Todos los padres queremos que nuestros hijos tengan éxito en la vida. Todos queremos que sean inteligentes y que destaquen positivamente entre la multitud. De hecho, la inmensa mayoría de los padres piensan que su hijo es superior a la media de su clase, algo difícil de sostener. Por otro lado, nos gustan las soluciones rápidas, cómodas y sencillas: si tenemos sobrepeso preferimos un aparato que nos dé pequeñas descargas mientras vemos la televisión o una pastilla milagrosa que queme las grasas como si fuera un soplete en vez de los métodos demostrados como comer menos y hacer más ejercicio. maxresdefaultEn vez de dedicar horas a estudiar gramática y vocabulario para aprender un nuevo idioma, nos seduce más la perspectiva de que nos pongan una grabación debajo de la almohada y aprendamos mientras dormimos. El que estos sistemas «mágicos» no funcionen es un problema menor, siempre hay suficiente gente que extrapola un resultado científico fuera de contexto, que diseña un aparato o una técnica de aspecto moderno y sofisticado y que lo vende como churros aprovechando nuestra credulidad, lo fácil que nos tragamos aquello que nos interesa creer. En eso se basan todas las medicinas alternativas del mundo, en que a pesar de no haber ninguna evidencia demostrada, consigamos la solución a nuestros problemas pagando algo —un remedio homeopático, unas velas, una máquina con lucecitas— por unos cuantos euros. Uno de estos trampolines mágicos, a la inteligencia en este caso, es el Efecto Mozart.

El primero que habló de la música de Mozart y sus efectos cerebrales fue Alfred A. Tomatis. Este otorrinolaringólogo merece su propio artículo por las tonterías que dijo pero entre ellas estaba que la música, y en concreto Mozart, era capaz de curar distintas disfunciones cerebrales.  Que algunos de sus vendedores-seguidores digan que ese cacharro cura cosas incurables como el autismo es, en mi opinión, de juzgado de guardia.

El Efecto Mozart tuvo un segundo paso importante con la publicación en 1993, en Nature, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, de un artículo de tres investigadores de la Universidad de California, Irvine. Los tres científicos, Rauscher, Shaw y Ky publicaron que los estudiantes universitarios después de oír durante 10 minutos una sonata de Mozart (K448 para dos pianos) hacían mejor un test de razonamiento espacial —una prueba que requería doblar y cortar papeles— que otros grupos de estudiantes que habían escuchado una cinta con instrucciones para relajarse o silencio. Que se hiciera en estudiantes universitarios y no en niños o en bebés, no se menciona; que el artículo no afirme nada sobre aumento del cociente de inteligencia, tampoco importa; que fuera un test de razonamiento espacial y lo vendan como un incremento general de inteligencia, qué más da; que otros autores usando otros test no hayan sido capaces de replicar el experimento, problema de ellos y, sobre todo, que la supuesta mejora hubiese desaparecido a los quince minutos, lo ocultan cuidadosamente. Cientos de listos vieron las puertas de sus negocios abiertas y cientos de miles de padres entraron por esas puertas a regalar su dinero. Esos cientos de miles de familias se subieron al carro del efecto Mozart y en vez de leer cuentos a sus hijos, en vez de hablar con ellos y responder a sus preguntas, en vez de llevarlos a museos y al cine para cultivar su inteligencia, en vez de animarles a jugar y desarrollar su creatividad, es mucho más fácil comprar un CD donde aparece un padre y un niño en la carátula, los dos sonriendo. No es ninguna broma: en la década siguiente se vendieron ¡dos millones! de uno de estos CD con música de Mozart para niños. Para que luego presuma de vender discos el maestro Sabina.

Si Nature parecía una revista seria, el New York Times siguió su estela y un artículo del músico Ale Ross proclamaba que «los científicos han determinado que escuchar a Mozart te hace más inteligente», cosa que ningún científico había dicho. Ross usó esta falsa conclusión suya para decir que Mozart había destronado a Beethoven como el mejor compositor del mundo, otra gilipollez, si me permiten el exabrupto. En 2000, otro artículo publicado en el South China Morning Post, indicaba que «según estudios realizados en Occidente, escuchar música de Mozart mientras está en el útero, hace que el bebé nazca más inteligente que sus compañeros de generación». Otro artículo publicado en el Milwaukee Journal Sentinel escribía sobre «numerosos estudios sobre el Efecto Mozart y cómo ayuda a los estudiantes de la escuela primaria, a los del instituto e incluso a los niños de guardería a mejorar su rendimiento mental». El que no se hubiese hecho ningún estudio en estos grupos de edad —ni bebés, ni niños de guardería, ni estudiantes de primaria ni de secundaria— no importaba, la bola seguía creciendo y seguían vendiendo CD con bebés sonrientes. Y así vamos, seguimos queriendo hacer superbebés, queremos tener hijos muy listos sin que tengamos que dedicarles un minuto: la industria Baby Einstein mueve más de 100 millones de euros al año.

