Durante mucho tiempo, cursar estudios universitarios en Educación Física implicó casi necesariamente la existencia de una vocación docente a desarrollar en un centro de Primaria o Secundaria. Pero la creciente profesionalización de la industria deportiva, así como la transformación digital (acelerada con motivo de la pandemia) y la reforma de la enseñanza que supuso la implantación del plan Bolonia a comienzos de siglo, han abierto progresivamente la puerta a nuevas vías laborales relacionadas con campos como la salud, la gestión deportiva, la innovación tecnológica o el emprendimiento. ¿Qué opciones hay entonces para desarrollar una carrera profesional vinculada al deporte?

Las posibilidades varían dependiendo de la formación académica elegida para llegar al mercado laboral, ya sea la universitaria, la de Formación Profesional de grado medio o superior o las titulaciones propias impartidas por las distintas federaciones deportivas. “La enseñanza de la Educación Física en España ha cambiado bastante desde aquella gimnasia que recibíamos cuando éramos pequeños en el colegio”, recuerda Vicente Gómez, decano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, “porque, para empezar, la propia legislación tampoco exigía una formación superior, y el profesor podía ser alguien que tuviera una titulación de monitor en un deporte”.

deporte

La entrada del plan Bolonia en el año 2000 supuso un cambio de metodologías que puso progresivamente el foco en la adquisición de competencias y en una mayor optatividad, con nuevas asignaturas vinculadas al ámbito científico y tecnológico a través de cinco especialidades distintas: el alto rendimiento (llevar equipos a nivel olímpico, nacional e internacional en el ámbito del deporte); la salud (para ayudar a mejorar la calidad de vida de la sociedad, a través de la actividad física); la gestión deportiva (tanto en lo que respecta a la organización de eventos como de instalaciones deportivas); la recreación y la docencia.

Entre ellas, y más allá de la enseñanza, es la rama de Salud la que a juicio de Gómez tiene un futuro más prometedor. Ello es debido a la necesidad de mejorar la calidad de vida de la sociedad a través de la actividad física y bajo control de un profesional, “lo que a su vez tiene beneficios a nivel sanitario (pues puede reducir el consumo de fármacos y el gasto que conlleva), de reducción de la obesidad infantil (en la Comunidad de Madrid se ha aprobado la tercera hora de Educación Física en la ESO, fomentando la adquisición de hábitos deportivos perdurables) y a nivel sociológico y psicológico (mejorando la sociabilidad y la cooperación)”. Una formación de segundo ciclo que incluye contenidos relacionados con la nutrición, la fisiología del ejercicio, la anatomía o la biomecánica. Los beneficios son además especialmente relevantes cuando se tiene en cuenta el impacto negativo de la pandemia en esos hábitos y en la salud física y psicológica de la ciudadanía.

Solapamiento de competencias

Esa mayor diversificación de oportunidades laborales ha provocado no obstante roces con otros colectivos profesionales como el de los fisioterapeutas, debido a lo que Gómez considera un “solapamiento de competencias y contenidos” entre las distintas titulaciones universitarias (con sus grados y másteres de especialización), de Formación Profesional (como el de Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas y el de Conducción de Actividades Físico-Deportivas en el Medio Natural, de grado medio), así como los técnicos deportivos de nivel 1, 2 y 3 del Consejo Superior de Deportes y de las propias federaciones.

Otra posibilidad es la de empezar con titulaciones de grado medio o superior en la FP para, a continuación, continuar formándose en el grado universitario en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. “De los 220 estudiantes anuales de primer ingreso que recibimos cada año, el 30 o el 35 % ya proviene de esa Formación Profesional, mucho más que en años anteriores”, explica Gómez. “Eso significa que nos llegan estudiantes dos años más maduros y con una titulación que les permite ya trabajar, y que tienen mucho más claro lo que quieren que el alumno que acaba de terminar Bachillerato y ha superado su selectividad correspondiente”.

A la hora de optar por un máster, es conveniente también comprobar la existencia de acuerdos con otras facultades que posibiliten el desarrollo de ciertas especializaciones, como es el caso del máster universitario en Ingeniería Alimentaria Aplicada a la Salud de la Universidad Politécnica de Madrid en colaboración con la ETUI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas; o el máster universitario de Ingenieria Biomédica en la misma universidad y con la ETSI de Telecomunicaciones.

LaLiga y la gestión deportiva

Independientemente de los efectos de la pandemia, lo cierto es que la gente cada vez invierte más tiempo y dinero en su cuidado y en su bienestar físico y mental. Y esto precisamente ha hecho que se revalorice todo lo relacionado con la actividad física y deportiva: “Se trata de una industria que genera mucho valor en España (aproximadamente el 1,87 % del PIB), que ha crecido mucho en los últimos años pero que no es ni un 20 % de lo que va a crecer en los próximos 10”, asegura José Moya, director de LaLiga Business School, que acaba de lanzar un International MBA in Sports and Entertainment Management. “Y no se trata solo del deporte profesional sino también del amateur: es una industria que está presente en muchos niveles, que se está profesionalizando a pasos agigantados y que va a generar muchísimas oportunidades laborales”.

Para Moya, este crecimiento se hace notar no solamente en temas de marketing, sino de organización de eventos, control económico, derecho deportivo e innovación y digitalización: “La industria del deporte necesita profesionales con esa pasión y que estén preparados para afrontar todos los retos de crecimiento que vienen”. El MBA de LaLiga, que cuesta 28.500 € y que arrancará el próximo mes de noviembre con una oferta reducida de 20 plazas, está orientado tanto a candidatos que ya trabajen en la industria del deporte como fuera de ella, a la vez que quiere contribuir “a aumentar la presencia y la visibilidad de la mujer en las posiciones de mando y responsabilidad en las industrias del deporte y el entretenimiento”.

A lo largo de nueve meses, los alumnos recibirán atención personalizada y una formación dividida en seis módulos con casos prácticos de LaLiga y sus 42 clubes, que incluirá contenidos relacionados con la gestión deportiva; las nuevas tendencias en el área de marketing y la generación de contenidos y el entretenimiento (para fidelizar a los seguidores); la organización de grandes eventos deportivos (no solo a nivel organizativo sino también su importancia a nivel de imagen y de cómo puede impactar en el territorio en el que se realice); otro sobre tecnología y uno final sobre innovación y emprendimiento.

¿Es fácil emprender?

Otra opción para incorporarse al mercado laboral es optar por hacerlo al mando de una empresa propia, como fue el caso de Diego Moya, licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad de Valencia y fundador de Entrenarme y Spacefit, adquiridas en 2019 por Jeff. La suya es una historia de éxito a pesar de las circunstancias: “Sinceramente creo que queda mucho por hacer; en las universidades no se da formación de empresa a los perfiles técnicos ni se fomenta el emprendimiento; aún se orienta demasiado al perfil ejecutor y poco hacia el perfil estratega y de planificación que se necesita para emprender”.

A nivel internacional, asegura, estamos muy por detrás de países como Francia, Alemania, el Reino Unido o Finlandia. “Y si queremos competir con ellos, necesitamos una mayor capacidad de conseguir financiación para crecer, mayor acceso al talento y un mejor sistema fiscal para los inversores que confíen en la innovación”. “Los emprendedores son los que marcan que un país sea rico o pobre, y estar en la vanguardia de la tecnología hace que seas competitivo. Hay que apoyar al emprendedor creando un ecosistema en el que él o ella puedan desarrollarse profesional y empresarialmente”, añade.

Funete: El país

6 hábitos que tu hijo debe adquirir antes de convertirse en adolescente. Los hijos crecen a un ritmo vertiginoso y casi sin darte cuenta llegan a la adolescencia. Pero todo lo que ocurre antes en su vida marcará esta etapa llena de cambios hormonales. Es por eso que antes de que tu hijo/a llegue a esta edad es necesario que hayas inculcado en él algunos hábitos para que cuando llegue la adolescencia se mantengan y además, perduren.

