una enfermedad que se puede curar con una pastilla que asumir y abordar tu responsabilidad como educador y padre”, explica. También cree que el confinamiento ha tenido algunos efectos positivos en niños “sobre todo en los que padecían estrés o patologías más leves relacionadas con la ansiedad del logro o la construcción de la identidad”.

El psiquiatra ve comprensible que durante el confinamiento se reduzca el estrés. “La ausencia de los padres en la vida cotidiana es uno de los mayores provocadores de la angustia en los niños y de la ansiedad en la infancia y lo que más ayuda a los hijos a tener un desarrollo emocional más adecuado es que estén sus padres cerca. Aunque estén desatendidos porque los padres están teletrabajando, siempre pueden recibir un abrazo y la certeza de que sus padres están ahí si pasa algo”, explica el doctor Martínez Manjarrés. Aunque resalta que los resultados de la muestra no pueden generalizarse para todos los niños: “Tiene un gran valor que los datos midan el antes y en el después. Aunque el sesgo socioeconómico es importante ya que no es lo mismo pasar el confinamiento en un chalet o casa con jardín, que hacerlo en un piso pequeño, interior, con muchos hermanos y la angustia de que tus padres están sin trabajo”, apunta.

Como contrapunto explica que por su consulta han pasado adolescentes a los que la educación online les ha beneficiado: “Algunos estarían felices de seguir haciendo clases virtuales porque les da más disposición de su día, pueden ir a su ritmo y son más flexibles en los tiempos y espacios, y muchos valoran que les permite pararse a pensar. Eso nos tendría que hacer reflexionar a nosotros, los adultos”, concluye. Sin embargo, en el informe del equipo de la Universidad Complutense, la dimensión que peor parada sale de esto estudio es la académica, ya que el 85% de los niños expresaban dificultades para realizar adecuadamente las tareas escolares así como una demanda excesiva por parte de los profesores.

Los padres describen que el 64% ha empeorado

El estudio refleja también cómo perciben las familias que sus hijos han vivido esta curantena. La variable que más ha empeorado, según describen los padres, es la motivación al estudio. Mientras que en febrero era un 3,02 sobe 5, ahora es un 2,38 sobre 5. También ha subido mucho la impulsividad, las familias perciben más hiperactivos e impulsivos a sus hijas e hijos pasando de 2,30 a 2,66 sobre 5 puntos.

Además, perciben que la mayoría de los niños han empeorado su estado psicológico tanto en infantil (55%) como en primaria (64%). No obstante este resultado es mayor en el ciclo de primaria, donde el 36% de las familias creen que sus hijos han mejorado o se han mantenido igual (17% igual y un 19% han mejorado). En infantil es mayor el porcentaje de niños que no experimentan cambios (28%) y similar el de los niños que mejoran su estado psicológico (19%). Aunque el psiquiatra Martínez Manjarrés, advierte de que estos cuestionarios muestran deben hacernos pensar pero no debemos olvidar que muestran la opinión de los padres, que pueden estar proyectando sus propias emociones.

Pedro, de 8 años, cree que sus padres están muy estresados, y aunque valora las ventajas del confinamiento, como explicaba al principio, él también necesita su espacio. “Esto tiene cosas buenas y malas, pero ahora ya tengo ganas de recuperar mi vida de antes, tener mi sitio, si es que se puede…”, concluye.

Fuente: El País.

Tras los cambios de última hora en la normativa del examen a causa de la emergencia sanitaria, los alumnos que este curso se presentan a la EvAU pueden sufrir niveles de ansiedad superiores a los estudiantes de convocatorias anteriores. Así lo afirma Fernando Miralles, profesor de Psicología de la Universidad CEU San Pablo.

En condiciones normales, los estudiantes se enfrentan a numerosos exámenes que pueden generar en el alumno un estrés y un nerviosismo que les impida demostrar su rendimiento académico. Investigaciones realizadas por varios psicólogos, entre ellos el profesor de la Universidad CEU San Pablo Fernando Miralles, revelan que los alumnos afectados con problemas de ansiedad en exámenes suelen estar entre el 15% y el 25%.

Según Miralles, este curso es previsible que se incrementen estos baremos ya que los 217.000 alumnos que se presentan a la EvAU 2020 sufren una gran incertidumbre. Uno de los motivos es que, hasta hace unos días, no se ha sabido el lugar donde van a realizar el examen, siendo en principio sus colegios e institutos y en última instancia han decidido que se realizarán en las universidades correspondientes. También ha habido cierto desconcierto con el temario final que entraba para la prueba. Todo esto sumado a que los jóvenes en tres días se pueden llegar a jugar la carrera que desean hacer y, como consecuencia, les puede crear un nivel muy elevado de ansiedad.

Los síntomasmás frecuentes que pueden padecer son: irritabilidad, susceptibilidad, mal humor, insomnio, algún malestar físico, aparición de pensamientos negativos, miedo al fracaso y a “quedarse en blanco”. 