En 1997, Don Campbell escribió un libro titulado El Efecto Mozart: pinchando el poder de la música para sanar el cuerpo, fortalecer la mente y desbloquear el espíritu creativo. Por si él título no basta para hacer temblar, este músico decía que escuchar a Mozart, en particular los conciertos de piano, podía incrementar temporalmente el cociente de inteligencia y producir muchos otros beneficios en la función mental. También aportaba «unas historias dramáticas de cómo se usa la música para afrontar todo, de la efecto_mozartansiedad al cáncer, la hipertensión, el dolor cónico, la dislexia e incluso la enfermedad mental». Campbell escribió que Mozart mejoraba el «descanso profundo y el rejuvenecimiento», la «inteligencia y aprendizaje» y la «creatividad y la imaginación» y también reducía el estrés, la depresión y la ansiedad. ¿Quién se puede resistir a una panacea de ese tipo? Un ejemplo de los que no se resistieron fue el entrenador de los New York Jets, un equipo de fútbol americano, que ordenó que los altavoces del estadio emitieran música de Mozart durante los entrenamientos, algo que quizá sugiere que pensaba que sus deportistas no andaban muy finos de inteligencia o de creatividad. A estas alturas usted ya se habrá dado cuenta de que esto era un despropósito cómico pero da igual, Campbell se hizo millonario vendiendo libros y discos y cuando numerosos estudios intentaron ver estos efectos y no encontraron nada, no pasó nada, a Campbell y a los demás artistas mozartianos  nadie les pidió que devolvieran el dinero. Desgraciadamente, suele ser así.

El Efecto Mozart se siguió estudiando con resultados contradictorios incluso en animales de experimentación. El mismo Rauscher, junto con otros investigadores, realizó experimentos en ratas que fueron expuestas tanto en el desarrollo prenatal como en los primeros dos meses postnatales a la sonata K448 de Mozart, a la música del compositor minimalista Philip Glass, a ruido blanco y a silencio y luego los cuatro grupos tuvieron que moverse en un laberinto. Según los investigadores el grupo de Mozart lo hizo más rápido y con menos errores. Otro equipo académico estudió los efectos de la música de Mozart —la misma K448, por cierto— sobre la neurogénesis del hipocampo, la formación de nuevas neuronas en el cerebro adulto. fpsyt-04-00061-g001En comparación con el ruido normal del animalario, las ratas que oyeron a Mozart generaron más neuronas pero eso también sucedía cuando se les exponía a las llamadas de las crías y al silencio, pero no con ruido blanco.

Incluso en el país con más premios Nobel del mundo en ciencia pasan estas cosas. Zell Miller, gobernador de Georgia, incluyó un apartado presupuestario (105.000 dólares) para regalar a todos los niños nacidos en el estado un CD de música clásica. Miller les puso a los legisladores en un magnetófono el Himno a la Alegría de Beethoven y les preguntó. «Ahora, ¿no os sentís más inteligentes ya?». Parece que Miller creía que a él sí le había pasado. El gobernador de Tennessee Don Sundquist no quiso ser menos que su colega y sacó adelante un proyecto similar. La memez no afectaba solo a los políticos del ejecutivo, también a los del legislativo: el parlamento estatal de Florida aprobó una ley consignando financiación pública para que todas las guarderías pusieran música clásica a los niños. Científicamente era una estupidez, políticamente era un acierto: los padres pensarían que los políticos ayudaban a que sus hijos fueran más inteligentes, las familias creerían erróneamente que no les costaba a ellos dinero, el riesgo era cero —a nadie le pasa nada malo por escuchar música clásica— y el gasto, una minucia para el presupuesto de un estado. Cuando diferentes investigaciones encontraron que el Efecto Mozart no generaba ningún efecto sobre la inteligencia, estos políticos no quisieron perder el juguete. zell_miller_040901El mismo gobernador Zell Miller animó a los defensores de esta teoría a «no ser confundidos ni a desanimarse por culpa de unos académicos que criticaban a otros académicos». Evidentemente, este señor no sabe que así es como avanza la ciencia: debatiendo, comprobando y rechazando o ratificando resultados previos.

Estudios posteriores han explicado un poco más lo que puede ser y no ser el Efecto Mozart. Mucha de la música de Mozart tiene un componente positivo, transmite alegría, ánimo. Thompson et al. (2001) pusieron a unos voluntarios una de estas piezas que podríamos llamar «euforizantes», una sonata mozartiana frente a otra que según ellos era triste y lenta, el adagio de Albinoni, que a mí me parece preciosa y relajante. La conclusión del estudio fue que los dos tipos de música producían efectos diferentes en el ánimo, el estado de alerta, y la alegría de los participantes por lo que concluyeron que «estos resultados proporcionan una evidencia convincente de que el efecto Mozart es un artefacto del estado de alerta y el estado de ánimo». Otro estudio demostró que los efectos publicados en Nature se conseguían igualmente si en vez de poner un trozo de una composición de Mozart se leía un trozo de un texto de terror de Stephen King o se tomaba una limonada. ¿Qué quieren que les diga? Prefiero a Mozart o la limonada pero una fotocopia de una novela de terror es mucho más barata que un CD de música clásica y más sencilla de hacer que una limonada. Recuerde, la ciencia es cultura.

¿Y cómo conseguir que nuestro bebé sea más inteligente? La Academia Americana de Pediatría lo deja muy claro: hablarle, pasear con él, cantar a su lado, tocarle, abrazarle, imitarle y leerle cuentos. Apenas cuesta dinero, es divertido y gratificante y recuerde: a Wolfgang Amadeus nadie le puso un CD.

 http://jralonso.es/2015/05/25/el-mito-del-efecto-mozart/

Si pudiéramos mirar a través de la pequeña cabecita de nuestro hijo, veríamos la cantidad de actividad que se genera en su cerebro cada vez que juegan. El culpable de esto, o más bien la culpable, es la química. El juego genera una serie de hormonas que trabajan en el cerebro de los niños. Cada vez que tu hijo juega, estas sos las sustancias que se activan en el cerebro:

2011_9_14_PHOTO-163b340ff466a8c33c40a148cc2ee711-1316026937-80– La Serotonina: Gracias a ella se reduce el estrés. También es la encargada de equilibrar y regular el estado de ánimo.