Cuando un niño se convierte en adolescente el tiempo que se pasa junto a él es bastante más limitado por lo que la influencia de padres a hijos se puede ver disminuida. Pero, si construyes algunos hábitos antes de que lleguen a esta edad, tu influencia servirá exactamente igual que cuando eran más pequeños y además, estarás creando una relación positiva con tu hijo/a adolescente.

6 hábitos que tu hijo debe adquirir antes de convertirse en adolescente

1. Cenar en familia

El tiempo de comer o cenar en familia es muy importante para cuidar el núcleo familiar. En estos momentos se puede compartir tiempo y ofrecer toda tu atención sobre tus hijos. Establecer el hábito de comer o cenar todos juntos cada día es importante para que todos estéis bien conectados y así cuando llegue la adolescencia, seguirán haciéndolo como una parte normal de sus vidas.

2. Guarda tu teléfono en las comidas y en el coche

Mirar el teléfono o las redes sociales mientras se está comiendo en la mesa compartiendo tiempo en familia es de muy mala educación, además de desagradable para tus hijos. Haciéndolo en el coche mientras conduces además es peligroso para tu vida y para la de tus hijos ya que las distracciones al volante pueden resultar fatales y sufrir un accidente.

Si haces esto tus hijos imitarán tu comportamiento y es un hábito que debes eliminar para que tus hijos no lo imiten. Los momentos de la mesa y del coche son momentos de conversación en familia y deben ser priorizados ante todo.

hijo adolescente

3. Tiempo para conversar

Cuando se trata de adolescentes el mayor desafío es captar su atención y más cuando años atrás ellos intentaban captar la tuya pero no había manera: aprendieron a ignorar. Es necesario que como padre o madre tengas el hábito de escuchar y hablar con tus hijos cada día y de preguntar cómo ha ido el día que han vivido. Cuando tu hijo adulto te llame cada semana para contarte cómo está, agradecerás el esfuerzo invertido años atrás. 

4. Contacto físico

Para afianzar un vínculo afectivo es necesario tener contacto físico. Se necesitan 4 abrazos al día para sobrevivir, ocho abrazos al día para mantenerse y 12 para crecer. Los adolescentes crecen de muchas maneras pero en ocasiones se olvidan de ser agradables y cariñosos. Cuando los niños llegan a la preadolescencia y se ha inculcado el hábito de los abrazos, se podrán mantener el contacto físico posteriormente. Quizá en la adolescencia sea tocar el pelo o hacer cosquillas… Pero el contacto físico no deberá decaer. 

5. Comprender sus intereses

Es importante comprender y respetar sus intereses y saber de qué tratan poder mantener una conversación con ellos. Las cosas que les interesan puede que sea algo aburrido para ti, pero si es importante para ellos, también debe serlo para ti. Por eso, es necesario que estés dispuesto/a a entender lo que es importante para ellos y estar al tanto para saber de qué trata exactamente. 

6. Que fracasen o tengan éxito

Cuando pasa la etapa de ‘supervivencia’, es importante que los padres empiecen a dejar espacio a sus hijos para que empiecen a probar cosas por su cuenta. De esta manera, cuando llegue el momento de dejarles marchar, tendrán práctica suficiente para ser capaces de hacer cualquier cosa por su cuenta, sabiendo que de los errores se aprende y que es necesario pasar por ellos para llegar al éxito.

Fuente:etapainfantil.com

Gary Burnison es un trabajador de recursos humanos con una experiencia de 20 años en la profesión. En todo este tiempo ha entrevistado a miles de candidatos y ha visto un número igual de currículos. Los resúmenes laborales de los candidatos que pasaron por su manos fueron de todo tipo: largos, cortos, aburridos y con formatos de toda índole… lo que le da la potestad para desvelar cuál fue el mejor y por qué.

Este trabajador cuenta en ‘CNBC’ que el mejor CV que vio en su vida no tenía ningún truco especial, pertenecía a un candidato que no había trabajado en ninguna de las 500 mejores empresas de EEUU y cuando se doblaba no daba lugar a un avión de papel o alguna forma por el estilo. Burnison contrató a la persona que lo presentó y su CV era de la siguiente manera: 1. Era fácil de leer

Tener buena redacción

El CV de dos folios estaba perfectamente organizado, con amplios espacios en blanco, los nombres de las empresas en negrita, los títulos en cursiva y los detalles de cada trabajo en guiones. La fuente no estaba “adornada”. Esta siempre debe ser “simple y fácil de leer”. 2. Contaba una historia

Deberíamos tener más tiempos libres para leer. / Pexels

La trayectoria profesional del candidato estaba explicada cronológicamente de forma clara. “En solo unos segundos fui capaz de ver un patrón de ascenso en su carrera profesional”, explica. 3. Hablaba de logros más que de puestos de trabajo

Fotografía de Vanessa Ogden Moss, millonaria desde el salón de su casa.

“Lo que realmente quiere saber el empleador es si el candidato está por encima de la media y es capaz de dar resultados cuantitativos”. Por ello, en el CV es mejor poner “expandí las operaciones a ocho nuevos países” que “expansión de operaciones a mercados internacionales”. 4. Decía la verdad

Fotografía mentira y verdad

Todos era creíble y los números no eran exagerados. Asimismo, el hecho de que el CV incluyese un link a su perfil de LinkedIn y a su página web personal permitió a Burnison hacer un ‘fact-check’ rápido al currículo.
5. No incluía tópicos

Escribir

En el documento no se decía que el candidato era creativo, responsable y un buen trabajador en equipo. Estos términos hacen que los empleadores dejen de prestar atención. Burnison recomienda evitarlos y optar por verbos junto con experiencias personales: “presenté proyectos cara a cara con clientes y hablé en público en eventos de la facultad” mejor que “excelente comunicador”. 6. Venía recomendado

Fotografía de reunión de trabajo

No es fácil tener un contacto en la empresas de nuestros sueños, pero si el CV de una persona viene recomendado por un conocido o por un trabajador de la firma, el empleador no solo lo abrirá, sino que lo verá con mejores ojos. “Enviar el CV a todas partes no sirve de nada. Me llegan docenas de currículos de gente que no conozco cada día y la mayoría de ellos no se abren. Intenta conseguir una conexión con alguien, aunque sea el amigo de un amigo”, concluye.

https://www.lainformacion.com/management/oferta-empleo-mejor-cv-reclutador-entrevista-trabajo/6505110/?utm_source=facebook.com&utm_medium=smm&utm_campaign=noticias

Mucho se habla de las dificultades que entraña la etapa adolescente, de lo dura que resulta para los chicos y chicas y para sus familias, de lo importante que es estar cerca de ellos, no perderles la pista, de lo complicadas que se pueden poner las cosas, del ambiente a veces irrespirable en los hogares… Pero poco se habla, sin embargo de manera constructiva sobre este tema, más allá de que los padres y madres debemos mostrarnos comunicativos y ser el faro al que acudan cuando se sientan perdidos, o el ancla que evite que vayan a la deriva, sin embargo esto resulta complicado a veces, ya que la mayoría de los acercamientos no suelen ser certeros, y acaban con un: “¡mamá, que estoy ocupado!” o, “¡no ves que estoy en videollamada con mis amigas! ¡Qué pesada!”

Lo que os voy a proponer para tender puentes hacia ese nuevo ser que habita en nuestra casa con gustos extraños, y maneras de divertirse insólitas para nosotros los boomers (carrozas), como ellos nos llaman, es un tanto arriesgado, y requerirá no de poca mano izquierda por nuestra parte porque tampoco queremos que nos cataloguen de plastas… Aunque no es lo mismo que nos digan: “mamá, no seas plasta”, a que nos lo digan con una medio sonrisilla disimulada porque en el fondo les ha hecho gracia la manera que hemos tenido de acercarnos y, además, les ha hecho hasta ilusión que les hablemos en su lenguaje y a través de sus canales de comunicación.