El profesor Miralles clasifica las técnicas que los estudiantes pueden utilizar ante este tipo de situaciones: 

Consejos para EvAU 2020

Antes del examen de la EvAU 2020:

  • Adapta tu habitación y, si puedes y te dejan, estudia en el salón para no estar siempre metido en el mismo sitio.
  • Lleva tu agenda organizada para saber qué repasar en cada momento.
  • Empieza estudiando las asignaturas menos atractivas o que peor se te den, estarás menos cansado que si las estudias al final del día.
  • Estudia con una buena técnica: lectura rápida, lectura comprensiva, subrayado, esquema/resumen, reglas mnemotécnicas y memoria fotográfica.
  • Realiza alguna relajación antes de acostarte, como las técnicas de relajación Jacobson, al ser fáciles de hacer y no tener que invertir mucho tiempo.
  • Recuerda siempre el apoyo incondicional de padres, familiares, amigos y profesores.
  • Lleva una vida saludable, no tomes fármacos; si no duermes lo suficiente, el examen no saldrá bien, pues el cerebro estará cansado. Tampoco hagas comidas copiosas ni bebas alcohol.
  • Intenta conseguir información sobre exámenes de años anteriores (todos están en Internet), así podrás hacer simulacros de la prueba.
  • Visita online días antes del examen el lugar donde va a ser tu EvAU 2020, para evitar miedos infundados y sorpresas de última hora.

El día del examen, antes de la prueba:

  •  Para dormir tranquilo y que no haya sorpresas negativas de última hora, deja preparado todo el material necesario para el examen antes de acostarte.
  • Ve con tiempo al lugar del examen, y si puede ser, en transporte público. El día de la prueba, muchos padres llevan a sus hijos en coche y se generan grandes atascos que pueden incrementar la ansiedad.
  • Desayuna bien, lleva agua y algo sólido por si la prueba o el tiempo de espera se alarga.
  • Evita un último repaso en profundidad, puesto que esa información ya está almacenada en tu memoria, aunque tú no lo creas.
  •  No comentes el temario con tus amigos, pues saldrán preguntas tan difíciles que ni el profesor que lleva años impartiendo clase se habrá planteado poner en el examen.
  • Evita hablar con amigos que estén muy nerviosos, ya que pueden transmitirte su intranquilidad.
  • Si notas que estás nervioso, realiza respiraciones con el abdomen.

Durante la realización de la prueba:

  • Lee todas las preguntas y, si hay alguna que no entiendes bien, consulta al examinador. Aunque creas que está sólo para vigilar, también te podrá ayudar. Recuerda que es un profesor que intentará orientarte. 
  • Comienza el examen por la pregunta que mejor sepas, así irás consiguiendo puntos y aumentarás tu seguridad. Al mismo tiempo, sin que tú te des cuenta, tu cerebro buscará las respuestas al resto de preguntas.
  • Lleva un reloj y controla el tiempo que te queda de examen. Para ello, ponlo sobre la mesa y calcula el tiempo que te han dicho los examinadores. Si no lo tienes claro, no dudes en consultar.
  •  Expón cada idea en un párrafo y subraya las ideas más importantes.
  • Si puedes, deja algo de tiempo para repasar y, sobre todo, si no estás seguro de alguna palabra, cámbiala por un sinónimo, las faltas de ortografía en la universidad están muy penalizadas.
  • Si te quedas en blanco o te pones nervioso, intenta parar, respira despacio y escribe en un folio 15 palabras que empiecen por la misma letra; así desconectarás un momento del examen y podrás volver en pocos minutos a estar concentrado.

Después del examen:

Celebra que el examen ha finalizado y que lo normal es que lo hayas aprobado. Recuerda en todo momento que lo peor que puede pasar es suspenderlo (suspenden la EvAU 2020 menos de un 3% de los alumnos que se presentan) y en septiembre volverás a tener otra oportunidad con el mismo temario, el mismo tiempo para hacerlo y habrás podido repasar todo más despacio.

Fuente: educación 3.0

El Gobierno rebajó el miércoles la distancia que los alumnos tendrán que mantener dentro de las escuelas e institutos con el objetivo de conseguir que todos, o al menos el mayor número posible de estudiantes, retomen la docencia presencial a partir de septiembre, según ha explicado la ministra de Educación, Isabel Celaá. Su ministerio ha elaborado junto al de Sanidad un protocolo de referencia para que las comunidades autónomas diseñen las condiciones de enseñanza el próximo curso. En él se establece que los estudiantes de quinto y sexto de primaria, ESO y Bachillerato deberán mantener una distancia física de 1,5 metros, en lugar de los dos metros fijados para la reanudación de las clases en la recta final de este curso. Los más pequeños, desde infantil hasta cuarto de primaria, no tendrán que cumplir la norma de distancia y sus clases podrán tener hasta un máximo de 20 alumnos, si bien se considera que “lo ideal” es que se limiten a 15, el número inicialmente barajado por el Ejecutivo.