– La Acetilcolina: Es la sustancia que favorece la concentración, la memoria y por supuesto, el aprendizaje.

– Las Endorfinas y Encefalinas: Encargadas de reducir la tensión neuronal. Es decir, la que transmite al niño calma y felicidad. Es el mejor momento de creatividad del niño.

– La Dopamina: Motiva la actividad física, la que consigue que los músculos reaccionen ante el juego. También participa en la estimulación de la imaginación, la creación de imágenes y seres fantásticos.

Por qué es importante dejar que los niños jueguen

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 El juego abre las puertas de la imaginación y la creatividad de los niños, les mantiene en forma, les ayuda a generar estrategias y a resolver conflictos y les enseña a crear normas y respetarlas. Es juego es la mejor asignatura para los niños, la más completa. Estas son sus grandísimas ventajas:

– Es desestresante. El juego libera de la presión de los estudios o los deberes.

– Es el mejor vehículo de aprendizaje para los niños.

– Ayuda a establecer lazos sociales.

– Potencia y desarrolla el universo interno del niño.

niño-jugandoJugar, sin más. Jugar al escondite, a los bolos, al cucu-tras. Jugar con los muñecos, con la pelota, o simplemente con la imaginación. Deja que tu hijo sueñe, imagine, juegue con otros niños. Estará aprendiendo, y mucho, de la mejor forma posible: divirtiéndose.

Estefanía Esteban. Redactora de GuiaInfantil.com

Exploradores, Guardianes y Jedis. A cada edad, tu rol como responsable en la educación tecnológica de tus hijos cambia. De la mano de la ONG Padres 2.0, descubre qué papel debes desempeñar en la educación tecnológica de tu hijo.

Hasta los 9 años: Explorador

243247377-touchpad-libro-electronico-e-reader-tecnologia-inalambricaTu hijo no puede visitar ninguna web de Internet, ni jugar con ninguna APP que tú no hayas revisado previamente, es decir, en tu papel como explorador te has anticipado a los riesgos y has marcado el camino a seguir para proporcionarle sólo entornos 100% seguros en los que pueda jugar y descubrir sin ningún riesgo y en los que no va a necesitar filtros parentales tecnológicos porque siempre irá de tu mano. Va a descubrir Internet y las TIC a través de ti, tú eres quien le dirige y le guía en sus primeros pasos por el ciberespacio. En las últimas edades de esta etapa también le enseñas los códigos de edad de los programas de TV como de los videojuegos (código PEGI) y le hablas de los contenidos que son adecuados a su edad. A estas edades procúrale experiencias lúdicas. La mejor TV y el mejor videojuego eres tú.

Entre 10 y 13 años: Guardián

hijo-padreEn este periodo, ya puedes ir «soltándole de la mano» en Internet. Ahora descubrís webs de Internet, APPs y videojuegos juntos. Le enseñas las primeras reglas y normas a tener en cuenta en el uso de la tecnología, como por ejemplo tiempo de uso, horario de juego o en qué lugares de la casa puede o no puede conectarse. Tu labor es la de controlar y supervisar. Vas siempre a su lado y corriges si se sale del camino. Le ofreces experiencias lúdicas y formativas. Estableces los primeros filtros y siempre te da cuenta de lo que ve y hace en Internet, con la misma naturalidad que comentáis cómo ha ido el día en el cole o le cuentas qué tal tu jornada laboral: hablar de las TIC con normalidad en la familia va a prevenir problemas futuros. Sólo le darás autonomía en aquellos entornos confiables y seguros, como las webs o juegos para niños de su edad en la que tú también habrás jugado: establecer un vínculo emocional a través del juego te da una complicidad única con tu hijo. Ya tiene edad de comprender que no todo el mundo es lo que parece ser: es época de empezar a hablarle de los riesgos que puede encontrarse, tanto en el colegio (acoso) como en Internet (ciberacoso).

A partir de 14 años: Maestro/a Jedi

hijo-padreEn plena adolescencia, si has cumplido en las etapas anteriores, tu hijo merece que le demuestres que confías en él, dándole más libertad y respetando su espacio si es responsable en el uso de las TIC. Es la época en la que debesdejarte enseñar para que te muestre sus progresos y sus descubrimientos tecnológicos. Él ya conoce «el poder de la fuerza» y el «lado oscuro» de las personas y de Internet. Tu papel es el de sabio Maestro Jedi que siempre está disponible para resolver alguna duda, que siempre le orienta cuando busca una guía a quien imitar y que siempre le asiste cuando necesita ayuda ante un problema que no sabe cómo zanjar. Sé receptivo y permanece de guardia 24h al día, 7 días a la semana los 365 días del año. Al igual que abordas, sin tapujos y con normalidad, los temas propios que pueden darse a estas edades: desde los trastornos alimenticios (anorexia y bulimia), la adicción a drogas o la sexualidad, en Internet debe comenzar a ser consciente de la huella digital que deja, su reputación on-line, y de los límites con respecto a su privacidad, y a la de terceros, que debe salvaguardar y debe hacer respetar.

http://www.elmundo.es/sapos-y-princesas/2015/03/17/5507d181ca47417f1f8b456c.html

La carencia afectiva es una situación de falta de falta de cuidados, de protección, de atención y de apego que sufre o ha sufrido un niño por parte de su madre o cuidador habitual durante los primeros años de vida.

Esta carencia afectiva puede ser debida a multitud de circunstancias como el abandono, el maltrato o a otras situaciones familiares menos traumáticas pero que dejan al niño desatendido en el plano afectivo y relacional.

