En los últimos años, el vapeo ha ganado popularidad entre los jóvenes de todo el mundo, convirtiéndose en una nueva tendencia en la cultura juvenil. Sin embargo, detrás de la aparente inocencia y modernidad de los dispositivos de vapeo, se esconden riesgos significativos para la salud. En este artículo, exploraremos los peligros asociados con el vapeo y sus consecuencias a largo plazo, con el objetivo de concientizar a los jóvenes y a la sociedad en general sobre los riesgos que implica esta práctica.

Los productos del vapeo no son seguros:

Aunque inicialmente se promocionó como una alternativa más segura al tabaquismo tradicional, numerosos estudios científicos han revelado que los productos de vapeo no son inocuos. Los cigarrillos electrónicos contienen sustancias químicas dañinas como la nicotina, el propilenglicol, el formaldehído y otros compuestos potencialmente tóxicos. La exposición a estas sustancias puede tener efectos adversos en el sistema respiratorio y cardiovascular, especialmente en los pulmones.

Riesgos para la salud pulmonar:

Uno de los peligros más preocupantes del vapeo es el riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares graves. Los casos de lesiones pulmonares asociadas al vapeo, conocidas como «enfermedad del vapeo» o «lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos» (EVALI, por sus siglas en inglés), han aumentado significativamente en los últimos años. Estas enfermedades pueden resultar en síntomas como dificultad para respirar, tos persistente, dolor en el pecho e incluso insuficiencia respiratoria.

Adicción a la nicotina:

La nicotina, presente en la mayoría de los líquidos utilizados en los cigarrillos electrónicos, es altamente adictiva. Muchos jóvenes que comienzan a vapear sin darse cuenta de sus consecuencias pueden volverse dependientes de la nicotina en poco tiempo. Esta adicción puede llevar a problemas de salud a largo plazo y dificultar el abandono del hábito.

Influencia en el desarrollo cerebral:

El cerebro de los adolescentes aún está en desarrollo, y la exposición a la nicotina durante esta etapa puede tener efectos perjudiciales. Estudios han demostrado que el vapeo puede afectar negativamente la memoria, la concentración y el rendimiento cognitivo en los jóvenes. Además, existe evidencia de que el uso de cigarrillos electrónicos en la adolescencia puede aumentar la probabilidad de que los jóvenes se inicien en el consumo de tabaco convencional.

Desconocimiento de los efectos a largo plazo:

Dado que el vapeo es una práctica relativamente nueva, todavía se desconocen completamente los efectos a largo plazo en la salud. Los estudios científicos están en curso para comprender mejor los riesgos asociados con el vapeo, pero los resultados hasta ahora han sido preocupantes. Es fundamental recordar que la salud es un bien preciado y que exponerse a riesgos innecesarios puede tener consecuencias irreversibles en el futuro.

Conclusión:

El vapeo se ha convertido en una moda peligrosa entre los jóvenes, y es importante crear conciencia sobre los riesgos asociados con esta práctica. Los peligros para la salud pulmonar, la adicción a la nicotina, la influencia en el desarrollo cerebral y los efectos desconocidos a largo plazo son motivos suficientes para que los jóvenes reconsideren su decisión de vapear. La educación, la información precisa y las políticas de prevención son herramientas clave para combatir esta tendencia y proteger la salud de las generaciones futuras. Es fundamental recordar que siempre es mejor optar por un estilo de vida saludable y libre de adicciones.

Hoy te presentamos nuestra nueva Infografía de Los Que NO sobre el consumo de alcohol en adolescentes en el 2003.

En el año 2023, el consumo de alcohol entre adolescentes continuó siendo un tema de preocupación tanto para padres, educadores y profesionales de la salud como para la sociedad en general. A pesar de los esfuerzos continuos para educar sobre los riesgos asociados con el consumo de alcohol a una edad temprana, muchos jóvenes aún se ven tentados a experimentar con esta sustancia.

Uno de los factores que contribuyeron a este fenómeno fue la presión social. En un mundo cada vez más conectado a través de las redes sociales, los adolescentes enfrentaron una mayor presión para encajar y ser aceptados por sus pares. El consumo de alcohol, visto a menudo como una forma de «diversión» o «relajación» en eventos sociales, se convirtió en una actividad común para algunos jóvenes que buscaban ser parte de la multitud.

infografia alcohol

Además, la disponibilidad de alcohol también desempeñó un papel significativo. A pesar de las leyes que regulan la venta de alcohol a menores, muchos adolescentes encontraron formas de obtenerlo, ya sea a través de hermanos mayores, amigos mayores de edad o incluso mediante la compra en tiendas que no aplicaban estrictamente la política de verificación de identificación.

El consumo de alcohol en la adolescencia no solo conlleva riesgos a corto plazo, como la intoxicación y el comportamiento imprudente, sino que también puede tener efectos a largo plazo en el desarrollo cerebral y emocional de los jóvenes. La exposición temprana al alcohol puede aumentar la probabilidad de desarrollar problemas de salud mental y adicciones en la adultez.

Para abordar este problema de manera efectiva, se implementaron diversas estrategias. Además de campañas de concientización dirigidas a adolescentes y sus familias, se fortalecieron las leyes y regulaciones relacionadas con la venta y el consumo de alcohol. Se incrementaron los programas de prevención en las escuelas, brindando información sobre los riesgos del consumo de alcohol y enseñando habilidades para resistir la presión de grupo.

En última instancia, la lucha contra el consumo de alcohol en adolescentes requería un enfoque integral que involucrara a toda la comunidad, desde padres y educadores hasta autoridades gubernamentales y líderes comunitarios. Solo mediante un esfuerzo colaborativo y continuo se podría esperar reducir el impacto negativo del alcohol en la salud y el bienestar de los jóvenes en el año 2023 y más allá.

Viajar con los padres en la edad adulta puede ser una experiencia beneficiosa y sanadora para ambas partes. Descubre cómo puede mejorar el bienestar y reforzar los vínculos familiares.

Cuando nos independizamos, estamos deseosos de disfrutar de esa recién adquirida autonomía. Nos centramos en construir nuestra carrera, nuestra familia y rutinas, y el tiempo que pasamos con nuestros padres se reduce considerablemente.

Quizá compartimos los festivos o los visitamos y acompañamos en algunos quehaceres diarios; sin embargo, los momentos de calidad se vuelven cada vez más escasos. Es por esto que te invitamos a viajar con tus padres en la edad adulta y disfrutar de todos los beneficios que conlleva.

Es muy posible que vuestra última experiencia compartida de esta índole se remonte a tus años de juventud, incluso tal vez a tu infancia. Desde entonces, fueron los amigos o la pareja quienes se convirtieron en compañeros de viaje.

Descubrir nuevas culturas, explorar nuevas ciudades y visitar paisajes diferentes de la mano de tus progenitores puede que te resulte extraño; incluso es posible que ellos también se nieguen de entrada a vivir estas aventuras. No obstante, hay varios motivos para hacerlo y queremos compartirlos contigo a continuación.