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Educación y Sanidad consideran muy difícil que con esas edades (de 0 a 10 años) se pueda cumplir la norma, y por ello se les permitirá “socializar sin mantener la distancia personal de forma estricta”. Para compensarlo, formarán “grupos de convivencia estable” que se mezclarán lo mínimo posible con otros estudiantes para permitir “el rastreo de contactos rápido y sencillo”, así como su aislamiento, en el supuesto de que se diera un caso de covid-19.

Mayor optimismo

La relajación de las medidas se basa en la evolución favorable de la pandemia. Los responsables educativos, sin dejar de ser cautelosos, son ahora más optimistas respecto a la situación que se espera en septiembre de lo que lo eran hace un mes y medio. Las evidencias disponibles parecen descartar los peores temores sobre la potencial cualidad supercontagiadora de los niños, según apuntaron fuentes de Educación. Además, está la necesidad, subrayada por Celaá en una entrevista en la cadena SER Catalunya, de atajar la desigualdad educativa que está provocando la ausencia de una escolarización presencial.

El protocolo, titulado Medidas de prevención, higiene y promoción de la salud frente a la covid-19 para centros educativos en el curso 2020-2021, al que ha tenido acceso este diario, fue remitido el miércoles a las autonomías y será analizado este jueves en la Conferencia Sectorial de Educación que reúne a las comunidades y al ministerio. Se trata de un punto de partida; las consejerías podrán realizar “aportaciones” con el objetivo de alcanzar “una estrategia consensuada”, ha indicado una portavoz del Gobierno. Las comunidades, que tienen amplias competencias en materia educativa, concretarán en las próximas semanas sus propios planes, si bien hay puntos, como el de mantener una distancia mínima de 1,5 metros entre los alumnos de quinto de primaria y superiores que no podrán suprimir, ya que figuran en el decreto de la “nueva normalidad” publicado este miércoles en el Boletín Oficial del Estado.

Compartimentar espacios

El documento elaborado por ambos ministerios plantea una preferencia por la asistencia presencial de todo el alumnado y propone para ello aprovechar todos los espacios del centro, “compartimentando” en caso necesario gimnasios, comedores o salones de actos con “mamparas de material no poroso y gran altura, paredes correderas o algún otro elemento de separación entre grupos”, que permita aprovecharlos para más de un grupo. En el caso de que no todos los alumnos preuniversitarios quepan, como han constatado ya varias comunidades, el protocolo apuesta por priorizar “la presencialidad en los niveles y etapas inferiores, hasta los 14 años”, que son los que menos capacidad tienen para compaginar las docencias presenciales y a distancia. El documento insta a utilizar instalaciones cedidas por otras Administraciones, como “bibliotecas, ludotecas, polideportivos o centros culturales” municipales.

A partir de quinto de primaria, el protocolo no fija un número máximo de alumnos porque dependerá de las características del aula. Con una distancia obligatoria de dos metros, algunos centros ya habían calculado que en algunas no cabrían más de 12. Ahora es posible que pueda haber 15 o incluso más si se trata de espacios grandes reconvertidos.

Mascarillas

El uso de la mascarilla no será obligatorio en infantil. Entre primero y cuarto de primaria tampoco, mientras el alumnado permanezca con su mencionado “grupo de convivencia estable”. Los alumnos de quinto de primaria en adelante deberán llevarla cuando no se pueda garantizar la distancia de 1,5 metros, pero no una vez que estén sentados en sus pupitres. El documento recomienda “priorizar en la medida de lo posible la utilización de los espacios al aire libre para la realización de las actividades educativas y de ocio, en lugar de los cerrados”.

Las ventanas de las clases deberán mantenerse abiertas “el mayor tiempo posible” a lo largo del día. Y en todo caso las aulas tendrán que ventilarse antes de empezar las clases, al finalizarlas y en otros periodos a lo largo de la jornada durante al menos cinco minutos cada vez. Los centros se limpiarán y desinfectarán al menos una vez al día y los aseos como mínimo tres.

Cada centro elaborará un plan de inicio de curso y protocolos para reaccionar ante un agravamiento de la pandemia. Cada centro tendrá una “persona de referencia para los aspectos relacionados con la covid-19”, un equipo formado por “distintos representantes de la comunidad educativa” para difundir la información sobre la pandemia y canales directos con el ambulatorio y el representante de salud pública de su zona para consultar dudas y recibir instrucciones sobre cómo actuar ante “casos con síntomas compatibles” de covid-19.

Burbujas demasiado grandes

La Asociación Española de Pediatría elaboró un documento utilizado por el Gobierno para la vuelta de los alumnos en la recta final del curso, que establecía dos metros de distancia entre ellos. Su presidenta, María José Mellado, no ve problema en que ahora el Ejecutivo los reduzca a 1,5 metros. “El metro y medio es la distancia física estricta que debe cumplirse. Pusimos dos metros para dar mayor seguridad”, afirma.