La necesidad de afecto para el desarrollo infantil

carencia2A lo largo de los primeros meses y años, el bebé humano precisa de caricias, abrazos, besos y palabras cariñosas que estimulan su crecimiento y maduración cerebral. Sin este calor afectivo, sin este apego materno-filial, el desarrollo neuronal no se completa adecuadamente. Sabemos que no es suficiente con alimentar al bebé para que crezca sano, hay que transmitirle afecto y cariño, hacerle sentir que es amado para que se desarrolle adecuadamente no solo en el plano afectivo, si no también físico y mental.

En la sociedad actual en la que vivimos, inmersos en una actividad frenética y con horarios laborales poco adecuados para la conciliación familiar, son muchos los niños que viven faltos de afecto, de cariño y de las relaciones afectivas necesarias para su correcto desarrollo. No es necesario que el niño sea objeto de causas extremas como el maltrato, negligencia, abandono, largas hospitalizaciones, separaciones o divorcios traumáticos, para verse en una situación de carencia afectiva más o menos grave.  Unos cuidados de poca calidad contribuyen de manera significativa al deterioro del desarrollo del niño.

Niños que pasan horas y horas frente a la pantalla del televisor o del ordenador no están disfrutando del afecto o de las interacciones de sociales o intelectuales que les corresponden a su edad.  Esta tendencia de dejar a los niños con la niñera virtual durante largas horas crea un estilo de crianza impersonal, orientando a los niños hacia la tecnología y abandonando el factor humano.

6 síntomas de que tu hijo tiene carencias efectivas

RISTE_400(1)Los niños que no se sienten queridos por sus padres, con un ambiente frío, hostil, agresivo o  negligente pueden acabar desarrollando trastornos psicológicos más o menos graves. Las consecuencias de las carencias afectivas  sufridas durante los primeros años de vida son, con frecuencia, irremediables. Algunos de estos síntomas son:

1. Problemas con el control de los impulsos, con cambios bruscos de conducta y respuestas agresivas.

2. Desconfianza generalizada.

3. Deficiente desarrollo del lenguaje y habilidades sociales.

4. Déficit de atención.

5. Trastornos de ansiedad.

6. Dificultades para expresar sentimientos y problemas para modularlos.

Todos estos síntomas pueden llegar a hasta la edad adulta encontrándonos con personas egocéntricas, con escasas habilidades sociales y dependientes emocionalmente.

 

Sara Tarrés Corominas
Psicóloga infantil
Orientadora infantil

http://m.guiainfantil.com/articulos/educacion/derechos-del-nino/sintomas-de-carencia-afectiva-en-los-ninos/

Los problemas vividos en la infancia vaticinan cómo será nuestra calidad de vida cuando seamos adultos. Además, estos pueden influir significativamente en como nuestros niños de hoy actuarán mañana y en como nosotros, por otro lado, afrontaremos las adversidades.

Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad. Veamos a continuación cuáles son nuestras heridas….

1- El miedo al abandono

miedoa_590La soledad es el peor enemigo de quien vivió el abandono en su infancia. Habrá una constante vigilancia hacia esta carencia, lo que ocasionará que quien la haya padecido abandone a sus parejas y a sus proyectos de forma temprana, por temor a ser ella la abandonada. Sería algo así como “te dejo antes de que tú me dejes a mí”, “nadie me apoya, no estoy dispuesto a soportar esto”, “si te vas, no vuelvas…”.

Las personas que han tenido experiencias de abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.

La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.

2- El miedo al rechazo

Boy crying on his bedEs una herida muy profunda, pues implica el rechazo de nuestro interior. Con interior nos referimos a nuestras vivencias, a nuestros pensamientos y a nuestros sentimientos.

En su aparición pueden influir múltiples factores, tales como el rechazo de los progenitores, de la familia o de los iguales. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo. 

La persona que padece esta dolorosa experiencia no se siente merecedora de afecto ni de comprensión y se aísla en su vacío interior por el miedo de ser rechazado. Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.

Si es tu caso, ocúpate de tu lugar, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.

3- La humillación

miedoEsta herida se genera cuando en su momento sentimos que los demás nos desaprueban y nos critican. Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.

El tipo de personalidad que se genera con frecuencia es una personalidad dependiente. Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.

Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.

La traición o el miedo a confiar

Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus padres principalmente, no cumpliendo sus promesas. Esto genera una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.

Haber padecido estos problemas en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. Si has padecido estos problemas en la infancia, es probable que sientas la necesidad de ejercer cierto control sobre los demás, lo que frecuentemente se justifica con un carácter fuerte.

Estas personas suelen confirmar sus errores por su forma de actuar. Requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a delegar responsabilidades.

5- La injusticia

separacionSe origina en un entorno en el que los cuidadores principales son fríos y autoritarios. En la infancia, una exigencia en demasía y que sobrepase los límites generará sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta.

Las consecuencias directas en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.

Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.

Ahora que ya conocemos las cinco heridas del alma que pueden afectar a nuestro bienestar, a nuestra salud y a nuestra capacidad para desarrollarnos como personas, podemos comenzar a sanarlas.

http://lamenteesmaravillosa.com/5-heridas-emocionales-la-infancia-persisten-cuando-somos-adultos/

A continuación te mostramos dos prácticas tablas explicativas acerca de la utilización del «Do» y «Make». Dos verbos a veces que nos llevan a confusión, y que gracias a estas tablas su forma habitual y correcta de uso nos queda un poco más clara.Esperamos que te sean muy útiles!