Las escenas domésticas de Nachter

Sí, padres y madres, os propongo hacer lo que decía Rambo: “Si quieres sobrevivir a la guerra, conviértete en guerra”. Fuera de bromas porque realmente no estamos realmente en una contienda, sino que, aunque a veces no lo parezca, todos estamos en el mismo barco, a mí me está funcionando últimamente con mis hijos interesarme por los contenidos que consumen en redes sociales. Y os puedo asegurar que hay algunos realmente buenos y otros que incluso nos han ayudado a conectar entre nosotros.Thanks for watching!PUBLICIDAD 

Tal es el caso del tiktoker y humorista @nachter, que con su recreación de escenas cotidianas de una familia con tres hijos con una madre que reúne todos los tópicos de las madres llevados a veces al extremo, chancla en mano y boatiné incluidas, logra evidenciar situaciones a veces vividas recientemente en casa donde nos vemos identificados cada uno con su correspondiente personaje, nos sirve de crítica por ver la escena desde fuera llevada al absurdo, y acaba en unas risas y miradas cómplices que a veces quieren decir: “Mamá, no me gusta que me hables como la madre de Nachter”.

Los misterios del Fortnite

Otra cosa que derribó una barrera importante entre nosotros fue cuando me inte-resé por sus videojuegos favoritos. Ciertamente los tengo bastante atragantados, ya que se pueden pasar las horas muertas con ellos, y mi actitud siempre había sido mostrar un rechazo frontal. Hasta que me empeñé en entender el Fortnite, que es una verdadera, no digo moda, sino cultura para ellos. Me senté con mi hijo una tarde y me explicó todo con tanta paciencia como ilusión por sentirse escuchado y considerado por su madre. Confieso que me sigue sin gustar, pero por lo menos ahora entiendo los motivos del enganche que provoca este juego en los más jóvenes, y puedo ser más justa a la hora de poner los límites y horarios para jugar; No debemos olvidar que para ellos estos juegos on line son una forma de socializar con sus iguales muy necesaria, y más en tiempos de pandemia en los que han permanecido cruelmente en sus habitaciones sin salir a la calle durante meses.

Descubriendo el mundo Gamer

Tampoco entendía yo qué era exactamente un gamer y la veneración que sienten hacia estos streamers nuestros adolescentes hasta que vi el documental de Willyrex , uno de los pioneros en España en el arte de jugar a videojuegos mientras graba la partida para subirla a YouTube, donde millones de seguidores esperan ansiosos verla y aprender del experto jugador. La verdad es que Wilyrex me sorprendió para bien. Vi en él un verdadero currante para el que la cultura del trabajo y las cosas bien hechas han sido la clave de su éxito; logró convertir su pasión de jugar a videojuegos en su medio de vida, y ¡ahora es padre de familia!

En ese documental también conocí a aquellos que tantas veces había oído nombrar y sin embargo no ponía cara: el Rubius, Vegetta, Fargan, Alexby o Ibai.

La monja Tiktokera

Pero sin duda uno de los momentos en los que más ilusión me hizo conectar con ellos fue cuando me mandaron un video de @Xisquia, la monja Tiktokera o, como yo la llamo desde que la descubrí ya hace 10 años en nuestros inicios en Twitter, “La monja del Futuro”, por ser pionera en el uso de las redes sociales para la evangelización, llegando a personas de todo el mundo y de todas las edades incluidos adolescentes y jóvenes. “La conozco” desde que erais pequeños”, les dije, y los ojos se les abrieron como platos: “¡Mamá. Pero si tiene 450.000 seguidores en tiktok!”, lo que me hizo convertirme fugazmente en una madre más guay (o como se diga actualmente).

Cocinemos juntos

Otra de las maneras curiosas de estrechar lazos con nuestra generación de adolescentes son las recetas de cocina que, como @valenchaitmgm suben a diario miles de tiktokers e instagramers. Unas más saludables, otras menos, pero que suelen generar un ansia irrefrenable de ponerse manos a la obra, lo cual se presta a que nuestros chicos y chicas nos pidan ayuda para adquirir cierto ingrediente que les falta o para manejar el horno. En definitiva, a que surjan puntos de encuentro en un ambiente distendido y provocado por ellos, donde se sienten cómodos y que puede dar lugar a charlas, confidencias que, si tenemos suerte, nos permitirán dar algún que otro consejo que quizá sigan, quizá no.

*María Sánchez creadora del blog madrescabreadas.com

España aprueba su primera ley integral para proteger a los niños frente a la violencia.

El respaldo de los grupos ha sido prácticamente unánime. El Congreso de los Diputados ha aprobado este jueves la ley orgánica que protege a los niños y adolescentes frente a la violencia, cuatro años después de que esta misma Cámara instara al Ejecutivo a legislar de forma urgente. Es la primera norma integral en este ámbito en España y sitúa al país a la vanguardia internacional a nivel legislativo. El texto ha salido adelante por 297 votos a favor, 52 en contra y ninguna abstención.Solo Vox ha manifestado su rechazo, por considerar que es contraria a la familia.

A primera hora, unos carteles azules con letras impresas reposaban sobre los peldaños de las puertas del Congreso. “La infancia por ley”, se leía. Justo enfrente, Save the Children y la Plataforma de Infancia también habían colocado un panel para recoger el sentir de la gente ante la aprobación de la norma. “Escuchemos su voz”, “Ya era hora”, rezaban algunos mensajes.

La violencia contra los niños está invisibilizada, no hay suficientes datos que permitan hacer una radiografía exhaustiva. Pero los pocos que hay reflejan una realidad preocupante. En 2019 hubo más de 40.000 delitos contra menores, según datos del Ministerio del Interior a raíz de las denuncias y actuaciones policiales. Cerca de la mitad de los cometidos contra la libertad sexual tuvieron a un niño o un adolescente como víctima. Pero estos son solo los casos que salen a la luz, porque en muchas ocasiones no se denuncia. Y, cuando se hace, los procesos judiciales se eternizan y los menores a veces se ven obligados a declarar hasta en cuatro ocasiones, reviviendo una y otra vez lo sucedido.

La norma trata de evitar esta revictimización y establece la prueba preconstituida para los menores de 14 años, es decir, que solo deberán declarar una vez durante el proceso judicial, en la fase de instrucción, cuando se les grabará. La ley, que entrará en vigor 20 días después de su publicación en el Boletín Oficial del Estado, también amplía el plazo de prescripción de los abusos sexuales contra niños y adolescentes, por lo que el tiempo para denunciar comenzará a contar cuando las víctimas cumplan 35 años, frente a los 18 actuales. Como mínimo, no prescribiránhasta que tengan 40 años, y en los casos más graves hasta los 55, un tiempo vital para que las víctimas puedan procesar lo ocurrido y se atrevan a dar el paso de acudir a la justicia. Asimismo, la ley refuerza el derecho de los niños a ser escuchados y la formación de los profesionales que tratan con ellos, además de que obliga a instaurar protocolos específicos en los colegios, los establecimientos deportivos y de ocio y los centros de menores. Y da un mandato al Gobierno para que en el plazo de un año apruebe un proyecto por el que se creen juzgados y fiscalías especializadas en violencia contra la infancia.

El grueso de las medidas fueron aprobadas ya a mediados de abril en el Congreso, pero este jueves la Cámara baja ha dado el visto bueno a los cambios introducidos la semana pasada en el Senado, entre los que destaca la prohibición de los desnudos en las pruebas para determinar la edad de los menores inmigrantes que llegan solos a España y una enmienda que reconoce las competencias autonómicas y que ha variado el sentido del voto de los partidos nacionalistas que en la primera votación en el Congreso se posicionaron en contra (PNV) o se abstuvieron (EH-Bildu o Junts per Catalunya). Este jueves han votado a favor, reforzando así el consenso alcanzado durante la primera votación en la Cámara baja.