Tanto Mellado como el epidemiólogo Quique Bassat cuestionan, en cambio, la solución elegida para los más pequeños. La idea de una “burbuja” donde los alumnos puedan tener más contacto es buena, pero su tamaño debería ser “claramente inferior” a los 15 o 20 alumnos.

Fuente: El País.

El próximo 7 de septiembre el concepto de ir a la escuela se transformará por completo. Cada mañana, antes de salir de casa, los alumnos deberán tomarse la temperatura y, si no presentan fiebre, iniciarán una ruta repleta de nuevos códigos. En su trayecto en autobús o a pie ya no podrán llevar auriculares, pelotas u objetos que puedan contener partículas del virus. Al acceder al centro, tendrán que hacerlo en diferentes horarios para evitar tumultos. Los más pequeños lo harán solos, las familias tendrán que quedarse fuera del patio. La mascarilla colgará de sus orejas y tapará parte de su rostro siempre que no pueda asegurarse la distancia mínima de dos metros. La nueva escuela está en camino.

En ese nuevo escenario no solo cambiará lo físico, también la forma de aprender. La bajada de ratios a un máximo de 15 alumnos recomendada por el Ministerio de Educación, permitirá la puesta en marcha del tan demandado modelo de enseñanza personalizado, en el que el profesor atiende a menos alumnos y dispone de más tiempo para responder a las necesidades de cada uno.

A tres meses vista, todavía es complicado saber con exactitud cuáles serán las normas. Las comunidades autónomas –que tienen las competencias en educación transferidas– tienen de plazo hasta julio para publicar sus protocolos de seguridad para septiembre. Será obligatorio que contemplen tres escenarios: uno sin pandemia (en el caso de que se descubra una vacuna), otro en el que la situación sanitaria se mantenga bajo control, y un último en el que una nueva oleada del virus obligue al cierre de las aulas.

De momento, el Ministerio de Educación ha elaborado un documento con las medidas de seguridad para la reapertura de los centros en la recta final de este curso, que aplicarán Ceuta y Melilla (que dependen en materia educativa del Gobierno). Es solo un adelanto del despliegue que se diseñará para septiembre. Con esas indicaciones y otras recogidas en el protocolo aprobado por el Ministerio de Educación francés, por Unicef en un informe sobre la reapertura de los colegios y por la OMS, realizamos una recreación de cómo podría ser la nueva escuela: la escuela en tiempos de pandemia.

1. Salida de casa

Nada de mochilas rebosantes

Se acabó la imagen de un estudiante arrastrando un trolley lleno de libros. El objetivo es limitar al máximo el transporte de objetos entre las casas y los centros educativos para evitar contagios. Por ello, el ministerio francés aconseja en su protocolo que el material escolar y los juguetes no salgan de los espacios en los que se usen, que no se lleve ropa de deporte al colegio o accesorios innecesarios, como auriculares, por ejemplo. Además, los alumnos deben tomarse la temperatura antes de salir de casa para descartar este síntoma de la covid-19, según indicaciones del Ministerio de Sanidad.

El Ministerio de Educación recomienda acudir al centro a pie o en bicicleta. Para ello se ha conminado a los Ayuntamientos y a los centros a diseñar rutas seguras. En los autobuses escolares, que se desinfectarán dos veces al día, se ocupará solo parte de las plazas y los niños se sentarán en zigzag. Solo se situarán juntos los hermanos –siempre que convivan en la misma casa– y la fila tras el conductor siempre quedará libre. Esa es la normativa que se aplica ya en el transporte público en España.

2. El ritual de la llegada al colegio

Cuantas menos personas mejor y las manos limpias

Los padres solo accederán al centro cuando lo requiera el profesorado, que se comunicará con las familias por teléfono o correo electrónico, advierte el ministerio. Los niños entrarán y saldrán en el turno asignado y de forma escalonada para que no se arremolinen en los accesos ni en el patio. Vallas, precintos o rayas en el suelo orientarán a los niños todo el camino hasta su clase. Los primeros días se ensayará el nuevo protocolo de acceso.

Al entrar los niños tendrán que lavarse las manos en el baño o en su defecto rociárselas con los geles hidroalcohólicos repartidos por diferentes espacios del centro. Los servicios se desinfectarán tres veces al día y se necesita trazar un plan para que los alumnos acudan escalonados, exige Educación.

En los baños no habrá secamanos de aire caliente, sino servilletas de papel y, como en la cola del supermercado, un círculo en el suelo indicará a los estudiantes dónde esperar su turno.