Padre e hijo adulto de excursión
Viajar con los padres en la adultez ayuda a estrechar lazos.

¿Por qué viajar con tus padres?

Si eres un alma viajera, ya conocerás todos los beneficios que nos aportan esas pequeñas o grandes escapadas. Sin embargo, vivirlas en compañía de tus padres puede ser aún más enriquecedor. Y estos son los principales motivos:

Aumenta el bienestar y la felicidad de ambas partes

Viajar nos hace felices, y esto ha sido comprobado en numerosas ocasiones. Salir de la rutina y vivir nuevas experiencias nos ayuda a reducir el estrés cotidiano y experimentar más emociones positivas. Pero esta felicidad surge incluso antes de salir de casa, y es que se ha visto que planificar un viaje y anticipar todo aquello que viviremos mejora el bienestar subjetivo y la satisfacción con la vida.

Esta dosis extra de ilusión puede ser especialmente beneficiosa para los adultos mayores. Y es que ciertos eventos que tienen lugar en esta etapa (como la jubilación, el síndrome del nido vacío o la pérdida de personas cercanas) pueden incrementar el riesgo de apatía, distimia o depresión. En este contexto, la expectativa de viajar en compañía de los hijos puede suponer un gran aliciente para el estado de ánimo.

Pero no solo los padres se benefician de estas vivencias; para los hijos también puede suponer una gran fuente de gratificación. De hecho, aunque en ocasiones se perciba como una obligación, viajar con los progenitores es una gran oportunidad para conversar con ellos, aumentar la camaradería, hacer cosas de interés compartido y disfrutar de la mutua compañía. Algo que puede resultar muy agradable, estimulante y satisfactorio.

Fomenta el sentimiento de pertenencia y propósito

Uno de los aspectos más duros de envejecer es sentir que ya no se es necesario. Cuando los hijos se independizan, los padres pueden sentir una sacudida en su identidad (seguramente construida de forma estrecha en torno a la paternidad y la maternidad). Poco a poco, van sintiéndose más lejanos a sus vástagos, menos útiles y necesarios para ellos y menos tenidos en cuenta.

Por lo mismo, proponerles un viaje compartido es una excelente forma de expresar cuán importantes siguen siendo para nosotros. Y es que, pese a que ya no dependamos de ellos, seguimos necesitando y valorando su apoyo, sus consejos, su experiencia y su compañía.

Permite estrechar lazos

Como decíamos, el tiempo de calidad que compartimos con los padres en la edad adulta es cada vez más escaso. Las obligaciones laborales, familiares y personales de ambas partes pueden hacer complicado encontrar momentos para convivir. Si queremos seguir nutriendo esos lazos que nos unen a nuestros progenitores, viajar es un excelente medio para lograrlo.

Y es que se trata de una experiencia en la que no hay horarios ni presiones, en la que podemos conversar, generar intimidad, redescubrirnos y, en definitiva, dedicarnos tiempo de calidad mutuamente. Hacer turismo en familia permite mejorar la comunicación, estrechar lazos y aumentar la satisfacción con el vínculo.

Nunca es tarde para aprender

Pese a que los adultos mayores se encuentren en el último tercio de su vida, esto no significa que no puedan disfrutar de unos años enriquecedores y transformadores a nivel personal. Esta etapa es propicia para la reflexión, el análisis de los valores y las prioridades y la ampliación de la perspectiva personal. Y, a este respecto, nada hay más apropiado que viajar para crecer personalmente.

El contacto con otras culturas, lugares y realidades puede ayudar a las personas (de cualquier edad) a desarrollar la tolerancia, la empatía y el pensamiento crítico. Además de resultar interesante y enriquecedor a nivel personal descubrir y experimentar la historia, las tradiciones y los modos de vidas de otros lugares.

Viajar con tus padres en la edad adulta te permitirá generar nutritivas conversaciones y debates con ellos respecto a diversos temas.

Familia en la playa
Viajar con los padres permite compartir opiniones y ampliar (ambas partes) la perspectiva gracias a las experiencias vividas.

Viajar con tus padres en la edad adulta es crear recuerdos imborrables

Más allá de todo lo anterior, viajar con tus padres siendo adulto es una excelente oportunidad para generar memorias que se convertirán en un regalo.

Cuando las obligaciones cotidianas o la distancia dificulten el contacto frecuente, cuando el deterioro propio de la edad impida vivir nuevas experiencias, o cuando ellos ya no puedan seguir acompañándonos en la vida, estos momentos compartidos serán un verdadero tesoro que nos alegraremos de haber experimentado.

«El Principito», la obra maestra de Antoine de Saint-Exupéry, no es solo un libro para niños, sino también una fuente inagotable de sabiduría y enseñanzas atemporales. Entre sus páginas, se encuentran valiosas lecciones sobre el amor, la amistad y, sobre todo, cómo enfrentar los miedos que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas. Aquí, exploraremos algunas frases emblemáticas del libro que pueden ayudar a los niños a luchar contra sus miedos:

  1. «Solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.» Esta famosa frase del zorro nos recuerda que lo más importante no siempre es visible a simple vista. En momentos de miedo, los niños pueden recordar que lo que realmente importa está en su interior: su valentía, su fuerza y su capacidad para superar cualquier obstáculo.
  2. «Todas las personas mayores han sido niños antes, aunque pocas de ellas lo recuerdan.» Esta reflexión del Principito nos muestra que incluso los adultos han experimentado miedos y dudas en su infancia. Los niños pueden encontrar consuelo en saber que no están solos en sus luchas y que los adultos también han pasado por momentos difíciles.
  3. «Lo que hace más hermoso al desierto es que en algún lugar esconde un pozo.» Esta metáfora nos enseña que incluso en los momentos más difíciles y desalentadores, siempre hay esperanza. Aunque los niños puedan sentir miedo en determinadas situaciones, es importante recordarles que siempre hay una salida, una solución o una persona que puede ayudarlos.
  4. «Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás.» A menudo, el miedo surge de la autoevaluación y la autocrítica. Esta frase del Principito puede recordar a los niños que no deben ser demasiado duros consigo mismos. En lugar de centrarse en sus temores o debilidades percibidas, deberían enfocarse en sus fortalezas y en cómo pueden superar cualquier obstáculo que se les presente.
  5. «La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para unos, los que viajan, las estrellas son guías; para otros, solo son pequeñas luces.» Cada persona enfrenta sus propios miedos de manera única. Lo que puede ser aterrador para un niño puede no serlo para otro. Es importante que los niños comprendan que está bien sentir miedo y que no están solos en sus emociones. Todos somos diferentes y enfrentamos desafíos de manera diferente, pero eso no significa que estemos solos.

El Principito» ofrece valiosas lecciones sobre cómo enfrentar los miedos que todos enfrentamos en la vida. A través de sus conmovedoras frases y metáforas, los niños pueden encontrar consuelo, inspiración y motivación para superar cualquier obstáculo que se les presente en su camino.