Un antes y un después

La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha afirmado este jueves que “esta ley va a marcar un antes y un después en la protección a la infancia y la adolescencia en nuestro país”. Belarra ha señalado que su principal éxito debe ser “la promoción de un cambio cultural que implique un rechazo unánime e inequívoco de toda la ciudadanía a cualquier forma de violencia” contra los niños. Como en su día lo fue la ley de violencia de género. Durante su intervención, la ministra se ha comprometido a “desplegar al máximo las posibilidades de esta norma”, ha asegurado que la memoria económica ya contempla más de 70 millones de euros para ello y ha dado las gracias, como también lo han hecho los portavoces de la mayoría de grupos parlamentarios, a las organizaciones de infancia. En especial, Belarra ha agradecido su labor a James Rhodes, quien sufrió abusos en la infancia y por cuyo nombre también es conocida la norma (ley Rhodes). El pianista, que ha hecho campaña junto a las entidades sociales, celebra este jueves que “los niños estarán ahora más seguros y mejor protegidos que nunca”, aunque para él ya sea tarde. Considera, eso sí, que el tiempo que ha tardado en ver la luz ha sido “imperdonablemente largo”.

Durante el debate, el consenso solo lo ha roto Vox. La diputada Teresa López ha llamado a esta norma la “ley Herodes”. “La tarea de arropar y educar a los niños es de los padres. Y ahora quieren eliminar el vínculo biológico entre padres e hijos para destruir la más bonita institución: la familia”, ha dicho. “Sus leyes son atroces”, ha afirmado la parlamentaria, que también ha usado este término para referirse a la “invasión de Ceuta” por parte de Marruecos, “que ha jugado con vidas humanas” y ha “utilizado a menores”. La situación en la ciudad autónoma, especialmente “las terribles imágenes” que han llegado de niños y adolescentes, también fue mencionada con preocupación por diputados como Mertxe Aizpurua (EH-Bildu), Mariona Illamola (Junts per Catalunya), María Carvalho (ERC) y Omar Anguita (PSOE), quien trasladó su apoyo a la voluntaria de Cruz Roja que ha sufrido “ataques de odio” tras abrazar a un inmigrante que había llegado a la playa del Tarajal.

La parlamentaria del PP María de la O Redondo ha defendido, sin nombrar a Vox, “que la familia es fundamental en la ley”, y ha reclamado recursos para desarrollar la norma. La diputada de Ciudadanos Sara Giménez ha destacado que la norma es un “punto de partida”. Algo en lo que coinciden las organizaciones de infancia. “El trabajo empieza ahora”, sostiene Cristina Sanjuán, de Save the Children. Ricardo Ibarra, director de la Plataforma de Infancia, añade: “Estaremos vigilantes para que se cumplan los compromisos adquiridos”. Una idea que destaca al otro lado del teléfono Miguel Hurtado, primer denunciante de abusos en la abadía de Montserrat. Advierte del “riesgo de caer en el triunfalismo anticipado”, él quiere ver “cómo y cuándo se desarrollan las medidas previstas”, como la creación de juzgados especializados, y asegura que seguirá peleando por lograr la imprescriptibilidad de los abusos.

Este es también el objetivo de Gloria Viseras, exgimnasta olímpica que también sufrió abusos, de los 12 a los 15 años. A las puertas del Congreso, destaca el avance que supone la ampliación de los plazos de prescripción. “Si hubiera existido esta ley en 2012, cuando denuncié, habría podido poner a mi abusador ante un juez”, dice. A unos metros de ella, Alba Macías, de 27 años, pasea nerviosa. Ella sufrió violencia machista cuando tenía 16. “Estoy muy orgullosa porque vamos a conseguir que los niños estén más protegidos”, afirma. Y resume lo que está por venir: “Esto es solo el principio, todavía falta mucho para lograr sensibilizar a la sociedad”.

Fuente: El País.

MÓNICA MORÁN. Acaba de cumplir los 18 y define el móvil como una extensión más de su cuerpo. A pesar del calor no se quita la chaqueta de chándal. Mónica Morán es de León, ha venido a pasar el fin de semana a Madrid. Le cuelgan aros de las orejas, lleva un pendiente plateado en la lengua. Ha comido en un Burger King junto a la plaza Mayor con dos amigos de León y otro de Barcelona, cuya amistad se ha cimentado a través de las redes sociales. En el interior del local los cuatro estaban bastante inquietos porque hablaban de cosas que han vivido, y de las que tienen testimonio gráfico, pero allí no llegaba la cobertura así que cogían el móvil y agitaban el brazo, a ver si les entraba alguna barrita. Al salir, a Morán la frenan dos chicas y entre risas vergonzosas le piden hacerse un selfie. La noche anterior, la leonesa cruzó el umbral de los 700.000 seguidores en Instagram, que es algo así como la gran plaza virtual en la que coinciden millones de adolescentes. A ella suben fotos, vídeos y las llamadas instastories o historias a secas, que a menudo son pequeños fogonazos de sus vidas que desaparecen a las 24 horas. Como cuentan cosas en tiempo presente, a través de una de ellas me he enterado esta misma mañana de que Morán iba de camino a Madrid: aparecía ella en un tren, junto a sus amigos, con cara de dormidos y llamaradas en la cabeza.

Contacto a Morán por WhatsApp:

Conversación por Whatsapp

La cita es en el centro. Y enseguida Morán dice que este es su “primer verano como influencer”. Hace un año solo tenía su cuenta “privada” con unos 1.000 seguidores, lo habitual para alguien de su edad medianamente popular, “popu” en la jerga. En agosto de 2017, abrió una cuenta pública y empezó a colgar en ella vídeos que elaboraba en otra red social llamada Musical.ly, que se propaga entre menores como un tsunami. Los chavales graban en ella piezas breves similares a un videoclip: mueven los labios marcando las letras y se contonean con más o menos gracia. Morán suele acompañarse de trap y reguetón. Se graba sola o con amigos, compone transiciones imaginativas en la calle y en su casa, y baila al ritmo de temas provocativos, como este de Farruko, que supera las 600.000 reproducciones:

Para un novato resulta un misterio cómo se compone uno de estos vídeos. Muy pocos, fuera de la burbuja adolescente, conocen Musical.ly. Oí hablar por primera vez de esta red en un hogar de clase media ubicado al norte de Madrid. Aún era invierno.

QUEMANDO EL MÓVIL


Es un viernes de febrero, ocho y pico de la tarde, ruedan las coca-colas y las patatas fritas, hay una tele encendida con videojuegos ahí al fondo, donde se entretienen los hermanos mayores. Los padres se sientan en el sofá y en la mesa de la cocina se quedan los pequeños. Eva, Laura, Diego. Tienen 13, 14 y 15 años. Para romper el hielo, y explicar cómo usan el móvil, comienzan con “los fueguitos” de la red social Snapchat, que miden, según cuentan, el grado de amistad con una persona al otro lado. Una madre, antes de esfumarse, aporta: “Debe de ser interesante porque, a ver, Laura entre semana no tiene el móvil, porque si no no estudia. Y siempre me dice: ‘Mamá, por favor, déjamelo; es que tengo cinco fueguitos con no sé quién y los voy a perder”. La hija gruñe: “Es que no se pueden recuperar. Es muy difícil”. Otra madre añade: “Yo de esas cosas es que ni me entero”. Finalmente, los adultos se alejan y dejan que hablen sus hijos.

Eva y Laura han colocado su móvil sobre la mesa. Un Bq y un Samsung, táctiles, pantalla grande. Diego lo ha dejado en casa. La conversación transcurre a trompicones. No es fácil colarse en su mundo. Cuesta romper la burbuja, la barrera de la edad. Y hoy, en ese hermetismo, juega un papel clave el smartphone. Un territorio propio. Su adquisición marca, como un rito de paso, el fin de la infancia: a los 10 años, según el INE, tienen un móvil el 25% de la población; a los 14, un 93%. En esta era tecnológica se es adolescente en la medida en que uno dispone de teléfono conectado a la Red.

Los tres recuerdan con precisión la fecha en que lo recibieron:

—Cuando hice la primera comunión, en 2013.

—El pasado verano.

—El 23 de diciembre de 2015.