3. Objetivo

Doblar el número de aulas

El Ministerio de Educación da por hecho que en septiembre habrá que seguir manteniendo el distanciamiento social, lo que obligará a reducir el número de alumnos por clase a 15. La idea que se abre paso (Canarias y Navarra ya lo han anunciado y otras cinco comunidades trabajan en ello) es que, al menos, todos los alumnos de Infantil y Primaria deben volver a las aulas todos los días, y no por turnos alternos como se plantea para el resto de niveles, porque para los más pequeños la docencia online no funciona. Para lograrlo, además de aprovechar todos los espacios del centro, se plantean ocupar para estos alumnos instalaciones de secundaria y espacios municipales, adelantan algunos consejeros. También prevén contratar más docentes, reorganizar los grupos (mezclando a alumnos de diferentes edades) y reducir el horario escolar. Además, los profesores de Música y Educación Física impartirán también clase de otras asignaturas.

La típica entrada caótica en el aula pasará a la historia; los alumnos deberán entrar guardando la distancia, con mascarilla y habiéndose lavado previamente las manos, señala el protocolo del ministerio. Las mesas serán individuales y se situarán a dos metros de distancia. La misma normativa aconseja no compartir el material escolar (como bolígrafos y tizas) y, si se hace, desinfectarlo antes de tocarlo (como el borrador). En el aula solo debe haber los objetos imprescindibles, indica el protocolo francés.

En los protocolos que algunas autonomías han elaborado para la vuelta de los alumnos que titulan (4º de ESO y 2º de Bachillerato) en la fase 2 de desescalada, discrepan sobre el uso de la mascarilla dentro de clase. Algunas (como Euskadi y La Rioja) obligan a llevarla. Otras (como Galicia y Baleares) no. Para estas, una vez que los alumnos se han sentado y están a dos metros de distancia no son necesarias. El ministerio se inclina por esta segunda opción.

El trabajo en equipo, muy común en las primeras etapas educativas, será mucho más difícil en la escuela de la pandemia, ya que los pupitres no podrán estar juntos. Las normativas piden expresamente limitar los movimientos dentro del aula, lo que frenará los modelos docentes más innovadores, apunta Enrique Jabares, presidente de los directores de centros de Primaria de Andalucía. Ese cambio obliga a volver a la clase magistral tradicional, en la que el profesor habla desde su mesa y los estudiantes le escuchan. Al mismo tiempo, tener menos alumnos en clase permitirá al profesor dedicar más tiempo a cada uno de ellos.

Para reducir el riesgo de contagio, las aulas se airearán (siempre que haya ventana) varias veces al día, según coinciden las normativas autonómicas y del ministerio. Así lo han hecho también en Francia. Los objetos de contacto frecuente (como los pomos de las puertas) se desinfectarán con frecuencia.

El gimnasio de cada centro será uno de los espacios que se reconvertirá en aula en septiembre, y podrá reunir a más de 15 alumnos, señalan varios responsables educativos autonómicos. Además de contratar más profesores, las consejerías estudian que los monitores escolares ayuden en la vigilancia para que los alumnos mantengan la distancia dentro y fuera de clase.

4. El Patio

Prohibido jugar a la pelota

Es importante que las actividades sean al aire libre, siempre que sea posible, señala el documento elaborado por el ministerio. El cambio más significativo se producirá en los recreos: se organizarán turnos de pequeños grupos para salir a jugar al patio, respetando los grupos de alumnos que están en una misma clase, y si fuera necesario se fraccionarán los tiempos de recreo. Los alumnos tendrán que mantener la distancia interpersonal de dos metros, con mayor flexibilidad en el caso de Infantil, señala Educación en su protocolo. Los profesores o auxiliares de guardia del patio serán los encargados de vigilar que se cumplen las medidas de prevención e higiene. Una vez finalizado el recreo, los alumnos tendrán que lavarse las manos y rociarlas con gel antes de acceder de nuevo a las aulas.

En países como Dinamarca, se organiza a los estudiantes en grupos de seis que se mantienen unidos durante el tiempo que permanecen en el centro. Así se asegura la socialización de los niños y es más sencillo aislar al grupo si hay un contagio. En Francia, tanto para la salida como para la vuelta a las aulas, los centros tienen que disponer de señalizaciones en el suelo para evitar que los alumnos choquen.

Sobre el tipo de juegos que se podrán desarrollar en el patio, el protocolo español no da ningún detalle. Las comunidades tendrán que determinar si es la Administración la que fija los límites o cada una de las escuelas. Francia sí establece que los juegos con pelota o todos aquellos que impliquen el intercambio de objetos estarán prohibidos. También los juegos que conlleven contacto físico. Tampoco se podrán intercambiar objetos o juguetes personales. En Dinamarca, a los grupos de seis niños sí se les permite jugar con material compartido, siempre y cuando se desinfecten tras el uso. Los bancos o columpios quedarán inutilizados.

En cuanto a la actividad física, Francia es muy clara: quedará limitada a la de baja intensidad y cuando se realice la distancia física deberá ser de, al menos, cinco metros cuando se haga caminando y de 10 cuando implique correr. Si se utiliza algún material, deberá hacerse de forma individual. Las actividades físicas se deben realizar siempre al aire libre, si las condiciones climatológicas lo permiten.