 

La oxitocina es una hormona que ayuda a regular el estrés, conocida popularmente por liberarse de forma masiva durante el parto y posteriormente. Su objetivo es aumentar la disposición de la madre a cuidar de sus hijos tras el nacimiento y estimular la producción de leche materna. También puede identificarse junto a la serotonina en los cerebros de los enamorados.

Se ha observado que su presencia y procesos asociados nos hace más solidarios y generosos con los demás, actuando como lo que Paul Zak denomina “pegamento social”. Zak es el Director del Centro de Estudios Neuroeconómicos de la Universidad de Claremont (California), biólogo y principal responsable de numerosos estudios que ponen de manifiesto el papel que juega la oxitocina en las relaciones humanas, y no-humanas

Experimentos desarrollados con humanos, ponen de manifiesto que las personas a las que se administra oxitocina en una concentración determinada, donan casi un 50% más de dinero a obras de caridad que las personas a las que no se les administra. Zak y sus colaboradores han realizado incluso estudios a partir de la extracción de muestras de sangre a los novios y sus familiares, antes y después de una ceremonia de boda. Los mayores aumentos de oxitocina en sangre se han encontrado en las novias y las madres de las novias.

Pues bien, las conclusiones obtenidas por los investigadores han puesto de manifiesto una realidad que a algunos aun sorprenderá: las relaciones que se establecen en internet son procesadas por el cerebro de la misma manera que las relaciones fuera de internet, y se produce del mismo modo la liberación de oxitocina que desencadena las emociones que nos hacen sentirnos más cercanos, solidarios y “conectados” con los demás. Los mensajes que leemos online desencadenan los mismos procesos químicos que los mensajes que recibimos por cualquier otro medio y canal.

Paul Zak realizó para el Servicio de Radiodifusión de Corea (KBS), un estudio obteniendo muestras de sangre de individuos antes de participar en sus redes sociales online, y quince minutos después de estar tecleando frente a su ordenador. Pudo confirmar que en todos los casos se había producido un aumento de los niveles de oxitocina en sangre, y que la magnitud de ésta  correlacionaba con el grado de conexión. En uno de los casos, en los que un joven estaba dejando un mensaje en el perfil de su novia en Facebook, se llegó a medir un espectacular aumento del 150% de su nivel de oxitocina en sangre.

Una vez más llegamos a la misma conclusión que en artículos anteriores: las relaciones en internet, las emociones y los sentimientos que se desatan, no son “recreaciones digitales” de las relaciones humanas. Son reales y “medibles”. Todo se produce en nuestro cerebro y en nuestro organismo, independientemente de que se desate a partir de una carta en papel, un mensaje en una red social, o como consecuencia de una conversación telefónica o presencial. Las relaciones que establecen o mantienen los niños y adolescentes en internet se producen en un entorno digital, pero ni ellos, ni sus pensamientos, emociones o sentimientos son digitales.

Por kidsandteensonline

(1) Paul J. Zak. “The Moral Molecule: The Source of Love and Prosperity”. Hardcover.

El amor romántico con altas dosis de sufrimiento está cada vez más de moda entre los adolescentes. En esta época de desarrollo y extrema vulnerabilidad, el papel de las redes sociales y las nuevas tecnologías está modelando una forma de entender y de ser en el mundo entre los más jóvenes que en gran medida se escapa de la esfera escolar y familiar.

   Según explica a Infosalus Nora Rodríguez, pedagoga y autora de ‘El nuevo ideal del amor en adolescentes digitales’ (Desclée De Brouwer, 2015), los más jóvenes deben aprender a socializarse en dos mundos muy distintos, el real y el virtual, pero en el segundo, al haber menos contacto físico y más emocionalidad, acaban siendo muy permeables a los estereotipos, lo que les lleva a los extremos.

   La autora cuenta que en la actual sociedad digital existen nuevas formas de entender el amor, que se han integrado a la mercadotecnia, como un producto.Son creencias que comparten muy rápido a través de las redes sociales, se asocian a conseguir experiencias intensas y que les proporcionan un gran placer.

   “Es la búsqueda del impacto rápido, un gran baño de dopamina para el cerebro, se valen de actitudes muy estereotipadas en relaciones breves, explosivas y pasionales”, explica Nora Rodríguez, directora del programa ‘Happy Schools, Neurociencias y educación para la Paz’.

   La pedagoga defiende que hacia los 9 años es posible ya educar en la afectividad a través de estrategias y el desarrollo de fortalezas para que los más pequeños puedan conseguir estar motivados y sentirse bien de forma mantenida y no brusca e intermitente, lo que a largo plazo ocasiona frustración. De lo contrario, en la pubertad y en la adolescencia, la idealización romántica, la exposición a la intimidad ante los extraños a través de las redes sociales y el contagio emocional seguirán siendo lo más buscado en las redes sociales.

   “Con la dopamina que se libera en estas situaciones sociales se consigue un placer rápido para el cerebro, una estimulación intensa que lleva a la dependencia POR estas relaciones breves y placenteras”, apunta la autora. Cuando ya los niños alcanzan los 12 años pueden entender que el amor es unir pasión con intimidad más reflexión.

   “El amor es un estado de fascinación, tenemos que hacer que recuerden cuándo se sintieron fascinados, explicarles que eso es el enamoramiento, una fascinación que empieza y termina”, añade.

EDUCAR EN FORTALEZAS Y ESTRATEGIAS

   Para Rodríguez educar en la afectividad es absolutamente necesario ya que nos hemos olvidado de hacerlo y en la actualidad cuenta más el currículo académico que los afectos.

   “Educar en las emociones y cómo progresan se ha dejado de lado, hay que explicarles qué pasa desde que la emoción les inquieta, cómo se transforma en sensaciones corporales como el calor y cómo la conducta es una reacción ante la emoción por lo que hay que enseñarles a reflexionar”, adelanta.

   Además, la autora afirma que educar en la afectividad supone un medio de prevención de la violencia de género. Cuanto más estereotipos y más relaciones rápidas se establecen más conexiones entre la posesión, los celos y la violencia se desarrollan y el amor idealizado se convierte en una droga que hace sentir a los adolescentes que no se pueden privar de ello.

   “Desde que los niños tienen 5 años se puede enseñar a gestionar las emociones y no esperar al traspiés de la afectividad que llega mal y tarde y se confunde con la educación a la sexualidad”, comenta Rodríguez, para quien es básico ayudar a los más pequeños a tener conexiones positivas con los demás.

   Hay que educar desde muy temprana edad en la sexualidad y la afectividad. Entre los 12 y los 17 años se produce un gran cambio físico y antes se deben empezar a trabajar las fortalezas emocionales entre los más pequeños.