Si se les pregunta cuánto lo usan, no saben ni qué contestar: “Buf, no sé, ja, ja”. Los padres ponen restricciones o lo esconden. Los profesores lo prohíben y lo requisan. “Te ven con él y es como si estuvieras a punto de explotar una bomba nuclear”, según Diego. Los chavales tienen sus fórmulas para tratar de pasar más tiempo con el aparato, como irse en el recreo detrás de unos bambús. Hablar, en el sentido tradicional, apenas lo hacen. Pero sí se llaman, por ejemplo, cuando juegan a polis y cacos en el pueblo: “¡Es mucho mejor! Se vuelve un juego más de estrategia”. Lo que más usan, convienen, es Whats­App. Vale para una conversación íntima y para saber qué hay de deberes y estudiar en común y para pasar a toda velocidad las respuestas de un examen de una clase a otra y para que los padres sepan dónde andan y para enviar memes y chistes y test psicológicos. “Para hablar con amigos”, sería el resumen. Eva, que es la de 13 años, muestra el chat de su clase. Están 24 de 28 alumnos.

Facebook y Twitter, para ellos, han pasado de moda. Snapchat anda de capa caída. Ahora, dicen, despunta Musical.ly, que definen como “una especie de karaoke; ponen una música y tú tienes como que ir haciendo las cosas”. Diego reniega, porque no hay rock en esa red social. Para escuchar sus canciones favoritas en el móvil convierten vídeos de YouTube a MP3 y las reproducen con Google Play. Siguen a youtubers jóvenes como Paula Gonu, los hermanos Jaso, y Soy una pringada, la más contracultural de los tres, que saluda a sus 220.000 suscriptores maquillada como un cadáver.

A veces, Laura ve series en el teléfono mientras desayuna. O lo usa como un entrenador personal, para hacer tablas de ejercicios en casa. Los tres tienen algún juego en el móvil (de fútbol, de una bolita, de números). Y por encima de todo esto, en el pedestal, se encuentra Instagram. A Laura la siguen casi 700 personas; a Eva algo más de 300; a Diego poco más de 100. Sus perfiles están “candados”, es decir, solo se los puede seguir si ellos lo autorizan. Pero tanto Eva como Laura reconocen que tienen más cuentas. En una de ellas, en la que llaman “privada”, solo dan acceso a su círculo más cercano, y muestran en ella su cara más vulnerable. Los tres siguen a Cabronazi, con 3,5 millones de followers, que tratan de explicar: “Hace memes”, “tonterías”, y los tres se parten de risa. Laura dice que sigue a famosos, como las Kardashian. Y Diego asegura que usa Instagram para “informarse”, es decir, si un periódico al que sigue sube alguna foto, la mira. “No voy a estar bajando a buscarla”. De los tres, la más activa parece Laura, que añade una foto suya cada dos semanas: “Lo tengo programado así para que reciba los mismos likes que la anterior”. En ellas, suele posar mirando al infinito y con alguna frase impactante.

De la casa salgo con un chat compartido con los tres, autorizado por sus padres. Lo bautizo Quemando el móvil, le añado un icono de un teléfono ardiendo. Y a lo largo de cinco meses han ido compartiendo un poco de todo.

Un día, Laura envió un vídeo del youtuber Hamza Zaidi, un joven madrileño de origen marroquí. Y añadió: “Me sentí superidentificada”. Titulado Espionaje de chicas, en el clip Zaidi interpreta a una joven que llama a sus amigas porque su novio ha quedado para salir “de fiesta”; activan de inmediato un “código de espionaje” para comprobar si liga con otras: “Ok, tía, yo me dedico a espiarle los stories”, responde una, mientras otra se dedica “a ver si le da ‘me gusta’ a alguna zorra”.

Unas semanas después, sondeo en el chat sobre ese botón de me gusta y el efecto like:

Conversación por Whatsapp

Tras unos días, vibra el chat:

Conversación por Whatsapp

GENERACIÓN IPHONE


Sean Parker, el arrepentido expresidente de Facebook (compañía también dueña de WhatsApp e Instagram), habló en 2017 sobre ese botón de like. Confesó que surgió de las estrategias para tratar de “consumir el mayor tiempo posible de atención consciente de la gente”; que le daba a los usuarios “un pequeño golpe de dopamina” y de ese modo lograba “explotar una vulnerabilidad de la psique humana”. La validación social. Añadió: “Solo Dios sabe lo que le está haciendo a la mente de nuestros hijos”.

Esos hijos, los adolescentes de hoy, nacieron ya bajo el influjo del móvil. La mayoría de los entrevistados para este reportaje, de entre 13 y 19 años, distinguen en sus primeros recuerdos a los adultos con un apéndice en la mano. El primer teléfono que se le viene a la mente a una de 16 es el Nokia que le dejó su madre para jugar a la serpiente en un restaurante (probablemente para que no diera la lata). Tomaron potitos entre SMS, se desarrollaron a la vez que el 3G, se curtieron en redes sociales en espacios virtuales para niños como Habo, se foguearon en la mensajería instantánea con el Messenger, soplaron diez velitas con la globalización del iPhone, que nació en 2007, y sintieron muy pronto el hormigueo en la tripa de una nueva solicitud de amistad. Para los más veteranos, tener un millar de seguidores es “como la base”, y flirtean antes por Instagram que cara a cara. Cuando quieren pasar a mayores, piden el número de móvil y siguen por WhatsApp, arguyendo alguna excusa que ellos sí entienden: “Es que me quedan pocos datos”.

El 49% de los españoles de entre 14 y 18 años usa más de cuatro horas al día WhatsApp y otros servicios de mensajería y el 70% pasa más de dos horas diarias en redes sociales, según el informe Etudes del Ministerio de Sanidad (2016). Casi todos (más del 95%) lo hacen a diario, a través del smartphone y desde casa, según el Estudio General de Medios.

El móvil, se podría decir, es como la calle del siglo pasado. Algo así me comenta Mónica Morán, que tuvo su primera Blackberry a los 13, en un audio de WhatsApp

“Hoy en día pues obviamente no hay la misma libertad que antes (…) Entonces, claro, cuando te dan el móvil es una especie de libertad que te dan sin necesidad de salir a la calle (…) Puedes hablar, puedes jugar con tus amigos, puedes hacer de todo a través del móvil sin casi ni tener que salir de casa”

En estos tiempos, “abrir un privado” equivale a llamar al timbre de casa de tu mejor amigo. Y las estadísticas (del Injuve, el CIS y el INE) parecen sugerir un cierto efecto jaula dorada: los adolescentes de hoy salen menos por la noche que hace una década (también beben menos, fuman menos y se drogan menos). Pero en los últimos años crece el número de los que nunca quedan a dar una vuelta, nunca practican deporte fuera del colegio ni hobbies del estilo “pintar, tocar algún instrumento, escribir” y nunca leen un libro por placer. También aumenta el número de quienes se declaran “insatisfechos”; y cae el de quienes duermen más de ocho horas. La crisis podría explicar una parte de todo esto, y también el cambio en el modo de consumo y de los patrones sociales. Pero el móvil y la hiperconexión digital probablemente tengan algo que ver. Otra prueba indiciaria: si el coche fue el símbolo de independencia juvenil hasta hace poco, tener el carné de conducir ya no parece indispensable para los que vienen. En 2008 el 52% de los jóvenes se lo había sacado antes de los 20; en 2016 no llegaban al 38%.

En este tipo de investigaciones generacionales trabaja Jean M. Twenge, profesora de psicología de la Universidad de San Diego, que lleva 25 años estudiando la evolución de los adolescentes estadounidenses. Editó el año pasado el libro iGen, una llamada de atención sobre el cambio profundo en el modo de vida de los posmillennials. Tal y como explicó en una adaptación de su ensayo publicada en la revista The Atlantic, siempre han existido diferencias entre épocas, pero estas solían ser graduales. Hacia 2012, sin embargo, comenzó a descubrir saltos abruptos en las gráficas: “Las suaves pendientes se volvieron montañas y acantilados escarpados (…) En todos mis análisis de generaciones —algunos llegan hasta 1930— no había visto nada parecido”. Falta de sueño, menor número de quedadas con amigos, menos citas, menos sexo, ausencia de diálogo con la familia, mayor sensación de soledad, incremento notable en los síntomas depresivos… “Las correlaciones son lo suficientemente fuertes como para sugerir a los padres que les digan a sus hijos que suelten el móvil”.