5. La cocina y el comedor

Los pequeños comen en su clase y los mayores por turnos

La imagen de comedores repletos con niños apretujados en mesas corridas y colas enormes de estudiantes esperando a que les sirvan la comida pasará a la historia en los comedores y las cocinas seguros en tiempos de covid. También transformarán sus dinámicas durante la pandemia. Aunque el coronavirus no se transmite a través de los alimentos, estos tendrán que desinfectarse como cualquier otra superficie. El ministerio indica en su protocolo para Ceuta y Melilla que los comedores deben aplicar las mismas medidas de seguridad que los restaurantes convencionales.

Si antes del coronavirus era habitual cruzarse por los pasillos de los colegios con los proveedores con sus carretillas cargadas de alimentos, a partir de septiembre será imposible: ya no podrán entrar hasta la cocina, como hacían hasta ahora, señala María José Sanz Gallego, consultora y directora de Biomicral, empresa especializada en seguridad alimentaria en colegios que está elaborando un protocolo. Los centros deberán establecer un punto concreto fuera de la cocina para la descarga de la mercancía. El personal de cocina recogerá los alimentos e higienizará el espacio una vez se hayan marchado los proveedores. Esta medida busca reducir los contactos. Si lo habitual era almacenar los alimentos en la cocina según llegaban, ahora deberán ser desinfectados, ya que pueden ser superficies portadoras del virus. Para ello se deberá utilizar higienizante alimentario.

Los más pequeños deberán comer en su aula, hasta tercero de primaria es lo recomendable. El resto, en grupos reducidos, en diferentes turnos y con una separación de dos metros.

Si antes en los laboratorios de seguridad alimentaria se imponía el lema “mejor unas manos limpias a un guante sucio”, la nueva realidad ha cambiado también esta premisa. Se impone el uso de guantes y mascarilla tanto en la manipulación de los alimentos como en la elaboración de los menús. También a la hora de servir las comidas. “Es una medida de protección al trabajador”, explica la consultora María José Sanz. Además, la ropa de trabajo ya no podrá salir del centro educativo. Debe almacenarse y lavarse en el propio colegio para reducir las posibilidades de contaminación.

El comedor tampoco se librará de la omnipresencia del gel hidroalcohólico. Según establece el protocolo francés, debe obligarse al lavado de manos o que haya un dispensador en los comedores para que los estudiantes puedan limpiarse las manos al entrar. Y esta nueva situación también modificará las rutinas de los colegios e institutos. Si antes comían en mesas corridas, en dos turnos como máximo, ahora el objetivo será reducir la concurrencia en el comedor con varias medidas. La OMS recomienda comidas escalonadas, en el pupitre de clase o en el exterior del edificio.

En caso de que haya autoservicio, deberán instalarse mamparas de protección. La comida deberá estar servida antes de que los niños entren en el comedor y se acerquen a recoger sus platos. En el caso de que se les sirva la comida en la mesa, deberá estar dispuesta en las mesas antes de la llegada de los estudiantes. Estas medidas persiguen evitar el contacto con el personal del comedor y así reducir las posibilidades de contagio. La piel de la fruta puede ser una superficie de transmisión, así que se recomienda pelarla y cortarla antes de servirla. En países como Dinamarca además de instaurar los ‘tupper’ desde casa han implantado picnic individuales ofrecidos por la escuela.

Otro de los elementos que desaparecen del comedor, quizás más habitual en institutos, es el microondas. La manilla del microondas se considera un punto crítico de transmisión así que se evitará su uso por los alumnos, al igual que lo recomienda el protocolo francés.

Las bandejas y el comedor deben ser desinfectados y limpiados después de cada turno de comida y la estancia debe ser ventilada. Para limpiar deberán utilizarse los productos de limpieza virucidas recomendados por el Ministerio de Sanidad.

 

Fuente: El País.

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Poner los cuidados en el centro del debate político, poder estar presentes y cuidar pausadamente sin poner en riesgo la economía familiar y la supervivencia económica. ¿Una utopía o una exigencia clamorosa que debemos hacer al Estado? ¿Puede transformar ese cambio la vida de las familias y de todas aquellas personas que necesitan ser cuidadas?

Ha tenido que llegar un virus, confinarnos en nuestras casas a trabajar con nuestros hijos e hijas y amenazar con extender sine die esta situación que pensábamos provisional para que de repente la conciliación conquiste elevados titulares en los medios de comunicación y nuestras conversaciones. Pero oh, sorpresa, la conciliación no existe. Eso que llamamos de forma vaga e imprecisa conciliación es, en realidad, un batiburrillo de elecciones fabricadas con un conglomerado viscoso de expectativas, redes, circunstancias personales y condiciones materiales y económicas. Son las abuelas y abuelos, las escuelas infantiles, las madres de día y la amiga que un día te salva para recoger a tus hijos porque no llegas los que dibujan el trampantojo de la conciliación. Y parecía que con eso nos bastaba, pero ahora le estamos viendo las carencias a semejante masa porque el coronavirus, parafraseando a José Saramago, nos ha demostrado que ante esta realidad éramos “ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”.