   Las estrategias que se pueden utilizar para educar en la afectividad son, según la autora, la construcción de una idea personal del amor basada más en la fascinación que en los estereotipos hombre/mujer; que aprendan a conocer los sentimientos y emociones que emanan de sus actividades cotidianas para saber leer en su interioridad y estar más atentos a sus percepciones; enseñarles a proyectarse en el futuro para que imaginen cómo se ven en él, lo que incluye la relación de pareja.

http://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-san-valentin-adolescentes-digitales-evitar-amor-virtual-20160212070235.html?platform=hootsuite

“Damos la apariencia de que usamos más el móvil, y puede ser, pero también hay adultos que lo utilizan mucho”, declara Eva, una joven de 15 años que asegura saber gestionar bien el tiempo que dedica a las redes sociales cada día. Cree que el hecho de que las plataformas como TikTok e Instagram estén desarrollando herramientas para evitar el uso excesivo de sus aplicaciones y que estén orientadas precisamente a los adolescentes se debe a la imagen que se tiene de su grupo social. Como ella, Javier González (18 años) y María (16) defienden su decisión de no activar los recordatorios de descanso y los límites temporales que estas empresas han incorporado en los últimos meses: “Yo lo controlo bien”, asegura María.

Límites temporales y cuentas privadas: guía para que los menores naveguen más seguros en las redes

Los límites temporales no resultan demasiado novedosos. Antes de que estas redes decidieran incorporarlos, los propios teléfonos inteligentes y algunas aplicaciones de control parental ya los ofrecían. De hecho, esos son más restrictivos que los de Instagram y TikTok, pues, pasado el tiempo de uso preestablecido, el usuario no puede volver a acceder a esas aplicaciones hasta el día siguiente (aunque siempre hay una forma de desactivarlos). Los que han desarrollado las redes sociales son de carácter disuasorio: advierten al usuario que ya se ha pasado el tiempo marcado como límite (15 minutos, 20 o una hora, por ejemplo), pero, si cierra el aviso, puede seguir navegando todo lo que quiera.

En cuanto a los recordatorios de descanso, puede que sea una de las herramientas más llamativas del último año. La decisión de incorporarlos ha estado motivada por el ruido creciente sobre el tiempo que dedican los jóvenes a las redes y, probablemente, sobre todo por los polémicos informes en los que Meta reconocía que su plataforma Instagram era perjudicial para las adolescentes. El revuelo social ha obligado a las grandes tecnológicas a asumir ciertas responsabilidades.

La primera plataforma en incorporar esos avisos fue, de hecho, Instagram, que el pasado marzo comenzó a ofrecer a sus usuarios la posibilidad de programar recordatorios de descanso que saltan cada 10, 20 o 30 minutos. Los mensajes emergentes le recomiendan en ese momento que haga respiraciones, escriba lo que está pensando, escuche música o haga alguna tarea pendiente; consejos que parecen dirigidos a aquellos con problemas adictivos con la aplicación. Sin embargo, según Enrique Echeburúa, catedrático emérito de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco, “puede que eso sea útil para la mayor parte de las personas, pero para quienes hacen un uso abusivo y no tienen capacidad de autocontrol probablemente son estrategias muy débiles y necesitan otras medidas, como apoyo psicológico, ayuda de los padres… medidas directivas más que meros recordatorios”.

Javier González coincide: “Yosé que me puedo controlar, pero a lo mejor sí ayuda a quienes no pueden o les cuesta. Puede que haya gente que pase de esos avisos y siga en la aplicación, pero quizá a algunos les ayuda a darse cuenta y a controlar el uso”. Echeburúa señala que “son muchos los adolescentes que utilizan redes sociales y no presentan realmente un problema de abuso ni de adicción”. Según un informe de 2022 del Ministerio de Sanidad, en torno al 20% de los adolescentes presenta un riesgo de adicción a las pantallas, sobre todo entre los 14 y los 16 años. Sin embargo, ese riesgo no significa que hayan sido (o vayan a ser) diagnosticados como adictos. “No hay que abusar de los términos que se utilizan. No necesariamente son adictos, ese es el punto extremo”, insiste el psicólogo.

Informe Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad. Ministerio de Sanidad.
Informe Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad. Ministerio de Sanidad.

“Los recordatorios pueden avisarte cuando no haces otra cosa más que estar en esa red y te pueden concienciar sin que tengan que estar tus padres pendientes. Puedes concienciarte tú para usarlas con moderación”, reflexiona Javier, que considera: “Aunque las empresas conocen métodos bastante buenos para persuadir a la gente, creo que es uno mismo el que debe controlarse. Cuando eres muy joven, los padres están bastante pendientes, pero para que sea más sano tiene que ser uno mismo el que se dé cuenta y les haga frente (a las estrategias de las plataformas)”.

Javier González de Paz mira TikTok en una terraza de Madrid el pasado junio.
Javier González de Paz mira TikTok en una terraza de Madrid el pasado junio.AITOR SOL

Para Eva, Tiktok es “muchísimo más adictiva” que otras redes. “Utilizo Instagram para hablar y para ver las historias, pero TikTok te entretiene más y te pone lo que a ti te interesa”, reconoce. Esta plataforma siguió la senda de Instagram y empezó a ofrecer herramientas de límites temporales y descansos el pasado mes de junio. “Tener una relación positiva con los dispositivos digitales y las aplicaciones no consiste solo en medir el tiempo de pantalla, sino también en sentir que tenemos el control de cómo usamos la tecnología y asegurarnos de que el tiempo que pasamos en línea contribuye positivamente a nuestra sensación de bienestar”, afirmó Jordan Furlong, jefe de producto (Bienestar Digital) en TikTok, en el blog de la compañía, y añadió: “Apoyar el bienestar de los jóvenes es un reto para toda la industria, y esperamos que otros también se beneficien de la publicación de estos resultados. Estamos orgullosos de los cambios que anunciamos”.

Además de los recordatorios y los límites, Eva cuenta que, de cuando en cuando, mientras navega por la aplicación, le aparece algún vídeo aleatorio de la plataforma animándola a tomarse un descanso y a activar esas herramientas. Se trata de una de las estrategias de la compañía para “apoyar el bienestar digital de la comunidad”. Además de las funcionalidades ya explicadas, TikTok cuenta con un panel para revisar el tiempo invertido en su app, donde los usuarios pueden ver incluso el número de veces que abrieron la aplicación, un desglose del uso diurno y nocturno y las llamadas “sugerencias semanales sobre bienestar digital”. “Cuando un usuario de entre 13 y 17 años utilice la aplicación durante más de 100 minutos en un solo día, TikTok le enviará un aviso recordando la herramienta de límite de tiempo de pantalla la próxima vez que abra la aplicación”, explica la empresa.

Así pueden programar los usuarios sus recordatorios de descanso.
Así pueden programar los usuarios sus recordatorios de descanso.

Por su parte, Instagram planea incorporar los “codazos”, que animan a los adolescentes a mirar otro tipo de contenido cuando han consultado de manera continuada algo concreto. La intención de esta funcionalidad, que se está probando en Reino Unido e Irlanda, es animarlos a descubrir cosas nuevas, excluyendo lo que pueda estar relacionado con las comparaciones de la apariencia física.

A pesar de que, de forma habitual, los tres jóvenes consultados no hacen uso de estas herramientas, María sí utiliza una opción de bienestar digital de su teléfono en épocas de exámenes. Eva simplemente se autoimpone el hábito de no mirar el móvil durante cierto tiempo mientras estudia y se permite cogerlo durante cinco minutos en el descanso, algo similar a lo que hace Javier.