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http://languagelearningbase.com/86864/do-vs-make-expressions-with-do-and-make

 

José Antonio Marina dedica su último libro, «Los miedos y el aprendizaje de la valentía», a padres y profesores.

LosMiedosQue el filósofo José Antonio Marina reconozca que «todos tenemos miedos» puede resultar tranquilizador. Aunque haya un matiz que las personas, según este investigador, deberíamos tener claro. «Hay miedos que nos protegen y miedos que nos destruyen. Estos últimos son nuestros enemigos y como tal hay que declararles la guerra». Esta batalla de Marina está especialmente dirigida a los niños, porque sus miedos, asegura, «pueden llegar a entorpecer su desarrollo».

 

Sobre cómo enseñarles a afrontarlos y vencerlos versa su último libro, «Los miedos y el aprendizaje de la valentía», toda una pedagogía del coraje.

—Dice usted que hay miedos que nos protegen, y miedos que nos destruyen. ¿Por qué a veces consigue dominarnos el miedo?

—Porque es muy astuto, es muy sutil, nos engaña con mucha facilidad. Engaña porque nos presenta como solución justo aquello que hay que evitar, que es la huida. Y con muy buenas razones. Por ejemplo: una persona a la que le da miedo ir a una fiesta, en vez de decir «me da miedo la fiesta», lo que piensa es «si va a ser muy aburrida, para qué voy a ir, además no tengo que ponerme, y encima que bien, porque dan una pelicula en la tele». Acaba no yendo, y su decisión le tranquiliza momentáneamente. Pero la soledad es un antídoto falso contra el miedo social. Falso porque en realidad lo está alimentando. Al miedo hay que tenerle verdadero odio. Hay que declararle la guerra.

maxresdefault—Este libro está dedicado a los miedos infantiles y adolescentes. ¿Qué tenemos que ver los padres en los miedos de nuestros hijos?

—Mucho. Los padres deben intentar no transmitir sus miedos al niño, porque los miedos se copian. Otras veces los niños aprenden los miedos porque se los contamos. Les damos demasiadas advertencias del tipo: «No hagas esto que es muy peligroso», lo que hace que los pequeños vayan teniendo la idea de que viven en un mundo hostil lleno de peligros, donde lo mejor es no salir mucho al exterior. Es decir, si usted quiere un hijo miedoso y vulnerable, protéjale, resuelva sus problemas, dele ejemplos de cobardía… En las familias se aprende el modo de enfrentarse a los problemas, que es un componente muy importante de la valentía. La valentía en realidad significa: «Me molestan los problemas como todo el mundo, pero procuro enfrentarme a ellos». En cambio las conductas de evitación favorecen el miedo. Y muchos niños aprenden las conductas de evitación en sus familias.

—Por contra, ¿qué podemos hacer los padres para criar hijos valientes?

—Lo importante es que el niño no aprenda miedos exagerados o peligrosos para él. Eso se puede conseguir demostrándole que vive en un ambiente seguro, que no todo el mundo es malo, que el mundo es previsible (mediante unos ritmos estables de vida…). También no provocándole experiencias de miedo injustificado, ni asustándolo. Y por supuesto, premiando todas las conductas donde el niño demuestre algo de valentía.

—¿Cómo actuamos, en cambio, cuando detectamos un miedo en nuestro hijo?

—Lo primero es no quitarle importancia. Da igual que sea miedo o que viene lloroso porque no le han invitado al cumpleaños de su amiguito. No son cosas de niños. Para el niño en ese momento es muy importante porque está ocupando toda su conciencia. Es muy conveniente que las primeras palabras que aprenda el pequeño (a los dos o tres años) sean palabras que tengan que ver con los sentimientos, tanto de tristeza como de alegría. En el momento en que puede hablar de ellos, verbalizarlos, comunicarlos… también conseguirá tranquilizarse. Hay que tener en cuenta que el niño se asusta cuando no sabe qué le pasa. Si, definitivamente debemos hablarles y conviene mucho que ellos hablen también de sus miedos. Los padres tienen que tener paciencia para escucharles cuando hablan de esto o de cualquier sentimiento que les perturba. Es importante también que sean conscientes de que cuando tienen la primera noticia de los miedos de su hijo, no es el momento de dar consejos, sino de acogerlo y confortarlo. Cuando esté calmado, podremos hablar de ello. Convendría entonces preguntarle qué solución se le ocurre a él. Los niños tienen ideas estupendas. Además, esta es la forma de enseñarle a afrontar los problemas.

—La timidez y las dificultades en las interacciones sociales de los niños aparecen en su última obra como el problema más frecuente e importante de los menores. ¿Cuáles son los procedimientos para luchar contra esto?

—Los procedimientos para luchar contra la timidez pasan por no sobreproteger al niño, porque eso favorece las conductas de evitación y las premia. También por no colaborar con su miedo, permitiéndole que viva en permanente retirada. Y por intentar corregir las explicaciones que se da acerca de su miedo. Sería conveniente ayudarle a mejorar sus habilidades sociales, favoreciendo las ocasiones de exposición al «peligro» (invitando amigos a casa, animándole a que inicie interacciones, etc). También ponerle pequeñas tareas en las que pueda triunfar y elogiar sus éxitos… Es importante combatir la timidez porque esta priva al niño de uno de los grandes antídotos del miedo, que es la amistad y una buena interacción con sus iguales.

El miedo al colegio

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—En «Los miedos y el aprendizaje de la valentía» usted cita el miedo a ir a la escuela de determinados niños como otro gran problema en aumento. ¿De dónde nacen y cuál debería ser aquí el papel del docente?