Llevamos seis años trabajando con nuestros hijos en casa. Cualquiera diría que entrenábamos para lo que estaba por venir. Primero, tres con la mayor. Luego, tres con el pequeño. Ninguno ha ido a la escuela infantil. Tampoco hemos tenido familiares cerca que aligeraran el peso de los cuidados. Con nuestros hijos hemos trabajado, asistido a reuniones e incluso hemos dado charlas con ellos en el regazo. Hoy nos produce espanto pensar que 24 horas después de nacer nuestro segundo hijo estábamos con él en brazos y frente al ordenador terminando encargos pendientes. Qué injusto que con él no hayamos podido ni siquiera disfrutar de las migajas miserables que ofrecen los permisos de maternidad y paternidad en España. Hemos robado horas a los días y a las noches por encima de nuestras posibilidades. También se las hemos quitado a nuestros hijos. Y a nosotros. Nuestra logística familiar ha adquirido un significado tragicómico, la verdad. En estos años nos hemos reído de lo absurdo y nos hemos quejado –y nos quejamos– mucho. Son quejas rellenas de culpa, de vergüenza, la que nos produce pensar en nuestro lugar privilegiado: estamos donde queríamos estar. Impresiona la ambivalencia que se concentra una sola frase: Trabajar en casa con los niños.

Son las abuelas y abuelos, las escuelas infantiles, las madres de día y la amiga que un día te salva para recoger a tus hijos porque no llegas los que dibujan el trampantojo de la conciliación

De todas formas, no hubiésemos sabido hacerlo de otra manera porque cuando nació nuestra hija mayor, en 2013, nos dimos cuenta de lo que decía la escritora Nuria Labari en un artículo reciente: que lo que hasta el mundo anterior a la covid-19 veíamos como normal (un trabajo tipo de 9:00 a 18:00 horas, con cero flexibilidad, obligándonos a ir todos los días a una oficina y a chuparnos atascos y horas de transporte público) era realmente una anormalidad y que nosotros, siendo parte de ese engranaje y sin ningún espíritu crítico sobre el mismo, “nos comportábamos muchas veces como verdaderos anormales”.

La conciliación familiar: un oxímoron

Dice el diccionario de la RAE del término conciliar: “Hacer compatibles dos o más cosas”. He aquí un ejemplo de oxímoron: cuidar trabajando. La conciliación no existe porque no se pueden hacer a la vez dos cosas que demandan tanto de nosotros como un empleo remunerado y los cuidados. Cuidar es algo mucho más complejo y demandante de lo que parece. Ya lo dejó por escrito Jane Lazarre en 1976 en las páginas de El nudo materno: “La energía humana es finita; tanto la energía mental como la física deben utilizarse con discreción, sabiduría y respeto. Vistas las exigencias que han de cubrir todos los padres de niños pequeños, ¿pretendes conseguir algo más que un compromiso superficial con los otros terrenos de la vida?”.

Sobrevivir al caos –sobre todo en los primeros años– de la crianza es casi imposible sin tener que hacer elecciones que no siempre son fáciles. Aceptamos que, con casi toda certeza, dependiendo de nuestra elección, una parte (la laboral o la de los cuidados) va a verse mermada. Y muchas veces ni siquiera hay un margen para la elección o, cómo escribía Carmen Martín Gaite en Lo raro es vivir, resulta que una elección nos empuja a otra y acabamos metidos en “un pasillo que se va ensombreciendo con puertas al fondo por las que también hay que pasar, cada vez más estrechas y perentorias”. Entonces solo queda la sumisión a la situación a la que nuestras circunstancias nos confinan.

Qué palabra: confinar. Es curioso que ahora, con el confinamiento, toda esta realidad se esté haciendo más visible. Era necesario. Urgente. Nosotros nos preguntamos a menudo si esta crisis va a poner (por fin) en valor el trabajo de lo reproductivo, de los cuidados. No parece fácil mientras no se acepte lo absurdo del término conciliación.

Es cierto que se pueden tomar medidas que suavicen la situación: horarios flexibles; trabajo y remuneración por objetivos y no por tiempo sentado en una silla. Y una apuesta por el teletrabajo, por supuesto, como reclamaba Nuria Labari en el artículo antes mencionado, pero no en las condiciones actuales. Según datos de NordVPN recogidos por Bloomberg, en Francia, España y el Reino Unido, la jornada laboral se ha extendido dos horas adicionales en las empresas en las que se ha instaurado el teletrabajo. No solo eso, según datos del gestor de correo electrónico Superhuman, el pico de envío de correos electrónicos se ha adelantado una hora, hasta las 9:00 am. Otro proveedor de VPN, Surfshark, completa el desolador panorama al afirmar que se están viendo picos en el uso desde la medianoche hasta las 3 de la madrugada que no estaban presentes antes del brote de Covid-19.