Aunque ellos se consideran responsables y maduros a la hora de hacer uso de las redes sociales, saben que las costumbres de otros chavales difieren bastante: “En clase de Matemáticas hicimos una encuesta y salían 10 horas o así de media al día con el móvil”, comenta María. “Un amigo mío revisó un día cuánto tiempo llevaba con el móvil y lo había usado 22 horas de las 24”, añade Javier. Para él, este asunto depende “del tipo de persona que seas”. “Querría ver cómo evoluciona esto en el futuro, cómo va a afectar a los niños que tienen redes desde los nueve o 10 años”, apunta.

Los tres reconocen que, en ocasiones, al revisar el tiempo diario o semanal que han dedicado a las redes o al móvil en general, se sorprenden, pero tampoco les supondría un problema pasar un día sin poder revisar esas aplicaciones. “En vacaciones a lo mejor paso más tiempo del habitual, como viendo series, pero, cuando llevo mucho rato, paro. La mayoría sabe gestionar el tiempo, aunque hay otros que no saben cómo parar o no se dan cuenta del tiempo hasta que han pasado cinco horas”, comenta Eva.

Enrique Echeburúa explica que la capacidad de autocontrol es mayor en “las personas que están más equilibradas psicológicamente, más estables, que tienen una red de amigos en su vida social, que tienen aficiones de otra índole (como el deporte). En esos casos, probablemente integran las redes sociales dentro de un abanico de ocio y relaciones equilibrado”. Según añade, una persona de 15 años tiene una mayor capacidad de autocontrol que otra de 11 años, pero, si además tiene amigos, aficiones, etc., integrará ese uso y el riesgo será menor.

Tanto Instagram como TikTok tienen información sobre cada funcionalidad a disposición de los jóvenes y de sus padres en sus centros de ayuda online.

Fuente: El País

Era 2017. La familia Donaire Arcas-Sariot se encontraba en un periodo de dificultad porque el padre, Miguel Ángel, tenía problemas de salud. Tanto él como la madre, María José, le pidieron a sus hijos que se portaran especialmente bien por la situación familiar. “Pero un día mi hijo Miguel volvió del colegio y se había arrancado el pellejo. Le preguntamos qué había pasado y nos contó que se aburría en clase y que no había dicho nada para no molestar”, explica a EL ESPAÑOL la madre del menor.

Este niño, que entonces tenía nueve años, se trataba de Miguel Ángel Donaire (Granada2008) y no estaba motivado dentro del aula. Le identificaron superdotación a raíz de estudiar su caso. Sus daños en la piel habían provocado la preocupación de sus padres y profesores, que decidieron evaluarlo. Hoy, casi ocho años después, Miguel tiene 15 años y ha sido admitido el pasado 9 de enero en la Universidad de Oxford para estudiar el Doble Grado de Matemáticas e Ingeniería Informática. Una hazaña al alcance de muy pocas personas. Y, menos aún, siendo menores de edad.

Pero el joven superdotado granadino lo ha conseguido tras obtener un resultado extraordinario. Ha tenido 96 respuestas correctas –de 100 preguntas– en las pruebas de acceso a las que le ha sometido la prestigiosa universidad británica. “Primero tuve que ir a Madrid en octubre a hacer la prueba de Oxford. Al superarla, varios profesores me hicieron hasta cuatro entrevistas en las que me ponían todo tipo de ejercicios, problemas y retos mentales que debía superar”, explica Miguel en conversación con este diario.

La historia de Miguel Donaire, el superdotado de 15 años admitido en Oxford

Miguel lo consiguió. Los profesores universitarios de Oxford le pusieron entre la espada y la pared durante esas cuatro sesiones, pero la prodigiosa mente de Miguel logró contestar 96 preguntas de manera correcta, de 100. Poco más de un mes después, llegó el resultado: Miguel Donaire, de 15 años, había sido admitido en la universidad.

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“Aun así, hay una salvedad. Me han dicho que tengo que acabar Bachillerato con una media de 9, mínimo, aunque yo creo que es fácil sacar un 9 en Bachillerato”, opina, esperanzado, el brillante alumno del Colegio La Presentación de Granada. “Creemos que lo conseguirá, porque la universidad pide media de sobresaliente desde segundo de la E.S.O. y de momento Miguel lo ha conseguido”, añade con orgullo su madre.

Patio de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford en una imagen de archivo.

Patio de la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford en una imagen de archivo. Andy Rain Efe

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De 2º de E.S.O. a 1º de Bachillerato

Lo cierto es que Miguel Donaire no sólo ha brillado ahora ganándose el mérito de acceder a la Universidad de Oxford, sino que lleva años sorprendiendo a los que le rodean. Pese haber sido identificado como superdotado “con un alto coeficiente intelectual”, María José Arcas-Sariot (Granada1974), su madre, explica que ella y su marido prefirieron que continuase en su curso “para que tuviera una infancia tranquila y feliz”.

“Pero hace dos años falleció mi padre, cosa que le marcó mucho a Miguel. Me dijo que quería saltar de curso porque le daba miedo morir sin hacer nada y perdiendo su tiempo”, recuerda la madre. Fue cuando ella y su marido, Miguel Ángel Donaire (Madrid1976), escucharon la petición de su hijo y hablaron con el colegio y la Junta de Andalucía. Tras el debido proceso se acordó que Miguel pasara de segundo de la E.S.O. a primero de Bachillerato. El tiempo máximo de flexibilización de cursos está fijado en dos años.

Un grupo de alumnos de instituto realizando un examen.

Un grupo de alumnos de instituto realizando un examen. EP

Durante esta etapa de secundaria, José ManuelEloy y Elías, tres profesores de Matemáticas y Física del centro, han sido los responsables de que a Miguel le apasionaran las ciencias para querer dedicarse en cuerpo y alma a ellas. Su interés en las ciencias y en la informática provocaron que Miguel comenzara a participar con 13 años en el programa Estalmat de la Universidad de Granada.

Se trata de un programa de estímulo al talento matemático, que se imparte cada dos fines de semana en la Facultad de Ciencias. “Damos un montón de temas y me encanta porque nos enseñan a razonar, como si se tratara de ejercicios de las olimpiadas matemáticas”, dice el chico. Un certamen que, por cierto, ha logrado ganar a nivel andaluz y a nivel nacional.

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Miedos y retos de Miguel

Aunque la hazaña de Miguel es casi una realidad –a falta de que acabe Bachillerato con una media de 9–, el joven se permite soñar con su futuro en Oxford. Se siente “afortunado e ilusionado” por la oportunidad. Dice que no la tiene todo el mundo, pero que “hay que luchar por ello”. “A veces pensamos que es imposible, y por eso no lo intentamos, pero yo lo he intentado y lo he conseguido”, opina.

Pregunta.– Tiene 15 años y cuando empiece la universidad tendrá 16. ¿Le da miedo este nuevo reto siendo menor?