RADIO GUARIDA


Raquel Robles es profesora en un taller de radio en un centro juvenil de Móstoles, un municipio del sur de Madrid. Sus alumnos tienen 13 y 14 años. Un sábado de abril aceptan recibirme en su programa semanal para hablar de móviles. Ante la inminente cita, la profesora me avisa de que va a crear un grupo de WhatsApp con los chavales y advierte: “Espera la lluvia de corazoncitos”. Enseguida, Robles provoca una cascada de emoticonos cuando envía al grupo un vídeo de ellos haciendo el ganso en la radio:

Conversación por Whatsapp

La Guarida, así se llama el centro juvenil, se encuentra en un edificio colmena encajonado junto a las vías del tren. En la pared de entrada al estudio cuelga un cartel a rotulador: “El amor es como el wifi. Todos quieren tenerlo pero nadie conoce la clave”. En torno a la mesa, los chavales hablan a micrófono abierto:

Lucía: No sé si os pasa, pero como que uno se pone con el móvil para buscar cosas en Internet al estudiar, el significado de palabras, cosas así, y termina en YouTube.

Samia: Estás en la calculadora resolviendo algo, y te llega un mensaje de WhatsApp; dejas la calculadora y te pasas al WhatsApp.

Lucía: Y luego se te olvida lo que estás haciendo.

El programa sigue y Melisa cuenta que sus padres se lo requisan a diario. “Me lo dejan en fin de semana y ya desfogo”. Desfogar significa que puede pasar seis horas seguidas con él. Ve o hace musical.lys, se mete en Snapchat, lee relatos en Wattpad, donde los usuarios suben sus propias historias. De hecho, ha llegado a la radio y se le ha muerto la batería. Lástima, porque quería leer una de las poesías que a veces anota en el móvil, cuando no le quedan datos, y va en el autobús sin wifi. También lo usa para enterarse “de lo que pasa”. Es decir, como es “superfán” de Operación Triunfo, sigue “un canal que te pone las noticias de última hora”. Y usa también la aplicación Classroom, un aula virtual donde los profesores del instituto suben sus lecciones.

Al poco, Melisa alarga el brazo y hace un selfie; Raquel inmortaliza el momento y envía la foto al chat:

Conversación por Whatsapp

Poco después, Lucía dice con timidez: «Mis padres no me lo prohíben. Más bien soy yo la que me lo prohíbo, porque muchas veces me quedo ahí como muy enganchada…”. Samia añade: “Si te quitan el móvil es como que te falta algo. Pero te ayuda a dormir mejor, porque no te acuestas con él, tantas horas, eso daña los ojos, y estudias mejor”. Mario: “Lo complicado es jugar a juegos de mesa con dos personas con el móvil, y no miro a nadie”. Melisa: “Es verdad. Soy culpable. He estado mirando musical.lys”. Samia, de nuevo: “En mi instituto, los de 16 años están enchufados en el recreo, y no lo dejan hasta que suena el timbre. Creo que deberían aprovechar para jugar”. Melisa, sobre los peligros: “Que te hable alguien al que no conozcas. O que un pederasta te pida fotos y se las des”. Y Samia: “Hay que tener cuidado. Si subes una foto medio desnuda o en toalla, todos esos seguidores te van a empezar a comentar y pueden hacer captura, y mandarla a otra red social”.

Por cosas así, Pablo Llama, psicoterapeuta del programa de adolescentes de Proyecto Hombre, con experiencia tratando el uso abusivo de la tecnología, considera peligroso hablar de nativos digitales. “Porque presuponemos que están preparados. Y nada más lejos de la realidad. Manejan la tecnología, pero están desnudos en el mundo digital”. Un estudio de la red europea EU Kids Online da alguna pista sobre el tipo de impactos que recibe ese cerebro desnudo. El documento analiza por tramos de edades, y compara la evolución entre 2010 y 2015, cuando se generalizó el uso del smartphone. Datos para los de 15 y 16 años: un 42% recibió mensajes sexuales en 2015 (frente a un 13% en 2010); un 70% vio imágenes sexuales (frente al 17% en 2010); el 28% sufrió bullying o ciberbullying (frente al 18% en 2010). Creció también el número de quienes se sentían “aburridos” cuando no podían conectarse (39% frente al 15%).

La coordinadora del estudio, la socióloga de la Universidad del País Vasco Maialen Garmendia, dice que, en cualquier caso, a menudo se exagera todo lo que tiene que ver con los jóvenes: “Se habla de dependencia de los adolescentes. ¿Y qué pasa con los adultos?”. Solo hace falta echar un vistazo en el metro, en la oficina, en los parques, en cualquier cena de cualquier hogar.

MILA


Un día, apareció en la redacción una adolescente llamada Mila. Ella quería saber cómo se preparaba un reportaje; yo le dije que, siendo adolescente, podía echarme un cable. Le pasé un artículo de Financial Times titulado ‘La vida secreta de los hijos y sus teléfonos’. Me lo devolvió con la penúltima frase subrayada. Donde decía “las redes sociales permiten a las personas ser ellas mismas”, añadió a lápiz: “A veces te fuerza a ser como los demás quieren y terminas perdiendo tu esencia”.

Mila es alta y fuerte. Cinturón negro de yudo. Y en su mochila lleva un libro de Thomas Mann. Tiene 16 años, los ojos del color del desierto y una melena hasta media espalda. Odia el reguetón, se ha quitado de Instagram. Me ha contado que en su instituto el móvil está prohibido, y entonces los alumnos aprovechan el recreo para salir a la puerta y mirarlo. Así que un viernes por la mañana le escribo un mensaje:

Conversación por Whatsapp

Nos sentamos en un banco a la puerta de un instituto para ver el ambiente. A las 11.00, comienzan a acumularse chavales en la entrada. El que sale, saca el móvil del bolsillo como un acto reflejo. Los novios se besan, se despiden y, al girarse, desenfundan y se alejan mirando la pantalla. Muchos llevan un auricular colgado de la oreja, aunque hablen con el resto. Uno camina haciendo rotar el smartphone como un revólver. En la marquesina, frente a la entrada, destaca un anuncio de Samsung. Mientras, Mila cuenta que, a veces, cuando queda con amigos, hacen una “montaña de teléfonos”. Colocan uno sobre otro, como ladrillos, y el primero que lo coja pierde y paga la cena, por ejemplo. Lo hacen para tratar de hablar cara a cara. Le pregunto si en verano aún se escriben cartas en papel entre amigos. Me mira como a un marciano. “Si quieres ser clásico, mandas un e-mail”.

Al poco, Mila me acompaña a entrevistar a Eulalia Alemany, directora técnica de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Pedagoga de 53 años, Alemany constata que cada vez le llegan más padres preocupados; muchos le preguntan por qué miramos tantas veces el móvil: “Porque genera placer. Mirarlo significa charlar con un amigo, ver fotos. Eso está bien. Se convierte en un problema cuando lo necesitas, cuando tienes miedo a perderte algo, a que no llegue un mensaje, a la ausencia de likes”. Añade un dato: el uso compulsivo de Internet ha pasado del 16,4% en 2014 al 21% en 2016 entre los de 14 y 18 años. En su opinión el móvil “no es un demonio”, sino “un gran invento”, con más ventajas que inconvenientes y riesgos educables. “Permite acceder a toda la información desde el bolsillo; ofrece la posibilidad de conectarte al mundo. De solucionar problemas de forma colaborativa. Hemos puesto en manos de nuestros hijos una herramienta hiperpotente. Ahora hay que enseñar a utilizarla”.