-De que son niños que anticipan consecuencias desfavorables: los compañeros se van a reir, les van a regañar, no van a saber contestar, voy a ser más torpe que los demás… Por alguna razón, estos chicos detectan algún elemento amenazador donde otros no lo ven. Las dificultades de aprendizaje causan muchas preocupaciones. Algunos niños llegan a hacer novillos porque les da miedo no aprender. Estos miedos se podrían achacar a una mala acción del docente. Lo más importante es que estos no caigan en esa tentación de utilizar el miedo, porque es muy fácil hacerlo. Los docentes tenemos que estar alerta porque con frecuencia los niños salen de la escuela sabiendo con certeza para qué no sirven, pero sin tener una idea clara de sus fortalezas. Y eso puede provocar un sentimiento crónico de no poder enfrentarse a los problemas. Con mucha frecuencia se utiliza el miedo como herramienta pedagógica pero la escuela tiene que ser un ámbito alegre y un ámbito de confianza. Esto no se nos debe olvidar nunca.

«El mayor miedo de los adultos es a la evaluación de la mirada ajena»

Marina apunta «al miedo a la evaluación o a la mirada ajena, al que estará pensando el otro de ti, a defraudar», como el problema que más afecta a los adultos. Eso, indica este investigador, «es lo que hace que muchas personas no se atrevan siquiera a ir a comer en público, o a pedir un aumento de sueldo, o a reclamar el dinero que hace tiempo le prestamos a un amigo. Esto en algunas personas llega hasta extremos inconcebibles. Les da vergüenza protestar en una tienda, aunque les hayan cobrado de más. No son miedos patológicos pero son miedos que dificultan mucho la vida».

Todos los días nos enfrentamos a las críticas. Es algo muy habitual, y sin embargo, nos cuesta acostumbrarnos. Siempre son difíciles de encajar, especialmente las que vienen de personas que nos importan.

Las críticas son inevitables

La aceptación es el primer paso. Si no nos damos cuenta de que las críticas son normales, la frustración acabará con nosotros. A no ser que vivamos en una isla, separados del resto de la humanidad, siempre habrá alguien que diga algo negativo de nosotros.

Al mismo tiempo, también hay que aceptar que, unos más y otros menos, todos hemos tenido este comportamiento en algún momento. Quizás hayan sido más inocentes o quizás más destructivas. Puede que lo hiciéramos porque así lo estaban haciendo los demás. Pero aceptemos a veces criticamos y que, otras veces, seremos el objeto de la crítica.

Cultiva la paciencia

La paciencia requiere poner en marcha todos nuestros recursos para mantener la tranquilidad. Consiste en no ser impulsivo y mantener la calma, dejando que las emociones inmediatas se enfríen para poder analizar la situación y actuar de forma más racional.

Esas herramientas son, entre otras, respirar hondo, obligarte a callar durante unos momentos poniéndote a contar si es necesario, o focalizarse en algo diferente, por ejemplo, en una imagen o recuerdo agradable.

Ese ejercicio permitirá que los problemas parezcan algo más sencillos y que no empeoremos la situación diciendo o haciendo lo primero que se nos venga a la cabeza. Sin duda es la forma más inteligente de actuar.

Aprende a perdonar

Siempre encontraremos a personas que nos harán daño. En algunos casos seránpersonas tóxicas, en muchos otros, lo habrán hecho sin mala intención. Pero sea cuál sea el motivo, la decepción y el dolor son inevitables.

Si no somos capaces de perdonar, esas emociones negativas se irán acumulando hasta el punto de imposibilitarnos ser felices. No podemos cambiar al mundo para que sea perfecto, pero sí podemos cambiarnos a nosotros mismos.

Perdonar significa aceptar lo que ha sucedido y dejarlo ir. Implica situar las cosas en el pasado y no dejar que afecten a nuestro presente. Aunque no es fácil hacerlo, es lo más beneficioso para nosotros. Es la forma de seguir adelante.

Reconoce los tipos de críticas

No todas las críticas son iguales. Puede que alguien nos critique de forma justa, porque hemos hecho algo inapropiado, y esa persona solo pretenda ser sincera con nosotros y ayudarnos. Esta crítica sería justa y constructiva, porquees un vehículo para mejorar.

La crítica destructiva, por otro lado, está hecha con mala fe. Su intención es la de hacer daño, y puede que se base en mentiras, o bien que tome algún dato cierto sobre nuestro carácter y lo exagere y distorsione. Son, normalmente, fruto de la envidia y el resentimiento.

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¿Qué hacer ante una crítica justa?

Si acabamos de recibir una crítica constructiva, aunque no nos guste, tenemos que reconocerla como algo positivo. Si nos ponemos a la defensiva negando la situación e incluso atacando a la otra persona con más críticas, provocaremos una discusión.

La solución está en ser valientes y racionales. Tenemos que aceptar la crítica con sinceridad, reconociendo nuestras faltas y proponiendo una solución: “Sí, es cierto lo que me dices, lo entiendo perfectamente. No lo había visto de esa forma hasta que no lo has dicho. A partir de ahora me esforzaré en cambiar esa actitud”.

¿Qué hacer ante una crítica destructiva?

Esta es la que más trabajo cuesta enfrentar. Hay que entender que constituyen una provocación y por tanto, si respondemos a ella, entraremos en una guerra. Probablemente se produzca una escalada de descalificaciones en la que no ganemos nada más que un buen disgusto y quizás, una mala imagen de cara a terceras personas.

En estos casos lo recomendable es armarse de paciencia y mostrar indiferencia. No entrar en el juego porque, como dice el refrán, “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. La otra persona está buscando dañarnos y, si nos hacemos una coraza y no dejamos que nos afecte, estaremos ganando la partida.