Respuesta.– Me da un poco de miedo, pero creo que soy lo suficientemente independiente. Yo creo que no habrá problemas porque en Oxford existe una estructura de colegio mayores que facilitaría mucho la adaptación. Aun así, nunca se sabe. Hay que estar preparado para todo.

P.– ¿A qué le gustaría dedicarse después de acabar la universidad?

R.– La verdad, no sé a qué me querría dedicar cuando acabe la carrera de Matemáticas e Ingeniería Informática. Me gusta todo y quiero disfrutar del estudio, sobre todo. No me importaría dedicarme a la docencia, por ejemplo, pero ya sería en Granada. Eso sí, no tengo prisa para decidir y quiero ir paso a paso.

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Ese “paso a paso”, de momento, pasa porque el joven Miguel Donaire consiga acabar Bachillerato con un 9. Aun así, la Universidad de Oxford ya ha admitido a este brillante adolescente para iniciar su doble grado en septiembre.

Fuente: El Español

No es ningún secreto que vivimos inmersos en una cultura del alcohol. Lo vemos en nuestras fiestas más emblemáticas, en las celebraciones familiares o sociales y en la mayoría de series y películas que encontramos en los suculentos catálogos de Netflix o HBO. El alcohol está por todas partes. Sin olvidarnos, por supuesto, de las vallas publicitarias, de YouTube y de redes sociales como Twitter, Instagram o Facebook. No es de extrañar, por tanto, que si el alcohol forma parte de nuestras vidas, también sea la sustancia psicoactiva más consumida entre los jóvenes españoles con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años. Así lo recoge el último informe del Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías que sitúa la edad media de inicio en su consumo entre los 13 y los 16 años.

Para Xavier Pons, profesor del Departamento de Psicología Social de la Universitat de València, a esta cultura del alcohol y a las costumbres del mundo adulto, que incorpora el alcohol a todas sus actividades sociales, se une un factor más: el de la cultura de la despreocupación. “Nuestra sociedad ha creado una cultura de la banalidad y la despreocupación, que también es argumento para el consumo alcohólico en los jóvenes. La mayoría de niños son educados, cuando son niños, en los valores de la moderación, la prudencia, el autocontrol, el rigor, la responsabilidad… Esos valores deberían desembocar, más adelante, en actitudes y conductas consecuentes, tales como no beber alcohol y no abusar, si sabes (y lo sabes) que es perjudicial. Sin embargo, ese niño va creciendo y haciéndose adolescente en una sociedad que le transmite otro tipo de realidad: si es divertido es bueno. Da igual si es sano, ético, razonable, veraz, prudente, bello, inteligente, o si es todo lo contrario; mientras sea divertido será aceptable. No hay reparo alguno para la diversión en la sociedad de la despreocupación; todo lo que interfiera en la diversión será apartado u olvidado, y todo lo que la facilite será bien recibido”, explica.

Sumemos dos cuestiones más. Por un lado, el deseo de descubrimiento innato de la propia adolescencia, una etapa en la que, según Miguel Fuster, psicólogo clínico, “no se tiene la misma sensación de peligro a la hora de tomar decisiones; lo que lleva a un mayor aprendizaje pero, también, a ser más vulnerables como individuos ante los riesgos por falta de capacidad de evaluación de las consecuencias negativas”.

En el Grupo de Trabajo Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna se hace hincapié en la neurotoxicidad y neuroinflamación que ejerce el alcohol en jóvenes, sobre todo en la modalidad de consumo en “atracones” o binge drinking (“botellón”). Su coordinador, Francisco Javier Laso apunta que cualquier consumo de alcohol es de “riesgo”, y tiene especial impacto en la adolescencia, “ya que han podido observar que implica consecuencias estructurales y funcionales en el sistema nervioso cuya “maduración” se está desarrollando, lo que promueve la aparición precoz de dependencia alcohólica”. Lo sugieren múltiples estudios, uno de los más recientes el publicado por investigadores suecos en enero en la revista Journal of Hepatology, en el que a través de un seguimiento a 40 años de 43.000 varones en Suecia, se asoció el consumo de alcohol en la juventud con un mayor riesgo de hepatopatía grave. Un riesgo que, aunque dependiente de la dosis, se encontraba desde el primer gramo de alcohol.

¿Permitir o prohibir?

Con un panorama tan desolador y complicado, cabe preguntarnos si como familia está en nuestra mano convertirnos en un “factor” de protección y prevención, o si por el contrario podemos acabar añadidos a la lista de factores de riesgo mencionados sin que tengamos conciencia de ello.

Un reciente trabajo publicado en el Journal of Adolescent Health y dirigido por la investigadora Jennifer L. Maggs, Parents Who Allow Early Adolescents to Drink, nos plantea la cuestión de que una actitud más relajada y permisiva con respecto al alcohol, con la creencia de que esto enseñará a nuestros hijos a beber con sensatez, puede ser un factor de riesgo para una iniciación temprana en el consumo de alcohol, incluso de problemas más graves a posteriori. La investigación, además, pone en evidencia que el nivel socioeconómico y cultural de los padres no es un factor protector sino más bien al contrario: un mayor nivel social y económico puede ser un factor de mayor riesgo para el consumo, ya que ese poder económico puede suponer una mayor disponibilidad económica también para los hijos, y con ello el acceso más fácil a esta sustancia.

“La sociedad ha creado una cultura de la banalidad, que también es argumento para el consumo alcohólico en los jóvenes”

Si la permisividad mantenida por los padres incrementa la probabilidad de consumo en los hijos adolescentes, ¿es la prohibición del alcohol la solución? Señala Xavier Pons que niños y adolescentes tienen que aprender a convivir con ciertas restricciones conductuales, “porque se van a encontrar con muchísimas en su vida adulta y tendrán que adaptarse a ello”. Por eso, entiende que las restricciones razonables ayudan a educar la tolerancia a la frustración y la responsabilidad. Y, muchas veces, la salud. Añade el profesor e investigador que, aunque está muy arraigada la idea de que lo prohibido resulta más atractivo “y acaba haciéndose más”, no hay ninguna evidencia de que eso sea así. “Las cosas son mucho más complejas que eso. Por ejemplo, siguiendo esa lógica, podríamos decir “prohibido estudiar” y a todos los chavales les entrarían unas ganas enormes de ponerse a estudiar, pero nada es tan simple. De hecho, lo prohibido suele acabar desapareciendo a largo plazo, siempre que junto con la prohibición haya un control de la conducta que se restringe”, argumenta.