Mila también aporta sus preguntas:

—¿Qué uso se considera adecuado?

—El que no te genere problemas ni provoque una actitud compulsiva ni ponga en riesgo tu intimidad. Y que sepas medirlo. Y tenga un acompañamiento de los padres. Los adolescentes están en pleno desarrollo. Tenemos que ser coherentes y no pensar que ya son adultos.

—¿Algún número de horas en concreto?

—La respuesta es el sentido común.

Tras la entrevista, Mila parece algo decepcionada. No hay normas claras de uso. Pero dice que le ha sorprendido que existan tantas estadísticas, como la del incremento en el consumo de hipnosedantes entre chicas, asociado a la falta de sueño. Le encaja con el perfil de una amiga, que sale poco de casa y pasa mucho tiempo en Internet: le cuesta mucho dormirse. “Debe de ser por la exposición a la luz de la pantalla”. Su amiga accede a chatear por WhatsApp. Dice que usa el móvil cerca de una hora al día; usa mucho más el portátil.

Conversación por Whatsapp

Añade que, en estos momentos, se encuentra en su casa y se ha puesto en el portátil, de fondo, un youtube de gameplays (vídeos que recogen una partida de un videojuego), mientras charla por WhatsApp y mira Instagram en el móvil. Como son las ocho del primer viernes de vacaciones, le pregunto si tiene plan fuera de casa. Y no. Está en casa con una amiga.

Pregunto en el chat Quemando el móvilqué hacen ellos, si son de salir por ahí y dónde van cuando quedan. Eva responde la primera. Casi siempre va a un centro comercial: “Vaguada 24/7”, dice su mensaje. Laura añade que ella queda para ir de compras por el centro. Y, a menudo, va “de fiesta a sitios como Kapital y Joylight, que son discotecas de jóvenes”. Lo que se suele hacer en estos locales: “Vas, bailas, bailas mucho, conoces a gente, te tomas algo (sin alcohol), conoces a un chic@ y te vas con él, hablas, etc. Luego vuelves a bailar, vas con tus amigas, haces un par de instastories para dar envidia y ya”.

LAS LINTERNAS


La macrodiscoteca Kapital tiene siete plantas y organiza fiestas para adolescentes de 14 a 18. La sala tiene una cuenta de Instagram en la que cuelgan imágenes de lo que se cuece ahí dentro. Pasando revista a sus publicaciones, un vídeo llama la atención: aparece una chica grabándose a sí misma sobre el escenario, tarareando música de Daddy Yankee, con una legión de chavales detrás. Con la luz tenue, ese ejército en ebullición de pronto eleva sus teléfonos con la luz de la linterna encendida, y el efecto resulta impactante. Cientos de luciérnagas en una cueva. ¿El símbolo de una generación?

La chica que lo graba, en primer plano, tiene una cuenta en Instagram con el seudónimo Monismurf. Casi 700.000 seguidores. En realidad se llama Mónica Morán. Pregunto en Quemando el móvil si la conocen. Eva responde: “Yo sí, de Musical.ly. Si ves sus vídeos e intentas hacerlos como ella es muy difícil. Los hace genial”.

Al link de contacto que aparece en la cuenta de Monismurf responde Marcos Leva, un madrileño de 18 años que dice ser su mánager. Ha fundado la agencia de representación Vicious. Por WhatsApp envía las coordenadas de su oficina, que es un piso en una urbanización familiar. En esa oficina no hay nada salvo una mesa larga y una televisión, y el portátil que se ha comprado Leva “para parecer más pro” porque en realidad no lo necesita. Señala al móvil: todo puede hacerlo con ese aparatito. Criado en Vallecas, alto y largo de piernas, como un flamenco, Leva empezó a los 16 a trabajar en una compañía de publicidad; cuando terminó el instituto, el año pasado, fundó su empresa, y ahora representa a jóvenes con impacto en redes, los llamados influencers. Gestiona para ellos campañas online a cambio de un porcentaje. Sus representados suman 3,3 millones de seguidores en Instagram. “Una persona de 40 años es imposible que entienda cómo funciona esto”, dice. Y sin embargo muestra una visión pesimista sobre la tecnología. Define el móvil: “La peor droga que hay hoy”. A los adolescentes: “Un caos. Veo que no se esfuerzan. Tienen talento, pero poca capacidad de sacrificio. Y cuesta centrarse. El móvil te abre tantas puertas que tienes distracciones por todos lados”. Sobre el botón de like: “Algunos piensan que da la felicidad. Todo lo contrario. Es algo temporal, irreal, online. Todo mentira”. Pero él vive de esa estructura. Organizó, por ejemplo, una fiesta en Kapital en la que el lema era “fichotéame”. Acudieron unas 800 personas.

Pregunto en Quemando el móvil qué significa “fichotéame”. Pillo a los tres juntos de camino a Pirineos. Me mandan un selfie. Y Laura responde con un audio:

Conversación por Whatsapp

Leva añade que en ese tipo de fiestas los chavales llevan en el pecho una pegatina con su nombre de usuario. Si ves a alguien que te interesa, lo buscas en la red y, en lugar de acercarte, le abres un direct (mensaje privado).

Contacto con el director de marketing de Kapital Young por Instagram y, a través de un audio de Whats­App, relata usos y costumbres de los adolescentes.

“Lo que más les gusta hacer son las instastories, las historias de Instagram (…) subir fotos, como que se van de fiesta (…) y el tema del ligoteo, ahora (…) es muy, muy típico encontrarte a alguien que te llama la atención y pedirle el Instagram”

Esta red es donde se mueve hoy todo entre los jóvenes. Están en ella el 72% de los menores de 24. Bastante por encima de Facebook y Twitter, según la consultora IAB. Instagram no da cifras por edades. Pero asegura que cuenta con 12 millones de usuarios en España. El verano pasado, era el cuarto país que más historias producía del mundo. Y Madrid, la quinta ciudad donde se publicaron más stories (tras Yakarta, São Paulo, Nueva York y Londres, con una población muy superior).

La dirección de Kapital deniega el acceso a su última fiesta light antes de verano. En la sala Barceló (antiguo Pachá), en cambio, celebran “The last one. Fin de temporada” y dejan vía libre. En el chat Quemando el móvil:

Conversación por Whatsapp

Sábado, seis de la tarde. Calor en la puerta de Barceló. Un remolino de chicas en shorts; otro de chicos con la camisa por fuera. El jefe de seguridad de la sala franquea el paso al territorio adolescente. La música atruena, cientos de manos con pulseras fluorescentes, cuerpos en movimiento. Mucho móvil. Unos lo miran. Otros chatean. Se graban en grupos, cantan a cámara, ponen morritos. O lo llevan colgados en riñoneras o sujeto entre el pantalón y el ombligo. En el baño, que tiene la puerta abierta, unas chicas se retratan frente al espejo: fotos postu. En la zona vip hay un DJ de 19 años con 41.000 seguidores en Instagram; un chico de 16 que juega al fútbol en el Getafe juvenil con 36.000; una ex de MasterChef Junior con 14 años y 122.000. Los dos últimos se preguntan su cuenta y comienzan a seguirse. La masa se mueve. El DJ coge un micrófono: “¡Manos arriba! ¡Más linternas!”. Se forma una constelación en la oscuridad y brama la jauría con el móvil en alto. En el mundo real el efecto sobrecoge.

VACACIONES DE VERANO


El lunes 25 de junio, tras la fiesta en Barceló, Marcos Leva me envía el móvil de Mónica Morán, alias Monismurf, su representada con 700.000 seguidores en Instagram. Contacto con ella. Es de León. Tiene 18 años. Está preparando sus exámenes de la Evau extraordinaria de julio porque le han quedado dos asignaturas. Al teléfono dice que estar sin móvil es como volver a la Edad de Piedra: “Si se te apaga o te lo dejas en casa es como que empiezas a vivir de otra forma; rollo superviviente o cavernícola”.