Porque, ¿se puede llamar teletrabajar a esto que estamos haciendo? Rotundamente no. Lo que estamos haciendo es un “ejercicio de supervivencia”. Nos pasamos el día con el ordenador encendido, buscando momentos para sentarnos delante de él sin que nuestros hijos nos pidan agua, leche, manzana, que les ayudemos a montar un Lego o que les dibujemos el vigésimo coche del día. Trabajar en casa con niños borra por completo la línea entre lo laboral y todo lo demás. Es el devenir constante de tareas infinitas. Es la antítesis de lo que significa conciliar.

Discursos centrados en la productividad

Las familias denuncian, con razón, la desprotección que están sintiendo. El silencio atronador de empresas e instituciones. Durante mucho tiempo, el relato que se ha ido construyendo sobre la conciliación se ha asentado en la banalización y la privatización de los cuidados y en el valor de la productividad. Ahí está el mantra del ‘Yo no renuncio’ que, en realidad, esconde un rasgo de la antigua anormalidad: la prevalencia por encima de todo de la productividad, de la ambición, dos valores antagónicos de los cuidados. Está claro a qué damos más valor como sociedad.

Y ahí está también cómo hemos centrado todas nuestras reivindicaciones en materia de conciliación en la igualdad de los permisos de maternidad y paternidad, que parecía que iban a poner fin a todas nuestras cuitas. Nos estaban señalando la luna y nos quedamos mirando el dedo. Y vaya por delante que está muy bien que los padres también tengan 16 semanas para cuidar a sus hijos e hijas, pero estaría mejor que las familias dispusiesen al menos del primer año de vida de sus criaturas para dedicárselo a ellas si así lo desean, por ejemplo. En la situación actual a los cuatro meses nos quedamos sin escudo, obligados a elegir (otra vez a elegir) entre dejar a nuestro retoño a cargo de los abuelos, en una guardería o renunciar a parte o a todo nuestro salario. Deberíamos exigir que se garantice el derecho de los niños y niñas a ser cuidados por sus padres y madres con garantías. Defender que el Estado invierta parte de su presupuesto en preservar un pilar que lo sostiene: los cuidados.

Las familias denuncian, con razón, la desprotección que están sintiendo. El silencio atronador de empresas e instituciones

En todos esos discursos centrados en lo profesional (en el ascenso laboral, en los puestos de responsabilidad) se echan en falta otras realidades. Aquellas que se sitúan en los márgenes de esas ambiciones y esos contextos socioeconómicos privilegiados. Además de PETRA o MATER. Observatori de les maternitats i paternitats contemporànies, ¿qué otros espacios de reflexión y acción encontramos sobre la crianza desde una mirada no productiva? En un artículo publicado recientemente, la periodista Patricia Gosálvez dejaba una reflexión que define precisamente todo esto: «Estos meses la pregunta “¿qué tal estás conciliando?”, significa ¿te dejan trabajar los niños? Pero la conciliación es justo lo contrario; que el trabajo te permita cuidar a quienes dependen de ti». Los cuidados por delante, porque la maternidad y la paternidad son para toda la vida, pero es durante los primeros años de crianza cuando la demanda que nos exige a cada uno de nosotros es aún mayor. En los cuidados no hay tiempo muerto, ni botón de pausa, ni fin de semana, ni vacaciones pagadas. Además de nuestras propias necesidades tenemos que cubrir las de otra persona que depende de nosotros, de nuestra presencia y disponibilidad. Las 24 horas al día, los 365 días del año.

Pese a la fortuna de no tener que salir de casa cada mañana hacia una oficina no sentimos que a lo que hacemos se le pueda llamar conciliación. Podemos llamarle malabares o supervivencia. Las experiencias de la maternidad y la paternidad, tal y como las vivimos en la actualidad, también tienen mucho de eso, de supervivencia. Al final, si hay algo que hemos sacado en claro es que si estás metido en la rueda de la producción, da igual si dentro o fuera de casa, no puedes estar cuidando a la vez.

Y si quieres cuidar porque no puedes o no deseas delegar, pero a su vez no puedes prescindir de un trabajo remunerado, solo queda hacerle trampas al sistema e ingeniártelas para seguir trabajando a distancia o por tu cuenta para que entre un sueldo en casa sin tener que elegir entre comer o tu familia. De nuevo el trampantojo de la conciliación que con su dibujo oculta la desesperación y el agotamiento por querer llegar a todo. Y llegar bien. La maternidad es agotamiento y ambivalencia. “Un confinamiento eterno”, como la define con acierto la escritora mexicana Brenda Navarro. Las preguntas caen, como caen las fichas de un dominó: ¿Precariedad laboral? ¿Ausencia de redes? ¿Deseo de estar presente? ¿Derecho a la queja? La respuesta social de siempre flotando en el ambiente: «No haber tenido hijos».

 

Fuente: El País