Para Pons, además, lo que convierte al alcohol en algo atractivo no es que los adultos lo prohíban, sino que “los adultos lo consumen” y que los adultos “lo califican de peligroso para los jóvenes”. Por tanto, estamos aportando valor positivo y atractivo al consumo de alcohol sin darnos cuenta. “Para un adolescente abstenerse de hacer algo “peligroso” por el hecho mismo de serlo supondría manifestar indecisión o debilidad, mientras que hacerlo significa ser alguien “enrollado”, valiente, atrevido,… Es eso, más que ser “rebelde”, lo que motiva al adolescente. Realmente, hay poca rebeldía en hacer lo mismo que se ve que hacen los adultos, que son los que han institucionalizado el alcohol y lo comercializan”.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de hablar y actuar con un niño de 15 años sobre el alcohol? ¿Qué herramientas tenemos para hacerles resistentes ante la cultura del alcohol? La respuesta del investigador valenciano es clara: “No pensar que es un niño, porque, aunque para nosotros lo parezca, él o ella no lo va a ver así y no lo va a admitir. A los 15 años es normal creer que uno lo sabe todo de la vida y son sus padres los que no se enteran. Pero, al mismo tiempo, uno es consciente de estar sumido en una vorágine de dudas, que le cuesta mucho admitir, porque esas dudas no son congruentes con la imagen de fortaleza que desea proyectar. Esto no es malo, en el sentido de que se irá ajustando con la edad. Lo que pasa es que esa incertidumbre es terreno abonado para que los que comercializan el alcohol saquen beneficio”.

Para el psicólogo Miguel Fuster la idea de la prohibición como alternativa lleva a un problema igual que el que acarrea la permisividad, y opina que todo va a depender más de qué relación tengan los padres con el uso de sustancias como el alcohol y las drogas. “La mejor manera de hablar y de actuar es que haya una consistencia en mi manera de relacionarme con el alcohol y lo que yo les pido a mis hijos. Si hay una consistencia entre lo que yo digo como padre y lo que yo hago como padre el mensaje calara en mis hijos. Si hay una inconsistencia, mis hijos aprenderán de lo que yo hago y nunca de lo que yo digo. El mensaje verbal pierde toda su fuerza”.

Revisar nuestros hábitos y actitudes

La mayoría de nosotros, además de una baja percepción del riesgo que entraña el consumo de alcohol, no tenemos conciencia de cuándo y cuánto bebemos delante de nuestros hijos. “El 75 % de los individuos que bebe excesivamente cree que toma una cantidad “normal” de alcohol. Aunque frecuentemente en los medios surgen noticias sobre las bondades del consumo de pequeñas cantidades de alcohol, los estudios rigurosos demuestran que no hay ningún efecto saludable, y como indica la OMS: alcohol, cuanto menos mejor”, explica F. Javier Laso. En este sentido, el coordinador considera que si los padres tienen “información incompleta y sesgada”, no es de extrañar que se obvie hablar con los hijos sobre los riesgos del alcohol y que se considere su consumo como algo socialmente “natural”. Y es esa actitud permisiva parental “por ignorancia de riesgos” la que considera un hecho determinante para el consumo de alcohol en los adolescentes.

Preguntémonos honestamente cada uno de nosotros: ¿Qué pasaría si preparo una fiesta con adultos en mi casa en la que NO hubiese alcohol?

Y es que, además, muchos padres beben delante de sus hijos de manera habitual. Quizás los fines de semana, en bares, en el propio hogar. Señala Xavier Pons que hay muchos estudios que comprueban que en familias de padres bebedores habituales (no necesariamente alcohólicos) es más probable encontrar adolescentes bebedores abusivos, que en familias de padres abstemios. “Los hijos adquieren muchas conductas y actitudes por imitación de los padres. También los hábitos saludables/insaludables. Y, efectivamente, tiene más influencia en el hijo lo que ve que hacen sus padres que lo que estos dicen”, cuenta Pons.

Poca utilidad encuentra el psicólogo Miguel Fuster en las campañas centradas en las consecuencias del alcohol si no son acompañadas de coherencia en el uso que hacemos como adultos del alcohol. “Preguntémonos honestamente cada uno de nosotros: ¿Qué pasaría si preparo una fiesta con adultos en mi casa en la que NO hubiese alcohol? ¿Cómo reaccionaríamos todos y cada uno de nosotros? Desde ese planteamiento, ¿qué podemos hacer si asumimos que el alcohol es algo presente en nuestra vida? Seamos coherentes y el mensaje tendrá sentido”, plantea.

Opina Xavier Pons que las campañas de prevención que comenzaron en los primeros años ochenta del siglo XX han servido para crear a lo largo de todo este tiempo una actitud más crítica hacia el alcohol en la sociedad (“Somos más conscientes de sus riesgos que en generaciones anteriores, esa idea ha calado en la sociedad”), pero sabe que una campaña preventiva no va a servir para disminuir drásticamente el consumo juvenil de alcohol. “Conocer los riesgos que supone el abuso de alcohol no disuade a los jóvenes de iniciar y mantener su hábito de consumo; eso está totalmente comprobado por casi 40 años de investigación al respecto. Además, los que publicitan y comercializan el alcohol han sabido conectar con los adolescentes mejor que los que diseñan campañas preventivas”, se lamenta y vuelve a incidir en lo que señalábamos al principio: el consumo de alcohol responde a un modelo cultural arraigado y a un modelo de sociedad determinado por lo que, según concluye Pons, tendríamos que modificar radicalmente los valores culturales imperantes. Y no es nada fácil, no, salvo que empecemos por nuestras propias trincheras familiares.

https://elpais.com/elpais/2018/02/12/mamas_papas/1518421876_113910.html

Tras el deseo de lucir un dibujo en la piel de forma permanente hay una necesidad de diferenciarse y crear una identidad propia. Lo recomendable es hablarlo con el adolescente y aportarle toda la información posible sobre sus consecuencias.

Muchos padres se cierran en banda con un tajante no; otros, por no discutir, asienten sin inmutarse. Y para otros muchos cuando un hijo quiere hacerse un tatuaje implica entrar en un mundo desconocido y lleno de estigmas. Llevar un tatuaje va dejando de ser el tabú que era antes y va formando parte de la vida de muchos. Independientemente de gustarnos o no, lo verdaderamente importante es informarnos bien sobre qué conlleva tatuarse y, si damos el OK, cuáles son los pasos necesarios para que resulte lo más seguro posible. En cualquier caso, la edad establecida para realizar un tatuaje es a los 16 años con el consentimiento y la presencia de los padres.

Tatuarse no es nada nuevo

Es importante recordar que un tatú no es nada nuevo ni una ocurrencia loca de adolescente. De hecho, hay datos que indican que el tatuaje se usa como expresión artística desde hace más de 5.000 años, siendo habitual todavía en culturas de la Polinesia o de Medio Oriente. Esta práctica, ha tenido varios significados desde la mera ornamentación hasta la jerarquía, poder, respeto o amenaza. El tatuaje también ha simbolizado el paso de la adolescencia a la adultez o el sello de casamientos o duelos. Tras ser muy castigado por algunas religiones, el tatú volvió a disfrutar de un revival en los años 70, popularizándose y diversificando sus significados como hoy en día en Europa, por ejemplo, que tatuarse representa un sello personal que se desea exteriorizar.