Ese mismo día, Mila escribe desde el campamento de yudo al que le han enviado sus padres. Le había pedido que tratara de convencer a un grupo de amigas para ser entrevistadas. Logra organizar el encuentro desde allí.

Nacidas en 2002, el grupo de amigas habla sobre su generación: “Ahora, en realidad, todo es postu. Hacer parecer que tu vida es perfecta, de mayores”. Cuentan una historia real: chico y chica salen juntos; chica envía a chico foto de ella desnuda; chico envía a sus amigos la foto; uno de ellos la enseña en el autobús. “Hay gente que en las redes sociales es otra persona. Uno me empezó a enviar lyrics de trap. Me dijo: ‘Tu clítoris puede ser mi joystick analógico”. Abren Snapchat para mostrar el mapa que geolocaliza a sus amigos: hay avatares de adolescentes en varios continentes. “A las once de la noche”, dicen, “hierven las redes”. “Yo estoy en 15 redes sociales”. “Los jóvenes las usan mucho porque necesitan mucha atención. Antes había más contacto con la familia y los amigos. Somos como más islas únicas”. “Tener amigos en redes no te hace sentir más acompañado”. “Nuestra generación está llorando por dentro, por fuera está todo maquillado”. Tras la conversación, pasan junto a una vieja cabina y solo una recuerda haberla usado una vez.

El viernes 29 de junio, husmeando en Instagram, descubro a través de una instastory que Mónica Morán se dirige a Madrid. En el vídeo salen también sus amigos.

Ventajas de la tecnología: nos citamos de inmediato en el centro. Comemos en el Burger, sus fans le piden un selfie, tomamos café en una terraza. Y, en la sobremesa, su amigo Andrés Juste, que es de Sant Boi de Llobregat (Barcelona), a veces desconecta y mira el móvil: está esperando a que su cuenta llegue a 73.000 seguidores. Le faltan 32. Pronto, añade, tendrá más followers que habitantes tiene su municipio. Rapado por los lados y con un flequillo largo, como la punta de un pincel, Juste confiesa que hubo un momento en que se deprimió porque las imágenes que subía (casi siempre de sí mismo) no generaban el mismo entusiasmo. Más tarde lo aclarará por WhatsApp:

Conversación por Whatsapp

Juste tiene 19 años, estudia un ciclo superior de administración, le encantan los videojuegos, se le pone la piel de gallina cuando en el fragor de una partida se le unen espectadores por las redes. Ahora le ha dado por Musical.ly, por eso conoció a Mónica. Venían eufóricos, diciendo que el móvil les ha cambiado la vida: gracias a él se encontraron. Pero de pronto, la entrevista se vuelve grave. Él habla de cuando va al pueblo. Allí no hay cobertura, sale en bici, pica el timbre a sus amigos. “Es como que vivo más”. Irá este verano. Morán añade: “Me da rabia que hoy, en lugar de vivir las cosas, parece más importante demostrar que lo has vivido”. Ambos piensan que se ve enseguida si existe química entre dos personas porque no miran el teléfono cuando están juntas.

Un instante después, cogen el iPhone de Juste, que lleva el nombre de su cuenta de Instagram tatuado en la funda, abren Musical.ly, miran a cámara, comienzan a grabar, rotan el terminal alrededor de su rostro, como si hicieran un truco de magia, con golpes de muñeca y giros eléctricos; gesticulan la letra, paran, gesticulan de nuevo, y terminan sacando la lengua, lo cual deja bailando en el aire el pendiente de plata que ella lleva en la punta. En dos minutos lo tienen listo. Al revisarlo no le ven calidad suficiente. Deciden no subirlo a Instagram, pero aceptan enviármelo. Y, justo antes de desaparecer por las calles de la ciudad, Morán mira su móvil y murmura: “Me queda un 3% de batería”.

Fuente:

La integración a través de la lectura. La comprensión y disfrute leyendo de todos los niños. Aquellos con necesidades especiales y aquellos que no conviven con ellas. Este es el objetivo de la editorial SM que ha lanzado esta semana a través de su sello Barco de Vapor, colección que ha acompañado a varias generaciones en nuestro país, una propuesta de libros de Lectura Fácil, para que todos y cada uno de los alumnos del aula puedan disfrutar de cuatro de sus títulos más populares: Pirata Plin y Pirata Plan, La lista de cumpleaños, El club de los raros y Siete reporteros y un periódico. Los cuatro están especialmente dirigidos a los pequeños de entre seis y 10 años. Un proyecto muy bonito y útil que sale a luz a cuatro días de que se celebre el Día Internacional de la Discapacidad este 3 de diciembre.

La lectura fácil son libros que siguen las directrices Internacionales de la IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions) y de Inclusion Europe en cuanto al lenguaje, el contenido y la forma. Y se dirige a todas las personas, en especial a aquellas que tienen dificultades lectoras transitorias (inmigración, incorporación tardía a la lectura, escolarización deficiente…) o permanentes (trastornos del aprendizaje, diversidad funcional, senilidad…).

Según los creadores, la colección cuenta este sello de Inclusion Europe (Asociación Europea de Personas con Discapacidad Intelectual y sus Familias) “que garantiza que han sido adaptados de acuerdo con las pautas europeas y validados por potenciales lectores. El próximo año la colección se engrosará con cuatro libros más, dos adaptados y dos inéditos”, se explica en un comunicado. “Un texto adaptado es la frontera entre poder disfrutar de la lectura o no para un conjunto de personas que ronda un tercio de la población», afirma en el texto Óscar García Muñoz, coordinador de programas y adaptador de textos a lectura fácil de Plena Inclusión Madrid que define la lectura fácil como «una herramienta de inclusión en el aula y en la sociedad”.

La historia y la diversión se mantienen

El proyecto comenzó como una combinación entre una necesidad personal y un proyecto educativo de SM, pero con un objetivo común: «Qué todo niño, a pesar de sus circunstancias, tuviera un libro en la mano», nos explica por teléfono Paloma Jover, responsable de Lectura Fácil en SM. «El compromiso con el fomento de la lectura y con una educación de calidad para todos es una parte fundamental de la misión cultural y educativa de SM», reitera. En la colección se han implicado autores e ilustradores (Anna Manso, Jordi Sierra i Fabra, Paloma Sánchez y Pilar Lozano).

«En estos ejemplares, la historia, el contenido y los valores de los libros permanecen; lo que cambia es la manera que se presenta el texto: con letra más grande, interlineado más separado, frases sintácticamente más sencillas, normas que facilitan la lectura», prosigue. «Y las ilustraciones también se han renovado, con colores sólidos para resaltar las figuras sobre el fondo y el texto se ha adaptado para que sea más accesible, con un lenguaje más directo y sencillo para evitar ambigüedades. Fuera, subordinadas», añade Jover.

De momento, es la única oferta de este tipo que existe en el mercado español y permite que todos los alumnos puedan leer el mismo libro en el aula (en sus dos versiones: usual y adaptada). «La colección está pensada para la clase —han validado su efectividad en diversos colegios— y para casa también, para todo niño que quiera leer. En clase, por ejemplo, es fundamental contar con estos libros porque somos de la creencia de que leer es un acto que se puede compartir y de lo que se puede conversar y facilitar esta tarea es genial», explica la experta.

“Hay que saber que la lectura es mucho más que descifrar las letras de una historia; es poder comprenderla en el sentido más profundo de la palabra. Es un placer que participa en la construcción del lector y es imprescindible que esté al alcance de todos los niños desde sus primeros contactos con la palabra escrita”, destaca.

Los libros de Lectura Fácil de Barco de vapor, a pesar de que son un poco más grandes que los normales, cuestan lo mismo. Para la colección naranja, 8,50 euros y para la azul, 8,20.

María José Sanz, editora de la colección, explicaba este martes en rueda de prensa que muchas veces la forma en que se escribe excluye a determinadas personas. “Uno de los momentos más apasionantes ha sido descubrir que los niños entendían lo que leían, que les gustaba”, recordaba emocionada.

https://elpais.com/elpais/2017/11/29/mamas_papas/1511964685_030028.html