Normalmente serán personas mediocres, con baja autoestima, que nos tienen envidia por cómo somos o por lo que hemos conseguido. La crítica es su forma de desahogar la envidia y un intento de recuperar su autoestima bajando la nuestra. Piensa que, si alguien llega a criticarte así, es que algo estarás haciendo bien.

problemas emocionales¿Y si somos nosotros los que criticamos?

Cuando los críticos somos nosotros, el primer paso es reflexionar sobre ese comportamiento. ¿Por qué lo hacemos? ¿Es porque nuestros amigos critican e intentamos integrarnos en la conversación? ¿Es porque sentimos envidia? ¿O porque nos avergonzamos de nuestros defectos y queremos hacer ver que el otro también tiene fallos?

La reflexión nos servirá para poder cambiarlo. Nunca es demasiado tarde para mejorar ni para cambiar aquello que no nos gusta de nosotros. Trabajar laempatía y aprender a ponernos en el lugar del otro será un ejercicio que, sin duda, nos hará sentir mejor.

Vivir lejos de las críticas

Sin duda, la crítica está tan arraigada en la sociedad que sería una utopía pensar que puede desaparecer. Pero introduciendo pequeños cambios en nuestra vida, podemos librarnos de sus efectos más negativos.

Aprende a aceptar las críticas constructivas y úsalas de trampolín para mejorar. Ignora las críticas injustas y aléjate de las personas tóxicas que las promueven. Evita en lo posible hacerlo tú, y no participes en ese tipo de conversaciones. Sin duda mejorará tu paz mental y tendrás una vida más tranquila y feliz.

Estamos tan obsesionados por crear la burbuja del bienestar adulto que se nos ha olvidado la importancia de sembrar la autoestima en nuestros niños.

Es muy importante que nuestros pequeños crezcan en un mundo de adultos equilibrados, pues será lo mejor que les podamos transmitir. Sin embargo, si nos paramos a pensar sobre esto, no nos costará mucho darnos cuenta de que hacemos que nuestras carencias sean visibles.

Supereroelia_41931055_Subscription_Monthly_L-478x270_0Así es que los niños, como los animales, perciben nuestros miedos e inseguridades y las hacen suyas con gran facilidad. Ante este panorama, lo cierto es que debemos de esforzarnos porque esto ocurra en menor medida. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?

En primer lugar teniendo en cuenta que somos su mejor ejemplo a seguir, por lo que debemos fomentar nuestro autocuidado. En segundo lugar con nuestra forma de actuar y de tratarles, así como en los valores que les inculcamos, es decir, en cómo los educamos.

No queremos niños que tengan que ser perfectos porque no queremos cultivar la soberbia; queremos niños que se quieran y confíen en sí mismos y en su potencial. A continuación os damos 12 claves que no fallarán:

1-Es importantísimo tenerlos en cuenta y dedicarles nuestro tiempo de manera exclusiva.

Debemos considerar lo que el niño nos solicita y nos reclama. Además, si estamos paseando con ellos no deberíamos de ir mirando nuestro teléfono móvil, pues el niño nos dedicará miradas y momentos que nos perderemos.

2-Corrige sus errores pero desde el cariño.

Sin gritos y con paciencia, el niño es una esponja que absorberá lo bueno y lo malo. Hazle entender que aprendéis juntos y que el intercambio es mutuo.

autoestima-infantil-como-promover-autoestima-en-tus-ninos3-Fomenta su autonomía dándoles responsabilidades.

Déjales tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus relaciones o hábitos diarios. Por ejemplo, pueden cocinar contigo o preparase ellos su almuerzo, ayudarte a secar y recoger los platos, poner la mesa, elegir la ropa que se quieren poner…

4-No les compares.

Ni con sus hermanos ni con sus amigos. No compares a un niño con nadie, y tampoco lo hagas con adulto. Nadie es mejor ni peor que nadie, todos somos diferentes.
5-No le etiquetes como “torpe”, “malo”, “tonto”.

Esto no ayuda para nada a crecer con un autoestima saludable. Cuando el niño haga algo mal hay muchas maneras de decírselo: no está bien que pegues a tus hermanos, no tienes que romper los juguetes o tenemos que trabajar bien las mates.

6-Tampoco lo hagas como “listo” “bueno” o “inteligente”.

El niño no comprenderá en qué se fundamenta que te refieras a él de esa forma. En su caso, puedes decirle: qué bien has hecho las tareas, qué bien has recogido o me encanta verte pintar. Es decir, juzga sus comportamientos pero no a los niños.

7-Establece unos límites claros y sé consistente con ellos.

Es decir, si no recoges tus juguetes no iremos al parque; el niño querrá negociar esto pero no valen medias tintas, si le has puesto una condición razonable tienes que hacerla valer, pues de lo contrario no se lo tomará en serio. Firmeza.

8-Valora el esfuerzo, no los resultados.

No te centres en si ha sacado un sobresaliente o un aprobado, lo importante es que el niño haya sido constante y se haya esforzado, refuerza esto.

9-No exageres tus halagos y sé concreto.

Esto es, dile lo que ha hecho bien y porqué te ha gustado para que el niño sepa lo que te agrada. Has recogido muy bien tus coches de juguete y los peluches es sustancialmente diferente a Eres muy ordenado.

Es importante que comentes con otras personas ante el niño sus logros y su esfuerzo, pues le hará sentir útil e importante.

10-Valida sus emociones.