Lo primero, la salud

Un tatuaje es un dibujo grabado en la piel con tintas que han sido introducidas a una profundidad de hasta 3 mm, hasta la dermis, a través de pinchazos reiterados con agujas. Como padres, es posible que lo primero que se nos pase por la cabeza es preguntar si afecta a la salud. La Dra. Raquel Novo, jefa del Servicio de Dermatología de los hospitales universitarios HM Montepríncipe y HM Puerta del Sur, dice que “la piel presenta dos respuestas; una a las punciones, es decir, al traumatismo que causan las agujas, y otra, al depósito de tinta en la dermis, que no deja de ser un material extraño en el organismo”. Y eso nos lleva a pensar en esos grandilocuentes titulares que asocian tatuaje con cáncer.

Ante estas informaciones, la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV) llamaba el año pasado a la calma y a revisar la evidencia científica. Fue muy comentado el estudio publicado en Scientific Reportsque exponía que los tatuajes suponían riesgo para el sistema inmunológico. La AEDV señala que las tintas negras efectivamente liberan partículas de hidrocarburos aromáticos (potencialmente cancerígenos) hacia los ganglios linfáticos, pero “no existe evidencia científica de que la presencia de estos pigmentos en los ganglios ocasionen patología”, afirma el Dr. Donís Muñoz Borrás, de la Clínica Dermatológica Donís Muñoz y miembro de AEDV. Con respecto a las tintas rojas o de otros colores, “aún son una incógnita”, declara el doctor. “Las tintas negras se vienen empleando desde hace 4.000 años y prácticamente no han cambiado su composición. Los maoríes llevan el 80% de su cuerpo cubierto de tatuajes negros y no se ha visto que tengan mayor incidencia de cáncer”, concluye.

Actualmente, no existe una legislación específica en la Unión Europea sobre la tinta de los tatuajes de larga duración. Según la Comisión Europea, en su informe Seguridad en tatuaje y maquillaje permanente, hasta en un 5% de las personas tatuadas puede aparecer una infección bacteriana, alergias agudas o hipersensibilidad en la piel, incluso décadas después de la realización del tatuaje, debido especialmente a los colorantes de las tintas. Según el informe, eso sí, España figura entre los países de la Unión Europea (UE) con una legislación más estricta a la hora de regular los tatuajes, al establecer límites a ciertas impurezas en las tintas o tener una lista negativa para algunos colorantes. Sin embargo, la Comisión Europea destaca la necesidad de actualizar los requisitos químicos y el etiquetado de las tintas.

¿Por qué nuestro hijo quiere tatuarse?

Un tatuaje supone una decisión importante y para toda la vida. Como un adolescente puede arrepentirse fácilmente, es bueno saber que existe la posibilidad de eliminarlo con láser. Sin embargo, este procedimiento es doloroso, caro y, a veces, deja cicatrices, por lo que no todo es color de rosas. Se hace imprescindible someter el tema a una conversación en la que el adolescente exponga cuáles son sus motivaciones para tatuarse. Tal y como resalta Imma Abad, psicóloga infantojuvenil de ISEP Clínic Barcelona, “la adolescencia es un periodo en el que la imagen es crucial y, al mismo tiempo, los padres dejan de ser el referente para serlo el grupo de iguales. En todo caso, si mantenemos un clima de diálogo desde la infancia, será más fácil que se dejen acompañar en estas primeras decisiones y ofrecerles puntos de vista diferentes”. Sin querer generalizar, Jorge García, tatuador de Tinta al Alma, piensa que un tatuaje es algo muy personal y las razones de los chicos son variadas. Destaca principalmente dos: “por moda, siguiendo a celebrities o deportistas, y por expresar una historia de un momento de sus vidas”.

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El arte de negociar con adolescentes

Si no nos convence la idea del tatuaje, Abad nos recuerda que “por definición, un adolescente es rebelde, necesita esta oposición para su desarrollo y para defender y luchar por lo que desea. Quiere ser tratado como adulto y que se tengan en cuenta sus opiniones. Algunas cosas serán negociables y otras no, dependerá de cada familia. Debemos encontrar un equilibrio, ya que una decisión pactada, hablada y negociada es más fácilmente aceptada que una impuesta”.

Todo lo que hay que saber si tu hijo decide tatuarseDe la mano de la Dra. Novo, del documento del Dr. Donís Muñoz, que utilizan los dermatólogos como las reglas de oro de los tatuajes responsables, y la experiencia de Jorge García, los pasos a seguir son:

Meditar serenamente la decisión de tatuarse. Informarse y no dejarse llevar por impulsos o modas. Una vez tomada la decisión, escoger con tranquilidad el diseño y tamaño.

Hacerlo siempre en un estudio de tatuajes homologado, con las licencias del Ministerio de Sanidad, evitando aficionados, aprendices o estudios clandestinos. Además, “los padres deben comprobar que el estudio esté limpio, la máquina esterilizada y todo el material (agujas, guantes…) sea desechable; que el tatuador abra cada precinto delante de ellos”, dice Jorge.

Asegurarse de que el profesional está artísticamente capacitado. Es recomendable que antes de tatuarse, los chicos y sus padres visiten varios estudios y revisen el trabajo del artista, sus referencias y que tenga el certificado higiénico sanitario, que garantiza que tomará todas las medidas para evitar una infección. “Hoy hay escuelas de formación donde se enseña a tatuar, la técnica, la higiene y la buena relación con el cliente”, acota el tatuador.

Exigir tintas homologadas en España, o al menos en Europa. No hay que consentir otras bajo ningún concepto. El problema se genera porque muchas veces se usan tintas más económicas, pero cuyo uso no ha sido autorizado en Europa. Ojo con la henna, porque no es tan inocua como se piensa, porque para colorearla se usan sustancias con PPD, una sustancia muy sensibilizante.

Fotografiar el frasco de la tinta empleada y guardarla por tiempo indefinido, ya que en ocasiones las tintas crean problemas mucho tiempo después de ser empleadas, asegurándose de que figure marca del fabricante, registro sanitario, índice de color, número de lote, composición, etc.

El principio activo de la tinta de color negro es el carbón, y es el pigmento más empleado y el más seguro, siendo excepcional que presente efectos adversos y menos efectos indeseados.

Antiguamente, las tintas de color procedían de metales pesados (cadmio, cobalto o mercurio). No obstante, desde hace 40 años este tipo de metales se han ido sustituyendo por colorantes sintéticos o artificiales azoicos, que pueden ser tóxicos también. El color rojo es el que puede llegar a crear más problemas de intolerancia, tanto a corto como a largo plazo, pudiendo ocurrir incluso muchos años después de realizarse el tatuaje.

De querer eliminarlo, los tatuajes de color negro y rojo son los más fáciles de borrar, mientras que el color amarillo, el azul claro y el verde turquesa. El blanco, por lo general, no se puede eliminar.

Una vez hecho el tatuaje, lo más importante son los cuidados posteriores: una higiene con agua y jabón y después cremas especiales para cicatrizar e hidratar la zona.

Los dermatólogos son los profesionales más cualificados para eliminar con láser los tatuajes con garantías técnicas y sanitarias. Así mismo, son quienes pueden aconsejar acerca de hacerse o no un tatuaje en caso de padecer psoriasis, alergias o dermatitis u otras enfermedades crónicas de la piel, aunque en estos casos es mejor no tatuarse.

Fuente: El País