Si el niño llora es probable que se haya hecho daño, dale la importancia que tiene. Evita decirle: ¡No pasa nada! Sí que pasa, algo le hace sentir mal y es importante que le demos la relevancia pertinente.

11-No le sobreprotejas, fomentarás la inseguridad y la dependencia.

No hagas guardia y los vigiles a cada rato, pues generarás niños burbuja. Los niños no se rompen y necesitan una dinámica que les genere oportunidades para desarrollarse de forma constante, no para estancarse.

12-Reserva momentos para cada uno de los niños que tengas alrededor.

Intenta buscar un espacio individual para cada uno, pues el hecho de ser importantes y protagonistas durante unos minutos o unas horas es muy reforzante para ellos. Haciéndolo les muestras que para ti es clave dedicaros el uno al otro de vez en cuando, importándote cómo se siente y buscando generar novedosos intercambios.

 

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La ansiedad se ha convertido en una de las alteraciones psicológicas más comunes en estos últimos años. Cuando nos excedemos en el trabajo, en demostrarnos a nosotros mismos una exigencia excesiva o dejamos de dar importancia a nuestras verdaderas necesidades como seres humanos, la ansiedad somatiza físicamente, creando una barrera difícil pero muy posible de superar.

Permitirme contaros un secreto después de aprender de mi propia ansiedad personal: su verdadero mensaje es hacernos ver que no nos estamos cuidando y estamos dejando pasar por alto la grandeza de nuestro potencial. 

Os invito a que antes de continuar este artículo, si la ansiedad está presente en vuestro día a día, os toméis una temporada, de la forma que prefiráis y mejor se adapte a vosotros, para cuidaros, amaros y ser conscientes de lo hermosos y brillantes que de por sí sois. Esta verdadera y auténtica creencia os irá poniendo fin a estos desagradables síntomas físicos que causa la ansiedad.

¿Cuáles son las 5 señales que demuestran que eres ansioso?

Eructos y flatulencias. La alimentación es un factor muy importante que puede condicionar nuestra salud psicológica. Que la ansiedad nos produzca gases y eructos es lógico, ya que cuando estamos ansiosos comemos y bebemos mucho de forma apresurada. Al realizar esta acción de forma rápida, generamos una gran hiperactividad en nuestros intestinos revolviendo los ácidos de nuestro estómago y provocándonos gases.

La respiración también es importante a la hora de sentirnos tranquilos. Nos ayuda a evitar los estados de ansiedad donde nuestra respiración, al ser más rápida, nos hace más propensos a la expulsión de gases y eructos.

Si sueles sentirte hinchado y con excesivas ganas de eructar constantemente, te invito a que revises tu estilo de alimentación y vida para ir dejando de lado la ansiedad.

¿Eres ansioso? 5 señales para descubrirloManos y pies fríos. Es cierto que el clima tiene mucho que ver a la hora de percibir nuestras extremidades corporales a temperaturas bajas, o lo que es lo mismo, frías. Pero también la ansiedad produce la redirección del flujo de sangre lejos de las extremidades para redirigirlo a los órganos corporales, produciéndonos dicha fría alteración en nuestro cuerpo.

¿Por qué ocurre mientras estamos ansiosos? Esta respuesta inmune originada trata de proteger los órganos más importantes cuando nuestro cuerpo percibe una situación de peligro.

Problemas de piel. Numerosos estudios han demostrado la existencia de una fuerte relación entre la ansiedad y nuestra piel. Cuando sentimos ansiedad en niveles demasiado altos esta puede originar problemas cutáneos como alergias, dermatitis, acné y eczemas.

¿Por qué nuestro cuerpo responde a la ansiedad de esta forma? Si nos encontramos ansiosos estamos produciendo estrés y aumentando nuestro cortisol, el cual baja las defensas de nuestro cuerpo y más específicamente las de nuestra piel.

Bostezar frecuentemente. Es cierto que el bostezo se da cuando estamos cansados, nos encontramos aburridos o simplemente tenemos sueño. También cuando nos encontramos ansiosos ocurre esta acción ya que la ansiedad origina problemas de respiración, como la hiperventilación. Mediante la hiperventilación nuestro cuerpo ordena al cerebro que efectúe respiraciones profundas, como el bostezo.

Sensación de irrealidad. ¿Os habéis encontrado con personas que sueñan despiertos y perciben todo muy real aunque se trate de un “sueño” o idea? Probablemente entonces estaréis ante una persona con ansiedad ya que esta sensación constituye uno de sus principales síntomas. La sensación de irrealidad es una sensación donde el entorno se convierte en ficticio y nosotros pensamos que es real.

En estos casos, muchas personas llegan a realizar sus acciones del día a día como una rutina y sin ser conscientes de que están viviendo una irrealidad. Es cierto que este no es uno de los síntomas más comunes de la ansiedad, pero puede tener consecuencias importantes. Pero si la ansiedad alcanza un alto nivel y se origina acompañada de estrés, es probable que podamos vivir episodios de irrealidad.

Si en tu día a día te es familiar alguna de estas situaciones, te invito a plantearte acudir a un profesional que te ofrezca confianza y con el que te sientas a gusto trabajando. Ser conscientes de nuestro estado físico y mental nos ayudará a saber escuchar nuestro cuerpo. Muchas veces este puede proporcionarnos señales para superar cada una de las barreras que nos están impidiendo crecer como seres humanos.

No dejéis de lado vuestro bienestar emocional. Muchas veces su descuido es el origen de somatizaciones físicas en forma de enfermedades y/o alteraciones corporales.

  Paula Díaz  http://lamenteesmaravillosa.com/como-eres-de-ansioso-5-senales-para-descubrirlo/